Envidia del pene
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad
el cuerpo de una mujer,
que esperan que su anhelo
haga un niño,
que su oquedad misma
fertilice lo oscuro.
Las mujeres no se hacen ilusiones sobre esto,
ya que son a la vez
casas y túneles,
copas y las que escancian el vino,
ya que conocen el vacío como estado temporal
entre dos plenitudes,
y no ven en ello ningún romance.
Si yo fuera hombre,
condenado a esa infinita vaciedad,
y no teniendo alternativa,
encontraría, como los otros, sin duda,
una mujer
para bautizarla Vientre de Luna,
Madona, Diosa del Cabello de Oro
y hacerla tienda de mi deseo,
paracaídas de seda de mi lujuria,
icono ojiazul de mi sagrada comezón sexual,
madre de mi hambre.
Pero ya que soy mujer,
debo no sólo inspirar el poema
sino también escribirlo a máquina,
no sólo concebir al niño
sino también darlo a luz,
no sólo dar a luz al niño
sino también bañarlo,
no sólo bañar al niño
sino también alimentarlo,
no sólo alimentar al niño
sino también llevarlo
a todas partes, a todas partes…
mientras que los hombres escriben poemas
sobre los misterios de la maternidad.
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad.

Debo haber hecho algo
Debo de haber hecho algo sorprendente
en mi vida anterior,
algo maravilloso,
algo que no recuerdo,
porque te mandaron a mí
en esta vida.
tú, con tus ojos atigrados
y tu boca de fresa,
con tu graciosa barba
y tus abrazos cósmicos
y tu estómago alborotador
y tu plexo solar,
que brilla como un sol
contra el mío.
debo de haber hecho algo pasmoso:
ganado una guerra santa,
construido una gran catedral,
esculpido una estatua de mármol del Papa
con una perfecta semejanza
(aduladora, pero real),
porque te mandaron a mí.
debo de haber salvado a alguna especie de la extinción,
inventando la penicilina, el radar, el jabón
y hasta incluso las canicas,
el mousse de chocolate, el tónico de apio,
la pintura al látex lavable…
debo de haber sido una santa.
de Al filo del cuerpo, Grijalbo, Barcelona, 1980
Traducido por Susana Constante
I MUST HAVE DONE SOMETHING
I must have done something amazing
in my last life,
something wonderful,
something I do not remember
—because they sent me you
in this life—
you with your tigery eyes
& your strawberry mouth
with your funny beard,
& your cosmic cuddles
& your fuzzy stomach
& your solar plexus
glowing like a sun
against mine.
I must have done something astounding—
won a holy war
built a great cathedral,
carved a marble statue of the pope
which was a perfect likeness
(flattering yet true)
because they sent me you.
I must have saved a species from extinction,
invented penicillin, radar, soap,
or maybe even marbles,
chocolate mousse, celery tonic,
washable latex paint…
I must have been a saint.

Mejores amigos
Los hicimos
con la imagen de nuestros miedos
para llorar en las puertas, en las despedidas-
aún las más breves.
A rogar por comida en la mesa
y para mirarnos con esos ojos
enormes dolorosos,
y para quedarse a nuestro lado
cuando nuestros hijos nos huyen,
y para dormir en nuestras camas
en las noches más oscuras,
y temblar cuando truena
como nosotros en nuestros
miedos infantiles.
Los hemos hecho de ojos tristes,
amorosos, leales, miedosos
de la vida sin nosotros.
Hemos cultivado su dependencia
y pena.
Los mantenemos como recordatorios de nuestro miedo.
Los amamos
como los anfitriones sin reconocimiento
de nuestro propio terror
de la tumba-y del abandono.
Sostén mi pata
que me estoy muriendo.
Duerme sobre mi ataúd,
espérame,
con ojos tristes
en medio del camino
que hace curva más allá de la pared del cementerio.
Te oigo ladrar,
yo escucho tu aullido luctuoso-
oh, que todos los perros que yo he amado
lleven mi ataúd,
aúllen al cielo sin luna,
y se acuesten conmigo durmiendo
cuando me haya muerto.

