15 Poemas de Blas de Otero

Pido la paz y la palabra

Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.

Ahora viene el pero

La poesía tiene sus deberes.
Igual que un colegial.
Entre ella y yo hay un contrato
social.

Ah las palabras maravillosas,
“rosa”, “poema”, “mar”,
son  m pura y otras letras:
o, a…

Si hay un alma sincera, que se guarde
(en el armario) su cantar.
¿Cantos de vida y esperanza
serán?

Pero yo no he venido a ver el cielo,
te advierto. Lo esencial
es la existencia; la conciencia
de estar
En esta clase o en la otra.
Es un deber elemental.
(Que trata de España)
«12»
Hablamos de las cosas de este mundo.
Escribo
con viento y tierra y agua y fuego.
(Escribo
hablando, escuchando, caminando.)
Es tan sencillo
ir por el campo, venir por la orilla
del Arlanza, cruzar la plaza
como quien no hace nada
más que mirar el cielo,
lo más hermoso
son los hombres que parlan a la puerta
de la taberna, sus solemnes manos
que subrayan sus sílabas de tierra.
Ya sabes
lo que hay que hacer en este mundo: andar,
como un arado, andar entre la tierra.

Poema sin palabras

Palabras para ti. No las pronuncies.
Cierra
los labios.
Como cierras el puño, abriendo el aire.

No quiero
palabras. Espuma
contra el cantil radiante
de la realidad.
Tú.
El cabello
luminoso.
Roja bandera herida por el alba.
Cuando
me miras, no hay palabras.
El mundo
tiembla en un instante.

Y sé que es bello combatir unidos.

De: «En castellano» (1951-1959 )(México, 1960)

Digo Vivir

Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.

Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.

Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.

Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.

Yo soy aquel que ayer no más decía…

Dicen que estamos en el antedía,
yo diría. no sé ni dónde estamos.
Ramos de sombra por los pies,
y ramos de sombra en el balcón de la agonía.

Madera dulce de la luz: estría
triste del día que se va. Nos vamos.
Más que lavar el alba, sombreamos
el abanico de la noche fría.

Prefiero fabricar un alba bella
para mí solo. Para ti: de todos,
de todos modos no contéis con ella.

Otros vendrán. Verán lo que no vimos.
Yo ya ni sé, con sombra hasta los codos,
por qué nacemos, para qué vivimos.

De: «Pido la paz y la palabra» (1951 – 1954)

Hombre

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser ?y no ser? eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

La tierra

Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.

Romper el mar
en el mar, como un himen inmenso,
mecen los árboles el silencio verde,
las estrellas crepitan, yo las oigo.

Sólo el hombre está solo. Es que se sabe
vivo y mortal. Es que se siente huir
?ese río del tiempo hacia la muerte?.

Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,
subir, a contramuerte, hasta lo eterno.
Le da miedo mirar. Cierra los ojos
para dormir el sueño de los vivos.

Pero la muerte, desde dentro, ve.
Pero la muerte, desde dentro, vela.
Pero la muerte, desde dentro, mata.

…El mar ?la mar?, como un himen inmenso,
los árboles moviendo el verde aire,
la nieve en llamas de la luz en vilo…

Blas de Otero junto al poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, Sala Circulante, 20 de febrero de 1964. Colección especial de fotografías BNJM.

Guernica

Aquí estoy
frente a ti Tibidabo
hablando viendo
la tierra que me faltaba para escribir «mi patria es también europa y poderosa»
asomo el torso y se me dora
paso sorbiendo roma olivo entro
por el Arc de Bará
de repente remonto todo transido el hondo
Ebro
a brazazos retorno arribo a ti
Vizcaya
árbol que llevo y amo desde la raíz
y un día fue arruinado bajo el cielo

Ved aquí las señales
esparcid los vestigios
el grito la ira
gimiente
con el barabay
el toro cabreado directamente oíd
ira escarnio ni dios
oh nunca nunca
oh quiero quiero que no se traspapelen
el cuello bajo la piedra
la leche en pleno rostro el dedo
de este niño
oh nunca ved aquí
la luz equilibrando el árbol
de la vida.

En Castellano

Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
mi voz apedreando las puertas de la muerte
con cantos que son duras verdades como puños.

Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
hermosa como un viaje alrededor del mundo.

Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
en pie contra el crepúsculo.

Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.

En nombre de muchos

Para el hombre hambreante y sepultado
en sed –salobre son de sombra fría–,
en nombre de la fe que he conquistado:
alegría.

Para el mundo inundado
de sangre, engangrenado a sangre fría,
en nombre de la paz que he voceado:
alegría.

Para ti, patria, árbol arrastrado
sobre los ríos, ardua España mía,
en nombre de la luz que ha alboreado:
alegría.

