Introducción
Ya todo está inventado, descubierto;
llego tarde, muy tarde, a vuestro lado;
por eso no me inquieta lo remoto
y voy tras lo sencillo y cotidiano,
llamándole al pan, pan, y al vino, vino…
Aunque no suene bien, ¡es tan humano!
Miro el jardín y digo: «¡Primavera!»
Y al extender los brazos
con tímido ademán hacia las cosas,
siento un tibio aleteo en cada hallazgo:
un compás repetido,
algo que va, que viene, que es alado.
Siempre será mañana la mañana
y más árbol, el árbol.
No quiero ya en el alma nada nuevo,
que todo esté estrenado.
Acaso la que ansío
es caminar segura
por las antiguas huellas de otros pasos,
o quedarme tranquila aquí, en mi huerto;
saber que ya está todo sosegado:
el corazón, la casa, los recuerdos…
Sentir la azada fiel del hortelano
remover, amoroso, los terrones,
como hicieron en tiempo sus hermanos.
Ya está todo gastado bajo el sol,
a fuerza de pasar de mano en mano.
Penúltima elegía
Mi infancia fue un prodigio de luces y horizontes.
Por eso, cuando el tiempo me trajo pena y llanto,
volvía la mirada,
regresaba a mi mundo
bendiciendo la tierra de los pasos primeros.
En ella frutos, soles, aromas y ¡la casa!
La casa con sus ojos para la ruta de los vuelos.
De ventanas afuera siempre un coro de cantos.
Puerta adentro, ¡Dios mío!, nanas y arrullos
mezclados a lo cotidiano:
la leche, los bizcochos,
el aroma del más goloso chocolate
y, todo, entre claros sonidos,
entre el jadeo anunciador del pozo
bajo el chirriar de la garrucha:
risas, pregones, el canturreo de las aceituneras…
Miles de oficios se le fueron abriendo a mi torpeza:
Asaba las castañas, removía el arrope,
ordeñaba, con miedo, a la Lucera…
A buen seguro que aquellos laboreos han perdido vigencia.
Penúltima elegía, digo, y vuelvo al agua decantada,
al relicario que colgado llevo.
Todo fue como un sueño. ¡Alicia en su país de maravillas!
Hasta el silencio de las siestas guardo
y, bajo mi frente,
la sombra del alero, del árbol preferido,
de la sombrilla malva de la abuela.
¿Bajo mi frente? ¿Sobre mi frente? Puede que a contratiempo.
Sí, a contratiempo y como a la espalda, pero bien cobijado
para sentirlo a toque de oración, de corazón de toque.
El cerco (1971)
Detenida en el hueco de tu espacio
Detenida en el hueco de tu espacio,
fácil a la impaciencia de tu mano,
en el juego incansable, agua y luz,
de la arena y la ola por la playa.
Encendida de ti, llama en tu fuego,
varada ya en tu orilla, puerto y ancla,
presintiendo las cifras de la resta,
mientras sumo otra vez amor y duda.
Otra vez a volar, redoble, vuelo.
A contra luz voltean las campanas
el alegre repique de esta tarde
en vuelo por el aire de tu torre.
Yo quisiera contarlo como una triste historia…
Yo quisiera contarlo como una triste historia,
pero ya no es posible.
El tiempo cicatriza con días las heridas;
tal vez esté olvidado como olvida el muchacho
la reciente caída.
A veces, el recuerdo me acerca aquella angustia,
impidiendo que aspire a raudales la vida.
Es un algo enojoso esa cortante arista
que roza mi alegría.
Si pudiera contarlo con palabras precisas,
decir: «Fue justo de este modo…»,
«Comenzó en tales días…»
Pero ya no es posible,
¡se olvida tan aprisa!
Sólo ausencia
Yo seré sólo ausencia cuando gires tu tiempo.
Se te abrirán los libros por páginas de entonces.
Otra vez la ventana con las mismas estrellas,
y otra vez sin quererlo aquella misma calle.
Un lunes, un domingo…
Para cada recuerdo tendrás fechas.
Deja abierta la puerta al pan de cada día.
Cuando gires tu tiempo por árboles del río,
yo seré sólo ausencia.
