10 Poemas y un ensayo de René Daumal

La náusea de ser (La nausée d’être)

No vine al mundo
a forjar brazos de centauros,
a dar mi sangre a los pañuelos
que secan al claro de luna.


No vine al mundo
para combatir con mi sombra,
ni para hallar un día mis puños
picoteados por faisanes.


No vine para golpear
ni para reír de la muerte.
No me acuerdo más,
las camillas se van,
las galeras arden,
las rodillas tiemblan y los halcones se posan
sobre bolas frágiles y vivas.


Si miro hacia atrás,
la muerte va retrocediendo,
indefinidamente puertas se golpean
hasta en los placares del horizonte.


La muerte de risa vulgar
detrás de sus persianas verdes
chupa un caramelo inglés
y alfombras mojadas con infusiones.


No vine al mundo,
al principio sólo hay una gran risa,
en la esquina de una calle una muñeca de yeso
abre, sudando un agua verde de rabia,
cajas que sólo contienen cajas,
y sin fin de cajas.


Lejano, como un corazón succiona sangre,
un agujero en una carne gigantesca me aspira,
paredes vivas, rojas y calientes,
me arrastran por la garganta,
no quiero ya volver,
que ahora mismo se me asesine
con un golpe de cuchillo de cocina
entre los dos hombros.

El profeta (Le Prophète)

El niño que hablaba en nombre del sol
iba por las calles de la ciudad muerta,
las ratas corrían hacia sus pies desnudos
cuando se detenía en las encrucijadas:

El niño llamaba con una voz llena de galeras,
de velos blancos y de peces voladores,
y los hombres, convertidos en piedra,
se despertaban rechinando.
El alba era anunciada por las Οechas sibilantes
de los alegres arqueros de la cercanía,
los hombres llegaban, cada uno trayendo su noche
como se lleva una sombrilla.

Se acuclillaban en torno al niño,
y sus grandes ojos rojos reían,
y sus largas bocas escupían
arena a través de los dientes.

El niño que hablaba en nombre del sol
dijo: “no escuchen más el canto del gallo estúpido”,
y los hombres de labios largos golpeaban
el culo contra los adoquines.

El niño dijo: “Ustedes ríen, ríen,
pero cuando despierten
con las orejas llenas de sangre,
entonces, no reirán más.”

Su cabeza caía, abrumadora y caliente,
sobre el hombro de una joven mujer,
ella creyó que él quería abrazarla
y se puso a reír de terror.

“Ustedes ríen, ríen, les dijo,
– y los viejos mostraron sus colmillos ocres –
su risa no es la ofrenda
que reclama la Mandíbula celeste.

Necesita sus bebés,
sus narices fríamente cortadas,
necesita una ciega
de dedos
para cenar.

Ríe, ríe, la gran Mandíbula,
brilla, graniza,
ustedes ríen, ríen, espantosa abuela [aïeule],
pero pronto, abuela [grand-mère], tus hijos y tus hijas
no reirán más, no reirán más.
Ustedes ríen bajo sus sombrillas nocturnas,
ellas van a partirse, van a partirse,
escuchen reír a la gran Mandíbula
porque pronto no reirán más”.

De : Le Contre-Ciel [El Contra-Cielo], 1936

René Daumal – Allpes – Photo © Collection Marie-Jacqueline Daumal

Los cuatro tiempos cardinales

El ave negra de la noche
otra vez acaba de poner una aurora.
Salud, al blanco, salud, al amarillo,
salud, a la semilla que no se ve.
Señor Mediodía, rey de un instante,
en lo alto del día golpea el gong.
¡Salud, al ojo, salud, a los dientes,
salud, a la máscara devoradora, siempre!
Sobre los almohadones del horizonte,
el fruto rojo del recuerdo.
Salud, sol que sabe morir,
salud, quemador de nuestras manchas.
Pero en silencio saludo a la gran Medianoche,
que vela cuando los otros tres se agitan.
Cerrando los ojos la veo sin ver nada
más allá de las tinieblas.
Cerrando los oídos escucho sus pasos que
no se alejan

René Daumal (abajo) con sus colegas artísticos, con quienes fundó la revista literaria “Le Grand Jeu”. (Foto: Marc Garanger/Aurimages vía AFP)

Après 

Je vais renaître sans coeur,

toujours dans le même univers,

toujours portant la même tête,

les mêmes mains,

peut-être changées de couleurs,

mais cela même ne me consolerait point.

Je serai cruel et seul

et je mangerai des couleuvres

et des insectes crus.

Je ne parlerai à personne,

sinon en paroles d’insectes

ou de couleuvres nues,

en mots qui vivront et riront malgré moi.

Después

Voy a renacer sin corazón,

siempre dentro del mismo universo,

siempre sosteniendo la misma cabeza,

las mismas manos,

pueden cambiar su color,

pero eso incluso no me confortaría.

Sería cruel y estaría sólo

comería víboras

e insectos crudos.

No hablaría con nadie,

sino con palabras [paroles] de insectos

o de víboras desnudas,

con palabras [mots]

que vivirán y reirán a pesar mío.

La désillusion

Blanc et noir et blanc et noir,

attention, je vais vous apprendre à mourir,

fermez les yeux, serrez les dents,

clac ! vous voyez, ce n’est pas difficile,

il n’y a là rien d’étonnant.