Entonces y además

Cuando el llanto, partido en dos mitades,
cuelga, sombríamente, de las manos,
y el viento, vengador, viene y va, estira
el corazón, ensancha el desamparo.

Cuando el llanto, tendido como un llanto
silencioso, se arrastra por las calles
solitarias, se enreda entre los pies,
y luego suavemente se deshace.

Cuando morir es ir donde no hay nadie,
nadie, nadie; caer, no llegar nunca,
nunca, nunca; morirse y no poder
hablar, gritar, hacer la gran pregunta.

Cuando besar una mujer desnuda
sabe a ceniza, a bajamar, a broza,
y el abrazo final es esa franja
sucia que deja, en bajamar, la ola.

Entonces, y también cuando se toca
las dos manos el vacío, el hueco,
y no hay donde apoyarse, no hay columnas
que no sean de sombra y de silencio.

Entonces, y además cuando da miedo
ser hombre, y estar solo es estar solo,
nada más que estar solo, sorprenderse
de ser hombre, ajenarse: ahogarse sólo.


De: «Ancia», (1947-1954)

Blas de Otero y su mujer Sabina De La Cruz

A la inmensa mayoría

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.

De: «Pido la paz y la palabra» (1951-1954)

Mientras viva

Vuestro odio me inyecta nueva vida.
Vuestro miedo afianza mi sendero.
Vida de muchos puesta en el tablero
de la paz, combatida, defendida.

(Ira y miedo apostaron la partida,
quedándose los dos con el dinero.
Qué hacer, hombre de dios, si hay un ratero
que confunde la Bolsa con la vida).

Vuestro odio me ayuda a rebelarme.
A ver más claro y a pisar más firme.
(Mientras viva, habrá noche y habrá día).

Podrán herirme, pero no dañarme.
Podrán matarme pero no morirme.
Mientras viva la inmensa mayoría.

De: «Que trata de España» (1960-64)

Cartilla

La poesía tiene sus derechos.
Lo sé.
Soy el primero en sudar tinta
delante del papel.

La poesía crea las palabras.
Lo sé.
Esto es verdad y sigue siéndolo
diciéndola al revés.

La poesía exige ser sinceros.
Lo sé.
Le pido a Dios que me perdone
y a todo dios, excúsenme.

La poesía atañe lo esencial
del ser
No lo repitan tantas veces,
repito que lo sé.

No más patrias, no más banderas

No más patrias, por favor, no más banderas.
No más sangre alimentando mercaderes.

No más historias falseadas
por el rencor de los mediocres.
No más futuros inventados
por los fabricantes de caínes.
No más batallas asesinas
para engordar a los traficantes
del estúpido odio entre los pueblos…
A partir de lo que hay,
un mundo abierto, sin fronteras,
un solo territorio, nuestra tierra,
un hogar para todos los humanos
(un hogar sin iconos mentirosos,
sin altares a los dioses de la guerra).
No más muerte abortando nueva vida,
no más armas, no más frentes, no más fosos:

sólo puentes entre todas las orillas.

Blas de Otero Muñoz (Bilbao, 15 de marzo de 1916-Majadahonda, 29 de junio de 1979). Poeta . Se le ha considerado el mayor de los poetas españoles de la llamada promoción de la posguerra.

Nieto de un capitán de la Marina Mercante y de un famoso médico, diez años le duró a Blas de Otero su infancia de niño rico. A los siete años ingresa en el colegio de Doña María de Maeztu y posteriormente Preparatorio e Ingreso de Bachillerato en un austero colegio de jesuitas (“yo no tengo la culpa de que el recuerdo sea tétrico”, escribirá más adelante).

En 1927, la familia se traslada a Madrid. En el Instituto Cardenal Cisneros recibe su título de Bachiller. La muerte de su hermano mayor en plena adolescencia, y dos años más tarde la del padre, amargado por la ruina económica total, determinan su futuro (“iba a estudiar Letras, pero un hermano que murió a los dieciséis años había iniciado ya Derecho y mi familia me animó a ocupar su lugar”).

Quince años tiene el poeta cuando regresa a Bilbao con su madre y sus dos hermanas. Sobre él recae principalmente, como único varón, la responsabilidad de rehacer la maltrecha economía familiar. A este desvío vocacional seguirán años de renuncias hasta conseguir el título de abogado, mientras oculta las dificultades de la familia en el círculo de amigos que le rodean, todos muy cercanos al ambiente religioso de los jesuitas. En el periódico El pueblo Vasco, él es “el Poeta” que dirige la página “Vizcaya escolar”, voz orgánica de los estudiantes católicos en 1935; publica poemas y gana su primer premio de poesía en el Centenario de Lope de Vega. Su personalidad parece escindida entre el abogado que debe ser y el poeta que es.

