La niña extraña
Tenía un grillo entre las sienes
y sabía decir mariposa.
Lo demás lo ignoraba.
Un día descubrió que Dios no era una alondra.
Otro día
les dijo a las simientes
que sería más lindo brotar alas.
Al fin
se convenció de que en el mundo
hay demasiadas cosas sabias.
Y se fue despacito,
caminando,
caminando hasta el alba.
Primer universo
Margarite Yourcenar
tiende sus puentes al siglo XVII
y nos cuenta:
“Basho dijo que en el día y la noche
somos viajeros de la eternidad”.
¿Y qué somos aquí en penumbra sin tiempo?
¿Es un peregrinaje o un destierro
el suponer estar adonde nunca llegaremos?
Este lugar no aplaca
la sed de nuestro cuerpo,
ni es morada la casa en que vivimos
sino la que amamos en el pulso desierto.
Breves eternidades se suceden,
sin regreso.
Y no es la soledad, no es el vacío.
Es la errancia final por la certeza
de haber deshabitado el primer universo.
a Daniel Ponce
La inadvertencia
Hemos hablado de los hombres y de cuanto les ocurre a los hombres,
como si la humanidad fuese un planeta inmerso en nuestra sombra.
.
Hemos creído despoblar el silencio
nombrando cada cosa, encadenándola y encadenándonos
a su significado. Sin advertir que cada ser genera mundos breves
que huyen hacia la libre prisión del universo.
a María Rosa Lojo
La jaula
Quién soy,
sola de mí, para violarme
con verdades ajenas
si aún las propias no han sido
deslindadas.
.
Quién se interna en la palma de mis
manos
luego de cercenarlas.
.
Quién me vacía, huye y no regresa
sin despojarme de la amarra.
.
Quién seduce mi cólera,
penitencia incendiada.
Me atrevo a liberar en mis arterias
los ángeles salvajes
que fueron propiedad natal del alba.
.
Enclaustrada
en una libertad que me condena
a su sed cavernaria
abruman las respuestas.
.
Entreabro la jaula.
Los chicos de la calle
Oh, niños asesinos, oh salvajes antorchas.
Cortázar
Ragazzi di vita
los llamó Pasolini
con su piedad adversa
desollada.
.
Y nos los deja así
sin otra identidad que la mugre
y la llaga.
.
Debajo
del abrigo de su costra de escaras
-cristos breves-
los chicos de la calle
no saben todavía que su sombra atrapada
crece
para la historia de la infamia.*
.
El dolor
nunca es niño.
Y en ellos ni siquiera es dolor.
.
Es una humillación
de la esperanza.
*Borges
El cuerpo
A Jorge García Sabal y Alfredo Veiravé
Asumo
en huesos frágiles
el esplendor del ser y su destierro
mi médula salvaje
mi ambigüedad tajeada por las uñas de Dios.
1
El cuerpo.
.
Sólo somos
su huésped transitorio.
.
Su más desheredado habitante
mortal.
2
Desde
el alba del hueso
la carne
es un latido anterior a sí misma.
3
La carne
sólo piensa cuando el pulso vacila
y en su lugar se instalan
los enigmas.
4
Cuando la carne aúlla
o se desangra
el hombre resplandece en su verdad
de sed
de lumbre y brama.
5
Entre la carne altiva
y sus jirones
un cielo sumergido todavía
sin playas.
6
La carne.
.
Su batalla
entre la seducción y el desengaño.
.
De lo humano hereda la imprudencia y el goce
de exponer su intemperie desnuda
ante los astros.
.
Como único escudo la piel.
.
Ese milagro.
7
Mis pieles sucesivas
obsesivas
fueron aniquilándome
devastándome
al parecer en apariencia
y rescatarme luego
en carne viva.
8
Nuestros pequeños universos
huyen
como huyó todo lo que sombra tuvo
y fue
bajo la piel.
9
Llevo
en carne abierta
los trofeos
de la resurrección y el desarraigo.
.
Y en los cuerpos ajenos
el gran riesgo
de amarlos.
10
Amo
esta carnadura
que sigue contemplándome
debajo de mis párpados.
Amo
esta muerte viva
clandestina
que siempre se me muere antes de tiempo
y siempre resucita.
11
Quizá
tras evadirme de las venas
y el tiempo
sueñe volver a ser junto a mi sombra
el reverso del fuego.