Je vous parle sans passion,

noir et blanc et noir et blanc,

clac ! vous voyez qu’on s’y fait vite,

je vous parle sans amour,

et pourtant vous savez bien…

-il faut être évident jusqu’à l’absurde –

Blanc et noir et blanc et noir et noir et blanc,

si nos âmes échangeaient leurs corps,

il n’y aurait rien de changé,

alors ne parlez plus de corps ni d’âmes.

Blanc, noir, clac ! c’est la seule chose

qu’ensemble nous pouvons comprendre,

(mais n’est-ce pas qu’il n’y a là rien de tragique ?)

Je vous parle sans passion

blanc, noir, blanc, noir, clac,

et c’est mon éternel cri de mourant,

ce cri blanc, ce trou noir…

Oh ! Vous n’entendez pas,

vous n’existez pas,

je suis seul à mourir.

La desilusión (La désillusion)

Blanco y negro y blanco y negro,

atención, voy a enseñarles a morir,

Cierren los ojos, aprieten los dientes,

¡clac! miren, no es difícil, no tiene nada de asombroso.

Les hablo sin pasión,

negro y blanco y negro y blanco,

¡clac! miren que se hace muy rápido

, les hablo sin amor,

y sin embargo lo saben bien

.- es necesario ser evidente hasta el absurdo –

Blanco y negro y blanco y negro y negro y blanco

si nuestras almas cambiaran sus cuerpos,

nada cambiaría,

entonces no hablen más de cuerpos y almas.

Blanco, negro, ¡clac! Es la única cosa

que unida podemos comprender,

(¿no es cierto que en esto no hay nada de trágico?)

Les hablo sin pasión

blanco, negro, blanco, negro, clac,

es mi eterno grito de moribundo,

grito blanco, agujero negro…

¡Ay! Ustedes no escuchan,

no existen,

.yo estoy solo para morir.

La piel del fantasma (La peau du fantôme)

Arrastro mi esperanza con mi saco de clavos

arrastro mi esperanza estrangulada a tus pies,

vos, que no sos aún.

y yo, que no soy más.

Arrastro un saco de clavos sobre el arenal de fuego

cantando todos los nombres que te daría,

y los que no tengo más.

En la barraca, pútrida, el andrajo

donde mi vida palpitaba antes;

todas las planchas fueron clavadas,

está podrido sobre su colchón

con sus ojos que no podían verte,

sus oídos sordos a tu voz,

su piel demasiado pesada para sentirte

cuando lo rozabas,

cuando pasabas con aire enfermo.

Y ahora he desollado la podredumbre

y todo blanco, llego a vos,

mi nueva piel de fantasma

se estremece ya en tu aire.

Il suffit d’un mot

Nomme si tu peux ton ombre, ta peur

et montre-lui le tour de sa tête,

le tour de ton monde et si tu peux

prononce-le, le mot des catastrophes,

si tu oses rompre ce silence

tissé de rires muets, — si tu oses

sans complices casser la boule,

déchirer la trame,

tout seul, tout seul, et plante là tes yeux

et viens aveugle vers la nuit,

viens vers ta mort qui ne te voit pas,

seul si tu oses rompre la nuit

pavée de prunelles mortes,

sans complices si tu oses

seul venir nu vers la mère des morts  —

dans le cœur de son cœur ta prunelle repose —

écoute-la t’appeler : mon enfant,

écoute-la t’appeler par ton nom.

Basta con una palabra (Il suffit d’un mot)

Nombra si puedes tu sombra, tu miedo

y mide el perímetro de su cabeza

el perímetro de tu mundo y si puedes,

pronuncia la palabra de las catástrofes

si osas romper este silencio

tejido de risas mudas – si osas

sin cómplices romper la esfera,

desgarrar la trama,

todo solo, todo solo, siembra allá tus ojos,

y ven ciego hacia la noche,

ven hacia tu muerte que no te ve,

sólo si osas romper la noche

adoquinada de pupilas muertas,

sin cómplices, si osas

venir solo y desnudo hacia la madre de los muertos –

en el corazón de su corazón tu pupila reposa –

escúchala llamándote: hijo mío,

escúchala llamándote por tu nombre.

Daumal y su esposa Vera Milanova

Hacia la Nada (À la néante)

Que bella matanza sin cólera en tu honor,
observá:
en esta noche polar tan blanca como negra ,
en este corazón devastado tanto por fuego como el hielo,
en esta cabeza, grano de plomo o puro espacio,
mira qué vacío perfecto se acrecienta para tu gloria.

Ni blanco ni negro, ni fuego ni hielo,
Ni grano de plomo ni puro espacio,
¡El mundo aquí está tan perdido!

Para vos, que succionás mi médula,
enfriándome la espalda,
para vos, esta devastación – ¡pero qué silencio!

…silencio y me tienes aquí , yo, que quería gritar
todo el pesado dolor condensado minúsculo
dentro del único pequeño globo duro de un universo,
yo, que quería enseñar mi sangre, cómo se hundía
cuando mis uñas raspaban el interior de mis costillas,
yo, que buscaba palabras triunfales para cantar,
cómo silbaba el hacha en los huesos de mi mano
cuando me amputaba a mí mismo,
aquí estoy, la palabra cortada, aquí estoy, minúsculo,
perdido en el vértigo absoluto de tu pecho,
aquí estoy, la voz blanca, aquí estoy, ridículo:
todo eso no era nada.

