Ángela de Foligno

Ángela de Foligno (Foligno, Italia 1248-4 de enero de 1309, Foligno, Italia). Terciaria franciscana, mística y escritora medieval. Ángela de Foligno es considerada una de las grandes místicas y contemplativas de la Edad Media. Es venerada como santa en la Iglesia católica.  El escritor y filosofo Georges Bataille la bautizó como «Dama de la Noche».

La mujer que conocemos como Ángela de Foligno, en su tierra y en su tiempo, el valle de Espoleto en la Umbría de la segunda mitad del siglo XIII, era más conocida como Lella, abreviatura de Angelella, Angelita.

Ángela nació en el seno de una familia noble de Foligno, ciudad de la región de Umbría (Italia), cercana a Asís. Durante sus primeros años llevó la vida corriente de una mujer de su época, dedicada a su marido y a sus ocho hijos, y con escaso interés por la religiosidad cristiana. Son pocos los datos que se conservan de esta época. En 1285 Ángela sufrió una crisis interior. En ello tuvo influencia la vida del Beato Pedro Crisci, noble de Foligno que vendió sus propiedades y se dedicó a la penitencia dentro de la Tercera orden de San Francisco. La reacción de sus contemporáneos fue el insulto y la burla. Pero Ángela acabó impresionada por su comportamiento y decidió encomendarse a san Francisco de Asís para encontrar un buen confesor e iniciar una nueva vida. En sueños tuvo una visión del santo donde le comunicaba que se lo concedía. Al día siguiente del sueño se acercó a la catedral de Foligno para confesarse con el obispo. Allí se encontró con fray Arnaldo, franciscano, pariente suyo y capellán del obispo. Acabó confesándose con él e iniciando con ello una nueva etapa de su vida.

Sus hijos, su marido y su madre han muerto y ella ha decidido hacerse terciaria, esto es, hermana laica de la Orden de San Francisco. Para abrazar la pobreza absoluta predicada por Francisco, el loco de Asís, se ha deshecho de casi la totalidad de sus propiedades, quedándose solamente con una casa en la que reside junto a una compañera dedicada a la vida de penitencia, a vivir la pobreza voluntaria, a buscar a Dios. Ella pertenece a la tipología de mujeres que vivían in dominibus propiis, en sus propias casas, en ocasiones junto a una compañera que la ayudaba en sus quehaceres diarios, pero también en sus ejercicios ascéticos y en sus momentos críticos. Su vida refleja la de tantos hombres y mujeres de su tiempo que buscaban a Dios en los márgenes de la praxis religiosa oficial. Como ella misma narra, el punto de inflexión de su vida fue una peregrinación a Asís en la que tomó contacto directo con la divinidad, que nunca la abandonó desde entonces. 

Son pocos los datos que se conservan de la vida de Ángela desde 1296 hasta su muerte. En torno a su persona se constituyó un grupo espiritual que se denominó Cenáculo que estaba integrado por hombres y mujeres, religiosos y laicos, que se ponían bajo la guía de esta mujer analfabeta. El Cenáculo cuidará especialmente la vida espiritual de sus seguidores, con la propuesta de un auténtico camino espiritual ascético-místico, a la luz del magisterio de Ángela. Se interesará particularmente por la promoción humana de todo hombre y mujer, especialmente de los más débiles y enfermos.

Desde el Cenáculo, Ángela desarrolló una fuerte actividad en la que respondía a cuestiones teológicas y espirituales. Esta actividad le valió el título honorífico de Maestra de teólogos. Algunos de estos consejos y experiencias fueron recogidos en forma de escritos y cartas y se recopilaron dando lugar a las Instrucciones.

Ángela de Foligno murió el 4 de enero de 1309. Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de San Francisco del Convento franciscano de Foligno. Inmediatamente fue venerada como santa por el pueblo y la Orden franciscana. En 1547 Paulo III la inscribió en el santoral de la Tercera orden de San Francisco con el título de santa. Inocencio XII en 1693 aprobó su culto en la Orden franciscana sólo como beata, estableciendo como día de fiesta el 30 de marzo . El 30 de abril de 1707 Clemente XI aprobó su culto público de beata en toda la Iglesia católica, estableciendo el 4 de enero como día de su fiesta. El papa Francisco la proclamó santa el 9 de octubre de 2013.

Obra de Ángela de Foligno:

La obra de Angela se puede dividir en dos : El Memorial o Libro de la Vida de Ángela de Foligno y Las Instrucciones.

Las Instrucciones son un complemento del Memorial. El conjunto de escritos que las componen es muy variado y no está ordenado; hay cartas, relatos autobiográficos, exhortaciones, conversaciones, discursos. 

 «El Memorial o Libro de la Vida de Ángela de Foligno constituye una de las obras más importantes de la mística europea medieval. El Memorial fue redactado por fray Arnaldo ( quien aparece en el texto como hermano A) recogiendo las explicaciones de Ángela. Está escrito en latín, aunque también hay algunas palabras en dialecto  umbro, cuando fray Arnaldo no era capaz de traducirlas al latín. 

 A pesar de no haber sido escrito por ella sino dictado a su guía espiritual, las palabras de Ángela componen uno de los relatos más complejos y completos de una experiencia mística que nos ha dado la literatura medieval. El Libro, que se estructura en » treinta pasos»( 19 pasos y 7 pasos suplementarios), se plantea como una suerte de autobiografía dictada en la que la más absoluta cotidianeidad –Ángela lavando lechugas en su casa, Ángela cuidando a leprosos en un hospital, Ángela con su compañera en el camino– convive con la narración de una verdadera historia de sutiles transformaciones psicológicas expresadas mediante un amplio vocabulario cognitivo: entendereconsiderare contemplare son los verbos que estructuran la trama de nuestra obra y que nos dan la posibilidad de sondear una mente de acuerdo con los parámetros del siglo XIII.

La herencia de Ángela es riquísima: cubre un arco temporal que se inicia pocos años después de acabada la transcripción –cuando aún estaba viva– y llega prácticamente hasta nuestro siglo. Sus principales receptores fueron desde un inicio las propias órdenes monacales, que vieron en el Libro un manual útil para la formación espiritual. Gran parte de los manuscritos estaban en manos de diversas formaciones religiosas: cistercienses, benedictinos, carmelitas… y, por supuesto, clarisas y franciscanos. Por otro lado, en ningún caso fueron solo clérigos los que leyeron a Ángela, sino que tuvo un importante papel en la educación devota de la alta nobleza europea: ya en el siglo xv se detectan varias copias del Libro en bibliotecas privadas de las infantas de Castilla, Aragón, Navarra y Portugal. A través de los inventarios sabemos, por ejemplo, que María de Castilla (1401-1458), la esposa de Alfonso el Magnánimo (1396-1458), guardaba una copia manuscrita del Llibre d’Àngela de Foligno traducido al catalán. A su vez, Isabel la Católica (1451-1504) poseía ni más ni menos que tres copias de un Llibre de les revelacions:«uno manuscrito, un volumen de la edición princeps en versión latina [(Toledo,)1505] y la versión en castellano [(Toledo,) 1510]». Estas dos primeras impresiones son verdaderamente capitales en la difusión de los escritos de Ángela pues fijan una primera versión de sus obras en las que se basarán multitud de nuevas ediciones y traducciones publicadas en Venecia, París o Colonia. Con la reproducción en serie, la propagación de los textos de Ángela se torna imparable, pues se difunden cientos de copias tanto en latín como en las lenguas vulgares a las que los lectores podían acceder mucho más fácilmente que a los manuscritos. No en vano estas dos primeras ediciones en Toledo a las que nos referimos fueron comisionadas por el cardenal Cisneros con la pretensión de que viajaran al Nuevo Mundo como lectura de evangelización, formación espiritual y devoción de las nuevas comunidades. Casi con seguridad fue a través de uno de estos canales, que la historia de Ángela habrá llegado a los místicos carmelitas de los Siglos de Oro Juan de la Cruz y, sobre todo,Teresa de Jesús.

De los siglos XVIII al XIX parece escasear la influencia de Ángela en otros autores, al menos de manera explícita. En el siglo XIX, sin embargo, una inflamada traducción al francés –aquella firmada por Ernest Hello– reactiva el interés por la folignate de manera inusitada. Como el mismo Hello afirma, nunca tuvo la pretensión de traducir literalmente:

hay dos tipos de exactitud: la exactitud según la letra, que vierte las palabras una detrás de otra, y la exactitud según el espíritu, que infunde la sangre del autor de una lengua a otra. Sin desatender la primera de las dos exactitudes, he intentado sobre todo apegarme a la segunda. He intentado hacer vivir en francés el libro que vivía en latín. He intentado hacer gritar en francés al alma que gritaba en latín. He intentado traducir las lágrimas.

Como decimos, esta versión y sus continuas reimpresiones llegaron a manos de personajes tan dispares como Georges Bataille, Joris-Karl Huysmans o Léon Bloy. Sin duda, de estos tres autores en el que abrió una herida más profunda fue en G. Bataille, que descubrió a Ángela el 5 de septiembre de 1939 en un tren que huía de París: «He comenzado a leer, de pie en un tren repleto, el Libro de las visiones de Ángela de Foligno. Me limito a copiar, pues no sabría decir hasta qué punto me ha hecho arder». 

El descubrimiento de Ángela es el motor que le hace comenzar la posteriormente denominada Suma ateológica formada por La experiencia interior (1943), El culpable (1944), Sobre Nietzsche (1945) y una constelación de libros que giran a su alrededor. Aunque será el segundo volumen el que afecte más la influencia umbra, la presencia de Ángela siembra la trilogía entera.

En nuestra opinión, en la Suma, Ángela es fuente de tres elementos esenciales: en primer lugar, le proporciona un texto sagrado que glosar; en segundo, le aporta un lenguaje –un imaginario– con el que vehicular su propia búsqueda; en tercer lugar, le aporta los elementos necesarios para conformar un método de meditación.

Respecto a este último aspecto, diremos que Bataille extrae del Libro –al parecer combinado eclécticamente con ciertas prácticas orientales– un método contemplativo plenamente bajomedieval basado en la búsqueda de la compassio. Evidentemente tal búsqueda se presenta como ateológica: al modelo de Cristo como hombre-dios cuyo sufrimiento se debe alcanzar y compartir, lo sustituye una fotografía de la que habla en varios pasajes en la que se representan las torturas que un verdugo inflige a un joven chino. Por otro lado, el Libro de Ángela como texto revelado le proporciona en El culpable un material que glosar, una especie de pretexto cristiano citado literalmente que le permite desarrollar su nueva ateología mística a través de la reflexión. Por último, aunque no la cite explícitamente, en cada uno de los libros de la trilogía el lenguaje de Bataille se ve informado por el de la folignate, que en el fondo es el de la mística de los últimos siglos de la Edad Media. Las imágenes que ella utiliza –el abismo, la tiniebla, el abrazo, el grito…– sirven al francés para internarse en su propia herida interior: «Amar hasta gritar, abismado en la profundidad quebrada, fulgurante: ya no importa saber lo que hay en el fondo del abismo. Escribo abrasado todavía, no iré más lejos»

Afortunadamente el siglo XX fue desenterrando poco a poco los textos de lo que hoy sabemos que es una tradición con rasgos parejos: la denominada «tradición silenciada», que a su vez está directamente relacionada con el acceso de las mujeres al mundo letrado y con él a la posibilidad de comunicar sus experiencias. Paradójicamente, el relativo mutismo bajo el que la historia ha tapado estas obras contrasta con la vida de estas mujeres, que Michel Cazenave ha llamado «místicas salvajes», dado el carácter brutal que desde una óptica contemporánea tenían muchas de sus vivencias.

Detail and fragment of the Manuscript of Angela of Foligno, Codex Trivulziano MS. 150, c, fol. 1f, Milano, Trivulziana Library [Italy] . 

Enlaces de interés :

https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/LibrodelaExperiencia.pdf ( Edición y traducción del latín de Pablo García Acosta). Pablo consulto los manuscritos originales y no rectificó los italianismos del texto como hicieron otros traductores anteriores, dato fundamental para «escuchar» la auténtica voz de Ángela.

Teresa de Cartagena

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras y/o escritoras es tan importante que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de Teresa de Cartagena. La primera escritora mística de España y la primera escritora en prosa castellana.

Una de nuestras Imprescindibles.


Teresa de Cartagena y Saravia ( ¿Burgos?, c. 1425 – ú. t. s. xv.) Monja franciscana (OFM) y después cister­ciense (OCist.), escritora. Es considerada la primera escritora mística de España y la primera escritora en prosa castellana. Se la ha llegado a definir como “la prosista preeminente en las letras castellanas”.

Teresa de Cartagena perteneció a la influyente familia judeo-conversa de los García de Santa María, también conocidos con el antropónimo «de Cartagena». Su abuelo, Selomo-Ha-Leví, fue el fundador de este ilustre linaje de conversos cuando el 21 de julio de 1390 adoptó, en homenaje a San Pablo, el nombre de Pablo de Santa María. Se dedicó a la carrera eclesiástica y -en 1402- fue nombrado obispo de Cartagena; a partir de entonces la familia fue conocida por este apellido. Se ha encontrado un documento, datado del año 1604, que otorga el beneficio de limpieza de sangre a Pablo García de Santa María y a sus descendientes, tras una milagrosa conversión al habérsele aparecido la Virgen. En 1412 se convirtió en el obispo de Burgos y destacó, al mismo tiempo, por su papel en las cortes del rey Enrique III y Juan II. Parece ser que Pablo convenció a su hermano para que se convirtiera también al cristianismo y, éste adoptó el nombre de Alvar García de Santa María. Alvar es sobre todo conocido por la crónica que empezó a escribir, Crónica de Juan II. De su primer matrimonio, Pablo tuvo una hija y cuatro hijos. De ellos, el más destacado es el reconocido humanista Alonso de Cartagena que, igual que su padre, fue una figura política, religiosa y cultural importante. Su hermano, Pedro de Cartagena, el padre de Teresa, sobresalió sobre todo en el campo militar. Gracias al testamento encontrado de Alonso datado del 6 de julio de 1453, podemos ver que le dejaba una cantidad de dinero a la hija de su hermano, Teresa.

