12 Poemas de Malú Urriola

Santiago en ruinas, abril de 1992

No necesito nada más esta noche,
No quiero oír viejas anécdotas de poetas.
No sé si veré el futuro, si al menos
lo veré pasar por estos ojos.

Espero en la única gloria de los castrados.
Me abandonaré al silencio,
como un criminal abandona las armas y el placer
de la sangre.

(De Dame tu sucio amor, 1994)

Afuera daba vueltas un farol rojo y el letrero se caía a pedazos como de boite de mala muerte, como si fuésemos a estrellarnos contra la muerte, el hombre sacó una pequeña llave. Ladraban los perros, y el hombre nos condujo hasta un cuartucho que no volveríamos a ver, encendimos la tv y unos porros, luego me fumé un cigarro detrás de otro, uno detrás de otro y te contemplé hablar y hablamos del cuartucho, de la cojera del hombre, nuestra propia cojera, de la noche que corría con una prisa extraña, las nubes pasaban rápidas, azulosas, violáceas, como golpes de la vida, como si nos fuésemos a golpear contra la vida, el hombre trajo dos cafés que se enfriaron sobre el velador, en un rincón del cuarto quedaban los restos de una fiesta que otros dejaron, qué ganas de tomarme un trago, te dije, tú te acercaste lentamente, al contrario de las nubes, al contrario de la noche que corría aprisa, al contrario de los perros que no dejaban de ladrar, de vez en cuando se callaban, y se callaban hasta que las luces de un automóvil se estrellaba contra los vidrios y encendía el cuartucho que dejaba ver tu cuerpo y luego venían las sombras que te cubrían, lejos de casa, tan lejos de casa y en la radio con las pilas medio muertas la Janis cantaba bye, bye, baby.

(De Hija de perra, 1998)

***

Cuando me pierdo es este brazo quien me encuentra

Cuando no estás me faltas como si me faltara un brazo, daría un brazo por no sentir esta falta… daría un brazo, pero no el brazo con el que escribo. El brazo con el que escribo no se lo doy a nadie, si me deshiciera de este brazo moriría atragantada. Este brazo es el que aprieta mi vientre, el que hunde su mano en mi garganta para que las palabras salgan, porque mi brazo sabe que las palabras son como trozos de carne que me atoran, si no tuviera este brazo tampoco podría hablar, porque este brazo es mi lengua, con este brazo puedo decir lo que la lengua se calla, podrían cortarme la lengua pero no el brazo, por eso no siento ningún miedo cuando tengo la lengua dentro de tu boca, porque aunque la arrancaras me quedaría este brazo. Con este brazo me sostengo, con este brazo lucho cada día. Cuando me pierdo es este brazo quien me encuentra, cuando me desespero es este brazo quien me calma, este brazo es mi memoria, este brazo es quien me saca a flote, quien jala de mí, quien me aturde para arrastrarme hasta la orilla, este brazo se compadece de mí más que nadie, me saca el agua que he tragado, me golpea el corazón para que ande, si no fuera por este brazo no sé qué seria de mí, por eso sigo a mi brazo, porque este brazo es capaz de encontrar lo que yo no hallo, por eso es él quien escribe, porque si escribiera yo, no encontraría las palabras necesarias, en cambio mi brazo es exacto, porque mi brazo sabe que si no soy capaz de resistir, que si me agoto de ver todo el tiempo lo mismo, que si me canso de escuchar las mismas palabras idiotas, que si me harto de ver a la misma gente como en un cinematógrafo de barrio, que si me aburre ver con mis ojos sus ojos pajes desesperados de fama, de una fama gris de estrella de cinematógrafo de barrio, porque mis ojos se cansan de ver tanto, todo igual, repetido, mi ojos se hartan tanto que se harían sal si vieran que algo nuevo pasara, porque esta ciudad se detuvo antes que llegáramos yo y mi brazo, esta ciudad sombría ya no se desempaña, esta ciudad es inalterable, esta ciudad quisiese ser rubia, esta ciudad quisiese beber whisky cuando se muere de hambre y si este brazo no fuera fuerte nos habrían arrancado medio pedazo, pero a mi brazo nada de esto lo derrumba porque mi brazo es ciego, mi brazo es sordo, mi brazo sólo escucha la sangre de él. Sabe que cuando no dé más deberá tomar la empuñadura y rajar la muñeca de mi otro brazo, sabe que aunque son pares sólo él puede hacerlo, sabe que él será el último en abandonar, lo sabe, como sabe también que será capaz de dejar de escribir porque escribir me daña a veces, mi brazo sabe que escribir daña porque es él quien escribe, cuando mi brazo escribe sabe que está doliendo, quemando, sabe que me revuelvo toda, por eso mi brazo dejaría cualquier cosa para calmarme. Es este brazo quien te olvida, no yo, porque mi brazo sabe que estando juntos somos capaces de resistir tu falta, que podemos trazar tu recuerdo, en cambio si me faltara este brazo yo me quedaría muda, me quedaría postrada, no podría resistir, no podría, por eso no te doy este brazo ni se  lo daría a nadie, porque este brazo es el único capaz de librarme de mí.

