10 Poemas de Guido de Cavalcanti

Una mujer me ruega

Mujer me ruega y yo quiero decir
de un accidente que a menudo duele
y es tan altivo que es llamado “Amor”.
¡La verdad escarmiente a quien lo niegue!
Y por lo tanto alguien que entienda busco,
ya que no creo que nadie necio y vil
algo de esta cuestión pueda entender,
porque no quiero sin filosofía
de la naturaleza demostrar
donde reside y lo que lo genera,
y cuál es su virtud y su potencia,
la esencia, luego, y cada movimiento,
y su placer que amar es definido
y si se puede con los ojos ver.
En esa parte donde está memoria
toma su estancia (le da forma, como
al diáfano la luz, oscuridad
que desde Marte viene) y allí se asienta.
Fenómeno sensible es quien lo crea,
actúa cual alma y cual corazón quiere.
Viene de una visión que entra en la mente
que toma en el posible intelecto,
como en sujeto, su lugar estable.
Pero no ejerce aquí ningún poder
porque sus formas no tienen materia:
eterno efecto es el que le ilumina,
razón le mueve y no gusto o placer,
así que dar no puede semejanza.
No es virtud, pero viene de aquella
que es perfección, y tal se considera,
no racional, sino que siente, digo;
enajenada, razonar pretende,
y ocupa de razón deseo el sitio:
discierne mal, ya que los vicios sigue.
A menudo de muerte es productivo,
si se le impide actuar a la virtud
que favorece la contraria vía,
pero no porque sea innatural
sino porque no observa la medida
así que vivo no puede decirse
el que sobre sí mismo no es el dueño.
Y lo mismo se diga si se olvida.
Su ser es cuando tanto es el querer
que más allá va de lo natural,
ya que no goza nunca de descanso.
Vuelve , cambiando color, risa en llanto,
y por miedo el aspecto transfigura;
en un estado poco dura, en gente
verás que de valor siempre se encuentra.
Produce esta pasión muchos suspiros,
por la obsesión de algo inexistente,
entonces se despierta ira encendida
(no puede imaginarse sin sentirlo),
paraliza, por mucho que se busque,
atando a él, porque allí está el placer
y desde luego no sabiduría.
De tal inclinación saca mirada
que promete placer sin duda alguna:
tomado así, no puede ya ocultarse.
Bellezas no salvajes son la flecha,
ya que este desear temor lo afina,
así honra consigue el afectado.
No es cosa que se pueda ver por ojos:
estando dentro, no puede alumbrarse
o sea, forma no es que pueda verse,
y menos él, ya que de ella procede.
Privado de color, de ser vaciado
se asienta en medio oscuro y la luz borra.
Sin engañar os digo, y os lo prometo,
que sólo de éste sale algún compenso.
Puedes segura ir adonde quieras,
canción, ya que yo tanto te adorné
que tu mensaje será muy alabado
por quienes tienen uso de razón:
de estar con otros tú no tienes ganas.

Pues le conviene duelo al corazón

Pues le conviene duelo al corazón

Y siento del placer rusiente foco

Que de virtú de abajárame a tan poco,

Diré cuál se fue entero mi valor.

Digo que mis arrestos muertos son

Y tal bregar la vida deja en poco;

Y si no fuese que el morir invoco,

De compasión llora el propio amor.

Pero ante el fortunal en que me encuentro,

Mi firme convicción mudar prefiero

Por mejor asidero,

Y así mostrar no quiero cuánto daño

Recibí en el engaño,

Pues de mi corazón ha hecho ganancia

Y se me lleva entera la arrogancia.

Rima XVIII

Nadie niegue la pluma consternada,

la negra tinta, la mano doliente,

las que escribieron dolorosamente

palabras que escuchaste distanciada.

.

Preguntarán por qué, desde su nada,

pluma y tinta hablan súbitamente:

mi mano las movió y dice que siente

dudas en mi estación desamparada:

.

dudas que me destruyen muy despacio,

lentamente a la muerte dan espacio

y a pluma, tinta, mano, su desvío.