12
El fuego.
Siempre el fuego.
.
Nadie
podrá jamás
avasallar
su llama
sin apagar el mundo.
13
La carne
es una amante
que hasta el fin se desnuda.
.
En ella
hasta el dolor se asemeja
al deseo.
14
Los instantes
son ya evanescencia.
.
Si nos desintegramos
es para asir mejor la madera
infinita.
15
Agotado el combate
la soledad nos nace como una herrumbre
estéril abierta impredecible
en su aire de piedra.
16
Como zona de riesgo
elijo el espejismo de mi primera
eternidad.
Altri tempi
Las salas enfundadas como inmensas corolas. Y un secreto soleado:
el país de los patios. (Se decía glicina, heliotropo, diamela,
como hoy se dice ADN, sidaico). Aquel cielo privado,
con chicos y canarios y huertos y murales de macetas pintadas,
era de veras cielo. (Entonces lo ignorábamos).
Nunca imaginamos que lo fuese, hasta ahora, en que hemos
cumplido nuestros propios infiernos. Aquellos cielos
bajos, a ras de tierra, humanos. Todavía a salvo. Allí donde ser niño
era tener abuelos en la casa y amarlos,
dejándolos vivir libres de vaciaderos de viejos:
adiestrados espectros que siempre se demoran demasiado
en morir y dejar limpio el mundo,
que ya no tiene patios, ni destino, ni tiempo.
.
Ser niño era pedirles que nos dieran la mano, porque teníamos miedo.
Y volver a pedirles que nos contaran cuentos, (que eran verdad,
ahora lo sabemos). Y llorar junto a ellos penitencias y encierros:
?había que educarnos…? (Se decía señor y plegaria,
respeto, con manso olor a incienso y a sopa obligatoria,
a almidones y ungüentos).
.
Se decía Maestro y en el cuaderno único cabía el universo.
El padre, con arrestos de patriarca doméstico, tenía ?autoridá?.
Y la madre, dulzura (por amor o por tedio).
Lo cierto es que la casa nunca estaba vacía
(la mesa familiar, otra inútil reliquia) y la abuela, el abuelo
?una especie de puerto del buen regreso?
eran sencillamente viejos: con todos los derechos a morir
en su casa, en su cama, en su llaga, en su pulso, en su tiempo.
Sin adiós intensivo. Sin pactos terminales de abandono y silencio.
En fin, sólo fantasmas de cielos y otros tiempos.
El Poema
1
Amo
el dios certero
que me devora y calla
cuando pienso.
2
Un ritual obsesivo
acecha
mis palabras.
¿Seré yo quien las mata?
3
Inmediatez
de lo indescifrable
el poema.
Lejanía de sí mismo
el poema.
Silencio
del silencio de los astros
Riqueza
de quien nunca llegará
a pronunciarlo.
4
El pulso del poema
se hace cargo de una preñez
absorta
que nadie ha fecundado
todavía.
5
El poeta
asume con gozosa ignorancia
la herida profecía
de ser
su propia presa
.6
No le basta
al poeta
vislumbrar la escritura
huyente del poema
perdiéndose en la oscuridad.
exige
el poema.
O la oscuridad.
7
Batallar del poema.
Roer
hueso por hueso
hasta morir
de hambre de universo.
8
Como
un vino de carne bello y oscuro
nos invade el poema.
Indefensos desnudos azorados
latimos en un pulso
que entreabre silencios.
Y dejamos de ser criaturas
fugaces.
La soledad se entrega.
9
Con un fulgor de parto
o de suicidio
se abre la noche.
El nombre del poema
ha sido escrito.
10
Solemos olvidar
que la poesía es un instante
sabiamente clausurado
antes de que aprendamos a pronunciar
la eternidad.
11
A la poesía y a la muerte
hay que merecerlas.
Autorreetrato
Me miro en el espejo.
Una mujer avanza
desnuda
sin heridas aparentes.
Es una hembra espléndida
en épocas de celo
tal vez.
Pero ya muerta.
En carne y sombra altiva
despoja sus silencios.
En silencio
un idioma de albatros
la sustenta.
Se yergue luego
intacta
con dignidad de hiedra.
Y asomada
a sus muros
de lumbre y soledades
espera.
Cetrería
Liebre, venado, faisán.
No me atrae la caza
ni me gusta alinear la carne roja
en bandejas de plata.
