12 Poemas de Joan Margarit

Primer amor

Triste Girona de mis siete años:
en la posguerra los escaparates
tenían un color gris de penuria.
Y, sin embargo, en la cuchillería,
en cada hoja de acero destellaba la luz
como si se tratase de pequeños espejos.
Descansando la frente en el cristal,
miraba una navaja larga y fina,
bella como una estatua de mármol.
Puesto que en casa no querían armas,
fui a comprarla en secreto y, al andar,
la sentía, pesada, en mi bolsillo.
Cuando, a veces, la abría, muy despacio,
surgía, recta y afilada, la hoja
con esa conventual frialdad del arma.
Silenciosa presencia del peligro:
la oculté, los primeros treinta años,
tras los libros de versos y, después,
en un cajón, metida entre tus bragas
y entre tus medias.
Hoy, cerca ya de los cincuenta y cuatro,
vuelvo a mirarla, abierta en la palma de mi mano,
igual de peligrosa que en la infancia.
Fría, sensual. Más cerca de mi cuello.

El buscador de Orquídeas

No había en casa libros adecuados
para el desasosiego adolescente.
Los de urbanismo eran aburridos
Cataluña, pueblo desdichado
me parecía un título muy triste.
Cogí el Mein Kampf, un breve libro negro
que tomé por profundo. Así empecé
por el lugar más sucio de la literatura.
Las palabras de Hitler, tan vulgares,
eran un pozo negro.
No lo he olvidado, pese a que no lo recuerdo.
Me di de bruces con la realidad.
Fue allí donde empezó la poesía,
difícil y sin falsas esperanzas.
He hecho siempre como el jabalí,
que busca y, delicado, escoge y come
el bulbo -conocido como el orquis
de la orquídea.

De Casa de misericordia (Visor, 2007)

Últimos ecos

Terminada la guerra,
el saco familiar de historias tristes
se abría en cada casa: personajes
que para aquellos niños fueron sólo
un nombre, un dolor vago en los retratos
explicados en tardes de domingo
sin luz eléctrica, que se morían
oscurecidas como un gran desván.

Nuestra alegría se desparramaba
por todos los solares, con silbidos
que en el crepúsculo se oían
mezclándose al llamado de las madres.

Vuelvo a la Escuela Nacional de Niños,
puedo oír, en la calle sin aceras,
el recreo en mitad de la mañana,
el griterío y las rodillas sucias
tras pelotas de trapos y cordeles.

La calle polvorienta donde estuvo
con su estucado gris y sus dos aulas,
sin ningún patio ni jardín, mi escuela.

Pero, de aquellos días queda, apenas,
el frío anochecer
que mi padre traía en el abrigo,
miedos nocturnos, tardes
de juegos en lejanas azoteas.

Y la sombra de inviernos ferroviarios,
cuando al alba mi madre iba alejándose
por una calle oscura y solitaria
con mi hermana cogida de la mano:
la maestra y su niña hacia la escuela,
tapadas con bufandas bajo el frío.

La infancia transcurría sin pasado:
cometas de papel en la alta tarde
y canicas debajo de los muebles
y aburrimiento de calcomanías
en los días más fríos y lluviosos.

Mi madre, con mi hermana, ya se alejan
en un tren sin paradas que recorre
las soledades de mi propio invierno.

De Crónica (1975)

Penúltimo poema a mi madre

Acabada la guerra, solíamos jugar
en nuestra calle, y tú, al oír un avión
salías a buscarnos hasta que su sonido
iba a perderse entre las nubes.
Son las ruinas de aquel lugar seguro
de la infancia. Recuerdo que una vez
me levanté de madrugada
y tú estabas allí en la oscuridad,
sentada en la cocina
igual que una gaviota en una grieta
de la roca durante el temporal.

Veo tan sólo una luz tenue:
la casa que, a pesar de no existir,
me ha hecho sentir menos desdichado.
Hasta que ya el peligro
se haya perdido por el horizonte.

(No estaba lejos,no era difícil)

Identidad

¿Qué hacer con las palabras al final?
Sólo puedo buscar, para saber qué soy,
en la infancia y ahora en la vejez:
ahí es donde la noche es fría y clara
como un principio lógico. El resto de mi vida
es una confusión por todo aquello
que nunca he comprendido:
las tediosas dudas sexuales
y los inútiles relámpagos
de inteligencia. Debo convivir
con la tristeza y la felicidad,
vecinas implacables.
Se acerca la última verdad, durísima y sencilla.
Como los trenes que en la infancia,
jugando en el andén, me pasaban rozando.

(Amar es dónde)

Canción de cuna

Duerme, Joana.
Y que este Loverman oscuro y trágico
del saxo de tu hermano en Montjuïc
te pueda acompañar
toda la eternidad por los caminos
que son bien conocidos por la música.
Duerme, Joana, duerme.
Y a poder ser no olvides
tus años en el nido
que dentro de nosotros has dejado.
Mientras envejecemos,
conservaremos todos los colores
que han brillado en tus ojos.
Duerme, Joana. Esta es nuestra casa,
y todo lo ilumina tu sonrisa.
Un tranquilo silencio: aquí esperamos
redondear estas piedras del dolor
para que cuanto fuiste sea música,
la música que llene nuestro invierno.

(Llegas tarde a tu tiempo)

No hay milagros

Llovía con desidia.
Diecinueve de octubre, las nueve de la noche.
Joana iba asustada hacia el quirófano
en nuestra compañía.
Cuando entró nos quedamos a esperar
en la salita mal iluminada junto a los ascensores.
Cuentan que en un intento
de salvarse le dijo te quiero al cirujano.
Creíamos que un hada podría devolvernos
a Joana, tranquila, la de siempre,
con sus confiados ojos centelleantes.
A las once, mirábamos
las gotas de la lluvia en el cristal
como si resbalaran por la noche.
La noche era una hoja de guadaña.

