Sarcófago de los esposos
En Villa Giulia.
(S. VI a. de C.)
Sosteniendo las copas
invisibles,
familiarmente, eternamente juntos
en el lecho
de la fecundación y de la muerte,
serenamente lúcidos
y sonreídos
(con un “sorriso triste”, como dijo
el niño a la maestra que indicaba
con tímida dulzura tanta gloria),
vosotros lo afirmáis hermosamente:
No sólo el imposible
amor,
también las nupcias consagradas
vencerán a la muerte.
Gracias,
esposos grávidos, etruscos no,
celestes,
brindando por nosotros.
Juan Ramón
Erguido chopo español, ardiente y solitario!
J.R.J.
¿Son acaso distintos
ese chopo español y tu alma de ascua
fija, llameante en la cima?
Tu palabra, zarzal heridor
tantas veces, ¿distinta
a la esbeltez del agua en los jardines
del Generalife?
Más allá de toda
voluntaria virtud o inconsciente
hermosura ¿no ampara
al hijo el primigenio brío?
¿Cómo creer que la tumba
tuya, en tu cementerio de Moguer,
te guarda bajo su lápida
mejor que el ciprés allí plantado,
con su cimero verde
profundo y melodioso?
Y tu voz ¿no es como su copa,
sobresaliendo del cercado de los muertos,
fogueando alta y atada
al amor de esas cuatro tapias pobres
y blancas?
¿Es que los dos vigilan otra cosa
que el sol de lo real,
riqueza única de la pobre
España, -su solo y fiero
corazón?
En Metapa
Vamos a la casa en que nació Darío
en Metapa, antes llamado pueblo de Chocoyos,
y ahora Ciudad Darío. Y la casa es pobrísima,
pegada a la tierra, como una raíz,
y parecida a la casa en que nació Sandino
que era pobre también. Vemos la cama
del poeta, la cocina con gran piedra
para amasar la yuca y el maíz. El techo es de tejas
que llaman de doble agua. En la vitrina cerrada
libros y manuscritos, escasos. Voló el águila lejos
de aquí, pero aquí estuvo el nido. Aquí nació una nueva
música. Olvidó el dios Pan su flauta en una rama
que encontró el niño indio. (En algún parque vimos
la escultura de su rostro en figura de cemí.)
Ídolo es la hermosura aquí, porque es prenda y miraje
el día de la justicia. No han debido llamar
a esta aldea Darío, sino dejarle el nombre
con que él la conoció y nombró, Metapa,
que suena a rostro de madre indígena, a raíz,
húmeda como el delantal de la sirvienta que nos crió.
Hay que amar la raíz, oscura, retorcida, fea quizás,
sin la que no serán la libertad y la hermosura
del árbol pleno en flor. Metapa suena a origen.
en el mercado de Masaya, pobre también, vi una cuna,
y pensé que era una cuna de esta tierra
en que nació Sandino y en que nació Rubén.
La cuna era de mimbre bien tejido, cálida como un huevo.
Parecía que iba a salir a navegar. Y entonces fue que me fijé en su
forma,
trabajada, elegante: era un cisne.
Los veteranos
¿Dónde fueron los pulcros viejecillos
de guayabera blanca y de sombrero,
que tomaban el sol junto a los hierros
del parque de Agramonte amanecido?
¿Los que saben los nombres y apellidos
de los cubanos dulces, los austeros?
¿Los que aún se levantan encendidos
por la arenga perdida en los helechos?
¿Es que nos ven acaso, ellos que han ido
quedando atrás, sólo contemporáneos
del adiós, del pañuelo echado a vuelo
junto al hogar de palmas encendido,
los que pronto ya nunca más veremos,
los de Gómez o Flor? Oh padres nuestros.
¿De qué silencio, eres tú silencio?
¿De qué silencio eres tú silencio?
¿De qué voz, qué clamor, qué quién responde?
Abismo del azul, ¿qué hacemos en tu seno,
hijos de la palabra como somos?
¿Qué tienes tú que ver, di, con nosotros?
¿Cómo si eres ajeno, así nos tientas?
¿Habría sed de no haber agua cierta?
¿O quién vistióme de piedad los ojos?