Escúchale los pasos y tiéndele la mano
a la sombra que copie tu soledad de siempre.
Dejádmelos nombrar
He tenido sus nombres anidándome hondo.
Se llamaron primero con nombres fantasía,
luego tuvieron otros, más de verdad y de siempre,
Como Manuel o Juan.
Corrieron de mi mano por un mundo
que yo inventé despacio.
(En aquel tiempo, el tiempo tenía mucho tiempo.
Podía buenamente derrocharse.)
Me han quedado sus nombres porque esto no se olvida,
aún los pronuncio en sueños y puede que despierta.
Se me besan los labios cuando digo
palabras con los nombres de los niños.
Sea
Agua sumisa al pez de tu capricho.
Tú me quieres así, yo digo: «sea»
y nos navega el cielo por el fondo.
Tú me quieres de estar casi en ausencia,
media luz de tu paz y de tu frente,
sujeta a la distancia en que me cercas.
Tú me quieres en gris como la tarde.
En oración, en sueño, de silencios;
ala cortada y mano sobre mano.
Tú me quieres de espera y de ternura,
al aire de tu tiempo y de tu aire,
surco de amor tendido a tu semilla.
Diálogo
No hilvanemos historias, no hace al caso,
lo importante es saber que aquí me tienes.
¿Dónde ya la que fui?
Deja que el tiempo se nos lleve y pase,
así quedamos siempre renacidos.
Hoy no sé si estas manos son aquéllas,
sólo las siento como manos tuyas
porque tu tiempo es tiempo que me sueña
y me vive hacia más y más por dentro.
«Ayer», ¡qué lejos la palabra!
Dónde se fueron zapatos y trajes,
billetes de un trayecto recorrido
entre extraños viajeros vistos para olvidados.
Inútilmente en los bolsillos busco
contactos que ya fueron,
y sombras de mi cuerpo en las ventanas
contemplando paisajes con mis aquellos ojos.
¿No descubriste nunca un manojo de llaves
para imposibles cerraduras?
A veces algo vuelve, pero sólo en resumen;
una pequeña fecha que casi nada indica
o ese breve letrero alarmante que advierte:
«cuidado, es peligroso volcarse al interior».
¿Quieres hacer la cuenta?
Si miro a la derecha brilla sólo tu cifra.
A la izquierda la huella de algún borroso cero.
¿Qué prenda pagar debo por haber sido antes,
sin tu tiempo en mis horas?
Alcemos la cabeza
a la igualdad del cielo,
aunque tú apuntes «Marte»
y yo diga: «Saturno» (tal vez por los anillos).
Cada cual con su estrella, con su planeta en alto
y todas las preguntas por la arboleda azul,
compartiendo verdades,
como esta del amor, el milagro más nuestro.
No pienses en mis ramas,
me crezco sobre el tronco.
A punta de navaja puedes grabar el nombre.
Otra vez
Otra vez a soñar desde el oscuro
imposible por qué, mano tendida,
intentando apresar amor y vida,
fijarle a lo inseguro lo seguro.
Otras veces cabalgando hacia tu muro,
soledad que me tiras de la brida,
seguidora incansable de mi huida,
vencedora en la lucha en que perduro.
Otra vez a mirar arena y cielo
en tu playa sin fin siempre desnuda,
bebiéndome el silencio que te nombra.
Otra vez como ayer perdido el vuelo
por el salto hacia atrás de miedo y duda,
seguida y seguidora de tu sombra.
Quisiera hacerle hoy a mi vida un nudo
Quisiera hacerle hoy a mi vida un nudo
y que se detuviera en este punto.
Aprisionar la sangre aquí, en las venas,
para que inquieta y ciega no corriera,
y esperar, esperar un largo tiempo:
como esos negros trenes que, de pronto,
traspasados de silencio y sombra,
se quedan en la noche detenidos.
Quisiera ya quedar por siempre absorta
con los remos flotando en el vacío;
sin claros firmamentos ni horizontes,
con la palabra exacta suspendida
en flor sobre los labios;
y olvidar los audaces pensamientos,
los «por qué», los letargos,
el silbido afilado de los vientos;
sin punta ya todos los alfileres
que el corazón usaron de acerico.
