10 Poemas de Audre Lorde

“Los padres blancos nos dicen: pienso, luego existo. Pero la madre negra que llevamos dentro -la poeta- nos susurra en nuestros sueños: siento, luego puedo ser libre.”

Audre Lorde

Cicatriz

Este es un poema simple.

Para las madres hermanas hijas

chicas que nunca he sido

para las mujeres que limpian el transbordador de Staten Island

para las brujas hermosas que hacen arder

mi cuerpo a media noche

en efigie

porque como a sus mesas

y me acuesto con sus fantasmas

.

Estas piedras en mi corazón sois vosotras

de mi propia carne

sacándome punta con vuestros ojos falsos y afilados

en busca de prismas

que caen de vuestra cabeza

echándome con risas fuera de vuestra piel

porque no valoráis

lo vuestro

ni a mí

.

Este es un poema simple

no tendré madre ni hermana ni hija

cuando haya terminado

y sólo queden los huesos

mira cómo quedan a la luz los huesos

la forma que tenemos en la guerra

escarbándonos la piel con nuestras garras

para darle de comer al dorso de las máscaras que parecen

nuestros rostros

a los que pusimos nombres de hombre.

.

Donald DeFreeze nunca llegué a conocerte tan bien

como dentro de los ojos de mi espejo

esperabas

que te bendijera o perdonase

yaciendo

en una cama y otra

¿o era tu ojo lo bastante afilado e implacable

como para resistir

hasta más allá de las muertes del deseo?

.

Con tu voz en mis oídos

con mi voz en tus oídos

intenta negarme

te daré caza

a través de las venas nocturnas de mi propia adicción

a través de todas las infancias insatisfechas

mientras este poema se despliega

como los pétalos de una amapola

ni hermana ni madre ni hijos

me quedan

sólo un océano quieto de mujeres alunadas

en todos los tonos del cariño

aprendiendo un baile de abrir y cerrar

aprendiendo un baile de ternura eléctrica

que ningún padre o madre podrían enseñarles.

.

Ven Sambo baila conmigo

sopla el son suspendido

su alta rodilla querida

sobre tu deseo

bajo vuestras malditas

caras blancas ven Bimbo ven Ding Dong

abajo perra túmbate despacio negro túmbate

quieres un vientre mullidito en que esconderte

que haga un morrito y te chupe hacia adentro

de vuelta, a resguardo,

bueno te cuento lo que voy a hacer

la próxima vez tu cabeza va al hacha de guerra

necesito de veras un polvo en el que hundirme

búscame

soy la que te corta las entradas en la reina

de las montañas rusas

puedo hacer que te salga

barato.

.

Este es un poema simple

compartiendo mi cabeza con el sueño

de una gran mujer negra con joyas

en sus ojos

baila

su cabeza en un casco dorado

arrogante

emplumada

por nombre Colossa

sus muslos son como vigas

o nogales desollados

que cambian de pronto

y se aligeran

mientras gira riendo en remolinos

con metal de herramientas sobre sus caderas

termina

y en el filo brillante

un asombro

de pelo negro suave y rizado.

Cine en el Soho

La mujer que vive en el número 830 de Broadway

pasea a su bebé cuando cae el sol

por las calles del vecindario

almacenes  una fealdad que resulta moderna

blusas de seda de 200 dólares donde antes colgaron martillos

entre cafés y muelles de carga.

En las alcantarillas los químicos florecen como rosas salvajes

su hija en el carrito a cuadros

con una pegatina del movimiento antinuclear

disfruta tanto como es posible

del paisaje urbano.

¿Promete a su hija una vida

más fácil  más segura  en esta isla

que las que ellas corren a descifrar a casa

26 pisos sobre una bahía

que agoniza,

el complejo

acróstico doble de la cultura actual?

Cuando acaba el telediario de las seis,

¿da una palmadita la niña en la mejilla húmeda de mamá

acuna ella a su hija contra su cuerpo

y llora por lo que ha visto

junto a la cama bajo la que yacen

el hedor de muerte en la alfombra

su hijo muerto a bayonetazos junto a una puerta en Santiago de Chile

una corola de moscas tse-tse que se encostra en la nariz de su hija

los hipopótamos militares que disparan contra los dolientes

en Bleecker Street

sangre en sus cuchillos Escoffier

sangre empozando el triturador de basura

la sangre de su bebé oscureciendo la pantalla

su próxima década a todo color

conectada de polo a polo,

cuando acaba el telediario de las seis

llora por lo que ha visto?

¿O regala su rebozo naranja

de flecos Soho magenta

a una campesina de Vieques

con seis hijos y sin tierra

tras el paso de los morteros

y la Marina

que navega hacia la puesta de sol?

