8 Poemas de Stéphane Mallarmé

Un Coup de Dés

UN GOLPE DE DADOS

                                     JAMÁS

                      AUNQUE LANZADO EN CIRCUNSTANCIAS

                                                                               ETERNAS
                                        DEL FONDO DE UN NAUFRAGIO

SEA

el Abismo se cierna como el casco de un navío
            donde EL MAESTRO se agita en la tempestad inútilmente

                   inducido por la ola a los duros huesos perdidos entre los tablones

                                    cuyo velo de ilusión resurge su obsesión a la locura

                                                                                                                 ABOLIRÁ

COMO SI

el Misterio revolotea(ra) en derredor del Abismo

                                                                                                             ( COMO

SI )una pluma solitaria se cu(briera) la cabeza como con lo heroico

SI

el vértigo de un falso castillo evaporado en brumas

                        impone un límite a lo infinito

FUERA EL NÚMERO

existiese, comenzara y cesara,

                                   se cifrase (e) iluminase

                                                                       ESE SERÍA

                                                                                                          EL AZAR

Cae la pluma para sepultarse en el Abismo

(pues) NADA TENDRÁ LUGAR, SINO EL LUGAR

                     en esos parajes de lo incierto

                                            donde toda realidad se disuelve

                                                     EXCEPTUADA QUIZÁS UNA CONSTELACIÓN

Todo Pensamiento lanza un golpe de dados

stephane-mallarme

Pour un tombeau d’Anatole(fragmentos)

 niño surgido de
   nosotros dos- mostrándonos
   nuestro ideal, la manera
   – ¡nuestra! padre
   y madre quienes
       existen tristemente
   sobreviviéndole como
   los dos extremos-
   malamente unidos en él
   y desgarrados
   -de donde su muerte- o-
   bliterando el “sí mismo” de este pequeño niño

enfermo en 
         primavera
   muerto en otoño
        – es el sol                   

       la ola
   idea    la tos

   hijo
      reabsorbido
   no ido 
      es él
   – o su hermano
          yo mismo
          le dije esto
                  a él
    dos hermanos

    forzado hacia atrás permaneciendo
    en el útero-
    (sólo) sobre mí mismo
             siglo
   no fluirá
   sólo
         para instruirme.

       ¡no conoció
    madre, e hijo no
    me conoció!-
         -imagen de mí mismo
         otro que yo mismo
         ¡cambiada de curso
         en la muerte!

   lo que ha tomado refugio
 tu futuro      en mí
       se convierte en mi
 pureza a lo largo de la vida,
 que no he de 
     tocar-

 hay una       era de
             una
 Existencia en la que habremos
    de encontrarnos,
      si no un lugar-
   -y si tú
        lo dudas
        el mundo será
        testigo,
 asumiendo que
    yo llegue a esa edad

steganmallarme

Las ventanas

Del hospital cansado y del fétido incienso
que asciende en la blancura vulgar de las cortinas,
al Santo Cristo magro de un gran clavo suspenso
el moribundo vuelve las espaldas en ruinas;

se arrastra y anda, y, menos para escaldar su podre
que para ver el sol sobre las piedras, pega
sus pelos blancos y su pelleja de odre
a las ventanas que una luz clara anega.

Y la boca febril y del azul voraz
-como cuando, de joven, aspiró su tesoro,
una piel virginal, de otro tiempo- el agraz
de un largo beso amargo pone en los vidrios de oro.

Ebrio vive; olvidando la cruz, los óleos santos,
el reloj, las tisanas, el lecho obligatorio,
la tos… y cuando sangra la tarde, en amarantos
sus ojos de los cielos en el rojo cimborio,

ven galeras doradas, como cisnes esbeltas,
dormir sobre unas rías de púrpura y de armiños,
meciendo el iris de sus líneas desenvueltas
en un gran abandono cargado de cariños.

Así, con asco de los hombres de alma dura,
hundidos en el goce, donde sus apetitos
se sacian, y que amasan esta horrible basura
para darla a sus hembras y a sus hijos ahítos

me escapo, y voy buscando todos los ventanales
desde donde la espalda se da al mundo y, bendito
en su vidrio, que lavan rocíos eternales,
que dora la mañana casta del Infinito,

me contemplo, y me veo íngel, y muero, y quiero
-sea el arte aquel vidrio o sea el misticismo-
renacer coronado del sueño de mí mismo,
al cielo anterior, de Belleza manadero.

Pero ¡ay! que el Aquí-abajo es dueño; su crueldad
en los propios umbrales del azul me atosiga,
y el vómito hediondo de la Bestialidad
a taparme allí mismo las narices me obliga.

