Cuento de hadas
la luna arrugada y grasienta
ilumina a la princesa dormida
que flota indemne
hacia el abismo de miedos
el príncipe, mientras tanto
esta ocupado en otras faenas
más accesibles
menos pretenciosas
cansado como está
de que por un beso
le exijan asaltar
el castillo del gigante
enfrentar el dragón demoníaco
pasar a caballo el ojo de una aguja
no quiere saber nada
de esas chicas difíciles
que disfrazadas de cenicienta
y sin saber fritar un pollo
prometen un final feliz
mas allá del sol
«una princesa es igual a todas»
– él piensa
por eso
se queda con la madrastra
motivos para danzar bajo la lluvia
una cabeza de mujer
asomada ligeramente a la ventana
una mano cercenada
una pequeña boca amarga
un corazón palpitante
periódicos bursátiles
cobijan en la acera
al hijo del hombre
perros hambrientos
claman justicia en las calles
la princesa deforme
murió en la bañera
la necropsia disculpó los motivos
(el forense se negó a examinarla)
poeta incendió céntrica pastelería
(su propietario es un critico de arte)
profesor de embriología
de la universidad de Harvard
dicta conferencia gratuita
en el centro de convenciones
la vida debe ser mejor que esto susana,
escoge la hora propicia
amordaza tu dolor
sostén tu respiración y libera tus vísceras
tal vez michima nos espere al otro lado del imperio
la verdad es algo más susana, la vida es otra cosa
Eternidad
Cada noche
mi cuerpo se desdobla
en todas las mujeres
que deseo
y cada una de ellas
espera pacientemente
para satisfacer a mi amante
cada noche
cada una de ellas
da una estocada perfecta
al despertar
un jirón de piel sobre mi almohada
me recuerda
como un pañuelo sangriento
que es sólo una tregua
que la perpetua arremetida feroz
continuará febril, desesperada
que las armas
solo toman aliento al amanecer
nunca se deponen
No importa cuantas veces
no importa cuántas veces
hayas perdido la inocencia
siempre vendrá a ti un hombre
que invoque la magia
y la recupere para ti
luego
por la maravilla de la inercia
te deshojara pétalo a pétalo
dejándote desnuda
liviana
lista para la próxima vez
para el próximo milagro
Jamás pertenecí a ninguna parte
Jamás pertenecí a ninguna parte, siempre fui una cosa extraña
a la que todos (sin excepción) se acercaron con curiosidad
manosearon y abandonaron luego con desencanto
saltando de lugar en lugar
vomitando verdades y contando cadáveres ajenos
la que fue incapaz de pertenecer al mundo
la niña grande que se negó a cumplir 19
la imprudente de rostro dulce y expresión amarga
que recorrió inútilmente cuerpos y avenidas
buscando miradas amables
la ciudadana número 45.752.961
que votó por Samper y no se pierde la novela de las 8
la hija del borracho
que penetró la noche y copuló en moteles baratos
esperando un milagro
o una taza de café caliente al final de la calle
O amor… ¿Por qué no?… Leer más