Pero el halcón
acaba de traerme tus ojos.
Amo la cetrería.
Mañana
ha de traerme tu mirada.
Los Rostros
Al fin,
se echa a rodar aquella vieja herencia
que el tiempo, indomable, les arroja a los perros.
Y había cosas bellas,
como en los basurales o en mercados de viejo.
La luz decapitada yace allí,
evanescente, pavorosa de espectros.
Todo es pasión secreta, revés del sortilegio.
Máscara descarnada y aún sangrante
del rostro verdadero.
Algunas maneras de ensayar el adiós
1
Cada latido,
pendular, descalzo, regresa al universo.
2
Somos lo que no vemos.
Somos lo que ignoramos. La sombra es la única constancia
del aún estar después de haber huído.
.
4
Amo el temblor radiante de mi propia intemperie.
.
5
La desnudez fue siempre mi guarida secreta.
.
6
Costó tanto
inventarse, cavarse, mutilarse,
antes de regresar al fondo del espejo.
.
10
Lo importante es la sed.
Ser un mismo desierto.
.
13
Fascina
. Este límite
Donde el haber vivido se desprende como la piel de una serpiente.
.
18
Sí,
las heridas son el mejor manuscrito.
.
32
Envejecer es esto,
recordar vagamente la piel de los amantes.
.
37
Sólo creo
en los ángeles heridos,
en su examen de luz en los infiernos.
.
38
La duda es un extraño paraíso
donde Dios puede al fin dejar de ser eterno.
.
42
Amo secretamente el casos que me ama.
.
44
Es difícil morir.
Mas difícil aún saber si estamos vivos.
Encrucijadas
Llamamos vida
a esta encrucijada entre la
soledad
y el universo.
Lamamos muerte
a esta insomne evidencia
del adiós.
Ana Emilia Lahitte (La Plata, Argentina, 19 de diciembre de 1921 – Íd., 10 de julio de 2013). Poeta, novelista, dramaturga y periodista. Lic. en Psicología. Fue directora del Centro de Documentación e Información Pedagógica del Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires; Asesora literaria de Radio Universidad Nacional de La Plata; Secretaria técnica del Departamento de Teatro de la Escuela Superior de Bellas Artes; jurado de premios provinciales, nacionales y extranjeros.
Lahitte publicó 24 libros (poesía, narrativa, ensayo ,teatro y periodismo).
Algunas de sus obras publicadas son :
Sueño sin eco (1947), El muro de cristal (1952), La noche y otros poemas (1959), Madero y transparencia (1962), Al sur de marzo (1969), Los abismos (1979), Los dioses oscuros (1980), El tiempo, ese desierto demasiado extendido (1993), Insurrecciones (2000),Summa de poemas, 1947-1997 (antología, 2001),
Memorias del Adiós (2004), Los abismos, El cuerpo, Cielos y otros tiempos, Sueños sin ecos, Los dioses oscuros, El padre muere (2006), Gironsiglos (2006).
Es importante destacar entre sus ensayos y compilaciones poéticas: Veinte poetas platenses contemporáneos (1962), María de Villarino (1966), Roberto Themis Speroni (1975),
Cinco poetas capitales (Ballina, Castillo, Mux, Oteriño y Preler, 1995).
Obtuvo, numerosas distinciones, algunas de las cuales son: Pluma de Plata del PEN Club Internacional, Centro Argentino (1980), Puma de Oro de la Fundación Argentina para la Poesía (1982 y 2001), Primer Premio Nacional de Poesía, Región Buenos Aires (1983), Premio Konex (1994), Premio de Poesía “Esteban Etcheverría”, de Gente de Letras (1999), Premio Página de Oro y Letras de Oro de Honorarte.
Su obra ha sido incluida en diversas antologías y traducida al inglés, francés, alemán, italiano, catalán y portugués. Forma parte del Inventario de Poetas en Lengua Española -segunda mitad del siglo XX- trabajo de investigación realizado conjuntamente por la Universidad Autónoma de Madrid con la Asociación Prometeo de Poesía, de España y tambien ha sido incluida en el Breve Diccionario Biográfico de Autores Argentinos -desde 1940- realizado por Silvana Castro y Pedro Orgambide, Ed. Atril, 1999.
En 2001, la Municipalidad de La Plata la designó Ciudadana Ilustre.
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