Agitaste mi vientre como huracanes entre mis piernas a 300 kilómetros por minuto.
Con tus pestañas insolentes voy a tatuarme en ti. Cuando muera podrás reconocerte en mi locura.
Milito en ti en el frente de tus huesos. Bajo el polvo los muerdo amor uno a uno y estallo contigo en la trinchera.
Te invito a entrar sincronizo los relojes un par de siglos al revés y al derecho. Cuando aceptes sé que lo harás conozco tus secretos no podrás salir nadie sale vivo de mi sueño.
Sola en la multitud de la especie abre sus piernas de par en par y nacen todos los brillos del agua. Esos muslos no podrán en este mundo cerrarse.
Rugen los celos como limosna que sangra como león que reta a duelo. Me ladraste la cólera. Qué duro me diste.
La dirección de la luz la intención de la luz el sabor de la luz toda esa que tuvimos fue solo un espejismo. Lo supe tarde cuando el hielo anidaba en mis rodillas y pude ver en su esplendor cómo eclipsaba.
Hacia dónde iba el sonido que hicimos nuestro en otro tiempo? ¿Por qué el frío se apoderaba de mi cuerpo? ¿Por qué la noche y el frío llegaban de ti?
Ahora me revuelco en la oscuridad el vacío calcina mis labios el dolor me duele de la manera como solo el dolor sabe doler.
Mariposa azul prepara sus alas para el viaje. El fin del mundo es el límite ¿el fin del mundo?
¿Qué será cuando se ponga el sol? ¿Qué será mañana y mañana y mañana? ¿Dónde estaremos cuando no haya horas y el tiempo se quede sin arena?
No juegues con fuego me dijeron pero yo jugué con el sol y quedó nada de mí excepto estas palabras.
Hoy llegaste resplandeciente sembrando mis entrañas. Quiero brotar en ti dijiste temblando.
Apoyados en la corteza de una palma me miré en tus ojos. El oleaje hacía su tarea tu labio artero me tocaba salado húmedo con el adiós entre los dientes.
Entonces fue el regreso la música la luz del abrazo y una cama ardiendo en llamas.
Poemas pertenecientes a su último libro Eros, poemas de amor y otros lugares comunes (2023).
Teresa Calderón ( La Serena, Chile, 30 de marzo de 1955). Poeta, cuentista y novelista. Se tituló como profesora de Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Chile en 1981, donde también realizó estudios de Licenciatura en Estética.
Desde los años 80 hasta la actualidad dirige talleres de creación literaria. Ha dictado clases en Universidad Católica, Universidad de Chile, Andrés Bello, Miguel de Cervantes, ARCOS y UNIACC.
Entre sus publicaciones de poesía destacan:
Causas perdidas (1984); Género femenino (1989); Imágenes rotas (1995); Aplausos para la memoria (1999); El poeta y otras maravillas (2000); Obra Poética (2003); Elefante (2008), Eslabones (2020) y Eros, poemas de amor y otros lugares comunes (2023).
De su obra narrativa destacan:
Vida de perras (cuentos autobiográficos); Amiga Mía (novela) y Mi amor por ti (novela). En novela infantil: Aventuras de Súper Inti y Analfabruja (2000); El tesoro de la bruma (2002); Esa mañana llovía a cántaros azules (2002); Súper Inti y el misterio del espejo (2002); Súper Inti y Serena atrapados en un portal (2012) y El tesoro de la bruma y Llovían cántaros azules (2022). Las memorias de Alfonso Calderón: El miedo de olvidar se publica en Editorial Catalonia(2022).
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, sueco, italiano, alemán y portugués, y ha sido compilada en más de 30 antologías.
Ha recibido numerosos premios, entre los que destacan el Primer lugar en el Concurso Nacional de Poesía de El Mercurio por Celos que matan, pero no tanto, 1989, Premio «Medalla de La Serena 2002», por su aporte a la educación y a la cultura de Chile, el Premio Pablo Neruda 1992, Premio Altazor de Poesía 2009 por Elefante, Premio de la Crítica 2020 porEslabones (2020) otorgado por el Círculo de Críticos de Arte de Chile.
Nota : Todo el contenido poético así como la bio y fotografías compartidas ha sido seleccionado y cedido por el editor del último libro de Teresa Calderón para su publicación en esta página. Poiesis https://poetryalquimia.org/
¡Gracias a La Parada Poética por su generosidad, atención y confianza!
No son las palabras las salvajes es el silencio, con sus miles de palabras innombrables Malú Urriola
Santiago en ruinas, abril de 1992
No necesito nada más esta noche, No quiero oír viejas anécdotas de poetas. No sé si veré el futuro, si al menos lo veré pasar por estos ojos.
Espero en la única gloria de los castrados. Me abandonaré al silencio, como un criminal abandona las armas y el placer de la sangre.
(De Dame tu sucio amor, 1994)
Afuera daba vueltas un farol rojo y el letrero se caía a pedazos como de boite de mala muerte, como si fuésemos a estrellarnos contra la muerte, el hombre sacó una pequeña llave. Ladraban los perros, y el hombre nos condujo hasta un cuartucho que no volveríamos a ver, encendimos la tv y unos porros, luego me fumé un cigarro detrás de otro, uno detrás de otro y te contemplé hablar y hablamos del cuartucho, de la cojera del hombre, nuestra propia cojera, de la noche que corría con una prisa extraña, las nubes pasaban rápidas, azulosas, violáceas, como golpes de la vida, como si nos fuésemos a golpear contra la vida, el hombre trajo dos cafés que se enfriaron sobre el velador, en un rincón del cuarto quedaban los restos de una fiesta que otros dejaron, qué ganas de tomarme un trago, te dije, tú te acercaste lentamente, al contrario de las nubes, al contrario de la noche que corría aprisa, al contrario de los perros que no dejaban de ladrar, de vez en cuando se callaban, y se callaban hasta que las luces de un automóvil se estrellaba contra los vidrios y encendía el cuartucho que dejaba ver tu cuerpo y luego venían las sombras que te cubrían, lejos de casa, tan lejos de casa y en la radio con las pilas medio muertas la Janis cantaba bye, bye, baby.
(De Hija de perra, 1998)
***
Cuando me pierdo es este brazo quien me encuentra
Cuando no estás me faltas como si me faltara un brazo, daría un brazo por no sentir esta falta… daría un brazo, pero no el brazo con el que escribo. El brazo con el que escribo no se lo doy a nadie, si me deshiciera de este brazo moriría atragantada. Este brazo es el que aprieta mi vientre, el que hunde su mano en mi garganta para que las palabras salgan, porque mi brazo sabe que las palabras son como trozos de carne que me atoran, si no tuviera este brazo tampoco podría hablar, porque este brazo es mi lengua, con este brazo puedo decir lo que la lengua se calla, podrían cortarme la lengua pero no el brazo, por eso no siento ningún miedo cuando tengo la lengua dentro de tu boca, porque aunque la arrancaras me quedaría este brazo. Con este brazo me sostengo, con este brazo lucho cada día. Cuando me pierdo es este brazo quien me encuentra, cuando me desespero es este brazo quien me calma, este brazo es mi memoria, este brazo es quien me saca a flote, quien jala de mí, quien me aturde para arrastrarme hasta la orilla, este brazo se compadece de mí más que nadie, me saca el agua que he tragado, me golpea el corazón para que ande, si no fuera por este brazo no sé qué seria de mí, por eso sigo a mi brazo, porque este brazo es capaz de encontrar lo que yo no hallo, por eso es él quien escribe, porque si escribiera yo, no encontraría las palabras necesarias, en cambio mi brazo es exacto, porque mi brazo sabe que si no soy capaz de resistir, que si me agoto de ver todo el tiempo lo mismo, que si me canso de escuchar las mismas palabras idiotas, que si me harto de ver a la misma gente como en un cinematógrafo de barrio, que si me aburre ver con mis ojos sus ojos pajes desesperados de fama, de una fama gris de estrella de cinematógrafo de barrio, porque mis ojos se cansan de ver tanto, todo igual, repetido, mi ojos se hartan tanto que se harían sal si vieran que algo nuevo pasara, porque esta ciudad se detuvo antes que llegáramos yo y mi brazo, esta ciudad sombría ya no se desempaña, esta ciudad es inalterable, esta ciudad quisiese ser rubia, esta ciudad quisiese beber whisky cuando se muere de hambre y si este brazo no fuera fuerte nos habrían arrancado medio pedazo, pero a mi brazo nada de esto lo derrumba porque mi brazo es ciego, mi brazo es sordo, mi brazo sólo escucha la sangre de él. Sabe que cuando no dé más deberá tomar la empuñadura y rajar la muñeca de mi otro brazo, sabe que aunque son pares sólo él puede hacerlo, sabe que él será el último en abandonar, lo sabe, como sabe también que será capaz de dejar de escribir porque escribir me daña a veces, mi brazo sabe que escribir daña porque es él quien escribe, cuando mi brazo escribe sabe que está doliendo, quemando, sabe que me revuelvo toda, por eso mi brazo dejaría cualquier cosa para calmarme. Es este brazo quien te olvida, no yo, porque mi brazo sabe que estando juntos somos capaces de resistir tu falta, que podemos trazar tu recuerdo, en cambio si me faltara este brazo yo me quedaría muda, me quedaría postrada, no podría resistir, no podría, por eso no te doy este brazo ni se lo daría a nadie, porque este brazo es el único capaz de librarme de mí.
la noche es un animal manso, hasta podrías acariciarle el lomo, el neón del Hotel Ibiza pega verde eléctrico al fondo del callejón y las nubes, ¿ves?, pasan cadenciosamente detrás del luminoso de Xerox y está tan oscuro y hace tanto frío… y desde el fondo negro de tus ojos adivino dónde acabaremos, verás, to- dos siguen igual, los borrachos siguen borrachos, los que no se venden, los que creen que se harán famosos. Te acuerdas cuando me llevaste a ver Santiago explotar de luces, era de madrugada y desempañé el vidrio con una mueca, un tonto y desesperado gesto de la mano y pensé en mi madre cuando Santiago apareció nítido, lleno de luces, silencioso, como un deshojado y promiscuo montón de estrellas de 40 Watts, y hablaba de la llegada del silencio, de cuan- do las palabras se aquietan entonces el frío se hace más intenso y siento un terror que atraviesa los huesos, te dije que pasar frío es como ir a la deriva, no saber dónde ir y escribir es la misma incertidumbre, háblame, no me dejes a solas con este silencio, escribir es la única manera que tengo de espantar el silencio, es mi fatiga aburguesada, naif, desclasada, sabes que los de abajo no escriben, ni dejan el cuero donde menos importa, ni traicionan la dignidad de la ignorancia. Tenemos dos o tres cines donde pasan cine arte, o podemos sentarnos a fumar en el Forestal y hacer como que no me importas, como que no me deseas y sentarnos a mirar este sucio río que desemboca en el mar igual que desembocan las palabras en mí. Ya no escribo, dejé de escribir te dije, dejé de 41 escribir porque dolía, no servía para nada, para nada, y estoy hablando de la inutilidad de las palabras y de eso no tienes idea, la más puta idea, no vol- veré a dejar el cuero, así es que puedes quemar los papeles, puedes romperlo todo, todo, puedes limpiarte el culo con todo lo que he escrito, puedes tirarlo a la basura, puedes mirarme fríamente con tus ojazos grises y decirme que nunca, nunca, pondrás el gris de tus ojos en mí y no sacarás nada, nada sacas, porque se te grabó en el alma, está tatuado dentro tuyo como con un corvo. Arriba nuestro las estrellas de Chile para ti.