Teresa de Cartagena era hija de Pedro de Cartagena, regidor de Burgos en 1423 y regidor principal en 1441,y de su segunda esposa María de Saravia. Se desconoce el año exacto del nacimiento de Teresa pero se data entre 1420-1435 o 1420-1425. Tampoco sabemos el año de su muerte pero hay registro de que Teresa de Cartagena vivía todavía en 1478, pues consta entre los herederos de su padre en la sentencia que repartía los bienes familiares que dictó su sobrino Fray Iñigo de Mendoza.

Teresa vivió en Burgos, en el barrio de Entrabaspuentes, entre el Arlanzón y el Vena, en el palacio y torre del Canto, situado en la calle Cantarranas la Menor. Su padre, Pedro García de Cartagena, describió esta residencia en enero de 1446 como las «mis casas de canto que yo he e tengo en esta muy noble çibdat de Burgos que son en el varrio de entre amas puentes, que han por linderos de la una parte la calle de Cantarranas la Menor e de la otra parte el río e delante la calle corriente».

 Aunque no se ha encontrado ningún documento, es muy probable que Teresa -tal y como ella afirma en el prólogo de su primera obra- estudiase en la Universidad de Salamanca, como el resto de la familia. Algunos autores sostienen que pudo estudiar con tutores de la universidad (posiblemente se tratara de una educación asistida con profesores de la Universidad de Salamanca, pues no se ha encontrado en dicha institución ninguna huella de que Teresa haya pasado por sus aulas). Lo que resulta evidente es que Teresa recibió una esmerada educación; en su obra puede vislumbrarse el conocimiento de los autores clásicos e incluso una instrucción en las letras latinas.

Desde temprana edad se fue quedando sorda progresivamente. Entre 1440-1445 ingresó en el convento de Santa Clara de Burgos. En 1449 y mediante la intervención de su tío Alonso, solicito ser trasladada a un monasterio Cisterciense.

Se conservan dos documentos provenientes del Archivo Vaticano, y publicados en el Bulario de la Universidad de Salamanca, que constituyen sendas dispensas concedidas por el papa Nicolás V a petición de don Alonso de Cartagena, tío de Teresa. La primera está fechada el 3 de abril de 1449, y en ella solicita que sor Teresa pueda pasar de la orden de Santa Clara a la del Císter —en Burgos, no podría ser otro que el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas—; y en la segunda, fechada el 2 de mayo de ese mismo año, don Alonso pide para su sobrina que, al cumplir esta los veinticinco de su edad, le sea concedido cualquier tipo de beneficio que ordinariamente obtienen las monjas cistercienses, incluso la de ser elegida para cualquier dignidad abacial. El motivo aducido en la petición de cambio de orden monástica para abandonar a las clarisas no se explicita, pero se dice que la monja burgalesa «ya no puede permanecer con comodidad y ánimo tranquilo en un monasterio y orden de este tipo, por ciertas causas razonables». Todo parece indicar que lo que subyace aquí es el problema de su condición de conversa, que no la hacía grata entre las monjas de la orden franciscana con ocasión de la revuelta toledada contra los conversos en 1449. No obstante, Teresa de Cartagena sigue documentada en Santa Clara de Burgos hasta noviembre de 1452, año en que se pierde su rastro en esta comunidad. No se sabe a qué comunidad femenina se trasladó Teresa, si es que se trasladó a alguna, ya que no se puede excluir que la carrera eclesiástica que promovió para ella su tío Alonso de Cartagena fuera truncada por la enfermedad, por su propio deseo o por otra causa. Dayle Seidenspinner-Núñez y Yonsoo Kim han sugerido que fue cisterciense en Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos, monasterio con el que tuvieron relación los obispos Santa María-Cartagena, aunque no aportan datos documentales.

Como dato curioso podemos decir que nunca habla de sus “hermanas” en sus obras; es probable que esto se deba al aislamiento al que la había llevado su sordera.

Teresa de Cartagena escribe en un momento en que florece la escritura femenina, ya sea en forma de cartas, sermones, hagiografías y autobiografías espirituales entre muchos otros géneros. El entorno en el que vive, el monasterio, ofrece una convivencia con otras monjas letradas, siendo la vida conventual la que ofrece más acceso a la obra escrita que cualquier otro lugar para la mujer.

De Teresa de Cartagena se conservan dos tratados de reflexión religiosa escritos en la segunda mitad del siglo xv. El primero, Arboleda de los enfermos, y el segundo, Admiraçión operum Dey(Admiración de las obras de Dios), ambos copiados por Pedro Lópes de Trigo en el año 1481. Actualmente, los dos textos se encuentran dentro de un códice, junto a dos obras más de diferente autor, conservado en la Biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Página inicial del manuscrito de Admiraçión Operum Dey, 
Biblioteca de San Lorenzo del Escorial.

La Arboleda de los enfermos, la primera obra conocida de Teresa de Cartagena, es un tratado que forma parte del género de las consolaciones y responde a la voluntad de darle al sufrimiento y padecimientos físicos un valor espiritual y/o místico. Si bien el año de escritura aún es objeto de debate, habría sido redactado durante la segunda mitad del siglo xv, seguramente en el año 1481, fecha que se recoge en el colofón.

 En el párrafo introductorio o prólogo proporciona algunas referencias importantes acerca de su vida y su obra y cumple con una doble función, por un lado, preparar al lector en la lectura y, por el otro, ser una prueba en la defensa de la autoría femenina:

«Este tratado se llama Arboleda de los enfermos, el qual conpuso Teresa de Cartajena seyendo apasionada de graues dolencias, especialmente auiendo el sentido del oyr perdido del todo. E fizo aquesta obra a loor de Dios e espiritual consolaçión suya e de todos aquellos que enfermedades pedesçen, porque, despedidos de la salud corporal, leuanten su deseo en Dios que es verdadera Salut.

Teresa de Cartagena definió esta obra como un tratado de consuelo espiritual cuyo objetivo era ayudar y acompañar, mediante la escritura, a aquellas personas enfermas que, como ella, ya no podían ser tratadas por la ciencia. En este sentido, la autora ofrece una propuesta de saneamiento espiritual que encuentra en la imagen de la arboleda, como espacio curativo, su manifestación: “Poblaré mi soledat de arboleda graçiosa, so la sombra de la qual pueda descansar mi persona y reçiba mi espíritu ayre de salud”

La Arboleda de los enfermos es una confesión de una trayectoria espiritual que ha salvado a su autora del hundimiento anímico que le causa su enfermedad, con la finalidad de enseñar a otros enfermos su hallazgo de que, paradójicamente, la falta de salud corporal constituye la vía más certera de salud espiritual. La escritura de este tratado se convierte en una verdadera terapia, un remedio que combate la peligrosa coincidencia de «soledat e vçiosidat» (p. 38) para quien se ve forzada a sufrir un obligado aislamiento como mujer sorda y conversa; pero, asi mismo, nuestra monja burgalesa se ve moralmente impelida a comunicar a otros su experiencia espiritualmente «saludable» (con el adjetivo que tanto gusta ella de emplear), lo cual se explicita ya en el breve prefacio del tratado: «E fizo aquesta obra a loor de Dios e espiritual consolaçión suya e de todos aquellos que enfermedades padesçen, porque, despedidos de la salud corporal, leuante[n] su deseo en Dios que es verdadera Salut» (p. 37)64. 

La recepción de este tratado causó asombro y confusión entre sus contemporáneos, que pusieron en cuestión su autoría, por haber sido escrita por una mujer, y hasta la acusaron de plagio. Lanzadas las provocaciones, la monja castellana parecía no querer responderlas pero la insistencia de la «virtuosa señora» le da el impulso necesario. Por esto, Teresa de Cartagena, a modo de defensa, decidió escribir un segundo tratado apologético que tituló Admiraçión operum Dey como respuesta firme a las acusaciones recibidas. Dirigida y realizada a petición de Juana de Mendoza,» la virtuosa señora», mujer del poeta Gómez Manrique, como puede verse en la introducción del texto:

Acuérdome, virtuosa señora, que me ofrecí a escribir a vuestra discreción. Si he tanto tardado de lo encomendar a la obra, no vos debéis maravillar, ca mucho es encogida la voluntad cuando la disposición de la persona no concierta con ella, antes aún la impide y contrasta […]

Acuérdome, virtuosa señora, que me ofrecí a escribir a vuestra discreción. Si he tanto tardado de lo encomendar a la obra, no vos debéis maravillar, ca mucho es encogida la voluntad cuando la disposición de la persona no concierta con ella, antes aún la impide y contrasta.

La autora se defiende de la acusación de plagio por Arboleda de los enfermos y de la acusación derivada de su condición de autora, sugiriendo que todos aquellos críticos que rechazan su tratado niegan a la vez el poder de Dios:

Muchas vezes me es hecho entender, virtuosa señora, que algunos de los prudentes varones e asý mesmo henbras discretas se maravillan o han maravilado de vn tratado que, la graçia divina administrando mi flaco mugeril entendimiento, mi mano escriuió [..] ca manifiesto no se faze esta admiraçión por meritoria de la escritura, mas por defecto de la abtora o conponedora della […] E porque me dizen, virtuosa señora, que el ya dicho bolumen de papeles bo[r]ados aya venido a la notiçia del señor Gómez Manrique e vuestra, no sé sy la dubda, a bueltas del tractado se presentó a vuestra discreçión […] […

«Muchas veces me es hecho entender, virtuosa señora, que algunos de los prudentes varones y asimismo hembras discretas se maravillan o han maravillado de un tratado que, la gracia divina administrando mi flaco mujeril entendimiento, mi mano escribió. Y como sea una obra pequeña, de poca sustancia, estoy maravillada. Y no se crea que los prudentes varones se inclinasen a quererse maravillar de tan poca cosa, pero si su maravillar es cierto, bien parece que sea denuesto no es dudoso, ca manifiesto no se hace esta admiración por meritoria de la escritura, mas por defecto de la autora o componedora de ella. Como vemos por experiencia cuando alguna persona de simple y rudo entendimiento dice alguna palabra que nos parezca algún tanto sentida: maravillámonos de ellos, no porque su dicho sea digno de admiración, mas porque el mismo ser de aquella persona es así reprobado y bajo y tenido en tal estima que no esperamos de ella cosa que buena sea. Y por esto, cuando acaece por la misericordia de Dios que tales personas simples y rudas dizen o hazen algunas cosas, aunque no sea del todo buena y sino comunal, maravillámonos mucho por el respecto ya dicho. Y por el mismo respecto creo ciertamente que se hayan maravillado los prudentes varones del tratado que yo hice, y no porque en él se contenga cosa muy buena ni digna de admiración, mas porque mi propio ser y justo merecimiento, con la adversa fortuna y acrecentadas pasiones, dan voces contra mí y llaman a todos que se maravillen diciendo: “¿Cómo en persona que tantos males asientan puede haber algún bien?”. Y de aquí se ha seguido que la obra mujeril y de poca sustancia, que digna es de reprensión entre los hombres comunes, con mucha razón sería fecha digna de admiración en el acatamiento de los singulares y grandes hombres, ca no sin causa se maravilla el prudente cuando ve que el necio sabe hablar. Y diga quien quisiere que esta ya dicha admiración es loor, que a mí denuesto me parece y por la mi voluntad antes se me ofrezcan injuriosos denuestos, me parece, que no vanos loores, ca ni me puede dañar la injuria ni aprovechar el vano loor. Así que yo no quiero usurpar la gloria ajena ni deseo huir del propio denuesto. Pero hay otra cosa que no debo consentir, pues la verdad no la consiente, ca parece ser no solamente se maravillan los prudentes del tratado ya dicho, mas aún algunos no pueden creer que yo hiciese tanto bien ser verdad: que en mí menos es de lo que se presume, pero en la misericordia de Dios mayores bienes se hallan. Y porque me dicen, virtuosa señora, que el ya dicho volumen de papeles borrados haya venido a la noticia del señor Gómez Manrique y vuestra, no sé si la duda, a vueltas del tratado se presentó a vuestra discreción. E comoquier que la buena obra que ante el sujeto de la soberana verdad es verdadera y cierta, non empece mucho si en el acatamiento y juicio de los hombres humanos es habida por dudosa, como esta, puede estragar y estraga la sustancia de la escritura, y aún parece evacuar muy mucho el beneficio y gracia que Dios me hizo. Por ende a honor y gloria de este soberano y liberal Señor, de cuya misericordia es llena la tierra, y yo, que soy un pequeño pedazo de tierra, atrévome presentar a vuestra gran discreción esto que a la mía pequeña y flaca por ahora se ofrece».


