Memoria del Festival Internacional de Poesía de Medellíjn. Allison Hedge Coke, Nación Cherokee
9 Poemas de Allison Hegde Coke
Mujer del camino del perro
Te llamaban   
abuela
Maggie    como al
Valle Maggie.
Recurrí a ti      
por tu conocimiento
del arte del retazo de algodón.
Yo trabajaba 
la cerámica
y el hilado  para tejer
pero    no tenía marco
ni comprensión   
de patrones
en colchas. 
Ascendiendo arriba
del sagrado bosque
que alimenta     el
fuego eterno,
yo capturaba
ramitas de nogal
que tú querías a modo de
cepillo de dientes
para chupar empapadas.… Leer más 
12 Poemas de Briceida Cuevas
Yaan a bin xook
Le tuun le síiniko’ob ka’ach tu che’ejo’ob,
tu k’aayo’ob, tu yóok’oto’ob, táan xan u báaxal
u machmaj u k’abo’ob, léek u yok’olo’ob. Ko’olel
síisa’abil, leti’e kun jóoychokoja’atiko’ob wa ku
manak’ta’alo’ob ich yáalanaj.
Teche’ yaan a bin xook.
Ma tun p’áatakech polwech.
Yan a táats’máansik u páakabil u najil a tuukul
yo’olal a wokoj ta wotoch
ma’ táan a k’opik joolnaj.… Leer más 
11 Poemas de Nicolás Guillén
La muralla
Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros sus manos negras,
los blancos sus blancas manos.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa
allá sobre el horizonte.
-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
– Una rosa y un clavel…
– ¡Abre la muralla!… Leer más 
Nahui Olin visual
Documental sobre la vida de Carmen Mondragón (Nahui Olin), hecho en 1995 en la UDLA-Puebla por Javier Méndez y Ana Franca Álvarez para la clase de Video 1.
15 Poemas de Carilda Oliver
“Yo no espero la muerte, yo espero la vida»
Carilda Oliver
Carilda
Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.
Cualquier música sube de pronto a mi garganta.… Leer más
13 Poemas de Allen Ginsberg
Lamentación del sin techo
Perdona, amigo, no quise molestarte
          pero volví de Vietnam
donde maté a un montón de caballeros vietnamitas
                             algunas damas también
y no pude soportar el dolor
                           y de miedo cogí un hábito
y pasé por la rehab y estoy limpio
          pero no tengo lugar donde dormir
                           y no sé qué hacer
                                        conmigo ahora mismo
Lo siento, amigo, no quise molestarte
          pero hace frío en la calle
                             y mi corazón está enfermo solo
          y estoy limpio, pero mi vida es un desastre
                                Tercera Avenida
                                y calle E.… Leer más 
Aullido de Allen Ginsberg
Aullido
por Allen Ginsberg
Para Carl Salomón
I
Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,
hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,
que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera,
que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,
que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York,
que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche,
con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin,
incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,
realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente,
que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico,
que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno,
que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn,
un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna,
parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras,
intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento,
que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall,
sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark,
que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,
que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche,
que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas,
que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios,
que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural,
que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,
que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,
que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago,
que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I.… Leer más