El árbol seco
Diez años esperó que el árbol seco
floreciera de nuevo. Diez años
con el hacha aguzada y temblorosa,
pero el árbol
sólo exhibía sus desnudos brazos,
la percha de la urraca y de los cuervos.
Cortóle al fin, y, de repente,
vio su corazón verde, borbotón de savia;
un año más, y hubiera florecido.
Maidanek
Parece que, en Maidanek,
los detenidos dibujaban por doquier mariposas.
¿Sueño de salir en vuelo de aquel mundo?
¿Sueño de la niñez, tan cándida,
mirando mariposas como llamas?
Mas los niños, a veces, en sus juegos inocentes,
queman las alas de las mariposas, y ríen
con las enloquecidas contorsiones de éstas.
Nuestra infancia, Maidanek.
Importune
Le pregunté a un cuco pensativo:
“¿En qué piensas”?
Me respondió:
“En nada. Estoy pensando”
¡Cuánto sentí haberle interrumpido!
Atardecer de octubre
Luz que se apaga en el crepúsculo
de un día de octubre, tan dorado.
La pobre mujeruca enciende un cabo
de vela, en su pequeña estancia,
y no la importan Ptolomeo ni Copérnico;
ni que el sol se haya ido,
o César haya muerto.
Es un poder autónomo.
El ojo del mundo
Tras la lluvia,
en el jardín de arena,
un guijarro negro relucía
como el ojo del mundo.
Y quizá lo era.
De república
Democrática plebe de gorriones,
cuervos y estorninos senadores,
oligarquía de pavos reales, loros cortesanos,
cucos exilados, ruiseñores en jaula.
El Gran Gallo sobre un montón de estiércol
pregona en la mañana sus mandatos.
¿Pajarería, república, acaso monarquía?
Palabrería solamente. “Los quiero
a la cazuela o fritos”, dijo el zorro;
y hubo un minuto de silencio,
totalmente apolítico.
La gloria del poeta
Los Césares antiguos
coronaban con laurel a los poetas,
y ni un as se gastaba en casa de éstos,
en sazonar los guisos. Pero
ya no hay gloria inmarcesible,
porque el laurel ya no se usa en la cocina.
Cojeras
Jacob luchó contra el Ángel,
que era Yahvé mismo, y vencióle;
aunque de por vida quedó cojo.
Luchó con él, más tarde, Baruch de Spinoza,
y también de por vida quedó racionalista.
Por su cojera, ambos
no pudieron ya seguir al Innombrable,
y dejarle fuera de combate.
Lux Aeterna
Siempre fue un desgarro
la muerte, mas, ahora,
los hombres huecos y redondos
mueren contentos de no ser para siempre.
Se aplaude en los entierros,
¡Por fin la nada! ¿Qué alegría!
¡Cuánto ahorro
de luz eterna innecesaria!
El cesto
Primero se toma una mimbre,
y se la pone en agua,
para que pierda altanería, se haga dulce,
mandible, y tenga amor;
luego se la trenza como un sueño,
y, cuando está hecho el cesto,
puede ponerse en él la ropa blanca,
unas frutas rojas, doradas, o un gatito.
A veces, crujirá en la noche;
pero así se hizo el mundo,
y así, a veces,
se lamenta.
Libertad
Porque sí, el agua
echó a correr, saltándose el regato.
¿Hacia dónde?
¿Y qué le importa al agua?
José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 13 de mayo de 1930-Valladolid, 9 de marzo de 2020)? Escritor, poeta y periodista. Recibió el Premio Cervantes en 2002. Licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid, en Filosofía y Letras por la de Salamanca y en Periodismo por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid en 1962. Compaginó la carrera periodística con la literatura: es autor de novelas, ensayos, poesía y diarios. patrono del Instituto Cervantes, de la Residencia de Estudiantes y de las fundaciones de la Lengua Española y de la de los Duques de Soria.
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