¿Puedo poseer, pequeña, don inmenso
que faltase a los cielos y a las aguas?
Y él ¿podría morir, sobreviviendo
menor que él, todo el fulgor del cielo,
quedar la tierna luz indiferente
al fuego que, irradiando, ha suscitado?
Con una súbita vehemencia (canción de candilejas)
Como irrumpen
atropelladas, sin medida,
las razones de un hombre tímido,
se agolpan esas cuatro o cinco notas
primeras, se contraen un instante inmedible,
y luego se remansan, persuasivas
como una declaración de amor,
que se fuera tornando una rara despedida.
En vano intentan
copiar esa tonada los rutinarios músicos.
Ellos repiten las mismas notas
pero entrando en un pausado ritmo regular
que las vuelve banales, diluidas,
sin esos silencios que se retardan,
sin esos cortes bruscos, esos
envalentonamientos adorables,
de viejo mimo que recuerda
la emoción del telón al descorrerse,
como aquel que sale
de un largo silencio, e ilusionado
con la amistad de la nieve tardía
y la primera hoja verde,
se decide, y rompe al fin a hablar,
con una súbita vehemencia.
Los extraños retratos
Ahora que estamos solos,
infancia mía,
hablemos,
olvidando un momento
los extraños retratos
que nos hicieron.
Hablemos de lo que tú y yo,
por no tener ya nada,
sabemos.
Que esta solitaria noche mía
no ha tenido la gracia
del comienzo,
y entré en la danza oscura de mi estirpe
como un joven tristísimo
en un lienzo.
Mi imagen sucesiva no me habita
sino como un oscuro
sin poder distinguir siquiera
qué de mi pan o de mi vino
invento.
En el oscuro cuarto en que levanto
la mano con un gesto
polvoriento,
donde no puedo entrar, allí me miras
con tu traje y tu terco
fundamento,
y no sé si me llamas o qué quieres
en este mutuo, extraño
desencuentro.
Y a veces me parece que me pides
para que yo te saque
del silencio,
me buscas en los árboles de oro
y en el perdido parque
del recuerdo,
y a veces me parece que te busco
a tu tranquila fuerza
para que tú me enseñes el camino
de mi perdido nombre
verdadero.
De tu estrella distante, aparecida,
no quiero más la luz tan triste
sino el Cuerpo.
Ahonda en mí. Encuéntrame.
Y que tu pan sea el día
nuestro.
Del tiempo largo
A veces, en raros
instantes, se abre, talud
real y enorme, el tiempo
transcurrido.
Y no es entonces
breve el tiempo. Como el pájaro
al elevarse abarca con sus alas
un diminuto pueblo o costerío,
la inmensidad de lo vivido arrecia,
y se mira remoto el ayer próximo,
en que el pico ávido bajaba
en busca de alimento.
¡Qué eternidad
de soles ya vividos! ¡Y qué completa
ausencia de nostalgia! Para crecer
se vive. Para nacer de nuevo
y rehacer la mala copia original.
Para crecer, se sufre. No se quiere
volver atrás, ni tan siquiera al tiempo
rumoreante de la juventud.
Que no para que el rostro
luzca lozano y terso se ha vivido.
No para atraer por siempre con el fuego
de la mirada, no con el alma en vilo,
por siempre se ha de estar.
De cierto modo
la juventud es también como una cierta
decrepitud: un ser informe,
larva, debatíase, qué peligrosamente
amenazado. Se vivió. se salió,
quién sabe cómo, del hueco,
de la trampa:
valió el otro
del bosque de la vida, el pleno encanto
de los claros del sol entre lo umbrío
para pagar su precio: lo tanto
costó poco; poco el sufrir inmenso
para esta dádiva: al rostro
orne la arruga como el pecho la cinta coloreada
de un guerrero
o como al niño la medalla premia
por la humilde labor.
Como el avaro
el peso de un tesoro, encorva
la espalda anciana el peso
del vivir.
Mas ya, arriba,
a la salida, ya, se mira
hacia atrás sonriendo, renacido,
como agrietada cáscara el polluelo,
ya se van desligando las amarras,
del extraño navío, y como novio trémulo
locamente lo incierto hace señales.
costó dolor, muerte costó, la vida.