Quién dijo que era fácil

Tiene tantas raíces el árbol de la rabia

que a veces las ramas se quiebran

antes de dar frutos.

Sentadas en Nedicks

las mujeres se juntan antes de marchar

hablan sobre las chicas problemáticas

que contratan para ser libres.

Un empleado casi blanco ignora

a un hermano que espera para atenderlas primero

y las damas no se dan cuenta y rechazan

los pequeños placeres de su esclavitud.

Pero yo que estoy limitada por mi espejo

como por mi cama

veo la causa en el color

como también en el sexo.

y me siento acá preguntándome

cuál de mis yoes sobrevivirá

a todas estas liberaciones.

Oaxaca

Bajo el pedazo de madera que labra
se mueve lentamente la tierra.
Pero los relámpagos se acercan.

Cultivando su secreto en la tierra ocre
tendida como una mujer
la osadía es una labor agotadora
para hombres de ojos inmóviles
que cuidan sus semillas
y una dura vigilia en la estación sin lluvia.
Pero en el fino y brillante borde del día,
más allá del arado partido, miran hacia las colinas
los relámpagos que se incuban
pues la tormenta es conocida.

Se mueve lentamente la tierra.
Aunque la víspera del relámpago
puede romper con un destello
la cara de una montaña, frágil como el vidrio,
la tierra se mueve lentamente.
Toda la fuerza de un hombre en brazos de su hijo
por tal de esculpir un surco
en duro suelo desafiante,
y la tendida tierra aguarda.
Largo y lento el arado
a través de la ocre estación seca,
y se mueve lentamente la tierra.

Pero los relámpagos se acercan.

Las abejas

En la calle afuera del colegio

lo que los chicos aprenden

los posee.

Tres chicos gritan y tiran piedras

a un enjambre de abejas   atrapado

entre la ventana del comedor y una chimenea

las piedras furiosas raspan el metal.

Las abejas están distantes   y lentas

para defenderse. Pican a un chico y se

acelera la destrucción.

Llegan los guardias escolares con

largos palos en la mano

avanzan hacia la colmena

rompen las ya casi terminadas

celdas de cera   miel fresca

gotea de los palos de escoba

pequeños pies   se convierten

en expertos en pisotear las abejas que caen como lluvia

en el pavimento.

Curiosas y apartadas   las chicas

miran con fascinación   aprenden

lecciones secretas   una pisa

lo que queda del zumbido débil 

para curiosear el rincón vacío

“¡Podríamos haber estudiado cómo hacer miel!”

intenta comprender

su propia destrucción.

Padre, Hijo y Espíritu Santo

No he visto la tumba de mi padre.

No es que el juicio de sus ojos haya sido

olvidado

tampoco la huella de sus grandes manos

sobre los pomos del atardecer

medio giro cada noche

y venía

cubierto del barro de asuntos mundanos

inmenso y silencioso como todo el deseo del día

listo para redefinir cada una de nuestras formas

sino que ahora los pomos del atardecer están a la espera

y no nos reconocen cuando pasamos junto a ellos

.

Cada tarde una mujer distinta

corriente como su copita de la tarde

saca la hierba que su quietud hace crecer

llamándola matojos. Cada semana

una mujer distinta lleva la cara de mi madre

y él, que tiene tiempo,

inmutable,

ha de maravillarse

él, que sólo conoció y quiso a una

.

Mi padre murió en silencio, amando la creación

y las respuestas definidas,

Vivió

conforme juicios fijos sobre cosas familiares

y murió

tras conocerme un 15 de Enero

.

Hasta que me entierren

no conoceré la tumba de mi padre.

Poema de amor

Habla tierra y bendíceme con lo más abundante

haz fluir la miel del cielo desde mis caderas

rígidas como montañas

desparramadas sobre un valle

excavado por la boca de la lluvia

.

Y cuando he entrado en ella sabía

que yo era un vendaval atravesando sus bosques, huecos

dedos susurrando sonidos

la miel fluía

de la taza quebrada

empalada en una lanza de lenguas

en las puntas de sus pechos en su ombligo

y mi aliento

aullando en sus entradas

cruzando los pulmones del dolor

.

Ávida como las gaviotas argénteas

o un niño

me balanceo por encima de la tierra

una y otra

vez

A mi hija, yonqui en el metro

Prole que no hemos parido

nos atormenta encarnándose en

sí misma

dolorosamente precisa e inevitable

como una aguja en la carne.

Vuelvo a casa en el metro tras una reunión de la APA

mentes tan comprometidas con su lucha privada

como un asesinato

o un suicidio

una chica patilarga con un caballo en el cerebro

se desploma junto a mí

ruega que la lleven dormida

lejos del deseo

por el precio de un tren nocturno.