(Llegas tarde a tu tiempo)

Casa de misericordia

El padre fusilado.
O, como dice el juez, ejecutado.
La madre, ahora, la miseria, el hambre,
la instancia que le escribe alguien a máquina:
Saludo al Vencedor, Segundo Año Triunfal,
Solicito a Vuecencia poder dejar mis hijos
en esta Casa de Misericòrdia.

El frío del mañana está en la instancia.
Hospicios y orfanatos fueron duros,
pero más dura era la intemperie.
La verdadera caridad da miedo.
Igual que la poesía: un buen poema,
por más bello que sea, será cruel.
No hay nada más. La poesía es hoy
la última casa de misericordia.

(Casa de misericordia,2007,Visor)

Shostakovich.Sinfonía “Leningrado”

¿Lo recuerdas? Joana había muerto.
Íbamos hacia el norte, tú y yo, en coche,
hasta el apartamento junto al mar,
y escuchábamos esta sinfonía.
Iniciamos el viaje una mañana
llena de luz y, dentro de la música,
el día era de muros cubiertos por el hielo,
sombras con sacos a medio llenar
y, en el lago, trineos con cadáveres.
Como una pista de aeropuerto al sol,
huía la autopistaetrás de los sonidos se extendía
una niebla de obuses ocultando
las huellas de los tanques en la nieve.
Fue en julio, una mañana de oro azul
que destellaba en el cristal del mar.
Los metales y cuerdas resonaban
con la gloria, en pasado como siempre,
rechazando la vida, como siempre.

De noche no se oía más rumor
que el de las olas bajo la terraza.
En cambio, dentro de nosotros,
como ocurría dentro de la música,
rugía el temporal de nieve y hierro
que desata la historia al pasar página.

(Casa de misericordia Visor,2007)

Querrán que te mueras

Oyes el mar tranquilo del crepúsculo,
que es mitad violoncelo y mitad órgano.
Oscurece. Como todos los viejos,
es tu propio final el que vigilas.
Mientras tanto, a lo largo de la playa,
el mar es una pieza de seda desplegándose.
Oyes las olas mientras van diciéndote
que querrán, los que te aman, que te mueras.
Y, si los amas, desearás morirte.
La lógica implacable del amor.
La lógica implacable de la muerte.
Alivio de saber que están tan juntos.

(No estaba lejos,no era difícil )

Último paseo

Ya no comía. Y se me caía el cabello.
Estaba todo el día con los ojos cerrados.
Pero salí al balcón de madrugada
y alguien desde la acera, bajo un árbol,
me habló con una voz como la de mi madre,
que dormía en su cama junto a mí.
De repente no estaba ya cansada
y bajé sin muletas a la calle.
Nunca había podido andar así.
Sentí que me volvía la alegría:
cayó la enfermedad como una piel
sudorosa, dejada allí en la calle.
Nunca pude sentirme tan ligera.
Miré hacia atrás, a mi balcón,
la baranda como una partitura.
Dije adiós a mi padre y a mi madre.

La vida me eligió para su amor.
También la muerte.

No tires las cartas de amor

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.

De Aguafuertes (Renacimiento, 1998)

Joan Margarit (Sanahuja, Lleida, España, 11 de mayo de 1938- Sant Just Desvern, Barcelona, 16 de febrero de 2021) Poeta arquitecto, y catedrático  de Cálculo de Estructuras de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. Hijo de maestra y arquitecto, su infancia, adolescencia y primera juventud  transcurre en Barcelona, Rubí, Figueres, Girona y Tenerife; en 1956 regresa a Barcelona para estudiar arquitectura. En 1963 se casa con Mariona Ribalta, tienen tres hijas y un hijo. Como poeta  en castellano se da a conocer en 1963 pero no es hasta 1980 que publica tambien en catalán .

Su obra  poetica es extensa y llena de premios y reconocimientos.Ha sido traducido al francés ,alemán ,portugués ,euskera,hebreo,ingles y ruso.

Entre muchos premios destacamos el   Premio Nacional de Poesia (2008),Premio de Literatura  de la Generalitat de Cataluña (2008), Premio Reina Sofia de poesía Iberoamericana (2019) y el Premio Cervantes (2019).

Joan Margarit, en su muerte
 
Ha muerto Joan Margarit
Expongo mi emoción
con la sobriedad que pueda tener
en homenaje a su fuerza contenida
y descarnada a la vez
pero siempre llena de sensibilidad
De canto, de palabras medidas y justas
pero que te hacían
y me han hecho sentir muchas veces
además de la admiración y la emoción
ese sentir y pensar ante sus poemas
Diciéndome a mí mismo
“esto es como si lo dijera yo”
Además de poeta, Margarit ha sido
un gran arquitecto
Uno de esos arquitectos
que más allá de buscar la eminencia en su obra
se batieron contra la aluminosis
que asoló los barrios obreros de Barcelona y cercanías,
fruto de la especulación y el mal oficio.
Joan Margarit no sólo ha escrito
y recitado magistralmente
sino que con descarnada sinceridad
ha enfrentado la mala poesía,
la que se hace pasar por
Buscando la verdad desde su verdad poética.
Poeta además en dos lenguas
Castellano y catalan
y en las dos con la misma sobria belleza
Nos deja una obra llena de fagmentos
que no mueren ni morirán
Expongo mi emoción y mi respeto ante ello
y animo a leerlo y a evocarlo
a quienes no lo hayan hecho
y confíen en mi palabra.
Adeu, Joan Margarit!
El meu cor i el meu pensament t’abraxen amb emoción continguda!
 
 

https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/margarit_joan.htm

Bio/Bibliografia

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