La Guerra Civil le sorprende con la carrera de Derecho recién terminada. Se incorpora a los batallones vascos como sanitario y, cuando las tropas del general Franco entran en Bilbao, es enviado al frente de Levante. Acabada la guerra empieza a trabajar como abogado en una empresa metalúrgica vizcaína.

Escribe crítica musical y de pintura para el periódico Hierro y sigue publicando sus poemas. Dos de estas publicaciones tienen un amplio eco en la prensa del norte, “Cuatro poemas” y Cántico espiritual.  En noviembre de 1943 se traslada a Madrid para estudiar Filosofía y Letras, carrera que consideró la más apropiada para satisfacer, al mismo tiempo, sus deberes familiares y su voz interior. En Madrid entra en contacto con los principales poetas como Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre.

Pero el deber le llama de nuevo desde Bilbao al recibir la noticia de la grave enfermedad de su hermana, lo que le obliga a abandonar el curso ya empezado. El sacrificio supera lo soportable para un equilibrio mantenido a duras penas en lucha tan tenaz por la propia autorrealización, y sufre una crisis depresiva y tiene que ingresar en un sanatorio.

Durante varios años Blas de Otero vive en el retiro de su casa y no aparece públicamente hasta que la revista Egan incluye en su primer número (verano de 1948) once de sus poemas con el título de “Poemas para el hombre”. Son el germen de Angel fieramente humano, libro donde resolverá literariamente la transformación que en él se había producido durante la crisis de 1944-45. En medio de la soledad y de angustiosas dudas, su catolicismo ortodoxo, su fe y sus creencias se resquebrajan definitivamente, pero el hombre que sale de este encierro es ya un hombre distinto, dispuesto a vivirse solo en su autenticidad de poeta.

Con la publicación de  Redoble de conciencia (1951) Blas de Otero es considerado como el poeta más auténtico y original surgido en aquellos años. Poeta bronco poseedor de un dominio sorprendente de la lengua poética, destaca en medio del panorama un tanto monótono de la poesía de esa época.

El año 1952 es crucial para la vida y la obra de Blas de Otero. Por primera vez sale de España. En París entra en contacto con los exiliados españoles comunistas y, a través de sus lecturas y las conversaciones, asume la interpretación marxista de la historia que dibuja una futura sociedad donde reine la armonía, basada en la justicia y la dignidad para todos. Este humanismo utópico le entusiasma y le empuja su voz a un ideal de justicia y solidaridad. Ahora ha encontrado la justificación moral a su oficio de poeta, haciendo de la estética la mas excelsa ética.

Blas de Otero residió en París algo menos de un año y, de regreso a España, confiesa con cierta ironía: “París me pareció maravilloso e insoportable”. Desea conocer a fondo a las gentes y las tierras de España, que tan hondas huellas dejarán en su poesía. Para ello viaje en el verano de 1954 por las tierras altas de la meseta castellana y de aquí van saliendo los poemas que nombran los pueblos, las esbeltas espadañas, el rostro curtido de los campesinos. Voz de las gentes sencillas que resuena a través del Cancionero y el Romancero tradicionales, en los que Otero encuentra la poesía más decantada y pura, viva aún en el pueblo, protagonista a la vez que conservador de la tradición oral.

Desde su vuelta de París Blas de Otero se ha dedicado sólo a la poesía. Vive en Bilbao con su madre y la hermana mayor, que ha tomado a su cargo la responsabilidad del hogar materno. Las conferencias y recitales que da por toda España y la publicación de sus poemas en diversas revistas son sus únicos ingresos, lo que vuelve a plantear el conflicto de siempre entre su vocación y la necesidad de contribuir a la economía familiar.

No era fácil escribir en un país que imponía el silencio a un hombre cuya historia personal y poética corría paralela a la historia de su patria oprimida bajo la dictadura. Cuando intenta publicar un libro al que titula significativamente Pido la paz y la palabratropieza con la prohibición de la censura. Por fin, salen a la luz estos poemas donde ha tenido que sustituir algunas palabras por otras inofensivas para la dictadura: “dios” se transforma en “sol”, “falanges” se convierte el “alángeles”. Lo que significó Pido la paz y la palabra en la poesía de la mitad de los cincuenta queda patente en las noticias de los periódicos, que lo aclaman como uno de los títulos míticos de la poesía contemporánea y el de mayor repercusión en el extranjero.

De 1956 a 1959 Blas de Otero reside en Barcelona y se integra en los círculos de los intelectuales catalanes. Tras inútiles luchas con la censura para publicar En castellano, donde había ido reuniendo los poemas posteriores a Pido la paz y la palabra, su amigo Puig Palau le aconseja reeditar los dos libros de la etapa existencial en un solo volumen, completado con otros poemas de la misma época. El resultado es Anciaque recibirá al año siguiente el Premio de la Crítica 1958.

