6 Poemas de Gertrud Kolmar

Die alte frau

Heut bin ich krank, nur heute, und morgen bin ich gesund.

Heut bin ich arm, nur heute, und morgen bin ich reich.

Einst aber werde ich immer so sitzen,

In dunkles Schultertuch frierend verkrochen, mit

     hüstelnder, rasselnder Kehle,

Mühsam hinschlurfen und an den Kachelofen knöchrige

     Hände tun.

Dann werde ich alt sein.

Meiner Haare finstere Amselschwingen sind grau,

Meine Lippen bestaubte, verdorrte Blüten,

Und nichts weiß mein Leib mehr vom Fallen und Steigen der

     roten springenden Brunnen des Blutes.

Ich starb vielleicht Lange schon vor meinem Tode.

Und doch war ich jung.

War lieb und recht einem Manne wie das braune nährende

     Brot seiner hungrigen Hand,

War süß wie ein Labetrunk seinem dürstenden Munde.

Ich lächelte

Und meiner Arme weiche, schwellende Nattern lockten

     umschlingend in Zauberwald.

Aus meiner Schulter sproßte rauchblauer Flügel,

Und ich lag an der breiteren buschigen Brust,

Abwärts rauschend, ein weißes Wasser, vom Herzen des

     Tannenfelsens.

Aber es kam der Tag und die Stunde kam,

Da das bittere Korn in Reife stand, da ich ernten mußte.

Und die Sichel schnitt meine Seele.

»Geh’,« sprach ich, »Lieber, geh’.

Siehe, mein Haar weht Altweiberfäden,

Abendnebel näßt schon die Wange,

Und meine Blume schauert welkend in Frösten.

Furchen durchziehn mein Gesicht,

Schwarze Gräben die herbstliche Weide.

Geh’; denn ich liebe dich sehr.«

Still nahm ich die goldene Krone vom Haupt und verhüllte

     mein Antlitz.

Er ging,

Und seine heimatlosen Schritte trugen wohl anderem

     Rastort ihn zu unter helleren Augensternen.

Meine Augen sind trüb geworden und bringen Garn und

     Nadelöhr kaum noch zusammen.

Meine Augen tränen müde unter den faltig schweren,

     rotumränderten Lidern.

Selten

Dämmert wieder aus mattem Blick der schwache,

     fernvergangene Schein

Eines Sommertages,

Da mein leichtes, rieselndes Kleid durch Schaumkraut-

     wiesen floß

Und meine Sehnsucht Lerchenjubel in den offenen Himmel

   warf.

(de Welten, 1937)

La mujer vieja 

Hoy estoy enferma. Mañana estoy curada.

Hoy soy pobre, sólo hoy. Mañana soy rica.

.

Pero un día me quedaré para siempre así,

envuelta, tiritando de frío, en un oscuro chal, la garganta

tosiendo, carraspeando,

arrastraré los pies con esfuerzo y pondré las manos huesudas

ante la estufa de cerámica.

.

Entonces seré vieja.

Mis cabellos, sombrías alas de mirlo, son grises,

mis labios, flores secas cubiertas de polvo,

y ya nada sabe mi cuerpo de las cascadas y saltos de las

rojas fuentes de la sangre.

.

Muerte quizá

mucho antes de mi muerte.

Y sin embargo fui joven.

.

Amante y buena con un hombre, como el pan moreno,

nutritivo, para su mano hambrienta.

Dulce como un refresco para la sed de su boca.

.

Sonreí,

y mis brazos, culebras flexibles, turgentes, estrechándole

lo atrajeron hacia el bosque encantado.

De mi hombro brotó un ala azul como el humo,

yo estaba tendida contra un pecho más ancho, frondoso,

murmurando hacia abajo un agua blanca, del corazón

de las rocas de abetos.

.

Pero llegó el día, la hora llegó,

en la que la amarga semilla estuvo madura,

en la que hube de recoger la cosecha.

.

Y la hoz cortó mi alma.

“Vete”, dije. “¡Amado, vete!.

Mira, en mis cabellos ondean hebras de vieja

la niebla del crepúsculo humedece ya mi mejilla,

y mi flor se marchita estremecida de frío.

Surcan mi rostro las arrugas,

fosos negros los pastos de otoño.

Vete, porque te quiero mucho”.

En silencio retiré la corona de oro de mi cabeza

y me cubrí el rostro.

Se marchó.

Sus pasos apátridas sin duda le llevaron a otro lugar

de descanso, bajo unas pupilas más duras.

Mis ojos están turbios y apenas logran unir

el hilo y el ojo de la aguja.

Mis ojos lloran bajo los párpados fatigados,

rugosos, ribeteados de rojo.

.

Rara vez

Vuelve a resplandecer en la mirada sin brillo

el débil reflejo, desaparecido hace tiempo,

de un día de verano,

cuando mi vestido ligero, chorreando, fluía

por los prados cubiertos de flores de berro.

Y mi nostalgia lanzaba al cielo abierto el grito alegre

de la alondra.


Aus dem dunkel

Aus dem Dunkel komme ich, eine Frau.

Ich trage ein Kind und weiß nicht mehr, wessen;

Einmal hab’ ich’s gewußt.

Aber nun ist kein Mann mehr für mich…

Alle sind hinter mir eingesunken wie Rinnsal,

Das die Erde trank.

Ich gehe weiter und weiter.

Denn ich will vor Tag ins Gebirge, und die Gestirne

schwinden schon.

Aus dem Dunkel komme ich.

Durch finstere Gassen schritt ich einsam,

Da jäh vorstürzendes Licht mit Krallen die sanfte Schwärz

zerriß,

Der Pardel die Hirschkuh,

Und weit aufgestoßene Tür häßliches Kreischen, wüstes

Gejohle, tierisches Brüllen spie.

Trunkene wälzten sich…

Ich schüttelte das am Wege vom Saum meines Kleides.

Und ich wanderte über den verödeten Markt.

Blätter schwammen in Lachen, die den Mond spiegelten.

Magere, gierige Hunde berochen Abfälle auf den Steinen.

Früchte faulten zertreten,

Und ein Greis in Lumpen quälte noch immer sein armes

Saitenspiel

Und sang mit dünner, mißtönig klagender Stimme

Ungehört.

Und diese Früchte waren einst in Sonne und Tau gereift,

Träumend noch vom Duft und Glück der liebenden Blüte,

Doch der wimmernde Bettler

Vergaß das längst und kannte nichts anderes mehr als Hunger

und Durst.

Vor dem Schlosse des Mächtigen stand ich still,

Und da ich die unterste Stufe trat,

Zerbarst der fleischrote Porphyr knackend an meiner Sohle. –

Ich wendete mich

Und schaute empor zu dem kahlen Fenster, der späten Kerze

des Denkenden,

Der sann und sann und nie seiner Frage Erlösung fand,

Und zu dem verhüllten Lämpchen des Kranken, der doch

nicht lernte,

Wie er sterben sollte.

Unter dem Brückenbogen

Zankten zwei scheußliche Gerippe sich um Gold.

Ich hob meine Armut als grauen Schild vor mein Antlitz

Und zog ungefährdet vorbei.

Im Fernen redet der Fluß mit seinen Ufern.

Nun strauchl’ ich den steinigen, widerstrebenden Pfad hinan.

Felsgeröll, Stachelsträucher verwunden die blinden, tastenden

Hände:

Eine Höhle wartet,

Die im tiefsten Geklüft den erzgrünen Raben herbergt, der

keinen Namen hat.

