14 Poemas de Mariana Finochietto 

Mi abuela

perdía sus recuerdos

como si destejiera

prolijamente

un tapiz prodigioso.

Dulce,

inevitablemente

caían sus memorias

en flores

de un árbol

vencido de veranos.

Solía sentarse

por las tardes

a mirar el jardín

por la ventana,

lavada en presente.

Mi hijita

se sentaba

junto a ella

a habitar el momento,

como si presintieran

-como si conocieran-

la fragilidad

del día.

De :Cuadernos de la breve ceguera(La Magdalena 2014)

33

Las mujeres de mi casa
me enseñaron,
junto al oficio de los fuegos,
a coser prolijamente
en puntadas
simétricas,
exactas.
Punto a punto,
eslabones de una cadena
perdida en el origen
de los tiempos.
Minuciosa,
he bordado cuarenta años
la engañosa trama.
Nadie supo
cuántas noches
a la luz severa de las velas
cosí mis alas
con hilos de agua.
Nadie sabe
que sólo espero
la gracia
de una noche sin luna,
y una brisa propicia.

De :Cuadernos de la breve ceguera(La Magdalena 2014)

Cantamos.
De pie cantamos
las que callamos de rodillas.
Cantamos
desde los fondos de las cocinas,
desde las vidas anheladas,
desde los espejos
de nuestra imperfección.

Cantamos
desde las oficinas,
marcadas en las calles,
señaladas
por el dedo
de dios.

Cantamos
junto a los hijos
que criaremos,
junto a los hombres
que amaremos,
desde el mandato
que es la ley
y no.

Cantamos
por las que no cantan todavía.
Por esas
a las que se les negó la voz

35

Ésta era la muerte,
entonces.
Este jadeo en pos del aire,
la mano que se estira
en busca de la luz.

Hay cierta belleza
en al afilada línea
que dibuja
la urgencia
en los huesos.
La muerte pule
a los cuerpos
como el mar
a las piedras.

Si se lograra,
por un instante,
despojarse
de la vanidad de la tristeza,
se podría observar
que jamás
esos ojos que se extinguen
tuvieron tanta luz.

De: “La hija del pescador” (Editorial La Magdalena, 2016)

La mujer
que fue sirena
busca tierra.

Huele al hombre
en la arena.

No lo sabe aún,
pero desea.

Cambia
su bella cola
de hembra y pez,
halla el pudor
en el extremo
de sus piernas.

¿Qué podrá cantar
mientras cubre
su desnudez
con un manto de estrellas?

En las tierras oscuras donde el miedo era rey
construí una casa con el barro del río.
Sometí a la materia, la moldee entre mis manos,
le di forma de hombre, de ventana, de hijo.
Con mis ojos de amor parí cada mañana
un sol para entibiarme en los días más fríos.
Vi crecer las glicinas, florecer, derramarse,
convertirse en manojos de violencia azulada.
Vi pasar a los pájaros en su huida hacia el sur.
Los contemplé al volver en la urgencia del nido.
Todo es tan poco siempre cuando se mira lejos.
Tan poco y diminuto y lejano y perdido.

Debo dar las gracias a mis pequeñas muertes
por este cuerpo mío de vida generosa.
Llevo la cicatriz del que ha perdido todo de una perra vez.
Como todo el que aprende, yo también aprendí
que uno es apenas la suma
de todos los demonios que se ha devorado.

Soy mujer y soy triste

Soy mujer y soy triste:
buen dato para mi biografía.
Soy mujer, soy triste, y soy poeta, 
y llevo en las manos un puñado de hijos
como quien lleva en la mano una flor.
Tengo un hombre al que quiero
y que suele quererme,
cuando dejo de estar triste 
y escribo poemas de amor.
Si no escribo, 
me han dicho,
puedo ser bastante irritante.
Pero bien.
Soy mujer y soy triste y escribo 
para ser más feliz.
Tampoco es cierto.
Pero puedo mentir, 
porque al fin y al cabo 
soy poeta
y se ha dicho que escribir presentifica 
y yo quiero
el presente que queremos todos.
Sonreír porque sí cada mañana,
abrazar a mis hijos, a mi hombre, 
y escribir “soy feliz”
en una hoja.

Será Que Yo No Sé

Y yo te amaba

y no,

yo te quería

como se quieren

a veces los silencios

y otras veces

el grito brutal que no se calla.

Será que yo no sé de amor,

me lo dijiste

tan seguido que llegué a creerte.