Para tu gloria, no para la mía, esta matanza,
y sin cólera. Esto nada tiene que ver con renegar del mundo,
con matar el sol, con traicionar todo por vos,
con asesinar las larvas-reflejo de mí mismo,
no tiene que ver con reventarme los ojos:
estaba seguro de vos como de mi muerte,
estaba seguro de la total-evidencia de mi noche
que es tu cuerpo de silencio vivo.

Pero fantasmas de vos mismo llegaron,
los vampiros de seda me consolaban demasiado,
la muerte vivía demasiado dentro de las sombras del día,
el tiempo maldito y siempre nuevo se reanuda.

No busco más los gritos triunfales porque sé
que para cada célula que divide mi vida,
para el mal placer que engendra
debo una ofrenda de dolor infinito.

Me destrozo vivo a fuerza de amarte,
¡Madre* de las formas, sin forma! te torturaba,
te torturo aún en este lecho de Procusto* ,
mi penosa forma de hombre:
vos, sin dimensión y libre de fronteras,
te tiendo sobre este grotesco lecho nupcial,
querría encerrarte en esta piel estúpida.

Ahora que te he jurado fidelidad,
si amo los desamparados vestidos de carnes vivas,
si amo la desdicha visible en un cuerpo,

¡que esas carnes mueran! ¡y que muera este cuerpo!
y que sufra conmigo, y que sufra por vos,
cómo voy a dormir en adelante a grandes pasos
lentamente devorado célula a célula
por el fuego cruel de ese amor lúcido.

No puedo traicionarte más, lo ves bien;
“soy mortal”; estas palabras son la dulzura del vacío,
quieren decir: “soy tuyo”
¡Soy mortal! ¡Mortal, lo que amo de tu nombre!
Pero el día de mi muerte es interminable.

Agosto 1929

* Procusto, (deformación de Procrustes, en griego antiguo Προκρούστης Prokroústês,
literalmente ‘estirador’), bandido que acostumbraba a ofrecer posada a los viajeros solitarios, a quienes
invitaba a acostarse en una cama de hierro y, luego de que estos se durmieran, los ataba y le cortaba las
partes que sobresalían de la superficie de la cama. En caso de que las personas no sobrepasaran su
superficie, las maniataba y a martillazos las estiraba para que se adaptasen a las medidas de la cama.

*Madre : Este poema y, en general la mayoría de “La muerte y su hombre”, tiene filiación con la obra de
Gerard de Nerval. “Artemisa”, poema que forma parte de Las Quimeras, presenta a la muerte como fin
y principio a la vez de todo. Según las tradiciones esotéricas, la diosa griega Artemisa, o Diana, se
asocia con Isis, principio femenino.

Casca-corazón

Ese pájaro no volverá,
el que se suelta de tu cara,
nacido de tu piel, desplegado en el espacio,
bate hojas de aire como un niño perdido
golpea las manos ante el cuerpo del padre acostado
el cráneo roto contra un muro.
Golpe repentino de un martillo de hielo
sobre el corazón, cuando las alas se anudan y desanudan
en los pliegues del aire, ese golpe
en la nuca, con sabor a sangre,
hiela la esfera del espacio:
terminado el gran aire libre, un cristal duro,
y tu rostro basta para llenarlo.
Todo pleno y pesado sobre tu frente y temés dormir:
es tu muerte, pesada, plena y redonda.
Dormir, o salir, ligero homicida,
en el aleteo del pájaro volando.

La piel del mundo

Vivo y voy preguntándome sobre la vida,
y la imagen irreconocible de mí mismo,
mundo de aire, de rocas, de casas, de luces,
de millones de caras sin ley, sin voz,
este cobre, este bosque barnizado, estos alientos, estos gritos,
dan vueltas, colores a Οor de piel,
formas tocadas, engullidas, – ¿dónde estoy?
(No, no es una adivinanza,
desgraciadamente, no lo es,
tanto aquí como en otro lado,
ya no me reconozco.)
Orden tan frágil de la geometría,
no me prodiga más el consuelo de tu corazón de hierro.
Estos días, transito en los colores y los sonidos enredados,
y veo la noche aún con las más vivas luces,
mundo, fantasma monstruoso,
tu día es la más vacía de las noches.
Una voz dice: “¿dónde estoy? ¿quién soy?”
¿es mi voz en este desierto?
La superficie de cada cosa
está tensa por la noche que la hincha
– ¡Ay, noche con velos de sol! –
Sí, palabra en burbuja de ilusión,
palabra perdida,
que es sólo la mía

Poesía negra y poesía blanca (Poésie noire et poésie blanche)(Ensayo)

