Acerca del vivir
I
El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra:
VIVIR
.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es
VIVIR.
.
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.
II
Sucede, por ejemplo,
que estamos muy enfermos;
que hemos de soportar una difícil operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvamos a levantarnos de la blanca mesa.
aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencia
las últimas noticias de prensa.
.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer movimiento,
puede caerse cara a tierra y morir.
.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor,
y a pesar de todo, preocuparnos apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
.
Sucede
que estamos en la cárcel.
Sucede
que nos acercamos
a los cincuenta años,
y que falten dieciocho más
para ver abrirse las puertas de hierro.
.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.
III
Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
-no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-,
como una nuez vacía.
.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente
que se pueda decir:
“HE VIVIDO”.
Al partir, me quedan cosas que acabar…
Al partir, me quedan cosas que acabar,
al partir.
Salvé la gacela de la mano del cazador,
pero siguió desvanecida, sin recobrar el sentido.
Cogí la naranja de la rama,
pero no pude despojarla de su corteza.
Me reuní con las estrellas,
pero no pude contarlas.
Saqué agua del pozo,
pero no pude servirla en los vasos.
Coloqué las rosas en la bandeja,
pero no pude tallar las tazas de piedra.
No sacié mis amores.
Al partir, me quedan cosas que acabar,
al partir.
De Últimos poemas 1959-1960-1961 Versión de Fernando García Burillo( Ed. del oriente y del mediterráneo, 2000)
Angina de pecho
La mitad de mi corazón está aquí, doctor,
pero la otra mitad se encuentra en China,
en el ejército que baja hacia el río amarillo.
Cada mañana,
cada mañana con el alba,
mi corazón es fusilado en Grecia.
Y cuando el sueño rinde a los presos,
cuando se alejan de la enfermería los pasos últimos,
mi corazón se va, doctor,
se va hacia una vieja casa de madera, alla en Istanbul.
.
Además, doctor, hace más de diez años
que no tengo nada en mis manos
para ofrecer a mis hermanos;
tan solo una manzana,
una roja manzana: mi corazón.
.
Por todas estas cosas, doctor,
y no por culpa de la arterioesclerosis,
ni de la nicotina, ni de la cárcel,
tengo esta angina de pecho.
.
Desde mi cama
contemplo la noche tras los barrotes.
Y a pesar de todos estos muros
que me aplastan el pecho,
mi corazón palpita con la estrella más remota.
(En Poesía Non Serviam, no.2, nov. 2005. Colombia)
Gracias a ti
Gracias a ti
cada uno de mis días es un mundo
limpio y perfumado que huele a melón.
Gracias a ti todos los frutos
se ofrecen a mi mano como si yo fuera el sol.
Gracias a ti sólo pruebo la miel de la esperanza.
Gracias a ti late mi corazón.
Gracias a ti mis noches más solitarias
son como un kilim de Anatolia que sonríe
desde la pared.
Gracias a ti al final de mi camino,
sin llegar a mi ciudad,
he descansado en una rosaleda.
Gracias a ti, no dejo entrar a la muerte
que con sus cantos llama a mi puerta
vestida con sus más sutiles ropajes
y me invita al gran descanso.
A propósito de unas fotos de periódico
1. Carbunco
Sobre dos columnas de la primera página yacen
dos niños desnudos
sobre dos columnas de la primera página
con la piel en los huesos.
Tienen la carne agujereada, reventada.
Uno es de Diyarbakïr, el otro de Ergani.
Tienen los brazos y las piernas raquíticos
enorme la cabeza
y un grito pavoroso en sus bocas abiertas
en la primera página dos ranitas aplastadas a pedradas.
Dos ranitas
dos hijos míos ,enfermos de carbunco.
Quién sabe cuantos miles se nos van en un año
sin haber podido saciar siquiera su sed.
Y el señor subsecretario:
(así lo agarre el carbunco)
«No hay ningún motivo para preocuparse», dice.
3 de agosto de 1959
.
Abierto como una herida, el sol en el cielo
se desangra.
Un aeródromo.
