Mi abuela
perdía sus recuerdos
como si destejiera
prolijamente
un tapiz prodigioso.
inevitablemente
caían sus memorias
en flores
de un árbol
vencido de veranos.
Solía sentarse
por las tardes
a mirar el jardín
por la ventana,
lavada en presente.
Mi hijita
se sentaba
junto a ella
a habitar el momento,
como si presintieran
-como si conocieran-
la fragilidad
del día.… Leer más