“Amar donde valga la pena morir. Y escribir hasta que la muerte no valga la pena”
L.G.del Castaño
dicen que el miedo habla de noche
Dicen que el miedo habla de noche
que si lo escuchas
le crecen alas,
y se convierte en el pájaro de la inquietud
.
Dicen que el pájaro de la inquietud
canta a los muertos
que si lo alimentas
pide por ellos
les habla en su idioma
.
Él te ofrece su perdón, su rostro,
un huesito para gastar a escondidas
te exige más semillas.
Y vos,
que no tenés más aliento que la fábula del poema
su dolor, sus contracciones
que no recobras nada de la vida
tras el sueño,
qué haces?
Salís a buscarle pan, resurrecciones
algún alpiste
Con ramitas de tu culpa le sueldas una jaula
para que no escape
.
Crees en él como en un dios
el señor que pastorea en tus entierros
y come de tu insomnio.
.
Le basta con que de vez en cuando
le converses,
le hagas escuchar de tus desgracias,
le subas el volumen por las noches.
.
Porque el miedo canta de noche
con el idioma de los muertos
y vos
lazarillo envuelto en la gloria de su amo
por algo,
por algo le entiendes.
casa de poetas
¿Ves la saliva de ese dios?
esa es tu lava
¿Siempre dispuesta a hundirse?
esa es tu casa
aunque te cuelgue de la rama más flaca
y te deje así, retorciéndote
bajo la sombra del mundo
abriéndote como un leño
por el hacha dulce de sus gestos
esa es la furia y su mala manera de cruzar
nuestro destino
eso que se hunde a plena luz del día
eso que camina frente al paso de los trenes
la humareda que avanza hacia el panal
la miel dulce e indigesta
dispuesta a manchar tu tarea y tu sonrisa
Todo lo que ignoramos de esa casa
siempre estuvo aquí
fue nuestra ropa y nuestros jabones
fue nuestro engaño
y lo que no derribaste por temor o idiotez
al final
se liberó de su dificultad
se acomodó para traicionarte
Somos presas de una música compuesta
por depredadores
animales que penden de un mal dios
Sonrisas manchadas por la miel del engaño
cabeza y postura erguida ante el engaño
Somos ramas flacas donde se enrosca una serpiente,
narcótica serpiente de la fatalidad
Casa que se hunde
Humareda que avanza
Saliva de un dios
que gotea sobre el mar
somos malas maneras de cruzar y derramarse
entrañas jóvenes abiertas por el hacha del poema
¿ves la saliva de ese dios?
Esa es tu lava
¿Siempre dispuesta a hundirse?
Esa es tu casa
y lo que se libera de su dificultad
y se acomoda para traicionarte
La serpiente dispuesta
a estrangular nuestro destino.
lo desprevenido
No es la explosión ni a quién elige
es lo desprevenido
Una pareja da vuelta el colchón como una canoa
Una niña busca la fibra bajo el sillón
Una anciana ovilla su lana frente al fuego
Cae la bomba
Frivolidades que nos ven pasar
y anhelan
ese fresco torrente de la sangre
La serpiente que se desentierra en los otros
ansiando el jugoso rencor de nuestros dedos
La pericia está en lo desprevenido
No es el calibre del arma
No es la postura del tirador
nisiquiera es el entusiasmo por el fuego
Es soltar inesperadamente
Ganar en profundidad y no en impacto
Dominar esa arteria mayor
asumir que va a desangrarse
Te despierta la arena que un camión descarga
Mermas el fuego al té
Llega el mensaje
a la altura de tu corazón
que no estuve a la altura de tu corazón
que soy un alma oscura marchitándose
que mi nombre es largo y pretencioso
que tus labios no venían cansados ni sedientos
apenas si fui tu primera constelación
el segundo pecho que has bebido, un oscuro marcapaso
que no pudimos concebirnos, fecundarnos
que este amor ha sido armado, intencional
el nudo en tu pelo rojo
lo desnucado, lo torcido
que desteñí tu camisa
rayé el disco del adagio
que no te mostré el mar
con la rama de espantar los perros
que todo lo que escribo
es animal, salvaje y velocísimo
y que vos te lo has montado
en mi cara
para huir
Escribir como si se tuviera
una piel de vidrio, un espejo al fondo
pelo y sangre de la herida
sufrimiento animal
o escribir
como si no se tuviera nada
Lo que late y no para vivir
Así de estéril
como un párpado que acaricia un ojo que no ve
como si apenas hubiera
una mera puntería
para darle a cosas
que no caerán en este mundo
Los muertos están libres y están sueltos
como animales
Los muertos están despiertos
y no son domesticados
Tienen la vitalidad del niño perfecto y asesino
Tienen la saliva dulce del que vio al otro lado
y se relame
del que ha padecido la plenitud del ausente
y ha vuelto
Tienen la juventud del anciano
que moja su cama con sangre infantil
El muerto de hace una hora
está muerto hace siglos para él
El tiempo de los muertos tiene densidad
de un puente subfluvial que nunca avanza
el silencio subterráneo del embarazo y del ahogo
Los muertos quieren volver
No están domesticados con la palabra vegetariano
Están despiertos y golpean las puertas
del que les prometió un paseo por el bosque
un poco de vino de la tierra amarga
en la copa más honda
Son inmunes y están locos
no es sueño ni ambición lo que los mueve
Están desordenados e insomnes
Tienen hambre y frío
Quieren vivir.
