Elena Anníbali lee algunos de sus poemas
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Poiesis/ποίησις,manifestación de la belleza por medio de la palabra
Elena Anníbali lee algunos de sus poemas
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/algunitas poetas que conozco mueren por morirse
muy jóvenes,
muy putas,
y extremadamente talentosas
(pero el orden puede variar)/
/he contado:
dos que esperan meter la cabeza en el horno, una, meterse el seconal en la garganta,
otra se abre, cada tanto,
las venas
por si allí encuentra
el caudal imaginativo/
/cuando notan a fulano en una reunión, ponen cara de buey zonzo,
sofocan las risitas,
y le hablan de ‘Fucó’
o ‘Deguidá’,
por si sus reputa-
ciones
ascienden
oh, sí, de algo hay que hablar
en el poema
mucho mejor si es sobre
la Gran Tragedia de Sus Vidas,
nenas que papi abandona,
que mami desama,
que cobayo muere aplastado
por camión lechero
femmes fatales
de todas maneras/
qué pena que yo sea provinciana haga la siesta,
vea los simpsons
y que jamásmente logre comprender cómo carajo se convierte una
en poeta de endeveritas
Madre
Mi madre, la Esquiva, la Lejana,
la perra blanca con sus tetas de leche,
con sus dulces venas azules agigantándose en la noche de la fiebre,
trepando las paredes para chupar mis sombras,
con su hermoso pico rosa, con todos sus brazos.
Mi madre tiene saudade de las ciudades que ha dejado atrás,
de donde le viene el cabello negro, suoi occhi de guerra.
Viene levantándose desde el poniente,
una Galatea de las esferas, que rueda sobre el mundo,
que lo impregna brevemente de sus perfumes,
y desde entonces, nada existe, sino su raza mezcla de bestia e inglés,
nada, sino sus cacerolas trashumantes, sus estropajos,
las vendas con nuestras sangres que guarda como sudarios.
¿Será ella, ese violento olor a almizcle que anuncia la mañana?
¿Dónde se anuncia su heredad en mi cuerpo?
Y a partir de la pregunta, aparecen las cicatrices, las alas,
la sal bajo la lengua, ese como a olor a humo y a calandria,
y todo el resto, todo, como una triste Barataria de sueños.
Las madres remotas (2007)
tabaco mariposa
aprendí a fumar con rubén
enrollando tabaco mariposa en papel
de seda
lo hacíamos de noche
sentadosenunescalóndelacasilla
mientras a nuestrospies
sus lánguidos perros soñaban
con la sangre dulce de las liebres
en el monte cercano
a veces todo era oscuridad, salvo
su cara
iluminada brevemente por el fuego
como un animal
por los relámpagos
el día que se fue del pueblo
me dejó su radio
y los jabones partidos
que yo usaba pasándomelos
despacio
por el cuerpo
con la última espuma disuelta en el agua
se fue, también, la memoria
y el deseo de él
una cosa fragante
y sutil
como los eucaliptos
cuando los moja la niebla
tabaco mariposa(2009)
Acerca de la inutilidad de una palabra
Tú crees que la muerte te sucede solamente una vez.
Que hay un signo o dos que la anticipan,
pero no.
Hay una cifra finita de actos que nos acercan al final:
cuando cruzas una ciudad silenciosa en el taxi amarillo
a las 2:30 de la mañana,
y tienes tiempo de pensar en tu cuerpo que pesa y duele por el cansancio,
y recorres con la mano la humedad de los vidrios,
la textura rota de las calles que se pierden en alguna forma de misterio.
Cuando tomas tu café, presuroso,
y lees en el diario el desastre cotidiano,
como si la guerra, la locura y el hambre fueran cosas
que sólo le pasan a otros.
Cuando amas, o crees que amas, y elaboras el complicado discurso
que te proveerá de un animal tibio en tu cama, en tu mesa,
en los sueños que otros te negaron.
Cuando decides por el vestido rojo, o el vestido negro,
cuando doblas la esquina,
o te ves en el espejo, en que algo, una mueca,
te salva del espanto otra hora más.
