Poemas de Margaret Mead


Esta página es de poesía pero también queremos dar presencia a algunas mujeres que, aunque no escribieron poesía, o no destacaron por ser poetas, su voz como mujeres, pioneras, pensadoras y/o escritoras es tan importante en la historia que creemos deben ser incluidas.

Este es el caso de la gran antropóloga, poeta, escritora, directora de cine y activista Margaret Mead considerada la «Madre de la Antropología«

Una de nuestras Imprescindibles. 


When the Conch Shell Loses Its Roar

It’s time to face the facts, Jack, Jill;

give the marsh back to the ocean,

move uphill. Give the river back

its mouth, the shore to the sea.

It’s way past time to clean the obscene –

ness from the blue-green waters

we rape to feed us. Dead zones exist

in the deep, yet we weep

when nature disturbs our ego.

We just don’t get it. The need to breathe

begins in the sea. It’s life, renewed,

in grasses that cleanse our ignorance,

in spite of our arrogance, We are choking her to death

with stupidity and greed.

Cuando la caracola pierde su rugido

Es hora de afrontar la realidad, Jack, Jill;

devuélvanle la ciénaga al océano,

suban la cuesta. Devuélvanle al río su desembocadura,

la orilla al mar. Ya es hora de limpiar la obscenidad

de las aguas verdeazuladas

que violamos para alimentarnos. Existen zonas muertas

en las profundidades, pero lloramos

cuando la naturaleza perturba nuestro ego.

Simplemente no lo entendemos. La necesidad de respirar

comienza en el mar. Es vida, renovada,

en la hierba que limpia nuestra ignorancia,

a pesar de nuestra arrogancia. La estamos asfixiando

con estupidez y avaricia.

Foto de Blackberry Winter: Mis primeros años con la leyenda «En Vaitogi: con traje samoano, con Fa’amotu».

Remember Me

To the living, I am gone,
To the sorrowful, I will never return,
To the angry, I was cheated,
But to the happy, I am at peace,
And to the faithful, I have never left.

I cannot speak, but I can listen.
I cannot be seen, but I can be heard.
So as you stand upon a shore gazing at a beautiful sea,
As you look upon a flower and admire its simplicity,
Remember me.

Remember me in your heart:
Your thoughts, and your memories,
Of the times we loved,
The times we cried,
The times we fought,
The times we laughed.
For if you always think of me, I will never have gone.

Recuérdame

Para los vivos, me he ido,
para los afligidos, nunca regresaré,
para los enojados, fui engañado,
para para los felices, estoy en paz,
y para los fieles, nunca me he ido.

No puedo hablar, pero puedo escuchar.
No puedo ser visto, pero puedo ser oído.
Así que mientras estás en la orilla contemplando un mar hermoso,
mientras contemplas una flor y admiras su sencillez,
recuérdame.

Recuérdame en tu corazón:
tus pensamientos y tu memoria,
de los tiempos que amamos,
de los tiempos que lloramos,
de los tiempos que peleamos,
de los tiempos que reímos.
Porque si siempre piensas en mí, nunca me habré ido.

Margaret Mead (Filadelfia, EE.UU., 16 de diciembre de 1901 – Nueva York, EE.UU., 15 de noviembre de 1978). Poeta, antropóloga, escritora, directora de cine y activista. Es conocida por ser la «Madre de la Antropología”. Margaret es considerada la primera antropóloga en estudiar la educación y la crianza.

Hija de Emily Fogg, activista social, abolicionista y sufragista y de Edward Sherwood Mead, profesor universitario de economía . Emily y Edward tuvieron cuatro hijos más después de Margaret, uno de ellos murió durante la infancia. Ella misma escribe en su biografía Blackberry Winter: my early years que fue “la hija mayor, deseada y amada”. De sus años de infancia hay que remarcar el ambiente intelectual y cultural que siempre se vivió en su casa, así como la pedagogía que aplicó Emily para la educación de cada uno de sus hijos.

En 1918 la universidad no se consideraba un lugar para mujeres y mucho menos la antropología, por ello se matriculó en De Pauw, la misma universidad en la que se había graduado su padre, decantándose en un primer momento por las mismas ciencias que habían cultivado sus padres; sociología y economía. Aquel primer año de Margaret Mead en la universidad fue bastante deprimente, pues se sentía rechazada y fuera de lugar. Ello la llevo al año siguiente a cambiarse, aun en contra de su padre, y Margaret se matriculó en la universidad femenina Barnard College. Allí fue donde asistió a un seminario impartido por Franz Boas, uno de los fundadores de la antropología moderna. Aquel evento la impacto profundamente y provocó que en 1921 se matriculara en Psicología y Antropología.