En el siguiente párrafo vemos como Teresa de Cartagena recurre al uso de escenas bíblicas como el Génesis para defender que Dios creó al hombre y a la mujer con diferencias complementarias y necesarias, ya que cada sexo tiene una función relevante que desempeñar y deja claro que las diferencias entre hombres y mujeres responden única y esencialmente a cuestiones sociales porque ante Dios Creador tienen los mismos méritos y estima:

De ser la henbra ayudadora del varón , leémoslo en el Génesy, que después de Dios ono formado el onbre del limo de la tierra e ovo yspirado en él espíritu de vida, dixo: «no es bueno que sea el onbre solo; hagámosle adjutorio semejante a él». E bien se pordía aquí argüir qual es de mayor vigor, el ayudado o el ayudador: ya vedes lo que a esto responde la razón. Más porque estos argumentos e quistiones hazen a la arrogançia mundana e vana e non aprovechan cosa a la devoçión e huyen mucho del propósito e final entençión mía, la qual no es, ni plega a Dios que sea, de ofender al estado superior e onorable de los prudentes varones, ni tanpoco fauoreçer al fimíneo, mas solamente loar la onipotençia e sabiduría e magnifiçençia de Dios, que asy en las henbras como en los varones puede yspirar e fazer obras de grande admiraçión e magnifiçençcia a loor y gloria del santo Nonbre»

Este texto se convirtió en el primer escrito de una mujer en la Península Ibérica en favor de los derechos de las mujeres, defendiendo que las mujeres podían llegar a tener las mismas capacidades intelectuales que los hombres, que no era inconcebible que Dios hubiera dado a las mujeres el mismo entendimiento que a los hombres. Teresa de Cartagena abordó la necesidad de visibilizar la dignidad de las mujeres, muchos años antes de los escritos de grandes religiosas como Santa Teresa de Jesús o Sor Juana Inés de la Cruz ante las esferas religiosas de su tiempo. La autora consigue hacer una manifestación de su subjetividad y construir un espacio retórico femenino dentro del sistema patriarcal de la época.

Una de las particularidades de sus escritos es la demostración constante de sus conocimientos sobre los fundamentos teológicos de la cristiandad, empleándolos para informar al lector que su obra no resulta solamente de su experiencia personal con el dolor, sino la práctica que sigue ante el mismo a través de los principios espirituales de la Iglesia. En sus tratados hay constantes referencias a autores cristianos y citas de los Padres de la Iglesia. A pesar de que es difícil comprobar que leyera sus obras de primera mano, muestra predilección por autores como San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín, San Bernardo, San Gregorio Magno y Boecio. Otra de las influencias que se pueden observar en su primer tratado es un sutil reflejo de la literatura judía de la península de la que sería representante el filósofo Salomó ben Jehuda, cuyo principal interés fueron los sentidos del ser humano.

Pero Teresa no se limita a interpretar las sentencias bíblicas, tomadas de la Vulgata, o traer a colación los comentarios y explanaciones de S. Jerónimo, S. Ambrosio, S. Gregorio Magno, S. Agustín o S. Bernardo—eso ya lo han hecho otras autoridades intelectuales masculinas—, sino que explica cómo se ha sentido personalmente interpelada y sanada por ese mensaje, y cómo ese mismo camino puede remediar a otros enfermos de cuerpo y de alma. Por ello, las fuentes eclesiásticas se perciben como textos cercanísimos, de modo que el salterio, que contiene los Salmos de David, es «deuotísymo cançionero» (p. 38), quedando asimilado a la célebre poesía de cancionero del siglo xv. Y su identificación con Job, cuyas palabras también se citan textualmente, actualiza la figura del prototípico ejemplo de la perfecta paciencia.

E porque mi pasyón es de tal calidat e tan porfiosa que tan poco me dexa oyr los buenos consejos como los malos, conviene sean tales los consejos consoladores que syn dar bozes a mi sorda oreja, me puedan poner en la claustra de sus graçiosos e santos consejos; para lo qual es neçesario de recorrer a los libros, los quales de arbo-ledas saludables tienen en sý marauillosos enxertos (p. 38).

A lo largo de Admiraçion operum dey, Teresa de Cartagena entra en terrenos no transitados por las mujeres antes en Castilla, y efectuando operaciones exegéticas, autoriales y de sermones, se siente dueña de sus atribuciones y del espacio textual de la posibilidad de elaborar una línea de explicación, de interpretación, de enseñar, explicar y transmitir varios conocimientos de índole teológico y doctrinal. Por ello, parece que el problema del escándalo que suscitó el texto no radica en que sea una mujer la que escriba, sino que ciertos individuos no estaban a favor que las mujeres pudiesen ejercer autoridad en un ámbito de escritos que tradicionalmente dentro del mundo de la iglesia estaba a cargo de varones. Muchos de ellos no estaban dispuestos a aceptar que una pobre monja sorda pudiese escribir con conocimiento, con autoridad y con persuasión sobre materias de naturaleza religiosa y teológica. 

A pesar de que se la considera la primera escritora en prosa castellana, es muy probable que no haya sido la única; no obstante, solamente se ha conservado su obra. Sus tratados no tienen ninguna novedad de contenido sino de autoría, ya que se trata de uno de los primeros textos existentes donde consta la firma de una mujer.

Olvidada durante siglos, la figura de Teresa de Cartagena emerge en los últimos años como una escritora de gran interés en la cultura castellana del siglo XV.

En definitiva, por su condición de mujer y conversa, la escritura de Teresa de Cartagena puede interpretarse, según afirma M.ª Milagros Rivera Garretas, como una reacción contra el rechazo de la alteridad que se dio en la Península Ibérica en los siglos XV y XVI, donde lo otro está representado por la población judía, mudéjar y conversa, pero también por lo femenino libre. Si a ello añadimos la importante discapacidad que nuestra autora sufría, hallamos una triple causa de inferioridad social que ella combate a través de su pluma.



Se han publicado diversas ediciones de la obra de Teresa de Cartagena: La hecha por Lewis Joseph Hutton (Arboleda de los enfermos y Admiración operum Dey. Madrid: Aguirre, 1967); la traducción al inglés de Dayle Seidenspinner-Núñez (The Writings of Teresa de Cartagena, Cambridge: D.S. Brewer, 1998); la edición de Clara Esther Castro Ponce (Teresa de Cartagena. Arboleda de Los Enfermos. Admiraçión Operum Dey. Edición Crítica Singular. Diss. Brown U, 2001);  El saber femenino y el sufrimiento corporal en la temprana Edad Moderna: «Arboleda de los enfermos» y «Admiraçión operum Dey» de Teresa de Cartagena , Córdoba, Universidad de Córdoba, 2008, de Y. Kim; Teresa de Cartagena: la mujer escritora ante los «prudentes varones» del siglo xv de Maria del Mar Cortes Timoner Dans Cahiers d’études hispaniques médiévales 2016/1 (n° 39), pages 147 à 164(2016), Teresa de Cartagena, primera escritora mística en lengua castellana de Maria del Mar Cortes Timoner Editorial ‏ : ‎ Servicio de Publicaciones y Divulgación Científica de la Universidad de Málaga; N.º 1 edición (1 enero 2004); Teresa de Cartagena, los tratados de una escritora burgalesa del silo XV de Myriam Gallego Fernandez de Aranguiz, Ed. Monte Carmelo(2021).



Enlaces de interés :

https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.1182/ev.1182.pdf

https://www.bieses.net/wp-content/uploads/2015/06/cartagena_admiracion.pdf


https://www.rtve.es/play/audios/gente-despierta/teresa-cartagena-angeles-caso-mujeres/5150254

Estefanía de la Encarnación

Estefanía Gaurre de la Canal, conocida como Sor Estefania de la Encarnación (Madrid, 1597-1665). Religiosa, mística, poeta y pintora. 

Estefanía nació en Madrid probablemente en 1597 de un padre “de lo noble de Borgoña” (fol. 6roa) que servía en la prestigiosa Guardia de los Archeros de Corps. Su madre venía de una familia más modesta (“aunque […] era bien nacida, era pobre y no cosa que igualase a mi padre” [fol. 6vob]), pero era lo suficientemente culta como para enseñar a Estefanía a leer “ella misma” (fol. 10roa).

La joven Estefanía pasó varios años viviendo con una tía materna y su marido, el pintor Alonso Páez (m. 1612), quien gozaba de cierta fama como copista y retratista y en cuyo taller Estefanía empezó a trabajar como pintora. Más allá de este ambiente artesano que la rodeaba, Estefanía practicaba en compañía de su madre la costumbre de visitar casas de mujeres de la alta nobleza, incluidas benefactoras de conventos y damas de la reina como Beatriz de Villena, a quien Estefanía dio lecciones de pintura y que luego profesó como clarisa en el Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor (también conocido como Santa Clara) en Lerma, donde la propia Estefanía profesaría unos años después. Dadas sus conexiones con la corte, no es sorprendente que el talento artístico de la joven Estefanía llegara a oídos del duque de Lerma, el favorito del rey Felipe III. El duque patrocinaba el Monasterio de la Ascensión en Lerma (institución fundada por su nuera, la duquesa de Uceda), y fue él quien la incitó a tomar votos allí, excusándosele la dote a cambio de su labor como pintora.

Estefanía ingresó en el Monasterio de la Ascensión en 1615 cuando contaba con unos dieciocho años de edad, y permanecería allí hasta su muerte en 1665.

La principal fuente para la biografía de Estefanía es su propia Vida. Igual que otras autoras de autobiografías espirituales, Estefanía la redactó a petición de su confesor, el franciscano Alonso de Villamediana, a quien, según su prólogo, le parecía conveniente que la monja “escribiese de su mano” una relación de su camino espiritual tanto “para memoria de lo pasado, como para lo porvenir”  –seguramente con miras a un posible proceso de beatificación. Villamediana afirmaba que él mismo agregó al manuscrito los títulos de los capítulos (veintiséis en total), en los cuales se refiere a Estefanía como “sierva de Dios”, un término utilizado para las personas de piedad ejemplar, incluyendo a los candidatos y las candidatas para la beatificación. Como es habitual en las autobiografías espirituales, la Vida de Estefanía relata sus experiencias en “el siglo” y traza su desarrollo religioso desde la infancia hasta la madurez, hasta los treinta y cuatro años que tenía cuando escribió la obra. En su autobiografía enfatiza los altibajos de la vida conventual: sus dificultades para encontrar un confesor capaz de entender su práctica de oración mental, sus labores en el convento, sus muchas enfermedades y visiones y, por último, el logro del más alto nivel de la unión divina, lo que Estefanía, siguiendo a santa Teresa, llama el “matrimonio” espiritual (fol. 193vob).

Estefanía se vale a menudo de metáforas basadas en la vida cotidiana –metáforas accesibles para las monjas que, junto con su confesor, seguramente habrían sido las primeras destinatarias de su VidaEn un ejemplo particularmente elocuente, Estefanía se apoya en el campo semántico del tejido para expresar su comprensión, gracias a una “inteligencia” mística, de la imperfección de su naturaleza frente a la gracia divina:

En la que voy dando y pasando con ella adelante no podré significar si no es con un ejemplo, el modo que yo vi y alcancé mi conciencia, y sea [el] ver una tela de trama albísima y blanca, y urdiembre parda y obscura; así se descubría en mi vida urdiembre de un natural imperfecto, en trama de tantas mercedes de Dios (fol. 151vob)

No es la primera vez que Estefanía utiliza metáforas textiles; antes ha descrito cómo “hacía Dios la tela de lo que importaba a mi alma, con trama de trabajos y urdiembre de tantos favores, o al revés urdiembre de trabajos y trama de tantos gustos y regalos” (fol. 93vob).

El manuscrito original de Vida está hoy perdido, pero se conocen dos copias anónimas del siglo XVII, una conservada en la Biblioteca Nacional de España y otra en la de la Universidad de Salamanca. 

Además de  Vida, Estefanía escribió una obra de espiritualidad, El tabernáculo místico (también conocida como La fábrica del tabernáculo) del cual existen múltiples ejemplares manuscritos tempranos. Uno de ellos incluye un retrato póstumo de Estefanía que junto con la elegancia de la letra sugiere que el manuscrito se habría producido con miras a una posible publicación.

Escribió también un ambicioso tratado teológico, Las siete hojas, del cual no nos ha llegado ningún ejemplar completo, así como una pequeña obra inconclusa y hoy perdida, Prados de Jerusalén.

Sus talentos literarios fueron reconocidos en sus primeros años en el convento. Cuenta que “los [días] de fiesta me ocupaba en jeroglíficos y poesías” (fol. 54vob), géneros imprescindibles en las celebraciones religiosas en la época –y, en el caso de los jeroglíficos, obras que habrían incluido imágenes tanto pictóricas como verbales. Más adelante, Estefanía recuerda que, para la beatificación de Pascual Baylón (1618), “me mandó la obediencia le hiciese algunos servicios en su alabanza, ya en pintura, ya en poesía, para celebrar la fiesta que digo” (fol. 102roa). Esa fue “la primera vez que salieron fuera de casa poesías de mi mano”, lo que da a entender que no fue la última (fol. 102roa). Lamentablemente, sus versos no han llegado hasta nuestros días. Sin embargo, la Vida ofrece atisbos de su talante poético.

En cuanto a su producción artística, Estefanía manifiesta una compleja relación con su capacidad y su práctica como pintora. Por un lado, su talento artístico se presenta como un don de la gracia divina directa y necesariamente vinculado con su camino espiritual; por otro, a veces entra en marcado conflicto con ese camino. El descubrimiento mismo de su talento ocurre como una revelación sobrenatural. Así nos lo cuenta Estefanía, un día ya viviendo en casa de sus tíos:

«estaba un primo mío dibujando, y había algunos tiempos que lo hacía. Y no podía salir con hacer nada de provecho. Porque esto de la pintura ha menester inclinación, y él no la tenía. En fin, llegueme a ver lo que hacía. Y riéndome, dije, “mejor lo haré yo”. Y, tomando el lápiz, hice un dibujo de Nuestra Señora, tal que todos los que entendían de ello se hacían cruces y no acababan de espantarse, teniendo a milagro cosa semejante» (fol. 23vob).

El relato de cómo descubrió su don artístico sin ningún esfuerzo o práctica previa se alinea con los tópicos asociados con el ingenio artístico de la época seguramente conocidas por Estefanía dado su trato con artistas y aficionados madrileños. Pero independientemente de esta Presentación «mística» de su talento, sabemos que Estefanía se define como una mujer y una pintora culta: afirma ser “amiguísima de saber” (fol. 24roa) y asegura que esa inclinación la empujó a seguir dibujando tras el descubrimiento de su don. Más adelante también alude al esfuerzo intelectual y no meramente mecánico que requería “el ejercicio de pintar” en el convento cuando explica que “tanto trabajo a la cabeza”, junto con la intensidad de su devoción religiosa, la hizo caer enferma «(fol. 69roa). 

