“Los ojos de ella, en la gloria, están vueltos hacia los cielos estrellados”
Epitafio que la propia Caroline Herschel dejó escrito
Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras y/o escritoras es tan importante que creemos deben ser incluidas.
Este es el caso de la astrónoma Caroline Herschel, la primera científica en la historia en descubrir un cometa.
Una de nuestras Imprescindibles.
Caroline Lucrecia Herschel (Hannover, Alemania, 16 de marzo de 1751- Hannover, 9 de enero de 1848). Astrónoma. La primera científica en la historia en descubrir un cometa.
Hija de Anna Ilse Moritzen e Isaak Herschel, quienes se casaron en agosto de 1732. Caroline se crió en la ciudad alemana de Hannover junto a sus hermanos, cuando dicha ciudad aún pertenecía al reinado de Jorge III. El padre, músico militar, educó a sus hijos en materias como las matemáticas, astronomía, filosofía y, por supuesto, la música. A Caroline, por ser mujer, no le correspondía la misma educacion pero su padre no pensaba de esa forma y se dedicó a instruir a su hija. Al parecer mientras estuvo enferma, primero de viruela y mas tarde de tifus, Isaak le daba clases de música y le enseñaba a mirar las estrellas. A la muerte de su padre en 1762, su madre se hizo cargo de la educación de Caroline, según su propio criterio de lo que tenia que aprender su hija, aprendizajes acordes con la época victoriana, tales como tareas del hogar y cuidado de sus hermanos.
En vez de casarse y tener hijos, Caroline siguió otros caminos menos ortodoxos para la Europa del siglo XVIII. Cuando su hermano mayor William se instaló en Inglaterra para ganarse la vida como músico, la joven de 22 años invitada por su hermano consiguió la aprobación de su madre y viajó hasta la ciudad de Bath, para convertirse en ama de llaves en casa de William, pero también en cantante soprano de los conciertos que ofrecía su hermano mayor como organista y director de orquesta de la ciudad, consiguiendo importantes éxitos como cantante .
Cuando William Herschel trajo a su hermana a Bath, se había establecido allí como profesor de música, contando entre sus alumnos a muchas damas de rango. También fue organista de la Octagon Chapel y con frecuencia compuso himnos, cánticos y servicios completos para el coro bajo su dirección. Pero consideraba todo este trabajo profesional sólo como un medio para alcanzar un fin; la devoción a la música producía ingresos y cierto grado de ocio, y éstos se hacían cada día más imperiosamente necesarios. Cada momento libre del día y muchas horas robadas a la noche los había dedicado durante mucho tiempo a los estudios que le llevaron a convertirse en un observador de los cielos. Los medios mecánicos insuficientes despertaron su genio inventivo; y, como todo el mundo sabe, el espejo para el poderoso telescopio de doce metros fue el resultado culminante. Para sus alumnos no era sólo un maestro de música. Algunas damas recibieron lecciones de astronomía de él y, por invitación de su amigo el Dr. Watson, se convirtió en miembro de una sociedad filosófica recientemente fundada en Bath, a la que durante varios años contribuyó con un gran número de artículos sobre diversos temas científicos.
En 1781 William descubrió el planeta Urano (según cuentan, por casualidad), descubrimiento que le supuso la posibilidad de vivir como astrónomo.
El rey Jorge III de Inglaterra, enterado del descubrimiento de Willian no dudó en llamarle para ocupar un puesto como astrónomo de la corte, y le proporcionó un sueldo de 200 libras al año. Caroline decidió seguirle y trabajar como su ayudante.