Da werde ich eingehn,

Unter dem Schutz der großen schattenden Schwinge mich

niederkauern und ruhn,

Verdämmernd dem stummen wachsenden Wort meines

Kindes lauschen

Und schlafen, die Stirn gen Osten geneigt,
Bis Sonnenaufgang.

(1937)

De la oscuridad

De la oscuridad vengo yo, una mujer.
Llevo un niño, no sé de quién;
en otro tiempo lo supe.
Pero no hay más hombre para mí…
Todos se han hundido a mi paso, como un riachuelo
que bebió la tierra.
Avanzo más y más lejos.
Porque quiero alcanzar las montañas antes de que se haga de día,
y se apagen las estrellas.

Vengo de la oscuridad.
Caminé sola por callejones oscuros
cuando de pronto se abalanzó una luz, despedazando con sus garras
la suave negrura,
el leopardo a la cierva,
y una puerta abierta del todo escupió una espantosa algarabía,
un griterío salvaje, un aullido animal.
Unos borrachos se revolcaron…
Todo esto lo sacudí del borde de mis ropas por el camino.

Y atravesé el mercado desierto.
Las hojas nadaban en los charcos, que reflejaban la luna.
Perros flacos, ansiosos, olisqueaban desperdicios sobre las piedras.
Pisoteadas, se pudrían las frutas,
y un viejo cubierto de harapos seguía torturando su pobre
instrumento de cuerda.
Cantaba en voz baja un desafinado lamento,
sin ser oído.
Y aquellas frutas que en otro tiempo maduraron al sol, con el rocío,
aún soñaban con el perfume y la dicha de la amorosa flor,
pero el mendigo quejumbroso
hacía tiempo que lo había olvidado y no conocía ya
más que el hambre y la sed.

Ante el palacio del poderoso me detuve en silencio,
y cuando pisé el escalón más bajo,
el porfirio rojo carne estalló, partiéndose bajo mi suela.
Me volví
y miré hacia arriba, hacia la ventana vacía, la tardía vela del pensador,
que meditaba, meditaba, y jamás se libró de su pregunta,
y hacia la lamparilla velada del enfermo que, por supuesto, no estudió
la forma en la que habría de morir.
Bajo los arcos del puente
dos esqueletos horribles se pegaban por el oro.
Yo alcé mi pobreza como un escudo gris ante mi rostro
y seguí mi camino sin ser molestada.

A lo lejos el río habla con sus orillas.

Ahora tropiezo al subir por el sendero de piedra, recalcitrante.
Los guijarros, los matorrales de espinas hieren las manos
que tantean a ciegas:
espera una gruta,
que en la más profunda hendidura alberga al cuervo verde metálico,
el que no tiene nombre.
Entraré ahí,
me acurrucaré bajo la sombra de sus grandes alas y descansaré.
Amodorrada escucharé cómo crece la muda voz de mi hijo
y dormiré, con la frente inclinada hacia el este,
hasta la salida del sol.

(1937)

Se cree que esta es la ultima foto de la familia Chodziesner alrededor de 1937 en su casa en Finkenkrug. Gertrud Kolmar es la mujer que está de pie en el extremo izquierdo.

El ángel en el bosque

Dame tu mano, tu mano querida, y ven conmigo,

pues queremos alejarnos de los hombres.

Son mezquinos, ruines, y su mezquina ruindad nos odia

y mortifica.

Sus ojos rondan maliciosos por nuestro rostro y su oído ávido

manosea las palabras de nuestra boca.

Recogen beleño…

Así que huyamos

a los campos soñadores que, gentiles, con flores y hierba,

confortan nuestros pies vagabundos,

al borde del río que, con paciencia, carga sobre su espalda

imponentes fardos, pesados barcos repletos de mercancías,

con los animales del bosque, que no murmuran.

Ven.

La niebla del otoño vela y humedece el musgo con brillos

mates, esmeralda.

Ruedan las hojas del haya, tesoro de monedas de bronce dorado.

Por delante de nuestros pasos, llama roja, temblorosa,

salta la ardilla.

Alisos negros, retorcidos, silban junto al pantano

en el resplandor cobrizo del atardecer.

Ven.

Porque el sol se ha puesto, se ha acostado en su cueva

y su aliento cálido, rojizo, se apaga.

Ahora se abre una bóveda.

Bajo el arco azul grisáceo entre las coronadas columnas

de los árboles estará el ángel,

alto, esbelto, sin alas.

Su semblante es dolor.

Y su vestido tiene la palidez glacial de las estrellas

que centellean en las noches de invierno.

El que es,

que no habla, no debe, sólo es,

que no conoce maldición alguna ni trae la bendición y que no

peregrina a las ciudades al encuentro de lo que muere:

no nos mira

en su silencio de plata.

Pero nosotros le miramos,

porque somos dos y estamos desamparados.

Tal vez

caiga una hoja seca, marrón, sobre su hombro,

resbale.

Nosotros la recogeremos y la guardaremos,

antes de seguir adelante.

Ven, amigo mío; conmigo, ven.

La escalera en casa de mi padre es oscura, tortuosa, estrecha,

pero ahora es la casa de la huérfana, y en ella

vive gente extraña.

Llévame.

En la puerta la vieja llave oxidada se resiste

a mis débiles manos.

Ahora chirriando se cierra.

Mírame ahora en la oscuridad, tú, desde hoy mi patria.

Pues tus brazos se erigirán para mí en muros protectores,

y tu corazón será mi aposento y tu ojo mi ventana,

por la que brilla el amanecer.

Y la frente se alza a tu paso.

Tú eres mi casa en cualquier calle del mundo, en cualquier

hondonada, en cualquier colina.

Tú, mi techo, languidecerás conmigo extenuado

bajo el mediodía abrasador, te estremecerás conmigo

cuando azote una tormenta de nieve.

Pasaremos hambre y sed, juntos resistiremos,

juntos un día caeremos al borde del camino, cubierto de polvo,

y lloraremos…

Mío

No sé cuándo vendrá

Para que pueda tocarle con mis manos:

Con rizos oscuros en la frente

y un lazo rojo.

No sé si vendrá

para que mis ojos puedan verle:

Sus pies, pequeños y torpes

incapaces de caminar rápido.

El camino es largo, muy largo:

¿Cómo se atreverá a hacer esa caminata?

Pero sin duda mi felicidad, mi gran fortuna

nace en sus diminutas manos.

De : Gedichte(Poemas), 1917

Servir

Tú que combinas y disuelves las sustancias, las enfrías y las pones al

rojo, las reduces y potencias,

tú que activas los ácidos, torturas los minerales, encierras una mezcla

secreta en cápsulas, la haces entrar en ebullición en tubos y

crisoles, 

aun cuando lo que cueces no sea el alcahest ni el león rojo o el blanco,

adepto de una alquimia que me parece extraña y prodigiosa:

tú, señor del fuego, al que domas en una jaula de metal, que ahora se

encoge, arrastrándose como un animal de rapiña al acecho,

presto a saltar,

que una vez rebotó, destrozó los barrotes, cerró sus fieras garras en

torno a tus miembros (¡ay, me da miedo pensarlo!):

quiero atizar una llama distinta, un ascua dulce, mansa, que en el fogón

me acaricie, ronronee y juegue como un pequeño gato

doméstico;

pues quiero preparar platos variados, una modesta comida que te

alegre,

cuando, cansado, y aún así con una sonrisa, regreses a mis aposentos

en penumbra.

¿Por qué me censuráis?

¿Por qué os burláis de mí?