Como la magia, la poesía es negra o blanca, según sirva a lo subhumano o a lo sobrehumano. Las mismas disposiciones innatas ordenan la maquinaria del poeta blanco y del poeta negro. Algunos las consideran un don misterioso, un sello de las potencias superiores, otros, una enfermedad o una maldición. No importa. ¡O en realidad sí! Importaría mucho, pero no hemos llegado a ser aptos para comprender el origen de nuestras estructuras esenciales. Quien las comprendiera se liberaría de ellas. El poeta blanco busca comprender su naturaleza de poeta, para liberarse y hacerla servir. El poeta negro se aprovecha de ella y se esclaviza. Pero, ¿qué es ese “don” común a todos los poetas? Es una conexión particular entre las diversas vidas que componen nuestra vida, tal que cada manifestación de una de estas vidas no posee ya únicamente el signo exclusivo, sino que puede devenir, por una resonancia interior, el signo de la emoción que es, en un momento dado, el color o el sonido o el sabor de sí-mismo. Esta emoción central, profundamente escondida en nosotros, no vibra y no brilla más que en raros instantes. Esos instantes serán para el poeta sus momentos poéticos, y todos sus pensamientos y sensaciones y gestos y palabras, en ese momento, serán los signos de la emoción central. Y cuando la unidad de su significación se realice en una imagen que se afirme mediante palabras, entonces más especialmente, diremos que es un poeta. Esto es lo que llamamos “don poético”, a falta de un conocimiento mayor. El poeta tiene una noción más o menos confusa de su don. El poeta negro lo explota para su satisfacción personal. Cree que posee el mérito de ese don, cree que él hizo voluntariamente sus poemas. O bien, abandonándose al mecanismo de las signiΞcaciones resonantes, se jacta de estar poseído por un espíritu superior, que le habría elegido como intérprete. En los dos casos, el don poético está al servicio del orgullo y de la imaginación falaz. Conjugador o inspirado, el poeta negro se miente a sí mismo y se cree alguien. Orgullo, mentira, un tercer elemento lo caracteriza aún: pereza. No digo que no se agite o sufra, al menos exteriormente. Pero todo ese movimiento se hace solo, se cuida mucho incluso de no intervenir él mismo, ese sí mismo pobre y desnudo que no quiere ser visto, ni verse pobre y desnudo, que cada uno de nosotros se esfuerza por esconder bajo sus máscaras. Al “don” que opera en él, lo goza como un mirón [vouyeur], sin mostrarse, se viste con él como el cangrejo ermitaño de vientre blando se abriga con una concha de múrex, hecha para producir el púrpura real y no para revestir abortos vergonzosos. Pereza de verse, de dejarse ver, miedo de no tener otras riquezas que las responsabilidades que uno asume, es de esta pereza que yo hablo – ¡oh madre de todos mis vicios! La poesía negra es fecunda en prestigios, como el sueño y el opio. El poeta negro gusta todos los placeres, luce todos los ornamentos, ejerce todos los poderes –en la imaginación. El poeta blanco prefiere la verdad, aunque sea pobre, que las ricas mentiras. Su obra es una lucha incesante contra el orgullo, la imaginación y la pereza. Aceptando su don, incluso si sufre por él, y sufre por sufrir, busca hacerlo servir a los fines superiores antes que a sus deseos egoístas, a la causa todavía desconocida de ese don.

No voy a decir: ése es poeta blanco, ése es poeta negro. Eso sería caer de ideas a opiniones, a discusiones y al error. No voy a decir tampoco: tal tiene el don poético, tal no lo tiene. ¿Lo tengo yo? A menudo dudo, a veces creo estar seguro. No estoy nunca convencido de una vez por todas. La pregunta se renueva siempre. Cada vez que el alba aparece el misterio está ahí, entero. Pero si yo he sido antes poeta, ciertamente fui un poeta negro, y si mañana deseo ser un poeta, quiero ser un poeta blanco. De hecho, toda poesía humana es mezcla de blanco y negro: pero una tiende hacia lo blanco y la otra hacia lo negro.

Aquella que tiende hacia lo negro no realiza un esfuerzo para ello. Sigue la pendiente natural y sub-humana. No se necesita esfuerzo para jactarse, para dormir, mentirse y vagar; ni para calcular y conjugar, cuando cálculos y conjugaciones están al servicio de la vanidad, de la imaginación, de la inercia. Pero la poesía blanca va cuesta arriba, como la trucha, para llegar a engendrar en la fuente viva. Ella resiste, con esfuerzo y con astucia, a los caprichos de los rápidos y de los remolinos, no se deja distraer por el tornasol de las burbujas que pasan, ni es llevada por las corrientes a los dulces valles cenagosos.

¿Cómo lleva esta lucha el poeta que quiere convertirse en poeta blanco? Diré cómo intento llevarla yo, en mis extraños mejores momentos, para que un día, si soy un poeta, de mi poesía, tan gris como es, emane al menos un deseo de claridad.

Distinguiré tres etapas en la operación poética: la del germen poético, la del revestimiento en imágenes, la de la expresión verbal.

Todo poema nace de un germen, primero oscuro, que es necesario volver luminoso, para que produzca frutos de luz. En el poeta negro el germen queda oscuro y produce ciegas vegetaciones subterráneas. Para hacerlo brillar, es necesario hacer silencio, porque ese germen es la Cosa-por-decir misma, la emoción central que a través de toda mi maquinaria quiere expresarse. La máquina por sí misma es oscura, pero ama proclamarse luminosa, y llega a hacerlo creer. Tan pronto es puesta en movimiento por el impulso del germen, ella pretende actuar por cuenta propia, para exhibirse, y por el placer vicioso de cada una de sus palancas y engranajes. ¡Silencio entonces, máquina! ¡Funcioná y callate! ¡Silencio a los juegos de palabras, a los versos memorizados, a los recuerdos fortuitamente reunidos, silencio a la ambición, al deseo de brillar –porque la luz sola brilla por sí-misma– silencio al elogio de sí mismo, a la autocompasión, silencio al gallo que cree hacer salir al sol! Y el sol aparta las tinieblas, el germen comienza a brillar, alumbrador, no alumbrado. Esto es lo que habría que hacer. Es muy difícil, pero cada pequeño esfuerzo recibe en recompensa un pequeño rayo de luz. La Cosa-por-decir aparece entonces, en lo más íntimo de sí, como una certeza eterna –conocida, reconocida y esperada al mismo tiempo– un punto luminoso conteniendo la totalidad del deseo de ser.

