Poemas de Benita Galeana

Este blog es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de la extraordinaria Benita Galeana.

Una de nuestras Imprescindibles.

Compañeros y compañeras, la patria No se vende

En medio del murmullo yo oí lo que se

decía de mí. Desde ese momento

empecé a preparar un hermoso castillo

de ternuras sobre lo que se decía de mí,

y empecé a acercarle pedacitos de cada

cosa que oía a sus cimientos, y así

desde ese momento yo empecé a…

preparar un hermoso castillo al

proletariado, se lo dediqué a él.

Este hermoso castillo fue creciendo y

bañándose en sangre de estas luchas

y pedazos de ternura levantando a

nuestros compañeros, que luchaban

por una vida mejor.

Así pasaron muchos, pero muchos

años y seguía pegándole pedazos,

pedacitos de palabras del proletariado

y esas palabras se las pegaba a mi 

hermoso castillo y estoy viendo que mi

castillo se viene abajo y el proletariado

no me ayuda a detenerlo

Este castillo que construí se me está

cayendo, se lo pongo en sus manos

a las mujeres. No dejen que se caiga, a

ustedes se los entrego. Mujeres y

hombres ayuden a construir este

castillo que se nos viene abajo.

Compañeros y compañeras, la patria

no se vende.

Benita Galeana Lacunza (San Jerónimo de Juárez, México, 10 de septiembre de 1903 – Ciudad de México, 17 de abril de 1995). Escritora, poeta, sindicalista, militante comunista, oradora, activista por los derechos de las mujeres y de los trabajadores.  

Hija de Aurelia Flores y Genaro Galeana. Desde muy pequeña tuvo una vida de trabajos duros y maltratos. A la edad de dos años perdió a su madre, y después de la muerte de su padre, Benita, de seis años, se fue a vivir con Camila, su hermana mayor, para ayudarle con los trabajos domésticos: moler el nixtamal, hacer y vender tamales y cuidar a los niños pequeños de su hermana. Pedro, el esposo de su hermana intentó abusar de ella, y Benita, con ese coraje que caracterizaría toda su vida le cortó dos dedos con un machete. Sin poder aguantar más su situación, se fue a vivir con otra hermana a Acapulco, pero allí se repitieron los golpes y el trabajo duro y Benita buscó refugio en Salvador Solano, un modesto escribano. Ignorante de la sexualidad y la maternidad, a los cinco meses de haberse juntado con Salvador —cuyo trabajo apenas les daba de comer a la pareja y a su madre— Benita cayó en la cuenta de que estaba embarazada. Entonces, ante la perspectiva de vivir con un hombre a quien no amaba y con una suegra que la presionaba para que se pusiera a trabajar y a ayudar al marido, Benita decidió encarar su suerte y con escasos recursos se refugió en casa de unos conocidos en donde dio a luz una hija. En aquellas circunstancias, el nacimiento de Lilia no fue un momento de dicha: “Felizmente nació una nena tan fea, que parecía una changuita prieta. ¡Fea que estaba mi hija!”

Sin recursos para mantenerse a sí misma y a su hija, Benita regresó a San Jerónimo para trabajar en lo que sabía hacer mejor: vender comida en la calle. Y asi, entre pobreza y varias relaciones con hombres que no la apoyaron realmente, Benita dejo a su hija con la abuela paterna en Acapulco y llegó a su ansiada Ciudad de México.

En la ciudad fue nuevamente un hombre, Manuel Rodríguez, quien la acogió. Manuel la quería pero no podía proporcionarle los medios para que los dos se mantuvieran y Benita pudiese traer a su hija con ella. Fue entonces cuando Benita empezó a trabajar en el cabaret El Viejo Jalisco en la calle de San Juan de Letrán. El trabajo resultó bien pagado; consistía en beber y bailar con los clientes.

Benita pudo ahorrar lo suficiente para ir a Acapulco por Lilia. Ante la negativa de la abuela de entregarle a la niña, Benita decidió llevársela sin permiso . Perseguidas por la policía, Benita y su hija llegaron a la ciudad de México, dejó el cabaret y se fueron con Manuel a vivir a una vecindad. El ambiente era hostil y no faltaron las peleas, detenciones y dificultades.

En 1927 Manuel Rodríguez introdujo a su pareja en el trabajo y las ideas elementales del Partido Comunista Mexicano (PCM) . En el partido, Benita encontró por fin el medio que correspondía a su naturaleza rebelde. De allí en adelante se entregó al trabajo partidario en cuerpo y alma.