¿Porque mi mundo es chato, con pocos pasos que dar en un cuadrado,

entre muros estrechos,

repleto de cosas baladíes, sin gloria, de insignificantes quehaceres,

colmado con el entrechocar de las escudillas, el borboteo de los

pucheros, los desagradables vahos de las grasas que

transpiran, de la leche que rebosa?

¿Porque alzo panzudos botes de harina, abro cajitas de especias, rallo la

nuez mosca,

peso hierbas, exprimo el zumo de los limones en copa de cristal, bato

las yemas amarillo dorado en el cuenco azul…? 

.

Sí,

¿acaso sabéis lo que el molinillo turco de cobre vio en Sarajevo,

y en Eger, Bohemia, mi jarra, resplandeciente, roja y con manchas

blancas como la amanita muscaria del bosque?

¿Sabéis

que para mí grandes barcos que sueltan un humo negro surcan todos

los mares, que se arrastran con cargamentos de todas las

costas,

que cuando las semillas pálidas corren entre mis dedos, me miran los

plácidos rostros de los hombres de Rangún

o canta el semblante más oscuro del negro que cosecha en los campos

de arroz de Carolina del sur?

¿Que del cofrecillo de madera del té surge, invisible, una india con

alhajas de plata, entre el ondear y el tremolar de sus vestidos

de color ocre y terracota?

Con el picor de la cebolla me llega el eco de las potentes voces de los

campesinos búlgaros.

Y yo pregunto a las gotas que manan espesas si no las provocó el olivo

de mi lejana patria perdida.

.

¡Ah, soleada pradera, con la que desborda mi estrecha y medrosa

cocina,

con el cinturón de viboreras, de aquileas, de cebadilla, de escabiosas,

con las vacas a manchas que pacen tranquilas, las rítmicas sacudidas de

sus rabos como borlas,

ah,  cenefa castaño dorada que entretejen el rojo de la amapola y el azul

de la flor del trigo,

que exhala la calma del mediodía y el cálido aroma

del futuro pan!

Cuando eché unas migas en la mantequilla caliente, rizada,

la sartén ennegrecida aún transmitió el golpear de mil martillos en las

venas de la tierra,

en el crepitar aún silbó furibundo el hierro martirizado,

al que, arrebatado a la madre, violentado en los hornos, se le obligó a

tomar forma.

Cuando mi cuchara, tallada por mano experta, probó la sopa

humeante,

sobre el humilde tejado creció de nuevo una rama de tilo, en flor,

rodeada por coros de abejas.

.

Viene mi amigo y come.

Mira, todas las criaturas estaban a mi servicio, para que yo sirviese al

Único.

El amor, hoy como ayer, puso la mesa.

Toma pues con amor lo que hay en la fuente:

¡que sea del agrado de tus ojos, que su olor te resulte agradable, y que

lo que te lleves a la boca te colme!

El camino que quiero tomar lleva al esfuerzo

El camino que quiero tomar lleva a la escasez

El camino que quiero tomar lleva a la muerte

El camino que quiero tomar lleva al lamento.

Y cada hito tiene una lengua,

y todos los guijarros gritan,

gritan de aflicción donde una chica jadeante se cayó, rápida,

fugaz, abandonada, cansada y enferma.

El camino que quiero tomar lleva a la escasez

El camino que quiero tomar lleva a la muerte

¡Y aún así lo tomaré!

Chicas estúpidas sufriendo vergüenza y tormento:

Hubo mil antes de mi.

Habrá mil después de mi.

Seré la número mil uno.

Mis labios en la boca de un extraño:

Y moriré mujer como un perro sarnoso.

¿No estás horrorizada? No.

El latido de mi corazón sobre el pecho de un extraño:

¡Reíd, ojos míos, antes de que tengáis que llorar!

Y no llorarás sola.

El camino que quiero tomar lleva a la escasez

El camino que quiero tomar lleva a la muerte

Pena y lamentos, melancólico esfuerzo:

¡Lo sé y aún así lo tomaré!

Gertrud Käthe Chodziesner, Gertrud Kolmar, ( Berlín, Alemania, 10 de diciembre de 1894 -3, Auschwitz, Polonia, 2 de marzo de 1943). Poeta y escritora. Considerada una de las mejores poetas en alemán.

Gertrud Kolmar provenía de una familia judía alemana de clase media. Hija de Elise Schoenflies y de Ludwig Chodziesner, abogado de defensa criminal . Creció en el barrio berlinés de Charlottenburg , en Berlín-Westend actual , y se educó en varias escuelas privadas , siendo la última una universidad agrícola y de economía doméstica para mujeres en Elbisbach, cerca de Leipzig . Trabajó como maestra de jardín de infancia , aprendió ruso y completó un curso en 1915/1916 para profesores de idiomas en Berlín, donde se graduó con un diploma en inglés y francés . Durante los dos últimos años de la Primera Guerra Mundial también trabajó como intérprete de  la correspondencia de soldados en un campo de prisioneros de guerra en Döberitz , cerca de Berlín. Cuando trabajaba como intérprete conoció al oficial Karl Jodel. La relación termina con la separación y, ante la insistencia de los padres, con el aborto de su hijo. A la joven le resultó difícil hacer frente a estos acontecimientos que Influirán en su obra literaria posterior.

En 1917 apareció su primer libro, ‘Poemas’, ( Gedichte ), bajo el seudónimo de Gertrud Kolmar , siendo Kolmar el nombre alemán de la ciudad de Chodziez en la antigua provincia prusiana de Posen, de la que procedía su familia. Después de la guerra, trabajó como institutriz para varias familias en Berlín, y brevemente, en 1927, en Hamburgo , como maestra de minusválidos. En ese mismo año emprendió un viaje de estudios a Francia; permaneció en París y Dijon , donde se capacitó para ser intérprete. En 1928, regresó a la casa de su familia debido a la delicada salud de su madre quién falleció en marzo de 1930. En ese tiempo Gertrud trabajó como secretaria de su padre . Gertrud desarrollo su actividad literaria casi en solitario.  La bohemia berlinesa le espantaba, y también cualquier mínimo contacto con los círculos literarios (exceptuando su relación de amistad personal e intelectual con su primo el filósofo  Walter Benjamin quien reconoció en ella no sólo una excelente escritora y poeta, sino también una verdadera alma gemela.). La madre de Gertrud, Elise Schoenflies, era hermana de la madre de Walter Benjamin, uno de los pensadores y escritores más importantes del siglo XX.

A finales de la década de 1920, sus poemas comenzaron a aparecer en varias revistas literarias y antologías. En 1928 fue el año en el que la autora empezó a ser conocida en los círculos literarios gracias a su primo Walter Benjamin, que publicó dos de sus poemas en Literarische Welt (Mundo Literario): Los Grandes Fuegos Artificiales El Escudo de Armas de Zina, este último parte de una serie inspirada en unos sellos coleccionables de escudos de ciudades que regalaban con unos paquetes de café.

Entre 1930 y 1931, Gertrud escribió su única novela, «La madre judía». No consta que Gertrud enviara el manuscrito a ninguna editorial. La novela no se publicó hasta 1965.

En 1934, la editorial de Victor Otto Stomp «Die Rabenpresse» publicó su segundo volumen de poemas, «Escudos de armas de Preussian». Esta publicación coloca al editor en una lista de editores indeseables de la Asociación Alemana del Comercio del Libro. Por esa época, se carteó con el químico y poeta, Karl Joseph Keller, a quien está dedicada buena parte de los poemas de Mundos (escrito en 1937). Se vieron pocas veces, porque el amor que él sintió por sus poemas no se ratificó con la presencia de ella, y terminó la relación en 1939, cuando él (que tenía miedo de que lo relacionaran con una judía) llevaba dos años casado.