la noche es un animal manso, hasta podrías acariciarle el lomo, el neón del Hotel Ibiza pega verde eléctrico al fondo del callejón y las nubes, ¿ves?, pasan cadenciosamente detrás del luminoso de Xerox y está tan oscuro y hace tanto frío… y desde el fondo negro de tus ojos adivino dónde acabaremos, verás, to- dos siguen igual, los borrachos siguen borrachos, los que no se venden, los que creen que se harán famosos. Te acuerdas cuando me llevaste a ver Santiago explotar de luces, era de madrugada y desempañé el vidrio con una mueca, un tonto y desesperado gesto de la mano y pensé en mi madre cuando Santiago apareció nítido, lleno de luces, silencioso, como un deshojado y promiscuo montón de estrellas de 40 Watts, y hablaba de la llegada del silencio, de cuan- do las palabras se aquietan entonces el frío se hace más intenso y siento un terror que atraviesa los huesos, te dije que pasar frío es como ir a la deriva, no saber dónde ir y escribir es la misma incertidumbre, háblame, no me dejes a solas con este silencio, escribir es la única manera que tengo de espantar el silencio, es mi fatiga aburguesada, naif, desclasada, sabes que los de abajo no escriben, ni dejan el cuero donde menos importa, ni traicionan la dignidad de la ignorancia. Tenemos dos o tres cines donde pasan cine arte, o podemos sentarnos a fumar en el Forestal y hacer como que no me importas, como que no me deseas y sentarnos a mirar este sucio río que desemboca en el mar igual que desembocan las palabras en mí. Ya no escribo, dejé de escribir te dije, dejé de 41 escribir porque dolía, no servía para nada, para nada, y estoy hablando de la inutilidad de las palabras y de eso no tienes idea, la más puta idea, no vol- veré a dejar el cuero, así es que puedes quemar los papeles, puedes romperlo todo, todo, puedes limpiarte el culo con todo lo que he escrito, puedes tirarlo a la basura, puedes mirarme fríamente con tus ojazos grises y decirme que nunca, nunca, pondrás el gris de tus ojos en mí y no sacarás nada, nada sacas, porque se te grabó en el alma, está tatuado dentro tuyo como con un corvo. Arriba nuestro las estrellas de Chile para ti.

 (De Hija de perra, 1998)

Al lado del carril de la vida pasa el futuro alocado
Los sueños que vimos naufragar florecerán para otros,
y caminarán como nosotros entre la jauría,
y postes esqueléticos de luces que se apagan
y conocerán de esperanzas tratadas a puntas de pies,
y la flor de la pregunta
cuando llueva y haga frío,
les florecerá de pena
y en el aire se dejará oler fresco
el aroma de las murallas mojadas del alma
La vieja historia de nacer soñando y morir
con el rabo pelado
¿Te acuerdas de cuando el horror se apoderó de nosotros,
y el silencio tenía un sonido de botas miserables?
Escuchábamos a Charlie Parker,
recitábamos de memoria a la Mistral
y nos reíamos de nuestros necios congéneres.
La vida que pasa segura sabe que sobrevivimos,
Por eso nos sentamos a ver brillar el cielo
y toda su orquesta de vidrios.

(De Nada, 2003)

Tengo un corazón.
Una vez por lo menos lo tuve.
Mi corazón tiembla por cualquier cosa.
Cualquier cosa lo hace temblar,
una gota de lluvia basta, una débil brisa.
Este corazón es como una explanada, como el desierto
curtido por el sol.
Ah, hasta dónde las palabras habrán de llevarme.
Mis pensamientos han estado totalmente equivocados.
Este corazón iba a un lugar,
yo a otro.

De Nada, 2003

Nada

Como si escribiera,

como si soñara que escribo

levanto una copa por esa noche que nos perdimos por Baires

y la trava exhibía sus gomas recién operadas

y me seguiste de bar en bar,

de noche en noche,

de muerte en muerte,

mientras el esmeralda de tus ojos

se clavaba en mí.

Lo mío es lo pequeño, lo inexacto, lo turbado,

lo que apenas puedo ver es lo que la cabeza comprende,

no escribo cosas extraordinarias,

no tengo el tic del poeta nacional,

detrás de la flor, la humedad.

