“Absolutamente todo, incluidas las piedras, está imbuido de vida”
Ibn Arabi
Hubo un tiempo,
en el que rechazaba a mi prójimo
si su fe no era la mía.
Ahora mi corazón es capaz
de adoptar todas las formas:
es un prado para las gacelas
y un claustro para los monjes cristianos,
templo para los ídolos
y la Kaaba para los peregrinos,
es recipiente para las tablas de la Torá
y los versos del Corán.
Porque mi religión es el amor.
Da igual,
a dónde vaya la caravana del amor,
su camino es la senda de mi fe.

Cásidas de “El intérprete de los deseos»
Cásida I
Yo quisiera saber si comprenden
qué corazón han poseído.
Y que mi corazón supiera
las sendas de montaña que han pasado.
¿Crees que están a salvo?
¿Crees que han perecido?
Los príncipes del amor se confunden
en el amor y se extravían.
Cásida IV
Mi saludo es para Salma y los que moran en el vedado;
el saludo es deber del que ama tiernamente como yo.
Nada le cuesta a ella responder saludándonos,
pero nadie puede obligar a las estatuas.
Partió cuando la oscuridad de la noche tenía tendidos sus velos.
Así le hablé de un amor huérfano y desterrado,
al que los deseos han puesto sitio, y persiguen
raudas flechas doquiera se dirija.
Brillaron sus dientes, lució un relámpago,
y no pude saber cuál de los dos rompió la noche.
Ella dijo: ¿Por qué no le basta que esté presente en su corazón
y me contempla sin cesar? ¿Por qué no? ¿Por qué no?
Cásida X
¡Qué maravilla me causa un amor que por sus encantos
camina orgulloso entre las flores del jardín!
Yo le dije: ¡No te extrañes de lo que ves, pues
sólo a ti mismo miras en el espejo del hombre!
Cásida XIII
Gime una paloma acollarada y el amante entristecido
compadece su pena y su gemido.
De los ojos dolientes corren por aquel duelo
lágrimas como de una fuente viva.
Le hablé como a mujer en la pérdida de su único hijo,
pues la pérdida del unigénito es el duelo más grande;
le hablé mientras caminaba el Dolor con nosotros.
Ella no puede verse, pero yo soy visible.
Siento dentro de mí el ardoroso amor por los arenales de ‘Alij
donde se alzan sus tiendas,
donde habitan las de los grandes ojos,
las de miradas asesinas que tienen párpados enfermos
como funda para el filo de esas miradas.
No he cesado de beber las lágrimas que mi dolencia mueve
ocultando la pasión, recatándola al que me acusa,
hasta que, al graznar el cuervo en su partida.
la separación descubrió el amor del triste.
Marcharon sin cesar toda la noche, cortaron sus anillos,
y así fueron los camellos, bajo las literas, queja y lamento.
He enfrentado las razones de la muerte cuando
soltaron sus riendas y apretaron las cinchas.
La ausencia con amor es mi asesino,
el amor más pesado se hace fácil en el encuentro.
¿Cómo se me puede reprochar si yo la amo,
cuando ella es amable y hermosa en cualquier sitio?
Cásida XV
Me abandonaron en al-Uthail y al-Naqá
y quedé derramando lágrimas con lamentos de amor ardiente.
¡Cuánto amo a aquella por cuyo amor me fundo como nieve!
¡Cuánto amo a aquella por cuyo amor quedo muriendo!
El vergonzoso rubor de sus mejillas
es el resplandor del alba acariciando al ocaso.
La paciencia ha acampado y el dolor ha levantado su tienda,
y yo entre los dos yazgo postrado, ¿quién me ayudará en mi dolor?,
¿quién me ayudará en mi amor? ¡Guiadme!
¿Quién me ayudará en mi tristeza?
¿Quién dará ayuda a un amante apasionado?
Cuando más escondidas guardo las ,penas del amor,
mis lágrimas y mis vigilias más revelan su violencia.
y cuando digo: ¡Dame una mirada!,
se me dice: Sólo por piedad se te ha negado;
una mirada suya no te remediará,
pues es tan sólo el fulgor de un rayo que destella.
No olvido cuando el camellero aguijoneaba,
deseando partir con ellos en busca de al-Abraq.
Los cuervos de la separación graznaban por su causa.
Niegue Allah su protección a un cuervo que grazna.
El cuervo de la separación, ¿qué es sino un camello
que parte con los seres amados en marcha veloz y forzada?
Cásida XX
Mi dolencia la causa quien tiene sus ojos enfermos de amor.
¡Consoladme con su recuerdo!, ¡consoladme!
Revolotean tórtolas por entre los arriates y tristemente arrullan.
El dolor de aquélla paloma es la causa de mi dolor.
¡Cuánto amo la muchacha chispeante que avanza graciosa,
virgen guardada, entre las bellas!
Surge a la mirada como un astro, y cuando
se oculta, amanece en el horizonte de mi corazón.
¡Ruinas de Rama, ya perdidas!
¡Cuántas bellas de pechos altivos han contemplado!
¡Cuánto amo! Amo más que a mi vida a una gacela real,
que con toda mansedumbre pace en mi interior.
Su fuego es luz en mí
y luz es lo que apaga mis incendios.
¡Compañeros!, tomad las riendas