Cuando, distraído, eliges un kilo de manzanas,
una fecha para mudarte, la mudanza misma,
hasta el simple acto de levantar una lámpara e iluminar un cuarto,
Todo es una marcha lenta e inexorable hacia tu muerte.
¿Para qué, entonces, necesitas la palabra suicidio?
mañana de verano
a los siete, una mañana de verano,
me tiré al tanque desnuda
un verdín viejo y neblinoso
ocultaba los peces
breves y violentos
que fueron a morderme
los pies
hubo algo carnal en la manera
en que los dientes
y la sangre de todos
se mezcló
con la asfixia
con el miedo de la muerte
con el espasmo tembloroso
en que brillamos
al unísono
Cocinar es un arte-actividad
Aún no encenderé la luz.
Me basta la lumbre náufraga del cigarrillo para verla brillar y gemir.
Entretanto, saco las flores amarillas de calabaza,
las dispongo sobre una fuente junto a las zanahorias y los alcauciles.
Esta escena deberá ser de una ceguera inusitada,
y me guío por el perfume y el silencio.
La tomo de una de sus suavidades: el cuello.
De un solo tajo la parto al medio mientras una parte me muerde la mano,
y yo grito y ella ya no puede.
El agua hierve con especias, sal y hojas de laurel.
Dejo caer allí sus dos puntas,
ambas hermosas y ya de una mortalidad visible y casi triste.
Me siento a la mesa. Sirvo el vino.
Me desnudo.
Pienso que cocinar es un arte.
Nota: que la terceridad es el modo de ser de aquello que es tal como es, al relacionar una segunda cosa con una tercera cosa entre sí. Pertenece al orden del pensamiento y la representación.
la creciente
esa noche llegó la creciente y trajo
muebles viejos, mugre
de los canales vecinos
botellas
víboras
se va a llevar todo, dijo
mi madre
y me imaginé los huesitos de enzo
flotando en la corriente, al lado
de los canteros de verdura
me imaginé su ropa última
roída por las polillas y la fiebre
sus uñas crecidas
las hebritas de pelo rubio
entre los alambres del portón
entonces me apuré a encender el sol
de noche en la cocina
a tapar la puerta con las bolsas de arena
esperando que la muerte no pasara
que siguiera el curso del agua
hacia el naciente
donde las tierras son bajas
y crece el aleppo
y la enredadera azul
tabaco mariposa (2009)
el aire, de noche, es una lástima,
no alcanza para todos
alguien debe postergar su sueño, alguien
debe levantarse y, en el medio de la noche,
tocar la dorada serpiente del corazón
ella va a despertar
entornará los soles de sus ojos
dará su pan, su veneno
la flor del cuerpo abrirá, entonces,
como una mañana
pero no será la mañana:
será su turbia claridad
el simulacro
Quince- Antología de Poetas Mujeres de Córdoba
me enamoro de ud. señor juan gelman, me enamoro,
como las maestritas lo hacen del reader’s digest y de corín tellado,
como las azafatas, de la luz violeta y las postales de rodolfo valentino
como las adolescentes de ellas mismas cuando,
desnudísimas
se miran en los espejos nebulosos de sus baños
.
me enamoro de ud. señor juan gelman, desde este pueblo enfermo
donde hiede la costra de los muertos
la fiebre de los vivos
mientras preparo el café de la mañana
y lavo el orinal de mi padre enfermo
y más tarde trabajo y a la noche escucho
big bill broonzy
poniendo en orden el huerto, quemando
las alimañas
haciendo que lo perdido valga
que la tía escolástica labore sus telares
.
si supiera señor juan gelman cómo los ojos de ud.
me parecen así de bonitos
y contando sus trapos, sus fulgores,
considerándolo a la luz amarga de mi amor
me veo no tan joven, no hermosa,
pero sí verdadera, y ya no me alcanza
el pudor mentiroso de los desnudos ante sí
o ante los otros
para callarme, señor juan gelman
para callarme
Sobre la biografía como género
Alguien más escribirá tu memoria.