Curiosamente Estefanía insiste en que no recibió más que una sola lección de dibujo de su tío pintor –“no me dio otra ni yo quise aprenderlo” (fol. 24roa)– aunque en el mismo capítulo indica que pasó “dos años” en su taller, donde habría continuado su aprendizaje (fol. 27roa). 

De acuerdo con su vocación como monja contemplativa, lo fundamental para ella es el origen divino de su producción artística –o, mejor dicho, lo fundamental es su devoción y sus inquietudes espirituales, no la pintura. De hecho, la actividad de Estefanía como pintora llegó a entrar en conflicto con su vida religiosa. Antes de su profesión, sus padres se habían vuelto tan dependientes del dinero que sus encargos aportaban a la economía familiar que se opusieron rotundamente a que tomara los votos. Solo el poder del duque de Lerma, que, junto con su hijo el duque de Uceda “mandaba entonces el mundo”, venció la resistencia paterna (fol. 45vob). Y si bien era por sus capacidades artísticas que Lerma le abrió el camino hacia al convento, una vez llegada allí la pintura se le presentaba cada vez más como un obstáculo en su vocación sagrada, llevándola a lamentar que “no había venido a la religión para pintar, sino amar a quien me determiné buscar” (fol. 55roa).

Estefania tuvo de referentes a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz. Como en el caso de los santos carmelitas, la experiencia espiritual de Estefanía es netamente visual, constituida por múltiples visiones místicas, muchas de ellas inspiradas en o comparables a pinturas y verbalmente comunicadas en un lenguaje necesaria y conscientemente figurativo –en el sentido etimológico más plástico de la palabra. Como señalaba Orozco Díaz, las imágenes sagradas formaban una parte destacable en la vida espiritual de Santa Teresa, quien incluso encargó algunas obras basadas en sus visiones; por su parte, San Juan experimentó con las imágenes talladas y con el dibujo, lo que le movería a pergeñar su famoso Cristo crucificado. Este afán plástico se vuelve más patente en el caso de Estefanía al tratarse de alguien que trabajó como pintora en su juventud y en el convento. De esta manera, su destino como esposa divina está inseparablemente ligado a su ejercicio artístico.

 Anónimo, frontispicio de Estefanía de la Encarnación, El tabernáculo místico, 1627–1628, Madrid, Biblioteca Nacional de España, MSS 6280. Obra en dominio público.Crédito fotográfico: Biblioteca Digital Hispánica.

Enlaces de interés :

Fuente de la bio: Laura R. Bass e Tanya J. Tiffany, «El pincel y la pluma en la Vida de sor Estefanía de la Encarnación»https://journals.openedition.org/e-spania/33822?lang=pt

Manuscrito de Vida : https://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000145512

Beatriz de Nazaret

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de  la escritora, mística, beguina y posteriormente monja Beatriz de Nazaret, autora del primer escrito místico femenino en lengua vulgar.

Una de nuestras Imprescindibles.

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Beatriz de Nazaret (Tienen, Bélgica 1200-29 de agosto de 1268, Nazareth, Bélgica). Escritora, mística, monja cisterciense . Entre 1232 y 1233, escribió un tratado en el flamenco medieval, titulado De los siete grados del amor, que es el primer escrito místico femenino en lengua vulgar.

Para conocer a Beatriz poseemos un documento de valor indiscutible, la Vita Beatricis, redactado en latín por el confesor cisterciense del monasterio de Nazareth, que no la conoció personalmente pero por cierto fue su contemporáneo y escribió poco tiempo después de su muerte. En la literatura hagiográfica del siglo XIII nos encontramos por primera vez con una obra basada sobre un documento autobiográfico. En efecto el biógrafo escribe usando un diario de vida de la misma Beatriz, que llega por lo menos hasta el año 1236; utiliza también los recuerdos de sus hermanas de religión, entre las cuales se encuentra su hermana Cristina, que después de su muerte le sucede en Nazareth en el cargo de segunda superiora.

Lamentablemente el autor traduce del medio neerlandés al latín y se asume la responsabilidad de adaptar, sintetizar, añadir largas consideraciones moralizantes para hacer “simple para los simples” el escrito de profunda naturaleza mística que tiene entre manos. Perdemos así la originalidad del estilo y contemporáneamente algo del pensamiento de Beatriz, por lo menos como ella misma nos lo habría trasmitido, pero poseemos un documento único para conocer su persona y poder comprender su obra que encuentra perfecta correspondencia en las páginas de la Vita.

La Vita Beatricis, está dividida en tres libros.

En el segundo libro, presentándolos como experiencia personal de Beatriz, el autor inserta las síntesis de los que fueron pequeños tratados y composiciones alegóricas sobre diferentes aspectos de la vida espiritual, escritos probablemente a partir de sus mismas instrucciones a las novicias o a la comunidad.

El libro tercero, que contiene una adaptación latina de su tratado, termina con un capítulo sobre la caridad fraterna y un retrato de Beatriz que ha alcanzado la total armonía de su persona, en el ejercicio de una entrañable compasión para con toda criatura.

¿Qué valor debemos dar a esta obra que responde a un esquema clásico predeterminado y cuyo fin principal es edificar al lector, como toda hagiografía del tiempo?. Ella tiene el mérito de ofrecernos los datos principales de la vida de Beatriz, que de otra forma habríamos perdido como aconteció con muchas de sus contemporáneas, revelando al mismo tiempo el carácter del material usado por el autor, que es un diario de vida personal, más que una descripción exhaustiva de los hechos.

Nació en Tienen en el seno de una familia acomodada. Fue la hija última de los seis hijos de Gertrudis y Bartolomé. Su madre, mujer de piedad, caridad, intuye el alma de su benjamina, atraída por los caminos de Dios desde la más tierna edad, y la introduce en el ejercicio de la virtud y en el estudio. Con sólo cinco años de edad Beatriz conocerá de memoria el salterio entero. Al elogio de su padre, que todo ha recibido y devuelto a Dios en una vida de servicio ejemplar, está consagrado todo el primer capítulo de la Vita Beatricis. Los hijos serán todos religiosos, el primero premostratense en el monasterio de Averbode, la segunda cisterciense en el monasterio de la Ramée, cerca de Nivelles. Los otros cuatro hijos acompañarán al padre, sucesivamente, en los distintos monasterios cistercienses que él mismo ayudará a fundar.

Beatriz perdió a su madre a los siete años y la enviaron a vivir con las beguinas en Zoutleeuw. Beatriz de Nazaret quedó realmente cautivada por la comunidad y se dice que amaba a estas mujeres incluso más que a sus padres. Este es el primer contacto de Beatriz con el mundo beguinal. Ella misma nos deja el testimonio de sus relaciones principalmente con la maestra, que le viene asignada como instructora, y con todas las hermanas, a las cuales la liga un afecto más profundo que el que experimenta hacia su propia familia. Mientras estuvo en Zoutleeuw, continuó su educación y estudió artes liberales en la escuela local de la ciudad, que era mixta. No obstante volverá a su casa después de un año, sin haber terminado los estudios.

Algún tiempo después, entra como oblata en la abadía cisterciense de Florival, en Bloemendaal (Wavre), donde continúa con el programa completo de estudios de la época (termina el “trivium”, que com- prendía gramática, retórica y dialéctica y sigue con el “quadrivium”, que comprendía música, aritmética, geometría y astronomía).

Es en estos años cuando Beatriz se entrega generosamente al estudio y, al mismo tiempo, al esfuerzo de una observancia íntegra de la vida monástica, prudentemente prohibida por los superiores a una joven oblata de su edad. Busca entonces el apoyo de una pequeña amiga, oblata como ella, que elige entre todas por su gran devoción. Serán una para otra estímulo para la virtud, desde la oración de Vigilias, que rezan junto con la comunidad, fuera de la puerta cerrada de la capilla, hasta la meditación y las penitencias. Desde ya notamos el lugar que la amistad espiritual ocupará a lo largo de la vida de Beatriz, como sostén de su don absoluto y sin límites al amor de Dios.

Sus dos hermanas Cristina y Sybila entrarán en la misma comunidad, al igual que Bartolomé y su otro hijo varón, Wicbertus, estos últimos como hermanos legos.

A las penitencias corporales está dedicado todo el quinto capítulo del primer libro de la Vita. La flagelación desde la planta de los pies hasta el pecho con ramos de espinas, las genuflexiones en la nieve con las rodillas desnudas, los varios silicios de cuerdas con nudos y espinas que llevaba, apretados uno sobre otro, en todo el cuerpo, la cama toda esparcida de hojas puntiagudas, y a veces la piedra por almohada o el mismo suelo por colchón nos dan una pálida idea de la sed de sufrimiento que la poseía desde niña, para unirse a la Pasión de Aquel que apasionadamente amaba. Aunque podamos juzgar sabiamente que Beatriz exageró en sus formas de penitencia, estamos obligados a pensar en los muchos santos que ella trató de imitar y en el mismo Bernardo que debió desaconsejar a otros seguir su ejemplo en la maceración de su cuerpo, hecho que le hizo perder la salud.

A los quince años Beatriz, después de haberlo largamente deseado y esperado, no obstante las reticencias de la abadesa y de la comunidad por su tierna edad y la fragilidad de su salud, recibe el hábito cisterciense el 16 de abril, jueves santo del año 1215 y después de un año hace su profesión.

En 1216 es enviada al convento de La Ramée, para aprender el arte de la caligrafía y de la miniatura en vista de las copias de los libros de coro, por cierto a causa de su conocimiento del latín y de sus capacidades artísticas. En La Ramée, donde permanecerá un año, se encontrará con otra novicia, Ida, un poco más madura que ella y más adelantada en el camino espiritual. Ida había vivido con las beguinas de Nivelles, su ciudad natal, desde los nueve años de edad, antes de entrar en la vida cisterciense a los dieciséis años. Las dos jóvenes estipulan un pacto de amistad indisoluble sobre la tierra, que será el vehículo de la actuación de los designios del Señor. Por una revelación del Espíritu Santo, Ida sabrá que el Señor ha elegido a Beatriz como su esposa privilegiada y le predice su primera experiencia visionaria, que acontecerá en La Ramée en la octava de Navidad, durante el oficio de Completas. Después de su vuelta a Florival, Beatriz quedará en contacto con Ida, pidiéndole consejo en los momentos de prueba, hasta la muerte de la amiga (en 1231 o 1232, a los 32 años de edad).

En el 1221 Beatriz fundará con su padre, su hermano, sus hermanas y algunos otros miembros de su comunidad el monasterio de Val-de- Vierges (Maagdendaal) cerca de Oplinter, donde emitirá sus votos solemnes en 1225. Son los años en que se va gestando su madurez espiritual. Beatriz conocerá, junto con todas las tentaciones posibles, el sentimiento del abandono de Dios hasta el borde de la locura, de la desesperación, de la pérdida de la fe. Su único refugio serán las Sagradas Escrituras y la Eucaristía.

Así termina el segundo libro de  Vita, pero no su trabajo en la tierra. Desde el 1236 la encontramos en Nazareth, el último monasterio que una vez más fundará con su familia. Aquí escribe o lleva a término, probablemente hacia el año 1250, su tratado que presenta una correspondencia sorprendente con la Vita Beatricis.

Beatriz muere el 29 de Agosto de 1268. Es sepultada en el claustro del monasterio, entre la Iglesia y el capítulo, cosa que, en la época, equivalía a la beatificación.

Su principal legado a la mística universal es “De divina caritate et septem eiud gradibus«“Sobre el amor divino y sus siete pasos», una obra que solo fue publicada en 1895 y no le fue atribuida ya sin dudas hasta 1925, después de siglos de investigaciones. Hasta entonces se dudaba si habría sido de su autoría, ya que solía atribuirse a la Beata Hadewych de Flandes . Es esta una obra en prosa y poesía que trata del deseo de Dios, expresado desde los deseos más rudimentarios y sencillos hasta los más sublimes y elevados, siendo todos por inspiración del mismo Dios. 

El pequeño tratado místico en prosa lírica escrito por Beatriz es el más antiguo escrito que conocemos en medio neerlandés, que describa las etapas de la ascensión del alma, por el amor, hacia la unión con Dios. Su gran importancia se comprende aún mas por situarse en los mismos orígenes de la literatura mística flamenca y ejercer una influencia directa sobre la mística posterior renano-flamenca, en las obras del Maestro Eckhart y de Ruusbroec el Admirable.

Se conservan tres manuscritos del texto original en: el n. 70 E 5 de la Biblioteca real de La Haye, escrito en dialecto de Limburgo en 1400; el n. 15258 de la Biblioteca del Estado Viena, escrito en dialecto brabanzón en 1450; el n. 3067-3073 de la Biblioteca real de Bruselas, escrito también en dialecto brabanzón en 1350. Este último parece ser el más cercano al original de Beatriz por fecha y por lenguaje. 

Con su título, subtítulo y siete capítulos perfectamente estructurados, el tratado nos ofrece una prosa de belleza singular. Su estilo es sobrio y sus frases muy elegantes, su exposición neta y clara, su prosa es dulce y ágil, con lindas asonancias y rimas muy naturales. La autora posee una inteligencia excepcional; logra expresar magistralmente, en el plano del pensamiento y de la forma, sus experiencias místicas extraordinarias y, por lo mismo, difícilmente comunicables a otros. El tratado es muy sintético, cada palabra tiene su peso y su valor, ninguna puede ser descuidada. 

