¿Ya hablé de la muerte?
murió mi hermano
murieron mis padres
murió el padre de mis hijos
tantos amigos murieron
y dije y digo que no están más.
¿Eso es hablar de la muerte?
Dejé anotado que se fueron
Les dediqué libros los nombré
por sus nombres me anoticié
de que nadie me contestaba.
¿Eso es hablar de la muerte?
Ensayé todo lo que pude
insistí con estribillos ajenos
“debajo estoy yo” “debajo estoy yo”
pero Pizarnik ya había nacido
enterrada Alejandra Alejandra
se hizo llamar desde chica
y eso sí que es hablar de la muerte.
Yo solamente la cito
porque nací en una generación
y eso no es hablar de la muerte
si el cuerpo camina solo
plegarse con otros al paso del tiempo
es un deporte literario:
“La muerte y la vida estaban
En un cuaderno a rayas”.

Destino
Dónde estará lo que sigue me pregunto mientras lo que quedó atrás se parece a un barril sin fondo en el que es imposible buscar un indicio para este futuro que viene cabalgando lentamente como una flecha de esas que siempre van a dar en el blanco aunque hagan un trayecto sinuoso que a los ojos de ciertos ingenuos puede parecer errado.

1.
Poetisa es una palabra dulce
que dejamos de lado porque nos avergonzaba
y sin embargo y sin embargo
ahora vuelve en un pañuelo
que nuestras antepasadas se ataron
a la garganta de sus líricas roncas.
Si él me llama le dices que he salido
había pedido Alfonsina mientras se suicidaba
y eso nos dio miedo.
Mejor poetas que poetisas
acordamos entonces entre nosotras
para asegurarnos aunque sea un lugarcito
en los anhelados bajofondos del canon.
Y sin embargo y sin embargo
otra vez nos quedamos afuera:
no sabíamos que los poetas
gustan de volverse vates
mientras a las chicas en lenguaje inclusivo
la palabra vata no nos suena
porque las mujeres no escribimos
para convencer a nadie.
Por eso la poetisa que todas llevamos adentro
busca salir del clóset ahora mismo
hacia un destino nuevo que ya estaba escrito
y que al borde de su propia historia revisitada
nunca se cansó de esperarnos.
2.
Quisimos llamarnos como ellos:
por el apellido.
Rosenberg, Moreno, Bellessi, Gruss
y sin embargo y sin embargo
viene llegando la hora de los nombres
las uruguayas siempre tuvieron
nombre. Juana, Idea, Circe, Amanda.
Delmira, la primera divorciada del Uruguay.
Delmira, la primera víctima de femicidio.
Es claro que lo que empezó como poesía
tuvo que terminar como novela
porque Delmira ya se había divorciado
pero tenía cita con su ex marido
en una pensión de barrio
donde él la estaba esperando
con un revólver cajoneado en la mesa de luz.
“Él se suicidó sobre el pecho sangrante de la amada”
tituló El Día de Montevideo evitando hablar de ella.
Entre la metáfora modernista de un pecho sangrante
y la palabra femicidio que no existía
Delmira se las ingenió para hacer y deshacer con
[la lengua
lo que le quedaba por decir.
Extraño amado de mi musa extraña,
le había escrito ella a ese muso
que escarmentó el verso
hasta hacerlo sangrar.
3.
Cuando en 1999 escribí un ensayo sobre Delmira
me estaba separando después de 25 años
de matrimonio.
Lo titulé “La divorciada del modernismo”.
Me refería a ella, por supuesto,
y sin embargo y sin embargo
¿hablaba también de mí?
Lejos de querer desplegar
por la deriva de este confesionario
algún tonto guiño psicologista
mi pregunta va dirigida al corazón
de aquella vieja crítica literaria
que despreciaba la vida privada
en aras de una severa
pureza textualista.
Es cierto que el viejo biografismo
del que se reía Pezzoni en sus clases
fue un bochorno.
En el mejor de los casos resultó
en un no menos irritante
psicoanálisis aplicado.
Y sin embargo y sin embargo
los autores mientras escriben viven vidas
que valen la pena de ser leídas.
Barthes ya intuía eso que llamó
la nebulosa biográfica
volver a poner en la producción intelectual
un poco de afectividad, nos dijo mientras confesaba
“Terminé prefiriendo a veces leer la vida de ciertos
[autores más que sus obras”.
Y la vida de Delmira y la mía cuando escribí sobre ella
estaban conectadas. Mientras yo pasaba por el
[sombrío trámite
–”la sentencia de divorcio llegó por correo”, se
[queja Anne Carson–
anticipé los dolores del papeleo y puse
como epígrafe de un libro que estaba escribiendo
estos versos de Delmira:
“Ven, oye, yo te evoco.
Extraño amado de mi musa extraña”.
Y sin embargo y sin embargo
lejos de dejar que se desangre
la inspiración de la poetisa
suturé la boca de mis versos
para ofrendarle a la crítica
el producto medido callado digno
de una poeta.
Una vez más lo que empezó como poesía
tuvo que terminar como novela
