Magdalena en Ginebra
Mis pies danzaban en la tierra húmeda
Los eucaliptos
iban hacia el lugar desnudo
El viento
me amaba con violencia
Los pájaros
venían cansados de lo profundo
y en mi interior
el eco de los pasos
se prolongaba
como una campana de monasterio
que suena con pereza
ignoraba que en la vida
había pesadumbre
creíame eterna
perversa
intocable
Entre surtidores
humedecía los pies en las fuentes
en parques con glorietas
Vinos y manjares
extendían mi destino
más allá de los bosques
La ironía de los lagos
diseña una vida andrajosa
Caí
conocí vidrios en el paraíso
El silencio cerró las heridas
aunque el anhelo era
un temprano despertar
hallar el rincón de una iglesia
o una extensión de césped
y dormir tranquila
aunque debajo de estas nubes
que parecen protegernos
no existe un sueño para mí. … Leer más