8 Poemas de Margaret Randall
“ Hay que escribir desde quien una es, siempre, de otra manera no estas escribiendo tú, sino cualquiera en tu lugar”
M. Randall
Suspicion and Empty Parables
We are traveling somewhere
but have no map.
The lines on my palm shimmer
as electric current
spiders pads of flesh
speaking a language no one knows.
There are two of us and then
I am alone, but soon
thousands accompany me
until each disappears
following promises made
before they were born.
Carrying the past like that
is a heavy burden,
weighted with suspicion
and empty parables.
Those who can’t keep up
burn out like dying stars.
We can still see their light
but know it is
a reflection of something ancient
and cold,
precious in memory
but useless now.
I have always kept a travel journal,
believed it would serve
those alive after I’m gone.
In my dream I see its pages
dissolving in the fire
that’s consumed an entire town.
I can no longer crouch behind
the Other.
Famine and fire have swept us
from that mirror
where I once felt
the disingenuous safety of exception.
Sospecha y parábolas vacías
Viajamos a alguna parte
pero no tenemos mapa.
Las líneas de mi palma relucen
como corriente eléctrica
almohadillas de carne
que hablan un idioma desconocido.
Quedamos dos, y después
estoy sola, pero enseguida
hay miles que me acompañan
hasta que cada cual desaparece
detrás de una promesa hecha
antes de que hubiera nacido.
Llevar así el pasado
es un gran lastre,
cargado de sospecha
y parábolas vacías.
Los que no pueden seguir
se queman como estrellas que agonizan.
Todavía podemos ver su luz
pero sabemos
que es el reflejo de algo antiguo
y frío,
precioso en el recuerdo
pero ahora inútil.
Siempre llevé un diario de viaje,
creía que les iba a servir a
los que quedaran después de haberme ido.
En mis sueños veo disolverse
esas páginas en el fuego
que consume una ciudad entera.
Ya no me puedo agazapar más
detrás del Otro.
La hambruna y el fuego nos barrieron
de ese espejo
donde una vez sentí
la seguridad hipócrita de la excepción.

The Gloves
for Rhoda Waller
Yes, we did march around somewhere and yes it was cold
we shared our gloves because we had a pair between us
and a New York City cop also shared his big gloves with me
–strange, he was there to keep our order
and he could do that and I could take that back then.
We were marching for the Santa María, Rhoda,
a Portuguese ship whose crew had mutinied.
They demanded asylum in Goulart’s Brazil
and we marched in support of that demand
in winter in New York City, back and forth
before the Portuguese consulate
Rockefeller Center 1961.
I gauge the date by my first child
–Gregory was born late in 1960–
as I gauge so many dates
by the first the second the third the fourth
and I feel his body now again, close to my breast
held against cold to our strong steps of dignity.
That was my first public protest, Rhoda,
strange you should retrieve it now
in a letter
out of this love of ours alive these many years.
How many protests since that one, how many
marches and rallies
for greater causes, larger wars, deeper wounds
cleansed or untouched by our rage.
Today a cop would hardly unbuckle his gloves
and press them around my blue-red hands.
Today a baby held to breast
would be a child of my child a generation removed.
The world is older, and I in it am older
burning slower with the same passions.
The passions are older and so I am also younger
for knowing them more deeply and moving in them
pregnant with fear, but fighting.
The gloves are still there in the cold
passing from hand to hand.
Los guantes
para Rhoda Waller
Es cierto. Marchábamos en algún lugar
y hacía frío, y compartíamos los guantes
porque sólo teníamos un par entre las dos,
y un policía de New York City compartió también
los suyos, grandísimos, conmigo –qué extraño,
él estaba allí para mantener el orden
y entonces podía ofrecérmelos y yo aceptarlos.
Marchábamos por el Santa María, un barco
portugués cuya tripulación se había amotinado.
Ellos exigían asilo en el Brasil de Goulart
y nosotras desfilábamos en su apoyo
en medio del invierno, en New York City,
yendo y viniendo frente al Consulado de Portugal,
Rockefeller Center, 1961.