Si bien Benita había ingresado al partido porque Manuel militaba en él, poco a poco se ganó su propio lugar; al fin y al cabo, las reivindicaciones populares que el PCM defendía por lo general no le eran nada ajenas. Estando Manuel en la cárcel y después de que ella también fuera encerrada sin saber bien a bien por qué, reflexionó:

Viendo la injusticia que cometían conmigo, empecé a pensar que entonces mi marido también estaba preso por una causa justa y que yo debería seguir el camino de él: luchar por los demás, por los pobres, por los oprimidos, como me decía mi marido. Y como yo ya había llevado una vida arrastrada, ya conocía lo que era la miseria y el hambre, comprendí que el único camino que debía seguir era el de los trabajadores.

Desde que inició su militancia, Benita participó en todas y cada una de las actividades del partido y siempre en primera fila. La cárcel se convirtió en su segunda casa. Se dice que estuvo presa 58  veces y golpeada decenas de veces más. Dos de ellas dejaron huella profunda en su cuerpo: una en su columna vertebral (durante muchísimos años usó diariamente un corsé de madera) y otra en el brazo, por un bayonetazo . Benita aprendió a utilizar la cárcel para seguir combatiendo el sistema desde adentro: organizaba huelgas de hambre, dirigía las voces de las mujeres para que cantaran La Internacional La Varsovianka cuando no les gustaba la comida o las obligaban a limpiar las celdas. Según sus palabras : “¡Yo me sentí en la cárcel como en mi propia casa!”

El trabajo político tuvo prioridad frente a todo lo demás y Benita acabó enviando a su hija Lilia a un hospicio. Con un compañero inestable como lo era Manuel, y después de haber adquirido fama de comunista, Benita encontró grandes dificultades para conseguir trabajo y tuvo que volver al cabaret, en donde a nadie le importaban sus ideas políticas. Manuel la abandonó probablemente en 1930 o 1932, pero para entonces Benita había encontrado en el partido el sustituto de un seno familiar y en los camaradas, hermanos y hermanas:

“Comprendí que lo mejor para mí era seguir en el movimiento revolucionario. Me dediqué de lleno a la lucha.”

A pesar de su compromiso político es probable que Benita anhelara el amor y la seguridad y cuando conoció en el cabaret al gerente estadounidense de la compañía de petróleo El Águila, Benita dejó el partido y se fue con él a Tampico. Si bien la vida de lujos tuvo su encanto, tampoco la satisfizo, y después de un tiempo regresó a la capital con el fin de retomar la militancia, “luchando como hasta ahora bajo la bandera del Partido Comunista”. Con el dinero que le dio el gerente, pudo alquilar una casa y alquilar habitaciones como un medio para ganarse la vida. Su ingenuidad y su belleza atrajeron a hombres de todas las edades. Algunos la querían como esposa, otros como amante y otros más la adoptaron como su hija.

Militó en el Partido Comunista, cuando aún era clandestino y se dedicó entre otras cosas, a vender el periódico “El Machete”. A pesar de que la policía confiscó la imprenta, El Machete, siguió circulando. Fue entonces cuando la organización le encargó a Benita su distribución. Se paraba a las puertas de las fábricas y talleres para entregárselo a los obreros y aprovechaba cada manifestación para repartirlo. El trabajo no siempre fue grato, pues cuando se topaba con obreros que no simpatizaban con los comunistas, tuvo que escuchar hirientes comentarios machistas sobre su persona, pero no flaqueó: “Muchas veces salíamos de allí casi llorando al ver que nuestros mismos hermanos de clase, los trabajadores, nos trataban así, pero cuando nos encontrábamos con otros obreros que nos respetaban y nos sabían tratar como camaradas, se nos olvidaba todo

A mediados de la década de 1930, en medio de la euforia nacional cardenista, Benita conoció a Humberto Padilla, “un pequeñoburgués, recientemente ingresado al Partido”. Fue el primer gran amor de su vida y Benita se fue con Humberto a Chiapas y a Campeche, adonde fue comisionado para trabajar como ingeniero del ferrocarril. La estancia en el sureste duró un año, probablemente entre 1936 y 1937. Cuando regresaron a la capital, entre Benita y Humberto surgieron disonancias en torno a la reincorporación de Benita al partido y su recuperación de Lilia. Humberto se oponía a ambas cosas y en 1938 la abandonó. Para entonces, el partido apoyaba al régimen cardenista y Benita pudo conseguir empleo en una oficina de correos. Fue entonces cuando decidió contar sus experiencias después de haber dado tantas vueltas. Utilizando la máquina de escribir que Humberto no se llevó, Benita empezó a llenar hojas y hojas con los episodios de su vida.

Entregada al trabajo del partido, en la redacción de su órgano informativo El Machete (que circulaba bajo el nuevo nombre de La Voz de México), conoció al periodista Mario Gill, miembro del PCM y luchador social. Mario quedó cautivado por la personalidad de Benita y, en 1939, Benita y Mario se juntaron como pareja en una unión que duraría hasta 1973, cuando Gill murió.