Es libre el animal que no está domesticado
domesticado como la foto que se cree su engaño
como el bonsái que no espera dar sombra
Es libre el animal y es libre tu mano
que alza esa piedra y golpea
a quien no ha podido liquidar con palabras
Es libre todo lo que brilla por su ausencia
Es libre esa mujer del fin del mundo
Es débil la voluntad del hombre y está domesticada
para regar plantas, desatar nudos, envolver regalos
Con esa misma ración el poeta soñaría
la mitad de su vida
desandaría la mitad de su muerte
Es danza lo que inventamos frente al espejo
Es doméstica la hospitalidad del mundo
Es realidad el aliento triste del sueño que te ignora
porque es libre de soñar donde no has vivido
y es libre de no despertar
Es dueño
Es duelo lo que tiene pulso y no sabe andar
lo que tiene llave y no olvida
Es poeta lo que el mundo ve
el resto de algo que se quema*
Es medio lo que monta al animal de toda maravilla
Es partitura lo que interpretas a escondidas
de la música
Es real la niña espléndida que apagué con arena
Todo ha sido desandar
y no ser domesticada.
la corrección
En los fondos de la casa, a plena luz del día
pende una mujer sola
y sin remedio
Como el animal desobediente al que corregiste la osadía
Como un panal vacío ya sin miel ni moradores
Como la planta que arrancaste por ruda por incierta
pende en lo alto junto a tu fracaso
tu objeto preciado con dos vueltas de odio
Qué harás ahora que no puedes elegirle otra muerte?
Qué harás ahora que tu hambre se serena?
Si está creciendo en otro lugar
y ya no puedes cercarla?
Si es agua de un río que separas
y aún así trasluce su destreza:
el impetuoso caudal, el olor de las bestias que la habitan,
su precipitado encanto?
Una mujer pende sin remedio
y atrae al mundo que aún muerta la traiciona:
convida el espanto que sigue al cinismo
ejerce también su lenta torsión
Una mujer muerta
es una lámpara
Nos quema, nos delata, nos orbita
Pende de un puño
del brazo firme que estira el captor
Y está sin morir
porque lo hizo de pura confiada
porque esta espantada de su anterior vida
maldiciendo en el final su entrega
esperando que alguien de nosotros vea
más que el peso de un cuerpo
impasible en lo alto con dos vueltas de odio
el curso del agua
“La luz ya había muerto entre nosotros”
M. Teresa Andruetto
No tenemos una foto nuestra – dijiste –
Entonces recordé esa frase
que del amante nunca existen fotos.
Del amante se tiene, quizás, una pequeña muerte
evaporándose al sol de las tres de la tarde.
Querías una foto, la única ventana posible
Una foto con el peso de una piedra
que pudiera explicar, porque lejos de allí eramos otros
Una foto para desviar el curso del agua
que valga el tiempo de una guerra.
Luego terminamos,
como terminan los amantes
Vos te entregás a todo aquel que quiera llevarse un pedazo – sentenciaste
y tenías razón.
Ahora soy una mujer muda, inmóvil, como una foto, como la piedra
que a mitad de la noche cambia el curso del agua.
Y vos, seguís siendo el reflejo del sol que huye de un cuadro
a las tres de la tarde.
El cuadro que esperaba veinticuatro horas
por ese brevísimo flagelo
Así es el amante,
el disparo de una cámara de fotos llevándose
toda la luz de una ceguera.