En septiembre de 1935, se dictaron las leyes raciales de Nüremberg para preservar la pureza de la sangre alemana. Como consecuencia, muchos judíos abandonaron Alemania, entre ellos los tres hermanos de la poeta y la mayoría de sus parientes y amigos. Así, Gertrud y su padre se quedaron solos en Berlín.

La familia Chodziesner, como resultado de la intensificación de la persecución de los judíos bajo el nacionalsocialismo , tuvo que vender su casa en el suburbio berlinés de Finkenkrug, que, para la imaginación de Kolmar, se convirtió en su «paraíso perdido» ( das verlorene Paradies ), y se instalaron en un piso en un bloque de apartamentos llamado ‘Jewishhome’ ( Judenhaus ) en el suburbio berlinés de Schöneberg .

Su tercer libro , Die Frau und die Tiere (La mujer y los animales) salió a la luz bajo la imprenta de un editor judío en agosto de 1938 pero fue reducido a cenizas después de la noche del Kristallnacht, o Noche de los cristales rotos, del 9 de noviembre de 1938. Según datos oficiales del gobierno alemán (lo cual es altamente cuestionable)  murieron 91 judíos aquella noche, se quemaron 191 sinagogas, unos 7.000 comercios fueron saqueados y 26.000 judíos fueron arrestados y trasladados a los campos de concentración de Dachau, Buchenwald, Mauthausen y Sachsenhausen. 

El 30 de enero de 1939 Hitler anunció en su discurso en el Reichstag la aniquilación de todos los judíos europeos.

«No quiero y no puedo dejar a papá solo, a su edad y en su situación»,

repite Gertrud Kolmar en alguna de las muchas cartas que entre 1938 y 1943 envió a su hermana Hilde, que entretanto se había establecido en Suiza. Todos sus parientes y amigos insistieron para que tanto Gertrud como su padre, Ludwig Chodziesner, abandonaran Alemania cuanto antes. Las propuestas que hicieron y las gestiones que llevaron a cabo fueron muy variadas. Pero parece ser que su padre se negó a salir del país y ella no quiso abandonarle, de modo que aceptó su destino.

El 23 de octubre de 1941 entró en vigor la prohibición definitiva de emigrar para los judíos. 

A partir de 1941 Gertrud fue utilizada para trabajos forzados en la industria armamentista. Las duras condiciones del horario y del ambiente en la fábrica, así como las de la convivencia en la casa de judíos, hicieron que su dedicación a la poesía resultara cada vez más difícil. Apenas disponía de un espacio para estar sola. Compartía habitación con su padre, del que únicamente la separaba una cortina. Por eso se acostaba temprano y se despertaba en mitad de la noche, con el ruido que hacían otros habitantes de la casa cuando se iban a dormir. Entonces se dedicaba a realizar el esfuerzo intelectual de crear una nueva obra, esfuerzo que, como Kafka, comparó con un parto: «¡los dolores a veces son atroces!» Al alba —»cuando ya he empujado al niño unos cuantos centímetros»— podía volver a dormitar un poco. Por la mañana temprano escribía el resto, mientras se vestía para dirigirse a la fábrica, a pesar de sentirse agotada y de que casi siempre le dolía la cabeza. El cansancio tras una de esas sesiones de «resaca» o de parto poético era tal, que impedía que la noche siguiente nada ni nadie la despertaran.

En septiembre de 1942 su padre fue deportado al gueto de Theresienstadt y asesinado allí en febrero de 1943.

Gertrud Kolmar fue arrestada el 27 de febrero de 1943 durante la llamada acción de la fábrica y deportada al campo de concentración de Auschwitz el 3 de marzo de 1943.

La fecha y las circunstancias de su muerte no se conocen con exactitud. No se sabe si murió de frío en el convoy, como tantos judíos a los que se llevaban en camisa a temperaturas de hasta veinte grados bajo cero, o si fue asesinada en el campo de exterminio.

Su primo Walter Benjamin se había quitado la vida el 26 de septiembre de 1940 en Portbou, (España), tras ingerir una dosis letal de morfina en un hotel del pequeño pueblo, ante la desesperación del filósofo al verse capturado.

No se publicó mucho del trabajo de Gertrud durante su vida, pero ahora se la considera una de las poetas de habla alemana más importantes del siglo XX. A pesar de la publicación de sus obras completas en 1955, su carácter místico y poético sigue siendo en gran parte desconocido. Lo poco que se sabe de la poeta proviene principalmente de las mencionadas cartas a su hermana menor Hilde, que escribió entre 1938 y su deportación.

La recopilación de todas esas cartas no es sólo un documento inestimable para conocer las condiciones en las que vivió la poeta durante sus últimos años, como tantos otros perseguidos por el régimen del nazismo. Proporcionan información sobre sus lecturas, sobre su personal concepción de la poesía y la vida, además de su propia interpretación de algunos de los poemas y obras que escribió. En ellas se expresa su intento por resistir mediante la palabra en una época en la que, conminada al silencio, llegó incluso a escribir versos en hebreo. Las cartas de su hermana, no se han conservado.

Gertrud Kolmar no solo era una gran poeta sino que tenía un espíritu extraordinario. No se permitió expresar ninguna queja, sino que incluso procuró dar ánimos a los demás, a los que se habían marchado de Alemania huyendo de las constantes vejaciones y del peligro de una muerte segura.  En una de sus cartas escribió :

«Créeme si te digo que, venga lo que venga, no me sentiré desdichada, no desesperaré, porque sé que sigo el camino que desde dentro me está destinado…» 

En otra misiva a su hermana Hilda, al hablar de su trabajo forzado en la fabrica expresa :

«Desde el momento en que lo acepté en mi corazón (el trabajo forzado diario), desapareció la presión que pesaba sobre mí. Estaba decidida a considerarlo como una enseñanza y a aprender tanto como fuera posible. De ese modo soy libre en medio de mi falta de libertad. Así quiero presentarme también ante mi destino, aunque sea  alto como una torre, aunque sea negro como una nube amenazadora».

En otra carta, fechada en marzo de 1939, Gertrud, haciéndose eco de unas palabras de Hamlet, escribe:

«Todo es estar preparado.»

Y añade:

«Considero el estar preparada para realizar una obra por lo menos tan importante como la obra misma, y la obra a su vez mucho más importante que el éxito que traiga consigo… El hecho de que lo que escribo aporte algo a otros seres humanos, con todo lo halagüeño que es, no me satisface tanto como el crear en sí. Me ocurre con mis pequeñas obras como a una madre con su hijo recién nacido. Claro que se alegra con el entusiasmo del padre, de los abuelos, con las felicitaciones de los parientes, pero lo principal sigue siendo, su mayor alegría consiste en haberlo traído al mundo. «

Así es como Gertrud Kolmar consideraba sus dos últimas obras, para ella las mejores: Mundos, un ciclo de 35 poemas, y el drama titulado Noche, una leyenda dramática sobre el emperador romano Tiberio. Junto con esa carta envió una copia de ambos libros a su hermana:

«En cierto modo habrás de tenerlos en ‘depósito’, bajo custodia, porque no sé lo que me depara el destino, a dónde me llevará.»

En otra carta, de noviembre de 1942, se despide de su hermana con estas palabras:

«¡Sé feliz, a pesar de todo!» 








El 24 de febrero de 1993, se colocó una placa en su honor en Haus Ahornallee 37, en el barrio berlinés de Charlottenburg donde creció. Su nombre también se le dio a una calle de Berlín que atraviesa directamente el antiguo emplazamiento de la Cancillería del III Reich.