Los presos preventivos, las manos sobre el vientre:
porras, jeeps,
muros carcelarios, comisarías
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
y los paisanos que no aparecen
y un niño que no pudo soportar la tortura
y se tiró desde el tercer piso de la Jefatura.
Y ahí está el señor Jefe de Policía
baja del avión
vuelve de América
de un curso de formación.
Estudiaron métodos para no dejar dormir
y quedaron encantados
de los electrodos aplicados en los testículos
y también dieron una conferencia sobre nuestras celdas de castigo
ofrecieron satisfactorias explicaciones
de cómo poner huevos recién hervidos en los sobacos
y cómo despellejar delicadamente la piel con cerillas encendidas.
El señor Jefe de Policía baja del avión
vuelve de América
porras y jeeps
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
ha vuelto el jefe dicen encantados.
1959
De «Ãšltimos poemas 1959-1960-1961»
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)
El gigante de ojos azules
Un gigante de ojos azules
amaba a una mujer pequeña
cuyo sueño era una casita
pequeña, como para ella,
que tuviera al frente el jardín
con temblorosas madreselvas.
.
El gigante amaba en gigante,
su mano, a grandes obras hecha,
mal podía construir los muros
ni usar el timbre de la puerta
de una casita con jardín
con temblorosas madreselvas.
.
El gigante de ojos azules
amaba a esa mujer pequeña
que pronto se cansó, mimosa,
de tan desmesurada empresa
que no concluía en un jardín
con temblorosas madreselvas.
.
Adiós, ojos azules, dijo.
Y, con graciosa voltereta,
del brazo de un enano rico
penetró en la casa pequeña
Que tenía al frente un jardín
con temblorosas madreselvas.
.
El gigante comprende ahora
que amores de tanta grandeza
no caben ni siquiera muertos
en esas casas de muñeca
que al frente tienen un jardín
con temblorosas madreselvas.
El quinto día de una huelga de hambre
Si no consigo expresar bien, hermanos,
lo que quiero decirles,
tendrán que disculparme:
Siento algunos mareos,
me da vueltas un poco la cabeza.
No es el alcohol.
Apenas, es un poquito de hambre.
.
Hermanos,
los de Europa, los de Asia, los de América:
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre.
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo,
y los ojos de ustedes me miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
en tanto que sus manos
son una sola mano estrechando la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de mi vida.
.
Hermanos míos:
Por otra parte, ustedes nunca me abandonaron,
ni a mí, ni a mi país,
ni tampoco a mi pueblo.
Del mismo modo que los quiero a ustedes,
ustedes quieren a los míos, lo sé.
Gracias, hermanos, gracias.
.
Hermanos míos:
Yo no tengo la intención de morir.
Si soy asesinado,
sé que entre ustedes seguiré viviendo:
Yo estaré en los poemas de Aragón
(en su verso que canta la dicha del futuro),
yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso,
yo estaré en las canciones de Paul Robeson
y, sobre todo
y lo que es más hermoso:
Yo estaré en la triunfante risa del camarada,
entre los cargadores portuarios de Marsella.
Para decirles la verdad, hermanos,
yo soy feliz, feliz a rienda suelta.
De “Últimos poemas 1959-1960-1961” Versión de Fernando García Burillo
La ciudad, la tarde y tú
Entre mis brazos estáis desnudas
la ciudad, la tarde y tú
vuestra claridad ilumina mi rostro
y también el olor de vuestros cabellos.
¿De quién son estos latidos
que baten bom bom y se confunden con nuestra respiración?
¿tuyos? ¿de la ciudad? ¿de la tarde?
¿o tal vez son míos?
¿Dónde termina la tarde dónde comienza la ciudad
dónde termina la ciudad dónde comienzas tú
dónde termino yo dónde comienzo?
Duodécima Carta A Taranta Babú
Ya vienen?, ?Taranta Babú??,?
vienen para matarte?.?
Y destriparte
? ?y ver tus intestinos
retorcerse sobre la arena
? ?como serpientes hambrientas?.?
Vienen para matarte?, ?Taranta Babú,?
a ti
? ?y a tus cabras?.?