Muchachita dopada

si nos medimos por los sueños que evitamos

tú eres la pesadilla

de todas las madres que duermen.

Meciendo una y otra vez

el peso muerto de tus brazos

abrazas nuestros cuellos

más pesados que la costumbre

de buscar razones.

Mi preocupación viciada no reemplazará

aquello que una vez necesitaste

pero soy presa de mis adicciones

y te ofrezco mi ayuda, un ojo

alerta

en mi propia estación.

Despierta e indigente

tu caro sueño explota

por todo el vagón

en una terrible risa tecnicolor

por mi fracaso.

Las mujeres desvían la mirada

y las otras madres que no supieron ser útiles

maldicen a su prole convertida en basura.

La siembra

Cae la tarde

los niños duermen o están cansados.

Terminé de plantar tomates

bajo un sol breve tras cuatro días de lluvia,

tengo tierra marrón bajo las uñas

y mi piel rebosa de sol.

Siento la cabeza densa como miel

las puntas de los dedos me arden

por la tierra fértil

pero más aún por la ausencia de tu cuerpo.

Ya estuve antes en este lugar

donde la sangre bulle de rabia

y mis dedos frescos de tierra

sueñan con arar un surco

cuyo nombre sería el tuyo.

Carbón

Yo

es el negro absoluto, hablado

desde las entrañas de la tierra.

Hay muchos tipos de abierto

cómo se anuda el diamante en la llama

lo hace el que paga cuánto por hablar

.

Algunas palabras están abiertas como un diamante

sobre los cristales de ventanas

que cantan mientras pasa el impacto del sol

Luego hay palabras como sueldos grapados

en un libro de cuentas troquelado – compra y firma y desgarra

y que ocurra todo aquello que dispongan las oportunidades

y el talón permanece

y un diente mal arrancado con un borde raído

Algunas palabras viven en mi garganta

reproduciéndose como víboras. Otras saben del sol

y rebuscan como gitanos sobre mi lengua

para explotar a través de mis labios

como gorriones primerizos estallando de la cáscara

Algunas palabras

me castigan

El amor es una palabra otro tipo de abierto

Como el diamante se vuelve un nudo de llama

Soy Negra porque vengo de la entraña de la tierra

Ahora, ten, toma mis palabras por joyas a la luz del día.

Audre Geraldine Lorde (Harlem, Nueva York 18 de febrero de 1934 – Saint Croix, 17 de noviembre de 1992). Poeta, ensayista, profesora de literatura y conferenciante. Graduada en literatura y filosofía.

Se presentaba a sí misma como “negra, lesbiana, madre, guerrera y poeta”.

 Hija de inmigrantes caribeños, nació en el barrio de Harlem, en Nueva York. Era una niña introvertida que se refugió en la lectura. Además de leer y memorizar poemas compulsivamente, demostró un gran talento como escritora que se desarrolló en el Instituto para niños superdotados al que asistió en su adolescencia. Tras graduarse allí, pasó por varias universidades hasta terminar sus estudios sacándose un Máster en Biblioteconomía en la Universidad de Columbia.

Después de trabajar un tiempo como bibliotecaria, su talento como poeta le permitió ejercer como profesora universitaria. 

Durante toda su vida asumió su poesía como una forma de expresar en forma radical su lucha contra la homofobia, el machismo, el racismo, el clasismo y demás injusticias sociales que destacan en su obra como ejes temáticos característicos. Fue cofundadora de la editorial de mujeres negras The Kitchen Table y codirectora del periódico lésbico Chrysalis; dueña de un poderoso magnetismo y una fuerza avasallante, su militancia feminista inspiró a muchas generaciones y aún lo sigue haciendo. Poco antes de su muerte, durante una ceremonia africana de bautismo, Lorde tomó el nombre de Gamba Adisa, que quiere decir: “Guerrera: la que se hace comprender”.

De los premios recibidos destacan: el Premio Literario Lambda y el Premio American Book.

Entre sus libros figuran: Las primeras ciudades (1968), Cables hacia el odio (1970), Desde una tierra donde vive otra gente (1973), Entre nosotros (1976), El unicornio negro (1978), Poemas selectos: viejos y nuevos (1982), Zami: una nueva forma de escribir mi nombre (1983), Ensayos y discursos (1984), La maravillosa aritmética de la distancia (1993).

En 2001, se lanzó el Premio Audre Lorde para honrar obras de poesía lésbica.

Enlaces de interés :

Audre Lorde

La hermana outsider Audre Lorde

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/audre-lorde-poeta-critica-feminismo-blanco_16361

«Tu silencio no te protegerá»: por qué incomoda reivindicar a Audre Lorde

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