“Aunque nos cueste la vida, no digamos más que la verdad”.
M. Porette
“Yo soy Dios, dice el Amor, porque el Amor es Dios y Dios es Amor, y esta Alma es Dios por condición de Amor. Yo soy Dios por naturaleza divina y esta Alma es Dios por condición de Amor. Así esta preciosa amada mía es enseñada y guiada por mí, sin ella, porque se transforma en mí, y tan perfecta, dice el Amor, toma mi alimento”.
El espejo de las almas simples
Marguerite Porette (Condado de Henao, Francia, 1250 – 1 de junio de 1310, Place de l’Hôtel de Ville, París, Francia). Escritora, mística, libre pensadora, y copista del movimiento de las beguinas. Murió quemada en la hoguera acusada de herejía por haber escrito y difundido mensajes «heréticos». Actualmente es considerada como la autora de uno de los libros místicos más importantes de la Edad Media.
Como ocurre en general con las beguinas, no se conocen muchos datos concretos sobre Marguerite lo que si quedó registradisimo en actas es que fue quemada viva por la Inquisición, en la plaza de Grève, actual plaza del ayuntamiento de París, el 1 de junio de 1310. Se la condena porque había escrito un libro.
Por las actas, pues, sabemos su nombre, porque en el documento primero de la consulta que se hace a determinados canonistas para condenar su libro, se dice “Cierta beguina llamada Marguerite Porette”. Las crónicas de la época, además, hablan de ella como “una beguina clériga llamada Marguerite Porée. Se la conocía, como“la clériga” por su alta formación teológica típica de los clérigos.
Hay que esperar seis siglos para saber cual fue el libro que la condujo a la hoguera. Fué Romana Guiarnieri, medievalista italiana, quien descubre en 1946, que se trata de Le Miroir des âmes simples et anéanties (El Espejo de las almas simples), y que su autora es, en efecto, Margarita Porette. Romana Guarnieri consideraba que se trataba de una beguina itinerante basándose en uno de los pocos fragmentos de su obra que nos aporta algunos datos y que la describe como “criatura mendicante” (cap. 95 y 96) ya que a finales del siglo XIII muchas beguinas decidían abandonar la vida sedentaria y emprender un viaje solitario. Si consideramos que se trata de una beguina, podemos concluir que no fue apoyada por su propia comunidad ya que en el capítulo 122 expresa la desaprobación que encuentra en el seno de esta colectividad, que se suma a la de curas, clérigos, predicadores, agustinos, carmelitas y hermanos menores.
El proceso contra ella comienza en 1306, cuando Gui de Colmieu, obispo de Cambrai, condena el libro y lo hace quemar en Valenciennes, además, de prohibirle a Marguerite seguir difundiéndolo. Las actas de la Inquisición la acusan de relapsa (de reincidente), por seguir propagándolo entre la gente después de la primera condena, y de enviarlo incluso a un obispo, el obispo de Châlons sur Marne. Y es que después de la condena, Marguerite busca apoyos en el poder eclesiástico. Encuentra tres principalmente, de tres clérigos: el de Juan (Juan “de Querayn” según la versión inglesa del Espejo), el de un cisterciense llamado Franco de la abadía de Villers en Brabante, y el de Godofredo de Fontaines, de Flandes, ex regente de la Universidad de París. Este apoyo era realmente completo, porque tenía a un representante de la tradición monástica, otro de los movimientos más modernos, más nuevos, y otro representante del clero secular, de la universidad. Aun así, solo el cisterciense apoyaba incondicionalmente el Espejo, los otros dos mostraban admiración, pero sostenían que el libro no podía mostrarse a muchas personas, porque era una fuente de ilusiones peligrosas para quien no estuviera preparado para leerlo.
Otro de sus apoyos fue el clérigo Guiard de Cressonessart, que fue arrastrado por la Inquisición en la condena a Marguerite. Por su apoyo al libro, fue detenido en París a finales de 1308, igual que ella, y condenado por la misma reunión de teólogos que condenaron a Marguerite. Estuvo encarcelado año y medio negándose a testificar, igual que Marguerite. Pero el 3 de abril de 1308, en el juicio donde se condena a ambos como herejes, Guiard se arrepiente, abjura, y se libra así de la hoguera, aunque es condenado a pasar el resto de su vida encarcelado.