Desde un primer momento, Caroline colaboró con su hermano en el cálculo, diseño y construcción de sus propios telescopios; y le ayudó en la catalogación y revisión de sus observaciones. Mientras él observaba el Universo, ella anotaba los detalles, preparaba las observaciones del día siguiente, calculaba las estrellas que debían ser empleadas como referencia y acumulaba datos para las publicaciones de William. Ella misma nos relata en uno de sus escritos :
“… Mi hermano se dedicó a perfeccionar sus espejos, erigiendo en su jardín un soporte para su telescopio de seis metros; Fueron necesarias muchas pruebas antes de poder idear los movimientos necesarios para una máquina tan difícil de manejar. Se hicieron muchos intentos a modo de experimento contra un espejo antes de que se pudiera completar el telescopio de diez metros previsto, para lo cual, entre tanto (sin interrumpir las observaciones con siete, diez y veinte pies, y escribir artículos tanto para el Real como para el Bath Philosophical Societies) se calcularon los calibres, formas, peso, etc., del espejo, de las Sociedades Filosóficas de Bath, y se realizaron pruebas de la composición del metal…mi hermano William se vio obligado a poner a prueba mis habilidades para copiarle catálogos, tablas, etc., y a veces artículos completos que le prestaban para su lectura. Entre ellos había uno del señor Michel y un catálogo de Christian Mayer en latín, que me mantenía ocupada cuando mi hermano estaba delante del telescopio por la noche. Cuando descubrí que a veces hacía falta una mano para tomar medidas particulares con el micrómetro de lámpara, etc., o para mantener encendido el fuego, o un plato de café necesario durante una larga noche de vigilancia, emprendí con placer lo que otros podrían haber pensado que era una dificultad…
El nombramiento de William como astrónomo de la corte de Windsor, le obligaba a ausentarse del piso de New King Street durante largos periodos; tiempo que Caroline aprovechaba para hacer sus propios avistamientos. Para entonces su hermano le había regalado un telescopio newtoniano, y Caroline desarrolló una línea de observación paralela a la que realizaba con William. De este modo, en 1783 descubrió tres nuevas nebulosas y poco más tarde, en 1787, llegó publicar en la revista científica “Philosophical Transactions”, de la Royal Society; algo insólito para la época, ya que fue la primera mujer en conseguirlo.
Durante dos décadas, los hermanos Herschel identificaron 2.500 nebulosas y cúmulos estelares, que fueron recogidas en el New General Catalogue.
En 1786 Caroline se convertía en la primera científica en la historia en descubrir un cometa. Lo hizo el 1 de agosto de 1786, entre las constelaciones de la Osa Mayor y Coma Berenices. Ese primer cometa se conoce como C/1786 P1 (Herschel). Aunque Caroline había estado ayudando a su hermano durante años, ahora se reconocían sus propias habilidades como astrónoma. En 1787, el rey Jorge III la contrató oficialmente como asistente de William, proporcionándole un salario modesto y convirtiéndola en la primera mujer pagada por servicios científicos.
Su soltería y un sueldo del que poder disfrutar hicieron de Caroline una mujer emancipada que pudo dedicarse a lo que realmente le fascinaba, el estudio de las estrellas y las investigaciones científicas. Debió ser ingeniosa y divertida, a juzgar por sus libros de “Recuerdos”.
En 1788, su hermano William se casó con una rica viuda, Mary Baldwin Pitt, con la que tuvo a su único hijo, John, nacido en 1792, que también se dedicó a la astronomía. Caroline vivió a partir de entonces en una pensión.
Caroline, liberada de las tareas domésticas gracias a la boda de su hermano, dedicó su tiempo libre al cielo y descubrió otros siete cometas durante la siguiente década. –mantuvo el récord de mayor número cometas descubiertos por una mujer hasta la década de 1980–, además de nebulosas, galaxias espirales e irregulares y cúmulos abiertos; todos figuran en el Nuevo Catálogo General.
Aplaudida por muchos colegas de profesión, también fue denostada por otros debido a su condición femenina. Pero las críticas no fueron suficientes para una profesional que estaba decidida a seguir investigando el universo.
Su ardua labor la llevó a completar en 1798 el “Índice de observaciones de 560 estrellas fijas compilado por el primer “astrónomo real” de Inglaterra, John Flamsteed, presentando más de 550 estrellas que no habían sido incluidas en la versión original de Flamsteed en su “catálogo de más de 3.000 estrellas”. Caroline hizo entrega del listado a la Royal Astronomical Society. Posteriormente, consiguió publicar el “Índice General de Referencias de cada observación de cada estrella mencionada en el Catálogo Británico”, también con la Royal Society.
Tras la muerte de William en 1822, Caroline regresó a Alemania y continuó trabajando en su catálogo de nebulosas.
Cuando pasó los ochenta, escribió sus libros de “Recuerdos” que llamó “una pequeña historia de mi vida de 1772 a 1778” para su sobrino, Sir John Herschel, hijo de su hermano William, para que supiera algo de sus excelentes abuelos, así como de las inmensas dificultades que su padre tuvo que superar en su vida y en su trabajo. No fue para hablar de ella misma, sino de los demás. No existe ninguna buena biografía de Sir William Herschel, y las revelaciones incidentales sobre él en estos Recuerdos son valiosas. Sus propios recuerdos se remontan al gran terremoto de Lisboa; vivió la guerra estadounidense, la antigua Revolución Francesa, el ascenso y la caída de Napoleón y todo tipo de acontecimientos y guerras menores. Vio todas las mejoras e inventos, desde el pesado vagón de correos en el que hizo su primer viaje desde Hannover, hasta los ferrocarriles y telégrafos eléctricos que han atravesado toda Europa, porque vivió hasta bien entrado el reinado de Victoria. Pero su trabajo de “cuidar los cielos” con su hermano absorbió todos sus pensamientos y apenas menciona ningún evento público. A pesar de que sus propios trabajos astronómicos fueron notables, y en su vida posterior recibió honor y reconocimiento de hombres eruditos y sociedades eruditas es increíble que escribiera “No soy nada, no he hecho nada; todo lo que soy, todo lo que sé, se lo debo a mi hermano. Sólo soy la herramienta que él moldeó para su uso: un cachorro bien entrenado”. -El perro habría hecho lo mismo.”
Impresionan estas palabras de Caroline si pensamos que cincuenta años de experiencia podrían haberla convencido de que había hecho algo más por sí misma y por el mundo que ganarse el pan con su propio trabajo y ser la “herramienta” de su hermano.
Sorprende, y mucho, esta opinión sobre si misma, y mas si tenemos en cuenta la consideración y admiración que mostraban hacia ella muchas personas. Veamos un ejemplo de una carta que le envía quien firma como PROF. SEYFFER desde Göttingen, May 10, 1793 :
Permítame, venerable señora, recordarle a un hombre que la ha tenido en la más alta estima desde que tuvo la buena suerte de entrar en el Templo de Urania, en Slough, y presentar sus respetos a su sacerdotisa. Todavía recuerdo las horas felices pasadas en Inglaterra en días anteriores de dulce recuerdo y, sobre todo, las que tuve el privilegio de pasar cerca de usted en una sociedad tan genial como intelectual.
Dame permiso, noble y digna sacerdotisa de los nuevos cielos, para poner a tus pies mi pequeña ofrenda sobre los eclipses de sol, y al mismo tiempo expresarte mi gratitud y más profunda reverencia. El portador es un joven Sr. Johnston, que ha estado estudiando aquí y ahora regresa a Inglaterra. Es un joven de excelente carácter y poseedor de capacidades y logros inusuales.
Me atrevo a pedirle, honorable señorita, que cuando usted o su hermano hagan algún descubrimiento, me avisen con antelación, como una vez tuvo la amabilidad de prometerme que haría. Es difícil no hacerlos en Slough, donde cada día es rico en descubrimientos, especialmente cuando uno de sus propios sujetos, los cometas, viene a ofrecer su homenaje.
¡Cuán feliz me consideraría si pudiera prestarle algún servicio aquí, admirable señora astrónoma, para que se me permitiera demostrar cuán enteramente mi corazón está dedicado a usted!.
PROF. SEYFFER.
Interesante es también esta carta escrita por Caroline al presidente de la Royal Society Sir Joseph Banks donde vemos reflejada, esa actitud de humilde mujer “…una mujer que sabe tan poco del mundo no debería aspirar a tal honor, sino irse a casa, donde debería estar, lo antes posible…”
MISS HERSCHEL TO SIR JOSEPH BANKS.