La segunda fase es la vestimenta del germen luminoso –que revela pero no es revelado, invisible como la luz y silencioso como el sonido–, su revestimiento por las imágenes que lo manifestarán. Allí todavía es necesario revisar las imágenes, rechazar y apresar aquellas que no quieren servir más que a la facilidad, la mentira y el orgullo. ¡Hay tantas bellas que uno querría mostrar! Pero, hecho el orden, debe dejarse al germen elegir él mismo la planta o el animal del que va a vestirse, dándole la vida.

Y viene, en tercer lugar, la expresión verbal, donde no cuentan ya solamente el trabajo interior, sino también la ciencia y el saber-hacer exteriores. El germen tiene su respiración propia. Su aliento se apropia de los mecanismos de la expresión, comunicándoles su cadencia. Entonces, deben esos mecanismos estar bien aceitados y además muy descansados, para que no se pongan a bailar su baile solos, a escandir sus metros incongruentes. Y al mismo tiempo, ella somete los sonidos del lenguaje en su aliento, la Cosa-por-decir los obliga así a contener sus imágenes. ¿Cómo realiza ella esta doble operación? Ese es el misterio. No es por conjugación intelectual, hace falta mucho tiempo para eso; ni por instinto: el instinto no inventa. Ese poder se ejerce gracias a la conexión especial que existe entre los elementos de la maquinaria del poeta, que une en una sola substancia viva materiales tan diferentes como las emociones, las imágenes, los conceptos y los sonidos. La vida de ese nuevo organismo es el ritmo del poeta.

El poeta negro hace casi todo lo contrario, aunque la exacta semblanza de estas operaciones se efectúan en él. Su poesía le abre numerosos mundos, es cierto, pero mundos sin Sol, iluminados por mil lunas fantásticas, poblados de fantasmas, decorados de espejismo, y a veces adoquinados de buenas intenciones. La poesía blanca abre la puerta de un solo mundo, el de un único Sol, sin prestigios, real.

He dicho lo que es necesario hacer para devenir un poeta blanco. ¡Hace faltaque yo llegue a serlo! Incluso en la prosa, en las palabras y la escritura ordinarias –en todos los aspectos de mi vida cotidiana– todo lo que produzco es gris, piadoso, manchado, mezcla de luz y de noche. Entonces, reemprendo la lucha después. Me releo. Entre mis frases veo palabras, expresiones, parásitos que no sirven a la Cosa-por-decir; una imagen que pretende ser extraña, un juego de palabras tomado por divertido, una pedantería de grosero que bien debería quedarse en su escritorio, en lugar de venir a tocar la flauta en mi cuarteto de cuerdas, y, cosa notable, al mismo tiempo es una falta de buen gusto, de estilo o incluso de sintaxis. El lenguaje mismo parece dispuesto para descubrirme los intrusos. Pocas de las faltas son de técnica pura. Casi todas son mis faltas. Y tacho, corrijo, con la alegría que alguien puede tener al cortarse del cuerpo un trozo engangrenada.

1941

René Daumal (Boulzicourt, Francia, 16 de marzo de 1908 – París, Francia, 21 de mayo de 1944). Poeta, escritor, ensayista y traductor. La obra de Daumal es considerada una de las más importantes de la poesía francesa moderna y de la literatura del siglo XX. 

La infancia de René Daumal transcurre durante la Primera Guerra Mundial, lo que le obliga a residir en diferentes lugares (Auvergne, París, Langres y Reims) generando en su espíritu una conciencia de desarraigo y desconfianza en la sociedad occidental que luego habría de aflorar en su producción poética. 

 Estudia en el Liceo de Reims, donde inicia su amistad con Roger Gilbert-Lecomte. En esa época constituyó un grupo llamado «los Simplistas» inspirados por Alfred Jarry, Arthur Rimbaud y los vigorosos movimientos de vanguardia del momento: dadaísmo, futurismo, surrealismo.

Acerca de sus quince años escribe Daumal:

Es en 1924, a los dieciséis, cuando Daumal conoce un tipo de experiencia única, determinante, mediante el consumo de tetraclorometano o tetracloruro de carbono (C Cl 4 ). Intuyó otro mundo, un más allá, “una trascendencia” de certeza absoluta en la que el pensamiento supera los límites del lenguaje discursivo. De estas experiencias, que condicionarán el desarrollo de su poética entera, queda testimonio en “Recuerdo Determinante” (1943):

De los diecisiete a los diecinueve años (1925-1927) es pupilo en el Liceo Henri-IV en París. Preparación del curso de ingreso a la Escuela Normal. Es alumno del filósofo, profesor y periodista Émile-Auguste Chartier (más conocido como Alain), un reconocido admirador de la obra de Alfred Jarry; y a la vez es condiscípulo de Simone Weil, futura filósofa, con la que mantendrá algunos intercambios con respecto al sánscrito – el que aprende de modo autodidacta. René Daumal se consagra a la poesía y a las experiencias narco-iniciáticas en busca del Absoluto. Escribe numerosos poemas y concluye a los dieciocho años (1926) un relato visionario, Mugle, de honda infuencia surrealista. Además redacta un importante estudio, La revolución y la ironía (que quedará inacabado). Durante las vacaciones vuelve a encontrar a sus compañeros y recomienza sus “experiencias”, mientras lee obras místicas, teosóficas, ocultistas, etcétera. Encuentra opiómanos con quienes fuma—sin llegar a la intoxicación.