Marguerite también es encarcelada junto con Guiard en 1308. Y permanece así año y medio, el tiempo que daba la Inquisición para la reflexión.
Marguerite se negó en todo momento a prestar juramento y a arrepentirse, en coherencia con su pensamiento y creencias, como ella misma expresa en el capítulo 100 de su libro (p.140):
«El que es lo que cree lo cree de verdad; pero quien cree lo que él no es no vive lo que cree, y este no lo cree de verdad, pues la verdad del creer consiste en ser lo que se cree. Y aquel que esto cree esto es«.
O en el capítulo 85 en donde podemos observar cómo se justifica su obstinado silencio ante aquellos que no considera “de su linaje”:
«Esta Alma –dice Amor– es libre, más libre, muy libre, encumbradamente libre, en su raíz, en su tronco, en todas sus ramas y en todos los frutos de sus ramas. Tiene llena por completo su medida de libertad, cada costado tiene su jarra llena. Si no quiere, no responde a nadie que no sea de su linaje; pues un gentilhombre no se dignaría a responder a un villano si le retara o requiriera batalla; y por ello quien reta a un Alma así no la encuentra: sus enemigos no obtienen de ella respuesta». (pp.124-125).
Tras un año y medio de cárcel fue condenada a la hoguera y ejecutada en la place du Grève de Paris el 1 de junio de 1310. Por primera vez se asistía en París a una condena al fuego de una mujer por herejía, con el consentimiento del rey Philippe Le Bel. Este acontecimiento causó gran impresión a los cronistas de entonces.
En el capítulo 22 de su obra, precisamente emplea la imagen del fuego como metáfora de la unión mística:
«El que arde no tiene frío, y el que se ahoga no tiene sed. Pues bien, esta Alma –dice Amor– arde de tal forma en el fuego de la hoguera de Amor que se ha convertido en el propio fuego y no siente el fuego porque ella es el fuego en virtud de Amor que la ha transformado en fuego de amor. Ese fuego arde por sí mismo, en todo momento y lugar, sin alimentarse ni poder querer alimentarse de otra materia que de sí mismo. Pues quien siente a Dios a través de la materia que puede ver u oír fuera de sí, o a través de su propio esfuerzo, este no es todo fuego sino que hay aún materia mezclada con tal fuego». (p.65)
Para el académico Soletti resulta sorprendente que, en un contexto histórico-político de grandes tensiones, las máximas autoridades prestasen atención al dossier de una pseudomulier, a menos que esta fuese un peón útil a esos juegos de poder e intereses políticos entre el papado, la inquisición y la monarquía francesa. Se entremezclaron así el proceso de Marguerite con el de los templarios y con el concilio de Vienne, en el que se ratificó la condena del Temple y la supresión oficial de la Orden, se reprobó la herejía del Libre Espíritu en el decreto Ad nostrum, el movimiento de los begardos y el de las beguinas en el decreto Cum de quibusdam mulieribus y la teología femenina que había proliferado mediante textos religiosos en lengua vernácula desde el S.XII (Saranyana 2007: 267; Soletti 2008: 94; Garí 1995: 51; Garí 2015: 12-13).
Marguerite Porette nos narra en su libro cómo empezó su proceso de escritura: dice que miró fuera, buscó a Dios y no lo encontró. Por eso, volvió dentro, al pensar, al entendimiento profundo, y sólo desde ahí pudo encontrar a Dios. Por eso escribió. Sabe que sigue presa, que sigue queriendo decir lo que no se puede decir, pero encuentra en la palabra el punto de partida. Su camino a la unión mística pasa por el proceso de escribir, es lo que expresa, a saber, que no tiene otra manera de encontrar a Dios. De ahí la necesidad absoluta de escribir. Y también de ahí la necesidad de difundir el libro, de enseñarlo, porque es un texto mistagógico, esto es, porque es la enseñanza del camino a Dios, y siente la necesidad de que se conozca lo que descubre en su texto.