Sin embargo?, ?ni ellos te conocen
? ?ni tú?? ?a ellos?…?
Ni tampoco tus cabras
? ?invadieron sus campos?.?
Vienen?, ?Taranta Babú,
unos?, ?de Nápoles?,?
otros?, ?del Tirol?.?
Unos?, ?necesitados de dulces
? ?miradas?,?
? ?y otros?,?
? ?de cálidas manos?…?
Ejército a ejército
? ?batallón a batallón
? ?compañía a compañía
pero uno a uno
? ?como si los llevaran a una boda
atravesando tres mares
? ?los barcos los han traído a la muerte?.?
Ya vienen?, ?Taranta Babú,
vienen envueltos por el fuego?.?
E izarán sus banderas
? ?sobre el techo de paja
? ?de tu casa de tierra?,?
y aunque los que vienen
? ?puedan volver?,?
el tornero de Turín
? ?perderá en Somalia
su brazo derecho ensangrentado
y ya no podrá bordar sus barras de acero
como si fueran de seda?…?
Y los ciegos ojos
? ?del pescador de Sicilia
no podrán volver a ver el reflejo del mar?.?
Ya vienen?, ?Taranta Babú,
los que han sido enviados a morir y matar?,?
y el día en que regresen
? ?sus cruces de hojalata prendidas? ?
sobre sus ensangrentados vendajes
en la grande y justa Roma
? ?subirán las acciones y las obligaciones
y detrás de los que se fueron
nuestros nuevos amos
? vendrán a despojar a nuestros muertos?…?
Tus manos y la mentira
Graves como las piedras,
tristes como canciones de presidio,
pesadas y macizas como bestias de carga,
tus manos se parecen
al rostro endurecido
de los niños hambrientos.
Ágiles, laboriosas como abejas,
pródigas como ubres desbordantes de leche,
intrépidas lo mismo que la naturaleza,
bajo su dura piel, tus manos guardan
la amistad y el afecto.
No está nuestro planeta sostenido
por los cuernos de un buey:
Tus manos lo sostienen…
¡Qué hombres, nuestros hombres!
los mantienen a fuerza de mentiras,
siendo que andan hambrientos,
faltos de carne y pan,
y dejan este mundo, al que cargan de frutos,
sin poder verlos en la mesa propia
ni siquiera una vez.
¡Qué hombres, nuestros hombres!
Sobre todo los de Asia, los de África,
del medio Oriente, del Cercano Oriente,
los de las tantas islas del Pacífico
y los de mi país,
es decir, mucho más del setenta por ciento
de los hombres del mundo:
Están adormecidos, están viejos,
siendo listos y jóvenes como lo son sus manos…
¡Qué hombres, nuestros hombres!
Ustedes, mis hermanos de América o Europa,
tan alertas y audaces,
a quienes, sin embargo, los aturden
lo mismo que a sus manos,
y les mienten,
y los hacen marchar…
¡Qué hombres, nuestros hombres!
Si mienten las antenas de las radios,
si mienten las enormes rotativas,
si miente el libro y mienten los afiches,
si mienten los anuncios de los diarios,
si mienten las desnudas piernas de las muchachas
en el teatro y en el cine,
si hasta mienten las canciones de cuna,
si miente el sueño, si el pecado miente,
si miente el violinista de la boite,
si miente el plenilunio
en las noches sin ninguna esperanza,
si mienten la palabra,
el color y la voz,
si miente el que te explota,
el que explota tus manos,
si todo el mundo y todas, todas las cosas mienten,
a excepción de tus manos,
es para que tus manos siempre sean
dóciles como arcilla,
ciegas como la noche,
idiotas como el perro del pastor,
y para que jamás se subleven tus manos
Y para que no acabe jamás tanta injusticia
-Ideal del traficante-
Sobre este mundo nuestro,
este mundo mortal
Donde poder vivir
sería lo mejor.
Versión de Fernando García Burillo
Miro la tierra, de rodillas.
Miro la hierba
y el insecto.
Miro el florido instante, tan azul.
Y como tú recuerdas la tierra en primavera,
te miro en todo lo que miro.