En febrero de 1959 participa en el homenaje a Antonio Machado en Colliure y días más tarde en el de la Sorbona, representando en esta Universidad a todos los escritores españoles. Debido a la censura ,tiene que publicar en Paris su nuevo poemario “Parler clair“, en edición bilingüe .

Se ha dicho que éste es el libro más político del escritor vasco, y puede serlo si atendemos a que en él se denuncia, sin disfraces, una situación política, pero al mismo tiempo es también el libro donde el dolorido sentir aparece desnudo.

Entre 1960 y 1964 comienzan los largos viajes del poeta a los países donde ha triunfado la revolución socialista. Primero a la Unión Soviética y China, invitado por la Sociedad Internacional de Autores, luego a Cuba.

A finales de 1961 intenta publicar Blas de Otero el nuevo libro “Que trata de España“, pero la censura elimina casi la tercera parte de los poemas. A pesar de tan feroz recorte, decide editarlo en Barcelona tal y como se le permite, para no ser infiel a un título que habla de España y para los españoles y que solo hubiera podido editarlo completo fuera de la patria. De inmediato contrata la publicación del libro –esta vez sin recortes- en Francia, aunque parte importante de los poemas censurados aparecen previamente en su antología” Esto no es un libro” (Puerto Rico, 1963).

En estos años se le concede el Premio Fastenrath, de la Real Academia Española, y el Internacional Omegna Resistenza.

En el otoño de 1963 se traslada a París para la presentación de “Que trata de España“, acto que – dada la situación política española- se convierte en un multitudinario rechazo de la dictadura.

En la capital francesa, a principios de 1964, recibe una invitación para viajar a Cuba como jurado del premio de poesía “Casa de las Américas”. En Cuba se casó con Yolanda Pina y tras tres años de vivir en La Habana, en 1967 se divorció .

De Cuba vuelve a Madrid el 28 de abril de 1968. Trae el manuscrito de unas bellísimas prosas, una gran admiración por el pueblo cubano y la experiencia malograda de un breve matrimonio (“no me pesa el amor, pésame el monte/ del desamor: alrededor la muerte).

En La Habana le han descubierto un tumor canceroso del que es operado nada más llegar a España. Conociendo la gravedad del diagnóstico, Blas de Otero acepta con serenidad su destino y nacen numerosos poemas que constituirán el núcleo de un futuro libro, “Hojas de Madrid“. Once años le quedan aún de vida contra todos los pronósticos. En aquellos terribles días que siguieron a la operación, vuelve el poeta a encontrar un amor que parecía definitivamente perdido: la novia del Bilbao natal, Sabina de la Cruz, doctora en Filología Románica, profesora en distintas especialidades, crítica literaria, escritora y poeta. Juntos de nuevo y ya para siempre fijan su domicilio en Madrid, y en esta ciudad prepara el poeta varias antologías (Expresión y reunión, País, Verso y Prosa, Todos mis sonetos, Poesía con nombres), reedita sus libros, algunos por primera vez en España, como En castellano, o la primera edición completa de Que trata de España.Y sigue creando nuevos poemas, los del póstumo Hojas de Madrid, que queda inconcluso, aunque adelanta veinticinco poemas en Mientras (1970) y varios más en cada una de las antologías citadas, en especial en Expresión y reunión (1969).

Durante estos años madrileños recorre en cortos viajes las tierras de España, Portugal e Inglaterra y acompaña a su mujer, profesora de literatura, en los cursos de verano de Santander y San Sebastián. Participa en los grandes acontecimientos políticos y tiene la alegría de asistir a la llegada de la libertad – que tantas veces había inspirado su pluma- y de recitar sus poemas durante la campaña electoral que inauguró la democracia en España.

La muerte le llega por sorpresa en Majadahonda el veintinueve de junio de 1979, pocos meses después de haber cumplido sesenta y tres años.

Fuente de la biografía : https://www.fundacionblasdeotero.org/es/fundacion-blas-de-otero/

Enlaces de interés :

https://larepublicacultural.es/article10928

https://www.diariosur.es/v/20110514/cultura/blas-otero-dios-hombre-20110514.html

https://www.larazon.es/opinion/tribuna/descubriendo-a-blas-de-otero-IJ15490679/

https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20130605/poeta-libertad-2409842

https://www.deia.eus/contando-historias/2022/04/17/sabina-cruz-protagonista-historia-amor-1697237.html

https://www.diariovasco.com/culturas/muere-escritora-sabina-20201127124603-ntrc.html

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