Y al tiempo, breve o largo, siempre corto,
como el relámpago del amor, se le mira
ya sin recelo ni amargura
como a las heridas de la mano, en el arduo
aprender de su oficio,
contempla el aprendiz.
Bella es toda partida.
Retrato de una virgen
Ella no sabe bien lo que ha pasado.
Él era su amigo, y ahora
le ha dicho adiós.
¡Ella que lo veía
como el padre, el esposo
que iba a ser!
Ahora pasea con otra,
van riendo.
Ella no entiende
pero se ha quedado
quieta, como quien espera
una orden, o como el agua
antes de recoger la imagen
del rostro amado.
No se ha entregado al llanto.
No tiene una alborotada
imaginación. Sigue
yendo a sus clases. Cuida
cosas pequeñas: las libretas,
la raya en el orden, igual
que el pelo al levantarse.
Hace lo mismo que antes,
sólo un poco más triste.
La luz que la abandona
la dibuja un momento.
No sabe que está sola.
Ese ignorar la guarda.
Quiero escribir con el silencio vivo
Quiero escribir con el silencio vivo.
Quiero decir lo que la mano dice.
Porque tú lees mejor el texto vivo
y el alma, en su guerrear callado, escribe.
A veces la ola blanca da en la roca
de espumeantes cavernas y sus fauces
orla con su jirón que hace y deshace
letras que tú descifras. Que la boca
calle y entre a lo blanco en la esforzada
faena que se pierde. La luz poca,
mi alejarme de ti de cada día,
pausas son del sentido, inacabadas
imágenes de mí. La línea tosca
salta y completa tú la melodía.
Y sin embargo sé que son tinieblas
Y sin embargo sé que son tinieblas
las luces del hogar a que me aferro,
me agarro a una mampara, a un hondo hierro
y sin embargo sé que son tinieblas.
Porque he visto una playa que no olvido,
la mano de mi madre, el interior de un coche,
comprendo los sentidos de la noche,
porque he visto una playa que no olvido.
Cuando de pronto el mundo da ese acento distinto,
cobra una intimidad exterior que sorprendo,
se oculta sin callar, sin hablar se revela,
comprendo que es el corazón extinto
de esos días manchados de temblor venidero
la razón de mi paso por la tierra.
Visitaciones
1
Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna
como a la casa de la infancia, a algunos
días, rostros, sucesos que supieron
recorrer el camino de nuestro corazón.
Vuelven de nuevo los cansados pasos
cada vez más sencillos y más lentos,
al mismo día, el mismo amigo, el mismo
viejo sol. Y queremos contar la maravilla
ciega para los otros, a nuestros ojos clara,
en donde la memoria ha detenido
como un pintor, un gesto de la mano,
una sonrisa, un modo breve de saludar.
Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable,
los ojos no comprenden, la mano ya no toca
el alimento innombrable, lo real.
2
Uno vuelve a subir las escaleras
de su casa perdida (ya no llevan
a ningún sitio), alguien los llama
con una voz querida, familiar.
Pero ya no hace falta contestarle.
La voz sola nos llama, suficiente,
cual si nada pudiera hacerle daño,
en el pasillo inmenso. Una lluvia
que no puede mojarnos, no se cansa
de rodear un día preferido.
Uno toca la puerta de la casa
que le fue deparada a nuestras manos
mortales, como un tímido consuelo.
3
El que solía visitarnos, el que era
de todos más amado, suave vuelve
a la sala sencilla, cada día
más real y más leve, ya de humo.
¿Cuándo tocó la puerta? No podemos
recordarlo. Estaba allí, estaba!
Y no se irá jamás ni puede irse.
No nos trae la memoria las palabras
del adiós. Sólo podrá volverse
por la puerta de un ruido, de un llamado
de ese mundo que borra, ignora y vence.
4
¿Qué caprichosa y exquisita mano
trazó, eligió ese gesto perdurable,
lo sacó de su nada, como un dios,
para alumbrar por siempre otra alegría?
¿Participarás tú del dar eterno
que dejaste la mano humilde llena
del tesoro? En su feliz descuido
adolescente ¿derramaste el óleo?