(De Hija de perra, 1998)
Al lado del carril de la vida pasa el futuro alocado Los sueños que vimos naufragar florecerán para otros, y caminarán como nosotros entre la jauría, y postes esqueléticos de luces que se apagan y conocerán de esperanzas tratadas a puntas de pies, y la flor de la pregunta cuando llueva y haga frío, les florecerá de pena y en el aire se dejará oler fresco el aroma de las murallas mojadas del alma La vieja historia de nacer soñando y morir con el rabo pelado ¿Te acuerdas de cuando el horror se apoderó de nosotros, y el silencio tenía un sonido de botas miserables? Escuchábamos a Charlie Parker, recitábamos de memoria a la Mistral y nos reíamos de nuestros necios congéneres. La vida que pasa segura sabe que sobrevivimos, Por eso nos sentamos a ver brillar el cielo y toda su orquesta de vidrios.
(De Nada, 2003)
Tengo un corazón. Una vez por lo menos lo tuve. Mi corazón tiembla por cualquier cosa. Cualquier cosa lo hace temblar, una gota de lluvia basta, una débil brisa. Este corazón es como una explanada, como el desierto curtido por el sol. Ah, hasta dónde las palabras habrán de llevarme. Mis pensamientos han estado totalmente equivocados. Este corazón iba a un lugar, yo a otro.
De Nada, 2003
Nada
Como si escribiera,
como si soñara que escribo
levanto una copa por esa noche que nos perdimos por Baires
y la trava exhibía sus gomas recién operadas
y me seguiste de bar en bar,
de noche en noche,
de muerte en muerte,
mientras el esmeralda de tus ojos
se clavaba en mí.
Lo mío es lo pequeño, lo inexacto, lo turbado,
lo que apenas puedo ver es lo que la cabeza comprende,
no escribo cosas extraordinarias,
no tengo el tic del poeta nacional,
detrás de la flor, la humedad.
No nacimos para nada grande,
apenas conseguimos una vida de artificial luz amarillenta
sobre la cabeza,
lejos, lejos de la cabeza,
existe un lugar donde los cóndores rozan la cordillera
como si por alas tuvieran palabras
Abajo la carroña citadina y la cruz del sur iluminándonos el cuero,
abajo la tierra, bajo los pies la tierra,
bajo la tierra, el cielo y el deshuesado recuerdo
de miles que tampoco han muerto para nada grande.
Al frente tus ojos, el pasado del futuro y el futuro del pasado
y esas caminatas por el Forestal
cuando no teníamos nada y por ello,
el mundo era nuestro.
Mi hermana y yo
Mi hermana y yo siempre estuvimos unidas. Era lógico para mí estar a su lado. Una era parte de la otra.
Jamás pensamos en separarnos hasta que mi hermana me dijo que le había escuchado a nuestro padre entre sollozos, decir que éramos un monstruo.
Entonces lo pensé. Somos un monstruo.
Arrastramos nuestros bototos hasta el cajón de las fotos. Y nos pusimos a observarlas.
La anterior es cuando estábamos por cumplir un año.
Ésta fue tomada el año pasado. Una tarde que nuestro padre llegó tarareando un bolero de los Cuatro cuartos, y quiso tener un recuerdo de nosotras.
Mi padre decía que mi hermana era dueña de nuestro corazón, porque es la que siempre sonríe en las fotografías.
Yo soy india. Creo que el clic de la cámara me roba algo que no alcanzo a definir.
Lo que siento, pienso, recuerdo, duelo, gozo, en ése momento exacto quedará plasmado en un papel. Una parte mía quedará cautiva para siempre.
No la borroneará el recuerdo, ni la deformará el olvido.
(De Bracea, 2007)
No hay estrellas.
No.
No hay.
Yo quería que hubiese para prenderme y apagarme.
Pero esta noche, no.
No hay.
Ni una sola.
Ni una.
Se ha forrando de nubes el cielo.
Se revuelcan, abrazan, besan, funden, animalmente las nubes.
Y detrás vienen más, y más, hasta que forman un mar gris.
Cuando las nubes están grises, agrisan el mar. También el pueblo.
La vida me escucha mejor que cualquiera.
Si le pido que se nuble, se nubla.
(De Bracea, 2007)
Cuando la gente baila, sabes, aún sonrío. Los pies se mueven solos, y aunque no lo quiera, se mueven solos. Aquella canción que me pusiste en el butlizer de la quinta de recreo me recordó a mi padre.
Mi padre tenía el pelo lustroso y negro, peinado para atrás como su risa, vestía trajes de moda y pantalones con la línea bien planchada que mi madre se encargaba de delinear, zapatos impecablemente lustrosos. Cuando mi padre bailaba todo era bello, por eso se ganó el corazón de mi madre: la hizo reír tanto como llorar.
De esa pena y de esa risa estoy hecho yo.
De Cadaver Exquisito (2017)
nosotros – que apreciamos la perífrasis, decimos que los pájaros partieron
Dickinson
Alguien le abrió la puerta a la muerte.
Un pez saltó las perlas de la noche,
conmovió a los picaportes,
sobresaltó el alma de las cortinas,
empañó los vidrios,
lavó el ego de las estatuas, las pisadas sin rumbo, las que nunca volvieron, la llave que fue a dar bajo el mueble,
las camisas que no usaste,
los zapatos, los esmaltes, los cepillos, los cuadernos que se pierden, las telarañas vibrando en la espalda de los azulejos,
los calefactores,
las tazas.
No habías acariciado una taza tanto tiempo, ni el mar fue tan imposible, ni la encina tan inmerecida. Mientras te quejas frente a los pájaros de D. H. Lawrence,
en las puertas entumecidas toman sol los que han dormido en la calle.
No te busqué en las filas de inmigrantes. Creo que vi una golondrina, pero no el mar. Las angostas callejuelas se encontraron con la lluvia.
Las veredas desaparecieron como los mendigos.
Resonaron truenos, rayos partieron en dos la tarde.
Los hindúes cierran. Los senegaleses se sientan en las puertas. Los barcos callan.
Las palabras han ido a dar al río. Tal vez una naranja lorquiana alumbre. Si tenemos suerte, habrá más de un grado esta noche. Los ciruelos brotan impasibles. Por la calle ruedan pequeñas esferas de nieve, las fronteras cierran, los aviones besan la tierra, el miedo bebe un vermouth, las ambulancias aúllan, los vencejos sobrevuelan la plaza. En medio del humo de los crematorios, un taxista lleva gratis al hospital a un contagiado, un hombre chino baja la cortina del almacén, el negocio de tatuajes guarda las jeringas, las sillas trepan las plazas. Los quioscos de flores parecen animales enfermos.
Casandra contempla las cabezas de los leones. Una niña mira al cielo esperando la pelota de Dylan Thomas.
En el Apolo, el cartel de Sara Baras y el de Flashdance se miran suspendidos como el tiempo de Pelechian.
La muerte anda por la calle silbando.
De El Cuaderno de las Cosas Inútiles(2022)
No tener miedo de una paz colorida de lagartija al sol
Ni de los arrojos de cataratas
Ni de los caminos sin sendero
Ni de una sed de orilla
Ni de una noche sin grillos
Ni del abrazo que se olvida
Ni de la espalda emplumada
Ni de las calles y los delincuentes
Ni de los bancos y los delincuentes
Ni de los días inútiles
Ni de las tardes sin sentido
Ni de las noches paganas
Ni de mirarse al espejo y no hallar nada.
Soy un atrapador del tiempo.
Atesoro cada detalle cada segundo cada gesto y los grafío en mi cabeza -no
hablo de otros, hablo de la captura del tiempo- no dejo escapar detalle,
segundo, gesto del día, de la tierra, del cielo.
Soy un atrapador del tiempo. El mismo de las cavernas esculpido en millares de
yos. Algunos de mis yos viven en el pasado, otros como yo, conmigo.
Las legiones de los que nos hacen temblar saben que hay millares de
atrapadores del tiempo.
La sabiduría de atrapar el tiempo consiste en sobreponerse al pasado y la
invención de un futuro nefasto.
En el mismo momento que imagino una flor en medio de las ruinas, sé que la
hallaré unos meses más tarde, porque soy un atrapador del tiempo.
-del libro inédito Vuela-
Malú Urriola, María de la Luz Urriola González (Santiago, Chile, 9 de junio de 1967-Santiago, 21 de julio de 2023). Poeta, guionista y académica. Fue profesora del Taller de la Fundación Pablo Neruda para jóvenes poetas y académica de Licenciatura en Lengua y Literatura de la Academia de Humanismo Cristiano.
Urriola comenzó a escribir siendo una adolescente y ya con 19 años recibió una beca de Fundación Pablo Neruda.
A los 21 años publica su primer libro de poemas, “Piedras rodantes”, con el que se da a conocer en el mundo de la poesía chilena.
En el 2013 es invitada por la Universidad de Harvard al Seminario A Latin American Poetry Lab at Harvard, a leer su poesía traducida al inglés por la critica literaria y traductora Anna Denny.
En el 2015, La Luz que me ciega, trabajo multimedial de fotografía, video y poesía, realizado junto a la fotógrafa Paz Errázuriz es expuesto en la Bienal de Venecia.
En el 2018, es invitada por las Universidades de Princeton, Georgetown, Washington, Maryland y The King Juan Carlos I of Spain Center New en York, a dar conferencias y a leer su poesía.
Durante varios años dirigió el Taller de la Fundación Neruda para jóvenes poetas. Trabajó como guionista de televisión y cine.
Malú Urriola recibió, entre otras distinciones, una beca de Fundación Pablo Neruda (1986), una mención honrosa en el Premio Municipal de Literatura de Santiago (1995), Premio Municipal de Literatura de Santiago (2004), Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2004), Premio Pablo Neruda (2006). En el año 2009 recibe la Beca John Simon Guggenheim.
