13 Poemas de Emily Dickinson

«Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos, sé que eso es poesía»

                                                                                                    Emily Dickinson 

 

Su pecho es propicio para perlas,

pero yo no soy un Buceador—

Su frente es propicia para tronos

pero yo no tengo penacho.

Su corazón es propicio para un hogar—

yo—un Gorrión—construyo ahí—

con la dulzura de las ramas

mi perenne nido.

No es que el morir nos duela tanto –

es el vivir – lo que nos duele más –

pero el Morir – es un camino distinto –

una variedad detrás de la Puerta –

la Costumbre Sureña  – del Pájaro –

que antes de que lleguen las heladas –

acepta una Latitud mejor –

nosotras – somos los Pájaros – que se quedan.

Las Ateridas en torno a las puertas del Campesino –

por cuya miga reacia –

pactamos – hasta que las Nieves compasivas

persuadan a nuestras plumas a  Casa

Algunos guardan el Domingo yendo a la Iglesia —
yo lo guardo en mi casa —
con un jilguero en vez de Coro —
y por Cúpula un Huerto —

Algunos pasan el Domingo con la Sobrepelliz —
yo solo con mis alas —
y en lugar de tocar las Campanas a Misa,
nuestro Sacristanillo —canta.

Dios predica, notable Sacerdote —
y el sermón nunca es largo,
así, en lugar de ir al Cielo al final —
me voy desde el principio.

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La manzana en el árbol es el Cielo

pues no la puedo alcanzar –

como allí seguirá sin esperanza

la llamo “cielo” nomás.

El color de la nube pasajera –

ese terreno prohibido –

detrás de la colina, tras la casa –

¡Allí se halla el Paraíso!

 

Aún no se lo he dicho a mi jardín —

no vaya a ser que convencerme pueda.

Tampoco tengo fuerza suficiente

para comunicárselo a la Abeja —

no lo diré en la calle, pues las tiendas

me mirarían, fijamente, a mí —

que alguien tan poca cosa — e ignorante

tenga la valentía de morir.

No quiero que lo sepan las laderas —

por las que tanto paseé —

ni decirles a los amados bosques

el día en que me iré —

 

Vivo en la Posibilidad –

casa más agradable que la Prosa –

con más Ventanas –

con más – puertas –

y habitaciones como cedros –

inescrutables para el ojo –

y como tejado eterno

la cubierta del cielo –

como visitantes – los mejores –

como ocupación – Esto –

abrir mis estrechas manos

y aunar el paraíso –

Se dice que

la palabra está muerta

cuando se pronuncia,

yo digo que

comienza a vivir

ese día.

Hay una flor que las abejas prefieren,

y las mariposas, desean,

a ganar el púrpura demócrata

aspira el colibrí.

 

Y cualquier insecto que pase

se lleva su miel

en proporción a su escasez

y su capacidad.

 

Su rostro es más redondo que la luna

y más rojo que el vestido

de la orquïdea en el pasto,

o el que lleva el rododendro.

 

No espera a junio;

antes de que el mundo esté verde,

su rostro pequeño y robusto

contra el viento puede verse

 

en contienda con la hierba,

su paisana más cercana,

por el privilegio de la tierra y el sol,

dulces litigantes de por vida.

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Mirar en la cajita de ébano, con devoción,
cuando los años han pasado,
sacudiendo el aterciopelado polvo
que los veranos han posado.

Levantar una carta hacia la luz,
oscurecida ahora, con el tiempo;
repasar las palabras desvaídas que,
como el vino, un día nos alegraron.

Tal vez, encontrar entre sus cajoncillos
la arrugada mejilla de una flor,
recogida hace mucho, una mañana,
por una galante mano desaparecida.

Un rizo, quizás, de frentes
que nuestra constancia olvidó;
tal vez, un antiguo adorno
de una moda que ya pasó.

Y después, dejarlos reposar de nuevo,
y olvidarnos de ellos,
como si la cajita de ébano
no fuera asunto nuestro.

En apariencia sin sorpresa

para la flor feliz, 

la escarcha la decapita en su juego

con accidental poder.


la rubia asesina se va,

el sol procede impasible

a medir otro día,

 para un Dios que está de acuerdo.

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Si yo pudiera cabalgar ilimitada

como hace la abeja de pradera

e ir de visita solo donde yo quisiera 

y que nadie me visitara,

 

y flirtear todo el dia con ranúnculos,

y casarme con quien yo quiera ,

y habitar un poco en todos lados,

o mejor, huir 

 

sin policia que persiga 

o que me siga si lo hago 

hasta que salte penínsulas

para alejarme de ti-

 

Dije,ser solo una abeja

en una corriente de aire

y remar en la nada todo el día

y anclarme fuera del puerto-

¡Que libertad! Así piensan los cautivos

que aguardan en estrechas mazmorras.

¡Ven despacio, Edén!

Labios no acostumbrados a ti,

tímidos, liban tus jazmines,

como la desmayada abeja

que llega tarde a su flor,

zumba alrededor de su cámara,

cuenta sus néctares — entra

¡y en bálsamos se pierde!

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Para hacer una pradera es necesario un trébol y una abeja –

un trébol , y una abeja.

Y un ensueño,

Bastará solo con el ensueño,

si abejas hay pocas.

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, 10 de diciembre de 1830 – Amherst, 15 de mayo de 1886) Es considerada una de las grandes figuras de la literatura norteamericana del siglo XIX aunque, irónicamente, apenas publicó media docena de versos en vida. La educación de Emily Dickinson fue mucho más profunda y sólida que la de las demás mujeres de su tiempo, a los 10 años inicio sus estudios en la prestigiosa Academia de Amherst y a los 16 continuó su formación en el Seminario para Señoritas Mary Lyon de Mount Holyoke en Austin,pero cuando cursaba el segundo año enfermó y tuvo que abandonar el seminario, despues de lo cual ya no volvió a estudiar.

Emily vivió aislada casi toda su vida,la mayor parte sin salir de su casa y los últimos años ni siquiera de su habitación,centrada en su poesía y en la recolección y estudio de las flores de su jardin.A partir de la muerte de su padre, un durísimo golpe para Emily,comenzó a vestir de blanco ,para ella ese fué el color del luto . Emily murió a causa de una nefritis, tras su su muerte ,su hermana Lavinia encontró en la habitación de Emily 40 volúmenes encuadernados a mano con más de 1000 poemas ; gracias a ella se editó una selección de los poemas en tres volúmenes;los manuscritos, difíciles de leer , debido a la abundancia de tachaduras ,guiones y mayúsculas inesperadas se modificaron libremente para su publicación, eliminando la utilización “aleatoria” de esas mayúsculas, y de todos aquellos guiones considerados innecesarios según el criterio del editor .El primer volumen obtuvo cierta fama. Años después una sobrina transcribió y publicó otros poemas suyos. Finalmente, la edición de Thomas H. Jonson en 1955 de sus obras completas dio a conocer al gran público el trabajo de la autora aunque no fué hasta 1999 cuando se publicó una edición fiel de aquellos escritos.

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/visita-herbario-emily-dickinson_0_v6zEp7bNn.html

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