.

En tu silencio una palabra espera

que dice y que no dice que ame o muera

y escribe mi pasión en el vacío.

Rima XXII

Pudiste ver cuando te vio mi espera

el tembloroso espíritu de amor

que nace y arde cuando un hombre, amor,

se está muriendo y sólo muerte espera.

.

De ese espíritu fui tan presa entera

que pensé que moría de dolor

y el muerto que era yo tuvo el valor

del alma triste que en amor espera;

.

pero cesó el morir cuando miraste

mi corazón con ojos de merced

y luz, calor, pasión, nueva dulzura;

.

ese espíritu, amor, al que me alzaste

socorre a los que mueren de hambre y sed,

a los cansados ya de vida dura.

Rima LXII

La muerte que conviene se me instala

en el cuerpo no dolorosamente;

conciencia de tu ser que, como ala,

agita el corazón , cava la mente.

.

Lo que me abres ciñéndome al humano

vivir que muere en todo lo que existe,

arde en los arrabales de tu mano,

es criatura sola, mas no triste.

.

Cueva de mi animal es la confiada

alma, que te recibe en pura nada

para crearse en tu no ser en mí.

.

Escondido secreto es esta pura

aparición de amor que sólo dura

la eternidad de mi no ser en ti.

Balada de exilio

Pues que nunca jamás retorne acaso,
Baladilla, a Toscana,
ve tu ligera y llana
presto a la amada mía
quien, por cortés y pía,
te colmará de honores.
Llévale nuevas, cuando yo suspire,
de mi grave dolor y honda amargura;
Mas cuida que persona no te mire
que alma no sea de gentil natura;
Porque entonces, por grave desventura
serías reprendida
de la que me es la vida
con notable inclemencia,
y tras de mi existencia
llorara sus rigores.
Ya ves tú, baladilla, que la muerte
me acosa, y que la vida me abandona;
Ya ves que el corazón que latió fuerte
aún late cuando de ella se razona:
Mas está tan quebrada mi persona
que no puedo valerme;
Si quieres complacerme,
al alma que te entrego
(ve que por Dios lo ruego)
concede tus favores.
Ah, baladilla, a tu amistad obligo
esta alma mía que ya está temblando;
Ante mi amada llévala contigo,
que, una y otra, a su presencia mando;
Ah, baladilla, dile suspirando
cuando le estés presente:
“Para que os sea sirviente
y esté con vos unida,
esta alma os doy, venida
de quien murió de amores”.
Y tú, mi débil voz, franca y sencilla
que huyendo vas del corazón doliente,
con mi alma y con esta baladilla,
habladle todas de mí extintamente.
encontraréis señora tan placiente
y de tan claro juicio,
que estando a su servicio
se harán las horas breves.
Alma, tú honrarla debes,
en sus gustos menores.

Para Giovanna

Vos, que por los ojos pasaste a mi corazón 
y despertaste la mente que dormía
mira la angustiosa vida mía
que suspirando la destruye Amor.

Viene cortando con tanta potencia
que los débiles espíritus escapan
queda sólo la figura en señoría
y un poco de voz que habla de dolor.

Esta virtud del amor que me ha rehecho
de vuestros ojos gentiles rápidamente surgió;
un dardo me lanzó dentro del flanco.

Así llegó directo el golpe al primer instante 
que el alma temblando hizo vibrar,
viendo muerto el corazón donde faltaba.

A mí mismo

A mí mismo, de mí piedad me viene
por la doliente angustia en que me veo;
Por la mucha debilidad cuando reposo,
el alma siento recubrir de penas.

Y todo me consumo, porque yo bien siento
que frente a cualquier angustia, mi vida es peor:
La joven mujer a quien merced pido
esta batalla de dolor mantiene.

Por lo tanto, cuando miro hacia ella
me dirige los ojos con su desdén
tan cruelmente que destroza el corazón.

Entonces pierden los míos toda virtud
y el corazón se detiene, como elegido blanco
hacia donde se lanza la crueldad de Amor.