August, 17, 1797.
SEÑOR, -
Esta no es una carta de un astrónomo al presidente de la Royal Society anunciando un cometa, sino sólo unas líneas de Caroline Herschel a un amigo de su hermano, a modo de disculpa por no enviar inteligencia de ese tipo inmediatamente a donde debía.
Tengo tan poca fe en la expedición de mensajeros de todo tipo que emprendí como propia, con la intención de detenerme en la ciudad y escribir y entregar una carta yo misma, pero desafortunadamente emprendí la tarea con sólo la preparación de una hora de sueño, y como en el transcurso de cinco años nunca había recorrido más de dos millas seguidas, las veinte a Londres y la idea de seis o siete más a Greenwich en reserva, me dejaba totalmente incapacitada para cualquier acción. El Dr. Maskelyne fue tan amable de esforzarse en persuadirme para que fuera esta mañana a presentar mis respetos a Sir Joseph, pero pensé que una mujer que sabe tan poco del mundo no debería aspirar a tal honor, sino irse a casa, donde debería estar, lo antes posible.
La carta que usted envió a mi hermano, señor, fue la única recibida en Slough en mi ausencia; Llegó hacia el mediodía del día 16 y lo trajo un portero de una posada. Espero que me disculpe por la molestia que le doy al enviar esto, aunque sé que es completamente inútil, porque el Dr. Maskelyne probablemente tenía mi memorando que llevé a Greenwich con él cuando visitó Soho Square, y por lo tanto no puedo decir nada más que lo que usted, señor, ya conoce; pero estaré un poco más cómoda cuando pueda decirle a mi hermano que le he escrito a Sir J. Banks acerca del cometa.
Con el mayor respeto,
quedo, señor,
Su más obediente servidor,
C. HERSCHEL.
Manuscrito de Caroline
Las 57 páginas de borradores de recuerdos de este manuscrito se escribieron alrededor de 1836-40 y proporcionan contenido para los capítulos I y II de The Memoir and Correspondence of Caroline Herschel. Esta Memoria fue publicada en Londres por John Murray en 1876 y editada por Margaret Herschel, esposa de John, el sobrino de Caroline. Aunque se publicó el texto editado de la versión manuscrita, gran parte del colorido material que escribió Caroline fue eliminado del texto impreso y permanece inédito. Las correcciones y adiciones muestran el flujo de conciencia de Caroline, las reflexiones de una mujer mayor que recuerda las historias de su juventud.
El manuscrito se exhibe en el Museo de Astronomía, que forma parte del Bath Preservation Trust.
Afortunadamente no estuvieron tan ciegos los científicos y academicos de la época y en 1828 le fue concedida a Caroline Herschel la medalla de oro de la Royal Astronomical Society (la siguiente medalla concedida a otra mujer tuvo que esperar a 1996, a la astrónoma estadounidense Vera Rubin).
En 1835, con 85 años de edad, fue nombrada miembro honorario de la Royal Astronomical Society , ya que ser miembro de pleno derecho estaba vetado a las mujeres y parece ser que también le concedieron una membresía honoraria.
Tres años más tarde fue nombrada también miembro honorario de la Academia Real de Irlanda.
En 1846 el rey Federico Guillermo IV de Prusia le otorgó la Medalla de Oro de la Ciencia. Tenía entonces 96 años.
Caroline Herschel murió el 9 de enero de 1848. Dejó escrita la inscripción que quería en su lápida que dice: “Los ojos de aquella que es glorificada aquí abajo se volvieron hacia los cielos estrellados“.
Varios de los cometas que descubrió llevan su nombre, al igual que el cráter lunar C. Herschel y el asteroide Lucretia.
Enlaces de interés :
Correspondencia de Caroline: https://digital.library.upenn.edu/women/herschel/memoir/memoir.html#I
https://www.fnl.org.uk/articles/caroline-herschel-biography-on-display
Fuentes de la bio: https://www.space.com/17439-caroline-herschel.html https://www.brooklynmuseum.org/eascfa/dinner_party/place_settings/caroline_herschel
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