No hay hombres que vuelen despiertos
en el precipicio de la esfera
ni una luz tenue que guíe la caída
hacia el abismo negro de las guerras
No hay hombres que dirijan la mirada
hacia la cima del encuentro
no existe un alma sin fisuras
que acoja el desbandar de los que huyen
El árbol de la vida se estremece
en el acordeón de los mezquinos
Ya no hay hombres sin espada
ni camisas sin sangre
El viento de la desdicha ruge mas que
mil tempestades
y las flores del infortunio brotan por doquier
en ramilletes de barbarie
su perfume de triste olor a exterminio
se esparce sobre todas las banderas
¡Hijos del cielo!… Leer más