¿No habrá manera -;Oh Yo, que en dolor te consumes!-
de romper el cristal que aumenta mi ansiedad,
y de escaparme con mis dos alas implumes,
a riesgo de caer toda la eternidad?

Stéphane_Mallarmé_1896 y mujer

 

La tumba de Edgar Poe

Tal como al fin el tiempo lo transforma en sí mismo,

el poeta despierta con su desnuda espada

a su edad que no supo descubrir, espantada,

que la muerte inundaba su extraña voz de abismo.

Vio la hidra del vulgo, con un vil paroxismo,

que en él la antigua lengua nació purificada,

creyendo que él bebía esa magia encantada

en la onda vergonzosa de un oscuro exorcismo.

Si, hostiles alas nubes y al suelo que lo roe,

bajo-relieve suyo no esculpe nuestra mente

para adornar la tumba deslumbrante de Poe,

que, como bloque intacto de un cataclismo oscuro,

este granito al menos detenga eternamente

los negros vuelos que alce el Blasfemo futuro.

 
 
mallarmeeeeeee-2
 
 

Brisa marina

Leí todos los libros y es, ¡ay! , la carne triste.

¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan

entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,

ni los viejos jardines que los ojos reflejan,

ni la madre que, amante, da leche a su criatura,

ni la luz que en la noche mi lámpara difunde

sobre el papel en blanco que defiende su albura

retendrá al corazón que ya en el mar se hunde.

¡Yo partiré! ¡Oh, nave, tu velamen despliega

y leva al fin las anclas hacia incógnitos cielos!

Un tedio, desolado por la esperanza ciega,

confía en el supremo adiós de los pañuelos.