1922 fue uno de los años mas importantes en la vida de Mead ya que conoció a la profesora Ruth Benedict, una de las figuras más influyentes en la antropología cultural. Desde ese momento se empieza a fraguar una relación muy especial entre la maestra y su pupila llegando a convertirse en un idilio amoroso.

Mead se graduó en 1923 y en 1929 obtuvo su doctorado de la Universidad de Columbia bajo la supervisión de  Franz Boas y Ruth Benedict quienes influenciaron significativamente su carrera especialmente en su visión del relativismo cultural, que defiende que los valores y costumbres de cada cultura deben ser entendidos en su propio contexto y no juzgados por los estándares de otra cultura. Este enfoque contrastaba fuertemente con las ideas etnocéntricas predominantes de la época, que veían las culturas occidentales como superiores.

En 1925 realizó su primer trabajo de campo en Samoa -pese a la oposición de Boas-. En la isla de Tau, un pequeño poblado de 600 habitantes, observó, vivió y estudió sobre todo a las mujeres adolescentes. Fue descubriendo el juego de roles que allí se producía y como la incidencia del sexo en las nativas era menos angustiosa emocional y psicológicamente  que en el mundo occidental, tratándose de una transición suave hacia la edad adulta. Además observó como muchas samoanas postergaban durante varios años el matrimonio para disfrutar durante más tiempo de relaciones sexuales sin ataduras y como, una vez casadas, se convertían en mujeres fieles y enfocadas en la crianza de sus hijos.

Esta experiencia quedó plasmada en su libro “Coming of Age in Samoa”, y pronto se convirtió en un best seller, traducido a varios idiomas. 

En 1929 viajó -acompañada de su segundo esposo, Reo Fortune– a las islas Manus, de Nueva Guinea, donde investigó sobre las historias, cuentos y relatos utilizados por adultos para la educación y socialización de los niños. Su trabajo de campo en Guinea, sirvió entre otros aspectos para demostrar que los roles de género difieren de una sociedad a otra. Posteriormente, en Bali, junto con Gregory Bateson (su tercer marido), exploró nuevas formas para documentar el paso de la niñez a la etapa adulta, y la forma en la que la sociedad plasma este tránsito a través de símbolos.

En 1935 Margaret con su libro Sex and Temperament in Three Primitive Societies, revolucionó el concepto sexo-género ya que planteaba que los contextos socioculturales eran los responsables de los distintos roles y conductas sexuales de hombres y mujeres en las distintas culturas.

Mead hizo visible, por ejemplo, que las mujeres eran las dominantes en algunas tribus de Papúa Nueva Guinea, sin causar ningún problema social. Mead y su segundo esposo Fortune comenzaron su investigación en un pequeño pueblo de las montañas del interior de Nueva Guinea, Alitoa, en el que vivía un reducido grupo de indígenas a los que denominaron arapesh (biwat). Los papeles sociales que desempeñaban los hombres y las mujeres arapesh (biwat) en su sociedad eran iguales. Ambos se comportaban de maneras que los norteamericanos consideraban, según los estereotipos de la época, extremadamente femeninas: era protectores, solícitos y cariñosos con los niños. Además, rechazaban cualquier tipo de agresión y eran sumamente pacíficos.

Lo contrario encontró en sociedades como en Mundugumor, un pueblo que vivía junto al río Yuat, donde veía que los hombres y las mujeres habían desarrollado temperamentos más explosivos y conflictivos, con lo cual los niños eran educados también de manera más dura. Su temperamento era el polo opuesto al de los arapesh (biwat). Considerados caníbales y cazadores de cabezas, eran muy fieros con sus vecinos, con los cuales practicaban la guerra y el rapto de mujeres. Desde el mismo nacimiento, según Mead, los mundugumor estaban predispuestos a la hostilidad y a los conflictos.