Benita nunca llegó a dominar las letras, aprendió a leer y escribir hacia 1936, cuando contaba 29 años, sin embargo, tenía el don de narrar los episodios de su vida y los mitos de su pueblo de manera cautivadora. Mario Gill reconoció el valor literario de aquellas narraciones y se ofreció a componer el libro de las hojas sueltas, mecanografiadas con todo y los errores ortográficos, en las que Benita había plasmado los recuerdos de su infancia, su adolescencia y sus primeras andanzas fuera de su pueblo. Entre los dos trabajaron el manuscrito unos dos años hasta que en 1941 apareció el libro titulado Benita. El libro se ganó al público inmediatamente y fue reimpreso varias veces. En 1994 salió su versión en inglés.

Lilia, la hija de Benita, murió en 1952 a los 27 años por una deficiencia cardiaca. Su muerte afectó a Benita de tal manera que durante un tiempo se encerró en sí misma. Benita no había deseado tener más hijos, pero después de la muerte de Lilia, Benita y Mario Gill adoptaron a varias niñas, que de otra manera hubieran quedado en el desamparo; pero aun entonces Benita privilegiaba el trabajo en el partido sobre la maternidad y el hogar, y nunca encontró la manera de compatibilizar el papel de madre con el de militante. La vida y la suerte de las hijas adoptivas de Benita y Mario Gill siguen siendo un capítulo de su vida sin dilucidar.

La vida de Mario Gill y Benita Galeana se caracterizó por la participación de ambos en el Partido Comunista Mexicano, en los acontecimientos nacionales y por su observación acuciosa de los internacionales. Mario, además, vivió como reportero tales acontecimientos. Los dos visitaron la Unión Soviética varias veces a raíz de la necesidad de tratar el cáncer de Mario. 

Después de la muerte de Mario, en 1973, Benita se encerró en su vida de recuerdos y experiencias. Reconoció que su marido le había dado forma de libro a los episodios de su vida; sin embargo, sintió una enorme satisfacción de que las vivencias de una mujer casi analfabeta se pudieran convertir en una obra literaria. Benita admitió que nunca pudo aprender a dominar las letras para escribir y leer, salvo lo elemental. Sin embargo, a lo largo de los años, los mitos, las leyendas y los cuentos guerrerenses rondaban por su mente y , decidió escribir de nuevo, en parte, porque quería demostrarse que podía sola. Nuevamente llenaba hojas de teclados y apuntes que luego fueron transcritos y editados. Este nuevo libro, El peso mocho, fue publicado en 1979. El libro recogió los cuentos de su pueblo, un arsenal de memoria colectiva. Aparecen los ricos y los pobres, las matronas del pueblo, como doña Min Galeana, y sus hijas, cuya virginidad valía oro. También aparecen los arrieros como Lavin el Berrengo, los santos, sus fiestas y sus vestimentas. El libro no es una obra literaria pulida, pero los cuentos reflejan la entonación, los modismos y el idioma vernáculo de Guerrero.

En la década de 1980 el amor propio motivó a Benita una vez más a sentarse frente a la máquina de escribir y contar nuevos sucesos de su vida. Las admiradoras de Benita exaltaron el manuscrito acríticamente como sus memorias.  “Actos vividos“, como Benita llamó su escrito, es un conjunto de episodios, algunos ya narrados en “Benita“, otros inéditos. Más que memorias, es una reiteración de sus ideas fundamentales y de algunas experiencias nuevas.

En Actos vividos encontramos la correspondencia entre el presidente de Panamá Manuel Noriega y Benita, desde antes y después de la invasión estadounidense de 1989 y una descripción detallada del viaje de Benita y su amiga de muchos años María Guerra a Panamá. El manuscrito incluye, además, versos que Benita compuso para ventilar sus sentimientos de ira a consecuencia del ataque navideño contra Panamá y luego la guerra de Estados Unidos sobre Irak. En éste, como en los demás escritos, Benita logró plasmar fragmentos de la cultura popular mexicana y expresar algunas formas de la solidaridad de México con las luchas de liberación de otros pueblos.

Benita retomó el hilo de su vida de activista en 1981 y volvió a participar en la vida pública. El terremoto de 1985 fue uno de los grandes momentos que le permitieron explayar su sentido de solidaridad. En 1988  participó en la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas en búsqueda del voto popular y finalmente aplaudió el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en enero de 1994. El ritmo y la intensidad de su participación disminuyeron con el tiempo, pero hasta donde su estado de salud se lo permitía, estuvo presente en todas las jornadas, aunque en los últimos años fuera en una silla de ruedas.

. En retrospectiva, Benita consideró los años de clandestinidad del partido, de 1931 a 1934, como los años dorados del comunismo mexicano que no volvieron a repetirse. 


. Participó en la creación del Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM). Luchó por un estatuto jurídico  y un seguro social para los trabajadores; apoyó a maestros, campesinos, ferrocarrileros, estudiantes y por sus actividades políticas fue detenida en 58 ocasiones. 