porque yo solo quería que por fin
me llamaran por el apellido.
4.
“Poner una puerta en la boca de las mujeres
ha sido un proyecto importante de la cul-
tura patriarcal desde la Antigüedad hasta el
día de hoy. Su táctica principal es una aso-
ciación ideológica del sonido femenino con
la monstruosidad, el desorden y la muerte.”
Anne Carson
“Esas chillonerías de comadrita
que suele inferirnos la Storni”
escribió Borges como diciendo
los vates no gritamos
los vates no tenemos vida personal
no somos compadres de nadie
no sacamos los trapitos al sol
si nos enamoramos es del amor
y no de las personas que escondemos
debajo de la alfombra de la retórica
para evitar el escándalo.
“Me gustas cuando callas porque estás como ausente”
había escrito el joven Neruda.
Y sin embargo y sin embargo
lo que empezó como poesía
iba a terminar como novela.
Muchos años después la musa muda
que inspiró Los versos del Capitán
resultó no ser esposa sino amante.
El adúltero culposo lo confiesa en sus memorias:
para que las metáforas ilegítimas no lo delataran
decidió esconder su persona de autor
detrás del anonimato.
Pero esto no fue todo.
Para que el ardid resultara creíble
se inventó un prólogo de ficción
donde una tal Rosario de la Cerda
le envía a un editor el manuscrito
diciendo que su anónimo Capitán
lo había escrito para ella:
“Sus versos son como él mismo: tiernos, amorosos,
apasionados, y terribles en su cólera.
Era un hombre privilegiado de los que nacen para
grandes destinos. Yo sentía su fuerza y mi placer
más grande era sentirme pequeña a su lado”
dice Pablo Neruda de sí mismo
en una doble operación de vatismo extremo:
se traviste de mujer para hacerla callar
o para dejarla hablar únicamente
cuando se refiere a él.
Y sin embargo y sin embargo
para la segunda edición del libro
como el vate ya estaba divorciado
su ilustre apellido volvió a refulgir
en el esplendor de las tapas.
(Es lo que les cabe a los autores que nacen
para grandes destinos).
¿Y los críticos?
Respetuosos de la vida privada
ignoraron esta novela
y alabaron las metáforas nerudianas
aceptando que un Capitán sabe achicar
con el prodigio de su métrica
el cuerpo de ella:
“Diminuta y desnuda
parece
que en una mano mía
cabes,
que así voy a cerrarte
y a llevarte a mi boca”.
5.
La palabra femicidio
no la teníamos
la palabra muso
no la teníamos
la palabra vata
no la queremos.
Pero la palabra poetisa sí
aunque nos avergonzaba.
Yo no soy poetisa soy poeta
me dije una y mil veces a mí misma
a los 20 años
no soy Tamara soy Kamenszain
me quejé siempre que alguien por escrito
aludía a mi obra llamándome por el nombre.
Cuando las poetisas uruguayas ya eran
puro nombre
cuando en Argentina no había divorcio
cuando en Argentina todavía ni hay aborto legal
Uruguay pequeño paraíso vintage
se sigue adelantando a nosotras
porque las poetisas con nombre son
jóvenes viejas que si las leemos a nuevo
nos guiñarán el ojo más actual
para que la poesía de amor
renazca como renace
en unos versos de Cecilia Pavón que dicen:
“cuando voy en el colectivo, ex novio,
qué lindo es recordarte”.
Alfonsina volvió ex al suyo
en una operación tan coloquial
que anticipó a Pavón mientras escandalizaba
la sobriedad borgiana:
“si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido”
escribió con un pie en el mar
porque parece ser que lo que empieza como poesía
está destinado a terminar como novela.
6.
Yo siempre quise recuperar en el tango
la lírica ronca del amor
pero también la novela que les bailarines dibujan
sin soltar el ritmo implacable
de sus historias propias.
Y sin embargo y sin embargo
abusar de lo personal no me sirve
y abusar de lo político menos.
“Hoy vas a entrar en mi pasado”
dice el tango como recordando
que si el divorcio llegó por correo
ningún poema lo va a poder enmendar.
Entonces me pregunto a esta altura de mi edad
si es posible sortear las tachaduras del amor
o si es posible –como poeta como poetisa
o como lo que sea que fui soy o con suerte seré
por un tiempo más–
seguir escribiendo.
Porque si todo lo que empieza como poesía
irremediablemente va a terminar como novela
me debo estar pasando de moda
cuando creo que mi irrelevante vida
es un novelón, una de esas sagas
que leemos solo
para poder llegar al final.
Y sin embargo y sin embargo concluyo ahora
que lo que empieza como poesía
debería poder terminar también como poesía
porque si no hay nada más para contar
después de haberlo contado todo
cuando él me deje un mensaje de voz
yo voy a poder darme el lujo
de no contestar.
Chicas en tiempos suspendidos