Ya lo tengo pensado
Ya lo tengo pensado:
dejaré de soñar.
Iré sencillamente por la vida,
sin inventar nuevas historias.
Me sentaré a la mesa
y partiré mi pan.
Una mujer puede quedarse
de espaldas a las cosas,
si tiene en su regazo un ser pequeño,
y hasta cerrar los ojos
y decir que comprende lo que no ha visto nunca.
Una mujer sabe, desde muy siempre,
que no puede volar;
y por eso, sin duda,
a cada instante
Una mujer se siente a veces sola.
Una mujer descubre cada noche
que la ventana es marco de su vida.
Carta para después
AMIGOS: Os dejo estas palabras;
volveréis a reuniros y diréis, recordando:
«Parece que fue ayer»; acaso, alguno añada:
«Aquella Concha Lagos…»,
y calle, pensativo y misterioso.
Llamadle, despertadle; que nadie se lamente;
que nadie, al recordarme, se inunde de tristeza.
Estoy en paz, amigos.
Igual que aquellas tardes de amistad y poesía.
Igual, igual que entonces.
Ahora quiero deciros…
No sé cómo empezar, no acierto con la idea;
tal vez, ni la palabra exista todavía;
si pudiera inventarla, unirla a vuestros nombres,
y al pronunciar Manrique, Alcántara, Millán,
Anglada, José Hierro,
agruparos en una antología de amistad
y, silenciosamente, ir hojeando…
Gerardo, García Nieto, Leopoldo,
José Luis Prado…
En la bruma del Norte firme Gabriel Celaya,
y el buen Vicente Núñez, en su Málaga azul.
Soñé llanuras amplias, soñé ligeras nubes.
¡Qué fácil habría sido vivir siempre serena
por la segura orilla de vuestro caminar!
Debe ser primavera, ¿tienen hojas los árboles?
No sé si volveré a ver tierra.
Tierra del Sur con sus olivos bajos.
Si volveré al arroyo donde mis ojos vieron
por vez primera correr agua.
Si pisaré la yerba,
si en un extraño vuelo,
que ahora no acierto a imaginar,
cruzaré a vuestro lado.
Si volveré a mirar los cielos
en tibias noches de verano.
Acaso ocurra esto,
o todo se convierta
en un camino largo,
en un valle de brumas,
y gire torpemente ceñida por la sombra. Pero si, libremente,
pudiera ver de nuevo vuestros rostros
con surcos más hundidos por el paso del tiempo…
Que no se borre vuestro gesto,
y, por si aún puedo escucharos,
habladme de vosotros,
del café, de poesía,
de las tardes de estío con acacias en flor,
de alguna Antología, del Premio Nacional…
Reuníos nuevamente,
leed vuestros poemas;
un ala de nostalgia rozará vuestras frentes,
y acaso alguno diga: «Aquella Concha Lagos…»
El corazón cansado (1957)
Concepción Gutiérrez Torrero, Concha Lagos (Córdoba,España, 23 de enero de 1907-Madrid,España, 6 de septiembre de 2007),Poeta, escritora y editora. Pasó toda su niñez en Córdoba y en la adolescencia se trasladó con su familia a Madrid, donde estudió filosofía y letras.
