11 Poemas de Juana Vázquez Marín

Hoy estoy ciega

Hoy no tiene cataratas el visor de la vida.
Me levanto bañada en la luz
del cielo para abajo
sin pasar por el misterio de las palabras
que se han olvidado de su origen
y del amplio muro de sombra de lo no dicho.

Afilo el lápiz de los números
de cada cosa.
Debo comprar
4 yogures
2 kilos de tomates 1 de arroz y 4 manzanas.
Cojo el bolso.
Está en el armario.
Lo recuerdo claramente.
El mundo es visible
lo abarco con mi mirada.

Se deshabita mi casa de susurros de eternidad.

Son las 10 de la mañana a las 12 tengo que estar en la facultad.
Debo darme prisa en corregir estos 20 exámenes.
Echo las cuentas de la vida
resto sumo divido…
Todo está desvelado
no hay penumbra
ni lluvia de palabras.

Hoy veo todo con claridad pues todo cuadra.

Hoy estoy ciega.

Ahora es momento de abrocharme

la cremallera de la vida.

El día invita a vivir tierra adentro.

Es abril

y en mi  pueblo nacen manojos de margaritas.

Yo quiero cerrar la cremallera de arriba abajo

y no ver nada más que el montón de flores

que rodean la plaza

los gorriones ebrios de felicidad cantando

y jugando al lado de la iglesia

y yo sentada en la mesa  de  un bar

un bar pueblerino

donde los campesinos pasados de copas ríen

y juegan al mus

a las máquinas tragaperras

a las cartas…

Pero por la ventana oigo el grito del viento

que me habla con la voz de adivina

y me dice que me meta

donde los soles cifran su mensaje.

¿Dentro del túnel de la ignorancia? ¿Para qué…?:

Para alcanzar el Conocimiento.

Me engañan.

No quiero

y abrocho a la fuerza la cremallera de los días

para que no aparezcan las cadenas y vallas de lo Inefable.

Sólo anhelo el abrazo de las alacenas

y los besos de pan.

Pero siempre hay alguna grieta donde se filtra una voz  plana

que pinta gris y efímero  lo cóncavo.

Y cuenta que  la música está sólo en el agujero onírico.

Debería enmudecer la voz subterránea que interfiere en mi                                                                                        vida.

Pido  olvidar  la liturgia de la búsqueda y las dudas

y acomodarme en las suaves

faldas de las montañas

del humilde campo

masticando tierra sin más.

En el vaso de cerveza

Me rodeo de libros premonitorios
oráculos y posos de café
pero alguien me impide acercarme  a ti.
Te me resbalas de entre los días
y desapareces en una esquina
donde me roban a punto de navaja  hasta tu nombre.

Y se secan las horas de la noche
de tanto buscarte en tabernas y bares.

Quizá las huella de tus labios
en el vaso de cerveza
hagan sangrar tu nombre en la memoria de sílabas
junto al rincón  de cualquier madrugada.
O quizá en el bar de la esquina
me lo alquilen para los fines de semana.

Hay días en que mis poemas salen

arrugados

tienen la cara ajada

y no levantan del suelo

ni unos  centímetros.

A veces mis poemas nacen muertos

sin brillo

ni nada que los limpie.

Yo los plancho y acicalo

para que vayan lejos

y me cuenten historias de lo que existe

al otro Lado del secarral de la mente.

Pero mis poemas

esconden la cicatriz de la incertidumbre

en una palabra: Poesía.

Son poemas espigas

azotados por todos los huracanes

de meses invernales.

Poemas paliduchos

que se esconden en las cunetas de la vida.

¿Para que entonces nacen

si  se arrastran como ratas

por los agujeros  y la penumbra?

Para eso mejor mi gato

que le nacen tréboles en los ojos

cuando ve pájaros verticales

errando por el santuario del espacio.