Y tal vez, son tus mástiles de los que el viento lanza

sobre perdidos náufragos que no encuentran maderos,

sin mástiles, sin mástiles, ni islote en lontananza…

Corazón, oye cómo cantan los marineros

El fauno

    • ¡Estas ninfas quisiera perpetuarlas!
    • Tan claro,
    • su ligero encarnado, que en el aire revuela
    • abatido de espeso letargo.
    • ¿Amaba un sueño?
    • Montón de antigua noche, mi duda ha terminado
    • en mucha rama tenue que, habitando las mismas
    • florestas, prueba, ¡ay!, que sólo me ofrecía
    • como triunfo la falta ideal de las rosas.
    • Reflexionemos…
    • Si las mujeres que glosas
    • un anhela semejan de tus sentido pródigos,
    • la ilusión, fauno, escapa de los ojos azules
    • y fríos, tan llorosa fuente de la más casta:
    • mas la otra, en suspiros, ¿dices tú que contrasta
    • como brisa del día cálida en tu toisón?
    • ¡Qué no! por el inmóvil y cansado desmayo
    • de calor sofocando la matinal frescura,
    • no murmura agua alguna que no vierta mi flauta
    • al otero rociado de acordes; sólo el aire
    • pronto a exhalarse fuera de los dos tubos, antes
    • que disperse el sonido en infecunda lluvia,
    • es, en el horizonte de línea perfecta,
    • el invisible y sereno aliento artificial
    • de toda inspiración que hasta el cielo retorna.
    • Oh ribas sicilianas de un sereno pantano
    • Que en lucha con los soles mi vanidad despoja,
    • Tácitas bajo flores de centellas, DECID
    • Que yo cortaba aquí huecos juncos domados
    • por el talento; y sobre el oro de los sotos
    • lejanos, consagrando su viña a las fontanas,
    • ondula una blancura animal en reposo:
    • y que, al preludio lento donde nacen las flautas,
    • vuelo de cisnes, ¡no!, de náyades se escapa
    • o hunde…
    • Inerte, todo arde en la hora encendida,
    • sin decir por cual arte en conjuro partieron
    • tanto ansiados hímenes por la que busca el la:
    • me levantaré, ¡lirios!, al naciente fervor,
    • recto y solo, bajo hondas antiguas de fulgor,
    • seré uno de vosotros para la ingenuidad.
    • Sólo esta nada dulce por su labio anunciada,
    • el beso, calladamente, perfidias asegura,
    • mi pecho virginal muestra una mordedura
    • misteriosa, legado de algún augusto diente;
    • ¡ya basta! arcano tal optó por confidente,
    • junco basto y gemelo bajo el azul sonando:
    • que, desviando hacia sí la turbada mejilla,
    • sueña, en un solo largo, que nosotros gozamos
    • la belleza en redor llena de confusiones
    • falsas entre sí mismas y nuestro canto crédulo
    • y de lograr, tan alto como amor se modula,
    • desvanecer del sueño ordinario de flanco
    • o dorso puro, ciega mi vista que los sigue,
    • una sonora, vana y monótona línea.
    • ¡Quieres, pues, instrumento de fugas, oh maligna
    • siringa, florecer en el lago aguardándome!
    • Con mi rumor altivo quiero hablar largo tiempo
    • de las diosas; y, por idólatras pinturas,
    • despojar todavía cinturas a su sombra:
    • así, cuando a las vides la claridad succiono,
    • desterrando un dolor por la mentira aislado,
    • alzo, riente, el exhausto racimo al cielo estivo
    • y soplando en sus pieles brillantes, de embriaguez
    • ávido, hasta el ocaso yo miro a su trasluz.
    • Oh ninfas, rebasemos los múltiples RECUERDOS.
    • “Mis ojos, horadando los juncos, asestaban
    • cada talle inmortal que hunde fuego en las ondas
    • con un grito de rabia al cielo de la fronda;
    • y el espléndido baño de cabellos huía
    • en estremecimiento y brillos, ¡pedrerías!
    • Corro; cuando a mis pies se enredan (afligidas
    • de languidez gustada en el mal de ser dos)
    • entre sus solos brazos las durmientes casuales
    • yo, sin desenlazarlas, las arrebato y hurto,
    • odiado por la frívola sombra, hasta el macizo
    • de rosas que desecan todo perfume al sol
    • donde nuestro ardor sea como el día extinguido”.
    • ¡Yo te adoro, enfado de vírgenes, delicia
    • feroz del sacro cuerpo desnudo que resbala
    • y huye a mi ardiente labio en destello agitado!
    • el espanto secreto que brota de la carne:
    • de los pies de la cruel al pecho de la tímida,
    • que abandona a la vez una inocencia, húmeda
    • de loco llanto o menos afligidos vapores.
    • “Mi crimen es haber, feliz de vencer miedos
    • traidores, separado intrincados cabellos
    • de besos que los dioses guardaban confundidos,
    • pues iba apenas para velas ardiente risa
    • tras los pliegues felices de una sola (guardando
    • con dedo simple para que su candor de pluma
    • se tiñera del gozo de su hermana que enciéndese,
    • la pequeña, cándida y sin ruborizarse:)
    • que de mis brazos rotos por las muertes inciertas
    • como una presa siempre ingrata se libera
    • sin piedad del sollozo del que aún ebrio estaba”.
    • ¡Tanto peor! la dicha de otras me arrastrará
    • por su trenza a los cuernos de mi frente sujeta:
    • tú sabes, pasión mía, que, púrpura madura,
    • cada granada estalla con murmullo de abejas,
    • y nuestra sangre, amando a quien viene a cogerla,
    • fluye por el eterno enjambre del deseo.
    • A la hora en que el bosque muere en oro y cenizas,
    • una fiesta se exalta en muriente follaje:
    • ¡Etna! es en tu redor, visitado por Venus,
    • en tu lava posando sus talones ingenuos,
    • cuando retumba un sueño donde expira la llama.
    • ¡Tengo la reina!
    • ¡Oh, cierto castigo…!
    • Mas el alma,
    • de palabras vacante y este cuerpo aturdido,
    • sucumben a la fiera calma del mediodía;
    • sin más, fuerza es dormir en el blasfemo olvido,
    • en la sedienta arena yaciendo, ¡pues me place
    • abrir la boca al astro eficaz de los vinos!
             Adiós, oh par; veré la sombra en que os volvéis

Angustia

Hoy no vengo a vencer tu cuerpo, oh bestia llena

de todos los pecados de un pueblo que te ama,

ni a alzar tormentas tristes en tu impura melena

bajo el tedio incurable que mi labio derrama.

Pido a tu lecho el sueño sin sueños ni tormentos

con que duermes después de tu engaño, extenuada,

tras el telón ignoto de los remordimientos,

tú que, más que los muertos, sabes lo que es la nada.

Porque el Vicio, royendo mi majestad innata,

con su esterilidad como a ti me ha marcado;

pero mientras tu seno sin compasión recata

un corazón que nada turba, yo huyo, deshecho,

pálido, por el lúgubre sudario obsesionado,

¡con terror de morir cuando voy solo al lecho!

amallarme

 

Quand l’ombre menaça de la fatale loi…

La sombra amenazaba ya con su fatal ley
a un viejo Afán que mis vértebras ha deshecho;
triste por perecer bajo el fúnebre techo
sus alas posó en mí. ¡Ay, sala de carey

y de ébano, capaz de sobornar a un rey,
la Muerte las guirnaldas de gloria ha contrahecho
y es mentira tu orgullo para el que satisfecho
de fe, vive alejado de equivocada grey!