Acostado de espaldas, veo el cielo,
veo los árboles, las ramas,
veo volar a las cigüeñas…
Y, como te pareces al cielo en primavera,
te veo en todo lo que veo.
Hice fuego de noche, a campo abierto.
Siento el calor del fuego
y el del agua,
el de mis ropas,
el de mi dinero.
Y, evocada al calor del vivac en la noche,
te siento en todo lo que siento.
Yo estoy entre los hombres. Yo los amo.
Yo amo la acción
y el pensamiento.
Yo amo la lucha
y, como encarnas todo lo que yo amo luchando,
te amo en todo lo que amo.
El más bello de los mares
es aquel que no hemos visto.
La más linda criatura
todavía no ha nacido.
Nuestros días más hermosos
aún no los hemos vivido.
Y lo mejor de todo aquello que tengo que decirte
todavía no lo he dicho.
Carta de Berlín
1
Berlín, es de día y hace sol,
8 de marzo de 1963.
Felicidades, mujer.
He olvidado decírtelo por teléfono esta mañana,
olvido el mundo cuando oigo tu voz.
Muchas felicidades, mi amor.
Berlín, 8 de marzo de 1963
Carta de Berlín
2
Dentro de cuatro días estoy en Moscú.
Afortunadamente ya se acaba esta separación, regreso.
También esta separación quedará atrás, como un camino lluvioso.
Vendrán nuevas separaciones,
bajaré a otros pozos,
iré a más sitios y regresaré.
Correré a toda prisa para regresar de nuevo.
Después, ni Berlín ni Tanganica,
ya no iré a ningún sitio, a ningún sitio.
Ya no estará en mi mano volver ni en vapor ni en tren ni en avión.
Ya no llegarán cartas ni telegramas míos.
Y tampoco te telefonearé.
Ya no reirás dulcemente al oír mi voz.
Ya no recibirás noticias mías
y te quedarás sola.
Dentro de cuatro días estaré en Moscú.
En Berlín es de día y hace sol
es primavera en Moscú,
lo has dicho por teléfono.
Afortunadamente ya se acaba esta separación. Regreso.
Pero dentro de mí está la noche de la gran separación,
dentro de mí la amargura de cuando ya no me tengas,
dentro de mí tu soledad.
Soledad: pan de recuerdos que no llena,
invitación a lejanos recuerdos: soledad,
tal vez tres meses, tal vez tres años,
la soledad será tu sombra.
Dentro de cuatro días estaré en Moscú
en Moscú es primavera
lo has dicho por teléfono.
Berlín, 8 de abril de 1963.
Carta de Berlín
3
Dentro de cinco horas estaré junto a ti.
En Berlín, el sol entra en la habitación de mi hotel,
trinos húmedos de los pájaros
—ha llovido esta mañana—
y los tranvías
y el tiempo.
El tiempo está como detenido,
rígido, helado,
podrías cogerlo y colgarlo de un clavo,
podrías cortarlo con un cuchillo.
Es como si estuviera en la cárcel.
Y en la cárcel el más despiadado de los guardianes
es el tiempo.
Dentro de dos horas estaré en el aeropuerto.
Dentro de cinco horas en tu azul.
Dentro de cinco horas la libertad.
En las habitaciones de los hoteles, tras todos los regresos
habría que poner una estatua al inventor del avión.
Berlín, 12 de abril de 1963
No vivas en la tierra
No vivas en la tierra
como un inquilino
ni en la naturaleza
al modo de un turista.
Vive en este mundo
cual si fuera la casa de tu padre
Cree en los granos
en la tierra, en el mar,
pero ante todo en el hombre.
Ama la nube, la máquina y el libro
pero ante todo, ama al hombre
Siente la tristeza
de la rama que se seca
del planeta que se extingue
del animal inválido
pero siente ante todo la tristeza del hombre.
Que todos los bienes terrestres
te prodiguen la alegría
Que la sombra y la luz
te prodiguen la alegría
Que las cuatro estaciones
te prodiguen la alegría
Pero ante todo,
que el hombre te prodigue la alegría
Duro Oficio el Exilio, Editorial Lautaro de Buenos Aires,1959. Traducción de Alfredo Varela.