Su obra incluye:
Piedras rodantes (1988), Dame tu sucio amor (1994), Hija de perra (1998), Nada (2003), Bracea (2007), La Luz que me ciega, en coautoría con la fotógrafa Paz Errázuriz (2010), Las Estrellas de Chile para ti(Antología, 2015), Cadáver Exquisito (2017) y Cuaderno de las cosas inútiles (2022)
En el documental “No hay estrellas”, dedicado a la vida y obra de Urriola, la autora expuso los inicios de una carrera en tiempos complejos para la sociedad chilena:
“’Piedra Rodante’ es un libro que escribí originalmente en 1984, uno de los años más duros de la dictadura. No es un libro que evidencia los problemas políticos de la época pero sí contiene una metáfora sobre el mundo de los escritores al cual recién venía entrando desde la clase baja y cómo veía todo ese ego de guetos que para mí es bastante fantasioso porque acá nadie lee, entonces cuando entré a la literatura pensé, ¿a esta gente qué le pasa?. Era muy mal mirado en ese tiempo el tipo de poesía que yo estaba escribiendo, recuerdo que una vez en una lectura con Eugenia Brito en la Estación Mapocho nos pifiaron a las dos porque lo que la gente quería escuchar era ‘y va a caer, y va a caer’ y el dictador y la cosa representacional de la que siempre he huido”.
* * * * *
«La única desgracia de la poesía es contemplar a solas lo que nadie mas puede ver»
Estamos en el centro de la arena y has decido enfrentarme, domar el corazón de esta foránea. Pronto soltarán a la bestia de su jaula, hambrientas, las felinas se pasean. Pero tú lograrás vencer el enojo, zafar de sus artimañas, darle vuelta, acallar sus fauces con un golpe de tu escudo, empujarla a tu red, mansa y overa. Apuesto mi alma, auguro la victoria, imagino que soy domada por un beso tuyo, que rasguñas mi monte, que talas mi arboleda. Que me tienes en prisión, sumida en arenales, que me induces al amor recostada sobre piedras calientes.
Ankunft der emigranten
No fuimos descendientes de reyes ni licenciados y mi abuelo recogía la nieve amontonada en las calles de Hamburgo. Lo único que trajimos fue coraje, el buche y los sueños en las maletas. Aferrados al mástil del buque taconeado de niños enfermos de vivir con la peste y el hambre, de mujeres que parían en la cubierta y otros que dormitaban en los pasillos o de a tres en los camarotes. La maldición de errar por los mares había terminado.
DeFûchse von Llafenko
¿Qué sabe un forastero sobre tomar un buen mate? Nadie le dijo cómo se ceba: si amargo o untado en miel, hojitas de cedrón o cáscaras de naranja. Que el agua no se deja hervir, que amaina el apetito y sosiega la mente. ¿Qué pienso? Quizá me complazca y un día me instale con mi bombilla en la arena movediza de la yerba.
DeFûchse von Llafenko
Tu trabajo es despejar los caminos, inventarlos a machete y prender fuego a las campiñas. No te conozco, indio, no te comprendo. Vendido, rumorean los tuyos, apatronado, ¿y tú sólo guardas silencio? Mientras fabricas la batea para salar nuestra carne y junto al padre unes tu fuerza, yo te observo y me pregunto: ¿quién te dejó esa cicatriz en la frente?
Mi oficio es construir, encender motores, soltar amarras, no volver atrás. La miseria se despidió de mí agitando su pañuelo al viento comprendí entonces, mi destino era triunfar. Era sostener las esperanzas amarradas al cinto, remar en busca de tu orilla, sembrar el poema y dejarlo brotar.
Aquí nadie se conoce ni sabe uno si la familia del vecino no vale un cobre. Aquí podemos inventarnos una sangre, un escudo, una leyenda, una muerte gloriosa, podemos ser, si se nos place, una estirpe ungida por el rayo.
DeFûchse von Llafenko
En el muelle las mujeres cargan el bote con leña
En el muelle las mujeres cargan el bote con leña y los perros escarban en la playa. Para campear el fresco atizan el fuego, se frotan las manos y descargan las truchas pescadas a la mala. Ellos se alejan en el Marichen con destino a Villarrica y desde allí al puerto que los llevará a la patria en llamas. Nosotros nos quedamos aquí anclados a esta tierra, a sus escamas, a las espinas de un amor que nos atraviesa.
DeFûchse von Llafenko
Blut der eiche
¿Y si mordieras lo que palpita aquí adentro? Ahora te llevo a la mesa de la curtiembre, preparo el vino y enciendo la ópera predilecta: la compañía de lobos y serpientes, el vuelo de brujos, nuestros sueños ardiendo en las brazas. Cantaré a tus padres y el triunfo será mío, verás que al fin cortaré el nudo del secreto. Seamos caudillos en estas líneas, que otros descubran el rastro, que sean testigos aunque no lo quieran. Y para que nadie se interponga dominemos el hacha y el fuego. No cantaremos a la rosa ni la haremos florecer aquí, vamos a deshojarla hasta hacerla sangrar, hundirla en sus espinas, asesinarla, que así sea. No lo quiere dios ni las leyes mortales, lo trama la vida desde el misterio, lo ordenan los linajes que se unen bajo tierra cuando se trata de escoger, de enseñar un canto al hijo que viene. Entonces diremos: la vida nos ligó al mismo árbol, tu brote y el mío, erguidas nuestras hojas, enredadas. En tiempo de cosecha unimos los pedazos de un mural secreto en el carozo, en el jugo, en la pulpa se estruja lo rubio y lo moreno. No fuimos cerezo ni manzano sino un injerto de lenguas, un canto de huesos y nervios.
DeFûchse von Llafenko
Tijerales
La tierra, como los papeles, aguanta todo
pasaportes falsos, prófugos de ley
los jueces lo libraron de la extradición.
En la vendimia un asado le despierta la tripa
sus camiones de la muerte dónde están.
El general que asumió el poder
le encargó su nuevo plan
un campo de trabajos forzados
en un remoto archipiélago.
En el siglo XIX los indios selknam fueron castigados.
En 1890 se entrega una concesión durante 20 años
a misioneros Salesianos
para domesticar a los mismos infelices
en sus parroquias y escuelas.
Pronto llegaría el nuevo parque de entretención.
En Dawson, allí levantaremos la obra.
Libré de los Juicios de Núremberg
de Spandau la de muros largos y de algunos agentes
si de algo se me acusaba los crímenes habían prescrito.
El hijo se crió bien, con eso me conformaba.
Un pequeño terreno, unas cabezas de ganado
abrí un negocio y trabajé duro en ganar clientela.
Estaba en deuda con esta patria.
El capitán admiraba la antigua gloria del Reich
pero de esos mítines nocturnos
de ese rifle que golpeaba las costillas
de esas banderas alumbradas por las fogatas
de las Juventudes sólo quedaba la leyenda.
¿Quién soy para romper una ilusión?
De Spandau
COLOFÓN 1
Familias alemanas y políticos influyentes le protegían. Huye al enterarse de la captura de Eichmann en la Argentina. Deambula con identidades falsas por Latinoamérica.
COLOFÓN 4
Era un gringo deslenguado recuerdan los peones que trabajaron con él. Le gustaba emborracharse entre las barcazas a la orilla del mar. Por las madrugadas se oían disparos al aire. Nunca tuvo hijos.
De Spandau
Vecinos
Contempla el mar y piensa:
Qué será de nos
adónde iremos a parar después de esta vida.
A luchar contra quién, de qué lado estaré
en cuál batalla.
Adónde vamos los vivos.
De dónde vienen los muertos.
Aquí la vejez cavará su trinchera
en cada golpe de hacha el temporal se llevará las culpas
el arado borrará toda huella ramoneando sus amores
y le arrancará lo cobarde como tripas de cuajo.
Aquí tomará la sopa con esa extraña
hasta que llegue el amor.
Con este caos se toparon los gringos:
traidores huyeron de su engaño
otros resistieron con sus vidas
borrachos hasta olvidar agacharon la cabeza.
Indios contra indios se odiaban a muerte
desde la Pacificación de la Araucanía.
Esperaron la traición del enemigo
jamás la de su raza.
So ein Mist!
Una tarde el cacique le brindó asiento
y parlamentó con esa gente primitiva
la perra ladraba con sospecha
vecinos desde hoy, un lenguaraz trajo luces.
Al echar un vistazo a la furia de esa negra
pensó si morir en combate habría sido mejor
que llegar a una tierra sin orden.
Ser invitado a un guillatún
un privilegio que no comprendió.
Gloria DünklerValencia (Pucón, Cautín, Chile, 1977). Poeta y narradora.
Cursó Pedagogía en Lenguaje y Comunicación (2003). En 2009 se titula de bibliotecóloga en Santiago de Chile, ciudad donde se desempeña como catalogadora en la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
Ha ido dando voz a la colonización y asentamiento principalmente germano en chile.
Auto editó su primer poemario, Quilaco seducido (50 copias), con el segundo, Füchse von Llafenko (Zorros de Llafenko), Ediciones Tácitas, 2009, obtuvo su primer premio importante, el Academia, que otorga la Academia Chilena de la Lengua, El siguiente poemario fué Spandau (2012), (Premio el Municipal de Literatura de Santiago), posteriormente publicó Yatagán (2015).
Sus poemas han aparecido en diversas antologías y han sido traducidos al alemán, polaco y catalán. Sus textos fueron lanzados sobre las ciudades de Varsovia y Berlín en los bombardeos poéticos organizados por el colectivo Casagrande el 2009 y 2010.
Premios y reconocimientos :
Premio Los Puños de la Paloma 2008 (Santa Fe, Argentina)
Premio Academia 2010 por Füchse von Llafenko (Academia Chilena de la Lengua)
Mención Honrosa en el Premio Municipal de Literatura de Santiago 2010 por Füchse von Llafenko?
