8 Poemas de Luz Méndez de la Vega

Virtud suprema

Si yo fuera hombre,

se codearían riendo,

al verme

como un viejo alce

doblada la frente por el peso

y la ramazón

de la cornamenta que

—aunque invisible—

todos miran, puesta por ti,

en mi cabeza.

Pero como soy mujer,

precisamente,

la misma ven y loan

unánimes,

en admirativo coro,

como diadema esplendorosa

o aureola de santa.

Virtud suprema, pues,

que lleva al cielo

a la mujer,

aquello mismo que,

al hombre,

sume en infiernos

de burlas y vergüenzas.

Biologia es destino

a Freud

Porque mi cerebro pesa

unos gramos menos

y mis músculos no alcanzan

la potencia

de los récords masculinos

dicen:

que biología es destino

(destino al servicio)

porque mis glándulas

me condenan

a desangrarme cada luna

y el olor y el color

de mi sangre recuerdan

mi poca angélica naturaleza

dice:

que biología es destino

(destino inferiorizante)

porque me falta

un protuberante sexo

entre las piernas,

que me libere del compromiso

de pasos lentos

y abultado vientre

tras un fugaz orgasmo,

dicen:

que biología es destino

(destino a pañal, escoba y cocina).

Porque la historia registra

miles de nombres masculinos

y muy pocos de mujeres

que vencieran las flamígeras espadas

de los arcángeles misóginos

de la fama,

dicen:

que biología es destino

(destino a la ignorancia)

Y con tantas evidencias,

deberemos enorgullecernos

cuando nos elogian magnánimos

en los discursos oficiales

diciendo:

detrás de cada gran hombre

hay siempre una gran mujer

y se olviden

—astutos y olímpicos—

de añadir

el calificativo justo

de: frustrada.

(en Antología poética de Luz Méndez Vega, Ayer y Hoy, 2006)

Ser o Tener

Pienso.

Respiro.

Me muevo.

Como.

Y duermo.

Hago el amor

(Léase fornico).

Insulto.

Sonrío.

A veces lloro

O doy un suspiro.

Conduzco mi automóvil.

Subo y bajo

el ascensor de mi piso.

Trabajo.

El cartero me trae

correspondencia

con mi nombre y apellidos.

Firmo cheques.

Me compro un pantalón

o un vestido.

Voy al cine o al teatro.

Bailo y río.

Doy conferencias.

Escribo.

De cuando en cuando

sale mi retrato

en las hojas de los diarios.

Hablo y me responden.

Me insultan.

¡Hasta me tratan con respeto!

Y me adjetivan

un título universitario

o artístico.

Pero… yo,

¿Soy yo?

O tengo simplemente cosas

como este nombre y apellidos

y este cuerpo

que día a día

hago saltar de la cama

—a las ocho en punto—

lavo,

perfumo,

visto

y

le doy cuerda…

(de Eva sin Dios, Editorial Marroquín Hermanas, Guatemala, 1979)

Autoretrato

Despojada del nombre

de mi sangre,

por el de otra que suplanta

la raíz auténtica

de mis vísceras,

con la voz y el voto nulos

para los grandes designios,

fui sacada de la historia

por las estadísticas.

Metida a la fuerza

en molde inferiorizante,

con los pies doblados

para evitar la fuga

y las manos atadas

frente a la justicia,

así nací, así crecí,

y así

puedo morir,

por el miedo tremendo

a echarme a nadar

en contra
de la feroz corriente.

Beatus Ille

Dichoso aquel

que en otro tiempo

encontraba:

la casa limpia,

la ropa planchada,

la mesa puesta,

los niños durmiendo,

y la mujer

a sus órdenes.

Así dirán,

mañana,

los hombres de hoy

cuando recuerden

estos días

de oficio sin sexo

que por siglos

eludieron,

calificándolos, astutos,

de ‘femeninos’.

Y… es muy natural

que así se lamenten

como añoran hoy

quienes evocan

los felices tiempos

de un ayer de esclavos

sin sindicatos ni leyes

y sin derechos humanos.

Tiempos iguales

a los que hoy corren

tras las cerradas puertas

de nuestra intimidad,

como trabajadoras

de doble jornada

sin descanso y sin salario;

desterradas sexuales

de los altos sillones

del poder y la fama.

(de Helénicas, Artemis y Edinter, 1998) 

La huella

Mañana

olvidaremos

nuestros nombres

y nuestros rostros.

Olvidaremos

el tremendo

ancestral deseo

que ha hecho arder

y resplandecer

nuestros cuerpos

como soles febriles

en la sombra.

Olvidaremos

esta historia

de dulces días

y tibios atardeceres

en los que ha sido

sutil atadura

hasta el silencio.

Ineludiblemente

se perderán nuestras fechas

entre ajenos calendarios.

El recuerdo de paisajes

y recodos íntimos

se confundirá

entre nuevas geografías

de rostros y de nombres

nunca antes pronunciados.

Mañana,

amaremos otras veces y otras.

Mis manos repetirán

sobre otras cabezas

el mismo gesto tierno

con que hoy

acaricio tus cabellos.

Tu boca repetirá

en otros labios

el inédito beso

que puso en los míos

el poderoso olvido

borrará,

y borrará implacablemente.

Hasta el recuerdo se perderá

náufrago sin rescate

en el fondo del tiempo.

Y, sin embargo

cada otra vez,

que tú y yo

amemos

esa pequeña

inexplicable tristeza

de algo que falta

será la invisible huella

de estos días intensos.

Incomprendido llanto

Silenciosa volví, ayer,
a mi cocina,
y, preocupada vigilando
los guisos, vi
sobre el vapor que coronaba
la tapadera humeante
de una olla,
reflejarse mi vida:
fugaz y sin huellas,
y comprendí de pronto
¡muy claramente!
la causa inconsciente
de mi incomprendido llanto.

Instintivo

Esta voraz y dulce
fiera que me habita
y se resiste al desalojo
que silencio y oculto
en lo más profundo
de mí misma
que encadeno
en lo oscuro y cerrado
de la carne,
sin poderla ignorar,
porque aúlla
y muerde dentro
–inquieta y vital–
cuando se enfebrece
instintiva, bajo el sol,
o entre las olas,
o cuando
la fresca dulzura
de una fruta,
la hace sentir,
sobre mi boca,
una suave mordida,
o el temblor de un beso
de inesperados labios.

Luz Méndez de la Vega (Retalhuleu, Guatemala, 2 de septiembre de 1919 – Ciudad de Guatemala, 8 de marzo de 2012) Poeta, escritora, periodista, actriz, dramaturga, investigadora y docente universitaria, además de activista por los derechos de la mujer. Fue nombrada miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española y realizó investigaciones para rescatar la obra de escritoras de Guatemala. Fue la primera mujer a la que se le otorgó el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias.

Algunas de sus obras publicadas :

 Eva sin Dios (1979), Tríptico (1981), De las palabras y la sombra (1984), Las voces silenciadas (1985), Toque de queda (1999), Helénicas (1998), Poetisas desmitificadoras guatemaltecas(1984), La amada y perseguida Sor Juana Inés de Maldonado y Paz (2002), los ensayos El Señor Presidente y Tirano Banderas y La poesía de Eugenio Montale, y la obra de teatro Tres rostros de mujer en soledad (1991).

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