Marguerite d’Oingt (Oingt, Francia, probablemente 1240-11 de febrero de 1310). Monja cartuja, escritora y mística. Una de las escritoras más antiguas identificadas de Francia.
Marguerite nació en la poderosa familia local de los señores de Oingt en Beaujolais, que se extinguieron en 1382 por falta de herederos varones. Sabemos que su madre también se llamaba Margarita y que tenía dos hermanos —Guiscardo y Luis— y tres hermanas: Catalina, Isabel e Inés. Esta última la seguirá al monasterio, en la Cartuja, donde más tarde le sucederá como priora.
Es Marguerite misma la que comenta que su formación fue nula y que tan solo fue instruida por Dios. Sin embargo, no debemos tomarnos tal fórmula al pie de la letra, visto que resuena en ella un modelo recurrente de la tradición espiritual occidental. De hecho, en algunos casos la crítica, aún influenciada por la marginalización de los escritos espirituales de mujeres y la condescendencia que de ello deriva, ha reparado en la calidad intelectual de sus escritos y en su profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras, que introduce mediante referencias más o menos manifiestas en sus escritos. Todo ello da cuenta de una educación eminentemente alta, fruto de un entorno social a la par. En este sentido, se puede destacar la pluralidad de lenguas utilizadas en sus obras, pues escribió en latín, en el dialecto provenzal de Lyon —lengua materna— y en langue d’oïl, que dominaba a duras penas.
Marguerite unió a la Orden de los Cartujos como monja, y en 1288 se convirtió en la cuarta priora de la Cartuja de Poletains, fundada en 1238 por Marguerite de Bâgé, para monjas que deseaban vivir de acuerdo con la costumbre de los Cartujos, hasta donde era posible para las mujeres. Era conocido en su tiempo como la Celle de Notre-Dame y se convirtió en uno de los primeros monasterios cartujos femeninos. Así como los beguinatos demostratron tener una influencia notable en el norte, en el sureste del territorio galo las cartujas brotaron de repente con una presencia y un vigor eminentes. El nacimiento de estas cartujas femeninas parece responder a las aspiraciones de la nobleza, preocupada por encontrar un modelo que vehiculara las necesidades sociales y familiares, esto es, disponer de suficientes monasterios para acoger a las hijas de dichos linajes.
En 1286, dos años antes de que se convirtiera en priora de Poleteins, pero ya siendo religiosa, empezó a escribir la Pagina Meditationum. En 1294 su segunda obra, Speculum, fue llevada al Capítulo General de la orden por el prior Hughes deVallbone. Tres años más tarde murió su padre, mientras que su madre hizo testamento el 13 de mayo de 1300.
Una década más tarde moriría la propia Marguerite, probablemente el 11 de febrero de 1310.
Tras la muerte de Marguerite, su monasterio no tuvo mucho más tiempo de gloria. A lo largo de los siglos XIV y XV se repitieron las advertencias del Capítulo General cartujo por las dudas en la estricta observancia de la regla. De este modo el monasterio, siguiendo la tendencia de los otros centros fe- meninos de la misma orden, fue perdiendo vocaciones hasta quedar suprimido por el papa en 1605. Durante la Revolución sus bienes fueron vendidos y el edificio, del cual hoy en día no quedan ni los restos, destruido en 1791.