Fuente de la bio : https://www.surco.org/sites/default/files/cuadmon/disponible_no/cuadernos-monasticos-149-3048.pdf

Marguerite Porette Visual

Claudia D’Amico, filósofa, nos presenta a Marguerite Porete, mística francesa condenada a la hoguera por la Inquisición, tras negarse a renunciar a sus ideas. Coproducido por UNITV y el Instituto de Ciencias de la UNGS y conducido por Jazmín Ferreiro, filósofa e investigadora docente de la UNGS, Palabras en Llamas es una acción cultural que se reconoce orgullosamente como una pequeña parte de las miles que componen las distintas reivindicaciones de los distintos feminismos.


La profesora Biviana Unger hablará de Margarita Porete



Enlaces de interés :

https://poetryalquimia.org/2024/07/25/marguerite-porette/

Marguerite Porette

 Marguerite Porette (Condado de Henao, Francia, 1250 –  1 de junio de 1310, Place de l’Hôtel de Ville, París, Francia). Escritora, mística, libre pensadora, y copista del movimiento de las beguinas. Murió quemada en la hoguera acusada de herejía por haber escrito y difundido mensajes «heréticos». Actualmente es considerada como la autora de uno de los libros místicos más importantes de la Edad Media.

Como ocurre en general con las beguinas, no se conocen muchos datos concretos sobre Marguerite lo que si quedó registradisimo en actas es que fue quemada viva por la Inquisición, en la plaza de Grève, actual plaza del ayuntamiento de París, el 1 de junio de 1310. Se la condena porque había escrito un libro.

Por las actas, pues, sabemos su nombre, porque en el documento primero de la consulta que se hace a determinados canonistas para condenar su libro, se dice “Cierta beguina llamada Marguerite Porette”. Las crónicas de la época, además, hablan de ella como “una beguina clériga llamada Marguerite Porée. Se la conocía, como“la clériga” por su alta formación teológica típica de los clérigos.

Hay que esperar seis siglos para saber cual fue el libro que la condujo a la hoguera. Fué Romana Guiarnieri, medievalista italiana, quien descubre en 1946, que se trata de Le Miroir des âmes simples et anéanties (El Espejo de las almas simples), y que su autora es, en efecto, Margarita Porette. Romana Guarnieri consideraba que se trataba de una beguina itinerante basándose en uno de los pocos fragmentos de su obra que nos aporta algunos datos y que la describe como “criatura mendicante” (cap. 95 y 96) ya que a finales del siglo XIII muchas beguinas decidían abandonar la vida sedentaria y emprender un viaje solitario. Si consideramos que se trata de una beguina, podemos concluir que no fue apoyada por su propia comunidad ya que en el capítulo 122 expresa la desaprobación que encuentra en el seno de esta colectividad, que se suma a la de curas, clérigos, predicadores, agustinos, carmelitas y hermanos menores.

El proceso contra ella comienza en 1306, cuando Gui de Colmieu, obispo de Cambrai, condena el libro y lo hace quemar en Valenciennes, además, de prohibirle a Marguerite seguir difundiéndolo. Las actas de la Inquisición la acusan de relapsa (de reincidente), por seguir propagándolo entre la gente después de la primera condena, y de enviarlo incluso a un obispo, el obispo de Châlons sur Marne. Y es que después de la condena, Marguerite busca apoyos en el poder eclesiástico. Encuentra tres principalmente, de tres clérigos: el de Juan (Juan “de Querayn” según la versión inglesa del Espejo), el de un cisterciense llamado Franco de la abadía de Villers en Brabante, y el de Godofredo de Fontaines, de Flandes, ex regente de la Universidad de París. Este apoyo era realmente completo, porque tenía a un representante de la tradición monástica, otro de los movimientos más modernos, más nuevos, y otro representante del clero secular, de la universidad. Aun así, solo el cisterciense apoyaba incondicionalmente el Espejo, los otros dos mostraban admiración, pero sostenían que el libro no podía mostrarse a muchas personas, porque era una fuente de ilusiones peligrosas para quien no estuviera preparado para leerlo.

Otro de sus apoyos fue el clérigo Guiard de Cressonessart, que fue arrastrado por la Inquisición en la condena a Marguerite. Por su apoyo al libro, fue detenido en París a finales de 1308, igual que ella, y condenado por la misma reunión de teólogos que condenaron a Marguerite. Estuvo encarcelado año y medio negándose a testificar, igual que Marguerite. Pero el 3 de abril de 1308, en el juicio donde se condena a ambos como herejes, Guiard se arrepiente, abjura, y se libra así de la hoguera, aunque es condenado a pasar el resto de su vida encarcelado.

Marguerite también es encarcelada junto con Guiard en 1308. Y permanece así año y medio, el tiempo que daba la Inquisición para la reflexión.

Marguerite se negó en todo momento a prestar juramento y a arrepentirse, en coherencia con su pensamiento y creencias, como ella misma expresa en el capítulo 100 de su libro (p.140):

O en el capítulo 85 en donde podemos observar cómo se justifica su obstinado silencio ante aquellos que no considera “de su linaje”:

Tras un año y medio de cárcel fue condenada a la hoguera y ejecutada en la place du Grève de Paris el 1 de junio de 1310. Por primera vez se asistía en París a una condena al fuego de una mujer por herejía, con el consentimiento del rey Philippe Le Bel. Este acontecimiento causó gran impresión a los cronistas de entonces. 

En el capítulo 22 de su obra, precisamente emplea la imagen del fuego como metáfora de la unión mística: 

Para el académico Soletti resulta sorprendente que, en un contexto histórico-político de grandes tensiones, las máximas autoridades prestasen atención al dossier de una pseudomulier, a menos que esta fuese un peón útil a esos juegos de poder e intereses políticos entre el papado, la inquisición y la monarquía francesa. Se entremezclaron así el proceso de Marguerite con el de los templarios y con el concilio de Vienne, en el que se ratificó la condena del Temple y la supresión oficial de la Orden, se reprobó la herejía del Libre Espíritu en el decreto Ad nostrum, el movimiento de los begardos y el de las beguinas en el decreto Cum de quibusdam mulieribus y la teología femenina que había proliferado mediante textos religiosos en lengua vernácula desde el S.XII (Saranyana 2007: 267; Soletti 2008: 94; Garí 1995: 51; Garí 2015: 12-13). 

Marguerite Porette nos narra en su libro cómo empezó su proceso de escritura: dice que miró fuera, buscó a Dios y no lo encontró. Por eso, volvió dentro, al pensar, al entendimiento profundo, y sólo desde ahí pudo encontrar a Dios. Por eso escribió. Sabe que sigue presa, que sigue queriendo decir lo que no se puede decir, pero encuentra en la palabra el punto de partida. Su camino a la unión mística pasa por el proceso de escribir, es lo que expresa, a saber, que no tiene otra manera de encontrar a Dios. De ahí la necesidad absoluta de escribir. Y también de ahí la necesidad de difundir el libro, de enseñarlo, porque es un texto mistagógico, esto es, porque es la enseñanza del camino a Dios, y siente la necesidad de que se conozca lo que descubre en su texto.

El espejo de las almas simples– Este tratado de 139 capítulos escrito en clave alegórica pretende mostrar de forma didáctica el viaje místico que, en siete etapas o grados realiza el alma hasta lograr su fusión con Dios, hasta alcanzar el “País de la libertad”, como ella misma denomina.

Está dividido en dos partes: la primera va del capítulo 1 al 122, y la segunda, del 123 al 139. La primera parte está escrita en forma de diálogo entre personajes que son personificaciones alegóricas con caracteres filosóficos y teológicos. Se usa aquí la literatura propia del amor cortés, de la lengua cortesana. Es un texto en forma de un juego escénico entre estos personajes. Los principales son Dama Amor y Alma, rodeadas de los demás que son Cortesía y Entendimiento de Amor, enfrentados a los personajes de Razón y Virtudes.

Dama Amor es la transposición espiritual del Sublime Amor de los trovadores, del amor altamente idealizado de la literatura cortesana. Ese amor tiene la fidelidad intrépida del amante, que supera todas las pruebas impuestas por su dama, que no se rinde jamás. Dama Amor es Dios, y es ese mismo Sublime Amor: tiene su misma fuerza, su mismo ímpetu y alegría por conseguir el amor del amante.

Esto en la primera parte. Sin embargo, en la segunda parte, ya no hay diálogo, sino que es un monólogo. Aquí Marguerite habla en primera persona. Se dice que la primera parte es un tratado místico filosófico, mientras que la segunda, por estar escrita en primera persona, es la parte autobiográfica del libro. Aunque es mucho más interesante lo que sostiene Garí, que hace la interpretación contraria: entiende las partes del Espejo justamente al revés. Así, la primera parte es el relato sobre el proceso interior de la autora, donde los personajes mantienen conversaciones . Y la segunda, sin embargo, la parte más mistagógica, la que contiene realmente las conclusiones, las enseñanzas que Margarita expone tras su camino en la búsqueda de Dios.

Sea como sea, El espejo de las almas simples muestra el camino hacia la perfección y la libertad del alma a través de siete estados de gracia, estados que no se tratan completamente en el texto.

Este camino que quiere enseñar Marguerite no es realmente un camino, es más un recorrido, y no va en línea recta. Es como una escalera, pero de caracol. Tiene carácter tanto ascendente como descendente. Por eso, Marguerite habla de tres muertes y dos caídas: la muerte al pecado, la muerte a la naturaleza y la muerte al espíritu, por un lado, y la caída de las virtudes en Amor, y la caída de Amor en Nada, por otro. Con esta última caída culmina el gobierno de Razón, y es entonces cuando por un “relámpago”, por un momento concreto y de poca duración, se cae de la Nada a la claridad divina. Es un relámpago porque no es algo constante, si no inmediato, momentáneo. Es:

Después de asesinada Marguerite ¿qué pasó con El Espejo de las almas simples?.

A través de los procesos inquisitoriales podemos saber cómo fue avanzando la circulación de El Espejo de las almas simples. Se sabe que es el texto más traducido de los textos místicos en lengua materna, y nos han llegado versiones en francés antiguo, italiano antiguo, inglés medio y latín. En alemán, si hay alguna traducción, no se ha encontrado.

La versión inglesa data del siglo XIV, cuando el obispo de Londres, Miguel Northbrook, cofundador de la cartuja de Londres, años después de la condena a Margarita, hace la traducción al inglés añadiendo glosas ortodoxas, intentando escapar así de las posibles consecuencias de tener el libro y de traducirlo, intentando huir de las sospechas de herejía.

Más tarde, en el siglo XV, Richard Metheley, también cartujo, aunque recomienda no poner el libro en manos de cualquiera, lo traduce al latín. Se dice que uno de los motivos para traducirlo al latín es (igual que con Miguel Northbrook al incluirle glosas ortodoxas) intentar alejar el libro de sospechas.

No se conocen persecuciones por estas dos versiones. Sin embargo, en Italia, El Espejo vuelve a causar revuelo. Es por el norte del país por donde empieza a circular (no se sabe si en latín o ya en italiano). En la primera mitad del siglo XV, San Bernardino de Siena lo critica duramente e incluso predica sermones hablando sobre el texto de 1417 a 1437. Sobre los mismos años, en 1433, en Padua, los benedictinos prohíben el Espejo en sus congregaciones. Sin embargo, los Jesuatos de Venecia lo hacen su libro de cabecera y por ello se les acusa de simpatizar con la herejía del Libre Espíritu. Pero tienen otra suerte, y son declarados inocentes por dos investigadores que manda en 1437 el papa Eugenio IV. Aun así, en Padua la inquisición sigue intentando condenar el texto. Así, el papa, ya depuesto, es acusado de ser favorable al libro por un tal Maestro Santiago, que recuerda que ese libro ya fue condenado y pide que se quemen las copias guardadas en el Concilio de Basilea de 1439.

Después de esto se pierde el rastro del Espejo. Hay que esperar al siglo XVI, donde se vuelve a encontrar el libro en la biblioteca benedictina de Montecassino, pero titulado de forma diferente: Speculum animarum simplicium alias Anima adnihilata, que se encuentra, actualmente, en el Vaticano.

Por su parte, en Francia, se sabe que Jean Gerson, canciller de la universidad de París de 1395 a 1425, tuvo el libro en sus manos, y advierte al lector sobre él. Esa versión que encuentra se atribuye entonces a “María de Valenciennes”. Es el de Marguerite, porque consta la ciudad en la que nació y donde fue quemado su libro. Que pusiera “María” en vez de “Margarita” se atribuye a un error de la persona que lo copiara.

Un siglo más tarde, Margarita de Navarra, hermana de Francisco I, da con el libro y se hace fiel defensora de él. Tenía amistad con el convento de Madeleine, en Orléans, donde se encuentra la versión original de El Espejo de las almas simples en francés antiguo, aunque actualmente está en Chantilly. Es en ese convento donde pudo haberlo leído.

Este fue todo el recorrido que tuvo el texto de Margarita por Europa, a la que se intentó acallar y, sin embargo, gracias a los intentos por silenciarla, hizo que el libro recorriera todo el continente.

Actualmente Marguerite Porette es considerada una de los autores más importantes de la Edad Media pero también de los menos reconocidos y de los más incomprendidos. Numerosos intelectuales se esfuerzan por devolverle el lugar que le corresponde en la historia de la cultura medieval. Su libro es considerado una de las obras maestras de la literatura francesa de la Edad Media.

La voz de Marguerite Porette, una de las más grandes místicas medievales, fue acallada por teólogos y clérigos que trataban de construir un mundo y una iglesia en los que las mujeres ocupasen un papel sumiso y de servicio. Su avanzado sentimiento y pensamiento, fue revolucionario en su época. Dando prioridad a la conexión natural con lo Divino, y quitando importancia a la intervención de terceros y religiones. Le valió el pasaporte para la hoguera. Un alma Divina, elevada con un alto grado de pureza, a la que ninguna represión, pudo detener.

La audacia de mujeres como ella fue interpretada como subversiva y por ello muchas sufrieron persecución. Su pensamiento se aventura hacia horizontes prohibidos a las mujeres y osa alzar su voz no institucional en un amplio debate filosófico. Asimismo cuestiona el privilegiado acceso del clero a las cuestiones divinas y desafía la visión androcéntrica de la Deidad y de la humanidad.