Ana Frank
No hay sótano más oscuro
que este al que desciende el alma
para esconder con palabras
lo que debería decirse.
MUERTE.
Nos persiguen y por eso
dejamos constancia
de sobrevida.
Es un homenaje al ghetto
encierro precoz
donde la niña aprende a canjear
venticuatro horas en blanco
por segundo de escritura.

“¿Sucederá que vea
extenderse el desierto
hasta que también le falte
la caridad feroz de los recuerdos?”
se pregunta Ungaretti en El cuaderno del viejo
mientras mi vieja se aleja encorvada
hacia el desierto público de su desmemoria
desde la cabecera de la cama doble la interrogan dos retratos
pero ella no encuentra la contraseña
quiero guiarla pero se le suelta la lengua
es tu mamá es tu papá
¿te acordás cómo se llamaban?
Avanza protegida por lo que no dice su amnesia
y me pierde a mí en otro idioma
nos encuentran sueltas nuestras maternidades adoptivas
soy ahora por ella la hija que crece sin remedio
para dejarla decrecer tranquila entre mis brazos
así juntas nos vamos separando
trabajamos hasta el borde un abismo de sonrisas
porque hay otras fotos
y ella bien puede no acordarse de mí pero no importa
entre mi nacimiento y su muerte la de la alegría fotogénica
esa que me legó generosamente un parecido
todavía está viva y nada le impide
seguir siendo mi madre.
El eco de mi madre(2010)

Yo a esta altura de mi vida
me siento obligada a ser clara
aunque nada ni nadie me lo pida.
En un poema de 1986 me puse oscura
para decir algo que ahora
diría de otra manera.
Transcribo parte de ese poema con el único fin
de poder usar de nuevo sin avergonzarme
la palabra sujeta:
«Se interna sigilosa la sujeta
en su revés, y una ficción fabrica
cuando se sueña».
Para mí lo urgente a esa edad era
graduarme de mí misma retener
como diploma de adulta mi nombre propio
en una celda impersonal.
Para eso tuve que recurrir a la tercera persona
como si en verdad los sueños de la otra
los pudiera descifrar Tamara.
El libro de los divanes (2014)

Cuando te casaste atado de frente al juez en su registro mis nervios rozaban en ramo tu antebrazo sintonía para dos costados rumorosos buscando por señas de nacimiento juntar siluetas digitales en familia reconocer a nuestros hijos por el parecido. Cuando te casaste conmigo estábamos parados mi edad de merecer en la cintura y en el acento del sí colgadas las cabezas para que los testigos, mudos de la diferencia callaran al tiempo de copiarnos línea por línea el rostro enloquecido del matrimonio perfiles en un acta doble faz.

Como mi madre que a veces me trata de usted
y yo me doy vuelta para ver quién soy,
la amiga de Sylvia que perdió el voseo
la desconoce hablándole de tú.
Correctas educadas casi pomposas
estas rehenes del Alzheimer
ponen a congelar la lengua materna
mientras nos despiden de su mundo sin palabras.
Sin embargo si te canto tu canción infantil
la neurona del idisch se posa dulce sobre tus labios
y todo lo que nunca entendí en ese idioma
lo repito con vos viejita, y me queda claro.
El eco de mi madre(2010)