No nacimos para nada grande,

apenas conseguimos una vida de artificial luz amarillenta

sobre la cabeza,

lejos, lejos de la cabeza,

existe un lugar donde los cóndores rozan la cordillera

como si por alas tuvieran palabras

Abajo la carroña citadina y la cruz del sur iluminándonos el cuero,

abajo la tierra, bajo los pies la tierra,

bajo la tierra, el cielo y el deshuesado recuerdo

de miles que tampoco han muerto para nada grande.

Al frente tus ojos, el pasado del futuro y el futuro del pasado

y esas caminatas por el Forestal

cuando no teníamos nada y por ello,

el mundo era nuestro.

Mi hermana y yo 

Mi hermana y yo siempre estuvimos unidas.
Era lógico para mí estar a su lado.
Una era parte de la otra.

Jamás pensamos en separarnos hasta que mi hermana me dijo que le había escuchado a nuestro padre entre sollozos, decir que éramos un monstruo.

Entonces lo pensé. Somos un monstruo.

Arrastramos nuestros bototos hasta el cajón de las fotos. Y nos pusimos a observarlas.

La anterior es cuando estábamos por cumplir un año.

Ésta fue tomada el año pasado. Una tarde que nuestro padre llegó tarareando un bolero de los Cuatro cuartos, y quiso tener un recuerdo de nosotras.

Mi padre decía que mi hermana era dueña de nuestro corazón, porque es la que siempre sonríe en las fotografías.

Yo soy india. Creo que el clic de la cámara me roba algo que no alcanzo a definir.

Lo que siento, pienso, recuerdo, duelo, gozo, en ése momento exacto quedará plasmado en un papel. Una parte mía quedará cautiva para siempre.

No la borroneará el recuerdo, ni la deformará el olvido.

(De Bracea, 2007)


No hay estrellas. 

No. 

No hay. 

Yo quería que hubiese para prenderme y apagarme. 

Pero esta noche, no. 

No hay. 

Ni una sola. 

Ni una.

Se ha forrando de nubes el cielo. 

Se revuelcan, abrazan, besan, funden, animalmente las nubes.

Y detrás vienen más, y más, hasta que forman un mar gris. 

Cuando las nubes están grises, agrisan el mar. También el pueblo. 

La vida me escucha mejor que cualquiera.

Si le pido que se nuble, se nubla. 

(De Bracea, 2007)

Cuando la gente baila, sabes, aún sonrío. Los pies se mueven solos, y aunque no lo quiera, se mueven solos. Aquella canción que me pusiste en el butlizer de la quinta de recreo me recordó a mi padre.

Mi padre tenía el pelo lustroso y negro, peinado para atrás como su risa, vestía trajes de moda y pantalones con la línea bien planchada que mi madre se encargaba de delinear, zapatos impecablemente lustrosos. Cuando mi padre bailaba todo era bello, por eso se ganó el corazón de mi madre: la hizo reír tanto como llorar.

De esa pena y de esa risa estoy hecho yo.

De Cadaver Exquisito (2017)


nosotros – que apreciamos la perífrasis, decimos que los pájaros partieron  

Dickinson 

Alguien le abrió la puerta a la muerte. 

Un pez saltó las perlas de la noche, 

conmovió a los picaportes, 

sobresaltó el alma de las cortinas, 

empañó los vidrios, 

lavó el ego de las estatuas,
las pisadas sin rumbo,
las que nunca volvieron,
la llave que fue a dar bajo el mueble, 

las camisas que no usaste, 

los zapatos,
los esmaltes,
los cepillos,
los cuadernos que se pierden,
las telarañas vibrando en la espalda de los azulejos, 

los calefactores, 

las tazas. 

No habías acariciado una taza tanto tiempo,
ni el mar fue tan imposible,
ni la encina tan inmerecida.
Mientras te quejas frente a los pájaros de D. H. Lawrence, 

en las puertas entumecidas toman sol los que han dormido en la calle. 

No te busqué en las filas de inmigrantes.
Creo que vi una golondrina, pero no el mar.
Las angostas callejuelas se encontraron con la lluvia. 

Las veredas desaparecieron como los mendigos. 

Resonaron truenos, rayos partieron en dos la tarde. 

Los hindúes cierran.
Los senegaleses se sientan en las puertas.
Los barcos callan. 

Las palabras han ido a dar al río.
Tal vez una naranja lorquiana alumbre.
Si tenemos suerte, habrá más de un grado esta noche.
Los ciruelos brotan impasibles.
Por la calle ruedan pequeñas esferas de nieve,
las fronteras cierran,
los aviones besan la tierra,
el miedo bebe un vermouth,
las ambulancias aúllan,
los vencejos sobrevuelan la plaza.
En medio del humo de los crematorios,
un taxista lleva gratis al hospital a un contagiado,
un hombre chino baja la cortina del almacén,
el negocio de tatuajes guarda las jeringas,
las sillas trepan las plazas.
Los quioscos de flores parecen animales enfermos. 