Mi entierro
¿Mi entierro saldrá de nuestro patio?
¿Cómo vais a bajarme del tercer piso?
El ataúd no cabe en el ascensor
y las escaleras son demasiado estrechas.
Tal vez el patio esté inundado de sol y haya palomas
tal vez nieve en medio de los gritos de los niños
tal vez llueva y esté mojado el asfalto.
Y como siempre los cubos de basura estarán en el patio.
Si como acostumbran aquí me suben al furgón con la cara descubierta
puede caerme algo de una paloma en la frente: trae suerte.
Venga o no una banda de música habrá niños a mi lado
los niños siempre sienten curiosidad por los muertos.
La ventana de nuestra cocina me seguirá con la mirada.
Nuestro balcón me acompañará con la ropa tendida.
No podéis saber lo feliz que he sido en este patio.
Vecinos míos a todos os deseo una larga vida…
(Moscú, abril de 1963)
Autobiografía
Nací en 1902
no he vuelto nunca a mi ciudad natal
no me gustan los retornos
a los tres años en Alepo era nieto de bajá
a los diecinueve estudiante en la universidad comunista de Moscú
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú invitado por el Comité Central
y desde los catorce años soy poeta
hay hombres que conocen las diferentes clases de hierbas; otros, de peces;
yo, de separaciones
hay hombres que se saben de memoria el nombre de cada estrella;
yo, de nostalgias
he dormido en las cárceles y en los grandes hoteles
he conocido el hambre y también la huelga de hambre y no hay plato
que no haya probado
a los treinta años quisieron ahorcarme
a los cuarenta y ocho quisieron concederme el Premio mundial de la Paz
y me lo concedieron
a los treinta y seis durante medio año sólo pude recorrer cuatro metros
cuadrados de hormigón
a los cincuenta y nueve volé desde Praga a La Habana
en dieciocho horas
no conocí a Lenin pero hice la guardia de honor junto a su féretro en 1924
en 1961 el mausoleo que visito son sus libros
han intentado alejarme de mi partido
pero han fracasado
tampoco he sido aplastado por los ídolos caídos
en 1951 viajé por mar hacia la muerte con un joven camarada
en 1952 con el corazón cascado esperé la muerte durante cuatro meses
estuve locamente celoso de las mujeres a las que amé
no envidié a nadie ni siquiera a Charlot
engañé a mis mujeres
pero nunca hablé mal de mis amigos a sus espaldas
he bebido pero no soy un borracho
tuve la suerte de ganarme siempre el pan con el sudor de mi frente
si mentí fue porque sentí vergüenza ajena
por piedad
pero también he mentido porque sí
he montado en tren en avión y en coche
la mayoría no puede hacerlo
he ido a la ópera
la mayoría no puede ir y ni siquiera sabe que existe
sin embargo desde 1921 no voy a muchos de los sitios
donde va la mayoría la mezquita la iglesia la sinagoga
el templo el curandero
pero a veces me gusta que me lean los posos de café
se me ha publicado en treinta o cuarenta lenguas
pero estoy prohibido en Turquía en mi propia lengua
hasta ahora no he tenido cáncer
tampoco es obligatorio
nunca seré primer ministro o algo parecido
tampoco me gustaría serlo
nunca he ido a la guerra
no he descendido a los refugios en medio de la noche
no he recorrido los caminos del exilio bajo el vuelo rasante de los aviones
pero me he enamorado ya cerca de los sesenta
camaradas en pocas palabras
hoy en Berlín aunque muerto de nostalgia
puedo decir que he vivido como un hombre
pero los años que me quedan por vivir
y las cosas que puedan sucederme
¿quién lo sabe?
Esta autobiografía fue escrita en Berlín Oriental el 11 de setiembre de 1961
Nostalgia
¡Al mar quiero volver!
En el espejo azul del agua,
¡su magnitud quiero medir y contemplarme!
Al mar quiero volver.
¡Los barcos van hacia el horizonte iluminado, van los barcos!