En 1928, funda con su amigo Gilbert-Lecomte, Roger Vailland y el crítico literario André Rolland de Renéville la revista Le Grand Jeu, donde participaba un grupo de artistas al margen del surrealismo por su tendencia al misticismo y la metafísica oriental, que prefiere la experiencia poética a la literatura y hasta a la poesía misma. De hecho Daumal, en plena época de la ebullición del surrealismo,  se peleó agriamente con André Breton, a quien le escribió una sesuda Carta abierta (1929) donde le invitaba a abandonar las frivolidades de la escritura automática y del azar objetivo y espiritualizarse a la medida de Le Grand Jeu, la revista de Daumal.

El primer número de la revista apareció en junio de 1928, su preámbulo completo es este:

El Gran Juego es irremediable; se juega sólo una vez. Nosotros queremos jugarlo en todos los instantes de nuestra vida. Se trata, todavía, de «quien pierde gana» 9 . Porque se trata de perderse. Queremos ganar. Ahora bien, el Gran Juego es un juego de azar, es decir, un juego destreza, o mejor aún, de «gracia»: la gracia de Dios y la gracia de los gestos 10 . Poseer la gracia es una cuestión de actitud y de talismán. Investigar la actitud favorable y el signo que abre los mundos es nuestra meta. Porque creemos en todos los milagros. Actitud: es necesario disponerse en un estado de entera receptividad, para ello estar puro, haber hecho el vacío de sí. Por esto nuestra tendencia ideal a ponerlo todo en cuestión en todos los instantes. Un cierto hábito de este vacío modela nuestros espíritus día a día, una inmensa oleada de inocencia ha hecho tambalear en nosotros todos los límites de coacciones que un ser social acostumbra aceptar. No aceptamos porque no comprendemos. Ni los derechos ni los deberes y sus pretendidas necesidades vitales. Frente a esos cadáveres, auguramos poco a poco una ética nueva, que se construirá en estas páginas. En el plano de la moral de los hombres que se observan, se pisan los talones, reptan por lo bajo, vuelan por lo alto, se toman la delantera, se evitan, se aclaman, se abuchean y se observan impasibles. Pero no queremos ser entonces sino la acción de andar. Es en esto que somos comediantes sinceros. Malvados son aquéllos queno se entregan completamente a su elección. Nosotros simplemente tenemos el sentido de la acción. ¿Por qué escribimos? 11 No queremos escribir, nosotros nos dejamos escribir. Es entonces para conocernos a nosotros mismos, y los unos y a los otros: me miro cada mañana en un espejo para componer una figura humana, dotada de una identidad en la duración. Sin espejos tendría las caras de las bestias cambiantes de mis deseos, y, ciertos días en los que el milagro me alcance, ya no tendría cara. Porque, liberados, a la vez somos brutos esgrimiendo los amuletos de sus instintos de sexo y de sangre, y dioses también que buscan, por su confusión, formar una totalidad infinita. El compromiso “homo sapiens”, se eclipsa entre los dioses. El conocimiento discursivo, las ciencias humanas no nos interesan, sino en la medida en que ellas sirven a nuestras necesidades inmediatas. Todos los grandes místicos de todas las religiones serían nuestros si hubieran destrozado los grilletes de sus religiones, que no podemos soportar. Nos daremos siempre con todas nuestras fuerzas a todas las revoluciones nuevas. Los cambios de ministerio o de régimen nos importan poco. Nosotros atribuimos al acto mismo de la revuelta una potencia capaz de milagros. Ahora bien, no somos individualistas: en lugar de encerrarnos en nuestro pasado, andamos unidos en conjunto, cada uno llevando su propio cadáver sobre la espalda. Porque nosotros no formamos un grupo literario, sino una unión de hombres unidos por la misma búsqueda. Este es nuestro último acto en conjunto; el arte yla literatura no son para nosotros sino medios. La gracia unida a la actitud, como hemos dicho, tiene necesidad de talismanesque le comuniquen sus poderes, de alimentos que nutran su vida. Uno de nosotros decía recientemente que, ante todo, su espíritu buscaba alimentarse. Entre sus sensaciones busca la que pueda nutrirlo. En vano su hambre searrastraba por los museos y las bibliotecas. Pero un espectáculo, insignificante en apariencia, súbitamente le daba su ración (una empalizada, una ostra viva). La sensación turbadora de un instante había aportado, de un golpe, unas fuerzas incalculables a su vida inquieta. Son esos instantes eternos que buscamos en todos lados, los que nuestros textos, nuestros dibujos, harán nacer quizá en algunos, los que se han dado frecuentemente a sus creadores en el shock de sus descubrimientos, cuyas ingresos tratamos de investigar. Es de tales instantes que absorbemos todo, en los que nos tragamos a Dios para devenir transparentes hasta desaparecer.