Beca del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2011)
Premio de la Crítica 2013 por Spandau
Premio Municipal de Literatura de Santiago 2013 por Spandau
Beca del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2013)
ella dijo mi violencia será este cuidado mal visto ella dijo mi vestido y sollozó lentejuelas pasmadas avenidas las gestas y las calles de la ciudad despejan un dibujo ella dijo dibujo mientras duerme ella dijo duerme y velaron demonios bajo la cama esta ciudad no esta ciudad y su trono mi violencia es cemento ella dijo en su trono mi violencia es cemento y primó sobre todas las cosas
*
la ciudad lucía lentejuelas pasmadas avenidas la mayoría de las formas en su gesto eran minúsculas suponiendo encuadres y montones de ecos sucede con su voz con su pelo su posible criatura entera su detalle horroroso en las comisuras de la boca ella dice mi pobre boca y el barro que la salpicó mi pobre cara cada vez más deslucida extraña en el espejo de la pieza poderosa lucía un detalle en la mano tan claro un detalle con barro en el deseo del ángel que cubre de poros su sueño pobre lucía pobre abre las piernas y grita
*
mi violencia es tan bella ella dice mi violencia es tan bella la constitución de su figura ella dice la reconstitución de su figura fue el ejemplo de un dibujo en el sueño de noche el ángel el barro solo sucedió calibró el acero en barro calibró su cerebro en forma de alas cafés se armó la ciénaga ella dice se armó la ciénaga como opuesto a la ciudad era un hecho concreto una aparición el barro el ángel un despelote tener espalda y que brotaran alas tener sueño dormir de lado nadar de barro a barro lucía ciudad ángel ciénaga furor de légamo chicharreo nadando en la ciénaga se aleja y mi ciudad y estas avenidas y mi vestido y mis lentejuelas dejadas atrás ella dice dejadas atrás ella dice de mí mi miseria es este légamo ella dijo légamo ángel ángel di dibujo si suplico las terminaciones de mi voz se están volviendo barro las terminaciones de tus alas di barro di cuello di cintura di la ciénaga nos traga a secas con su tarasca da
~
el ángel arranca de mí ángel marrón ángel marrón arranca mientras te queden alas porque si dejo de escribirte desapareces si dejo de escribirte lucía dice si yo dejo de escribirte yo yo desaparezco
*
la posibilidad de ser ciudad ella dijo mi único deseo es ser ciudad es que se me corra es que me corra la leche por las calles por estas construcciones lucía dice amor amor hay unas bullas cuando pegas amor hay unas figuras de carey que se demacran y gritan que me tome mi leche ser ciudad sí ser cuidad lucía se estira y dice ser ciudad para que se la corra en estos cimientos sí ser ciudad para que impacte para que llene de leche y el cemento se chupe solo y mi cemento se haga barro y me escupa sí mi amor sí mi niña sí mi pedacito carmesí mamá? tengo la cabeza llena de bullas y la garganta mamá me parece que no he sabido comprender las bullas no me dejan ni escribir mamá como cuando la boca repleta de leche no me deja hablar sí mamá lo mismo de esas veces de beber traspaso las maneras del dolor lucía dice las traspaso como si fueran como si yo lo quisiera
*
hay noches en las que no puedo ni respirar mamá hay noches en las que su cuerpo se pega al mío y no hay cómo poder encontrarlo mamá si hay olor cómo puede ser que él no esté que se haya ido y tarde en querer volver son las bullas mamá yo lo sé son las bullas yo podría haber tenido ese oro mamá esa luz o esa negación yo podría haber entrado en su llanto para poder permanecer lucía dijo pero el ángel se puso tosco y no hubo manera mamá no hubo manera el ángel ocultó el oro en su respiración el ángel cambió los tonos para amarme cambió las formas de entender mamá dime yo entiendo? si hay tantas bullas yo entiendo?
*
estaba esperando este día y no quería que llegara
lucía dijo todos creen que lo quiero para acostarme con él para nada más
ella dice y si yo encierro esta voz en una caja negra muy negra
ella balbucea reza y yo digo repito oraciones
abrir la mano de la llaga palpar su pecho entrar y contraer su corazón
resulta que su corazón se iba por santiago su corazón de carey y leche su corazón
él decía a gritos arruina lo todo todo lo arruinas
estaba esperando este día era tan posible que llegara y por santiago se iba
una mancha blanca invadiendo avenidas una mancha resbalosa granulada insípida
todos los caninos conducen a ti
ella dice con la boca llena todos los caninos ladran para ti
los canes de mi ojo derecho y su llaga todos los caninos ladran para ti
ella dijo caer en cuenta de su corazón caer en cuentas de carey enterradas a mi cuello
él dice enterradas a su cuello él dice
mi cuerpo se persigue en la gargantilla de carey de su cuello
mi cuerpo y nosotros
la consigna
su cuerpo de cuentas carey y leche hecho redondela giro alusión
él dijo ella dijo si estira la mano se come mi corazón mi pobre corazón si estira
hacia el tronco puede coser
lucía dice tragándoselo todo seré su muñeca en la noche de la ciudad
sí la ciudad de avenidas lechosas seré su muñeca si escribo seré su muñeca
solo por saber si logro encontrar su corazón
mi pobre corazón su corazón de carey y leche
de «La ciudad lucía» (Editorial Mantra, Santiago de Chile, 2006).
VII
Estoy escribiendo, no puedes tenerlo todo.
Estoy escribiendo, no puedes tenerlo todo, pues se castiga a quien lo hace y vence.
Me voy encerrando en mí misma. Me voy encerrando en un eco, en un himno que aflora desenmascarado. Me voy encerrando hasta que encuentro ese ritmo, ese jadeo preciso que soy yo.
de “Penínsulas” (2019)
ESTOY PENSANDO EN irme corriendo. Arriba hay un cerro gigante arriba de mi arma mi plaza mi querida amada bandera. Voy pasando lejos. Las líneas eran tres. Voy pasando escucho los pasos de todos esos horrores. Voy pasando y me digo. Está bueno. Voy pasando y me digo. Las líneas son tres. Las líneas dirán vas a vivir. Las líneas son tres. Las líneas dicen vas a vivir.
de “Penínsulas” (2019)
Contando los días que pasan, la suelta se pasea por el territorio básico, murmurando una canción. Mira su cama naranja, piensa en los días en los que el sudor bordaba las sábanas, los besos lo mismo, la pura y santa piedá. Lo mismo y lo mismo. Babear. Hostigar. Correr. Llegar. La cama. Repleta de oraciones. Bajo la almohada hay unas llaves, sujetas por una cadena con un corazón de oro, que la suelta mira arrobada, porque ella no tiene corazón. Más allá, en otro espacio o bajo otro estado, el rey está profundamente dormido. Y no escucha. Y no siente. Y no sabe que la suelta espera y espera el momento justo en el que se hará la linda, para luego escapar. Como siempre lo ha hecho, porque no puede, porque no sabe quedarse o porque simplemente le irrita, le irrita todo lo que parece ir en serio.
Mientras saca cuentas, la suelta se observa una y otra vez. Entra y sale del baño, mira hacia la calle. Cruza hacia el balcón. Comienza a regar las plantas de la terraza, que ahora se queman con el frío de los últimos días del otoño. Vendrá el invierno, pronto. Y ellas, las quemadas, recuerdan ese día de sol en que la suelta le dijo: son como nuestro amor; han vuelto a nacer. Pero era una pura lata. Y el eunuco lo sabía y calló, con el falo encogido, como siempre. La suelta reconsideró, por ejemplo, cuando se paseaba en pelotas frente a la ventana, o con ropa o con ganas. Y era sólo un ejemplo de todas las maneras con las que inventaba trampas para él. Con el eunuco nada ocurría de todas formas. Nada. O mejor: nada había ocurrido, porque él era un trasto cerrado y terco, un poco torpe, un poco lerdo, cogidas lacias sepultas en la memoria, una estela, un estado al que se podía recurrir.
de «La perla suelta», (Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2009)
la princesita
con el zapato cardúmico entre dientes sin importar las hilanderas de sangre que recorren la temblorosa ojera siemprevirgen la inmaculada taza soportalágrimas es interesante lo que le sucede a la princesita púrpura sentada en la opacidad de la espera desgarradora tan pobrecita con la estirpe en útero congelada con la estéril maniobra del recuerdo de espermios sobre su vientre se le está diluyendo el carnero a la muñequita a la calcomanía de belleza errada en microscopio esta vez le van a enterrar el candelabro de polvo ella lo está esperando la mariposita redonda de óvulos complacientes que se observa en cuchilla oxidada y teme por su hoguera.
en Completa (2003)
condiciones abyectas
el olor amoratado del desencanto
insalubre jarabe para sus dentelladas
ayer fue el ladrido de su ojo hoy
el arrebato de sus donceles averiados
puedo ser el animal pudoroso para su esgrima
aprender a invocar las esclavas de su aliento
desfallecer ante el carnero por su merienda
en los furores de mi saliva destrozada
es horrorífica la puerta de salida si
en su vértice se plasma una dentadura que llora
con la mayoría de edad para ser burlada
se hastía mi muñeca sin uñas
transito a cuestas el esqueleto de clavos
soy el trofeo en torta de novia
si me viola con su vela me consumo de vértigo
danza desértica
algunas recomendaciones
para la piñata de estiércol
que se deshace en cumpleaños de la niña estéril
o la piraña en celo disparando proyectiles
qué hacer con su malogrado teatro
su higiene antropófaga
el canibalismo de sus hormigas en revólver
la advertencia de su soledad geométrica
y no poder acallar el rumor de la torta
la cintita de los zapatos vírgenes
el útero disecado de la amante barata
la que se arrodilla ante el dedo del ángel
supurando savia para el antojo de su ego
«el cataléptico de alaridos nostálgicos»
se esconde entre los invitados del cactus
y la niña lo persigue castrada
con la alevosía de la carne débil
del beso enclaustrado en dormitorio penitente
explotan las falanges en su búsqueda
ahora la niña sin pies para el baile
sin pies para pisar el cubrecama de la fiesta
de la fiesta equívoca para fornicar alada
la piñata revienta sobre el clítoris de hule
primer payaso
I
el payaso cosido en la cortina
abre los ojos de murciélago doméstico
irrumpiendo en el artefacto del desgano
lamiendo las ancas de paula adormecida
el lecho el payaso la lengua
el instante entre la costura y la carne
mientras el sonido del xilófono irrumpe
la doncella intervenida abre los ojos
y el murciélago se contrae en rueda carmesí
quizás ensucie la cornisa del payaso imbécil
el flujo de su leche en retroceso
transcurre el coito entre cortinas de carpa célebre
a paula le zigzaguea vidrio molido desde los ojos
II
si se pudiera explicar la acetona de su silencio
la incapacidad del músculo atrapado en dentadura
antes la llaga lacerada por la carroza del espectáculo
la viscera sobresaliente de su ventisca
el flujo-recuerdo de lágrimas en pijama
hacia adentro
la voltereta suicida del orgasmo en garganta
«post-coitum el animal está triste»
y el hocico de su leona en desgaste
la fugacidad paquidérmica del feto
del feto en crisálida
de paula atrapada en telaraña microscópica
mientras el payaso cosido en la cortina
una momentánea
diminuto
el instante básico
sobre el coro de lavandas
cae la costura del cierre andrógino
supurando diamantes de hembra
respiración única
mientras el ventrílocuo presiona
la palma jadeante
saliva
represa en los muslos sin oxígeno
y la lengua supone encanto
oído por animal bizarro
comenzando la sacra contienda
rivales que danzan
movimiento unísono
para el despegue de los cuerpos
concedo el escudo ovalado
hacia sus labios canes
las aureolas erectas
la boca dilatada en metal
en alabanzas a himeneo
mármol irrumpe
por ojal que antes
vacío completo
triángulo
la cabeza demasiado tigrosa siempre a rayas siempre milicia doble pugna resbalando hacia mí parecemos títeres zoológicos me gritaba en las ancas la carne se la ofrecía completa hasta las amígdalas llegaba roncando entre furor de secreciones soplaba caníbal sacaba las uñas sobre hacia mi astucia después del amor me vuelvo frígida y él lo sabía y tan amarillo la pelvis salvada oscilante nos hacíamos dormir en sopor de pelos todo fuera por la hermosura del tigre la textura anestesia emergente íbamos por el lado feroz cada hebra de musgo partida regalos entre encías sabíamos que en el techo rondaba abría el aire para someternos al terror presentía tesoro aljibe en mi dermis este tiempo ronronea despacio me lo prometía sonriendo desde el esqueleto negro y su sombra otra vez amarilla ojo de tigre posado en ojo de tigre en mi vientre oh el estruendo barato de las cuerdas tensadas volviendo de lejos limpiaba lo rojo enorme gato masturbador merecí mis premios la queja doliente él por concordancia secreta hundido en mis filigranas caída en picada desde el techo un magnífico tigre
[Completa, Editorial Contrabando del bando en contra, 2003]
Paula Ilabaca Núñez. (Santiago de Chile, Chile, 1979). Poeta,escritora, editora y docente. Licenciada en Letras con mención en Lengua y Literaturas hispanoamericanas de la Universidad Católica y Profesora de Castellano de la Universidad Católica.