Después de pasar tres meses con los mundugumor, Mead y Fortune estaban interesados en conocer alguna sociedad tribal en la que los roles sexuales fuesen distintos. Se dirigieron al río Sepik. Por él subieron hasta Kankanamum, donde se encontraron con el antropólogo británico Gregory Bateson, quien posteriormente se convertiría en su tercer esposo. Este llevaba tiempo estudiando a los iatmul, un grupo indígena que tenía roles sexuales muy diferenciados. En concreto se había interesado por una de las ceremonias iatmul, denominada naven, en la que había travestismo y se invertían los roles sexuales (Naven. Un ceremonial iatmul, 1936). Bateson les llevó primero a visitar una pequeña comunidad de indígenas que vivían en la montaña Washkuk, pero rápidamente descartaron esa opción. Finalmente les puso en contacto con una comunidad vecina de los iatmul, los tchambuli(chambri), que vivían junto al lago Chambri. Los hombres y las mujeres tchambuli (chambri) parecían tener personalidades contrastadas, e inversas a las de los occidentales: ellas eran dominantes y ellos sensibles. Los hombres habían abandonado la guerra tribal hacía tiempo y en esos momentos se dedicaban al arte y a la actividad ceremonial.

Las mujeres, por el contrario, se ocupaban de la principal actividad productiva —la pesca— y de los negocios, así como de la gestión de los asuntos comunitarios. Además, llevaban la iniciativa en las actividades sexuales.

Al comprar los estudios entre estas sociedades, con independencia de la exactitud de las descripciones etnográficas de los grupos estudiados por Mead, consideradas a menudo como superficiales o poco detalladas por sus críticos, el propósito de su libro era mostrar que los roles sexuales de cualquier sociedad (incluida la estadounidense) no eran algo natural, universal y necesario, sino construcciones sociales, que en la mayoría de los casos no tenían relación con el sexo biológico. De ahí una de sus frases más famosas: “la naturaleza humana es maleable”.

Mead fué la primera en poner en cuestión el carácter biológico y sexual de lo que hoy llamamos “genero” aunque debemos aclarar que ella no lo llamo “genero” hasta los años 60; ella al principio utilizaba el concepto de “rol sexual» y escribió que “Los rasgos de la personalidad, que llamamos masculinos o femeninos, se hallan tan débilmente unidos al sexo como lo está la vestimenta, las maneras y la forma de peinado que se asigna a cada sexo según la sociedad y la época”. Mead introduce el concepto de «rol sexual /género» como «construcción social» que no empezaría a ser utilizado en psicología hasta los años 50, cuestionando así las posturas biologicistas que fundamentaban el racismo y el machismo imperante en su sociedad.

Antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial (que le obligó a suspender su investigación en el Pacífico Sur), fundó junto con Ruth Benedict el Institute for Intercultural Studies, en 1944.

El impacto y consecuencias de la guerra definió a Mead como una personalidad defensora de la idea de la superación y posibilidad humana para el cambio, frente a un pensamiento intelectual generalizado mucho más pesimista acerca de esta concepción. Consideraba que los patrones de racismo, belicismo y explotación ambiental eran costumbres adquiridas, y que la sociedad humana era capaz de modificar dichos esquemas para construir nuevos principios sociales totalmente distintos. Este fue el origen de su frase “No subestimes jamás la capacidad de un grupo de personas insistentes y comprometidas para cambiar el mundo”.

Mead trabajó en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York de 1926 a 1969 como curadora de antropología cultural. También-desde 1954- impartió clases en la Universidad de Columbia como profesora adjunta de antropología.

La figura publica e intelectual de M. Mead comenzó a forjarse definitivamente en los años 60 y terminó de consolidarse durante los 70. La gente de a pie, fuera cual fuera su formación, oía hablar regularmente de aquella mujer que destacaba por sus ideas y que siempre estaba dispuesta a alzar la voz por aquello que creía justo. De hecho, durante la guerra de Vietnam se opuso abiertamente a la intervención americana, al uso de armas nucleares por parte de su país y puso su nombre en pro de luchar contra aquella guerra que consideraba de todo menos justa. Pero su marcada personalidad pública contrasta con la visión que tenían de ella algunos de sus colegas ya que la llamaban “la madre gruñona de la antropología”, también resulta significativo el mote que le pusieron sus alumnos: “God the mother”. Muchas de las críticas más rotundas que recibiera tras su muerte vinieron por parte de antropólogos a los que ella misma había formado.