Y vos te llevaste todo,
menos esta foto,
que hoy sujeta, la única ventana abierta
para desviar el curso del sol.
tenemos dificultad con las palabras
Despertamos sin conexión
Despertamos sin hambre
Se piensa una clave
Se pone cosas insuficientes al resguardo
Se polarizan los vidrios de un auto
Se etiqueta un muerto en domingo
El taxista repite que dios obra de formas misteriosas
Cargamos el tórax de un becerro
Desmontamos la cruz para un evangelista
Juzgamos al deudo por el volumen del habla
por el color de sus prendas
Buscamos un pariente online
Buscamos un pariente entre las habitaciones de un geriátrico
Esperamos que el llegue el día
Esperamos cambiar nuestro plumaje
El taxista repite que dios obra de formas misteriosas
Hay muertos en talleres clandestinos
Muertos pidiendo cáscaras de nuestra música
Muertos sólo llamadas de emergencia
Hombres entubados vagan de un mundo a otro mundo
Hombres gatillan en la televisión
Granizo rompe los cristales
El taxista repite que dios obra de formas misteriosas
Lenguas áridas masturban su herida
Lenguas áridas esperan su traducción
pueblos dormidos esperan bajo su volcán despierto
dispositivos encandilan a las bestias
Dispositivos borran y almacenan la existencia
Relojes resisten la falla del tiempo
uñas rotas arañan lo trivial
El taxista repite que dios obra de formas misteriosas
Nos abrimos frente a la cámara
Nos abrimos de cuajo
nos abrimos paso entre los hielos de una memoria frigorífica
Para tocar un rostro editado en movimiento
Un rostro de vidrio templado
Para tocar un rostro iluminado falsamente
el taxista repite que dios obra de formas misteriosas
Un adolescente respira de su popper
Una mujer respira su tabaco electrónico
Un anciano respira de una sopa sin aliento
Se pinta una habitación color durazno
Se cambia el wallpaper y el sonido de tu enfermedad
Se permuta el gato el loro y lo doméstico
y el taxista repite que dios obra de formas misteriosas
Se barre la calvicie de unas flores
Se pone en cuarentena las germinaciones del corazon
Se activan los antivirus de la noche
Se pasa de nivel
se presta una vida para pasar de nivel
Se compra un nivel con tarjeta de crédito
El amor confecciona su telaraña nocturna
Una vidriera luce sus bellos accesorios
Sangra el óxido de nuestra pequeña jaula
El planeta regente se enfria
algo crece en la prisión del sueño
cerramos sesión
bajamos del taxi
Estamos de alta, estamos online,
estamos de viaje
Estamos cargados en el sistema
Estamos en silencio
Tenemos dificultad con las palabras
En el correo la mujer que vende sobres es ciega
sus ojos son pisadas de un animal
que huyó hace tiempo
Me reconoce cada vez que llego
Esta mañana me dijo
vos sos la chica que escribe poemas
a quién le enviarás hoy?
Me dio un sobre pequeño donde calza justo un libro
aunque en su mirada no calce una sola visión
Sus ojos son blancos como la espalda de un dios
íntimo con ella
que se rehúsa a mirarnos
de ellos no cae agua nieve
caen esquirlas de un volcán
que trama en las profundidades
Estos son tus poemas? preguntó
tomó el libro pero no como un libro
sino como si tomara un cráneo, un ramo, una espada
algo frágil y feroz, distante a nosotros
Abrió en la página treinta y con sus dedos recorrió los versos
de derecha a izquierda como si desandara un viaje
Se frenó en la palabra ciervo
la acarició una y otra vez
como si hubiese decidido domesticarla
Su índice se superpuso a la palabra
que ya no se vio
como si el ciervo hubiera entrado en ella
como si nunca se hubiese ido
como si sus patas firmes en un nuevo territorio
hubiesen borrado por un instante
las anteriores pisadas.
predestinación
Vi reflejado en el ojo de la bala,
el centro de la liebre.
También vi en la copa del árbol
la cabeza del relámpago.
He visto desde siempre, pequeños retratos de lo que parte
Sangre en la piel del que lastima
Muerte en lo que no ha vivido
Pero nada ha sido
como ver crecer en tus manos
cada noche
mi último instante
Laura Garcia del Castaño (Córdoba, Argentina, 17 de octubre de 1979). Poeta, empleada en una funeraria. Toca el piano y escribe desde la adolescencia. Ha publicado ocho libros de poesía.
Libros publicados:
El grito (ed. de autor, 2004), La vida en que sueñas (Recovecos, 2012), El animal no domesticado (Pan comido, 2014), El sueño de Sara Singer (Llanto del mudo, 2014 y reeditada en Caleta Olivia, 2017), Los demonios del mar (Ed. del Dock, 2015) y Sangre del día (Añosluz editora, 2018).
Enlaces de interés :
https://lapalabrasembrada.blogspot.com
https://www.vallejoandcompany.com/cada-lugar-tiene-su-propio-cielo-y-su-propio-infierno-entrevista-a-laura-garcia-del-castano/
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