Elogio de la rosa
La Diosa que la rosa ensangrentara,
aun traspasado acerbamente el seno,
no se mostró indignada contra su hijo
por no ensoberbecerle. Mas guardando
dentro del corazón aquella herida,
se mordió el dedo, y dijo: «Te la guardo.
Por esta vez con el dolor ajeno
no quiero oscurecer tanta alegría».… Leer más