En un taller que dictó el librero y poeta Sergio Parra en 1999, Paula conoció obras que le abrieron un universo e hicieron que se pensara a sí misma como escritora.
Sus poemas han sido publicados en las revistas literarias “Círculo infinito” de Editorial Al margen, en el año 2002 y “Cantares, nuevas voces de la poesía chilena”, Editorial LOM en el año 2004.
En 2005 comienza una nueva etapa en su particular forma de hacer poesía. Junto a Nicolás Morán crean Her own and private soundtrack, instalación en la que se mezclan la voz y performance de la autora, acompañada de la guitarra eléctrica de Mario Cáceres y el bajo de Nicolás Morán. Ambos músicos son licenciados en Sonido de la Universidad de Chile.
En el año 2006 recibe la Beca de Creación Literaria entregada por el Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes, la que le permite publicar en Editorial Mantra su libro La ciudad lucía en conjunto con su disco homónimo. Ha recibido en dos oportunidades la Beca de Creación mención Poesía, que otorga el Fondo del Libro y la Lectura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile.
Recibió el Premio Pablo Neruda 2015 por su obra poética, el Premio Juegos Florales 2014 por su novela La regla de los nueve y el Premio de la Crítica de Prensa Literaria en Chile 2010 por su libro de poesía La perla suelta.
Entre sus publicaciones encontramos en poesía:
Completa (2003), La ciudad lucía (2006), Estados de mi corazón: cuadernos de viaje (2010), Penínsulas, RIL Editores (2019), La perla suelta, Editorial Cuarto Propio (2009) que fue traducido al inglés por Daniel Borzutzky en la editorial CoImpress (2022) y el libro resultó ganador de Mejor obra traducida al inglés en los PEN AWARDS 2023.
Ha publicado las novelas :
La regla de los nueve,Emecé (2015) y Camino cerrado(LOM Ediciones,2022).
Además, ha sido jurado en el Concurso de Literatura Joven Roberto Bolaño, en Chile; en el Concurso de Poesía Joven Desembarco Poético de Guayaquil, Ecuador, así como también en los Juegos Florales Gabriela Mistral en la categoría de libros publicados, mención poesía.
Creadora del Ciclo de lecturas de poesía y narrativa «Autores de noche, procesos escriturales en vivo» cuyas sesiones itinerantes desde el año 2008 hasta el presente, han mostrado los trabajos de autoras y autores chilenos y latinoamericanos de visita en Santiago de Chile.
El año 2014 formó parte del equipo de organización y producción del Festival de Poesía Joven Latinoamericana «Poquita Fe» que celebraba sus 10 años de creación. Ese mismo año, fue la productora del proyecto de gestión cultural para talleres y cooperación entre artistas “Sala 26”.
En el año 2015 participó como parte de la organización y creación del encuentro de escrituras femeninas «Islas Nuevas» que reunió durante el primer semestre de ese año, a más de 30 voces de distintas generaciones de escritoras y poetas chilenas.
En el año 2016 inauguró la micro editorial «Cástor y Pólux»
Entrevista Cristián Warnken a Raúl Zurita La belleza de pensar, 2006.
Entrevista a Raúl Zurita por audisea. www.audisea.com.ar
Raúl Zurita lee un fragmento de «Felices los que lloran» y del «Canto a su amor desaparecido» en la quinta noche del IX Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, el jueves 21 de febrero de 2013
Los Surcos de la Memoria – Raúl Zurita, entrevista
Excelente entrevista de Matilde Burgos para CNN Chile
Verás un mar de piedras Verás margaritas en el mar Verás un Dios de hambre Verás el hambre Verás figuras como flores Verás un desierto Verás el mar en el desierto Verás tu odio Verás un país de sed Verás acantilados de agua Verás nombres en fuga Verás la sed Verás amores en fuga Verás el poco amor Verás flores como piedras Verás sus ojos en fuga Verás cumbres Verás margaritas en las cumbres Verás un día blanco Verás que se va Verás no ver Y llorarás
Pastoral de Chile
I
Chile está cubierto de sombras
los valles están quemados, ha crecido la zarza
y en lugar de diarios y revistas
sólo se ven franjas negras en las esquinas
Todos se han marchado
o están dormidos, incluso tú misma
que hasta ayer estabas despierta
hoy estás durmiendo, de Duelo Universal
II
Los pastos crecían cuando te encontré acurrucada
tiritando de frío entre los muros
Entonces te tomé
con mis manos lavé tu cara
y ambos temblamos de alegría cuando te pedí
que te vinieses conmigo
Porque ya la soledad no era
yo te vi llorar alzando hasta mí tus párpados quemados
Así vimos florecer el desierto
así escuchamos los pájaros de nuevo cantar
sobre las rocas de los páramos que quisimos
Así estuvimos entre los pastos crecidos
y nos hicimos uno y nos prometimos para siempre
Pero tú no cumpliste, tú te olvidaste
de cuando te encontré y no eras más que una esquirla
en el camino. Te olvidaste
y tus párpados y tus piernas se abrieron para otros
Por otros quemaste tus ojos
Se secaron los pastos y el desierto me fue el alma
como hierro al rojo sentí las pupilas
al mirarte manoseada por tus nuevos amigos
nada más que para enfurecerme
Pero yo te seguí queriendo
no me olvidé de ti y por todas partes pregunté
si te habían visto y te encontré de nuevo
para que de nuevo me dejaras
Todo Chile se volvió sangre al ver tus fornicaciones
Pero yo te, seguí queriendo y volveré a buscarte
y nuevamente te abrazaré sobre la tierra reseca
para pedirte otra vez que seas mi mujer
Los pastos de Chile volverán a revivir
El desierto de Atacama florecerá de alegría
las playas cantarán y bailarán para cuando avergonzada
vuelvas conmigo para siempre
y yo te haya perdonado todo lo que me has hecho
¡hija de mi patria!
III
Allá va la que fue mi amor, qué más podría decirle
si ya ni mis gemidos conmueven
a la que ayer arrastraba su espalda por las piedras
Pero hasta las cenizas recuerdan cuando no era
nadie y aún están los muros contra los que llorando
aplastaba su cara mientras al verla
la gente se decía “Vámonos por otro lado”
y hacían un recodo sólo para no pasar cerca de ella
pero yo reparé en ti
sólo yo me compadecí de esos harapos
y te limpié las llagas y te tapé, contigo hice agua
de las piedras para que nos laváramos
y el mismo cielo fue una fiesta cuando te regalé
los vestidos más lindos para que la gente te respetara
Ahora caminas por las calles como si nada de esto
hubiese en verdad sucedido
ofreciéndote al primero que pase
Pero yo no me olvido
de cuando hacían un recodo para no verte
y aún tiemblo de ira ante quienes riendo te decían
“Ponte de espalda’’ y tu espalda se hacía un camino
por donde pasaba la gente
Pero porque tampoco me olvido del color del pasto
cuando me querías ni del azul
del cielo acompañando tu vestido nuevo
perdonaré tus devaneos
Apartaré de ti mi rabia y rencor
y si te encuentro nuevamente, en ti me iré amando
incluso a tus malditos cabrones
Cuando vuelvas a quererme
y arrepentida los recuerdos se te hayan hecho ácido
deshaciendo las cadenas de tu cuello
y corras emocionada a abrazarme
y Chile se ilumine y los pastos relumbren
IV
Son espejismos las ciudades
no corren los trenes, nadie camina por las calles
y todo está en silencio
como si hubiera huelga general
Pero porque todo está hecho para tu olvido
y yo mismo dudo si soy muerto o viviente
tal vez ni mis brazos puedan cruzarse sobre mi pecho
acostumbrados como estaban al contorno de tu cuerpo
Pero aunque no sobrevivirán muchas cosas
y es cierto que mis ojos no serán mis ojos
ni mi carne será mi carne
y que Chile entero te está olvidando
Que se me derritan los ojos en el rostro
si yo me olvido de ti
Que se crucen los milenios y los ríos se hagan azufre
y mis lágrimas ácido quemándome la cara
si me obligan a olvidarte
Porque aunque hay miles de mujeres en quien poder
alegrarse y basta un golpe de manos
para que vuelvan a poblarse las calles
no reverdecerán los pastos
ni sonarán los teléfonos ni correrán los trenes si
no te alzas tú la renacida entre los muertos
Hoy se han secado los últimos valles
y quizás ya no haya nadie
con quien poder hablar sobre la tierra
Pero aunque eso suceda
y Chile entero no sea más que una tumba
y el universo la tumba de una tumba
¡Despiértate tú, desmayada, y dime que me quieres!
V
Rómpanse de amargura, muéranse de dolor
Que se derritan sus tanques
y se caigan a pedazos sus aviones
y que de tristeza se hagan polvo corazones y valles
mentes y paisajes
delirios y galaxias
Porque enlutaron sus casas y arrasaron sus pastos
Porque no hay consuelo para nosotros
y nadie acude
a compadecerse de los afligidos
Y ella llorando decía:
“Nadie me quiere y mis hijos me han abandonado)’
Pero ¿quién podría dejar de querer
al niño que cría
o abandonar al hijo que alimenta?
Pues bien, aunque se encontrase a alguien
que así lo hiciese
¡Ellos nunca te abandonarían a ti!
VI
Chile está lejano y es mentira
no es cierto que alguna vez nos hayamos prometido
son espejismos los campos
y sólo cenizas quedan de los sitios públicos
Pero aunque casi todo es mentira
sé que algún día Chile entero
se levantará sólo para verte
y aunque nada exista, mis ojos te verán
Guárdame en ti
Amor mío: guárdame entonces en ti en los torrentes más secretos que tus ríos levantan y cuando ya de nosotros sólo quede algo como una orilla tenme también en ti guárdame en ti como la interrogación de las aguas que se marchan Y luego: cuando las grandes aves se derrumben y las nubes nos indiquen que la vida se nos fue entre los dedos guárdame todavía en ti en la brizna de aire que aún ocupe tu voz dura y remota como los cauces glaciares en que la primavera desciende.
El primer canto de los ríos
Es el amor … ése es el amor Ay ése es el amor…
Ay ése es el amor que hemos llorado tanto … se largan los ríos que se aman … partiendo
Cauce abajo … arrojándose sobre las praderas que lloraban mirándose … Nosotros somos las montañas que lloraron mirándose dicen los ríos que las llamaban … arrastrándolas
Borrascosos … tras las largas praderas que los vientos subían … Quiénes nos subieron el dolor de esas montañas se van diciendo las inmensas praderas del cielo … Somos todos los pastos de este mundo les contestan largándose los ríos que se aman … abiertos … tirados … rompiéndose
El desierto de Atacama V
Di tú del silbar de Atacama
el viento borra como nieve
el color de esa llanura
El Desierto de Atacama sobrevoló infinidades de
desiertos para estar allí
Como el viento siéntanlo silbando pasar entre el
follaje de los árboles
iii. Mírenlo transparentarse allá lejos y sólo acompañado
por el viento
Pero cuidado: porque si al final el Desierto de
Atacama no estuviese donde debiera estar el mundo
entero comenzaría a silbar entre el follaje de los
árboles y nosotros nos veríamos entonces en el
mismísimo nunca transparentes silbantes en el
viento tragándonos el color de esa pampa.
El ascenso del Pacífico
Se encumbró entonces el océano y nuestras pupilas miraban el portento sin todavía creerlo Escuchamos de nuevo las rompientes, las infinidades de islas subiendo igual que estrellas sobre el cielo Allí está el Pacífico hombre, allí, encima, de nuestras cabezas y no lo crees y tus ojos lloran y no puedes entenderlo y tus ojos lloran todos los que amamos son el mar
Todo lo que amamos es el mar América es un mar con otro nombre.
Y llorarás. ¿Eras tú papá?
Después de cinco días esperando que se despejara
la neblina sobre la costa norte pude ver los
acantilados. Kilómetros y kilómetros de paredes
de granito cortándose a pique y mil metros más
abajo el océano Pacífico. Había imaginado unas
frases escritas sobre esos paredones, veintidós
exactamente, de amor, de locura y de muerte
recortándose sobre ellos. Me las imaginé en un
sueño. La llanura del desierto de Atacama que se
interrumpía de golpe, luego el abismo y al
fondo el mar. Años después morí. Eran millones
y millones de hombres y mujeres arrojándose,
muchedumbres inacabables que se detenían por
un instante en el borde de los paredones y luego
se lanzaban. Algunos lo hacían tomados de la
mano, se miraban a los ojos y daban el último
paso, otros sostenían niños en sus brazos y
lloraban quedamente mientras el viento del
desierto hacía flamear sus ropas. Sentí un brazo
posarse en mi hombro ¿eras tú, papá? y el vacío
se abrió bajo mis pies sin estruendo, igual que
una boca muda y dulce. Al frente, el azul del
inmenso amanecer se iba fundiendo con el
Pacífico y las frases de amor, de locura y de
muerte, se me pegaron en los labios también sin
estruendo, suavemente, como un último silencio.
RaúlArmandoZuritaCanessa ( Santiago de Chile, 10 de enero de 1950) Poeta y activista.
Hijo de Ana Canessa Pessolo, Italiana y de Raúl Armando Zurita Inostroza. Se quedo huérfano de padre cuando solo tenia dos años. Vivió una infancia difícil de carencia económica, su madre se puso a trabajar y fue su abuela Josefina quien se ocupaba de él y de su hermana pequeña. Gracias a las lecturas de la abuela conoció la Divina Comedia de Dante, lo que le marcaría profundamente y ha dejado una gran huella en su poesía .
Empieza a crear sus primeros poemas durante sus estudios en el Liceo José Victorino Lastarria. No obstante, más tarde, se inclina por los estudios de Ingeniería Civil en la Universidad Técnica Federico Santa María.
En 1974, sin finalizar Ingeniería, se traslada a la Universidad de Chile para comenzar estudios humanísticos. Participa en una organización de arte llamada Tentativa Artaud, y publica “Áreas verdes” en la revista Manuscritos.
Vivió el encarcelamiento y la tortura durante la dictadura de Pinochet por sus ideas comunistas ,lo cual acentuó aún más su sentido de la justicia y su activismo de resistencia frente a la dictadura militar. Ejemplo de ello fué una acción poética en la cual mediante palas mecánicas, excavó en el desierto de Atacama para escribir, con letras de tamaño enorme, el verso «Ni pena ni miedo», como gesto de esperanza al pueblo chileno.
Según sus propias palabras “ yo empecé a leer poesía porque un amigo de barrio que tenía once o doce años, que era un malvado desgarrador, un pésimo estudiante, que se trenzaba a puñetes todos los días, leía poesía y recitaba a Rubén Darío de memoria.” ( entrevista realizada por Ezequiel Zaidenwerg) https://d3atisfamukwh6.cloudfront.net/sites/default/files/files6/files/zaidenwerg-m.pdf
Zurita se casó a los 20 años con la artista visual Miriam Martínez Holger, hermana de su amigo poeta Juan Luis Martínez. La pareja tuvo tres hijos: Iván (n. 1971, arquitecto), Sileba (1973, artista visual) y Gaspar (1974, cineasta que vive en París). Poco después del nacimiento de este último, el matrimonio se rompió.
En 1974 conoció a la artista Diamela Eltit con quien formó una relación que duró 10 años y tuvo un hijo, Felipe (músico).
En 1979 publica su primer libro, Purgatorio, poemario basado en su experiencia en la cárcel y las consecuencias sociales de la dictadura de Pinochet.
Entre 1982 y 1987, Raúl Zurita pudo publicar cinco de sus obras: Anteparaíso (1982), Literatura, lenguaje y sociedad (1983), El paraíso está vacío (1989), Canto a su amor desaparecido (1985) y El amor de Chile (1987). Durante esa época, viaja a Estados Unidos para participar en charlas y conferencias de destacadas universidades como las de Harvard, Columbia y Stanford.
En 1990, siendo presidente de Chile Patricio Aylwin es nombrado agregado cultural en Roma.
En 2001 se separó de quien fuera su tercera pareja, Amparo Mardones Viviani, tras una relación de 15 años. A su regreso de Berlín, en 2002, conoció a Paulina Wendt, Doctora en Literatura y una colega de la universidad en la que impartía clases, con quien se casó en 2009 y a quien están dedicados todos sus libros publicados después del 2000. La dedicatoria de Zurita dice: «A Paulina Wendt con quien moriré».
En 2000 recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2016 y elPremio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2020.
Algunas de sus publicación son : Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982), Canto a su amor desaparecido(1985), El amor de Chile(1987),La vida nueva (1994),Poemas militantes (2003), INRI (2004),Los países muertos (2006),Poemas de amor(2007), Las ciudades del agua (2007) y Zurita (2011); También es autor del ensayo Literatura, lenguaje y sociedad (1973-1983)
Su obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán, ruso, sueco, árabe, hindi, esloveno, ruso, noruego, chino…
18/5/2015.Un repaso por su obra poética, pasando por un análisis a las características comunes de los integrantes de la Generación del 50 peruana, a la que pertenece.
«La poesía es un medio de revelar mi reino interior, mi alma, creo si no estuviera la poesía no sé qué haría con mi alma»
Carlos Germán Belli
Papá, Mamá
Papá, mamá,
para que yo, Pocho y Mario
sigamos todo el tiempo en el linaje humano,
cuánto luchasteis vosotros
a pesar de los bajos salarios del Perú,
y tras de tanto tan sólo me digo:
«venid, muerte, para que yo abandone
este linaje humano,
y nunca vuelva a él,
y de entre otros linajes escoja al fin
una faz de risco,
una faz de olmo,
una faz de búho».
Carlos ,sus padres y su hermano Alfonso
Amanuense
Ya descuajeringándome, ya hipando
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos montes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y aun por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.
Belli y su esposa Carmela Benavente
Oh Hada Cibernética
Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas de día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mis cuerpo.
Algún dia el amor
Algún día el amor yo al fin alcanzaré,
tal como es entre mis mayores muertos:
no dentro de los ojos, sino fuera,
invisible, mas perenne,
si de fuego no, de aire.
La cara de mis hijas
Este cielo del mundo siempre alto,
antes jamás mirado tan de cerca,
que de repente veo en el redor,
en una y otra de mis ambas hijas,
cuando perdidas ya las esperanzas
que alguna vez al fin brillara acá
una mínima luz del firmamento,
lo oscuro en mil centellas desatando;
que en cambio veo ahora por doquier,
a diario a tutiplén encegueciéndome
todo aquello que ajeno yo creía,
y en paz quedo conmigo y con el mundo
por mirar esa luz inalcanzable,
aunque sea en la cara de mis hijas.
La tortilla
Si luego de tanto escoger un huevo,
y con él freír la rica tortilla
sazonada bien con sal y pimienta,
y del alma y cuerpo los profundos óleos,
para que por fin el garguero cruce
y sea ya el sumo bolo alimenticio
albergado nunca en humano vientre;
¡qué jeringa! si aquella tortilla
segundos no más de ser comida antes,
repentinamente una vuelta sufra
en la gran sartén del azar del día,
cual si un invisible tenedor filoso
le pinche y le coja su faz recién frita,
el envés poniendo así boca arriba,
no de blancas claras ni de yemas áureas,
mas un emplasto sí de mortal cicuta.
Sextina de los desiguales
Un asno soy ahora, y miro a yegua
bocado del caballo y no del asno,
y después rozo un pétalo de rosa,
con estas ramas cuando mudo en olmo,
en tanto que mi lumbre de gran día
el pubis ilumina de la noche.
Desde siempre amé a la secreta noche,
exactamente igual como a la yegua,
una esquiva por ser yo siempre día,
y la otra por mirarme no más asno,
que ni cuando me cambio en ufano olmo,
conquistar puedo a la exquisita rosa.
Cuánto he soñado por ceñir a rosa,
o adentrarme en el alma de la noche,
mas solitario como día u olmo
he quedado y aun ante rauda yegua,
inalcanzable en mis momentos de asno,
tan desvalido como el propio día.
Si noche huye mi ardiente luz de día,
y por pobre olmo olvídame la rosa,
¿cómo me las veré luciendo en asno?
Que sea como fuere, ajena noche,
no huyáis del día; ni del asno, ¡oh yegua!;
ni vos, flor, del eterno inmóvil olmo.
Mas sé bien que la rosa nunca a olmo
pertenecerá ni la noche al día,
ni un híbrido de mí querrá la yegua;
y sólo alcanzo espinas de la rosa,
en tanto que la impenetrable noche
me esquiva por ser día y olmo y asno.
Aunque mil atributos tengo de asno,
en mi destino pienso siendo olmo,
ante la orilla misma de la noche;
pues si fugaz mi paso cuando día,
o inmóvil punto al lado de la rosa,
que vivo y muero por la fina yegua.
¡Ay! ni olmo a la medida de la rosa,
y aun menos asno de la esquiva yegua,
mas yo día ando siempre tras la noche.
Poema
Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con palpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.
En el coto de la mente
En las vedadas aguas cristalinas
del exclusivo coto de la mente,
un buen día nadar como un delfín, guardando tras un alto promontorio la ropa protectora pieza a pieza,
en tanto entre las ondas transparentes, sumergido por vez primera a fondo sin pensar
nunca que al retorno en fin al borde de la firme superficie,
el invisible dueño del paraje
la ropa alce furioso para siempre
y cuán desguarnecido quede allí, aquel que los arneses despojóse,
para con premeditación nadar,
entre sedosas aguas, pero ajenas,
sin pez siquiera ser, ni pastor menos.
Asir la forma que se va
Hay quienes creen en la Divinidad, únicamente acosados por el pavor ante la posible nada.
Igualmente hay quienes adoran la forma artística ante el temor de que termine por
desintegrarse para siempre. Pero en este caso la angustia no es la única causa, sino que
a la vez hay una tácita devoción, tan antigua como los propios objetos estéticos. Es la
fe en la forma, no por el riesgo del vacío, sino por el puro placer de disfrutarla.
Igualmente como cuando se adora a la Divinidad por sí misma, y aun si no existiera. En
realidad, ni espuria ni imputable a barrocos o parnasianos decadentes. No hay que
avergonzarse de ella. No hay que reducirla a la postración. Obrar así no es otra cosa
que renegar de nuestro continente. Porque los cuerpos en que moramos también poseen un
contorno, también una estructura donde se encuentran en perfecto orden y concierto los
secretos órganos vitales. Aferrémonos a ella, como nos aferramos a nuestra forma corporal,
ante el embate del tiempo, ante la aproximación de la ineludible muerte.
Carlos Germán Belli (Lima ,Perú, 15 de septiembre de 1927). Poeta, traductor, profesor y periodista.
Vivió de niño dos años en Amsterdam y estudió luego en el colegio Raimondi. Ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y a la Pontifica Universidad Católica, pero no realizó una carrera académica, pues entró a trabajar desde muy joven en la administración pública y, más tarde, en el periodismo.
Su primer libro, titulado Poemas, lo publicó a los 31 años, en 1958. A este le seguiríanDentro & fuera (1960), ¡Oh hada cibernética! (1961),Por el monte abajo (1966),El pie sobre el cuello(1967), Sextinas y otros poemas(1970), En alabanza del bolo alimenticio(1979),Los talleres del tiempo(1992),iSalve, Spes!(2003), Los versos juntos. Poesía completa (2008).
En 1980 se graduó como doctor en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con una tesis sobre la poesía de Carlos Oquendo de Amat.
Premios:
Premio Nacional de Poesía en 1962, Premio de Fomento a la Cultura (otorgado por la Sociedad Nacional de Industrias) en 1986, Premio Iberamericano de Poesía Pablo Neruda 2006, el Premio Casa de las Américas de Poesía José Lezama (2009) y ha sido propuesto al Premio Cervantes y al Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. En dos ocasiones ha recibido, además, la beca Guggenheim (1969 y 1987). En 1982 fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua.
Erguido chopo español, ardiente y solitario! J.R.J.
¿Son acaso distintos
ese chopo español y tu alma de ascua
fija, llameante en la cima?
Tu palabra, zarzal heridor
tantas veces, ¿distinta
a la esbeltez del agua en los jardines
del Generalife?
Más allá de toda
voluntaria virtud o inconsciente
hermosura ¿no ampara
al hijo el primigenio brío?
¿Cómo creer que la tumba
tuya, en tu cementerio de Moguer,
te guarda bajo su lápida
mejor que el ciprés allí plantado,
con su cimero verde
profundo y melodioso?
Y tu voz ¿no es como su copa,
sobresaliendo del cercado de los muertos,
fogueando alta y atada
al amor de esas cuatro tapias pobres
y blancas?
¿Es que los dos vigilan otra cosa
que el sol de lo real,
riqueza única de la pobre
España, -su solo y fiero
corazón?
En Metapa
Vamos a la casa en que nació Darío
en Metapa, antes llamado pueblo de Chocoyos,
y ahora Ciudad Darío. Y la casa es pobrísima,
pegada a la tierra, como una raíz,
y parecida a la casa en que nació Sandino
que era pobre también. Vemos la cama
del poeta, la cocina con gran piedra
para amasar la yuca y el maíz. El techo es de tejas
que llaman de doble agua. En la vitrina cerrada
libros y manuscritos, escasos. Voló el águila lejos
de aquí, pero aquí estuvo el nido. Aquí nació una nueva
música. Olvidó el dios Pan su flauta en una rama
que encontró el niño indio. (En algún parque vimos
la escultura de su rostro en figura de cemí.)
Ídolo es la hermosura aquí, porque es prenda y miraje
el día de la justicia. No han debido llamar
a esta aldea Darío, sino dejarle el nombre
con que él la conoció y nombró, Metapa,
que suena a rostro de madre indígena, a raíz,
húmeda como el delantal de la sirvienta que nos crió.
Hay que amar la raíz, oscura, retorcida, fea quizás,
sin la que no serán la libertad y la hermosura
del árbol pleno en flor. Metapa suena a origen.
en el mercado de Masaya, pobre también, vi una cuna,
y pensé que era una cuna de esta tierra
en que nació Sandino y en que nació Rubén.
La cuna era de mimbre bien tejido, cálida como un huevo.
Parecía que iba a salir a navegar. Y entonces fue que me fijé en su
forma,
trabajada, elegante: era un cisne.
Fina y su hermana Bella
Los veteranos
¿Dónde fueron los pulcros viejecillos
de guayabera blanca y de sombrero,
que tomaban el sol junto a los hierros
del parque de Agramonte amanecido?
¿Los que saben los nombres y apellidos
de los cubanos dulces, los austeros?
¿Los que aún se levantan encendidos
por la arenga perdida en los helechos?
¿Es que nos ven acaso, ellos que han ido
quedando atrás, sólo contemporáneos
del adiós, del pañuelo echado a vuelo
junto al hogar de palmas encendido,
los que pronto ya nunca más veremos,
los de Gómez o Flor? Oh padres nuestros.
¿De qué silencio, eres tú silencio?
¿De qué silencio eres tú silencio? ¿De qué voz, qué clamor, qué quién responde? Abismo del azul, ¿qué hacemos en tu seno, hijos de la palabra como somos? ¿Qué tienes tú que ver, di, con nosotros? ¿Cómo si eres ajeno, así nos tientas? ¿Habría sed de no haber agua cierta? ¿O quién vistióme de piedad los ojos? ¿Puedo poseer, pequeña, don inmenso que faltase a los cielos y a las aguas? Y él ¿podría morir, sobreviviendo menor que él, todo el fulgor del cielo, quedar la tierna luz indiferente al fuego que, irradiando, ha suscitado?
Con una súbita vehemencia (canción de candilejas)
Como irrumpen atropelladas, sin medida, las razones de un hombre tímido, se agolpan esas cuatro o cinco notas primeras, se contraen un instante inmedible, y luego se remansan, persuasivas como una declaración de amor, que se fuera tornando una rara despedida.
En vano intentan copiar esa tonada los rutinarios músicos. Ellos repiten las mismas notas pero entrando en un pausado ritmo regular que las vuelve banales, diluidas, sin esos silencios que se retardan, sin esos cortes bruscos, esos envalentonamientos adorables, de viejo mimo que recuerda la emoción del telón al descorrerse, como aquel que sale de un largo silencio, e ilusionado con la amistad de la nieve tardía y la primera hoja verde, se decide, y rompe al fin a hablar, con una súbita vehemencia.
Los extraños retratos
Ahora que estamos solos,
infancia mía,
hablemos,
olvidando un momento
los extraños retratos
que nos hicieron.
Hablemos de lo que tú y yo,
por no tener ya nada,
sabemos.
Que esta solitaria noche mía
no ha tenido la gracia
del comienzo,
y entré en la danza oscura de mi estirpe
como un joven tristísimo
en un lienzo.
Mi imagen sucesiva no me habita
sino como un oscuro
sin poder distinguir siquiera
qué de mi pan o de mi vino
invento.
En el oscuro cuarto en que levanto
la mano con un gesto
polvoriento,
donde no puedo entrar, allí me miras
con tu traje y tu terco
fundamento,
y no sé si me llamas o qué quieres
en este mutuo, extraño
desencuentro.
Y a veces me parece que me pides
para que yo te saque
del silencio,
me buscas en los árboles de oro
y en el perdido parque
del recuerdo,
y a veces me parece que te busco
a tu tranquila fuerza
para que tú me enseñes el camino
de mi perdido nombre
verdadero.
De tu estrella distante, aparecida,
no quiero más la luz tan triste
sino el Cuerpo.
Ahonda en mí. Encuéntrame.
Y que tu pan sea el día
nuestro.
Del tiempo largo
A veces, en raros instantes, se abre, talud real y enorme, el tiempo transcurrido. Y no es entonces breve el tiempo. Como el pájaro al elevarse abarca con sus alas un diminuto pueblo o costerío, la inmensidad de lo vivido arrecia, y se mira remoto el ayer próximo, en que el pico ávido bajaba en busca de alimento. ¡Qué eternidad de soles ya vividos! ¡Y qué completa ausencia de nostalgia! Para crecer se vive. Para nacer de nuevo y rehacer la mala copia original. Para crecer, se sufre. No se quiere volver atrás, ni tan siquiera al tiempo rumoreante de la juventud. Que no para que el rostro luzca lozano y terso se ha vivido. No para atraer por siempre con el fuego de la mirada, no con el alma en vilo, por siempre se ha de estar. De cierto modo la juventud es también como una cierta decrepitud: un ser informe, larva, debatíase, qué peligrosamente amenazado. Se vivió. se salió, quién sabe cómo, del hueco, de la trampa: valió el otro del bosque de la vida, el pleno encanto de los claros del sol entre lo umbrío para pagar su precio: lo tanto costó poco; poco el sufrir inmenso para esta dádiva: al rostro orne la arruga como el pecho la cinta coloreada de un guerrero o como al niño la medalla premia por la humilde labor. Como el avaro el peso de un tesoro, encorva la espalda anciana el peso del vivir. Mas ya, arriba, a la salida, ya, se mira hacia atrás sonriendo, renacido, como agrietada cáscara el polluelo, ya se van desligando las amarras, del extraño navío, y como novio trémulo locamente lo incierto hace señales.
costó dolor, muerte costó, la vida. Y al tiempo, breve o largo, siempre corto, como el relámpago del amor, se le mira ya sin recelo ni amargura como a las heridas de la mano, en el arduo aprender de su oficio, contempla el aprendiz.
Bella es toda partida.
Retrato de una virgen
Ella no sabe bien lo que ha pasado. Él era su amigo, y ahora le ha dicho adiós. ¡Ella que lo veía como el padre, el esposo que iba a ser! Ahora pasea con otra, van riendo. Ella no entiende pero se ha quedado quieta, como quien espera una orden, o como el agua antes de recoger la imagen del rostro amado. No se ha entregado al llanto. No tiene una alborotada imaginación. Sigue yendo a sus clases. Cuida cosas pequeñas: las libretas, la raya en el orden, igual que el pelo al levantarse. Hace lo mismo que antes, sólo un poco más triste. La luz que la abandona la dibuja un momento. No sabe que está sola. Ese ignorar la guarda.
Fina y su esposo Cintio Vitier
Quiero escribir con el silencio vivo
Quiero escribir con el silencio vivo.
Quiero decir lo que la mano dice.
Porque tú lees mejor el texto vivo
y el alma, en su guerrear callado, escribe.
A veces la ola blanca da en la roca
de espumeantes cavernas y sus fauces
orla con su jirón que hace y deshace
letras que tú descifras. Que la boca
calle y entre a lo blanco en la esforzada
faena que se pierde. La luz poca,
mi alejarme de ti de cada día,
pausas son del sentido, inacabadas
imágenes de mí. La línea tosca
salta y completa tú la melodía.
Y sin embargo sé que son tinieblas
Y sin embargo sé que son tinieblas las luces del hogar a que me aferro, me agarro a una mampara, a un hondo hierro y sin embargo sé que son tinieblas.
Porque he visto una playa que no olvido, la mano de mi madre, el interior de un coche, comprendo los sentidos de la noche, porque he visto una playa que no olvido.
Cuando de pronto el mundo da ese acento distinto, cobra una intimidad exterior que sorprendo, se oculta sin callar, sin hablar se revela,
comprendo que es el corazón extinto de esos días manchados de temblor venidero la razón de mi paso por la tierra.
Visitaciones
1
Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna como a la casa de la infancia, a algunos días, rostros, sucesos que supieron recorrer el camino de nuestro corazón. Vuelven de nuevo los cansados pasos cada vez más sencillos y más lentos, al mismo día, el mismo amigo, el mismo viejo sol. Y queremos contar la maravilla ciega para los otros, a nuestros ojos clara, en donde la memoria ha detenido como un pintor, un gesto de la mano, una sonrisa, un modo breve de saludar. Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable, los ojos no comprenden, la mano ya no toca el alimento innombrable, lo real.
2
Uno vuelve a subir las escaleras de su casa perdida (ya no llevan a ningún sitio), alguien los llama con una voz querida, familiar. Pero ya no hace falta contestarle. La voz sola nos llama, suficiente, cual si nada pudiera hacerle daño, en el pasillo inmenso. Una lluvia que no puede mojarnos, no se cansa de rodear un día preferido. Uno toca la puerta de la casa que le fue deparada a nuestras manos mortales, como un tímido consuelo.
3
El que solía visitarnos, el que era de todos más amado, suave vuelve a la sala sencilla, cada día más real y más leve, ya de humo. ¿Cuándo tocó la puerta? No podemos recordarlo. Estaba allí, estaba! Y no se irá jamás ni puede irse. No nos trae la memoria las palabras del adiós. Sólo podrá volverse por la puerta de un ruido, de un llamado de ese mundo que borra, ignora y vence.
4
¿Qué caprichosa y exquisita mano trazó, eligió ese gesto perdurable, lo sacó de su nada, como un dios, para alumbrar por siempre otra alegría? ¿Participarás tú del dar eterno que dejaste la mano humilde llena del tesoro? En su feliz descuido adolescente ¿derramaste el óleo? ¿Qué misterio, fue el tuyo, instante puro, silencioso elegido de los días? Pues ellos van tornándose borrosos y tú te quedas como estrella fija con potencia mayor de eternidad.
5
Y cuando el tiempo torna impuro su rostro, una vida que amamos en su hora cierta de dar, por siempre más reales que su verdad presente, lo veremos cuando lo rodeaba aquella lumbre, cuando el tiempo era apenas un fragmento de un cuerpo más espléndido, invisible. Todo hombre es el guardián de algo perdido. Algo que sólo él sabe, sólo ha visto. Y ese enterrado mundo, ese misterio de nuestra juventud, lo defendemos como una fantástica esperanza.
6
Y lo real es lo que aún no ha sido! Toda apariencia es una misteriosa aparición. En la rama de otoño no acaba el fruto sino la velada promesa de ser siempre que su intacta forma ofreció un momento a nuestra dicha. Pues toda plenitud es la promesa espléndida de la muerte, y la visitación del ángel en el rostro del más joven que todos sabíamos que se iría antes pues escogía el Deseo su sonrisa nocturna.
7
A aquel vago delirio de la sala traías el portal azul del pueblo de tu niñez, en tu silencio abríase una lejana cena misteriosa. Cayó el espeso velo de los ojos y al que aguardó toda la noche abrimos. Partía el pan con un manto de nieve. Con las espaldas del pastor huiste, cuando volviste el rostro era la noche, todo había cambiado y sin embargo en la granja dormían tranquilas las ovejas.
8
¿No sentías que ardía tu corazón cuando nos hablaba de las Escrituras? (Los peregrinos de Enmaús)
Huésped me fue palabra misteriosa. Huésped es el que viene de muy lejos, de algún pueblo que nunca habremos visto. Huésped es el que viene por la noche, toca la aldaba de la puerta y todo el umbral resplandece como nieve. Huésped es quien se sienta a nuestra mesa sólo por una noche, y no se acierta sino ya a oír lo que su boca dijo. Huésped es el que alegra con su rostro, y alumbra con sus manos nuestro pan y no logramos recordar su nombre. Huésped es el que ha de partir, al alba.
9
There ir a wind where the rose was WALTER DE LA MARE
Oh vosotras, lámparas del otoño, más fragantes que todos los estíos! ¿Por qué ha de ser aquel que devenimos con el tiempo, más real, menos efímero, que aquel que fuimos a tus luces pálidas? ¿Por qué el polvo desierto, la agonía junto a las armas bellas, quedan sólo del resplandor de la victoria? Lejano es todo vencimiento. En otro espacio sucede, más allá del moribundo rostro que hunde la gloria y deja ciego junto al viento que lleva las banderas espléndidas que huyen. Fiera es toda victoria.
10
Amigo, el que yo más amaba, venid a la luz del alba.
Cómo ha cambiado el tiempo aquella fija mirada inteligente que una extraña ternura, como un sol, desdibujaba! La música de lo posible rodeaba tu rostro, como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo, en nuestra fiel ternura te cumplías como en lo ardido el fuego, y no en la lívida ceniza, acaba. Y donde ven los otros la arruga del escarnio, te tocamos el traje adolescente, casi nieve infantil a la mano, pues que sólo nuestro fue el privilegio de mirarte con el rostro de tu resurrección.
11
Since I have walk’d with you through shady lanes… KEATS
¿Quién no conoce ese sendero en sombras, ese continuo hablar, interrumpiéndose el uno al otro amigo, en el gozoso diálogo hasta la puerta de la casa, servida ya la cena? ¿Quién no escucha las nocturnas pisadas en la acera tornarse más opacas al cruzar por la yerba que nos trae al amigo, al bien llegado? ¿A quién, ya tarde, no le cuesta mucho despedirse y murmura generosos deseos, inexplicables dichas, bajo los fríos astros?
12
…qui laetificat juventutem meam…
Sólo vosotras, bestias, claros árboles, podéis seguir! Mas, eterno es el hombre. Salvaje privilegio de la muerte, heredad sólo nuestra, mientras derrama el astro su luz sobreviviente sobre ese rostro altivo de ser fugaz, junto a los ciclos fijos, y ese verdor, eterno! Se fue yendo la gloria de los rostros más amados, y tornamos, como ola ciega, al tiempo del cuerpo incorruptible que esperaste y no pudimos retener, llorando en la perdida lámpara, las voces, lo que encuentro creímos y es partida. Oh lo real, el mundo en el misterio de nuestra juventud, que nos aguarda! Nos ha sido prometida su alegría. Nos ha sido prometido su retorno. Eres lo que retorna, oh siempre lo supimos. Pero no como ahora, amigo mío.
Si mis poemas todos se perdiesen…
Si mis poemas todos se perdiesen
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
Josefina García-Marruz Badía, Fina García Marruz (La Habana,Cuba, 28 de abril de 1923-La Habana,Cuba, 27 de junio de 2022)?.Poeta, ensayista e investigadora. Considerada como una de las voces poéticas más relevantes de las letras cubanas e hispanoamericanas.
Estudió la primaria en el Colegio Sánchez y Tiant y el bachillerato en el Instituto de La Habana; se doctoró en Ciencias Sociales en la Universidad de La Habana (1961). Con apenas 14 años, Fina estuvo entre el grupo de poetas que se relacionaron con Juan Ramón Jiménez durante la visita del poeta a Cuba en 1936. Y con sólo 15 años, poco después, conoció también a la chilena Gabriela Mistral.
Publicó su primer libro de poemas a principios de los años cuarenta y perteneció, junto a su esposo Cintio Vitier, al grupo de poetas de la revista Orígenes (1944-1956), creada por José Lezama Lima. Desde 1962 trabajó como investigadora literaria en la Biblioteca Nacional José Martí; fue investigadora literaria en el Centro de Estudios Martianos, desde su creación en 1977 hasta 1987, y formó parte del equipo que realizó la edición crítica de la obra poética e inició también la de las Obras completas de José Martí.
Su obra poética ha sido traducida a varios idiomas y ha formado parte de numerosas antologías.Entre otras antologías, figura en la editada por Carmen Conde Once Grandes poetisas hispanoamericanas(Madrid, 1967), y en la de Margaret RandallBreaking the silence(Vancouver, Canadá, 1982).
Obra poética:
Poemas, Ucar García, La Habana, 1942
Transfiguración de Jesús en el Monte, Orígenes, La Habana, 1947
Las miradas perdidas 1944-1950, Ucar García, La Habana, 1951
Visitaciones, Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, La Habana, 1970
Poesías escogidas, Letras Cubanas, La Habana, 1984
Viaje a Nicaragua, con Cintio Vitier, Letras Cubanas, La Habana, 1987
Créditos de Charlot, Ediciones Vigía de la Casa del Escritor, Matanzas, 1990
Los Rembrandt de l’Hermitage, La Habana, 1992
Viejas melodías, Caracas, 1993
Nociones elementales y algunas elegías, Caracas, 1994
Habana del centro, La Habana, 1997
Antología poética, La Habana, 1997
Poesía escogida, con Cintio Vitier, Bogotá, 1999
El instante raro, Valencia, 2010
¿De qué, silencio, eres tú, silencio?,antología que contiene 12 poemas inéditos y diversos manuscritos; Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, 2011
Algunos de sus Premios :
Premio nacional de Literatura de Cuba(1990),El Premio de Poesía Pablo Neruda (2007), el XX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana ( 2011), y el Premio Federico García Lorca ( 2011).
La Orden José Martí, así como las medallas Alejo Carpentier y la Orden Félix Varela.