Enlaces de interés :

https://www.kulturring.org/konkret/frauen-persoenlichkeiten/index.php?frauen-persoenlichkeiten=strassennamen&id=164

https://letraslibres.com/revista-espana/la-lucha-con-el-angel/

http://www.heroinas.net/2019/09/gertrud-kolmar-poeta-y-escritora-de.html

https://www.letapiriste.org/mundos-en-cenizas-i-la-vida-y-la-obra-de-gertrud-kolmar/

Carmen de Burgos

«Detesto la hipocresía y como soy independiente y libre y no quiero que me amen por cualidades que no poseo, digo siempre todo lo que siento y se me antoja. Así los que me quieren, me quieren de veras. Los que me detractan por la espalda, se quitan el sombrero delante de mí. Jamás pensé en el medro personal a costa de mi libertad o de abjurar de mis convicciones.» 

Carmen de Burgos

Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importarte en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de la gran Carmen de BurgosColombine«. La primera periodista profesional de España.

Una de nuestras Imprescindibles. 

Carmen de Burgos Seguí. (Rodalquilar –Almería– España, 10 de diciembre de 1867 – Madrid, España, 9 de octubre de 1932). Periodista, escritora, traductora, pedagoga y activista. Reconocida como la primera periodista profesional de España y pionera en la reivindicación de los derechos de la mujer.  Fue una de aquellas mujeres silenciadas por la censura del franquismo, que la investigación está rescatando del olvido.

A lo largo de su carrera firmó con seudónimos, como Colombine, el mas conocido, y tambien utilizó «Gabriel Luna», «Perico el de los Palotes», «Raquel», «Honorine» o «Marianela».

Hija de Nicasia Seguí Nieto y de José Burgos Cañizares, vicecónsul de Portugal en Almería y dedicado al negocio de explotación de minas.

En contra del consejo de su padre, Carmen se casa a los 16 años con Arturo Álvarez, que tenía 12 años más que ella y era hijo del gobernador de Almería, instalándose en la capital, con quien tuvo cuatro hijos. En la imprenta de su marido situada en la calle Las Tiendas aprendió los rudimentos periodísticos y editó «Ensayos Literarios» (1900), el primer título de su vastísima bibliografía, prologado por Antonio Ledesma Hernández.

Problemas matrimoniales y la muerte de tres de sus hijos poco después de nacer, ( sólo sobrevivió su hija Maruja), la llevaron a Madrid abandonando el domicilio conyugal. Así describe estos primeros momentos su compañero sentimental, el escritor Ramón Gómez de la Serna: «Carmen vino a Madrid a rehacer su vida, sin recursos, con su hija en brazos (…) Carmen, con su sombrerito triste y con su hija siempre en brazos» y «en medio del escándalo provinciano».

Tras el divorcio, decidió estudiar magisterio como alumna libre, al mismo tiempo que se iniciaba en el articulismo. Según datos oficiales ingresó en la Escuela Normal de Maestras de Guadalajara en 1901.

En 1905 consiguió una beca para ampliación de Estudios en el extranjero y en 1907 fue comisionada para desempeñar la Cátedra de Economía Doméstica en la Escuela de Artes e Industrias de Madrid. Ese mismo año se traslada a la Escuela Normal Superior de Maestras de Toledo (sus biógrafos coinciden en que fue un castigo impuesto a causa de un artículo publicado en el Heraldo de Madrid que no gustó a la autoridad académica). Allí “sobrevivió” hasta 1909, año en que se trasladó a Madrid como auxiliar de la Sección de Letras en la Escuela Normal Central de Maestras, al mismo tiempo que desempeñaba la Cátedra de Economía Doméstica en la Escuela Superior de Artes Industriales.

En 1908 funda la Alianza Hispano-Israelí en defensa de la comunidad sefardita internacional. Su difusión se realiza a través de la Revista Crítica. 

Un ejemplo del carácter y determinación de Carmen como periodista es su cobertura en la Guerra de África en Marruecos, como una de las primeras mujeres corresponsales de guerra de la historia de España. Como redactora del Heraldo de Madrid, Carmen de Burgos llega a Melilla el 23 de agosto de 1909, según anunciaba el entonces único diario local El Telegrama del Rif, en una noticia publicada el día 24:  “En el vapor “Cabo Nao” llegó a ayer la bella y notable escritora Carmen de Burgos, Colombine redactora de Heraldo de Madrid, del cual ha recibido el importante encargo de estar al lado de la Cruz Roja de Melilla, dar cuenta de sus trabajos e informar a los lectores de aquel diario de cuanto a heridos o enfermos se refiere, proporcionando así datos al Heraldo para contestar a las peticiones de noticias que recibe”. Y el periódico añadía: “Colombine trae, pues, a Melilla una hermosa misión que cumplir, y seguramente la llevará a cabo a la perfección, pues no otra cosa puede esperarse de su talento y su actividad”. Sea bienvenida la distinguida periodista al teatro de la guerra”.

A juzgar por como lo presentaba el citado diario, el viaje de Colombine a Melilla se inscribía en el marco de una misión humanitaria relacionada con la Cruz Roja. Puede que éste fuera, en efecto, el pretexto oficial, toda vez que la presencia de una mujer en el teatro de la guerra como corresponsal era algo absolutamente impensable en aquellos tiempos. Parece ser que el general Marina, capitán general de Melilla, se había puesto previamente en contacto con Carmen de Burgos para agradecerle su interés por los heridos, pero advirtiéndole de los peligros de que estaba rodeada la ciudad, la escasez de alojamientos y lo innecesario de su proyecto de creación de una sucursal de la Cruz Roja en la zona, dado que los heridos estaban ya “perfectamente atendidos”.  Era evidente que la presencia de una mujer como corresponsal de guerra no era del agrado de las autoridades militares, que preferían considerarla como enviada por su periódico para desarrollar únicamente una labor informativa sobre la situación de los heridos. La labor periodística de Colombine en Melilla quedó en cierto modo reducida a esto, porque lo cierto es que nunca envió crónicas sobre las operaciones militares.  Heraldo de Madrid tenía ya un corresponsal en Melilla ocupado en estos menesteres. Se trataba de José Rocamora. Carmen de Burgos, por su parte, instalada como el resto de los periodistas en el Hotel Reina Victoria, no paraba desde su llegada a Melilla ni un minuto, husmeando aquí y allá, y lanzándose a veces a operaciones arriesgadas que podían incluso poner su vida en peligro, como la que protagonizó el día 26 de agosto, de la que daba cuenta Heraldo de Madrid del día 27, y El Telegrama del Rif, del día 28. El duque de Rioseco había invitado al parecer a Colombine a dar un paseo en automóvil por el campo exterior, dirigiéndose ambos a la posición de los Lavaderos, donde el duque dejó el coche con los faros encendidos dando frente a las posiciones enemigas. No tardaron los rifeños en abrir fuego tomando las luces del coche como punto de referencia. Sin preocuparse demasiado por el fuego, Colombine dejó el coche y se refugió en el zoco, mientras que el duque contestaba con su fusil. Las tropas españolas no intervinieron porque los tiradores estaban escondidos y lejos, y los soldados tenían por costumbre no disparar en balde.  Con el título “Automóvil tiroteado”, El Telegrama del Rif daba cuenta de la noticia en términos algo diferentes. Según esta versión, el duque de Rioseco, con la “distinguida escritora Colombine” y los periodistas, se había dirigido en automóvil a la posición de los Lavaderos “con el fin de obtener fotografías de manganeso”.  Las guardias moras que vigilaban las alturas inmediatas habían hecho entonces fuego sobre el vehículo. “La señora “Colombine”- decía el periódico- “mostró gran presencia de ánimo, y, por consejo de sus compañeros, hubo de retirarse al inmediato zoco, en tanto que el duque tomaba parte en la repulsa de la agresión que inició la fuerza destacada en aquel campamento avanzado. El fuego había durado veinte minutos”.