ALCESTIS EN EL CIRCUITO POÉTICO
(In memóriam Marina Tsvetayeva,
Anna Wickham, Sylvia Plath,
la hermana de Shakespeare, etc., etc.)
La mejor esclava
no necesita que le peguen.
Se pega a sí misma.
Y no con un látigo de cuero,
ni con un palo o con ramas,
ni con un mazo
o una porra, sino con el delicado látigo
de su propia lengua
y los sutiles golpes
de su mente.
¿Quién puede odiar su mitad tanto
como ella se odia a si misma?
¿Y quién puede igualar la finura
de su propio maltrato?
Para esto se requieren
años de entrenamiento.
Veinte años
de sutil autoindulgencia,
de perdonarse a una misma;
hasta la sometida
se considera una reina
y sin embargo mendiga,
las dos cosas al tiempo.
Debe dudar de sí misma
en todo excepto el amor.
Debe elegir apasionada
y malamente.
Debe sentirse como un perro perdido
sin su amo.
Debe referir todas las cuestiones morales
a su espejo.
Debe enamorarse de un cosaco
o un poeta.
Nunca debe salir de casa
a menos que lleve una capa de pintura.
Debe llevar zapatos estrechos
para que recuerde su esclavitud.
Nunca debe olvidar
que está enraizada al suelo.
Aunque aprenda deprisa
y sea supuestamente lista,
su duda natural con respecto a sí misma
la hace tan débil
que cuenta brillantemente
con una docena de talentos
y así embellece
pero no cambia
nuestra vida.
Si es artista
y se acerca a lo genial,
el propio hecho de su don
le produciría tal dolor
que se llevaría su propia vida
antes que lo mejor de nosotras.
Y después de que muera, lloraremos
y la haremos santa.
ALCESTIS ON THE POETRY CIRCUIT
(In Memoriam Marina Tsvetayeva,
Anna Wickham, Sylvia Plath,
Shakespeare¹s sister, etc., etc.)
The best slave
does not need to be beaten.
She beats herself.
Not with a leather whip,
or with stick or twigs,
not with a blackjack
or a billyclub,
but with the fine whip
of her own tongue
& the subtle beating
of her mind
against her mind.
For who can hate her half so well
as she hates herself?
& who can match the finesse
of her self-abuse?
Years of training
are required for this.
Twenty years
of subtle self-indulgence,
self-denial;
until the subject
thinks herself a queen
& yet a beggar —
both at the same time.
She must doubt herself
in everything but love.
She must choose passionately
& badly.
She must feel lost as a dog
without her master.
She must refer all moral questions
to her mirror.
She must fall in love with a cossack
or a poet.
She must never go out of the house
unless veiled in paint.
She must wear tight shoes
so she always remembers her bondage.
She must never forget
she is rooted in the ground.
Though she is quick to learn
& admittedly clever,
her natural doubt of herself
should make her so weak
that she dabbles brilliantly
in half a dozen talents
& thus embellishes
but does not change
our life.
If she’s an artist
& comes close to genius,
the very fact of her gift
should cause her such pain
that she will take her own life
rather than best us.
& after she dies, we will cry
& make her a saint.
de Miedo a los cincuenta Santillana, S. A. (Alfaguara), Madrid, 1995

Estrellas de papel
El agradable poeta escribe bonito
de su bonita esposa, de sus agradables hijos,de
su bonito trabajo en la universidad bonita,
de los bonitos ratones muertos que halló en su
nevado camino bonito
y de su agradable culpa por acostarse
con su bonita estudiante.
Pero algunos son tornados de palabras,
girando, regando libros desdes las nubes-
Blake el tornado,
Whitman tornado,
Neruda el tornado latino…
Las palabras vuelven fuera de sus bocas
como escupitajos o besos,
su pasión y su furia
llenan el indómito mundo.
entonces viene el crítico,
arrastrándose junto a sus dos pares de
pantalones y sus reservaciones
(mayormente para almorzar)
y sus bonitas distinciones,
nociones de semántica, y su caja llenita
de estrellas de papel.
Ping! le pone una en la frente
al poeta más agradable
porque ningún tornado se está quieto
por el tiempo suficiente.

Parábola de cuatro columnas
Porque ella quiere tocarlo
ella se separa.
Porque ella quiere hablarle
ella se calla.
Porque ella quiere besarlo
ella se aleja
y besa a un hombre que ella no quiere besar.
Él observa
pensando que ella no lo quiere.
Él escucha
escuchando su silencio.
Él se aleja
pensando que ella es distante
y besa a una mujer que él no quiere besar.
Ellos se casaron:
un error de cuatro formas.
Él va a la cama con su esposa
pensando en ella.
Ella va a la cama con su esposo
pensando en él.
Y todo esto sucede en una vieja cama de cuatro columnas.
¿Ellos vivieron su final triste?
Por supuesto.
¿Ellos resolvieron sus errores?
Nunca.
¿Quién es la victima aquí?
El amor es la víctima.
¿Quién es el villano?
El amor que nunca muere.