Nosotros somos las tristes plumas

Nosotros somos las tristes plumas consternadas,
las tijerillas y el cortaplumas doliente
que hemos escrito dolorosamente aquellas palabras
que vos habéis escuchado.

Ahora os decimos por qué hemos partido
y hemos venido ante vos ahora:
la mano que nos movía dice que siente
cosas dudosas aparecer en el corazón,

las cuales lo han destruido tanto
y le han tomado su lugar a la muerte,
(de modo) que no quedó (de él) sino suspiros.

Ahora os rogamos, cuanto más fuerte podemos, 
que no desdeñéis tenernos a nosotros, 
tanto que un poco de piedad os haga mirarnos.

Las flores van contigo…

Las flores van contigo, y la verdura

y cuanto luce o es de amable ver;

más que el sol resplandece tu figura;

quien no te vio, nada podrá valer.

No existe en este mundo creatura

de tan clara beldad como placer;

y al que en Amor no fía, le conjura

tu hermoso rostro a dueño tal querer.

Las bellas que ahora vi en tu compañía

en mucho tengo por tu mismo amor;

y ruego que en su mucha cortesía

la que más valga te tribute honor

y que gozosa esté en tu señoría,

pues entre todas eres la mejor.

Guido Cavalcanti, Cancionero, edición de Juan Ramón Masoliver, Madrid, Siruela, 1990

Guido Cavalcanti , ( Florencia,Italia, 1255 fallecido el 27/28 de agosto de 1300, Florencia). Nacido en una influyente familia florentina del partido Guelf (papal), Cavalcanti estudió con el filósofo y erudito Brunetto Latini , quien anteriormente había sido maestro de Dante . Cavalcanti se casó con la hija del líder del partido rival gibelino (imperial) Farinata degli Uberti, pero se unió a la facción White Guelf cuando, en 1300, ese partido se dividió en negros y blancos. 

Su poesía carnosa, terrenal, delicada y formalmente pura, con aromas de la tradición provenzal y de la filosofía de Averroes, sentó los cimientos de lo que se conoce como Dolce Stil Novo, sublimación del amor cortés y la idealización de la mujer como figura literaria. Guido es no sólo uno de los poetas más musicales del duecento, sino de la poesía italiana de cualquier siglo. Hacia 1918 Ezra Pound lo ubicó, junto con Dante, entre los inventores, los que crearon algo nuevo, lo cual es el mayor elogio en poesía. 

Cavalcanti gozó de la amistad y la admiración de Dante, adolescente apenas cuando él era ya el mejor poeta de la Toscana. En uno de tantos episodios intricados de la lucha entre güelfos y gibelinos, Cavalcanti fue desterrado, junto con otros miembros de la facción güelfa blanca, al ser descubierta una conjura de la facción negra. El gobierno de la Signoria, del cual formaba parte Dante, güelfo blanco también, se vio obligado a castigar por igual a miembros de los negros y los blancos, y para estos últimos decretó destierro en Sarzana, lugar cercano a la región genovesa. Esa sanción fue impuesta en junio y tuvo que ser revocada de inmediato, ya que en Sarzana se había extendido una epidemia mortal. Cavalcanti volvió a Florencia en agosto, pero había contraído la enfermedad y murió días después. Era el año de 1300.

La poesía de Cavalcanti se recopiló por primera vez en 1527 y más tarde en Le rime de Guido Cavalcanti (1902). La poesía de Cavalcanti fue agrupada bajo el nombre genérico de Rime («Rimas»). Contiene sonetos y baladas.

Muchos poemas fueron traducidos por Dante Gabriel Rossetti en Los primeros poetas italianos (1861; luego retitulado Dante y su círculo ) y por Ezra Pound en Los sonetos y baladas de Guido Cavalcanti (1912).

Enlaces de interés :

https://buenosairespoetry.com/2018/05/14/rimas-de-guido-cavalcanti-coleccion-abracadabra-trad-jorge-aulicino/

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