6 Poemas de Pura López Colomé

A la distancia

para Alejandro Folgarola

El ruido de pájaros proviene de una sala,
            de una estancia
pues apenas se puede creer
que ya bastante música haya flotado por aquí;
los picos me muerden la médula de los huesos
y no me dejan respirar, sólo pienso:
tengo frío, tengo que dejar de explicarme el mundo
-palidez, tragos amargos, falta de aire abierto en ti
como línea melódica que va diciendo menos cosas-
 
¿El significado? ¿Cuál? ¿El único?
El que te vuelve ajeno,
el que hace ruido con las alas…

De: El sueño del cazador

Quien eres, qué

a Barrie Cooke, el más abstracto de los

figurativos

…En este mundo camimanos

sobre el techo del infierno,

contemplando las flores...

Issa

1. El demonio

Despliega sus alas

sin orlas

sin vuelo

al caminar

al azar

al borde de unos setos

que jamás se han percibido

olido

mucho menos

cultivado,

silvestres, casi;

al descubrir

entre su fuego,

no en aquello

que Ilusión resguarda,

que en esta vida

esta única

hay que gozar,

dejarse colmar,

bañar de júbilo

y más júbilo

hasta verlo líquido;

hay que nunca

zaherir

a quien se ama

con igual candencia,

igual flama que llama

a que esas aguas

suelten

el primer hervor

ese único.

Y es tan difícil

2. Belleza, una verdad

Y se las ingenia uno

para ubicuo ser

ante umbrales

umbras

certidumbres, reciedumbres, costumbres

abiertas

a la vista.

Por ejemplo,

el decoro, las finezas,

semejantes sutilezas

en absoluto innecesarias

cual palabras que definen

el sonido del amor,

apófisis mastoides.

hueso que vibra

en catarata

cantata

del todo desasida

desencadenada

de sí misma

desbocada

del jilguero.

Por ejemplo,

lo que el hado

en virtud de otra persona

logra en uno.

Mucho más consuelo

que el dolor

o su plural:

el incurable

alivio.

3. Marca de nacimiento

Un toque del pulgar,

la luz y la distancia solas.

Un deslizamiento de las palmas:

el universo intuido

insospechado.

Sus líneas,

senderos

de Fortuna

desprovistos

de Futuro.

Y dicen, y hablan

por los tímpanos:

un paisaje en abundancia,

un ansia de buscar

un agotamiento que, de pronto,

se asome entre colinas

y revele

ese jardín

de huella en huella.

4. Ángulo multiplicado e invisible

Acaso los sueños.

Desde un fondo

color vino,

color ebria soledad,

desde sus penas fluviales

y sus vados,

emerge un ser humano

femenino y tan mortal,

tan de antemano.

Facciones.

Rasgos propios

de las lenguas

o el color.

Ocres contra blancos,

cabelleras contra pieles,

peso de la carne

contra lo ligero

de una historia personal,

intrascendente;

acuarelas que arrasan,

lágrimas sin sal.

Y aún así,

aquella historia

querría reblandecerse

al óleo;

ser cuerpo herido

en la entretela

que rasgue y elucide

este subsuelo,

este paraíso.

“Un día más, un día menos”

Cuando en las yemas tiembla la solitaria crónica,

haber recorrido ya lo recorrible,

con ganas de presentir

el punto final del viaje

en el alivio de un día menos;

o al revés,

cuando llevo cargando el hueco

como una losa a mis espaldas,

grabado en ella un poema que no es mío,

donde se habla de un transcurso

en letras de oro y de molde:

son ellas las que oprimen,

las que aprietan,

las que escaldan,

dejan sin gusto,

despojan y se posan,

como el polvo,

cerca.

Averiguo ya por qué

no cabe sustancia suculenta

en este dolor neutro,

sin tema, sin concepto,

sin siquiera.

Entonces me resisto,

tengo cara para (sin vergüenza)

dar la cara (sin valor)

a este mundo, 

y con qué cara (sin modestia)

me atrevo a desearlo.

Es ahí y así (aunque sea)

donde quiero (aunque sea)

para ofender

y para ofenderme

sobre todo

un día más.

*

Al filo de un cuchillo

que no se corta el músculo

que se propone, se impone,

se dispone a partir en dos,

a enterrarse hondo.

Sin permitirme ir

de un lado al otro,

sin presionar y sacar sangre.

Este ser que se mira

con todo y todo en el acero

que amenaza,

con rumbo a su derrumbe,

a su posteridad,

incógnito entre esferas,

incoloro entre confines,

al filo agudo del tiempo,

un mero cabello

fácil de partir

y arrojar

sin miramientos.

