11 Poemas de José Jiménez Lozano

El árbol seco

Diez años esperó que el árbol seco

floreciera de nuevo. Diez años

con el hacha aguzada y temblorosa,

pero el árbol

sólo exhibía sus desnudos brazos,

la percha de la urraca y de los cuervos.

Cortóle al fin, y, de repente,

vio su corazón verde, borbotón de savia;

un año más, y hubiera florecido.

Maidanek

Parece que, en Maidanek,

los detenidos dibujaban por doquier mariposas.

¿Sueño de salir en vuelo de aquel mundo?

¿Sueño de la niñez, tan cándida,

mirando mariposas como llamas?

Mas los niños, a veces, en sus juegos inocentes,

queman las alas de las mariposas, y ríen

con las enloquecidas contorsiones de éstas.

Nuestra infancia, Maidanek.

Importune

Le pregunté a un cuco pensativo:

“¿En qué piensas”?

Me respondió:

“En nada. Estoy pensando”

¡Cuánto sentí haberle interrumpido!

Lozano y Delibes

Atardecer de octubre

Luz que se apaga en el crepúsculo

de un día de octubre, tan dorado. 

La pobre mujeruca enciende un cabo

de vela, en su pequeña estancia,

y no la importan Ptolomeo ni Copérnico;

ni que el sol se haya ido,

o César haya muerto.

Es un poder autónomo.

El ojo del mundo

Tras la lluvia,

en el jardín de arena,

un guijarro negro relucía

como el ojo del mundo.

Y quizá lo era.

De república

Democrática plebe de gorriones,

cuervos y estorninos senadores,

oligarquía de pavos reales, loros cortesanos,

cucos exilados, ruiseñores en jaula.

El Gran Gallo sobre un montón de estiércol

pregona en la mañana sus mandatos.

¿Pajarería, república, acaso monarquía?

Palabrería solamente. “Los quiero

a la cazuela o fritos”, dijo el zorro;

y hubo un minuto de silencio,

totalmente apolítico.

La gloria del poeta

Los Césares antiguos

coronaban con laurel a los poetas,

y ni un as se gastaba en casa de éstos,

en sazonar los guisos. Pero

ya no hay gloria inmarcesible, 

porque el laurel ya no se usa en la cocina.

Cojeras

Jacob luchó contra el Ángel,

que era Yahvé mismo, y vencióle;

aunque de por vida quedó cojo.

Luchó con él, más tarde, Baruch de Spinoza,

y también de por vida quedó racionalista.

Por su cojera, ambos

no pudieron ya seguir al Innombrable,

y dejarle fuera de combate.

Lux Aeterna

Siempre fue un desgarro

la muerte, mas, ahora,

los hombres huecos y redondos

mueren contentos de no ser para siempre.

Se aplaude en los entierros,

¡Por fin la nada! ¿Qué alegría!

¡Cuánto ahorro

de luz eterna innecesaria!

El cesto

Primero se toma una mimbre,

y se la pone en agua,

para que pierda altanería, se haga dulce,

mandible, y tenga amor;

luego se la trenza como un sueño,

y, cuando está hecho el cesto,

puede ponerse en él la ropa blanca,

unas frutas rojas, doradas, o un gatito.

A veces, crujirá en la noche;

pero así se hizo el mundo,

y así, a veces,

se lamenta.

Libertad

Porque sí, el agua

echó a correr, saltándose el regato.

¿Hacia dónde?

¿Y qué le importa al agua?

José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 13 de mayo de 1930-Valladolid, 9 de marzo de 2020)? Escritor, poeta y periodista. Recibió el Premio Cervantes en 2002. Licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid, en Filosofía y Letras por la de Salamanca y en Periodismo por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid en 1962. Compaginó la carrera periodística con la literatura: es autor de novelas, ensayos, poesía y diarios. patrono del Instituto Cervantes, de la Residencia de Estudiantes y de las fundaciones de la Lengua Española y de la de los Duques de Soria.

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