En un artículo del 30 de agosto firmado por ella misma y titulado “Colombine en Melilla” daba cuenta de sus propias andanzas y correrías. Se dedicó a visitar las tiendas para charlar con los soldados y ver cómo vivían. El pretexto era contestar a las numerosas cartas que recibía el periódico preguntando por los soldados. El segundo artículo de Colombine publicado en Heraldo de Madrid es del 9 de septiembre y se titula “Visitando hospitales”.  Por último, existe otro artículo de Colombine, de fecha 10 de septiembre, en el que relata lo sucedido un domingo en el campamento, donde se celebró una misa multitudinaria.

Durante ese periplo rellenó más de 10 cuadernos de notas de los que redactó decenas de artículos a su vuelta que tuvieron una gran repercusión en España, además de escribir el libro En la guerra.

En 1911 fue nombrada profesora especial de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Fue también profesora de sordomudos y ciegos, actividad que ejerció hasta su muerte. 

Carmen de Burgos estuvo implicada en la causa republicana, lucha por los derechos de las mujeres y los niños, la oposición a la pena de muerte, el divorcio y el sufragio universal. Esta lucha se ve materializada en 1920 con la creación de la Cruzada de las Mujeres Españolas. Llega a presidir la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas. Fomentó el debate y la opinión en temas comprometidos para la época como el divorcio o el voto de la mujer. En 1904 realizó en su columna diaria del Diario Universal una encuesta sobre el tema del divorcio; entre enero y junio recogió las opiniones de intelectuales, políticos y personajes destacados de la época sobre este tema. Participaron personajes de la talla de Emilia Pardo Bazán, Miguel de Unamuno, Pío Baroja o Antonio Maura. En el plebiscito, como lo llama la propia Carmen, se recogieron hasta dos mil opiniones en su mayoría favorables al divorcio. En 1907, desde las columnas de El Heraldo, realiza otra encuesta sobre el voto femenino, fue un debate público antesala de la reforma legal que se aplicó en la II República. Su actitud vital fue consecuente con sus escritos, participó en innumerables actos y, en 1921, salió a la calle para exigir el voto femenino a las puertas del Congreso.

Fue miembro activo de diversas asociaciones como la de la Prensa o el Ateneo. Escribió cientos de artículos en periódicos madrileños como El GloboDiario UniversalLa Revista UniversalLa Correspondencia de España ABC entre otros, siendo la primera corresponsal de guerra en España. También escribió para otras publicaciones como Tribuna Pedagógica La Educación. Fue redactora de El Heraldo El Nuevo Mundo de Madrid.

Tuvo amistad con personajes destacados de la política como Romanones, Moret; de la literatura, como Rubén Darío o Blasco Ibáñez. Creó una tertulia literaria –los miércoles de Colombine-, que reunía a jóvenes artistas y escritores, donde conoció a Ramón Gómez de la Serna, con quien mantuvo una relación amorosa y de colaboración intelectual entre 1908 y 1929. Libre de prejuicios, fue incomprendida y desaprobada en su tiempo por la gran diferencia de edad entre ambos. Vivieron y escribieron juntos hasta 1930, cuando Ramón se marcha a París y, poco después, conoce a Luisa Sofovich, con quien se casó. Según cuenta su biógrafa Asunción Valdés, periodista y autora de ‘Revivir, la nueva Carmen de Burgos’, el gran gozo y tormento de Carmen fue Ramón Gómez de la Serna. Ella sabía que nunca se iban a casar, pero lo que no se imaginaba era que se iba a liar con su hija. Eso la mató. Fue un romance fugaz, pero ella sintió que las dos personas que más quería la habían traicionado y eso aceleró su muerte. El romance de su amante Gómez de la Serna con su hija hirió de muerte a Colombine.

 Ingresó en el Partido Socialista (1-VII-1910), donde es probable que permaneciera hasta 1930. Sólo en la etapa final de su vida tuvo una militancia activa en el Partido Republicano Radical Socialista, colaborando junto con Victoria Kent pero posicionándose en contra de ella en el tema del voto para la mujer. Carmen de Burgos lo deseaba ya (igual que la célebre Clara Campoamor).

 Ingresó en la masonería (2-XII-1931), fue miembro de la logia “Amor número 1” que pertenecía a la Logia Mantua número 31, de la Federación de la Gran Logia Española.

Toda su lucha social se ve reflejada en sus escritos. Publica más de 50 historias cortas, muchas publicadas por entregas en El Cuento Semanal. Las más destacadas son: El tesoro del Castillo (1907), Senderos de vida (1908), El hombre negro (1916), La mejor film (1918), Los negociantes de la Puerta del Sol (1919), El «Misericordia» (1927) o Cuando la ley lo manda (1932). 

También publica diversas novelas como La hora del amor (1916), La rampa (1917), Los espirituados (1923) o Quiero vivir mi vida (1931). Entre sus novelas más conocidas se encuentra Puñal de claveles, escrita al
final de su vida y basada en el suceso conocido como el crimen de Níjar, que tuvo lugar en 1928 en el Cortijo del Fraile, en los Campos de Níjar, y que fue una de las inspiraciones con que contó Federico García Lorca para sus Bodas de Sangre.

Se hicieron conocidas además sus conferencias, dadas en el ámbito del movimiento feminista, como La misión social de la mujer, pronunciada en 1911, y La mujer en España.

Entre sus ensayos prácticos de temática social y mujer, destacan: 

Arte de saber vivir (1918), El arte de ser mujer (1922) o La mujer moderna y sus derechos (1927) actualmente considerado como «La biblia del feminismo español» y que fue enterrado en el olvido.

El texto es el antecedente de ‘El segundo sexo’, de Simone de Beauvoir, escritora y filósofa promotora del feminismo francés. Durante 14 capítulos analiza cada perspectiva de la condición femenina. El ensayo de Colombine, fue censurado por Franco después de la Guerra Civil. Llegó incluso a estar entre los primeros nueve libros prohibidos de la dictadura.

Afortunadamente el texto ha regresado a la palestra gracias a la reedición que ha hecho del mismo la editorial madrileña Huso, bajo la supervisión de Mercedes Gómez Blesa.

El día 9 de octubre de 1932 Carmen de Burgos fallecía en Madrid, cuando participaba en una reunión política del Círculo Radical Socialista. Su último aliento fue para vitorear a la República :

¡Muero feliz porque muero dentro del triunfo republicano! ¡Viva la República!”. 

Tras la muerte de Carmen su amiga Dolores Cebrián, esposa de Julián Besteiro y compañera de Carmen en la Normal de Toledo, lo comunicaba oficialmente al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Al otro lado de la frontera, la revista portuguesa Portugal Feminino, con la que colaboró en vida, también ofrecía su tributo a la feminista española insertando la necrológica (elaborada por su amiga Ana de Castro Osorio) en su “Página Feminista”:

«Carmen de Burgos, la gran escritora española que el 9 de octubre murió heroicamente en plena actividad de acción liberadora, es un valor mundial que todas las mujeres deben respetar (…) Amaba sus ideales más que a su propia vida… Y quien sabe si su gran y heroico sacrificio quedará aún largos años desconocido e inútil para la sociedad y, principalmente, entre las mujeres, al progreso de las cuales se sacrificó«.