Margaret Mead y Gregory Bateson (Tambunam, 1938)

Margaret estuvo casada en tres ocasiones, con Luther Cresswell, Reo Fortune y Gregory Bateson, todos antropólogos. En 1939 tuvo a su única hija, Mary Catherine Bateson, con su tercer marido , la cual seguiría la carrera de sus padres; y mantuvo una relación muy intensa durante mas de 25 años con Ruth Benedict. Una relación que nunca reconoció públicamente a nivel afectivo-sexual. En 1946 Ruth Benedict había sido elegida la primera mujer presidente de la Asociación Americana de Antropología. Dos años después aceptaba una invitación de la Unesco a una lectura en la antigua Checoslovaquia. A los dos días después de regresar a Nueva York sufrió un ataque al corazón y tuvo que ser hospitalizada inmediatamente. Falleció el 17 de Septiembre de 1948.

La última relación, y más larga, de Mead fue con la también antropóloga estadounidense Rhoda Metraux, (18 Octubre 1914, New York City – 26 Noviembre 2003, Barton, Vermont). Ambas escribieron numerosos artículos sobre temas contemporáneos que posteriormente formaron la base de varios libros, entre ellos «A Way of Seeing». Margaret Mead y Rhoda Metraux formaron un equipo profesional muy unido cuyo trabajo influyó enormemente en la antropología estadounidense de finales del siglo XX. Compartieron una casa en Greenwich Village, Nueva York, de 1955 a 1966 y un apartamento en Central Park West desde 1966 hasta el fallecimiento de Mead en 1978.

En todos los casos, sus relaciones fueron también colaboraciones profesionales.

Mead a lo largo de su vida escribió mas de treinta libros y mas de mil artículos. Participó en infinidad de programas de radio y televisión con la intención de divulgar sus investigaciones y reflexiones.

 Se cuenta que un estudiante, supuestamente, le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál pensaba que era el primer signo de una sociedad civilizada, para sorpresa del estudiante, Mead respondió que el primer signo de civilización es un fémur humano curado.

Mead procedió a explicar, según cuenta la historia, que los animales heridos en la naturaleza serían cazados y comidos antes de que sus huesos rotos pudieran sanar. Por lo tanto, un fémur curado es una señal de que una persona herida debe haber recibido ayuda de otros. Se dice que Mead concluyó: «Ayudar a alguien más a superar las dificultades es donde comienza la civilización».

Margaret Mead murió un mes antes de cumplir los 77 años. El 15 de noviembre de 1978.

De los muchos muchos honores póstumos destacamos: Jimmy Carter le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad, considerada como la concesión civil más alta en los Estados Unidos y en su aldea favorita de Nueva Guinea se plantó un árbol en su honor. 

Margaret Mead fue una pionera y una de las grandes influencias de la antropología de su tiempo. Defendió la libertad de las prácticas sexuales, criticó las estructuras familiares tradicionales, la crianza basadas en modelos de género disimétricos y aunque ella no se llamaba a sí misma “feminista”, sus desarrollos teóricos no solo impactaron la academia, sino que fue rápidamente reconocida como una activista y pionera del movimiento feminista. El impacto del trabajo de Margaret Mead se extiende más allá de la antropología, influyendo en campos como la psicología, la sociología, y los estudios de género. Al resaltar la importancia de la cultura en la formación de la personalidad y los roles de género, Mead también abrió la puerta a los psicólogos a considerar el contexto cultural en el diagnóstico y tratamiento de problemas de gestión emocional y de salud mental.

Principales libros de Margaret Mead:

Coming of Age in Samoa (1928).

Growing Up in New Guinea (1930).

The Changing Culture of an Indian Tribe (1932).

Sex and Temperament in Three Primitive Societies (1935).

Male and Female (1949).

New Lives for Old: Cultural Transformation in Manus, 1928-1953 (1956).

People and Places (1959).

Continuities in Cultural Evolution (1964).

Culture and Commitment (1970).

Blackberry Winter (1972) Editora de: Cultural Patterns and Technical Change (1953) y de los escritos de Ruth Benedict bajo el título de An Anthropologist at Work (1959).

Citas Destacadas de Margaret Mead:

Enlaces de interés:

CARTAS DE UNA ANTROPÓLOGA: https://redpaemigra.weebly.com/uploads/4/9/3/9/49391489/mead_margaret_-cartas_de_una_antropologa[pdf].pdf

https://mundoobrero.es/2024/10/06/margaret-mead-antropologa-de-la-crianza-azote-del-biologicismo

https://www.psiconetwork.com/margaret-mead-pionera-de-la-antropologia-y-su-impacto-en-la-psicologia

http://teoriaehistoriaantropologica.blogspot.com/2012/04/margaret-mead-roles-sexuales.html

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