juuuanaaavazquez

Metalenguaje

Y es que quiero buscar ese metalenguaje
que me explique, sin más,
quien soy yo, y  que hago
en este fluir sin cauce
que brota desbocado
desde las cimas de lo ignoto
hacia ninguna parte.
Pues ni siquiera sé
por qué me regalaron los sueños,
ese hondón oscuro, desmesurado,
que se me escapa detrás de la mirada,
y se diluye entre la niebla oscura de lo vago,
ni por qué me fue dada la palabra,
si tras ella queda el desamparo
del silencio de los símbolos ciegos,
del enigma, de lo innominado.
¡Qué regalo de arena
en las manos del viento,
que se mueve al albur de lo nombrado…!
Si fue para loarte,
¡Oh, Tú el Innombrable !
el esfuerzo fue vano,
pues solo me fue dado el murmullo vacío
que se pierde en la orilla de los ríos de sombra,
que no alcanza la esfera de la luz de tu Voz.
Y si se extingue en viento
y no llega a plegaria,
¿para qué la palabra?.
Y si cierras la puerta a tus ecos,
mis sueños,
y sólo me regalas las voces del silencio…
si apenas soy un nombre que cambias al azar,
en la rueda incansable del impasible tiempo,
dime, ¿para qué sueños?
Y si me dejaste fuera de este tan amargo juego,
¿por qué me diste el dolor de la búsqueda baldía,
del ensimismamiento,
de querer ceñir los límites
de la palabra “cierto”…?
si no me pertenezco…
Apenas soy imagen que se repite en serie
en los haces de luz de tu infinito espejo .
Deja ya de jugar o enséñame ese juego,
y no me condenes más al extrañamiento…

Juana Vazquez Marín

Mujer ensimismada

Me arranqué la mirada de hembra dolorida
que inquiere sus contornos
su identidad su signo
herida por milenios de
silencios espesos
rotos y sin azules
los mensajes primarios.
Me arranqué la mirada de hembra dolorida
para entrar en la niebla del enigma del “otro”
y solo recorrí sus contornos
y el polvo acumulado de tiempos sin fronteras
y el bálsamo de lágrimas oscuras disfrazadas
de sueños de futuro.
Me arranqué la mirada de hembra dolorida
y divisé a los otros
fango de bruma densa
marcada en sus rostros sin rostros.
Sin dioses ni absolutos entre  quincalla rotos
caóticos
perdidos
mendigos
 locos.
¡Qué rico es el hombre
en el prisma de luz
suma de sus carencias!
Kilómetros de angustia
y auras de veneno
sonrisas- mariposa
aparecían redondas
al limón de mañanas.
Me arranqué la mirada de hembra dolorida
y me acerqué a los otros.
Tuve que detenerme era tal el olvido,
tan frágiles sus sueños
tan perplejos y atónitos…
¡Qué extenso es el hombre
en el fugaz destello de lo efímero!
Buceaba entre esquinas como espadas de canto
y quedaban en sombra sin posible salidas
penas entrelazadas con abismos sospechas
en laberintos-locos
en contrarios con rejas.
Me arranqué la mirada de hembra dolorida
y entré en su noche
allí donde donde  llovía
y arrinconaban cosas
artefactos inermes flores y rosas rojas
 y sueños
blancos y negros y abispas- mariposas …
!Qué escaparate de miserias
nunca hubiera entrado en galerías como esas!
Versiones de bondad
claridades de nada
los despojos
el temor y lo angosto
el miedo la esperanza y  el tedio
pánico locura fabulación espanto…
¡Qué inmenso es el hombre
que variedad de tonos!
¡cuántas huellas de tiempo
cuántos espacios blancos
sin estrenar …tinieblas!
Sacrificio
piedad
besos
miseria…
Me arranqué la mirada  de hembra dolorida
y en  los despojos de otros
encontré mis heridas
desmesuradas ralas… regadas por mi lupa- palabra
de noches y de lirios entre versos-poemas
de gritos en la página.
Me arranqué mi mirada de hembra dolorida
y descubrí el dolor
pequeño
mustio
callado  y  blando de los otros.
No tenían voz ni verso
ni poema ni grito
ni página
ni espacio.

 

 

jv

Simplemente tuvo
que ser eso:
Que a mi padre en la guerra
le mataron  la risa
era tan jovencito…casi adolescente
y tan soñador…

De vez en cuando me  decía:
“¿ves esta bola del mundo? …
Pues bien lo que se debe hacer
es dividirla por partes iguales
a todos  los hombres que hay en la tierra
y a cada cual su pedazo”.
Y niña  que no pasaba de los seis años decía:
“¡¡qué fácil!!
¿y por qué no se hace padre?”
“La gente es  ambiciosa y egoísta
y aquí en España que empezábamos
a dividirla bien
vinieron unos espadones a matarnos.
Si sólo queríamos eso
¿era  algo malo?”

Y se le colaba la melancolía
y le llovía adentro…
Y madre gritaba desde el patio:
“Deja de contar esas cosas
pasaron hace tanto tiempo…
y la niña es pequeña.
Ella lo que tiene que hacer es aprender a coser
a bordar a zurcir y no tantos cuentos
que no le valen para nada.”