Carmen de Burgos no ha tenido tanto reconocimiento a lo largo de la historia y solo ha sido en estas últimas décadas cuando de verdad se ha empezado a hablar y a escribir sobre la figura de esta mujer que se adelantó a los valores y actitudes de la época. Carmen fue criticada por su comportamiento poco convencional como mujer que era capaz de vivir de forma independiente tanto emocional como económicamente sin la necesidad de ningún hombre. Muchos creen que por su forma de ser, los valores que defendía y por el simple hecho de haber nacido con sexo femenino no fue incluida en la Generación del 98.

A causa de la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista en 1939, cuando fue incluida en la lista de autores prohibidos y sus libros fueron eliminados de cualquier librería, biblioteca o estantería, su nombre y toda su trayectoria profesional desaparecieron de la historia, excepto por aquellas personas que consiguieron mantenerla en la memoria o escondieron sus ejemplares.

Gracias a todos ellos hoy podemos compartir la vida y obra de esta gran mujer.

Enlaces de interés :

https://fundacioncarmendeburgos.com

https://fundacioncarmendeburgos.com/wp-content/uploads/2021/01/Mujer-Moderna-y-sus-Derechos-La.pdf

https://www.dipalme.org/Servicios/IEA/edba.nsf/xlecturabiografias.xsp?ref=69

https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20240801/carmen-de-burgos-colombine-romance-gomez-serna-106270837

11 Poemas de Nelly Sachsb

Quién vació la arena de vuestros zapatos…

¿Quién vació la arena de vuestros zapatos
cuando debíais levantaros de la muerte?
La arena, la que Israel se llevó a casa,
¿Su arena errante?
Arena ardiente del Sinaí,
confundida con las gargantas de los ruiseñores,
confundida con las alas de las mariposas,
confundida con el ansia de polvo de las serpientes,
confundida con todo lo que se desprendió de la sabiduría de Salomón,
confundida con el amargor del ajenjo secreto.

Oh vosotros dedos,
que vaciasteis la arena de los zapatos de los muertos,
¡Mañana seréis polvo vosotros
en los zapatos de los que han de venir!

(Berlín, 1946) De : En las moradas de la muerte. Traducción de Javier Tubía

Estamos tan heridos…

Estamos tan heridos
que creemos morir
cuando la calle nos lanza una mala palabra.
La calle no lo sabe,
pero no soporta semejante carga;
no está acostumbrada a soportar un Vesubio de dolores
sobre ella.
Han sido devastados los recuerdos de los tiempos antiguos,
desde entonces la luz es artificial
y los ángeles ya sólo juegan con pájaros y flores
o sonríen en el sueño de un niño.

De Eclipse estelar( 1949). Traducción de Manuel Zubiría

Aquí…

Aquí
donde naufragué en sal,
aquí en el mar
con sus azules niños de pecho,
que se nutren
posesos de luna
en el ama del alma-
aquí en la arena,
que danzaba en el zodíaco,
aquí yace lo cifrado con lo no nacido

apareces
hacia atrás
en el vacío oscureciente,
que en torno a ti espera,
una cesta para ser llenada

con frutas
que van por metálicas vías astrales
o
son expedidas

mi aliento te tiendo
y caigo
para habitar nuevamente en un cardo
que nunca será flor-

De : Y nadie sabe cómo seguir (Hamburgo-Munich, 1957) Traducción de Javier Tubía

Qué ligera

Qué ligera
será la tierra
tan sólo una nube de amor vespertino
cuando libertada como música
la piedra se arrastra en éxodo

y peñas que
como pesadilla acuclillada
en el pecho de los hombres
presos de melancolía
riegan las venas.

Qué ligera
será la tierra
tan sólo una nube de amor vespertino
cuando la venganza encendida de negro
atraída magnéticamente
por el ángel de la muerte .
reventada fría y silenciosamente
en su falda de nieve.
Qué ligera
será la tierra
tan sólo una nube de amor vespertino
cuando lo astral despareció
con un beso de rosas
de la nada.

De : Huida y transformación(Stuttgart, 1959). Traducción de Javier Tubía.

Tú…


en la noche
con el desaprender lo ocupado del mundo
de lejos muy lejos
tu dedo que pintó la gruta de hielo
con el mapa cantante de un mar oculto
que amontonó las notas en la concha de tu oído
puentes-ladrillos
desde aquí hacia allí
esta cuidada edición
cuyo desenlace
será otorgado a los moribundos.

De : Viaje a lo inmaculado(Frankfurt, 1961).Traducción de Javier Tubía.

Tu nombre se te ha perdido…

Tu nombre se te ha perdido
pero el mundo acude
y te ofrece bella variedad.
Agitas la cabeza y niegas
pero tu amado
encontró una vez la aguja en tu pajar.
Escuchas: él ya te llama-

De: Enigmas que arden (Frankfurt, 1962). Trad. Javier Tubía

Desesperadamente llamas ahora desde la oscuridad

Desesperadamente llamas ahora desde la oscuridad…

Desesperadamente llamas ahora desde la oscuridad
al único hombre-

Espera un instante todavía-
y tú caminas sobre el mar.
El elemento te penetra ya los poros
te hunde y te alza con él
y pronto reencontrada en la arena
y junto a las estrellas esperando huésped que vuela
y en el fuego de la reunión consumido
                                                            calma -calma-

De: Enigmas que arden (Frankfurt, 1962). Trad. Javier Tubía

El contorno

Queda eso…
con mi mundo saliste
cometa de la muerte.
Va quedando el abrazo
del vacío
un anillo girando
que perdió su dedo.

Otra vez negrura
ante la creación
ley de tristeza.
Deshojado el atolondrado oro
de la noche
que el día se permitió.

La caligrafía de las sombras
como herencia.
Paisajes coloreados de verde
con sus aguas clarividentes
ahogados
en los callejones de las tinieblas.

Cama, silla y mesa
salieron en puntillas del cuarto
tras el cabello de la separación…
Todo ha emigrado contigo
toda mi posesión fue expropiada…

sólo que tú lo que más amo me bebes
las palabras del aliento
hasta que enmudezco.

De : Otros poemas. Trad. de Klaus Dieter Vervuert y Rodolfo Alonso

Cloro de los consoladores

Somos jardineros que nos hemos quedado sin
flores…
No se puede plantar ninguna hierba medicinal
de ayer para mañana.
La salvia se ha marchitado en las cunas,
el romero ha perdido su aroma
delante de los nuevos muertos,
incluso el ajenjo estuvo amargo, sólo ayer.
Las flores del consuelo brotaron demasiado
brevemente
no alcanzan para el dolor de una lágrima de
niño.

Quizá nueva semilla
arraigue en el corazón de un cantor nocturno.
¿Quién de nosotros puede consolar?
En las profundidades del desfiladero
entre el ayer y el mañana
está el querubín
pulveriza con sus alas el rayo del dolor
pero sus manos mantienen separadas las rocas
del ayer y del mañana
como los bordes de una herida
que debe permanecer abierta
que aún no puede sanar.

Los rayos del dolor
no dejan conciliar el sueño
al campo del olvido
¿Quién de nosotros puede consolar?

Jardineros somos,
y nos hemos quedado sin flores,
y estamos sobre una estrella que irradia,
y lloramos

Trad. Javier Tubía

Nelly Sachs with King Gustav Adolf of Sweden : Nobel Prize Ceremony at City Hall in Stockholm, Sweden.