En el verano de 1925 conoce a su futuro marido, Mario Lagos. Se casan en 1927 y Concha adoptó el apellido Lagos con el que firmaría sus creaciones. El matrimonio abre el Estudio de Fotografía Lagos, en la calle del Príncipe, número 10. Primer estudio de fotografía madrileño que utilizó los focos, las luces eléctricas y los contraluces para crear fotografías más artísticas de las habituales. En 1936, al estallar la guerra civil, la pareja abandona todo en Madrid y huyen evacuados por la embajada argentina a París (Francia) para, tiempo después, refugiarse en la finca La Seara, en Vigo, propiedad de la familia de Mario, donde residieron hasta 1944. Tras el fin de la Guerra Civil, regresan a Madrid y fijan su residencia en un piso del edificio Capitol de la Gran Vía madrileña. Aquella vivienda se convirtió en un gran salón de tertulias literarias. Los «Viernes de Ágora» fue el apelativo con el que se conoció a la tertulia de Concha Lagos en la que un viernes al mes a las ocho de la tarde, mediante una escueta tarjeta de invitación, la poeta convocaba a la intelectualidad nacional a compartir espacio y tiempo. Desde 1956, hasta su clausura en 1963 por problemas de salud de Concha, por su salon pasaron personalidades como Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, José Hierro, José Luis Prado Nogueira, José García Nieto, Medardo Fraile, Vicente Gaos, Amparo Gastón, Jorge Campos, Gabriel Celaya, Carlos Bousoño, Castillo Puche, Ángela Figuera, Eladio Cabañero, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún y Rafael Morales, entre otros. Concha también fue la editora de la revista Cuadernos de Ágora (1955-1964). Una publicación considerada como una de las más prestigiosas de mediados del siglo XX al dar cabida a varias generaciones de poetas. Gracias a su esfuerzo y empeño personal, aquella revista, que durante casi una década se mantuvo en la clandestinidad, contó con las firmas más relevantes del panorama cultural español de la posguerra. Incluso con aquellas que desde el exilio hacían llegar a Concha sus escritos. Rafael Alberti, Luis Cernuda, León Felipe, Juan Ramón Jiménez o Emilio Prados mantuvieron una estrecha relación epistolar con ella.
Concha Lagos creía que la creación literaria es un trabajo en el que se aúnan inspiración, criba y corrección. Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y especialmente Luis Cernuda eran sus mentores poéticos; entre las escritoras admiraba a Carmen Conde, Ángela Figuera, Pilar Paz Pasamar, Elena Andrés… en las que reconocía la originalidad, la fuerza y el misterio de sus palabras. De los extranjeros, Rilke era el poeta más admirado.
La obra de Concha Lagos estuvo presente en muchas de las antologías y revistas del momento y su poesía fuera traducida a otros idiomas como el francés, el inglés, el portugués y el italiano.
En 1992, Concha ,que tiene 84 años y su marido 94, se trasladan a vivir a la Residencia Río Salud de Las Rozas (Madrid). En marzo de 1995 fallece su marido Mariano Lagos casi a la edad de 98 años y el 6 de septiembre de 2007 fallece Concha Lagos en la residencia donde vivía, tenía 100 años.
Poesía:
Su primera publicación fue Balcón (1954) y le siguieron El corazón cansado (1957), Arroyo claro (1958),Agua de Dios (1958),La soledad de siempre (1958), Luna de enero (1960),Tema fundamental (1961), Golpeando el silencio (1961), Canciones desde la barca (1963), Los anales (1966), El cerco (1971), La aventura (1973),Fragmentos en espiral desde el pozo (1974), Por las ramas (1980), Teoría de la inseguridad (1981), Elegías para un álbum (1982), Más allá de la soledad (1984), Con el arco a punto (1984), Segunda trilogía (1986), El telar (1987),Por la ruta del hombre (1990), Tercera trilogía (1993), Últimas canciones (1996), Campo de la verdad (1996) y Atados a la tierra (1997).
Prosa:
Relatos –El pantano (1954), Al Sur del recuerdo (1955), La hija de Jairo (Madrid, Editora Nacional, 1963), La vida y otros sueños (1969).
Novelas –Al sur del recuerdo ( mitad diario, mitad libro de comentarios y reflexiones) (M. Fraile), con Galicia y la guerra civil como trasfondo.
Teatro :Después del mediodía (1962), estrenada en Madrid y Ha llegado una carta (1964).
Premios:
Premio Hucha de Plata por su cuento Resumen(1972).El premio «Ámbito Literario de Poesía» (1980), el «Ibn Zaydun», del Instituto Hispano-Árabe (1984), en 1984 fue nombrada académica ocupando una silla en la Real Academia de Córdoba; En 1992 es nombrada Académica de Honor en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid.y honrada con la medalla de Andalucía en el año 2002.
Enlaces de interés :
https://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/concha_lagos/acerca/articulo_01.htm
https://www.diariodesevilla.es/delibros/Concha-Lagos-triple-esfuerzo-heroico_0_944605551.html
https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/14434/3/Num8%20correcher-Santaella%20-%20arreglado.pdf
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