¿Qué misterio, fue el tuyo, instante puro,
silencioso elegido de los días?
Pues ellos van tornándose borrosos
y tú te quedas como estrella fija
con potencia mayor de eternidad.
5
Y cuando el tiempo torna impuro su rostro,
una vida que amamos en su hora
cierta de dar, por siempre más reales
que su verdad presente, lo veremos
cuando lo rodeaba aquella lumbre,
cuando el tiempo era apenas un fragmento
de un cuerpo más espléndido, invisible.
Todo hombre es el guardián de algo perdido.
Algo que sólo él sabe, sólo ha visto.
Y ese enterrado mundo, ese misterio
de nuestra juventud, lo defendemos
como una fantástica esperanza.
6
Y lo real es lo que aún no ha sido!
Toda apariencia es una misteriosa
aparición. En la rama de otoño
no acaba el fruto sino la velada
promesa de ser siempre que su intacta
forma ofreció un momento a nuestra dicha.
Pues toda plenitud es la promesa
espléndida de la muerte, y la visitación
del ángel en el rostro del más joven
que todos sabíamos que se iría antes
pues escogía el Deseo su sonrisa nocturna.
7
A aquel vago delirio de la sala
traías el portal azul del pueblo
de tu niñez, en tu silencio abríase
una lejana cena misteriosa.
Cayó el espeso velo de los ojos
y al que aguardó toda la noche abrimos.
Partía el pan con un manto de nieve.
Con las espaldas del pastor huiste,
cuando volviste el rostro era la noche,
todo había cambiado y sin embargo
en la granja dormían tranquilas las ovejas.
8
¿No sentías que ardía tu corazón
cuando nos hablaba de las Escrituras?
(Los peregrinos de Enmaús)
Huésped me fue palabra misteriosa.
Huésped es el que viene de muy lejos,
de algún pueblo que nunca habremos visto.
Huésped es el que viene por la noche,
toca la aldaba de la puerta y todo
el umbral resplandece como nieve.
Huésped es quien se sienta a nuestra mesa
sólo por una noche, y no se acierta
sino ya a oír lo que su boca dijo.
Huésped es el que alegra con su rostro,
y alumbra con sus manos nuestro pan
y no logramos recordar su nombre.
Huésped es el que ha de partir, al alba.
9
There ir a wind where the rose was
WALTER DE LA MARE
Oh vosotras, lámparas del otoño,
más fragantes que todos los estíos!
¿Por qué ha de ser aquel que devenimos
con el tiempo, más real, menos efímero,
que aquel que fuimos a tus luces pálidas?
¿Por qué el polvo desierto, la agonía
junto a las armas bellas, quedan sólo
del resplandor de la victoria? Lejano
es todo vencimiento. En otro espacio
sucede, más allá del moribundo
rostro que hunde la gloria y deja ciego
junto al viento que lleva las banderas
espléndidas que huyen. Fiera es toda victoria.
10
Amigo, el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Cómo ha cambiado el tiempo aquella fija
mirada inteligente que una extraña
ternura, como un sol, desdibujaba!
La música de lo posible rodeaba tu rostro,
como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo,
en nuestra fiel ternura te cumplías
como en lo ardido el fuego, y no en la lívida
ceniza, acaba. Y donde ven los otros
la arruga del escarnio, te tocamos
el traje adolescente, casi nieve
infantil a la mano, pues que sólo
nuestro fue el privilegio de mirarte
con el rostro de tu resurrección.
11
Since I have walk’d with you through shady lanes…
KEATS
¿Quién no conoce ese sendero en sombras,
ese continuo hablar, interrumpiéndose
el uno al otro amigo, en el gozoso
diálogo hasta la puerta de la casa,
servida ya la cena? ¿Quién no escucha
las nocturnas pisadas en la acera
tornarse más opacas al cruzar por la yerba
que nos trae al amigo, al bien llegado?
¿A quién, ya tarde, no le cuesta mucho
despedirse y murmura generosos deseos,
inexplicables dichas, bajo los fríos astros?
12
…qui laetificat juventutem meam…
Sólo vosotras, bestias, claros árboles,
podéis seguir! Mas, eterno es el hombre.