Poema 6
Un poeta en un mundo sin cebollas,
en un mundo sin manzanas
mira la tierra como un fruto grande.
Muy lejos, las galaxias resplandecen como grosellas.
Todo el universo comestible cae
en su boca jugosa…
Piensa en las generaciones de místicos que babean por la fruta de dios,
en los poetas que suspiran por habitar las manzanas,
en el mar, esa fruta oscura,
que cicatriza más rápida que una herida, en las innumerables galaxias de
astrónomos,
a la espera de la madurez del universo
y de que sus ojos se transformen en lenguas…
de Fruits&Vegetables, 1971

Los mandamientos
No querrás de veras ser poet(is)a. Primero,
si eres mujer, tienes que ser tres veces mejor
que cualquiera de los hombres. Segundo, tienes
que acostarte con todo el mundo. Y tercero,
tienes que haberte muerto.
Poeta masculino, en conversación.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe dormir cerca de la luna a cara abierta;
debe caminar a través de sí misma estudiando el paisaje;
no debe escribir sus poemas con sangre menstrual.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe correr hacia atrás en torno al volcán;
debe palpar el movimiento a lo largo de sus grietas;
no debe conseguir un doctorado en sismografía.
Si una mujer quiere ser poeta,
no debe acostarse con manuscritos incircuncisos;
no debe escribir odas a sus abortos;
no debe hacer caldos de vieja carne de unicornio.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe leer libros de cocina francesa y legumbres chinas;
debe chupar poetas franceses para refrescar su aliento;
no debe masturbarse en talleres de poesía.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe pelar los vellos de sus pupilas;
debe escuchar la respiración de hombres durmientes;
debe escuchar los espacios entre esa respiración.
Si una mujer quiere ser poeta,
no debe escribir sus poemas con pene artificial;
debe rezar para que sus hijos sean mujeres;
debe perdonar a su padre su esperma más valiente.

Amamantándote
La primera noche
de luna llena,
el primitivo saco del océano
se rompió,
y te di nacimiento,
mujercita
con la parte de arriba de zanahoria,
una naricita respingona,
saliendo a empujones de mí
como mi madre
me empujó
fuera de sí misma,
como hizo su madre,
y la madre de su madre antes que ella,
todas nacemos
de una mujer.
Soy la segunda hija
de una segunda hija,
pero tú serás la primera.
Verás la frase
«segundo sexo»
con desconcierto,
preguntándote cómo alguien,
a no ser un loco,
podría llamarte «segunda»
cuando eres tan espléndidamente
primera,
confiriendo hasta a tu madre
el carácter de primera, de inmensa, de plena
como la luna cuando está más llena
e ilumina el cielo.
Ahora la luna está llena de nuevo
y tienes cuatro semanas de edad.
leoncita, leona,
aúllas buscando mis pechos,
le gruñes a la luna,
cuánto quiero tu avidez,
tu exigente cara roja,
tu hambrienta boca que aúlla,
tus gritos, tus lloros
que sólo escriben vida
con grandes letras
de color sangre.
Has nacido mujer
por la pura gloria de serlo,
pequeña pelirroja, hermosa chillona.
No eres el segundo sexo,
sino la primera del primero;
y cuando las fases de la luna
completen el ciclo
de tu vida,
te coronarás
con la alegría
de ser una mujer,
diciéndole a la luna pálida
que se hunda a sí misma
en el océano azul,
y exultante, exultante, exultante
de la rosada maravilla
de tu maravillosa y llena de luz
identidad.
de Miedo a los cincuenta Santillana, S. A. (Alfaguara), Madrid, 1995

El fin del mundo
«Te escribo desde el fin del mundo»
Henri Michaux
Aquí, en el fin del mundo,
las flores sangran
como si fueran corazones;
los corazones exudan una oscuridad
parecida a la tinta china
donde los poetas mojan sus plumas
y escriben.
«Aquí, en el fin del mundo»,
escriben,
sin saber lo que significa.
«Aquí, donde el cielo mama leche negra,
donde las chimeneas alimentan el cielo,
donde los árboles tiemblan aterrorizados
y la gente llega a parecérseles…»
Aquí, en el fin del mundo,
los poetas sangran.
Se supone que sangrar y escribir
son la misma cosa;
se supone que cantar y sangrar
son la misma cosa.
¡Escríbenos una carta!
¡Envíanos un paquete de comida!
Confórtanos con proverbios o fruta azucarada,
háblanos de un Dios.
Distráenos con teorías del arte
que nadie puede probar.
Aquí, en el fin del mundo,
tenemos las cabezas vacías,
y el viento las atraviesa
como fantasmas
en una casa encantada.

Erica Jong (Nueva York, Estados Unidos, 26 de marzo de 1942) Poeta, ensayista y novelista .
Hija de judíos huidos de Rusia a Estados Unidos. Se graduó en el exclusivo Barnard College y posteriormente obtuvo el doctorado en Literatura inglesa del XVIII en la Universidad de Columbia (Nueva York). Fue miembro del Departamento de Inglés de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, en los períodos 1964-65 y 1969-70.
Entre los libros de poemas que ha publicado destacan Friuts and Vegetables ( 1971); Half-Lives(1973), At the Edge of the Body (1979) y Ordinary Miracles (1983). Pero fue la novela Miedo a volar (1973) la que le dio la fama.
Enlaces de interés
https://www.elmundo.es/cultura/2017/05/19/591df06fca474143438b45a6.html
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