En 1930, Daumal contrajo matrimonio con  Vera Milanova, nacida en Siberia de padres judíos, quien se había incorporado al Grand Jeu en 1927, en compañía de su primer marido, el poeta Hendrik Cramer de quien había enviudado. Se instalaron definitivamente en París, donde Daumal dio fin a sus estudios superiores. Volcado, a partir de entonces, en una intensa actividad creativa e intelectual (escribió cuentos, ensayos y poemas, y realizó numerosas traducciones del sánscrito). Una selección de poemas del Contra-Cielo, que acaba de terminar, aparece en la revista Commerce.

Decidió pronto ampliar su conocimiento y emprendió en 1932 un largo viaje a los Estados Unidos de América. A su regreso a Francia, tuvo que pasar un reconocimiento médico militar en el hospital Percy, donde se le diagnóstico una grave dolencia coronaria que exigía, entre otros muchos cuidados, un reposo absoluto. Es obligado a realizar el servicio militar durante 1933; destinado en abril a Nancy, es puesto primero como auxiliar por miopía y luego dado de baja en julio por taquicardia.

Posteriormente vive en Paris pero su escasez de recursos económicos le obliga a aceptar numerosos trabajos precarios y tiene que trasladarse ininterrumpidamente de ciudad en ciudad, lo que acabó por arruinar totalmente su frágil salud.

1938. Publica en Mesures, “Los poderes de la palabra en la poética hindú”. Pasa el verano en Villars d’ Aréne.

Hacia 1939 se encuentra sin trabajo en París. Proyecta un libro sobre “oscurantismo moderno”. En junio un examen médico revela un estado avanzado de tuberculosis pulmonar. Parte el mes siguiente hacia Pelvoux, en los Alpes, donde escribe el primer capítulo del célebre e inacabado Monte Análogo, demostración del lenguaje analógico y de la escritura en múltiples estratos de comprensión.

Inicio de la Segunda Guerra Mundial en septiembre. 1940. Daumal habita en Châtenay. Su salud no mejora y sufre grandes dificultades materiales.

En mayo Alemania ocupa Francia; se ve obligado cambiar constantemente de residencia ya que Vera, su mujer, es judía. Pasan el verano en Gavarnie, luego van a Marsella. La revista Fontaine publica “La guerra santa”.

1941. Habita en Allauch, cerca de Marsella, y pasa el verano enPelvoux, siempre enfermo. Para solucionar sus problemas materiales traduce del inglés los estudios de Suzuki sobre el Zen. Colabora en el número especial de Cahiers du sud sobre la India, y comienza a traducir ciertos pasajes del Rig-Veda, el Upanishad y el Bhagavad-gîtâ.

1942. Sigue viviendo entre Allauch, Pelvoux y Passy. Colabora regularmente con Fontaine donde aparece “Poesía negra, poesía blanca”, “Algunos textos sánscritos sobre la poesía” y “Memorables”.

1943. Todavía en Passy, escribe en abril Recuerdo determinante. En julio se siente mejor y piensa en terminar el Monte análogo. En octubre vuelve a París. El 31 de diciembre de 1943, también en París, muere Roger Gilbert-Lecomte, víctima de tétanos.

1944. Continúa con el Monte análogo 31 (capítulo IV y principios del capítulo V).

Enfermo y arruinado, subsistió como pudo en París hasta que su grave afección pulmonar acabo con su vida.

Daumal muere en París, calle Monticelli, cerca de la porte d’Orleans, el 21 de mayo de 1944.

Tenía treinta y seis años.

Daumal cuando fallece solo ha publicado el poemario Le Contre-Ciel (1936),libro que mereció el Premio Jacques Doucet; una novela La Gran Borrachera (1938, una mordaz novela de estilo patafísico),y deja inconcluso el relato que mayor fama y atención le ha valido: El monte análogo. Deja inconclusa también una gramática del sánscrito y queda desperdigada una sumatoria de ensayos, traducciones y prosas poéticas.

 Cada vez que el alba aparece (1940) —, su sorprendente obra inédita fue publicada póstumamente por la Editorial Gallimard y abarca más de ocho títulos, incluyendo las cartas a sus amigos.

Obras editadas en Ediciones Gallimard :

●Le Grande Beuverie [La Gran Borrachera], 1938; versión definitiva en 1986.

● Le Mont analogue [El Monte análogo], 1952; versión definitiva en 1981.

● Chaque fois que l’aube paraît (Cada vez que el alba aparece, ensayos y notas) 1953.

● Poésie noire, poésie blanche [Poesía negra, poesía blanca]: poemas 1924-1944, 1954.

● Lettres à ses amis [Cartas a sus amigos]: 1916-1932, 1954.

● Bharata: L’Origine du théâtre- La Poesía et la musique en Inde [Bharata: El Origen del teatro- La Poesía y la música en India], 1970.

● Le Contre-Ciel [El Contra-Cielo], 1936; seguido de Les dernières paroles du poète [Las últimas palabras del poeta], 1970; versión deΞnitiva en 1990.