Fijo la fecha por mi primer hijo–Gregory nació a finales de 1960–,
como fijo muchas otras fechas por el primero, la segunda,
la tercera, el cuarto, la cuarta,
y siento su cuerpo en este instante
de nuevo junto a mi pecho,
sostenido contra el frío
por nuestros fuertes pasos de dignidad.
Esa fue mi primera protesta pública, Rhoda,
extraño es que la recuerdes ahora,
en esta carta que habla de una amistad
que ha sobrevivido tantos años.
Cuántas protestas desde aquélla, cuántos
desfiles y concentraciones por causas más grandes,
guerras más largas, heridas más profundas,
tocadas o no por nuestra pasión.
Hoy por nada del mundo un policía se quitaría
los guantes, ofreciéndolos con insistencia
para que me proteja las manos violáceas.
Hoy un niño, apretado contra mi pecho, sería un hijo
de mi hijo, una generación adelante.
El mundo es más viejo y yo dentro de él he envejecido.
Ardo más lentamente con las mismas pasiones.
Las pasiones son cada vez más viejas y, por tanto,
yo cada vez más joven, porque las vivo
con más conocimiento de causa, y me muevo dentro
de ellas, preñada de miedo, pero sin doblar las rodillas.
Los guantes siguen allá, en el frío
y pasan de mano en mano.
(Traducción de Víctor Rodríguez Núñez)

The Green Clothes Hamper
Rain almost hides my mountains today.
Low clouds snag the rocky skirts, colors
of rain and clouds clean everything.
I speak of the rain, the clouds, the living
colors of this land
because it seems impossible to cut this silence with words
my grandfather was a sick and evil man
posing as healer.
Now I retrieve his hands and eyes, his penis
filling my tiny infant mouth
as he forced himself into a body, mine,
that still finds reason easier than feeling.
Here is the green Lucite top
of a clothes hamper where rape impaled diapers.
Here is memory catching up with itself,
overtaking asthma, compulsive food, fear
of that which is not itself.
This lost green hamper. My body coming home.
El cesto verde de ropa
Hoy, la lluvia casi oculta mis montañas.
Las nubes bajas tiran de las faldas rocosas, los colores
de la lluvia y las nubes lo limpian todo.
Hablo de la lluvia, de las nubes, los vivos
colores de esta tierra
porque parece imposible cortar este silencio con las palabras:
mi abuelo era un hombre enfermo y malo
que se hacía pasar por religioso.
Ahora recobro sus manos y sus ojos, su pene
llenando mi boca infantil
mientras se mete a la fuerza en un cuerpo, el mío,
que aún encuentra más sencilla la razón que el sentimiento.
Aquí está la tapa de plástico verde
de un cesto para ropa con pañales empalados.
Aquí está la memoria que se alcanza a sí misma,
sobrepasa el asma, la comida compulsiva, el miedo
por todo lo que no es ello mismo.
El cesto verde de ropa. Mi cuerpo que vuelve a casa.

Preface
Nineteen-thirty-six. I hurried as always
but was late. Eight centuries
or ten thousand years,
my small story fixed to my back.
Food came weighed and wrapped,
shelter engorged as surplus.
My own, my own, my own
was a mantra I could sing
in any season.
I could be who I was
and also anyone else.
I was late and also much too early,
came to justice
before its time.
Unprepared to receive me,
its rough grasp hurt my hand,
embedded its promises in my flesh.
Juggling gender
I was early and also late.
Juggling children, service,
my explosion of words
on stone, parchment,
or floating cyber cloud.
Only poetry and love met me
where we laughed.
After so many false starts
they came in whole and sure
before the finish line.
My hand fit the ancient print,
a radius of living settled
on my shoulders.
I am lunar standstill now,
calendar of hope.
It is 2018, and I discover
I am perfectly on time.
Soon I will disappear
together with all my kind,
and the earth
with its synchronized clock
will wake some blue-green morning
its rhythms safe for a while.