Tengo

en las manos un temblor

que he llegado a entender,

entre las cosas que entendí de adulta:

el porqué de algunas cosas se me escapa

pero comprendo mejor

al tiempo y a la muerte,

y a la vejez entrándome en los huesos.

Pero al amor,

yo no lo entiendo.

Ni siquiera.

De : Madura (Editorial Sudestada, 2021)

A cierta edad

A cierta edad,

se pierden la memoria

y los prejuicios.

Se sabe que es preciso,

por no decir urgente,

nombrar a las cosas por su nombre:

el pan es pan, el vino es vino

y lo que fue desdén

puede llamarse, sin pudor,

resentimiento.

Es imperioso darle

un

nuevo orden a las cosas,

señalarlas

con palabras de fuego

antes

de que las alcance el olvido.

Aquí la soledad,

aquí la calma,

aquí el deseo.

Sería el momento

ideal para el amor,

si aún tuviéramos ganas,

si aún tuviéramos tiempo.

De : Madura (Editorial Sudestada, 2021)


Las mujeres hermosas
envejecen
igual que el resto de las mujeres.
Se las ve,
llevando el peso de la edad sobre los hombros,
como esos vestidos
a los que nunca se acostumbra.
Tal vez
sea la vejez
la ropa más incómoda que se han probado.
Las ves,
inclinándose como magnolias
vencidas por la lluvia,
pero aún resplandecientes.

De : Madura (Editorial Sudestada, 2021)

II

¿Qué nombrábamos entonces,

qué palabras

le buscábamos al viento

cuando decir era todo lo que había?

Ato las dos puntas de la tarde

y en un acto de magia

las deshago.

Se hacen polvo en el aire, partícula a soplar.

Ceniza.

Nada.

Toda palabra dicha ya es pasado.

Sólo el silencio sucede en el presente.

III

Levísima,

sin peso,

como si no estuviera ahí,

golpeando

tres veces el suelo,

obstinada,

ciega,

absurda;

como si pudieras

abandonar la soledad,

la certeza de la soledad

la costumbre de la soledad,

y mirarme;

como si no fueras

otra parodia de amor,

como si no fuera

otra heroína de novela,

esperando por vos,

trenzando

las trenzas de mi pelo imaginario

para

cuando quieras escapar de tu castillo.

Ay, amor,

los perros de la felicidad aúllan por mí.

Los escucho

hambrientos en la noche,

reclamando la vida que les debo.

Ay, amor

yo me voy,

yo me estoy yendo

levísima,

sin peso,

como quien pisa

las hojas caídas

de un árbol destinado a ser otoño.

De : Quiero Sacar la Cabeza por la Ventanilla de tu Coche (Halley Ediciones,2023)

V

Mi dedo

traza una huella en el mantel.

La tela cede,

dócil,

a la embestida.

Un remolino de flores

danza sobre la mesa,

frenético y azul.

Avanzo

guiada por la selva

hasta el rastro oscuro de tu copa,

me refugio

en el cóncavo amparo de tu ausencia.

De : Quiero Sacar la Cabeza por la Ventanilla de tu Coche (Halley Ediciones,2023)

Aquí había un amor.

Todo amor se merece
un nido,
un vuelo
o dos.

Porque el amor
que no es pájaro
se vuelve
piedra.

Mariana Finochietto ( General Belgrano, Buenos Aires, Argentina, 1971). Poeta .

Estudió Bibliotecología y Filosofía. En la actualidad coordina Microversos, talleres de exploración literaria.

Pasó su primera infancia rodeada de animales, árboles y libros. Comenzo a escribir a los 14 años. Y despues de un largo tiempo, a los 40 años retomo la escritura.

Actualmente vive en City Bell, La Plata, AR. Está casada y es madre de cuatro hijos.

Obra publicada :

  • Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena 2014).
  • Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)
  • La hija del pescador (La Magdalena, 2016).
  • Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018)
  • El orden del agua, GPU Ediciones (2019)
  • Madura (Editorial Sudestada, 2021)
  • Quiero Sacar la Cabeza por la Ventanilla de tu Coche (Halley Ediciones,2023)

Enlaces de interés :

Blog de Mariana Finochietto : http://temblor-esencial.blogspot.com/2016/

Salvo el crepúsculo: Entrevista a Mariana Finochietto

http://treninsomne.com.ar/vagon-MarianaFinochietto.html

https://diariohoy.net/interes-general/mariana-finochietto-una-poeta-de-city-bell-168442

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