“Ondas opacas”

La mirada

de la sombra

fija.

La mirada

fija

de la sombra.

Clavada en la barrera,

toda pupila.

Ni rastros de silueta,

contornos, guiños.

Espacio del que nunca

se ha surgido,

oscuro huerto

de surcos tan

bien delineados,

a perfecta distancia

unos de otros.

Curvilíneos, ondulantes,

como si a caricias amorosas

estuvieran respondiendo.

Dardo puesto

en la sombra.

Ése eres para mí.

Roncabas.

Yo sufría los estragos,

deliraba. 

Tu yo, mi tú,

inapresable saltamontes,

dueño, amo y señor del mismo huerto,

de aquí para allá, mutando, emigrando

de osario a manantial,

pernoctando manzano,

amaneciendo durazno,

vagabundeando;

a ratos, útero; a ratos, vestigio:

será que perdió el juicio,

será el sereno.

De vuelto a la vigilia, 

por los lagrimales te salían cocodrilos,

caimanes, lagartos de distintas clases,

iguanas, lagartijas, cuijas.

Bajo el doblez de las sábanas,

en el frescor de sabanas,

víboras, serpientes, culebras,

que acababan de llegar por sus atajos.

La sombra mía, mientras tanto,

continuaba su conversación con lo demás.

Y tú, alerta.

Soy un portón de hojas abatibles.

Acércate. Pasa por mí.

Terminará tu sufrimiento.

Te volverás planta trepadora,

abeto enorme, siempreviva ideal,

todo natural, divino.

Y aquí viene lo mejor:

tu dialogar será de nueva especie.

¿Mal color que denota falta de salud?

¿Engaño que connota mala intención?

Despídete de los diccionarios,

únete a los invisibles

a quienes no interesa

el qué dirán,

los perplejos,

asistentes espontáneos e ignorantes,

ganadores de embrollos,

brújulas, rifles de juguete,

amor libre, palabras necias,

lo extramuros,

lo baldío.

Sombra, ánima a hurtadillas,

cada vez que se disipa

la niebla de una duda.

Sombra de sombra.

Tibuchina

Violáceo viaje

a una matriz

al descubierto.

Dedos vegetales

que se estiran ululando

identidad:

sí,

son los míos,

los que tocan las membranas

más delicadas del ojo

por dentro.

Han dejado ahí un residuo dactilar,

un estanque de círculos

irrepetibles.

Algo avanzó por los arroyos,

los hilos de agua

de mis nervios,

una manera táctil de silbar,

de llamarle a alguien por su nombre

aterciopelado

cubriendo de emociones

su rugoso tronco

sin que,

serpentina,

se enrede,

se enrosque,

se encienda

su fragilidad.

Mas los cielos no se abrieron ni voz atronadora

hizo estremecer tejidos interiores aún más tiernos,

meninges

tan susceptibles, tan finitas

tan proclives al aumento,

tan sensibles al misterio.

Tan inflamables y estallables.

Tan puertas de par en par

a la sensualidad de un pensamiento

capaz de darle un vuelco a las entrañas.

Que en ese su instante de tranquilidad,

cuando Equilibrio las sorprende

inermes,

pueden recibir la campanada

que las recorra de punta a punta,

enviar el sonido hasta la campanilla

y un sustantivo llenar,

ahora sí,

la boca de verdad.

Un por fuera

prolongándose sin cielo:

tibuchina

que avisa, sosiega,

se clava y penetra,

eje a colores,

gracia en brote.

Sólo tú sabías el nombre

y lo dijiste:

los pistilos,

memoria

en las papilas,

desprotegidas éstas

de la descarga

del sabor.

Simple y llana flor silvestre

que alguna vez imaginé,

cuyos pétalos entorné

como a las hojas

de una puerta,

como a mis párpados,

y luego conocí en persona,

echada en el pasto algún domingo,

a los diez años de edad.

Y parecía

dirigirme la palabra.

Agua

1
Ha comenzado a nevar.
Copos, agua que hiere
de golpe.
Se posan candentes
sobre mis temores.
No resbalan.
Se han clavado como espinas
de una corona de oro.
Como raíces.

2
Cuántos pies han pasado por aquí
sin hollar gozo y contemplación,
un mismo tiempo:

Cuesta arriba, 
alcancé a ver los despojos del narciso.
Todo era azul.
Alenté:
no el avance, ni la cima helada
ni la calidez del cielo.
Sólo el oleaje
sin celda o libertad,
sólo el oleaje.

