12 Poemas de Anna Świrszczyńska

Coraje

No seré esclava de ningún amor.

A nadie

devolveré el sentido de su vida,

su derecho al crecimiento constante

hasta el último aliento.

Maniatada por el oscuro instinto

de la maternidad,

sedienta de ternura como el asmático

de aire,

con qué empeño construyo en mí

el hermoso egoísmo humano,

reservado desde hace siglos

para el varón.

Contra mí

están todas las civilizaciones del mundo,

todos los libros santos de la humanidad

escritos por ángeles místicos

con la expresiva pluma del relámpago.

Diez Mahomas

en diez elegantemente enmohecidas

lenguas

me amenazan con la condenación

en la tierra y en el cielo eterno.

Contra mí

está mi propio corazón.

Amaestrado por milenios

en la cruel virtud de la víctima.

Lavo la camisa

Por última vez lavo la camisa
de mi padre que ha muerto.
La camisa huele a sudor. Me acuerdo
de ese sudor desde mi infancia,
tantos años
que lavé sus camisas y su ropa interior.
Las secaba en una estufa de hierro en el taller,
él se las volvía a poner sin planchar.

De todos los cuerpos del mundo,
animales, humanos,
sólo uno exudaba ese sudor.
Lo aspiro
por última vez. Al lavar esta camisa
lo destruyo 
para siempre.
Ahora
sólo cuadros lo sobreviven
que huelen a aceites.

Traducción desde la versión inglesa de Czeslaw Milosz, de A. Catalá

Mujer no-nata

Aún no he nacido

cinco minutos antes de que me den a luz.

Aún puedo volver atrás

en mi nacimiento.

Ahora, faltan diez minutos todavía,

ahora, falta una hora para que nazca.

Vuelvo atrás,

corro

por una vida en números negativos.

Paseo a través de la fecha de mi nacimiento como en un túnel

con extrañas perspectivas.

Diez años antes,

ciento cincuenta años antes;

camino mientras mis pasos retumban

a través de un viaje fantástico por épocas

en las que aún yo no existía.

Cuán larga es la vida negativa,

la inexistencia es realmente parecida a la inmortalidad.

He aquí el Romanticismo, donde podría haber sido una mujer soltera;

he aquí el Renacimiento, donde podría haber sido

la horrenda esposa de un malvado marido.

La Edad Media, donde podría haber servido agua en una taberna.

Camino aún más lejos

que el eco,

mis pasos retumban

a través de mi vida negativa,

a través del reverso de mi vida.

Llego a Adán y Eva,

ya no se ve nada más, está oscuro.

Ahora ya mi inexistencia muere

con la trillada muerte de la ficción matemática.

Tan trivial podría haber sido como la muerte de mi existencia

si realmente hubiese nacido

Una conversación a través de la puerta

A las cinco de la mañana
le golpeo la puerta.
Le digo a través de la puerta:
en el hospital de la calle Sliska
su hijo, un soldado, está muriendo.

Él entreabre la puerta,
sin quitar la cadena.
Detrás suyo su esposa
tiembla.

Le digo: su hijo le pide a la madre
que venga.
Él dice: la madre no irá.
Detrás suyo la esposa 
tiembla.

Le digo: el doctor nos permitió 
darle vino. 
Él dice: por favor espere.

Me alcanza una botella a través de la puerta,
luego le pone llave,
luego le pone una segunda llave.

Detrás de la puerta su esposa
comienza a gritar como si estuviese de parto.

La alegria de estar sola

Me rodearé de silencio

y florecerán en mí voces.

Me cerraré

y habrá más lugar en mí.

Como los pechos libres de corpiño

se me airearán

mis ideas y las ajenas.

Naceré bajo mi propia mirada

estallaré en mí

como una ramificación.

Me alejaré de todo

y todo entrará en mí.

Veré la existencia y su relieve

y la sombra que arroja

ese relieve.

Veré cada verdad,

como recién lavada.