Alguien que entienda que no tuvo márgenes, tu vida,
ni astillas para encender los fuegos del olvido, y los eclipses.
Abrevará en tu historia como un ciego en una casa
llena de muebles y de recuerdos ajenos, tanteando,
especulando con el tacto, manoseándolo todo,
abriendo la espesura de los recuerdos,
como quien parte una ciruela negra,
y encuentra, en su médula,
el crisol dulce de su pulpa transparente y acuosa.
Pero esa constelación de códigos perdidos
no serás tú. Será el fantasma, el gólem construido
a partir de tus pedazos, de la dispersión de tus sílabas y actos,
a partir del fragmento que afirma y niega tu unidad,
como si la imagen de lo que fuiste nos llegara
desde la visión fulgurante y triste de los espejos rotos.
No serás tú. Serás otro. Y surgirás desde el fondo de la noche
como desde el tiempo, como una isla,
con tu nombre, tus señas,
con las criaturas de fantasía que urdieron tus sueños.
Pero habrá un detalle, un signo que te niegue,
que te acerque un poco más al silencio en que te hundes,
y te habrás perdido para siempre,
en esas zonas últimas de soledad y naufragios.
en el pavimento
en el pavimento queda
por la tarde
la sangre seca
de las perras en celo
algunos
las agarran del cuello y las hacen morir:
no soportan la libido gloriosa
que alborota los machos
los mechones de pelo en las puertas de alambre
el olor rijoso del orín
en los carteles de las tiendas
las perras son dóciles al entrar
en las bolsas de nylon
obedecen y se pliegan al tamaño
enarcan los huesos
se acomodan a la muerte
al silencio
conozco esa mansedumbre de haberla ejercido
basta tocar la marca roja en el cuello
para evocar soga y dueño
pero yo mordí la mano
y ahora tengo esta libertad
grande
en que me asfixio
tabaco mariposa(2009)
fui a las altas oficinas del silencio
llamé
no me atendieron
llamé
tome un numerito, dijeron
tuve sed, y tomé el agua del pueblo
esperé mucho, mucho sentada
parada
acostada
vi las cortinas mugrientas
las revistas de las star
el cuadro de la amazona del siglo xix
desesperé
después de un tiempo
quise salir
gritar
espantar el oscuro pájaro de la nada
y la puerta estaba cerrada
y el cuadro como siempre
y el pájaro sombrío parado en mi pecho cenando
Las madres remotas(2009)
María Elena Anníbali (Oncativo, Córdoba,Argentina, 19 de abril de 1978). Poeta, narradora, ensayista y profesora.
Se Licenció en Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
Ha publicado los poemarios Las madres remotas (2007) y tabaco mariposa,Editorial Caballo negro, (2009),Curva de remanso,(2017) y El viaje,Ed. Salta el pez ediciones (2021) y Cyborg/ Guadal«, Editorial Caballo Negro, Córdoba,( 2022).
En narrativa ha publicado «El tigre» Editorial Universitaria de Villa María. 2010.
En ensayo publicó «Perro de Dios -Diez años en la poética de Alejandro Schmidt«, en coautoría con Leticia Ressia. Coedición Editorial Universitaria de Villa María y Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, (2020).
Ha aparecido varias antologías de poesía y narrativa, entre ellas: Cucrito-Antología de poetas argentinos (México, 2010); Quince-Antología de poetas mujeres de Córdoba (2010).
Ha recibido diversos premios y distinciones como el Primer premio en el Primer Concurso Nacional de Poesía organizado por la Editorial Cartografías, por el poemario «Las madres remotas«( 2007) y el Primer premio en el concurso “Letras 2005” de poesía, por las obras «La isla«, «La imagen» y «Primer crepúsculo”. Premio 30 Festival de poesía de Medellín (2019) con «Selección de poemas» junto al poeta cubano Antonio Herrada, y al colombiano John Fredy Galindo.
Ha recibido también el Premio al ensayo literario por «Perro de Dios –Diez años en la poética de Alejandro Schmidt«
Enlaces de interés :
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/30/Premio
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