Junto con María de Francia, Marguerite fue una de las primeras mujeres poetas de Francia de la que sobrevive cualquier registro. Solía escribir en latín, cuyo conocimiento era comparable con el de los clérigos (varones) de la época. Como hemos señalado, su primer trabajo en latín, fue Pagina meditationum (Meditaciones) de 1286. También escribió dos largos textos en franco-provenzal, las primeras obras supervivientes en ese idioma: Li Via seiti Biatrix, virgina de Ornaciu, la vita de la beata Beatriz de Ornacieux, también monja cartuja; y Speculum (El espejo). Uno de ellos, el más antiguo, se encuentra en la Biblioteca de Grenoble bajo el código 410 y data de la primera mitad del mismo siglo de la muerte de la priora. Posteriormente, algún religioso aprobaría los textos y los entregaría al Capítulo General en 1294. Este manuscrito, sin embargo, se ha perdido. El más antiguo que se conserva de sus obras fue realizado por un copista después de la muerte de la autora, siguiendo la tradición cristiana de reunir todos los escritos de una figura de relevancia en un mismo volumen. Los otros dos manuscritos datan del siglo XVII —hacia 1640— y parecen ser duplicados del anterior que la Grande Chartreuse mandó realizar, junto con las respectivas traducciones al francés. Al mismo tiempo, existe una versión provenzal del Speculum que Philipon, en su primera edición de 1877, no conocía y que encontramos citada por primera vez por C. Brunel en 1935. El documento, según D. Zorzi, data de la primera mitad del siglo XV y, por sus características lingüísticas y paleográficas, parece que fue producido al norte del Tarn, probablemente alrededor de Albi. El hecho de que este manuscrito exista da fe de la notable difusión de los escritos de Marguerite en época medieval, no obstante la circulación tradicionalmente interna de los escritos de esta orden.
El contenido de las obras de Marguerite d’Oingt nos permite adentrarnos en la experiencia personal y descubrir los ejercicios especulativos que conformaban la vida monástica de su tiempo. Ejemplo son las cartas que nos han llegado donde muestra una destacada aptitud para el gobierno, uniendo su profunda vida espiritual mística con el servicio a las hermanas y a la comunidad. En este sentido es significativo un pasaje de una carta a su padre: «Dulce padre mío, os comunico que me encuentro tan ocupada a causa de las necesidades de nuestra casa, que no me es posible aplicar el espíritu en los buenos pensamientos; de hecho tengo tantas cosas que hacer que no sé por dónde empezar. No hemos recogido el trigo en el séptimo mes del año y la tempestad ha destruido nuestros viñedos. Además, nuestra iglesia se encuentra en tan malas condiciones que nos vemos obligados a rehacerla en parte» (ib., Lettere, III, 14, p. 127).
La experiencia interior, la meditación o la escritura son fenómenos que deben entenderse dentro de un contexto muy particular, el del florecimiento de un movimiento espiritual propio de la Baja Edad Media, la llamada mística femenina. Nos referimos a ese momento en el cual, afortunadamente, las mujeres se apropiaron de los instrumentos de escritura y empezaron a hablar de sus experiencias, de sus sentimientos y, por supuesto, de Dios. La celda se convirtió en el lugar de la búsqueda de la intimidad. Allí es donde la imagen o el texto de la meditación, además de proyectar el modelo ejemplar de la divinidad —influenciado por los nuevos modelos de la pobreza—, empujaba a un ejercicio especular en el que uno se proyectaba y reflexionaba sobre sí mismo. En el siglo XIII precisamente se produce el estallido que recorre toda Europa bajo unas mismas directrices, dentro, eso sí, de las grandes diferencias sociales y culturales que se plasman entre unas regiones y otras. La mística femenina aparece como un movimiento con unas bases teológicas y literarias comunes. La relación con la lengua vernácula, el estilo profundamente emotivo y la búsqueda de un conocimiento experiencial son las pautas que vehiculan los testimonios de Hadewijch de Amberes, Juliana de Norwich, Marguerite Porete, Angela de Foligno o la misma Marguerite d’Oingt.
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Fuente de la bio: https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/Escribir_y_meditar.pdf de Sergi Sancho Fibla
Sergi Sancho Fibla nace en Alcanar en 1987. Después de estudiar Humanidades, se especializa en los estudios medievales en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, donde realiza su doctorado. Su campo de estudio se centra en la espiritualidad femenina europea de los siglos XIII al XV, ámbito que estudia desde una perspectiva literaria, antropológica e histórica. En la actualidad es investigador en Aix-Marseille Université y en el CNRS (Labexmed).
V. Cirlot y B. Garí, La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media. Madrid, Siruela, 2008,
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