. Fue precursora del feminismo socialista en México, participó en 1935 en la creación del Frente Único Pro-Derechos de la Mujer (FUPDM).

. En unión de Consuelo Uranga, Concha Michel, Margarita Gutiérrez y Julia Hernández impulsó a las mujeres sin empleo y demandó la instalación de guarderías para los hijos de trabajadores, sanatorio para mujeres y la homologación de salarios (en condiciones iguales) entre mujeres y varones. Pugnó por el reconocimiento de los derechos para los hijos naturales e insistía en obtener el voto de las mujeres (que se hará realidad en 1952).

. Benita concibió el papel del partido no sólo como un instrumento de lucha, sino también como un medio de educación masiva así como de superación individual. En este terreno le parecía a la militante que el partido dejaba mucho que desear, pues “no le reconoce ser o desarrollo del ser a sus mujeres”. Benita misma criticaba al partido por no haber hecho más por sus miembros. En su caso , opinaba que el partido debía haberle enseñado a leer y escribir, pero ni eso, “ni siquiera un ‘Buenos días, Benita’ he recibido de Laborde”; no por vanidad sino “por encauzarme, por mejorar mi trabajo revolucionario, por hacer de mí, aconsejándome o estimulándome, una luchadora más consciente y capaz. He sentido que me han dejado sola con mi ignorancia”

. En su largo caminar fue Benita Galeano fué amiga de grandes personajes de la época: José Revueltas, Juan de la Cabada, David Alfaro Siqueiros, Frida Kahlo, Diego Rivera y Fidel Castro, entre otros.


Benita Galeana falleció a causa de una embolia cerebral el 17 de abril de 1995 en la Ciudad de México, a los 91 años de edad.

Escribió tres libros: su autobiografía “Benita” ( 1979, 1990) , “El peso mocho” ( 1979) y a título póstumo se publicó “Actos vividos“.

La vida de Benita fue plasmada en una radionovela. Varias escuelas, estancias de niños y cooperativas llevan su nombre. Póstumamente, la vida de Benita ha sido exaltada como “el pilar de la lucha del pueblo mexicano”. Por su valor, Benita fue condecorada por varios gobiernos en México y en otros países .

Los exiliados españoles que la conocieron a principios de la década de 1940, cuando participaba en la lucha antifascista, al ver su calidad de militante, comentaron que si además hubiera contado con educación ideológica, México tendría en ella a su Pasionaria.

Benita fue insobornable hasta el final. Cuando ya anciana le ofrecieron una pensión vitalicia, la gran Benita lo rechazó y contesto con un rotundo ” todavía tengo para lentejas y frijoles“.

En Cerrada Zutano 11, col. Periodista Francisco Zarco, Ciudad de México, se encuentra la casa/ museo de Benita Galeana. La Casa también llamada Centro de Estudios de la Mujer y de la Lucha Social está dedicado a la luchadora social y miembro del Partido Comunista Mexicano Benita Galeana. Este recinto cuenta con una sala permanente, en la que se exhiben óleos, acuarelas, grabados y fotografías, así como enseres que fueron propiedad de Benita. Cuenta con una sala de exposiciones itinerantes, una biblioteca con aproximadamente mil 537 ejemplares de diversas temáticas (socialismo, historia universal, literatura, movimientos sociales, género, entre otros) y una fototeca con mil imágenes.

Enlaces de interés :

Fuente de la biografia : https://web.archive.org/web/20101213073047/http://ciesas.edu.mx/Desacatos/18%20Indexado/Testimonio%201.pdf

http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/otros/20200507075413/Benita-Galeana.pdf

https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwih9eK8hpr9AhW2hf0HHSyNBuYQFnoECCAQAQ&url=https%3A%2F%2Fomegalfa.es%2Fdownloadfile.php%3Ffile%3Dlibros%2Fbenita.pdf&usg=AOvVaw10C5YHQ01aVHDJtOUMUegM

https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwiVqcjzi5r9AhXS_7sIHZPlArwQFnoECA0QAQ&url=https%3A%2F%2Fdialnet.unirioja.es%2Fdescarga%2Farticulo%2F5863583.pdf&usg=AOvVaw0SlqRWgjm_K4Jw82oNkWbI

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1607-050X2005000200010

https://poetryalquimia.org/2023/02/25/benita-galeana-visual/

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4 thoughts on “Poemas de Benita Galeana

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    1. ¡Admirable!

      Totalmente de acuerdo Maria Constanza
      Como tantas mujeres que nos han precedido y que merecen ser rescatadas del olvido para que las nuevas generaciones puedan mirarse en ellas.
      Gracias, como siempre, por tu amable cercanía y tus comentarios.
      ¡Un saludo afectuoso!

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