La soledad me dará a mí misma

y al mundo.

Ella no recuerda

Ella fue una madrastra malvada.
En su vejez se está muriendo lentamente
en una casucha vacía.

Se estremece
como un manojo de papel quemado.
Ella no recuerda que era malvada.
Pero sabe
que siente frío.

Cepillo de acero

Hoy no vengas a verme.
Si entreabriera la puerta,
no reconocerías mi cara.
Porque hoy estoy de refacción completa,
de balance anual,
de gran lavado.
Ensayo general de fin del mundo
en un microcosmos.

Con cepillo de acero
friego el cuerpo hasta el hueso.
Saqué la piel, está colgada aquí al lado,
las entrañas desnudas humean,
vibran las costillas desnudas,
y llega el juicio,
el altísimo alto tribunal
viene a juzgar con paso vivo.
Todas las sentencias son:
culpable.

Juzga el cerebro y los ojos extraídos de
la calavera,
a la pecadora desnudez de la pelvis
y a los dientes sin encías,
a los pulmones impuros, a las perezosas
tibias.

Oh, sí, me esfuerzo mucho,
con cepillo de acero
friego el cuerpo hasta los huesos,
los huesos hasta la médula.
Quiero estar más limpia que un hueso.
Quiero estar limpia
como la nada.

Juzgo, ejecuto las sentencias,
tirito de espanto,
la rea y el verdugo atareado.
Hago balance, transpiro
sudor de sangre.

Entonces, hoy no vengas a verme.
No compres flores. No tires el dinero.

Ansiedad

Construyes entre los árboles

un nido para nuestro amor,

pero mira las flores

que has aplastado.

PHOTO: ANDRZEJ SZYPOWSKI / 1967

Le he estado esperando durante estos treinta años

Ese joven larguirucho que quizá medía metro ochenta y dos,

ese cándido trabajador de Powiśle

que luchó

en el infierno de la calle Zielna, en el edificio del teléfono.

Cuando le cambié el vendaje

de su pierna, que estaba abierta,

hizo una mueca, se rio.

Cuando la guerra haya terminado

iremos a bailar, señorita.

Yo invito.

Le he estado esperando

durante estos treinta años.

Un soldado alemán

Esta noche lloraste mientras dormías,

soñaste con tus hijos

en una ciudad lejana.

Te levantaste por la mañana, te pusiste un uniforme, el casco,

la ametralladora por encima del hombro.

Fuiste a abrir fuego

contra los hijos vivos de los otros.

Como carroña

Desnuda sin piel,
denigrada como la que violan,
como la que ya
no quieren violar,
como un cadáver abofeteado,
como un agonizante al que
escupen a la cara,
como un animal vivo,
que muriendo en el matadero
pasa a ser artículo de consumo,
envilecida como una carroña
que se desprecia a sí misma,
como un excremento de carroña,
humillada
tan profundamente
como jamás podría serlo
un varón,

una mujer
sobre la camilla ginecológica
bajo la mirada
de los médicos.

Traducción de Bárbara Gil de “Toda mujer”(1972)

El amor más grande

Ella tiene sesenta años. Está viviendo
el amor más grande de su vida.

Ella camina del brazo de su amado,
el cabello ondeando al viento.
Su amado le dice:
-Tu cabello es como las perlas-

Sus hijos dicen:
-Vieja loca-

Anna Świrszczyńska (Varsovia, Polonia, 7 de febrero de 1909 – Cracovia, 30 de septiembre de 1984).Poeta y dramaturga. Su poesía es conocida por describir sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial, así como dar un enfoque feminista a temas como la maternidad, el cuerpo femenino y la sensualidad.