Y padre callaba siempre callaba.
Cuando hablaban de la pasada guerra
su aliado era el silencio
un silencio preñado y a punto de parir.
Y a niña la vida  le daba retortijones en la tripita.
Y es que no tenía edad para tantas muertes.
juanaguitarra

Las maletas de mi vida

¡Cuántas maletas delante de mí!
El mozo del aeropuerto se acerca
y me pregunta si me falta alguna.
No le contesto y sigo a la deriva.

Mis ojos han comenzado a llover amarillo
su lluvia ha borrado la luz.

Por eso
voy  tocando los cuerpos
tiesos y fríos   de mis maletas…
Definitivamente están muertas.
Lo he comprobado y por eso no las quiero.
Al final el mozo del aeropuerto
con un esfuerzo  se acerca de nuevo cariñoso:
¿Se le extravió alguna de sus maletas señorita?
Y yo las cuento: una dos tres cuatro cinco seis  siete ocho…
mi vida se encuentra en ellas
y sigo contando …Al final le respondo:
ninguna las tengo todas.
Él entonces me mira con extrañeza.
Evito su mirada y me voy hacia cualquier otro lado.

El mozo del aeropuerto  no puede saber
que quien se ha extraviado he sido yo
por los caminos de la tristeza tóxica
de las primaveras que me invento a base de química
y no quiero cargar con tantas maletas muertas
deambulando por las calles de la vida.
¡¡Pesan tanto!!

Padre-madre
yo de pequeña tenía una incipiente joroba
de tanto esfuerzo por llevaros a hombros.
Estabais muertos
esparcidos por la casa muda
y era mi deber hacerlo.
Pues a mí
hablando de deberes
todos los días
me ponían deber para desayunar
deber para comer
deber par cenar
deber para acostarme
deber de obedecer
deber de iluminar vuestros retratos
color humo
deber de.
Y eso
aunque  no quieras te va  dejando el pecho seco
y las piernas flacas
y un gran peso en la espalda.
Porque claro
con tanto deberes
se me olvidó el derecho de acunar mi infancia.
Y eso se nota
¡vamos que si se nota!
Es  como una soledad de perro abandonado en una  autopista.

juanaaaavazzzz

Se lo dijo a mi padre
un maestro republicano
al que le hacía ganar unas pesetillas por darme clases.
Cuatro años más o menos tendría yo.
Y dijo así:
“A esta niña hay que seguirla
en su aprendizaje.
Tiene las ideas claras.
Solo sugiero
que estés atento
se aprendió hoy y en pocas horas
como funciona un reloj
¿qué será en el futuro?”…

Y padre se lo tomó en serio
y creyó en unicornios blancos
y vio un oasis en esa hija
donde colgaría los fusiles
de su vida
como farolillos de colores.
Y no se fijó en las agujas del tiempo de los años
y la condujo por el mundo de los números y palabras
de diccionario.
Un tú a tú con la sabiduría cuando no levantaba tres cuartas del suelo.
Y se olvidó que la niña vivía en tiempo de caramelos
y no entre tinta y frases de crucigrama.

De todas formas como a padre le mataron los sueños
en la guerra
necesitaba una hija de tinta para volverlos a escribir.

juanaicrovazquez

Los cadáveres vivos me repelen

Vedlos…
aquí están los poemas
que aunque recién paridos no acaban de nacer
y casi cadáveres no acaban de morir.

Y es que todos los poemas intercalan
entre sí sus palabras
como los árboles los pájaros.

Pido una transfusión urgente de palabras
para mis poemas que no acaban de nacer.
Y si no se me concede
que inmediatamente
se les haga una transfusión de silencio.

Los cadáveres vivos me repelen.

 

juanaaaavazzzz Juana Vázquez Marín  (Salvaleón, Badajoz,España, 1951) Doctora en Filología Hispánica y Licenciada en Ciencias de la Información, por la Universidad Complutense de Madrid; poeta,ensayista, periodista, novelista, Catedrática de enseñanza secundaria de Lengua y Literatura , profesora en la Universidad Autonoma de Madrid y en diversos talleres literarios.

Ha publicado varios libros de poemas, diversos ensayos, dos novelas e infinidad de artículos de opinión ,entrevistas y  reseñas culturales en los diversos medios periodísticos como “El Pais”, ” El Mundo”, “Hoy Extremadura”  y  “Diario 16” , entre otros.

Publicaciones Poesía:

Signos de Sombra, 1993

En el Confín del nombre, 1998

Nos+otros, 2003

Gramática de Luna, 2006

Escombros de los días, 20011

Tiempo de caramelos, 2012

El Incendio de las Horas, 2015

Antologia poética, La Espiga y el viento, 2017

 

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