No llena la tristeza sus blancas velas desplegadas.
Basta, sin duda, que mi vida sea un día en los barcos.
Y si un día yo también a la muerte destinado estoy,
como una luz que dentro del agua se va hundiendo,
¡dentro de esa agua quiero apagarme!
¡Al mar quiero volver!
¡Al mar quiero volver!
Hasret
Denize dönmek istiyorum!
Mavi aynas?nda sular?n:
boy verip görünmek istiyorum!
Denize dönmek istiyorum!
Gemiler gider ayd?n ufuklara gemiler gider!
Gergin beyaz yelkenleri doldurmaz keder.
Elbet ömrüm gemilerde bir gün olsun nöbete yeter.
Ve madem ki bir gün ölüm mukadder,
ben sularda batan bir ???k gibi,
sularda sönmek istiyorum!
Denize dönmek istiyorum!
Denize dönmek istiyorum!
Nâz?m Hikmet Ran (Salónica, Imperio otomano, 15 de enero de 1902 – Moscú, Rusia, 3 de junio de 1963). Poeta y dramaturgo. Considerado como el poeta más importante en lengua turca, y uno de los principales poetas del siglo XX.
Hijo de Nazim Hikmet Bey, un alto funcionario imperial, y de Ayse Dshalila, una destacada pintora, muy vinculada al ambiente intelectual de la época. Estudió en el Liceo francés y en la Academia naval. A los 17 años publicó sus primeros poemas, muchos de ellos de tono fuertemente nacionalista, por lo cual sufrió persecución de los ingleses (ocupantes de la porción europea de Turquía), viéndose obligado a huir. En 1921, becado para estudiar sociología, viaja a Moscú donde permanece tres años. regresó a Turquía donde formó parte del consejo de redacción de Aydïnlïk (Claridad), revista de divulgación ideológica del Partido Comunista Turco, la cual fue cerrada en 1925 y apresados sus integrantes. Hikmet logró escapar a Esmirna y, aunque pasó a la clandestinidad, fue condenado a 15 años de prisión, por lo que se vio obligado a huir a la Unión Soviética, donde permaneció hasta 1928. De regreso a su patria, Hikmet fue detenido en la frontera y apresado durante varios meses. Al recobrar su libertad, ingresó a la planta del diario Aksam y dio inicio a una etapa de intensa actividad literaria y política. Escribió y publicó innumerables poemas, cuentos, novelas, obras de teatro, ensayos y textos periodísticos. En junio de 1929 comenzó a publicar en la revista Resimli Ay una serie de artículos titulada «Derribemos a los ídolos», en los que fue desmontando, uno por uno, todos los grandes mitos literarios de su tiempo, desde Abdulhak Hamit, la «gloria nacional» por excelencia, hasta el poeta nacionalista Mehmet Emin.
Su primer libro, 835 líneas, aparecido en 1929, lo convierte en un protagonista entre los nuevos escritores turcos, aunque algunos discrepan de sus revulsivas propuestas literarias y de su marxismo. En la década de 1930, marcada por el ascenso de los fascismos en Europa, sufre el ostracismo; apartado de la prensa, en la que se resigna a colaborar bajo seudónimo. En 1930 el Tribunal Penal de Bursa le condenó a seis años y seis meses de cárcel. En estos años publica dos de sus obras más importantes: La epopeya del jeque Bedreddin (1936) y Cartas a Tarante Babu’ya Mek- tuplar (1935),sobre la invasión de Etiopía por las tropas de Mussolini.
En 1938 el Tribunal Militar de la Academia de Guerra de Ankara le condena a quince años de cárcel, y por su parte el de la Armada, unos meses después, le condena a otros veinte años. Sin embargo, tratándose de “crímenes sociales” y conforme a los artículos 69 y 77 del Código Penal Turco, estas dos condenas que sumaban 35 años son reducidas en su totalidad a 28 años y 4 meses de cárcel de los cuales pasó 13 años y 5 meses repartidos entre las cárceles de Ankara, Çankiri y Brusa, que le sirvieron para escribir Aspectos humanos de mi país, Desde las cuatro cárceles, Rubais… y traducir entre treinta y cuarenta libros.