Salvaje privilegio de la muerte,
heredad sólo nuestra, mientras derrama el astro
su luz sobreviviente sobre ese rostro altivo
de ser fugaz, junto a los ciclos fijos,
y ese verdor, eterno! Se fue yendo
la gloria de los rostros más amados,
y tornamos, como ola ciega, al tiempo
del cuerpo incorruptible que esperaste
y no pudimos retener, llorando
en la perdida lámpara, las voces,
lo que encuentro creímos y es partida.
Oh lo real, el mundo en el misterio
de nuestra juventud, que nos aguarda!
Nos ha sido prometida su alegría.
Nos ha sido prometido su retorno.
Eres lo que retorna, oh siempre lo supimos.
Pero no como ahora, amigo mío.
Si mis poemas todos se perdiesen…
Si mis poemas todos se perdiesen
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
Josefina García-Marruz Badía, Fina García Marruz (La Habana,Cuba, 28 de abril de 1923-La Habana,Cuba, 27 de junio de 2022)?.Poeta, ensayista e investigadora. Considerada como una de las voces poéticas más relevantes de las letras cubanas e hispanoamericanas.
Estudió la primaria en el Colegio Sánchez y Tiant y el bachillerato en el Instituto de La Habana; se doctoró en Ciencias Sociales en la Universidad de La Habana (1961). Con apenas 14 años, Fina estuvo entre el grupo de poetas que se relacionaron con Juan Ramón Jiménez durante la visita del poeta a Cuba en 1936. Y con sólo 15 años, poco después, conoció también a la chilena Gabriela Mistral.
Publicó su primer libro de poemas a principios de los años cuarenta y perteneció, junto a su esposo Cintio Vitier, al grupo de poetas de la revista Orígenes (1944-1956), creada por José Lezama Lima. Desde 1962 trabajó como investigadora literaria en la Biblioteca Nacional José Martí; fue investigadora literaria en el Centro de Estudios Martianos, desde su creación en 1977 hasta 1987, y formó parte del equipo que realizó la edición crítica de la obra poética e inició también la de las Obras completas de José Martí.
Su obra poética ha sido traducida a varios idiomas y ha formado parte de numerosas antologías.Entre otras antologías, figura en la editada por Carmen Conde Once Grandes poetisas hispanoamericanas (Madrid, 1967), y en la de Margaret Randall Breaking the silence (Vancouver, Canadá, 1982).
Obra poética:
Poemas, Ucar García, La Habana, 1942
Transfiguración de Jesús en el Monte, Orígenes, La Habana, 1947
Las miradas perdidas 1944-1950, Ucar García, La Habana, 1951
Visitaciones, Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, La Habana, 1970
Poesías escogidas, Letras Cubanas, La Habana, 1984
Viaje a Nicaragua, con Cintio Vitier, Letras Cubanas, La Habana, 1987
Créditos de Charlot, Ediciones Vigía de la Casa del Escritor, Matanzas, 1990
Los Rembrandt de l’Hermitage, La Habana, 1992
Viejas melodías, Caracas, 1993
Nociones elementales y algunas elegías, Caracas, 1994
Habana del centro, La Habana, 1997
Antología poética, La Habana, 1997
Poesía escogida, con Cintio Vitier, Bogotá, 1999
El instante raro, Valencia, 2010
¿De qué, silencio, eres tú, silencio?,antología que contiene 12 poemas inéditos y diversos manuscritos; Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, 2011
Algunos de sus Premios :
Premio nacional de Literatura de Cuba(1990),El Premio de Poesía Pablo Neruda (2007), el XX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana ( 2011), y el Premio Federico García Lorca ( 2011).
La Orden José Martí, así como las medallas Alejo Carpentier y la Orden Félix Varela.
Enlaces de interés :
Poemas recitados por Fina García Marruz: https://www.palabravirtual.com/index.php?ir=critz.php&wi=238&show=poemas&p=Fina+Garcia+Marruz
https://oncubanews.com/cultura/literatura/la-casa-neptuno-aun-me-guarda/
https://diariodecuba.com/cultura/1656375473_40530.html
Nota: Esta página ha sido actualizada el 28 de junio de 2022 debido al fallecimiento de la poeta Fina García Marruz el 27 de junio de 2022.
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