Nació y creció en Varsovia, dentro de una familia de artistas.Su padre, Jan ?wierczy?ski, era pintor. Anna estudió literatura polaca medieval y poesía barroca, en la Universidad de Varsovia.Su primer poema fue publicado en 1930. En 1936 publicó su primer libro, Wiersze i proza (Poemas y prosa), que obtuvo muy buenas críticas. Ese mismo año comenzó a trabajar en una asociación de profesores donde permaneció hasta 1939. A partir de 1951 se dedicó exclusivamente a la creación literaria. 

Durante la ocupación nazi de Polonia participó en la Resistencia polaca y publicó poemas en revistas clandestinas. En esos momentos, conoció al también poeta Czes?aw Mi?osz. En el Alzamiento de Varsovia de 1944 colaboró como enfermera.Durante el levantamiento fue detenida y estuvo a punto de ser ejecutada. Estas experiencias durante la guerra se reflejan en su obra Budowa?am barykad? (Levantando la barricada, 1974), donde describe el dolor y el sufrimiento de aquel tiempo.

En 1945, la población de Varsovia fue liberada por las tropas soviéticas. Anna entonces se trasladó a Cracovia, donde se refugió, como muchos poetas y escritores sin hogar, en una casa colectiva, conocida como “La casa de los escritores”. Entre los literatos que residían en esa casa se encontraban dos futuros premios Nóbel: Wis?awa Szymborska y Czes?aw Mi?osz.

Entre 1946 y 1950 ?wirszczy?ska trabajó como supervisora literaria en el Teatro M?odego Widza (Teatro del Joven Espectador) en Cracovia. Escribió y adaptó numerosas obras para audiencias juveniles. En 1946 estrenó su obra de teatro más famosa, Orfeusz, escrita en 1941. A ésta le siguieron otros estrenos, tanto en Polonia como en otros países socialistas: Strza?y na ulicy D?ugiej. Sztuka w trzech aktach (Disparos en la calle D?uga, 1948 – una obra dramática realista que describía la vida bajo la ocupación nazi de Varsovia); Odezwa na murze. Sztuka w pi?ciu obrazach (Una proclamación en el muro, 1951 – los comienzos del movimiento del proletariado polaco); Czerwone sztandary. Sztuka w dwóch ods?onach (Las pancartas rojas, 1952); y Ta, która nie doczeka?a (Ella, la que no sobrevivió para verlo, 1954), entre otras. También trabajó como traductora de poesía extranjera, en especial del francés, y adaptó diversas obras literarias para el teatro, la radio y la televisión.

En 1958 publicó Liryki zebrane (Poemas escogidos). A este poemario le siguieron muchos otros:

Czarne s?owa (Palabras negras, 1967); Wiatr (Viento, 1970; Jestem baba (Toda mujer, 1972, poemas de temática feminista); Poezje wybrane (Poemas escogidos, 1973); y Budowa?am barykad? (Erigiendo la barricada, 1974). Gracias a la traducción del Premio Nóbel Czes?aw Mi?osz, este libro ha sido traducido al inglés como Building the Barricade, una obra que describe el dolor y el sufrimiento de la guerra. Cuatro años más tarde publicó Szcz??liwa jak psi ogon (Contenta como la cola de un perro, 1978); Wybór wierszy (Versos escogidos, 1980); Cierpienie i rado?? (Sufrimiento y gozo, 1985), que fue publicado póstumamente; y Talking to my Body (1996), entre otros.

Fuera de Polonia su obra se ha difundido especialmente gracias a las traducciones al inglés que realizaron conjuntamente Czes?aw Mi?osz y Leonard Nathan.

A pesar de haber sido una gran escritora, en su país no ha recibido el reconocimiento que se merece . En su época jamás ocupó un sitio privilegiado en el círculo literario de entonces, sus propios colegas la veían algo “extraña” por sus costumbres (no bebía, era vegetariana, practicaba el yoga) y por demostrar un profundo interés en los temas sociales; eso, además de su radicalismo, su activismo social y sobre todo su feminismo la convirtieron en un personaje poco aceptado.

Anna Świrszczyńska vivió en la Casa de los escritores hasta su muerte.

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