● L’Évidence absurde [La Evidencia absurda], ensayos y notas I: 1926-1934; 1972.

● Les Pouvoirs de la Parole [Los poderes de la Palabra], ensayos y notas II: 1935-1943; 1972.

● Correspondance [Correspondencia], I: 1915-1928; 1992.

● Correspondance [Correspondencia], II: 1929-1932; 1993.

● Correspondance [Correspondencia] III : 1933-1944, 1996.

Obra publicada en otras editoriales :

● Tu t’es toujours trompé [Estás siempre engañado], Mercure de France, 1970.

● René Daumal ou le retour à soi [René Daumal o el retorno a sí], textos inéditos y estudio, edición de Jean-Michel Agasse, L’Originel, 1981.

● La langue sanskrite [La lengua sánscrita], gramática- poesía- teatro, Ganesha, 1985.

● Mougle, Fata Morgana, 1978.

● Fragments inédits (1932-33). Première étape vers la Grande beuverie, Éditions Éoliennes, 1996.

● Chroniques cinématographiques (Aujourd’hui 1934), Au Signe de la Licorne, 2004.

● Les poètes du Grand Jeu [Los poetas del Gran Juego], presentación y selección de Zéno Bianu,París, NRF, 2003.

Obras publicadas en castellano :

● “Carta abierta a André Bretón sobre las relaciones del Surrealismo y el Gran Juego”, en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, trad. M. Mansour, México, Nueva Época, N° 355, julio del 2000.

Clavículas de un gran juego poético, seguido de Poesía negra y poesía blanca, trad. y prólogo A. Ferrario y J. Lebedev, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1972.

El contracielo, trad. Mónica Mansour, México, Aldus, 2000.

El monte análogo, trad. A. Renard, Buenos Aires, Ediciones Mundonuevo, 1961. ● El monte análogo, trad. A. Laurent, Barcelona, Ediciones Abraxas, 2001. ● El monte análogo, trad. M. T. Gallego, Girona, Atalanta, 2006. ● El Monte análogo. Novela de aventuras alpinas no euclidianas y simbólicamente verdaderas, trad. W. Romero, Buenos Aires, Augural, 2005. Edición independiente.

“La desilusión”; “El gran día de los muertos”; “La revolución en verano”; “El abandono”; “Hechos memorables” en Antología de la poesía surrealista, trad. y selección A. Pellegrini, Bs As, Compañía General Fabril Editora, 1961.

“La piel del fantasma”; “El errabundo”, trad. de L. Z. D. Galtier en La traducción literaria. Antología del poema traducido, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1965.

“Libertad sin esperanza”, trad. J. Lebedev, Revista Universitaria de México, N° 44, Octubre de 2007.

● “Los surrealistas y El Gran Juego”, “Poesía negra y poesía blanca”, “Qué muestra el autor bajo una luz más secreta”, “Nerval el nictálope”, “Reverso de la cabeza”, “Sobre el «alma primitiva»”, “Pataphysica de los fantasmas”, trad. Juan Carlos Otaño, versiones digitales.

“La ‘patafísica y la revelación de la risa”, “Patafísica de los fantasmas”, “La vida de los basilios” en Cippolini, R. (comp.), Patafísica: epítomes, recetas, instrumentos y lecciones de aparato, AAVV, trad. M. Martínez, Buenos Aires, Caja Negra, 2009

Enlaces de interés :

https://www.academia.edu/111841293/Obra_Poética_Completa_de_René_Daumal

https://revista.escaner.cl/node/7837

https://www.clarin.com/revista-n/literatura/rene-daumal-expedicion-fin_0_hu29yRxkPo.html

https://www.sueddeutsche.de/kultur/rene-daumal-der-berg-analog-gallimard-patti-smith-der-heilige-berg-1.5517306

Hola, 👋
Bienvenid@s a PoetryAlquimia.org. Un espacio donde las voces poéticas del mundo resuenan con fuerza.

Suscríbete a nuestro boletín para recibir las nuevas aportaciones poéticas.

4 thoughts on “10 Poemas y un ensayo de René Daumal

Add yours

  1. Me parece una muy buena la selección de poemas de René Daumal, así como también los materiales, las fotos y biografía que lo acompañan, sospecho que ha sido un poeta poco leído y reconocido en el ámbito de la poesia latinoamericana. Leí hace muchos años su pequeña e inolvidable novela EL MONTE ANALOGO, una novela que tiene la original particularidad, de no tener final. Todos estos escritores que de alguna manera participaron en los diversos movimientos de comienzos de siglo XX, ya sea dadaismo, surrealismo, etc. nos dejan perplejos por la entrega total de sus vidas, de sus búsquedas, jugándose el todo por el todo. Gracias ppr compartir.

    1. Muchísimas gracias Irma por su valioso y detallado comentario. Totalmente de acuerdo con su apreciación sobre la obra y la figura de René Daumal. La perplejidad nos alcanza también a nosotras ante la fusión absoluta de vida y obra de ciertos autores como Daumal. Hay una emoción intensa cuando nos toca compartir creadores que cumplen con esta característica de entrega absoluta al arte.

      Un saludo afectuoso y gracias por valorar y seguir nuestra página.

Deja un comentario

Proudly powered by WordPress | Theme: Baskerville 2 by Anders Noren.

Up ↑

Descubre más desde Poiesis/ποίησις

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo