Documental que narra la vida y obra en primera persona y a través de los amigos más intimos de Antonio Gala, una de las más representativas figuras de las letras españolas durante la última mitad del siglo XX.
https://youtu.be/yDR-MAsd3hk
Fondo Documental
Extractos de programas de Jesús Quintero de los años 1988 1989 de viejos vídeos grabados en VHS.
https://youtu.be/uvXgK3kj4CA
«EL SENTIDO DE LA VIDA». Programa: TRECE NOCHES. Canal Sur (Andalucía). Año 1991.
Entrevista a Gala donde realiza un profundo recorrido por su trayectoria como dramaturgo .
Es hora ya de levantar el vuelo, corazón, dócil ave migratoria. Se ha terminado tu presente historia, y otra escribe sus trazos por el cielo.
No hay tiempo de sentir el desconsuelo; sigue la vida, urgente y transitoria. Muda la meta de tu trayectoria, y rasga del mañana el hondo velo.
Si el sentimiento, más desobediente, se niega al natural imperativo, álzate tú, versátil y valiente.
Tu oficio es cotidiano y decisivo: mientras alumbre el sol, serás ardiente; mientras dure la vida, estarás vivo.
Tengo la boca amarga
Tengo la boca amarga y no he mordido; el alma, atroz, y la canción, tronchada. No sé qué fuerza traigo en la mirada, ni qué traigo en mi cuello, de vencido.
No sé ni cómo ni por qué he venido. Esto es todo: llegué; no sé más nada. No me importa el quehacer ni la jornada, y me da igual herir que ser herido.
La sangre, a punto, se impacienta y arde por inundar la alcoba a la que vine, donde fui tan feliz que fui cobarde.
Sólo pido al amor que no se obstine. Me sentiré a su orilla cualquier tarde para que alguien, de paso, me termine.
Voy a hacerte feliz
Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto que le pondrás mi nombre a la tristeza. Mal contrastada, en tu balanza empieza la caricia a valer menos que el llanto.
Cuánto me vas a enriquecer y cuánto te vas a avergonzar de tu pobreza, cuando aprendas -a solas- qué belleza tiene la cara amarga del encanto.
Para ser tan feliz como yo he sido, besa la espina, tiembla ante la rosa, bendice con el labio malherido,
juégate entero contra cualquier cosa. Yo entero me jugué. Ya me he perdido. Mira si mi venganza es generosa.
Bajo los fuegos de fugaces colores…
Bajo los fuegos de fugaces colores que iluminan el aire de la noche, dame tu mano. Mira abrirse las palmeras doradas, rojas, verdes; caen los frutos azules de la altura; rasgan el negro terciopelo las estelas de plata… En tus ojos yo veo el frío ardor, artificial y efímero de los castillos que veloces surgen y veloces se extinguen. Dame tu mano: es todo cuanto tengo en medio de esta falsa riqueza, de esta dádiva que fugazmente se otorga y se consume. Así es todo: organizado y yerto brota el amor, crece, se desparrama, se hunde, vuelve la oscuridad en la que, previsto y bien envuelto, yacía. Nada, nada… Dame tu mano. Entre los irisados estampidos alegres sólo para los alegres, se esfuma el corazón, igual que una girándula demasiado mojada para arder o dar luz. En este tornasolado e intrincado bosque dame tu mano para que no me pierda.
Ya nunca más diré:todo termina
Ya nunca más diré: «Todo termina», sino: «Sonríe, alma, y comencemos.» En nuevas manos pongo nuevos remos y nuevas torres se alzan de la ruina.
Otra alegre mañana determina el corazón del mundo y sus extremos. Juntos, alma, tú y yo inauguraremos este otro amor y su preciosa espina.
Para mirar mi muerte atrás miraba y encontré renaciente la llanura y sellada la boca de mi herida.
Ni el nombre sé yo ya de quien amaba, desmemoriado y terco en la aventura de que quien me mató me dé la vida.
Olivares de manto real
Sencillo e intrincado, con su tesoro a cuestas el olivar cavila. En él no son precisos ni rosas ni claveles: sólo estar, siglo a siglo, serenamente en pie.
Cuanto miramos desde arriba es nuestro, porque nos mira y somos suyos. Cae el cielo, y tú me amas, y el olivar nos ama a ti y a mí.
La tormenta muy pronto restallará sus látigos. ¿Qué importa?: ya no sueño dormido ni despierto, ya te tengo entre olivos. Mi patria sois; me extinguiré en vosotros para que empiece todo una vez más.
Soneto verde
Cuando en octubre amor por la semilla conspira con abril de la mirada me subyugó una rosa equivocada: si verde corazón, tez amarilla.
De una la noche en otra maravilla -cera ya agraz, ya pluma alabeada- regresó el alba, limpia y afilada, rasgándome de pura la mejilla.
Verde presidio y hondo, verde prado, que a la esperanza indócil alimentas con grama en flor, sonrisa de mi dueño:
suba la muerte y máteme a tu lado, que esmeraldas, cantáridas y mentas me han dispuesto un profundo y verde sueño.
Antonio Gala y el Nobel de Literatura José Saramago
Nadie Mojaba El Aire…
Nadie mojaba el aire tanto como mis ojos. Me decías: «¿Trabajas?» Me decías: «¿Ya es la hora del té?» Y yo no te decía: «Te amo»; no te decía: «Eres todo lo que tengo»; no te decía: «Eres la única rosa en la que caben todas las primaveras». Me decías: «Adiós, hasta mañana». O me decías: «¿Necesitas algo?». Y yo no te decía: «Me estoy muriendo de amor… me estoy muriendo». Nadie mojaba el aire como yo.
Enemigo íntimo
Hay tardes en que todo huele a enebro quemado y a tierra prometida. Tardes en que está cerca el mar y se oye la voz que dice: “Ven”. Pero algo nos retiene todavía junto a los otros: el amor, el verbo transitivo, con su pequeña garra de lobezno o su esperanza apenas. No ha llegado el momento. La partida no puede improvisarse, porque sólo al final de una savia prolongada, de una pausada sangre, brota la espiga desde la simiente enterrada.
En esas largas tardes en que se toca casi el mar y su música, un poco más y nos bastaría cerrar los ojos para morir. Viene de abajo la llamada, del lugar donde se desmorona la apariencia del fruto y sólo queda su dulzor. Pero hemos de aguardar un tiempo aún: más labios, más caricias, el amor otra vez, la misma, porque la vida y el amor transcurren juntos o son quizá una sola enfermedad mortal.
Hay tardes de domingo en que se sabe que algo está consumándose entre el cálido alborozo del mundo, y en las que recostar sobre la hierba la cabeza no es más que un tibio ensayo de la muerte. Y está bien todo entonces, y se ordena todo, y una firme alegría nos inunda de abril seguro. Vuelven las estrellas el rostro hacia nosotros para la despedida. Dispone un hueco exacto la tierra. Se percibe el pulso azul del mar. “Esto era aquello”. Con esmero el olvido ha principiado su menuda tarea…
Y de repente busca una boca nuestra boca, y unas manos oprimen nuestras manos y hay una amorosa voz que nos dice: “Despierta. Estoy yo aquí. Levántate”. Y vivimos.
Gala y su amigo el periodista Jesús Quintero
No por amor, no por tristeza…
No por amor, no por tristeza, no por la nueva soledad: porque he olvidado ya tus ojos hoy tengo ganas de llorar. Se va la vida deshaciendo y renaciendo sin cesar: la ola del mar que nos salpica no sabemos si viene o va. La mañana teje su manto que la noche destejerá. Al corazón nunca le importa quién se fue sino quién vendrá. Tú eres mi vida y yo sabía que eras mi vida de verdad, pero te fuiste y estoy vivo y todo empieza una vez más. Cuando llegaste estaba escrito entre tus ojos el final. Hoy he olvidado ya tus ojos y tengo ganas de llorar.
Maitines
Callad, amantes, y ocupad el labio con el beso. No pronunciéis palabras vanas mientras se busca vuestro corazón en otro pecho, jadeante y pobre como el vuestro, ya al filo de la aurora.
Cuando te poseí por vez primera tocaban a maitines en el Convento de las Mercedarias. La tiniebla del aire estremecieron repentinos palomos alterados. Titubeante el alma sonreía, sin comprender por qué, en torno a tu cintura. Y luego, hasta la alcoba recién inaugurada, fueron entrando laúdes y alabanzas que mi alma repetía con orgullo suavemente en tu oído.
Callad amantes y ocupad el labio con el beso….
Aún eres mío, porque no te tuve
Aún eres mío, porque no te tuve. Cuánto tardan, sin ti, las olas en pasar…
Cuando el amor comienza, hay un momento en que Dios se sorprende de haber urdido algo tan hermoso. Entonces, se inaugura -entre el fulgor y el júbilo- el mundo nuevamente, y pedir lo imposible no es pedir demasiado.
Fue a la vera del mar, a medianoche. Supe que estaba Dios, y que la arena y tú y el mar y yo y la luna éramos Dios. Y lo adoré.
Mediterraneo
Mi cinturón aprieta tu cintura, y tu sonrisa, mi corazón. Sobrevolamos las islas indecibles y a nuestro paso las nubes se disipan. ¿Cómo regresar al beso la armonía sin que la respiración se entrecorte? ¿Cómo planear la noche compartida después de tanta ausencia? Sólo el aire es aliado nuestro porque nuestro deseo es de aire puro. Cuando descendamos a la tierra las alas deberán seguir batiendo: el aire de las alas es nuestro sostén único y las alas del aire nuestro lecho. Desembocan los ríos en los mares azules como en tu pecho desemboca el mar. Abrázame en tus alas para que otro aire no me roce sino tu aliento, del que vivo y muero. Bajo el cielo impalpable hecho de luz y espera, abrázame, amor mío, con tus alas. Abrázame sobre la corrompida ciudad sagrada de los hombres.
Quizá el amor es simplemente esto…
Quizá el amor es simplemente esto: entregar una mano a otras dos manos, olfatear una dorada nuca y sentir que otro cuerpo nos responde en silencio.
El grito y el dolor se pierden, dejan sólo las huellas de sus negros rebaños, y nada más nos queda este presente eterno de renovarse entre unos brazos
Maquina la frente tortuosos caminos y el corazón con frecuencia se confunde, mientras las manos, en su sencillo oficio, torpes y humildes siempre aciertan.
En medio de la noche alza su queja el desamado, y a las estrellas mezcla en su triste destino. Cuando exhausto baja los ojos, ve otros ojos que infantiles se miran en los suyos.
Quizá el amor sea simplemente eso: el gesto de acercarse y olvidarse. Cada uno permanece siendo él mismo, pero hay dos cuerpos que se funden.
Qué locura querer forzar un pecho o una boca sellada. Cerca del ofuscado, su caricia otro pecho exige, otros labios, su beso, su natural deleite otra criatura.
De madrugada, junto al frío, el insomne contempla sus inusadas manos: piensa orgulloso que todo allí termina; por sus sienes las lágrimas resbalan… Y sin embargo, el amor quizá sea sólo esto: olvidarse del llanto, dar de beber con gozo a la boca que nos da, gozosa, su agua; resignarse a la paz inocente del tigre; dormirse junto a un cuerpo que se duerme.
“Pone me ut signaculum super cor tuum”, “Ponme como un sello sobre tu corazón”
(Verso del “Cantar de los cantares” que es el lema de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores)
*****
Antonio Ángel Custodio Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de Todos los Santos/Antonio Gala Velasco (Brazatortas, Ciudad Real, España, 2 de octubre de 1930- Córdoba, España, 28 de mayo de 2023). Poeta, novelista, dramaturgo, ensayista y articulista.
Hijo de María Adoración de los Reyes Velasco Gardo y Luis Gala Calvo, médico. Fue el penúltimo de los cinco hijos del matrimonio. Residió en Brazatortas hasta los nueve años. A partir de 1939 su familia se trasladó a Córdoba. Escritor precoz, a los cinco años escribió un relato corto y a los siete su primera obra teatral ; a los catorce años impartió una conferencia en el Real Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario de Córdoba. A los 15 años inició sus estudios de la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla y, como alumno libre, Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Madrid, obteniendo licenciaturas en todas ellas.
Al acabar sus estudios universitarios, inició la preparación de oposiciones al Cuerpo de Abogados del Estado, pero abandona en el segundo año para ingresar en la orden monástica de los cartujos. La rígida disciplina monástica no estaba hecha para él, y, como cuenta en su autobiografía, Ahora hablaré de mí(2000), fue expulsado de la orden.
Se mudó entonces a Portugal, donde llevó una vida bohemia. En 1959 comenzó a impartir clases de Filosofía e Historia del Arte y comenzó una exitosa carrera teatral y periodística, que le posibilitó desde 1963 vivir sólo de la escritura. A mediados de 1962 se marchó a Italia, instalándose en Florencia, donde permaneció casi un año.
Su primer libro publicado fue «Enemigo íntimo» (1959) por el cual recibió un accésit del Premio Adonáis de poesía. A éste siguieron «La deshora» (1962), «Solsticio de invierno» (con el que obtuvo en 1963 el premio Las Albinas) y «Meditación en Queronea» (1965).Durante estos años también comienza a colaborar en TVE. Entre sus series más populares se encuentran «Las tentaciones», «Si las piedras hablaran» y «Paisaje con figuras». En 1969 y 1973 obtuvo el Premio Nacional de Guión y el premio Antena de Oro.
En 1973 sufrió en Madrid una perforación del duodeno que lo llevó al borde de la muerte y durante la convalecencia empezó a utilizar bastón, objeto del que ha reunido ya una gran colección, unos 3000 ejemplares, regalos de amigos y admiradores.
Ha publicado artículos en el suplemento dominical de El País, desde su fundación en 1976 hasta 1998, como «Charlas con Troylo», «A los herederos», «A quien conmigo va», etcétera; todos estos artículos han sido después recopilados en libros.
En 1982 fué nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Córdoba y en 1985 le nombraron Hijo Predilecto de Andalucía.
Fue presidente de la plataforma cívica que propugnaba el «no» a la permanencia de España en la OTAN, cuyo referéndum se celebró en marzo de 1986
En 1989 es galardonado con el premio Andalucía de las Letras y con el Premio León Felipe a los Valores Cívicos.
Con su novela El manuscrito carmesí, ganó el Premio Planeta en 1990. En 1993 publicó la novela La pasión turca, presentada en Estambul en forma de paseo por la ciudad, recorriendo los lugares plasmados en la novela, y que fue llevada al cine en 1994, dirigida por Vicente Aranda y protagonizada por la cantante y actriz española Ana Belen. Le siguieron El águila bicéfala (1994), colección de artículos sobre el amor, Más allá del jardín (1995), también llevada al cine dirigida por Pedro Olea, La regla de tres (1996), El imposible olvido (2001), Los invitados del jardín (2002), El dueño de la herida (2003), El pedestal de las estatuas (2007), y Los papeles del agua (2008).
Como dramaturgo Gala cuenta con una extensa trayectoria. Entre los estrenos teatrales se encuentran «Los verdes campos del Edén» (1963, comedia que recibió los premios Calderón de la Barca y Ciudad de Barcelona), «El caracol» (1965), «Spain streep-tease» (1975, por la que obtuvo el premio Foro Teatral), «Anillos para una dama» (1976), «Las cítaras colgadas de los árboles» y «¿Por qué corres Ulises?». Tras un paréntesis de varios años escribió «La vieja señorita del paraíso», «Petra regalada» y «Samarkanda»,(según el propio autor su obra mas querida por motivos personales), «El cementerio de los pájaros» (1983), «El hotelito» (1985), «Séneca o el beneficio de la duda» (1987), la obra musical «Carmen, Carmen» (1988), «La Truhana» (1991),«Los bellos durmientes» (1994) y «Las manzanas del viernes» (2000).
También ha colaborado en el diario El Mundo (entre 1992 y 2015), en este último con artículos de opinión breves publicados con el nombre de troneras.
En televisión fueron famosas y magnificas las entrevistas que en susTrece noches, el gran periodista Jesús Quintero le hizo a Antonio Gala, donde charlaban durante una hora de todo lo divino y lo humano.
Creó la Fundación Antonio Gala para Creadores Jóvenes, dedicada a apoyar y becar la labor de artistas jóvenes.
El 14 de diciembre de 2011 recibió el Premio Quijote de Honor 2011 a toda una vida que concede la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE).
En 2020 le otorgaron el Premio Nacional de TeatroPepe Isbert.
En el año 2021, se inauguró en Alhaurín el Grande la Casa-Museo de Antonio Gala «La Baltasara», lugar que el autor fijó como su residencia de verano desde los años ochenta y que le sirvió como refugio para escribir gran parte de su obra.
Obra poética publicada :
Enemigo íntimo, 1959
11 sonetos de La Zubia, 1981
27 sonetos de La Zubia, 1987
Poemas cordobeses, 1994
Testamento andaluz, 1994
Poemas de amor, 1997
El poema de Tobías desangelado, 2005
Desde el Sur te lo digo, edición de Pedro J. Plaza, 2019
Por eso empecé a usar bastón (Publicado en el diario El Mundo)
«He tenido varios percances que me han llevado al borde de la muerte, pero hubo uno de ellos en el que estuve más cerca de allí que de aquí, y en el que tuve una visión de la que todavía hoy guardo un recuerdo absolutamente vívido. Fue en 1973, en Madrid; mientras estaba almorzando con amigos, sentí una puñalada tremenda en el abdomen. Poco después entraba en coma.
Con el duodeno perforado tuve visones
Mis acompañantes llamaron a una ambulancia, que me trasladó a toda prisa al hospital. Se me había perforado el duodeno, y tuvieron que operarme de suma urgencia. Yo no me enteré de nada: había perdido la consciencia, y no la recuperaría hasta un día después. En algún momento, no sé en cuál, tuve esa visión. Primero vi que aparecía una sonrisa en el aire. Fue como un gozo, una bienvenida, un recibimiento amable y sonriente, de estar en una paz total. Tenía la sensación de que me hubiera salido de mí mismo y el cuerpo ya no tuviera nada que ver conmigo.
Salí pesando 48 kilos
A continuación aparecieron, como en un retablo flamenco, momentos de mi vida. Y lo que esas escenas mostraban no era nada de lo que habitualmente solemos considerar como «importante». Era lo más sencillo, lo más tierno: mi padre cerrándome los ojos para dormir, enseñándome a sonarme la nariz… Era como si estuviera recibiendo la lección de que lo importante de la vida es la sencillez, la generosidad, y no los éxitos, las trascendencias o los aplausos. Mi visión no cambió de modo especial mi idea de la muerte, pero creo que, desde entonces, supe que era algo natural, un tránsito al que no hay que tener miedo. Entretanto, como decía, me operaron. Fue una operación rápida, tremenda, cruel. Y el postoperatorio también fue duro. Salí del hospital 10 días después, pesando tan sólo 48 kilos. Fue entonces cuando empecé a usar bastón. Al principio, porque lo necesitaba; después, porque me acostumbré».
Nota : Esta entrada se actualizo el 28 de mayo de 2023, debido a la triste noticia del fallecimiento del poeta. Tenía 92 años.