Enlaces de interes :

Fuentes de la bio :

https://www.carm.es/edu/pub/20_2016/2U_contenido.html

https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/143580/TFG%20Cristina%20Florido%20Tallafigo.pdf?sequence=1

Herrada de Landsberg

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de  la gran Herrada de Landsberg. Poeta, escritora, monja y abadesa. Autora de la enciclopedia pictórica Hortus deliciarum(El Jardín de las delicias) obra que desempeñó un papel crucial en la preservación del conocimiento durante la Edad Media.

Una de nuestras Imprescindibles.

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Introducción a Hortus Deliciarum

«Herrada, por la gracia de Dios, abadesa, aunque indigna, de la iglesia de Hohenburg, a las dulces vírgenes de Cristo que trabajan fielmente en Hohenburg […]. Le hago saber a su santidad que, como una pequeña abeja inspirada por Dios, recogí de las diversas flores de las Sagradas Escrituras y escritos filosóficos en este libro, que se llama Hortus Deliciarum, y lo reuní para alabanza y honor de Cristo y por amor a la Iglesia, como si fuera un dulce panal».

Herrada de Landsberg 

Retrato de la abadesa Herrade de Landsberg.Mural en el claustro de Mont Sainte Odile

Herrada de Landsberg (Castillo de Landsberg, Alsacia, 1125-25 de julio de 1195, Hohenburg, Alemania). Monja y abadesa de la abadía de Hohenburg, poeta escritora .  Es conocida principalmente por ser la autora de la enciclopedia pictórica Hortus deliciarum(El Jardín de las delicias).

Herrada nació en el castillo de Landsberg, en la región del Bajo Rin, en el seno de una noble familia alsaciana. Tomó los hábitos a edad temprana en la abadía de Hohenburg en los montes Vosgos, a unos 15 km de Estrasburgo. La abadía de Hohenburg, también conocida como Mont St. Odile estaba dirigida por la abadesa Relinda de Hohenburg, una monja enviada desde el monasterio de Bergen en Baviera a la abadía de Hohenburg. Debido a su apoyo al emperador Federico I Barbarroja la abadía era especialmente próspera y poderosa, así como un centro de reformas eclesiásticas. En la abadía Herrada recibió la mejor educación accesible para las mujeres en el siglo XII. Con el paso de los años ocupó una posición más importante en la abadía, encargada de gobernar y educar a sus compañeras monjas.

Herrada fue elegida abadesa en 1167 sucediendo asi a Relinda, tras el fallecimiento de ésta, cargo que ocupó durante 28 años hasta su muerte en 1195. Durante su época de abadesa del monasterio, Herrada es mencionada por las reformas de reconstrucción del recinto, así como por la expansión de los terrenos circundantes que acabarían siendo propiedad de Hohenburg. 

Hacia el año 1165 Herrada había comenzado entre los muros de su convento la obra por la que sería conocida, el Hortus deliciarum, un compendio escrito en latín y glosas en alemán de todas las ciencias estudiadas en su época, incluyendo la teología. En esta obra Herrada detalla la batalla entre la Virtud y el Vicio con imágenes visuales especialmente vívidas que preceden a los textos.

Dentro del contexto religioso , explica acontecimientos científicos mediante la historia del cristianismo, por ejemplo, explica razones cosmológicas y biológicas en función de cómo Dios creó el mundo y a los seres vivos. Así pues, la enciclopedia nos cuenta la estructura astronómica y astrológica de la esfera celeste en función de cómo Dios quiso que fuera. Este dato es bastante interesante ya que es muy avanzado para su época y más para una mujer, ya que estamos hablando de un tiempo en el que la única ciencia que existía era la que se describía en la Biblia; y Herrada le da la vuelta a esta idea: la bóveda celeste existe con su formación química y física pero no existe porque lo dicte la Biblia, esta información ha sido descubierta y por tanto, es obra de Dios.

Herrada dirigió la edición de la obra con la participacion las monjas de Hohenburg. En la obra aparecen las primeras piezas musicales polifónicas conocidas cuyas autoras fueron religiosas. Contiene al menos 20 textos, entre poesías y canciones, las cuales fueron originalmente escritas con su música.

La obra, muestra una escritura muy elaborada. Su principal distinción la constituyen las 336 ilustraciones que adornan el texto. Muchas de ellas son representaciones simbólicas de temas teológicos, filosóficos y literarios; algunas son históricas, otras representan escenas relacionadas con la experiencia personal de la artista y destaca una ilustración de una serie de retratos de sus hermanas religiosas y de la propia Herrada. La técnica de algunas ilustraciones ha sido muy apreciada en casi todos los ámbitos artísticos, ya que demuestra una imaginación muy extraña entre los artistas contemporáneos de Herrada. La poesía que acompaña a los extractos de escritores de la antigüedad y de autores paganos también ha contribuido a la fama de Herrada.

El Hortus deliciarum «Jardín de las Delicias» no solo fue una muestra del intelecto y la creatividad de Herrada, sino que también desempeñó un papel crucial en la preservación del conocimiento durante la Edad Media.

Filosofía y las siete artes liberales. Hortus Deliciarum (1165)

Después de haber sido custodiado durante siglos en la abadía de Hohenburg, el manuscrito del Hortus deliciarum pasó a la biblioteca municipal de Estrasburgo durante la Revolución francesa. Allí las miniaturas fueron copiadas en 1818 por Christian Moritz (o Maurice) Engelhardt, el texto fue copiado y publicado por Straub y Keller, 1879-1899. Gracias a esta copia, aunque el manuscrito original fue destruido durante el incendio de la biblioteca de Estrasburgo en el asedio de la ciudad de 1870 durante la guerra franco-prusiana, actualmente todavía se puede apreciar el valor artístico y literario de la obra de Herrada. Gracias a aquellas copias sabemos de la existencia no solo de un libro excepcional; sino también de una mujer brillante que durante la Edad Media hizo de su convento un centro de estudio, investigación y conocimiento.

El infierno. Hortus Deliciarum (1165)

El árbol de Jesé. Hortus Deliciarum (1165)

Enlaces de interés :

Fuentes de la bio : https://es.aleteia.org/2019/10/05/herrada-de-landsberg-la-monja-que-escribio-una-enciclopedia-en-la-edad-media

https://es.wikipedia.org/wiki/Herrada_de_Landsberg

Marguerite d’ Oingt

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de  la gran Marguerite d’Oingt. Poeta, escritora, mistica y monja cartuja. Una de las primeras mujeres poetas de Francia de la que sobrevive cualquier registro y autora de las primeras obras supervivientes escritas en franco-provenzal.

Una de nuestras Imprescindibles.

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Marguerite d’Oingt (Oingt, Francia, probablemente 1240-11 de febrero de 1310). Monja cartuja, escritora y mística. Una de las escritoras más antiguas identificadas de Francia.

Marguerite nació en la poderosa familia local de los señores de Oingt en Beaujolais, que se extinguieron en 1382 por falta de herederos varones. Sabemos que su madre también se llamaba Margarita y que tenía dos hermanos —Guiscardo y Luis— y tres hermanas: Catalina, Isabel e Inés. Esta última la seguirá al monasterio, en la Cartuja, donde más tarde le sucederá como priora.

Es Marguerite misma la que comenta que su formación fue nula y que tan solo fue instruida por Dios. Sin embargo, no debemos tomarnos tal fórmula al pie de la letra, visto que resuena en ella un modelo recurrente de la tradición espiritual occidental. De hecho, en algunos casos la crítica, aún influenciada por la marginalización de los escritos espirituales de mujeres y la condescendencia que de ello deriva, ha reparado en la calidad intelectual de sus escritos y en su profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras, que introduce mediante referencias más o menos manifiestas en sus escritos. Todo ello da cuenta de una educación eminentemente alta, fruto de un entorno social a la par. En este sentido, se puede destacar la pluralidad de lenguas utilizadas en sus obras, pues escribió en latín, en el dialecto provenzal de Lyon —lengua materna— y en langue d’oïl, que dominaba a duras penas.

Marguerite se unió a la Orden de los Cartujos como monja, y en 1288 se convirtió en la cuarta priora de la Cartuja de Poletains, fundada en 1238 por Marguerite de Bâgé, para monjas que deseaban vivir de acuerdo con la costumbre de los Cartujos, hasta donde era posible para las mujeres. Era conocido en su tiempo como la Celle de Notre-Dame y se convirtió en uno de los primeros monasterios cartujos femeninos. Así como los beguinatos demostratron tener una influencia notable en el norte, en el sureste del territorio galo las cartujas brotaron de repente con una presencia y un vigor eminentes. El nacimiento de estas cartujas femeninas parece responder a las aspiraciones de la nobleza, preocupada por encontrar un modelo que vehiculara las necesidades sociales y familiares, esto es, disponer de suficientes monasterios para acoger a las hijas de dichos linajes.

En 1286, dos años antes de que se convirtiera en priora de Poleteins, pero ya siendo religiosa, empezó a escribir la Pagina Meditationum. En 1294 su segunda obra, Speculumfue llevada al Capítulo General de la orden por el prior Hughes deVallbone. Tres años más tarde murió su padre, mientras que su madre hizo testamento el 13 de mayo de 1300.

Una década más tarde moriría la propia Marguerite, probablemente el 11 de febrero de 1310.

Tras la muerte de Marguerite, su monasterio no tuvo mucho más tiempo de gloria. A lo largo de los siglos XIV y XV se repitieron las advertencias del Capítulo General cartujo por las dudas en la estricta observancia de la regla. De este modo el monasterio, siguiendo la tendencia de los otros centros fe- meninos de la misma orden, fue perdiendo vocaciones hasta quedar suprimido por el papa en 1605. Durante la Revolución sus bienes fueron vendidos y el edificio, del cual hoy en día no quedan ni los restos, destruido en 1791.

Junto con María de Francia, Marguerite fue una de las primeras mujeres poetas de Francia de la que sobrevive cualquier registro. Solía escribir en latín, cuyo conocimiento era comparable con el de los clérigos (varones) de la época. Como hemos señalado, su primer trabajo en latín, fue Pagina meditationum (Meditaciones) de 1286. También escribió dos largos textos en franco-provenzal, las primeras obras supervivientes en ese idioma: Li Via seiti Biatrix, virgina de Ornaciu, la vita de la beata Beatriz de Ornacieux, también monja cartuja; y Speculum (El espejo). Uno de ellos, el más antiguo, se encuentra en la Biblioteca de Grenoble bajo el código 410 y data de la primera mitad del mismo siglo de la muerte de la priora. Posteriormente, algún religioso aprobaría los textos y los entregaría al Capítulo General en 1294. Este manuscrito, sin embargo, se ha perdido. El más antiguo que se conserva de sus obras fue realizado por un copista después de la muerte de la autora, siguiendo la tradición cristiana de reunir todos los escritos de una figura de relevancia en un mismo volumen. Los otros dos manuscritos datan del siglo XVII —hacia 1640— y parecen ser duplicados del anterior que la Grande Chartreuse mandó realizar, junto con las respectivas traducciones al francés. Al mismo tiempo, existe una versión provenzal del Speculum que Philipon, en su primera edición de 1877, no conocía y que encontramos citada por primera vez por C. Brunel en 1935. El documento, según D. Zorzi, data de la primera mitad del siglo XV y, por sus características lingüísticas y paleográficas, parece que fue producido al norte del Tarn, probablemente alrededor de Albi. El hecho de que este manuscrito exista da fe de la notable difusión de los escritos de Marguerite en época medieval, no obstante la circulación tradicionalmente interna de los escritos de esta orden.

El contenido de las obras de Marguerite d’Oingt nos permite adentrarnos en la experiencia personal y descubrir los ejercicios especulativos que conformaban la vida monástica de su tiempo. Ejemplo son las cartas que nos han llegado donde muestra una destacada aptitud para el gobierno, uniendo su profunda vida espiritual mística con el servicio a las hermanas y a la comunidad. En este sentido es significativo un pasaje de una carta a su padre: «Dulce padre mío, os comunico que me encuentro tan ocupada a causa de las necesidades de nuestra casa, que no me es posible aplicar el espíritu en los buenos pensamientos; de hecho tengo tantas cosas que hacer que no sé por dónde empezar. No hemos recogido el trigo en el séptimo mes del año y la tempestad ha destruido nuestros viñedos. Además, nuestra iglesia se encuentra en tan malas condiciones que nos vemos obligados a rehacerla en parte» (ib., Lettere, III, 14, p. 127).

La experiencia interior, la meditación o la escritura son fenómenos que deben entenderse dentro de un contexto muy particular, el del florecimiento de un movimiento espiritual propio de la Baja Edad Media, la llamada mística femenina. Nos referimos a ese momento en el cual, afortunadamente, las mujeres se apropiaron de los instrumentos de escritura y empezaron a hablar de sus experiencias, de sus sentimientos y, por supuesto, de Dios.  La celda se convirtió en el lugar de la búsqueda de la intimidad. Allí es donde la imagen o el texto de la meditación, además de proyectar el modelo ejemplar de la divinidad —influenciado por los nuevos modelos de la pobreza—, empujaba a un ejercicio especular en el que uno se proyectaba y reflexionaba sobre sí mismo. En el siglo XIII precisamente se produce el estallido que recorre toda Europa bajo unas mismas directrices, dentro, eso sí, de las grandes diferencias sociales y culturales que se plasman entre unas regiones y otras. La mística femenina aparece como un movimiento con unas bases teológicas y literarias comunes. La relación con la lengua vernácula, el estilo profundamente emotivo y la búsqueda de un conocimiento experiencial son las pautas que vehiculan los testimonios de Hadewijch de Amberes, Juliana de Norwich, Marguerite Porete, Angela de Foligno o la misma Marguerite d’Oingt.