Poema 11
Sentada al borde de su memoria
me archivo como puedo en ese olvido que la trabaja
entre nosotras las palabras se acortan
ella no habla yo dejo de decir lo que decía
la dejo que no diga para no avergonzarla
juntas vamos armando un presente que no dura
en ese instante precoz mi madre se queda sola
porque yo como los tontos elijo seguir de largo
creo que a futuro todo me espera
mientras nadie a ella le da esperanzas
así separadas nos vamos juntando
la que oyó mi nacimiento me sienta en el borde
para hacerme escuchar por ella el anticipo de su muerte
vienen y van nuestros pasados compartidos
van y vienen nuestros futuros distanciándose
ella no sabe lo que yo no sé me pregunta ¿yo qué hago?
le contesto comé vestite dormí caminá sentate
el chirrido de su robot le hace caso por hoy
a ese minimalismo que habrá que reprogramar mañana.
El eco de mi madre(2010)

Decime quién sos vos.
No me falle mascarita
este espacio reservado
dedico, lo dejo en blanco
para que alumbre todo
pobrecita su identidad.
Decime adónde vas.
De sus siete moradas
cuál es la que desocupa mi casa grande
con su celda adentro
vacía.
Teresa, Tamara,
qué hacés, me conocés,
no me juegue en el espejo
esta mala pasada
[. . .].
Celdas, casas, moradas
mujeres hay:
me acuerdo de tus consejos
querida amiga
en tu mesa de luz el libro
de Santa Teresa
alumbra la verdad de tu vida
el lleno sorprendente
de tu nombre colmado
como un vaso en la metáfora vacía
de reconocerse nosotras dos
idénticas.

Del otro lado del dormitorio familiar
fijo como una roca al espacio inhóspito del desalojo
ahí, más allá de los retratos de abuelos
señalando esa almohada que ya nadie usa
pegado a las valijas que esperan de pie
ahí es donde crece el fantasma del asilo
que espera paciente a mi madre para volverse real.
En puntas de pie entramos a espiarlo
detrás de un olor hay otro olor hay otro olor hay otro olor
y todavía más atrás de un quejido un ruido avanza
son sillas de ruedas que caminan solas
los desnudos y los muertos ponen el freno de sus sondas
a disposición de las enfermeras
alguien tiende la cama con fruición de sepulturero
en la sala de kinesiología inmovilizan a los inválidos en zapatillas
no encuentro la salida aunque las flechas la indican a cada paso que no doy
no la dejemos no la dejemos acá decimos a coro con mi hermana
que ella nos cuide, que ella nos proteja de lo que le toca
consolanos mamá de tu propio sufrimiento
porque el gasto de tu vida nos ahuyenta
poniéndonos como locas al borde de la salida
aunque la flecha que la señala ya atravesó tu cuerpo
y ahora todo lo que nos espera es una entrada
marcha atrás por el túnel de tu deterioro
ese que desde el primer parto programado
hasta el punto muerto de la última cesárea
va expulsándote sola suelta de tus propias hijas
afuera más afuera muchísimo más afuera todavía
de nuestro primer hogar.

Tamara Kamenszain (Buenos Aires, Argentina, 9 de febrero de 1947- Buenos Aires, 28 de julio de 2021).Poeta, ensayista, docente, bibliotecaria, periodista y editora .
Estudió filosofía, trabajó desde muy joven en periodismo para después dedicarse a la enseñanza de la literatura . Es considerada una de las voces más influyentes de la poesía Argentina. Ha impartido cursos, seminarios, talleres y conferencias en universidades de Argentina, México y Estados Unidos. Ha sido asesora de diversas editoriales y coordinadora de actividades extracurriculares de la Universidad de Buenos Aires y asesora general de la Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de Arte (UNA).Su obra poética ha sido traducida a varios idiomas,
Obra poética:
De este lado del Mediterráneo (1973), Los No (1977), La Casa Grande (1986), Vida de living (1991), Tango Bar (1998), El ghetto (2003), Solos y solas (2005), El eco de mi madre (2010), La novela de la poesía (2012) y El libro de los divanes (2015). Chicas en tiempos suspendidos (2021)
Ensayos:
El texto silencioso (1983), La edad de la poesía (1996), Historias de amor y otros ensayos sobre poesía(2000), La boca del testimonio (2007) , Una intimidad inofensiva (2016) y El libro de Tamar(2018)
Premios y reconocimientos:
Premio Honorífico José Lezama Lima de la Casa de las Américas de Cuba, el Premio de la Crítica de la Feria del Libro de Buenos Aires, el Primer Premio de Poesía Latinoamericana Festival de la Lira, el Primer Premio Municipal de Ensayo, el Tercer Premio Nacional en el mismo género, la beca de la Fundación John Simon Guggenheim, el Premio Konex de Platino y la Medalla de Honor Pablo Neruda del Gobierno de Chile.
Enlaces de interés :
https://www.pagina12.com.ar/359116-despedida-a-tamara-kamenszain
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