2 Poemas y una carta de Salvadora Medina Onrubia

“¿No hemos convenido muchas veces en que somos mujeres extraordinarias? Las otras deshacen sus dolores con lágrimas. Yo los deshago con palabras.

Salvadora Medina Onrubia

Mi verso

Como una juglaresa con sus bolas doradas
juego yo con los metros
para mí, el metro no tiene secretos ¡pero odio el metro!
Como la domadora india de panteras
que con una mirada arrodilla sus fieras
he domado la rima.
Pero odio la rima.

Me enferma la asonancia monótona del verso medido
del verso rimado
me crispa los nervios ese sonsonete
bárbaro y cansino del verso latino
odio rima y metro
estúpidas leyes
que atreverse quieren a encerrar la ideal suelta, libre y única
en estrechos caminos trillados
en cuadros medidos y clasificados.

Santa inutilidad de la belleza
y belleza sagrada de lo libre.

Amo la idea en bruto que surge impetuosa
igual que un torrente
la que no conoce vallas ni caminos
y rompe con todas las leyes posibles
abriéndose cancha
por donde a su antojo soberano andará
igual que un torrente brutal de belleza
que salta por todo
¡Quiero que mi verso
se abra paso, rugiente y sonoro
y libre
igual que un torrente brutal de belleza
que arrase con todo!

Transmigracion

Yo soy la hierofántida de la Melancolía 
custodio en sus altares grandes vasos votivos 
mi voz grave, ennoblece, serena, los motivos 
piadosos de los salmos que canto cada día.

En los divinos tiempos que Grecia florecía 
yo los fuegos sagrados mantuve siempre vivos 
y ya sola en el templo con mis dioses esquivos
de un tajo abrí mis venas…En mi larga agonía

de las turbas cristianas yo escuchaba las voces
fui la última pagana que murió con sus dioses! 
Hoy mi alma rediviva presiente que como antes

al templo que custodia llega la turba ansiosa… 
Volveré a abrir mis venas, y a los pies de la diosa 
las gotas de mi sangre serán como diamantes.

Carta al general Uriburu, Cárcel del Buen Pastor, 5 de julio de 1931

Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido … Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades.
Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y más presidente. Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo, hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me hace ver el momento por que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en ello. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello como ennoblecida y dignificada. Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina misma, y los pueblos no piden magnanimidad.
En este innoble rincón donde su fantasía conspiradora me ha encerrado, me siento más grande y más fuerte que Ud., que desde la silla donde los grandes hombres gestaron la Nación, dedica sus heroicas energías de militar argentino a asolar hogares respetables y a denigrar e infamar una mujer ante los ojos de sus hijos … y eso que tengo la vaga sospecha de que Ud. debió salir de algún hogar y debió también tener una madre. Pero yo sé bien que ante los verdaderos hombres y ante todos los seres dignos de mi país y del mundo, en este inverosímil asunto de los dos, el degradado y envilecido es Ud. y que usted, por enceguecido que esté, debe saber eso tan bien como yo.
General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio.

 Salvadora Medina Onrubia (La Plata, Argentina, 23 de marzo de 1894- Buenos Aires, Argentina, 20 de julio de 1972 ). Poeta, narradora, anarquista y feminista. Su padre murió cuando era muy jovencita y fue criada por su madre.

Con 15 años abrazó la causa anarquista ,formo parte del grupo Agrupación Claridad junto con Emma Barrandeguy, con quien conservo la amistad toda su vida. Fue la primera mujer en dirigir un diario en Argentina y una de las protagonistas de la escena literaria local de los años 20 junto con Alfonsina Storni y Victoria Ocampo. Pero, a diferencia de ellas, su nombre cayó en el olvido. Fue madre soltera con 17 años en una época en que era imperdonable. Con 19 años se fue a Buenos Aires para trabajar como periodista , entro a trabajar en el diario La Protesta y comienzo a escribir sus primeras obras de teatro. Buscando financiación para sus producciones teatrales conocio a Natalio Botana, el creador del diario Crítica y en 1915 se casaron; Natalio adopto al hijo de Salvadora y juntos tuvieron dos hijos y una hija.  En 1918 continuó su actividad literaria colaborando entre otras publicaciones con La NaciónEl HogarCaras y Caretas, escribiendo varias obras dramáticas y promocionando el teatro para niños. En 1919 sucedió la Semana Trágica –como se conoce la represión y masacre que sufrieron cientos de obreros en enero de ese año, durante el primer gobierno de Hipolito Yrigoyen-y ella participo de forma activa dando un discurso en el entierro de las víctimas de la mano de su pequeño hijo, al que llevaba “para que se fuera enterando de lo que era la lucha social”.

Crítica se transformó en un imperio, Botana en uno de los hombres más poderosos del país y Salvadora, que siempre había llevado las riendas de su vida, en una tenaz trabajadora.

La llamaban “La Venus roja de la redacción”, con su presencia y su capacidad, colaboró para hacer de Crítica un medio popular, culto y vanguardista, con colaboradores como Jorge Luis Borges y Albert Einstein.

En enero de 1928 se suicida su primer hijo, antes de cumplir 16 años. En 1931 el gobierno les cerró el diario Critica y ella y su marido estuvieron encarcelados, Salvadora se convertiría en la primera mujer argentina encarcelada por motivos políticos, cuando fueron liberados se exiliaron un tiempo a Uruguay. En 1941 Natalio Botana murió en un accidente automovilístico y Salvadora siguió dirigiendo Critica varios años hasta que la presión política hizo decaer el diario y al final tuvo que cerrar.

Los últimos años de su vida fueron de precariedad económica después de perder el diario y casi todas sus propiedades, le quedo una casa donde vivía y alquilaba habitaciones. Atrás habían quedado los años de esplendor de un emporio que se esfumó entre los dedos y su roja cabellera como estandarte de la vida cultural de Buenos Aires, su pertenencia a la Agrupación de Mujeres de Letras y Artes junto a su gran amiga Alfonsina Storni, y sus años de rebeldía.

Falleció un 20 de julio de 1972 y dejó un libro inédito, Los mil claveles colorados, aguafuertes sobre los amigos anarquistas de su juventud. El libro fue editado junto a ¡Arroja la bomba! Salvadora Medina Onrubia y el feminismo anarco, de Vanina Escales.

Quizá la mejor síntesis sobre Salvadora haya sido dicha por el personaje principal de una de sus mejores obras teatrales, Las descentradas. «¿No hemos convenido muchas veces en que somos mujeres extraordinarias? Las otras deshacen sus dolores con lágrimas. Yo los deshago con palabras.«

Salvadora publicó libros de poesía, cuentos y novelas; también realizó traducciones.

Estrenó las obras de teatro:  Almafuerte (1914), La solución (1921), Las descentradas (1929) y Un hombre y su vida (1936), entre otros.

Enlaces de interés :

https://www.infobae.com/cultura/2017/08/17/salvadora-medina-onrubia-la-descentrada-que-se-animo-a-todo/

http://www.elagora.org.ar/site/posibles/Articulos%20PDF/P6SerieBicentenario.pdf


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