El 7 de abril de 1950 Nazim inicia una huelga de hambre a la que se suman, en solidaridad, los escritores, también presos, Kemal Tahir y Orhan Kemal. El día 10 la interrumpe en el hospital, convencido por su abogado de la inminencia de su liberación. Sin embargo, desesperado, al ver que era nuevamente trasladado al penal, la reinicia el 1 de mayo. El día 9, ante el agravamiento de su ya delicado estado de salud, es hospitalizado de nuevo. Ese mismo día, su madre, casi ciega y apoyada en unas muletas, provoca el estremecimiento de los peatones que atraviesan el puente de Galata y contemplan a aquella anciana que sujeta en sus manos un cartel en el que puede leerse: «Mi hijo Nazim Hikmet condenado injustamente está en huelga de hambre. Yo también quiero morir y permanezco día y noche sin comer. Los que quieran salvarnos, que pongan sus direcciones en este cuaderno y firmen. Su madre, la pintora Celile». El 12 de mayo, Orhan Veli, Oktay Rifat y Melih Cevdet, integrantes del importante grupo poético Garip (Extraño), se suman también a la huelga de hambre. Entre tanto, el 14 de mayo, el Partido Republicano del Pueblo había perdido las elecciones y el Partido Demócrata había obtenido la mayoría absoluta en el Parlamento. Era un dato favorable, pero lo cierto es que en aquel momento nadie quería asumir la responsabilidad de su puesta en libertad, los días pasaban y Nazim se moría, firme en su decisión de llegar hasta el final. Comenzaron a llegar telegramas de todas partes pidiéndole que interrumpiera su actitud ante la inminencia de su liberación. Por fin, el 19 de mayo, tras nueve días de huelga de hambre, Nazim dio por finalizada su protesta. Al poco, una amnistía general lo puso en libertad en unión de varios miles de presos.
Tras su salida de la prisión continuaron las dificultades. Era vigilado continuamente, y el golpe de gracia se lo dieron cuando la Oficina de Reclutamiento lo llamó a filas ¡a los 49 años de edad! Aún estaba reciente el caso del escritor Sabahattin Alí, también movilizado extemporáneamente y asesinado en extrañas circunstancias cuando parece que trataba de huir cruzando la frontera con Bulgaria. Nazim, sin confiarse a nadie, ni siquiera a su mujer, planea su huida, contando probablemente con la ayuda del partido comunista, y a finales de junio de 1951 inició un exilio que perduraría hasta su muerte.
A partir de 1951 se estableció definitivamente en la Unión Soviética, desde donde desarrolló una intensa actividad en la esfera internacional, que lo relacionó con poetas como Pablo Neruda, Paul Eluard, Lois Aragón y Rafael Alberti. Ya en el exilio, Nâzim Hikmet continuó escribiendo y publicando teatro ¿Ha existido Ivan Ivanovich?, La estación, La espada de Damocles,asi como la novela Qué bello es vivir, hermano mío, y una recopilación de cuentos populares, La nube enamorada.
La obra de Nazim está escrita en las condiciones más adversas (cárceles, exilios…), lo cual marca indeleblemente sus versos. Nazim enviaba todo lo que escribía a Piraye, su primera mujer, que de esta manera se convirtió en depositaria de la parte de su obra escrita en prisión. Otra parte considerable se perdió en los cajones de la censura penitenciaria o bien como consecuencia de las azarosas circunstancias que vivió el poeta. La edición turca de Paisajes Humanos, no apareció hasta dieciséis años después de la muerte del autor. Fue revolucionario en lo político, pero también en lo literario, innovando y modernizando las formas métricas tradicionales. En sus versos se refleja su compromiso total no ya con su pueblo, sino con la humanidad y con todos los que sufren. Alternó la lucha política con la publicación de obras de teatro, novelas y varios poemarios, entre los que sobresalen «Y van 3» (1930), «Telegrama nocturno» (1932), «La ciudad que perdió la voz» (1933),Cartas a Tarante Babu’ya Mek- tuplar (1935),«La epopeya de Sheik Bedreddin» ( 1936 ) .También escribió obras teatrales: Kafatas? (El cráneo) y La casa de un muerto, estrenadas ambas en Estambul en 1932. En 1952 se radicó definitivamente en Moscú, y en 1957 publicó su más famosa obra «Duro oficio el exilio».
