5 Poemas de Sarina Helfgott

Canto I

Vamos, vamos así, de la mano

desnudos para nacer al río;

de tal suerte empezar de nuevo

a ser hermanos, árboles, infancias.

Con las pupilas a los vientos, sin facciones como un dios sorpresa,

hemos llegado nunca y tan hondo

a nuestras únicas voces propias

La luz pródiga(1956)

**********

Del Hermano III

Una vez tuvimos nueve años
y un huerto de estrella.

Sucede de pronto que llegas,
que me creces en el rocío,
que me conjugas.
Pero no sé la edad del viento
que me trae el sabor de tus pupilas,
la dulce temperatura de tu sonrisa;
todo tú, interminable.

Hermano:
yo sé que ahora estás pensando
en el bosque del primer libro,
en aquella hormiga total y grave,
en el qué hay en el centro de la lumbre;
y en nuestras iniciales que brotaron
frágiles un día, porque sí,
alegremente.

Cada noche llegaba un sueño, recuerdas?
cargado de suaves países de miel
y de niños que se pierden.
Qué hermoso era entonces
prenderse a la cola de un cometa viva
a dos constelaciones
de la madre y del pupitre.

Luego despertábamos
para capturar la sílaba alada
y tibia mariposa de todos los días
los estambres donde una flor navegaba
como un barquito de papel
tuyo y mío.

De ‘La Luz Incorporada’ en Cuadernos Trimestrales de Poesía, No. 17, Trujillo, Perú, octubre 1957

Alguien  

Alguien tiene un tenedor mientras agoniza su vecino.

Alguien se ha puesto más verde que el color.

Alguien, a gatas, busca un recuerdo que se ha perdido.

Alguien se olvidó de tomar su caldo: muerto está.

Alguien le da cuerda a la noche, impaciente

Alguien, si pudiera, volvería a nacer y llamarse  Isaías. 

Alguien no quiere saber nada con sus manos.

Acurrucado en un rincón, no quiere. 

Alguien canta un salmo en la boca del cadáver. 

Alguien que dibujara un día fantásticas ecuaciones sobre la luz

del día, está, contando ahora, uno a uno todos sus piojos.

Alguien ora en silencio, vomita. Vuelve a orar 

sobre su vómito (pero el ave ha dejado su ala en el exilio). 

Alguien acaba de nacer y ya espera

en el banquillo de los acusados. Vinagre. 

Alguien quiere venderle su alma a Dios.

Pero Dios ni siente ni padece. 

Alguien pudo ser pianista

en una gran ciudad sobre una gota de agua

aúlla sus bemoles más oscuros, pierde los molares.

Alguien que tuvo un maestro, una guitarra 

frente al mar;una enamorada de muslos lánguidos

se ha perdido, irremediablemente. 

Alguien traiciona; muérdese el alma

en el dorso de la mano: acecha

entre dos latidos. Tiene frío.

Alguien, en el jergón del tifus, ha vivido

los tres días difuntos de su madre. 

Alguien vio entrar  el cordero en la boca

del lobo: Tiene hambre. Sácase los ojos. 

Alguien, en cambio, no puede sacarse el clavo;

tararea en la oreja del tísico el “Actus trágicus”

(Recuerda tantas cosas)

Alguien cava una fosa, la suya, honda,

honda para enterrar todas sus palabras. 

Alguien se ha quedado sin hermana mayor

arrodillada. Alguien no sabe qué sucede. Querría escribir

una carta, una larga carta a través del mar,

pero esto tampoco se puede. 

Alguien necesita – urgentemente- un arma

en defensa propia. 

Alguien quiere vivir a pesar de todo,

a pesar de la poesía que nada, nada hizo:

que se lavó las manos. 

 ¡Alguien ya no puede más!

De : Libro de los muertos, (Lima, 1962)

A duras penas

tercamente

camino en soledad

entre sombas y vientos

rapaces

en La Colmena los mendigos

me ofrecen sus huesudas flores

astutamente

sus cinco pétalos podridos

(a duras penas

es posible pensar en la esperanza) 

y continúo sonámbula

hacia la cita

y la claudicación 

ya no tengo sed   soy

la sed 

perdí ni nombre otra vez 

más huérfana de mí

exiliada

aborreciéndome

mi boca es un grito para adentro 

y sin embargo 

no sé por qué sigo entregándome

en oscuros lechos

como un deslumbramiento 

(esto también es el amor).

De : Ese vasto resplandor,( Lima, 1973)

Esta luz es un naufragio de alas

y relojes abiertos, de rotos deseos

a la derivaen territorios sonoros, vivos

como ombligos y signos sorprendidos,

como campanas y holocaustos.

A veces, es el amor

o el revés de una sombra.

Ese vasto resplandor, (Lima, 1973)

Sarina Helfgott Eidelman(Chiclayo,Perú, 1928- Lima, Perú, 2020). Poeta y dramaturga.  

 Hija de Mary Eidelman y Gregorio Helfgott, inmigrantes besarabianos ashkenazitas de lengua yiddish que se asentaron en la ciudad de Chiclayo. Tanto los Helfgott como Eidelman fueron familias ampliamente reconocidas por su rol dentro de asociaciones y círculos culturales judíos en Perú, como la «Sociedad de Beneficencia Israelita Sefardita» (Trahtemberg, 1987, p. 111), la «Unión Israelita en el Perú» (Trahtemberg, 1989, p. 25) y la «Sociedad Unión Cultural Israelita» (Trahtemberg, 1989, p. 125).  Bajo este contexto, Sarina Helfgott desarrolló un pensamiento crítico y una sensibilidad artística que podemos ver plasmados en su obra literaria, donde convergen sus orígenes judíos, así como una comprensión profunda de la realidad peruana y una mirada íntima de la vida.

Publicó varios libros de poesía y  obras teatrales. Su primer poemario La luz pródiga (1956)y le siguieron El libro de los muertos (1962) que incluyó un prólogo del escritor Juan Ríos; una dedicatoria a sus padres; y un total de ocho poemas, por medio de los cuales la poeta rinde un sentido homenaje a sus raíces y un desgarrador tributo a lo acontecido al pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Este libro es estudiado, a nivel internacional, como parte de la denominada «poesía del holocausto», así como una muestra de la expresión artística de la comunidad judía en la poesía contemporánea hispanoamericana.

A inicios de la década de los años 70, Sarina Helfgott publica su tercer poemario llamado Ese vasto resplandor (1973), una antología que reunió todos sus poemas escritos de 1957 a 1971.

Como dramaturga su primer trabajo es de 1953, en que escribe La Red. Le siguen obras como La Jaula, estrenada en Lima, Buenos Aires y Cambridge y traducida al inglés y al neerlandés.(Premio de Teatro 1961 de la Univ. de San Marcos), IntermedioCarta de Pierrot(1961), La Señorita Canario (mención honrosa del Centro Peruano de Teatro en 1965), Antígona  y  La Sentencia (1964).

La jaula fué posteriormente  publicada junto con La sentencia y La señorita Canario por la Universidad Católica del Perú (1967) y en la Colección de Teatro Peruano Homero, Teatro de Grillos (1974). Antígona también fue publicada en 1967 y Carta de Pierrot en 1975.

Sarina Helfgott realizó también  la primera antología de cuentos peruanos, hecha por una mujer y que reunía exclusivamente a autoras peruanas,  Cuentos (Lima: Tierra Nueva, 1959). Helfgott, seleccionó a nueve autoras, entre las que se encontraban algunas ya conocidas, como María Weisse, María Rosa Macedo y Magda Portal; otras más jóvenes, como Sara María Larrabure y Katia Saks; y la entonces debutante Elena Portocarrero; por otro lado, incluyó a autoras de cuento infantil, como Carlota Carvallo y Rosa María Rojas.

Finalmente, es importante resaltar la gran labor que Sarina Helfgott realizó como promotora cultural, a través de su columna «Caballo de Madera» en el diario El Correo; así como directora de la revista cultural Tiempo y del taller Arte Sahmar, inaugurado el 28 de febrero de 1979.

Enlaces de interés :

https://ojovisor.lamula.pe/2011/11/10/entrar-y-salir-por-el-espejo-la-vida-detras-de-un-circo-decadente/rosanalopezcubas

https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22012020000100292

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