Sé que en la inmensidad de esta noche la Tierra
arroja un resplandor de misterio que yerra
a través de los siglos, cual fúlgido remedio.

El idéntico espacio, anulado o crecido,
a los testigos fuegos muestra desde su tedio
que en un astro, entre fiestas, un genio se ha encendido.

un-coup-de-des_0 mallarmé

Etienne Mallarmé,Stéphane Mallarmé,( París,18 de marzo de 1842-Valvins,9 de septiembre de 1898) Poeta,profesor, traductor y crítico de arte. Hijo de Numa Mallarmé y Élisabeth Desmolins,a  los siete años perdió a su madre y fué criado por su abuela. Estudió el bachillerato en Sens. En 1862, se fue a vivir con su pareja  Maria Gerhard, a Londres, donde se casaron el 10 de agosto de 1863, tuvieron una hija ,Genoveva, y un hijo, Anatole quien fallece con ocho años lo que provoca una profunda depresion en Mallarmé inundado de sentimientos de culpa, escribe “Para la tumba de Anatole (Pour un tombeau d’Anatole)” compuesta de fragmentos y notas inacabadas(202 textos) que nunca publicó.

Sus primeros poemas  fueron publicados entre 1862 y 1866, en las revistas “Le Papillon” y “Parnasse Contemporain”; en esa época inicia la creación de “Herodías” En 1867  comenzó a escribir “Igitur o la locura de Elbehnon”.  En 1872, conoció a Rimbaud en la «cena de los caballeros bribones». En 1876 publicó, “La tarde de un fauno”, poema dedicado al compositor Claude Debussy. Además, fundó y lideró la revista “La derniere mode” .

Es  uno de los grandes poetas  del siglo XIX, que representa la culminación y al mismo tiempo la superación del simbolismo francés anticipándose y sirviendo de inspiración a varios movimientos  artísticos posteriores como  el Surrealismo., el Cubismo  y el Dadaismo. Fundó una de las tertulias literarias más importantes del París de su tiempo por donde  pasó Paul Verlaine, amante de Rimbaud, Oscar Wilde,el poeta  irlandés William Butler Yeats (Nobel de Literatura en 1923), André Gide (Nobel literatura 1947), Debussy y Ravel quienes musicalizaron sus poemas y   Manet y  Renoir quienes le retrataron.

Gran parte del trabajo de Mallarmé influyó en la concepción del hipertexto, con el uso deliberado del espacio en blanco y la búsqueda cuidadosa que tenía a la hora de colocar palabras en una página, lo que permitía múltiples lecturas las cuales no podían hacerse de forma lineal.

Es importante papel que juega el sonido de las palabras en su poesía, incluso por encima de la importancia del significado de las mismas. De allí, según Mallarmé, la gente después de leer un texto debía quedarse solamente con las sensaciones que las palabras y frases les producían y que dichos grafemas debían desaparecer de su memoria. Por todo lo anterior Mallarmé tambien ha sido llamado el padre de la poesía experimental. Su obra Un coup de dés jamais n’abolira le hasard, creada en 1897, supuso una revolución en el mundo de la poesía por la disposición poco habitual de los versos del poema, así como por el uso de diferentes tipografías. Compuesto por veinte páginas con amplios espacios en blanco, cada par de páginas enfrentadas forman una unidad, cuyo texto está dispuesto en líneas irregulares. A lo largo del libro se inician diversos hilos textuales diferenciados mediante la tipografía. Es así como se completa el título del poema: en la portada únicamente se puede leer la primera parte, Un coup de dés, y encontramos el resto de las palabras que lo componen a lo largo de las páginas interiores del texto.

Fue incluido en el libro “Los poetas malditos” por su amigo  Paul Verlaine, junto a Arthur Rimbaud, entre otros.

A  pesar de todo su trabajo  y de todo su genio, el día antes de morir pidió a su hija que destruyera sus escritos afirmando que  “no hay herencia literaria ahí... “

Publicaciones:

    • Herodías (Hérodiade, 1864)
    • La tarde de un fauno (L’après-midi d’un faune, 1865)
    • Los dioses antiguos (Les Dieux antiques, 1879)
    • Álbum de versos y prosa (Album de vers et de prose, 1887)
    • Páginas (Pages, 1891)
    • Divagaciones (Divagations, 1897)
             Una tirada de dados jamás abolirá el azar (Un coup de dés jamais n’abolira le hasard, 1897)

https://ablucionistas.com/carta-de-paul-valery-a-stephane-mallarme

https://ablucionistas.com/autobiografia/

Bibliografia:”Mallarmé” Pilar Gomez Bedate ( Ediciones Júcar)

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