Hoteles imprecisos
Me gustan las cosas que otros rechazan:
las bolsas de náilon que vuelan los días de tormenta,
la semilla desnuda por la rapacidad del pico,
las grúas quietas (tanto óxido repentino en la constancia de la intemperie);
tu risa exagerada en un garito escondido, tus manos ásperas (quieto, quieto);
la hipérbole, el drama, el frenesí de tus excesos;
la comida recalentada, la lluvia idiota del Norte de España,
el olor a tienda de mascotas de nuestra cama en todos los hoteles furtivos después del sexo;
las colillas platónicas de los cigarros que no fumas en todos los ceniceros,
tu ropa arrugada (la ropa nos duele y por eso la arrancamos) en el centro de un poema.… Leer más