El espejo de las almas simples– Este tratado de 139 capítulos escrito en clave alegórica pretende mostrar de forma didáctica el viaje místico que, en siete etapas o grados realiza el alma hasta lograr su fusión con Dios, hasta alcanzar el “País de la libertad”, como ella misma denomina.
Está dividido en dos partes: la primera va del capítulo 1 al 122, y la segunda, del 123 al 139. La primera parte está escrita en forma de diálogo entre personajes que son personificaciones alegóricas con caracteres filosóficos y teológicos. Se usa aquí la literatura propia del amor cortés, de la lengua cortesana. Es un texto en forma de un juego escénico entre estos personajes. Los principales son Dama Amor y Alma, rodeadas de los demás que son Cortesía y Entendimiento de Amor, enfrentados a los personajes de Razón y Virtudes.
Dama Amor es la transposición espiritual del Sublime Amor de los trovadores, del amor altamente idealizado de la literatura cortesana. Ese amor tiene la fidelidad intrépida del amante, que supera todas las pruebas impuestas por su dama, que no se rinde jamás. Dama Amor es Dios, y es ese mismo Sublime Amor: tiene su misma fuerza, su mismo ímpetu y alegría por conseguir el amor del amante.
Esto en la primera parte. Sin embargo, en la segunda parte, ya no hay diálogo, sino que es un monólogo. Aquí Marguerite habla en primera persona. Se dice que la primera parte es un tratado místico filosófico, mientras que la segunda, por estar escrita en primera persona, es la parte autobiográfica del libro. Aunque es mucho más interesante lo que sostiene Garí, que hace la interpretación contraria: entiende las partes del Espejo justamente al revés. Así, la primera parte es el relato sobre el proceso interior de la autora, donde los personajes mantienen conversaciones . Y la segunda, sin embargo, la parte más mistagógica, la que contiene realmente las conclusiones, las enseñanzas que Margarita expone tras su camino en la búsqueda de Dios.
Sea como sea, El espejo de las almas simples muestra el camino hacia la perfección y la libertad del alma a través de siete estados de gracia, estados que no se tratan completamente en el texto.
Este camino que quiere enseñar Marguerite no es realmente un camino, es más un recorrido, y no va en línea recta. Es como una escalera, pero de caracol. Tiene carácter tanto ascendente como descendente. Por eso, Marguerite habla de tres muertes y dos caídas: la muerte al pecado, la muerte a la naturaleza y la muerte al espíritu, por un lado, y la caída de las virtudes en Amor, y la caída de Amor en Nada, por otro. Con esta última caída culmina el gobierno de Razón, y es entonces cuando por un “relámpago”, por un momento concreto y de poca duración, se cae de la Nada a la claridad divina. Es un relámpago porque no es algo constante, si no inmediato, momentáneo. Es:
Ese Lejoscerca, que llamamos relámpago a la manera de una abertura que se cierra apresuradamente, rapta al Alma del quinto estado y la introduce en el sexto mientras dura su obra, y de este modo ella es otra; pero poco dura ese ser en el sexto estado, pues es devuelta al quinto.
Y no es maravilla – dice Amor-, pues la obra del relámpago, mientras dura, no es otra cosa que el atisbo de la gloria del Alma.
Después de asesinada Marguerite ¿qué pasó con El Espejo de las almas simples?.
A través de los procesos inquisitoriales podemos saber cómo fue avanzando la circulación de El Espejo de las almas simples. Se sabe que es el texto más traducido de los textos místicos en lengua materna, y nos han llegado versiones en francés antiguo, italiano antiguo, inglés medio y latín. En alemán, si hay alguna traducción, no se ha encontrado.
La versión inglesa data del siglo XIV, cuando el obispo de Londres, Miguel Northbrook, cofundador de la cartuja de Londres, años después de la condena a Margarita, hace la traducción al inglés añadiendo glosas ortodoxas, intentando escapar así de las posibles consecuencias de tener el libro y de traducirlo, intentando huir de las sospechas de herejía.