Qué buscas

Qué buscas huérfano
sintiendo aún en la tierra
la era glacial de tus muertos –
las azules lunas
aclaran ya la noche extrajera.
 
Más rápida que el viento
Mezcla la muerte las cartas negras
tal vez un arco iris
desprendido de las escamas del pez
cerró ahora los ojos de tu padre,
sal marina y lágrimas
en la venda de muertos transitoriedad.
 
¿Tal vez
el beso omitido de la madre
descansa en el bramido de polvo
de la garganta del lobo?
 
El verdugo
en las tinieblas cargadas de culpa
ha escondido su dedo profundamente
en el pelo del recién nacido
que ya hace brotar años luz
en cielos no soñados.
 
De la tierra la lengua de ruiseñor
canta
en tus manos – huérfano –
que buscan
en el adiós que se volvió negro
de la arena
 
lo amado buscan
 
que hace tiempo
desapareció
de dientes de estrellas
aserrados cortantes

Erde, planetengreis

Erde, Planetengreis, du saugst an meinem fuß,

der fliegen will

o König Lear mit der Einsamkeit im Arme.


Nach innen weinst du mit den Meeresaugen

muere Leidenstrümmer

in die Seelenwelt.


Auf deiner Silberlocken Jahrmillionen

den Erdrauchkranz, Wahnsinn gestirnt

im Brandgeruch.


Y deine Kinder,

die schon deinen Todesschatten werfen,

da du dich drrehst und drehst

auf deiner Sternenschnelle,

Milchstraßenbettler

mit dem Wind y Blindenhund

Tierra, planeta, anciano

Tierra, planeta anciano,

te adhieres a mis pies que ansían volar

Oh rey Lear, con la soledad en los brazos.


Lloras hacia adentro con los ojos del mar

las ruinas del dolor

en el mundo de las almas.


Sobre tus rizos plateados de millones de años

la corona de humo de la tierra

la locura estrellada en el olor a incendio.

Y tus hijos, que arrojan ya tu sombra.

En tanto giras y giras

en tu lugar dentro de las estrellas

Mendigo de la Vía Láctea

con el viento como lazarillo

Traducción: Rodolfo Modern

Nelly Sachs recibiendo el Premio Nobel en 1966.

Nelly Sachs (Berlín-Schöneberg, Alemania, 10 de diciembre de 1891 – Estocolmo, Suecia, 12 de mayo de 1970). Poeta y dramaturga.  Premio Nobel de literatura 1966.

Pertenecía a una familia de origen judío-alemán. Su madre fue Margarethe Karger y su padre William Sachs, era un rico industrial judío y Nelly, hija unica, recibió una esmerada educación a cargo de profesores particulares. Su padre le transmitió el amor a la música. Estudió música y danza, llegando a plantearse ser bailarina, pero la poesía se impuso.

En la adolescencia empezó a escribir poesía romántica, en esa época le regalaron la novela La saga de Gösta Berling de Selma Lagerlöf (Premio Nobel de Literatura 1909) y su lectura le impactó tanto que escribió a la autora con la que inició un importante vínculo epistolar que duró 35 años, hasta la muerte de Gösta. Cuando publicó su primer libro Leyendas y narraciones (1921), se le dedicó a Lagerlöf.

Tras la muerte de su padre, en 1930, vivo con su madre y se convirtió en un miembro activo de la sociedad cultural judía de Berlín donde daba sesiones de lectura de sus poemas con la poeta Gertrud Kolmar. Por entonces el antisemitismo ya comenzaba a ser violento. A consecuencia de un interrogatorio que le hicieron los nazis, y de un registro en su vivienda, quedó traumatizada, siendo incapaz de hablar durante cinco días, hecho que posteriormente aparecerá en sus poemas.

En 1940 logró huir del régimen nazi y se exilió en Suecia con su madre , gracias a la intervención de su admirada escritora Selma Lagerlöf, quien gestionó el salvoconducto que les permitió instalarse en Suecia. ( Tristemente nunca se conocieron pues Lagerlöf falleció poco antes) .Casi todos los miembros de la familia inmediata de Sachs acabaron siendo víctimas del Holocausto. 

Desde su llegada a la capital sueca, a los 48 años de edad, vivió con su madre en un departamento del tercer piso de un edificio de la «Bergsunds-trand», calle de un barrio con mayoría de obreros y empleados, situado junto al lago Malär, en el sur de Estocolmo.

Nelly Sachs aprendió sueco y sobrevivió traduciendo al alemán la obra de importantes poetas del país que las acogió. Aunque en Alemania nunca mostró especial interés en la religión judía, en Suecia se sintió fascinada por la Kábala y el misticismo de Jakob Böhme.

La muerte de su madre en 1950 aumentaron sus sentimientos de soledad y se instaló en una depresión que derivó en una paranoia persecutoria de la que tuvo que ser tratada, por lo que estuvo recluida en un sanatorio.

En Suecia publicó En las Moradas de la muerte (1947) obra que dedicó » a mis hermanos y hermanas muertos» ( desaparecidos en los campos de exterminio nazis) y con la que logró un reconocimiento inmediato. En 1949 publica Eclipse de la estrella, dedicado a su padre, le siguen: Eli, un misterio sobre la pasión de Israel (1951), la antología También el sol es apátrida (1957), Elegías a la muerte de mi madre(1957) y Huida y transformación (1959). Otros títulos son: Viaje en la región sin polvo (1961), Enigmas ardientes (1963-67), en el que se sirve del enigma para intentar expresar todo aquello que resulta inexplicable. “Poesías Tardías” en 1965, “El final de la búsqueda” (1966).

Reconocimientos :

En 1957 fue nombrada miembro de la Academia Alemana de Lengua y Literatura.

Recibió el Premio de Literatura de la Asociación de Líricos Suecos en 1957,  el Premio Droste en 1960.

En 1961 recibe el Premio ciudad de Dortmund que en 1962 pasa a llamarse el Premio Nelly Sachs.

En 965 le otorgaron el Premio de la Paz de la Industria Editorial Alemana.

En 1966, compartió el premio Nobel de Literatura con el novelista hebreo Shmuel Yosef Agnon. Fué la primera mujer judía en ganar dicho galardón. Se le otorgó el premio por “por su destacada escritura lírica y dramática, que interpreta el destino de Israel con una fuerza conmovedora”. 

Al recibir el Premio Nobel, Nelly Sachs agradeció en su discurso a Lagerlöf :

En 1967 fue nombrada Ciudadana de Honor de Berlín.

Nelly Sachs murió en Estocolmo el 12 de mayo de 1970. Tenía 78 años. Fue enterrada en el cementerio Norra Begravningsplatsen de Estocolmo. Sus posesiones fueron donadas a la Biblioteca Nacional de Suecia.

Hay una placa conmemorativa en Berlín en el sitio de la antigua casa de Sachs en Lessingstraße, Hansaviertel. Y una placa conmemorativa conmemora su lugar de nacimiento, Maaßenstraße 12, en Schöneberg, Berlín.
En Dennewitzstraße un parque lleva su nombre. Y un parque en la isla de Kungsholmen en Estocolmo también lleva su nombre.

Póstumamente aparecieron Poemas y prosas tempranas (1983).

 En 2009 se publicó en España Viaje a la transparencia, obra poética completa de Editorial Trotta, Madrid.

Enlaces de interés :

https://www.ieturolenses.org/revista_turia/index.php/actualidad_turia/nelly-sachs-antologia-poetica

https://reflexioneseneldivan.blogspot.com/2014/06/mujeres-ganadoras-del-premio-nobel-xxii.html

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