Prólogo
Mil-novecientos-treinta y seis. Siempre iba apurada
pero llegaba tarde. Ocho siglos
o diez mil años,
mi pequeña historia sujeta a mi espalda.
La comida llegaba bien envuelta y con su peso exacto,
la protección y el refugio quedaban de excedentes.
Lo mío, lo mío, lo mío
era un mantra que podía cantar
en cualquier estación.
Podía ser quien era
y también otra persona.
Llegaba tarde y también demasiado temprano,
Llegaba a la justicia
antes de su hora,
quien no estaba preparada para recibirme,
su áspero modo de agarrar lastimaba mi mano,
clavaba sus promesas en mi carne.
Haciendo malabarismos con el género
Llegaba temprano y también tarde.
Los niños, el servicio a los demás,
la explosión de mis palabras
sobre roca, sobre pergamino
o flotando en un ciber-nube.
Solo la poesía y el amor se encontraban conmigo
allí donde nos podíamos reír.
Después de tantos comienzos falsos
ellos llegaban enteros y seguros
antes de la meta.
Mi mano coincidía con la huella antigua,
un radio de la existencia
que descansa sobre mis hombros.
Ahora soy la convergencia lunar,
un calendario de esperanzas.
Es el 2018, y descubro
que estoy perfectamente a tiempo.
Pronto desapareceré
junto a toda mi especie
y la tierra
con su reloj sincronizado
despertará en una mañana verde azul
sus ritmos
por un tiempo a salvo.
(Traducción de María Vázquez Valdez)

Numbed to the Action on the Ground
My memory was all but
battered into silence,
made thin and sparse
as it crossed the 17th parallel
clinging to my hand.
It wasn’t aboard those helicopters
lifting off the embassy roof
in a city renamed
after Ho Chi Minh,
but sparred with images
filling our TV screens, tried
to balance their impact
with what it had heard
from mothers and sisters
about why the fighting stopped.
When we abandon them
our memories corrode
in a swamp sewn with guilt
or numbed to the action
on the ground.
Now I retrieve my memory
from where it cowers,
fold it neatly
or place it in my closet
on a hanger of bent wire.
I’ve never sent it out to be cleaned,
washed it by hand or machine,
yet human eyes
cannot see the stains
bestowed by history books.
They tell the wrongs stories
then walk away,
confident no one will notice,
question their credibility
or catch them in their lies.
My memory notices. It speaks
with the sure voice of age,
pronounces each word
like the images it saw
and recorded so long ago.
Entumecidos para la acción sobre el terreno
Mi memoria fue de todo menos
domesticada para guardar silencio,
adelgazar y dispersarse
al cruzar el paralelo 17
agarrada de mi mano.
No estuvo a bordo de esos helicópeteros
que despegaron del techo de la embajada
en una ciudad que rebautizaron
después de Ho Chi Minh,
pero entrenó con las imágenes
que llenaban las pantallas de nuestra TV, trató
de compensar el impacto
con lo que había oído decir
a madres y hermanas
acerca de por qué pararon la contienda.
Cuando los abandonamos
nuestros recuerdos se corrompen
en un pantano, cosidos a la culpa
o entumecidos para la acción
sobre el terreno.
Ahora recupero mi memoria
la saco de donde se esconde,
la doblo prolijamente
o la guardo en una percha
de alambre en mi ropero.
Nunca la hice limpiar,
ni lavar a mano o a máquina,
ningún ojo
pudo verle las manchas
estampadas por los libros de historia.
Los que cuentan historias falsas
y se van,
confiados en que nadie va a darse cuenta,
a cuestionar su credibilidad
ni a descubrirlos mintiendo.
Mi memoria se da cuenta. Habla
con la voz segura de los años,
pronuncia cada palabra
así como las imágenes que vio
y grabó hace tanto.

Everyone Lied
We wanted to make the world a better place
but everyone lied,
fought power with humble flesh,
blood, brilliance,
and the luck of the innocent.
The enemy’s lies assaulted us, their language
diminished our numbers,
turned us against one another,
touched lovers, confused our sense
of who we were and why.
And we lied about them, claimed they were
drug dealers and murderers,
all their food poisoned,
all their streets unsafe.
Then we lied about our own,
sowed serious doubt, set fatal traps.
Of course we lied to the CIA
and others who tortured us,
but also to our parents, children,
and those who came to us
for truth.
We lied by omission, convinced we must
reveal no contradiction.
The real story could only benefit
those who would destroy the dream,
who wanted us dead.
Accounts to be settled later.
We lied to protect our own and then
to justify not protecting our own.
We lied on a need to know basis,
parroted our leaders
even when they pretended genocide away.
We failed to question his disappearance,
100 knife-wounds in her body,
followed our leaders who lied to us,
then lied to ourselves:
the pain that changed our molecules.
Until later turned out to be the promise
we could not keep, a tired ghost
destined to wander hollow-eyed:
the lie that would come back to haunt
a sacrifice too big to name.
Todos mentimos
Quisimos hacer del mundo un lugar mejor
pero todos mentimos.
Luchamos contra el poder con humildad,
entrega, inteligencia
y la suerte del inocente.
Las mentiras del enemigo nos invadieron, su lenguaje
disminuyó nuestras filas,
nos colocaron unos contra otros,
tocaban a los amantes, confundiendo
quiénes éramos y por qué.
Y nosotros mentimos sobre ellos, alegando
que eran narcotraficantes y asesinos,
que sus alimentos estaban envenenados
y sus calles no eran seguras.
Después mentimos sobre nosotros mismos
sembrando graves dudas, poniendo trampas terribles.
Por supuesto que le mentimos a la CIA
y a los otros torturadores.
Pero también a nuestros padres, a nuestros hijos
y a todos aquellos que deseaban de nosotros
la verdad.
Mentimos por omisión, convencidos de que teníamos
que ocultar las contradicciones.
La verdadera historia solo podía beneficiar
a los que anhelaban destruir el sueño,
a los que nos querían muertos.
Las cuentas se saldarían más tarde.
Mentimos para proteger a los nuestros y para justificar
que no nos protegíamos.
Mentimos a cerca de la necesidad de conocer lo esencial,
repetíamos como papagayos las palabras de nuestros líderes,
incluso cuando fingían no haber cometido ningún genocidio.
No cuestionamos la desaparición de él,
las cien puñaladas en el cuerpo de ella,
seguimos a nuestros guías que nos mentían,
y entonces mentíamos a nosotros mismos:
el dolor que cambió nuestras moléculas.
Hasta que luego nos convertiríamos en la promesa
que no cumpliríamos, en un fantasma agotado
y destinado a vagar con los ojos huecos:
la mentira que volvería a rondar un sacrificio
demasiado grande para ser nombrado.
Traducción de Israel Domínguez

Nothing was What it Pretended
Words I’d never heard took up residence
in my mouth.
Montaño, even if city signage
refused to put the tilda over the n,
names like De Vargas, Cabeza de Vaca
or Juan Tabó,
shepherds and assassins enshrined on street corners
unquestioned and mispronounced.
Indian words like Acoma, Navajo—now Diné—
or place names like Canyon de Chelly
the conquerors left us with
when they couldn’t speak what they couldn’t hear.
Names imposed: Oñate, Coronado, Santa Fe.
Another’s holy faith bringing death
and leaving division, delighting
those who arrive on private planes.
Common words like tijeras and frijoles,
scissors and beans
began to quiver on my tongue,
stood easily in later years.
I too came from somewhere else,
a childhood far away,
with other sounds in my ears,
other familiars in my mouth.
The new words tested teeth, stretched lips
and exercised my landscape
until language caught meaning in its net
and I knew nothing was what it pretended.

Nada es lo que parece
Palabras nunca oídas tomaron residencia
en mi boca.
Montaño, aunque los letreros
se rehusaron a poner tilde sobre la n,
nombres como De Vargas, Cabeza de Vaca
o Juan Tabó,
pastores y asesinos consagrados a las calles
absolutos y mal pronunciados.
Palabras indias como Acoma, Navajo—ahora Diné—
o nombres de lugares como Cañón de Chelly
que los conquistadores nos dejaron
cuando no fueron capaces de decir lo que escuchaban.
Nombres impuestos: Oñate, Coronado, Santa Fe.
La fe santa de otros que trae muerte,
deja división y deleita
a aquellos que llegan en aviones privados.
Palabras comunes como tijeras y frijoles
tijeras y frijoles
comenzaron a temblar en mi lengua,
se mantienen en pie en los años venideros.
Yo también vine de otra parte,
una niñez lejana,
con otros sonidos en mis oídos,
otras palabras familiares en mi boca.
Las palabras nuevas probaron dientes, estiraron labios
y ejercitaron mi paisaje
hasta que el lenguaje atrapó al sentido en su red
y entendí que nada es lo que parece.
Made Rich by Art and Revolution
When I am gone and August comes
to my desert,
rain will soak sand,
its rich scent rising
to enter the lungs of another mother or walker,
someone whose intention and desire
I cannot know.
When I am gone this painting of little islands
miniature trees and birds
floating in a magical sea of blue
will hang in someone else’s house.
Will that person tell the story
of poor Nicaraguan peasants
made rich by art and revolution?
A granddaughter may inherit
my turquoise earrings.
The clay pans I’ve used for years,
their pungency filling the house,
will offer up a new generation
of bread.
Someone not yet born may read this poem.
But who will ask the questions
born of the answers
I juggle today.
Who will know the heat
of this great love,
or catch fragments of my memory
reassembling just before dawn.
Enriquecido por el arte y la revolución
Cuando me haya ido y llegue agosto
a mi desierto,
la lluvia remojará la arena,
su rico aroma se levantará
hasta entrar en los pulmones de otra madre o caminante,
alguien cuya intención o deseo
no puedo saber.
Cuando me haya ido esta pintura de pequeñas islas,
árboles y pájaros en miniatura
flotando en un mágico azul del océano
colgará en la casa de alguien más.
¿Esa persona contará la historia
de campesinos nicaragüenses pobres
enriquecidos por el arte y la revolución?
Una nieta podría heredar
mis aretes turquesas.
Los moldes de barro que usé tantos años,
su olor llenando la casa,
ofrecerán una nueva generación
de pan.
Alguien que todavía no ha nacido quizá leerá este poema.
¿Pero quién hará las preguntas
nacidas de las respuestas
que yo encuentro hoy?
¿Quién conocerá el calor
de este gran amor,
o atrapará los fragmentos de mi memoria
reuniéndose justo antes del amanecer?
Traducción de María Vázquez Valdez

Margaret Randall ( Nueva York, EE.UU., 6 de diciembre de 1936). Poeta, ensayista, historiadora oral y fotógrafa feminista estadounidense. Se le considera integrante de la Generación beat.
Tras terminar sus estudios de bachillerato en Albuquerque, Nuevo México, dio sus primeros pasos como poeta en Nueva York, donde permaneció por tres años. Ahí conoció y trabó amistad con algunos pintores del Expresionismo Abstracto, los poetas del Black Mountain College y la Generación Beat. Asimismo trabajó en las oficinas de ayuda para los refugiados españoles.
A finales de 1961, arribó a la Ciudad de México con su hijo, Gregory a quien tuvo muy joven, y allí contrajo matrimonio con el poeta Sergio Mondragón, con quien tuvo dos hijas, por lo que adquirió la nacionalidad mexicana. A inicios de 1962 ambos fundaron y dirigieron la revista bilingüe de poesía El Corno Emplumado/ The Plumed Horn. El Corno significó una plataforma para las voces disidentes que encaraban a las injusticias sociales, publicaron poetas y escritores de muchos lados del orbe traduciendo al inglés a poetas cubanos y al español a poetas de habla inglesa. La revista logró mantenerse con los aportes de amigos y otros escritores. Se publicó entre 1962 y 1969 alcanzado 31 números. Aquel proyecto se mantuvo estable hasta julio de 1968, fecha en que los editores se proclamaron a favor del movimiento estudiantil mexicano.