Casandra contempla las cabezas de los leones.
Una niña mira al cielo esperando la pelota de Dylan Thomas. 

En el Apolo, el cartel de Sara Baras y el de Flashdance
se miran suspendidos como el tiempo de Pelechian. 

La muerte anda por la calle silbando.

De El Cuaderno de las Cosas Inútiles(2022)

No tener miedo de una paz colorida de lagartija al sol

Ni de los arrojos de cataratas

Ni de los caminos sin sendero

Ni de una sed de orilla

Ni de una noche sin grillos

Ni del abrazo que se olvida

Ni de la espalda emplumada

Ni de las calles y los delincuentes

Ni de los bancos y los delincuentes

Ni de los días inútiles

Ni de las tardes sin sentido

Ni de las noches paganas

Ni de mirarse al espejo y no hallar nada.

Soy un atrapador del tiempo. 

Atesoro cada detalle cada segundo cada gesto y los grafío en mi cabeza -no 

hablo de otros, hablo de la captura del tiempo- no dejo escapar detalle, 

segundo, gesto del día, de la tierra, del cielo. 

Soy un atrapador del tiempo. El mismo de las cavernas esculpido en millares de 

yos. Algunos de mis yos viven en el pasado, otros como yo, conmigo.

Las legiones de los que nos hacen temblar saben que hay millares de 

atrapadores del tiempo. 

La sabiduría de atrapar el tiempo consiste en sobreponerse al pasado y la 

invención de un futuro nefasto. 

En el mismo momento que imagino una flor en medio de las ruinas, sé que la 

hallaré unos meses más tarde, porque soy un atrapador del tiempo.

-del libro inédito Vuela-

Malú Urriola, María de la Luz Urriola González (Santiago, Chile, 9 de junio de 1967-Santiago, 21 de julio de 2023). Poeta, guionista y académica. Fue profesora del Taller de la Fundación Pablo Neruda para jóvenes poetas y académica de Licenciatura en Lengua y Literatura de la Academia de Humanismo Cristiano.

Urriola comenzó a escribir siendo una adolescente y ya con 19 años recibió una beca de Fundación Pablo Neruda.

A los 21 años publica su primer libro de poemas, “Piedras rodantes”, con el que se da a conocer en el mundo de la poesía chilena.

En el 2013 es invitada por la Universidad de Harvard al Seminario A Latin American Poetry Lab at Harvard, a leer su poesía traducida al inglés por la critica literaria y traductora Anna Denny.

En el 2015, La Luz que me ciega, trabajo multimedial de fotografía, video y poesía, realizado junto a la fotógrafa Paz Errázuriz es expuesto en la Bienal de Venecia.

En el 2018, es invitada por las Universidades de Princeton, Georgetown, Washington, Maryland y The King Juan Carlos I of Spain Center New en York,  a dar conferencias y a leer su poesía.

Durante varios años dirigió el Taller de la Fundación Neruda para jóvenes poetas. Trabajó como guionista de televisión y cine.

 Malú Urriola recibió, entre otras distinciones, una beca de Fundación Pablo Neruda (1986), una mención honrosa en el Premio Municipal de Literatura de Santiago (1995), Premio Municipal de Literatura de Santiago (2004), Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2004), Premio Pablo Neruda (2006). En el año 2009 recibe la Beca John Simon Guggenheim.

Su obra incluye: 

 Piedras rodantes (1988), Dame tu sucio amor (1994), Hija de perra (1998), Nada (2003), Bracea (2007), La Luz que me ciega, en coautoría con la fotógrafa Paz Errázuriz (2010), Las Estrellas de Chile para ti(Antología, 2015), Cadáver Exquisito (2017) y Cuaderno de las cosas inútiles (2022)

En el documental “No hay estrellas”, dedicado a la vida y obra de Urriola, la autora expuso los inicios de una carrera en tiempos complejos para la sociedad chilena:

Enlaces de interés :

http://malurriola.blogspot.com/2021/11/blog-post.html

https://www.elmostrador.cl/cultura/2023/07/21/a-los-56-anos-fallece-la-destacada-poeta-y-guionista-malu-urriola/

https://palabrapublica.uchile.cl/malu-urriola-hija-del-vacio/ http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3586.html http://cultura.fundacionneruda.org/2020/04/21/de-dia-escribo-para-ganarme-la-vida-como-guionista-y-de-noche-para-ganarme-la-muerte-entrevista-a-malu-urriola/?fbclid=IwAR3VKIbJ_TkoHgXvIt0zkKoFWANuBQNsyxoDAGx1hY-W072SmuYDhBfmVU4

https://petalurgia.com/wp-content/uploads/2021/05/Plaquette_Malu_Urriola_Petalurgia_FINAL.pdf

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