3
Tu población de fuego
me vio volver,
sus seres en constante movimiento,
su mensaje.
Todo se sentía disuelto
en una capa densa,
el mar aquel.

Noté que comenzaba a replegarse.
Alargué el brazo.
Mis dedos anhelaban mojarse apenas,
como en una pila antigua, 
bautismal.

4. Mar abierto
Ese mar hizo de mí
una madreperla consagrada,
una vasija llena de algo que se va
o simplemente se evapora
a ritmo propio.
Flor aguamarina,
olorosa a sal
y húmedos abrazos
entre una vida y otra,
sin orillas.
5. Mar adentro
Te vi a lo lejos, desde muy lejos,
pero no yacías en la barca,
el horizonte.
Caminabas, escondiendo
algún destino.
Tu expresión
me era inconfundible.
Tu manto de azafrán,
una urna viva.
Creí que me llamabas.
Pasé los dedos por tu piel
deseando guardarla
en la memoria.
Entre la niebla,
tus párpados temblaron
al sentirme.
Y yo también.

La rosa de los mundos giró
hasta secarse.
Ni una lágrima en sus pliegues.
En su centro fresco,
tu ojo espeluznante,
lleno, por primera vez,
de una ternura incontenible.
Acababas de morir,
aurora,
en la noche
de mi cuerpo

Me he enamorado, señora

De las cosas buenas,

dulces higos en la lengua

nutridos por amarga leche 

desde el tronco.

De los reflejos de un cristal

en otro,

de la ternura de los viejos

que no se han arrepentido.

Del canto ritual,

de la repetición de un ritmo

que marca el paso de los hombres.

Del trigo, del pan,

de la plegaria que se eleva

sin motivo. 

De la chispa en los ojos

deslumbrados,

suave manera de multiplicar la vida.

Del color,

lanza que no hiere.

Del surco abierto

y la brasa oculta en la semilla.

De: Un cristal en otro

Vapor, humo, vapor humano

No sé si sabré. No sé si llegará el día

de interpretar la transparencia.

Cuándo (o si) atravesé la puerta falsa,

al escuchar o leer por primera vez

eso que por y en la boca fue

al pensar, al recordar,

al saber de memoria;

la carne una, la sangre otra

que circula invisible

en vocablo cristalino,

replicándose, repitiéndose:

se desprende júbilo,

se desploma tormento.

1. CAPÍTULO UBICUO, DE JUNCOS Y CAÑAS

 En los orígenes, se deslizó

íntegra la historia

por la lengua y la garganta

hasta quedar pintada

en misivas anónimas

halladas luego sin querer:

en o entre páginas delgadas,

papel calca (que revela el Verbo),

papel de arroz (ni cerca ni lejos),

papel Biblia,

nombres y hombres

fuera de quicio

unidos y flotando

por mares rojos (montañas inversas de rubí)

que al tacto se abren

de par en par (como las tapas de aquel libro)

para que un pueblo entero llegue a la otra orilla.

Sin olvidar a nadie, sin dejar a nadie atrás.

Mundo de arte mayor de un autor imaginario.

A sus espaldas, el oleaje va en aumento

mientras murmuran las espumas:

no hay nada que temer, no hay nada.

Y revienta, gritando frases marinas.

2. VERSÍCULO SINIESTRO, REDES DE ALGAS 

En la curva de la empuñadura,

una famélica cabeza de serpiente.

El guía posa la palma encima,

las sinuosas líneas de la vida;

se distingue al conocerlas,

al mirarlas se descubre

en un mar negro,

artículo de muerte,

Mare Nostrum.

3. NO TE VAYAS

Soñé contigo, conmigo.

Nos revolcábamos en un césped

de agua, profundamente felices.

Mirando sin pupila, sin tímpano escuchando.

Nada podía prendernos fuego porque

todo venía en llamas…

a punto

de arder de amor

bajo las olas.

Se disparaban los matices.

Turquesa, verde esmeralda,

oro naranja y plata derretida.

En las puntas de los nervios

un infierno febril y duradero.

4. ENCLAUSTRADOS EN EL MUNDO 

Y en aquella solitaria habitación,

frente al espejo, todo lo que has dicho,

lo que te ha hecho ser quien eres

en tan grandiosa, única ocasión

de brillo personal y colectivo,

chispa,

aquella con que quemaste mariposas

al captar el rayo del sol con una lupa.

De golpe recordaste los colores del diseño,

la belleza consumiéndose despacio,

su ígneo ser danzando por los aires.