Enlaces de interés :

Fuente de la bio: https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/Escribir_y_meditar.pdf de Sergi Sancho Fibla

Sergi Sancho Fibla nace en Alcanar en 1987. Después de estudiar Humanidades, se especializa en los estudios medievales en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, donde realiza su doctorado. Su campo de estudio se centra en la espiritualidad femenina europea de los siglos XIII al XV, ámbito que estudia desde una perspectiva literaria, antropológica e histórica. En la actualidad es investigador en Aix-Marseille Université y en el CNRS (Labexmed).

V. Cirlot y B. Garí, La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media. Madrid, Siruela, 2008,

Matilde de Magdeburgo 

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de  la gran Matilde de Magdeburgo, poeta, escritora, mística, beguina y al final de su vida monja cisterciense. La obra de Matilde es el testimonio femenino místico más antiguo en lengua alemana.

Una de nuestras Imprescindibles.

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¡Eres sentimiento de amor para mi anhelo,

eres dulce refrigerio para mi pecho,

eres beso profundo en mi boca,

eres alegre alegría en mi hallazgo!

Yo estoy en ti y tú estás en mí,

no podemos estar más cerca,

pues los dos hemos confluido en uno

y nos hemos fundido en una forma.

Así permaneceremos, incansables, eternamente.

La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 145, Libro III, V.

Y dijo el alma: “¿Dónde estáis ahora, noble fidelidad? Voy a encomendaros la misión de amor, vos debéis salvaguardar la gloria de Dios en mí”. Entonces esta sirvienta intercedió por su señora con una paciencia tan santa y una perseverancia tan alegre, que viví sin tribulaciones. Llegó entonces la falta de fe y me envolvió por completo en una gran oscuridad, y me llamó con un furor tan grande que me horroricé mucho de su voz, y dijo: “Si esta gracia fuese de Dios, él no te habría abandonado hasta este punto”. Y dijo el alma: “¿Dónde estáis ahora, noble constancia? ¡Ordénale a la fe verdadera que venga a mí!”. Y dijo el Padre del cielo al alma: “Acuérdate de lo que has experimentado y visto cuando no había nada entre tú y yo”. Y dijo el Hijo: “Acuérdate de lo que tu cuerpo ha sufrido por mis tormentos”. Esto dijo el Espíritu Santo: “Acuérdate de lo que has escrito”. Y el alma y el cuerpo contestaron con la firmeza de la fe verdadera: “Tal y como he creído, amado y gozado y conocido, así, de este mismo modo, quiero marcharme del mundo».

La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 190, Libro IV, XII.

Metchild von Magdeburg, Matilde de Magdeburg (Magdeburgo, Alemania, hacia 1207- Eisleben, Sajonia-Anhalt, Alemania, 1282). Beguina y al final de su vida monja cisterciense del convento de Helfta. Poeta, escritora y mística. Una de las figuras literarias más importantes de la literatura europea del siglo XII.

No se conoce mucho de la biografía de Matilde de Magdeburgo. Se sabe que nació en Sajonia, probablemente en una familia noble que habitaba en uno de los numerosos castillos medievales que abundaban en el norte de Alemania. Hacia 1230 abandonó a su familia para unirse a un grupo de beguinas*, mujeres que desarrollaron una profunda vida espiritual y antepusieron su libertad de espíritu a cualquier otro imperativo social y religioso, tanto es así que en el Concilio de Vienne (Francia), que decretó la disolución de la Orden del Temple, también se acordó declarar herejes a las Beguinas por lo que fueron perseguidas y en algunos casos asesinadas como la beguina Margarita Porete  quemada viva en 1310. Con ellas pasó muchos años, hasta que la persecución, las críticas y amenazas a causa de su obra y algunos problemas de salud obligaron a Matilde a buscar refugio, hacia 1270, en el convento de Helfta, habitado por monjas cistercienses y hogar de otras mujeres escritoras, como Gertrudis la Grande y Matilde de Hackeburn.

En los escritos de Matilda podemos extraer algunos datos biográficos que nos dan luz sobre su vida:

La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, pp. 173-174, Libro IV, II

Metchild escribió La luz fluyente de la divinidad, su única obra –que comienza a escribir en 1250 (alrededor de los 43 años) y en la que continúa trabajando durante mas de treinta años hasta sus 75 años aproximadamente (1282). Escribió en su lengua materna, el bajoalemán. El manuscrito que llega hasta nosotros es una traducción al alemánico que se hizo en el círculo de los amigos de Dios de Basilea, al que pertenecía Enrique de Halle, dominico que fue confesor de Matilda. También hay una versión de La luz en latín.

En sus escritos,Matilde intercala poesía y prosa, poemas cortos y largos, prosa narrativa rimada… y también cantos, oraciones, visiones, citas bíblicas… Es un texto muy rico, que incluye, además y por supuesto, las formas de la literatura cortesana, el amor del amor cortés. 

El séptimo y último libro de La luz fluyente, se corresponde con un cambio importante en su vida: pasa de la vida de las beguinas a la vida monástica, trasladándose los últimos años de su vida al monasterio de Helfta, donde convive con las anteriormente mencionadas Gertrudis la Grande y Matilde de Hackeborn. Lo dictó casi ciega.

Hay que señalar que Matilde se lamenta por escribir, se trata a sí misma como “vil gusano”. Escribir le suscita temor, de hecho, en varios momentos de La luz fluyente habla de su temor:

La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 130, Libro II, XXVI.

Y además, escribir le genera una gran inquietud, inquietud a veces derivada de su ser mujer:

La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 131, Libro II, XXVI.

No obstante, es importante decir que aun con esta inquietud, Matilde justifica que escriba siendo mujer, y lo hace poniendo en boca de Dios las siguientes palabras:

La luz que fluye de la divinidad, Herder Editorial, p. 131, Libro II, XXVI.

La obra de Matilde es el testimonio femenino místico más antiguo en lengua alemana y, en la tradición de la mística medieval, tiende un puente de unión entre Hildegarda de Bingen y el maestro Eckhart.

  • A través de la palabra autobiográfica de Matilde de Magdeburgo recorremos un viaje al encuentro de Dios, que va de la pasión y el deseo de la juventud al cansancio de la vejez, que nos conduce del éxtasis a la Cruz, de la unión a la ruptura, del gozo erótico al sufrimiento. La voz de Matilde penetra en los misterios de la divinidad y llama a abandonarse al fluir de la vida, a contemplar y envolverse en el fuego que arde y se derrama de la divinidad. La escritura carece de linealidad, evocando el recorrido circular de una danza cósmica, al estilo de otras místicas medievales, como Margarita Porete o Hadewijch. La aparición de la identificación de la Luz de Dios como agua, una luz fluyente que se derrama como el agua es una novedad para la teología de origen lumínico. Si ya la identificación de Dios con la luz es ininterrumpida en la mística cristiana a partir de Plotino, la diferencia que Matilde hace no es poner hincapié en la Luz, sino en el fluir de la Luz. Es la Luz fluyente de la Divinidad que desciende sobre el alma. El amor conduce al alma enamorada a derramase como agua con el otro.

Matilde fué prácticamente desconocida hasta la encomiable labor de la editorial Herder, al publicar la biografía de Matilda escrita por la teóloga y germanista Hildegund Keul, y la obra que la propia Matilde nos legó, La luz que fluye de la divinidad, ambas traducidas magistralmente por Almudena Otero Villena. Este segundo volumen incluye además un gran prólogo del teólogo más importante del pasado siglo, Hans Urs von Balthasar. Como explica Almudena Otero en su prólogo, el libro de Matilde de Magdeburgo no es un monólogo, sino “un diálogo en el que la palabra se va construyendo. En ese diálogo, en ese intercambio de palabras, fluye el lenguaje.” 

Hildegund Keul, en su biografía sobre Matilde nos dice :

Según palabras de la teóloga holandesa Émilie Zum Brunn :

La voz de Matilde penetra en los misterios de la divinidad y llama a abandonarse al fluir de la vida, a contemplar y envolverse en el fuego que arde y se derrama de la divinidad.

La luz que fluye de la divinidad

Índice de capítulos para vislumbrar el contenido de la obra a través de los dos primeros libros

Capítulos del Libro primero

I.Cómo conversan el amor y la reina
II.De tres personas y de tres dones
III.De las sirvientas del alma y del golpe del amor
IV.Del viaje del alma a la corte, en el que Dios se revela
V.Del tormento y de la alabanza del infierno
VI.De cómo cantan los nueve coros
VII.De la maldición de Dios por ocho cosas
VIII.El más pequeño alaba a Dios por diez cosas
IX.Con tres cosas habitas en lo alto
X.Quien ama a Dios vence sobre tres cosas
XI.Cuatro acompañan a Dios en la lucha
XII.El alma alaba a Dios por cinco cosas
XIII.Cómo viene Dios al alma
XIV.Cómo el alma acoge y alaba a Dios
XV.Cómo Dios acoge al alma
XVI.Dios compara al alma con cuatro cosas
XVII.El alma alaba a Dios por cinco cosas
XVIII.Dios compara las almas con cinco cosas
XIX.Dios le habla al alma cinco veces con cariño
XX.El alma responde alabando a Dios por seis cosas
XXI.Del conocimiento y del gozo
XXII.Del mensaje de santa María y cómo una virtud sucede a la otra, y cómo el alma fue creada en el júbilo de la Trinidad, y cómo santa María amamantó a todos los santos y los sigue amamantando
XXIII.Debes pedir que Dios te ame intensamente, a menudo y por mucho tiempo, entonces te harás pura, hermosa y santa
XXIV.Cómo Dios responde al alma
XXV.Del camino del sufrimiento padecido de buen grado por Dios
XXVI.Por este camino conduce el alma sus sentidos y está libre de pesadumbre
XXVII.Cómo puedes ser digno de este camino y conservarlo y ser perfecto
XXVIII.El amor ha de ser hasta morir, sin medida y sin pausa. Para los necios esto es necedad
XXIX.De la belleza del novio y cómo la novia lo debe seguir al peldaño XXIII de la cruz
XXX.De las siete horas canónicas
XXXI.No debes prestar atención al desprecio
XXXII.No debes prestar atención al honor, al tormento y a los bienes, aflígete cuando peques
XXXIII.Del alimento, el consuelo y el amor
XXXIV.En el tormento debes ser un cordero, una tórtola, una esposa
XXXV.El desierto tiene doce cosas
XXXVI.De la maldad, las buenas obras y el prodigio
XXXVII.El alma le responde a Dios que es indigna de esta gracia
XXXVIII.Dios se gloría de que el alma haya vencido cuatro pecados
XXXIX.Dios le pregunta al alma qué trae
XL.A esto ella le responde: aquello que es mejor que siete cosas
XLI.Dios pregunta con una alabanza cuál es el nombre de la alhaja
XLII.La alhaja se llama «deseo del corazón»
XLIII.Pon tu deseo en la Trinidad
XLIV.Del camino del amor sobre siete cosas, de los tres vestidos de la novia y del baile
XLV.De los ocho días en los que se cumplió lo que anhelaban los profetas
XLVI.De los múltiples atavíos de la esposa y cómo ella va hasta su esposo y de las características de su séquito, que tiene nueve partes

Capítulos del Libro segundo

I.El amor eleva el alma, no el esfuerzo sobrehumano que procede de la propia voluntad
II.De dos cantos de amor de aquel que fue visto amando
III.De la lengua de la divinidad, de la luz de la verdad, de las cuatro flechas que Dios lanza en los nueve coros, de la Trinidad y de santa María
IV.De la pobre criada, de la misa de Juan el Bautista, de la trasformación de la hostia en el cordero, de la belleza del ángel, de las cuatro clases de personas santificadas y de la moneda de oro
V.Un canto del alma a Dios con cinco cosas, y cómo Dios es un vestido del alma y el alma de Dios
VI.Un canto de respuesta de Dios en el alma con cinco cosas
VII.En el dolor alaba a Dios, así él se te mostrará. De las dos copas doradas del dolor y la consolación
VIII.Del purgatorio en general. De allí una persona salvó miles de almas con las lágrimas del amor
IX.Dios alaba a su esposa cinco veces
X.El alma responde alabando cinco veces a Dios
XI.De las siete clases de amor divino
XII.De las siete clases de perfección
XIII.Entre Dios y el alma debe haber amor
XIV.De dónde procede la amargura, el sufrimiento, la enfermedad, el miedo, la perspicacia, la desgracia inevitable, la falta de consuelo
XV.Cómo se cura aquel que está herido de amor
XVI.De los siete dones de un hermano
XVII.Cómo Dios corteja al alma y la hace sabia en su amor
XVIII.Cómo el alma interpreta ocho veces el cortejo de Dios
XIX.Cómo conversan el conocimiento y el alma y aquel dice que ella es trina. De los tres cielos
XX.Cómo la hermana Hildegunda está engalanada con tres mantos, con siete coronas y cómo la alaban los nueve coros
XXI.Si quieres contemplar la montaña deberás tener siete cosas
XXII.Cómo la contemplación le pregunta al alma amante por los serafines y por los seres humanos más insignificantes
XXIII.Cómo el amor pregunta e instruye al alma torpe y le gustaría llevarla hasta su amado, y habla en primer lugar y el alma torpe responde
XXIV.Cómo el alma amante se une a Dios y a los escogidos amigos de este, y debe ser semejante a todos los santos. Cómo conversan el demonio y el alma
XXV.Del lamento del alma amante, cómo Dios la trata con cuidado y la priva de sus dones. De la sabiduría, con la que el alma le pregunta a Dios cómo está ella y dónde está él. Del jardín, de las flores y del canto de las doncellas
XXVI.De este libro y del que lo ha escrito

Aquí puedes leer las primeras páginas del libro La luz que fluye de la divinidad editado por Heder:

https://reader.digitalbooks.pro/book/preview/39454/CoverImage/-?1719158255203

  • Las Beguinas*  eran mujeres cultas, hacían servicios a la comunidad como parteras, sanadoras,yerberas ,acompañamiento a moribundos y enfermos; enseñaban a leer y escribir ,algo insólito para la época donde la mayoria de la gente era analfabeta, acogían  a niñas y jóvenes embarazadas fuera del matrimonio y ayudaban a mujeres prostitutas .
  • Mujeres valientes, libres,pioneras y adelantadas a su época, no eran monjas,no realizaban votos y  tampoco se sometían a las autoridades eclesiásticas. Podían abandonar la comunidad cuando quisieran, de hecho algunas se casaban o se convertían posteriormente en religiosas. 
  • Aún hoy se conservan en Holanda, Alemania y Bélgica (Brujas,Lovaina,Gante) , las casas donde vivieron las Beguinas, cuyos recintos se llamaban Beguinatos. Las casas eran individuales dentro de un recinto amurallado donde no podían acceder lo hombres ,formando comunidades de apoyo mutuo y cada una conservando su propia individualidad y libertad.
  • La mayoría de beguinatos que se conservan  han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Enlaces de interés :

https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/6740/1/el-imaginario-de-la-luz-en-la-mistica-cortes-de-matilde-de-magdeburgo.pdf

https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/143580/TFG%20Cristina%20Florido%20Tallafigo.pdf?sequence=1

 Juliana de Norwich



Dios es nuestra Madre

“Es una característica de Dios hacer que el bien venza el mal.