En la primavera de 1969, estando separada de Sergio y viviendo con el padre de la hija menor, los paramilitares registraron la casa y robaron el pasaporte mexicano, teniendo que pasar a la clandestinidad con los cuatro hijos. A partir de ese momento fue perseguida y hostigada hasta que en 1969 abandonó el país y se exilió en Cuba. Ahí permaneció durante la década de los setenta y trabajó en el Instituto del Libro, así como en diversas instituciones editoriales. En Cuba, estuvo casada con el trovador colombiano Antonio Castro. En 1974 visitó lo que entonces era Vietnam del Norte durante los últimos meses de la invasión norteamericana.
Después de la victoria sandinista en Nicaragua, Ernesto Cardenal es designado ministro de Cultura y Margaret Randall es invitada por Ernesto Cardenal, a quien había conocido en México, a hacer un trabajo de campo y luego escribir un libro sobre la mujer sandinista. Durante tres tres meses permanece en Nicaragua, regresa a Cuba para escribir el libro y en diciembre de 1980 estable la residencia en Nicaragua, para vivir de cerca la Revolución Sandinista.
De sus años en Cuba y Nicaragua aprendió la importancia de la historia oral, en especial la que era hecha por y para mujeres. Cuando regresó a Estados Unidos, en 1984, fue deportada y acusada por ser «comunista», razón por la que le negaron la entrada a su país natal. Tras una serie de juicios, logró ganar contra el Estado y recuperó su nacionalidad.
En 1990 se le otorgó el Premio Lillian Hellman y Dashiell Hammett para escritores víctimas de la represión política. Desde su regreso a EE.UU. hasta 1994 fue profesora en varias universidades estadounidenses.Ha impartido conferencias en diferentes universidades de América, especialmente en Estados Unidos y Cuba.
Randall tiene un hijo, tres hijas, diez nietos y dos bisnietos; se unió en pareja a los 50 años con la pintora Barbara Byers con quien vive desde hace 34 años.
En 2004 PEN Nuevo México le entregó el primer Premio Dorothy Doyle por una vida dedicada a escribir y al activismo en favor de los derechos humanos. En 2017 Literatura en el Bravo le dio su Medalla de Mérito Literario y en 2019 ganó el premio «»Poeta de Dos Hemisferios»» de Poesía en Paralelo Cero (Quito, Ecuador) y Casa de las Américas (La Habana, Cuba) le otorgó su Medalla Haydée Santamaría.
En 2019 la Universidad de New Mexico le conferió el Doctor Honoris Causa en Literatura. En 2020 ganó el importante premio «»George Garrett»» de la Asociación Estadounidense de Escritores y Programas de Literature (AWP).
Es autora de más de 150 libros de poesía, ensayo e historia oral.
Las colecciones de poesía y fotografía más recientes de la autora son :
Their Backs to the Sea (2009), My Town: A Memoir of Albuquerque, New Mexico, y As If the Empty Chair / Como si la silla vacía, She Becomes Time, About Little Charlie Lindbergh and other Poems, The Morning After: Poetry and Prose for a Post-Truth World, Againsta Atrocity y Starfish on a Beach: The Pandemic Poems (todos publicados por Wings Press), y Ruins (University of New Mexico Press).»
Enlaces de interés :
http://www.margaretrandall.org/
El primer número del El Corno emplumado (enero, 1962) fue digitalizado por Open Door Archive y se encuentra disponible en el sitio https://opendoor.northwestern.edu/archive/items/show/35
http://www.eloriente.net/home/2013/04/10/margaret-randall-y-las-mujeres-beat/
https://circulodepoesia.com/2018/04/poemas-y-una-conversacion-con-margaret-randall/
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-2953-2013-05-31.html