Sin ilusión de cambios,

sin fe, sin fénix.

____________

Muerto mar, que en vapor humano se disuelve

 id est, esto es,

idéntico a

ser para no ser.

_____________

No solamente recibí explicaciones: con lujo de detalles

se me mostró la entraña etimológica, las partículas,

las vísceras de la palabra justa, amén de sus contiguos

grabados, para que no cupieran sombras ni dudas:

Moisés, transmitiéndole a “la gente” el mensaje: al llegar

a buen puerto, hay que quemar la ofrenda; Abraham, más

adelante, obedeciendo la consigna, colocándola sobre el

tabernáculo, frotando luego las dos piedras y… Entraban

en escena toda suerte de víctimas propiciatorias, de

mirada tierna, seres antes vivos desangrados, su hermosa

lana manchada, la oscura lengua de fuera, listos para

la transformación de la materia, para volverse humo en

ascenso… Ésa era la palabra, el holos caustos: eso, quemarlo

todo. Al salir y al ponerse el sol. Diariamente. Hasta el final

de los tiempos, es decir, hasta nunca. Y mientras escuchaba

semejante admonición, el sueño se iba haciendo realidad.

Ser para No ser.

No ser para Ser.

El ánima sola, encadenada, en una imagen

voluptuosamente vulgar. El fuego la encarcela, mientras

ella, desnuda, lanza una plegaria, un ruego a las alturas.

Pura López Colomé (Ciudad de México, 6 de noviembre de 1952. Ensayista, poeta y traductora. Estudió el Doctorado en Lengua y Literatura Hispánicas e Hispanoamericanas en la FFyL de la UNAM. Es considerada una de las poetas fundamentales de la poesía mexicana actual.

A los doce años, fallece su madre, y es enviada a un internado católico de monjas benedictinas en Dakota del Sur, Estados Unidos. La biblioteca del colegio y el apoyo de una monja contribuyeron a que Pura se interesara por la lectura y la poesía y comenzó a escribir sus primeros poemas y a realizar sus primeras traducciones de autores como Emily Dickinson y William Butler Yeats. De regreso a México estudió hasta Doctorarse en Lengua y Literatura Hispánicas e Hispanoamericanas en la FFyL de la UNAM y continuó su carrera como poeta, traductora y ensayista .

Ha colaborado para Casa del Tiempo, El Nacional, La Cultura en México, Revista de Bellas Artes, Revista Mexicana de Literatura, Revista Universidad de México, Sábado, Letras Libres y Nexos. Becaria del CME, 1982.

Traductora de Rilke, Breyten Breytenbach, Samuel Beckett, Bertolt Brecht, Ernest Mandel, William Carlos Williams, Philip Larkin y Seamus Heaney.

Premios :

Premio Nacional Alfonso Reyes de ensayo (1977) por Diálogo socrático en Alfonso Reyes. Premio Nacional de Traducción de Poesía (1992) por Isla de las estaciones, de Seamus Heaney. Premio Xavier Villaurrutia (2007) (con Elsa Cross) por Santo y seña. Premio Linda Gaboriau otorgado por el Centro para las Artes de Banff en Canadá. Premio Bellas Artes de Trayectoria Literaria Inés Arredondo (2019). 

Algunas de sus publicaciones poéticas son :

El sueño del cazador (1985), Un cristal en otro (1989), Aurora (1994), Intemperie (1997), Éter es (1999), Tragaluz de noche (2003), Santo y seña (2007), Reliquia (2008), Una y fugaz (2010), Lieder (2012),Poemas reunidos (1985-2012)(2013), Borrosa Imago Mundi (2021).

Parte de su obra también se encuentra en antologías como Asamblea de poetas jóvenes de México (Siglo XXI, 1980), Poetas de una generación : 1950–1959 (Premià/UNAM, 1988), Mujeres poetas de México : antología poética (1940-1965) (Atemporia, 2008), y Poesía soy yo : poetas en español del siglo XX (1886-1960) (Madrid, España, Visor, 2016), entre otras.

Enlaces de interés :

https://terceravia.mx/2017/12/pura-lopez-colome-una-escritora-en-abismo-la-poesia/?__cf_chl_tk=Y8fOw6jEZnaFL5og94b1LmASyd1VF13WvpTUokpXFsg-1658911639-0-gaNycGzNB6U

https://lasantacritica.com/barahunda/pura-lopez-colome-toda-la-poesia/

https://archive.org/details/podcast_en-voz-de-pura-lopez-colome_el-dia-que-no_1000351827458

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