Nâzim Hikmet murió en Moscú, de un ataque al corazón, en junio de 1963.
En Turquía, las obras escritas en la cárcel no comenzaron a ser publicadas hasta 1964, es decir, 28 años después de ser escritas. En 1992, sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar, y, por primera vez, con motivo del 90 aniversario de su nacimiento, se celebraron diversos actos públicos, entre los cuales un recital de Joan Baez, muy popular en Turquía, que se desplazó desinteresadamente a fin de participar en este tardío homenaje al poeta turco más importante del siglo XX.
Uno de sus poemas, musicalizado por varios autores norteamericanos,(entre ellos Pete Seeger y los Byrds, en cuyo disco Fifth Dimension figura la canción), da la palabra a un niño de siete años fallecido en Hiroshima, y es uno de los más duros alegatos contra la guerra jamás escritos.
La poesía de Nazim Hikmet es sencilla, rotunda, y sin adornos y constituye la más certera identidad de su patria y de sus gentes, siendo, como era, el más grande poeta turco de la Edad Moderna y uno de los más notables líricos del siglo XX.
Nâzin dijo :
«Un poeta comunista, progresista, revolucionario, el término no me interesa. Un poeta ligado al progreso de la humanidad debe crear obras de arte verdaderamente dignas de ese nombre. Sus poemas deben ser, por una parte, comprensibles para el pueblo, incluso si es analfabeto, y poder servir de fondo a la literatura futura, por otra. (…) Un poeta revolucionario es un hombre que actúa: no debe únicamente reflejar el alma de su pueblo, sino que debe darle una dirección. (…) En Estambul, escribía para que me lo imprimieran, para que me leyeran con los ojos. Pero en Anatolia comprendí que era preciso leer los poemas en voz alta, para el pueblo. (…) Entonces me dediqué a escribir poemas sonoros, con rima y expresiones populares (…). Pero cuando estuve encarcelado, comprendí otra cosa: que se puede tener a un solo hombre por todo auditorio y, a través de él, hablar a toda la humanidad. Sin gritar: en voz baja, con una entonación muy de charla, muy íntima.»
La poesía es tan útil como el pan, la sal y el agua. (…).Mi oficio esencial es el de poeta.
Fragmentos de la entrevista con Régis Debray y Jean-Marie Villegier para Clarté, nº 48
«Desde que soy poeta, lo que espero, lo que exijo de las bellas artes es que, al servicio del pueblo, lo conduzcan hacia días mejores. Que traduzcan el sufrimiento, la cólera, la esperanza, la felicidad, la nostalgia del pueblo. Eso es lo que no ha cambiado en mi concepción del arte. El resto ha variado, varía y variará en todos los sentidos. Yo he cambiado, cambio y seguiré cambiando para testimoniar de la manera más conmovedora, más inteligente, más eficaz, más bella y más perfecta, esto es lo que no cambiará.»
Conversación con Ekber Babayev, Konusmalar, Estambul, Adam Yay, 2000.
Neruda dijo de Hikmet :
“Lo hicieron andar hasta la extenuación por el puente del barco y luego lo metieron en el sitio de las letrinas, donde los excrementos se levantaban medio metro sobre el piso. Mi hermano el poeta se sintió desfallecer. La pestilencia lo hacía tambalear. Entonces pensó: los verdugos me están observando desde algún punto, quieren verme caer, quieren contemplarme desdichado.
“Con altivez, sus fuerzas resurgieron. Comenzó a cantar, primero en voz baja, luego en voz más alta, con toda su garganta al final. Cantó todas las canciones, todos los versos de amor que recordaba, sus propios poemas, las romanzas de los campesinos, los himnos de lucha de su pueblo. Cantó todo lo que sabía. Así triunfó de la inmundicia y del martirio”.
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