Por tanto Jesucristo, que opuso venció también El, con el bien, el mal; es nuestra verdadera Madre: nosotros recibimos nuestro “Ser” de El – y aquí inicia Su Maternidad – y con ella la dulce Protección y Custodia del Amor que nunca dejará de circundarnos.

Como es verdad que Dios es nuestro Padre, así es verdad que Dios es nuestra Madre.

Y esta verdad El me la mostró en todas las cosas, pero especialmente en aquellas dulces palabras cuando dice: « Yo soy el que soy ».

Es como decir, yo soy la Potencia y la Bondad del Padre; yo soy la Sabiduría de la Madre; yo soy la Luz y la Gracia que es amor beato; yo soy la Trinidad; yo soy la Unidad, yo soy la soberana Bondad de todas las cosas, yo soy Aquél que te hace amar, yo soy Aquel que te hace desear, yo soy la satisfacción infinita de todos los verdaderos deseos. (…)

Nuestro altísimo Padre, Dios omnipotente, que es el Ser, nos conoce y nos ama desde siempre: en un tal conocimiento, por Su maravillosa y profunda caridad y por el consenso unánime de toda la Trinidad beata, El quiso que la Segunda Persona fuese nuestra Madre, nuestro Hermano, nuestro Salvador.

Es por tanto lógico que Dios, siendo Padre nuestro, sea también nuestra Madre. El Padre nuestro quiere, la Madre nuestra opera y nuestro buen Señor, el Espíritu Santo, confirma; por ésto a nosotros nos conviene amar a nuestro Dios, en el que tenemos el Ser, darle gracias reverentemente y alabarlo por habernos creado, y rezar ardientemente a nuesta Madre para obtener misericordia y piedad, y rezar a nuestro Señor, el Espiritu Santo , para obtener ayuda y gracia.

Y vi con completa certeza que Dios, antes de crearnos, nos ha amado, y Su amor nunca ha disminuido, y nunca lo hará. En este amor El ha hecho todas Sus obras, y en este amor El hace que todas las cosas sean para nuestro provecho; y en este amor nuestra vida es eterna.

En la creación hemos tenido un inicio, pero el amor con el que El nos ha creado estaba en El desde siempre : y en este amor nosotros tenemos nuestro inicio.

Y todo ello nosotros lo veremos en Dios, eternamente.“

De: El libro de las revelaciones de Amor de  Juliana de Norwich



«Entonces nuestro buen Señor abrió mi ojo espiritual y me mostró mi alma en el centro de mi corazón. La vi tan grande como si fuera una ciudadela infinita, un reino bienaventurado; y tal como la vi, comprendí que es una ciudad maravillosa. En el centro de esa ciudad se encuentra nuestro Señor Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, una persona apuesta y alta, obispo supremo, rey solemne, señor honorable. Le vi espléndidamente vestido. Se sienta erguido en el centro del alma, en paz y reposo, y gobierna y guarda el cielo y la tierra y todo lo que es. La humanidad y la divinidad se sientan allí en reposo; la divinidad gobierna y protege, sin instrumento ni esfuerzo. Y el alma está enteramente habitada por la divinidad, supremo poder, suprema sabiduría y suprema bondad».

De: El libro de las revelaciones de Amor de  Juliana de Norwich

La imagen aparece en el pórtico de la catedral anglicana de Norwich

 Juliana de Norwich (8 de noviembre de 1342 – c. 1416). Escritora. considerada una de las más grandes escritoras místicas cristianas de Inglaterra.

En un lugar cercano a Norwich nació una niña en un hogar humilde. La historia no ha certificado que se llamara Juliana de nacimiento o si, por el contrario, adoptara este nombre más adelante cuando se convirtió en una anacoreta (una mujer que se retira de la vida secular con fines religiosos), tomó el nombre de «Juliana», porque su celda fue construida en la pared de la iglesia de San Julián de Norwich. Originalmente, se cree que la iglesia fue nombrada, ya sea por san Julián el Hospitalario o san Julián de Le Mans. Lo que si sabemos seguro es su fecha de nacimiento ya que Juliana relata que ella era de treinta años y medio de edad cuando recibió sus visiones y así es como sabemos que ella nació en 1342. Un editor escribe, que uno de los manuscritos conservados habla de ella como una «mujer devota, que es una reclusa en Norwich, y todavía con vida, en 1413. Hay una evidencia que se encuentra en un documento contemporáneo que Juliana estaba viva en 1416, y que tenía una criada que vivía en una habitación contigua a la celda.

Como anacoreta, Juliana vivió una vida solitaria, sin dejar nunca su celda. Le llevaban las comidas, y mantuvo un pequeño jardín cerrado por una pared alta. La celda tenía dos ventanas, una hacia la iglesia y la otra hacia la calle. Juliana se hizo conocida en Inglaterra por el asesoramiento espiritual que allí ofrecía. Aparte de escuchar a través de una ventana con cortinas a los que venían a pedir consejo, vivía en completo aislamiento, probablemente con un gato, y en el arte se la representa a menudo con su gato. Es posible que debido a su labor de consejera cuando Juliana vivía, la llamaban «Madre Juliana», como está escrito en el monumento fúnebre que contiene sus restos mortales. 

Sea como fuere, lo que sí se ha recogido es lo que extrañamente sucedió cuando esta mujer contaba 30 años y enfermó gravemente. Juliana se apagaba y una monja se sentó a su lado para rezar por ella. Una gran cruz estaba colgada en frente de su cama. Juliana no dejaba de mirarla. Pronto, en su rostro se vislumbró el frío y la angustia que precede a la muerte. Sin embargo, en el transcurso de esa enfermedad, experimentó “una revelación de amor a través de dieciséis visiones” a las que ahora conocemos con el título de El libro de las revelaciones de Amor o Showings. Acudió un sacerdote por la mañana al día siguiente para darle la extrema unción y le mostró un crucifijo. Cuenta Juliana que toda la habitación se oscurece menos el crucifijo sobre el que cae una intensa luz y de repente acontece la visión:

Después de las visiones, Juliana se cura totalmente. A partir de ese momento vivirá recluida para escribir su obra magna. Cuando se recuperó, escribió un libro acerca de esas visiones, Revelaciones del Amor Divino, que también se le ha conocido como el Texto Corto. Este sigue siendo el libro más antiguo conocido escrito en inglés por una mujer. Varias décadas más tarde, ella comenzó a trabajar en un segundo libro, explorando más a fondo el significado de sus visiones, y se conoce como el Texto Largo. El libro incluye la frase más famosa de Juliana:

En este segundo texto fue integrado el primero y ampliado por medio de una intensa labor exegética. Hay en este segundo texto una clara voluntad de estructuración, de modo que las visiones aparecen ordenadas en dieciséis shewings, literalmente ‘mostraciones’, término que alterna con revelations(revelaciones) y con sight (visión), haciendo hincapié en el carácter pasivo de la visión en la medida en que no es tanto ella quien ve, sino Dios que le muestra (shew) la visión.

Durante su juventud, Juliana deseó tres cosas fundamentales:

La primera: la memoria de la Pasión. La segunda : una enfermedad corporal. La tercera: recibir de Dios tres heridas (…) la herida de la verdadera contrición, la herida de la compasión de amor, y la herida de anhelo de la voluntad de Dios.

Norwich en aquella época era un importante foco de vida religiosa y comercial. La peste negra afectó notablemente a la ciudad. Una que, por cierto, como en el resto del mundo, mantenía a la mujer en un plano marginal. Es por ello que Juliana sabía a lo que se enfrentaba al escribir por primera vez:

Juliana es considerada la primera mujer católica en escribir largo y tendido acerca de Dios como madre. Sus ideas profundas hablan poderosamente hoy tanto a las mujeres como a las personas queer creyentes.

 Juliana sorprende también porque nos habla sobre «la Madre Jesús»:

La divinidad femenina es sólo una de las muchas revelaciones que han hecho que Juliana sea querida por el público. Juliana también utiliza objetos de la vida cotidiana para ilustrar la naturaleza amorosa y misericordiosa de Dios. Por ejemplo, en una visión Dios le muestra a Juliana un objeto pequeño como una avellana en la palma de su mano. Juliana escribe:

Juliana ha sido considerada por muchas feministas cristianas una auténtica heroína. Esta obra –Showings– la hizo muy popular en su tiempo, hasta el punto que una mujer llamada Margery Kempe, abandonó a su familia para llevar una vida religiosa y peregrinar hasta lugares santos. Uno de ellos es el Norwich de Juliana a la que tanto había admirado, que acudió a Norwich en 1413 para recibir sugerencias sobre su vida espiritual. Kempe es considerada la primera autora de una autobiografía en inglés. Allí contará cómo Juliana le enseñó el camino a seguir.

El trabajo de Juliana es muy respetado por los teólogos, historiadores y estudiosos de la literatura, y actualmente hay docenas de traducciones de sus revelaciones, junto con un sinnúmero de comentarios. Poetas y escritores modernos tan diversos como T. S. Eliot, Denise Levertov, e Iris Murdoch hacen referencia a Juliana en su escritura.

Siglos después de la muerte de Juliana el escritor T.S.Eliot hizo suyas las mismas palabras que identificarían la mística de Juliana de Norwich en unos versos que se convirtieron en un homenaje a ella: 

Estado de simplicidad completa

(que cuesta nada menos que todo)

y todo acabará bien, y

cualquier cosa, sea cual sea, acabará bien

cuando las lenguas de llama se entrelacen

en el nudo de fuego coronado

y el fuego y la rosa sean uno.

Thomas Merton, monje trapense, teólogo, escritor, místico y activista, de los mas notables del siglo XX, comenta : “La teología de Lady Julian es una teología de la totalidad que lo abarca todo y de la plenitud del amor divino. Para ella, esa es la Realidad suprema, a la luz de la cual todo ser creado y todas las vicisitudes de la vida y de la historia se diluyen sin importancia. No ocurre que el mundo y el tiempo, el cosmos y la historia, sean irreales: pero su realidad es solamente una revelación de amor. Sin embargo, la revelación en sí no resulta inmediatamente clara. Hace falta una dádiva de Dios antes de que la luz irrumpa y el significado pleno del mundo se vea en su relación verdadera con Dios y sus eternos y amorosos designios”. (Místicos y Maestros Zen).

Y en su libro «Semillas de destrucción» Merton dice :

Lady Julian es sin duda una de las voces cristianas más notables. Cada vez se agranda más ante mis ojos, según tengo más años, y mientras que en otros tiempos andaba loco por San Juan de la Cruz, ahora no lo aceptaría a cambio de Julian aunque me dieran el mundo y las Indias y todos los místicos españoles envueltos en un mismo paquete. Creo que Lady Julian de Norwich es, con Newman, la mayor figura teológica inglesa. Lo es de veras, pues razona por su experiencia del centro substancial del gran misterio cristiano de la Redención. Da su experiencia y sus deducciones claramente por separado. Y la experiencia, desde luego, no es nada meramente subjetivo. Es el misterio objetivo de Cristo según ella lo capta, con la mente y la formación de una mujer inglesa del siglo XIV. Y esa Inglaterra del siglo XIV es y siempre ha sido para mí un mundo de luz, pues casi he vivido en ella”.

Juliana es venerada tanto por la Iglesia católica como por la anglicana y la luterana, y es considerada una santa por la devoción popular. La celda de Juliana ubicada en la Iglesia de San Julián, en Norwich, es visitada por peregrinos de todo el mundo.

Juliana fue tan avanzada y tan genia, que en una época en la que se enfocaba la mirada en el «temor a Dios» ella expresó la maravillosa y atrevida frase : “Dios no perdona, ama” .

«¿Querrías saber qué quiso decir tu Señor y conocer el sentido de esta revelación? Sábelo bien: amor es lo que Él quería.

¿Quién te lo revela? El amor. ¿Por qué te lo revela? Por amor… Así aprenderás que nuestro Señor significa amor»

(Juliana de Norwich, Il libro delle rivelazioni, cap. 86, Milán 1997, p. 320).

Enlaces de interés :

https://valenciaplaza.com/juliana-de-norwich-la-mistica-feminista

https://es.aleteia.org/2020/05/21/la-mistica-medieval-que-preconizo-el-famoso-todo-ira-bien

https://www.scielo.cl/pdf/rchilite/n99/0718-2295-rchilite-99-00035.pdf

https://julianofnorwich.org

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