Más tarde, en el siglo XV, Richard Metheley, también cartujo, aunque recomienda no poner el libro en manos de cualquiera, lo traduce al latín. Se dice que uno de los motivos para traducirlo al latín es (igual que con Miguel Northbrook al incluirle glosas ortodoxas) intentar alejar el libro de sospechas.
No se conocen persecuciones por estas dos versiones. Sin embargo, en Italia, El Espejo vuelve a causar revuelo. Es por el norte del país por donde empieza a circular (no se sabe si en latín o ya en italiano). En la primera mitad del siglo XV, San Bernardino de Siena lo critica duramente e incluso predica sermones hablando sobre el texto de 1417 a 1437. Sobre los mismos años, en 1433, en Padua, los benedictinos prohíben el Espejo en sus congregaciones. Sin embargo, los Jesuatos de Venecia lo hacen su libro de cabecera y por ello se les acusa de simpatizar con la herejía del Libre Espíritu. Pero tienen otra suerte, y son declarados inocentes por dos investigadores que manda en 1437 el papa Eugenio IV. Aun así, en Padua la inquisición sigue intentando condenar el texto. Así, el papa, ya depuesto, es acusado de ser favorable al libro por un tal Maestro Santiago, que recuerda que ese libro ya fue condenado y pide que se quemen las copias guardadas en el Concilio de Basilea de 1439.
Después de esto se pierde el rastro del Espejo. Hay que esperar al siglo XVI, donde se vuelve a encontrar el libro en la biblioteca benedictina de Montecassino, pero titulado de forma diferente: Speculum animarum simplicium alias Anima adnihilata, que se encuentra, actualmente, en el Vaticano.
Por su parte, en Francia, se sabe que Jean Gerson, canciller de la universidad de París de 1395 a 1425, tuvo el libro en sus manos, y advierte al lector sobre él. Esa versión que encuentra se atribuye entonces a “María de Valenciennes”. Es el de Marguerite, porque consta la ciudad en la que nació y donde fue quemado su libro. Que pusiera “María” en vez de “Margarita” se atribuye a un error de la persona que lo copiara.
Un siglo más tarde, Margarita de Navarra, hermana de Francisco I, da con el libro y se hace fiel defensora de él. Tenía amistad con el convento de Madeleine, en Orléans, donde se encuentra la versión original de El Espejo de las almas simples en francés antiguo, aunque actualmente está en Chantilly. Es en ese convento donde pudo haberlo leído.
Este fue todo el recorrido que tuvo el texto de Margarita por Europa, a la que se intentó acallar y, sin embargo, gracias a los intentos por silenciarla, hizo que el libro recorriera todo el continente.
Actualmente Marguerite Porette es considerada una de los autores más importantes de la Edad Media pero también de los menos reconocidos y de los más incomprendidos. Numerosos intelectuales se esfuerzan por devolverle el lugar que le corresponde en la historia de la cultura medieval. Su libro es considerado una de las obras maestras de la literatura francesa de la Edad Media.
La voz de Marguerite Porette, una de las más grandes místicas medievales, fue acallada por teólogos y clérigos que trataban de construir un mundo y una iglesia en los que las mujeres ocupasen un papel sumiso y de servicio. Su avanzado sentimiento y pensamiento, fue revolucionario en su época. Dando prioridad a la conexión natural con lo Divino, y quitando importancia a la intervención de terceros y religiones. Le valió el pasaporte para la hoguera. Un alma Divina, elevada con un alto grado de pureza, a la que ninguna represión, pudo detener.
La audacia de mujeres como ella fue interpretada como subversiva y por ello muchas sufrieron persecución. Su pensamiento se aventura hacia horizontes prohibidos a las mujeres y osa alzar su voz no institucional en un amplio debate filosófico. Asimismo cuestiona el privilegiado acceso del clero a las cuestiones divinas y desafía la visión androcéntrica de la Deidad y de la humanidad.
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Fuentes de la bio :
https://www.carm.es/edu/pub/20_2016/2U_contenido.html
https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/143580/TFG%20Cristina%20Florido%20Tallafigo.pdf?sequence=1
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