para que mis ojos contemplen las huellas de su tienda,
y cuando lleguéis a ella, desmontad,
y allí, ¡compañeros!, ¡llorad conmigo!
Deteneos conmigo un momento junto a esas ruinas
y lloremos juntos. Yo lloraré por lo pasado.
Esta pasión me ha herido sin saetas.
Esta pasión me mata sin espada.
Decidme, cuando llore en aquel sitio,
¿me ayudaréis en mi llanto?, ¿me ayudaréis?
Recordadme las leyendas de Hind y Lubna,
Sulaima, Zainab y de ‘Inan,
hablad me además de Hájir y Zarúd
y sus pastos de gacelas.
Llorad por mí con los versos de Qays y Layla,
de Mayya y del infortunado Ghaylán.
Hace tiempo que añoro la doncella elocuente,
prosa y verso, cátedra y claridad.
Una princesa de los reyes de Persia,
de la más noble tierra, de Isfahán.
Es la hija del Iraq, la hija de mi imán,
pero yo soy su opuesto, hijo de yemení.
Señores míos, ¿habéis visto u oído
que los opuestos se unan jamás?
Si nos hubierais visto en Rama cambiando,
con pasión, copas sin manos,
con nuestra pasión que conversaba
dulce y gozosa aunque sin lengua,
hubierais visto algo que arrebata a la razón,
Yemen y el Iraq en abrazo estrecho.
Mintió el poeta que dijo antes de mi tiempo,
aunque conmigo acertó su inteligencia:
Tú que das las Pléyades en matrimonio a Cánope,
Allah te bendiga, ¡cómo pudieron encontrarse!
La una es Siria cuando se muestra
y Cánope se muestra pero en Yemen.
Cásida XXIV
Dice el autor: Un derviche me recitó esta sentencia
que me pareció inigualable:
Todo el que de ti espera favores
los recibe como lluvia torrencial.
Sólo conmigo rompe tu rayo su promesa de lluvia.
Como me dejó encantado, medité su sentido y yo
mismo compuse otros versos siguiendo la misma
rima, entre los cuales incluí éste por su acabada belleza,
y así dije yo en contestación a este derviche,
Allah tenga piedad de él:
Detente en las ruinas ya perdidas de La’la,
y llora por las que hemos amado en aquella desolación.
Detente en los aduares y clama por ellas, extasiado
en su exquisita belleza, con tus lamentos.
Muchos he conocido, como yo, junto al han tomando
el fruto de bellas formas y la rosa de jardín floreciente.
Todo el que de ti espera favores los recibe como lluvia torrencial.
Sólo conmigo rompe tu rayo su promesa de lluvia.
Ella dijo: Sí, fue esa cita
a la sombra de mis ramas en el más fértil lugar;
entonces era mi rayo todavía un brillo de labios sonrientes,
pero hoy mi rayo es sólo reflejo de blanca piedra.
Acusa a un destino que no tenemos poder
de evitar. ¿Qué culpa tiene el campamento de La’la?
Por ello la disculpé al oír sus palabras,
doliéndose como yo desde su corazón en pena.
Yo le pregunté al contemplar sus lares,
camino libre a los cuatro vientos en la noche:
¿Acaso te dijeron los vientos dónde descansan al mediodía?
Dijo: Sí, han contestado: junto a Dhat al-Ajra’,
donde las tiendas blancas resplandecen
por los lucientes soles que ellas guardan.
Cásida XXXIII
Hablo a las palomas que arrullan en el boscaje
entre las ramas, con variados tonos de dolor,
y sin lágrimas lloran por su amante,
mientras lágrimas de tristeza manan de mis ojos.
Y pregunto con mis ojos abundantes
de llanto que delata mi sentir:
«¿Sabes algo de la que amo?
¿Ha reposado al mediodía a la sombra de tus ramas?”
Cásida XLIX
¡Quién me mostrará la de los dedos teñidos de índigo!
¡Quién me llevará a la que tiene una lengua de miel!
Muchacha de pechos rotundos, recogida,
delicada, virgen y tan hermosa,
luna de perfección sobre las ramas
que nunca teme el menguante.
En un jardín, entre los lares de mi cuerpo,
hay una paloma sobre la rama del ban,
muriendo de deseo,
derretida de amor,
que sufre un mal idéntico al mío,
llorando por un amor,
quejándose de un destino
que la ha atacado como a mí:
la separación de un compañero,
la distancia de un hogar.
¡Oh días sobre días!
¡Quién. Me llevará a la que se complace en mi tormento!
¡Qué podría tener para su agrado!

El Pacto Vamos, brisa sutil, soplo del viento, ve y haz saber a las gacelas del Alto que yo sigo manteniendo el pacto que bien conocen, Y di a la noble doncella que nuestra cita será en el recinto velado, al amanecer el sábado, en las colinas de Nagd. sobre el rojo promontorio, del lado de los montículos, a diestra de los riachuelos y del mojón solitario. Y si es verdad lo que dice y el incesante deseo siente por mí lo que yo siento por ella, transmite entonces que al calor del mediodía, bajo su tienda, en secreto al encuentro acudiremos cumpliendo con la promesa.

La Unidad del Amor: una Única Esencia Tal es la situación si bien lo entiendes: Si eres en Él, entonces eres tú. En verdad eres tálamo nupcial en donde se revela el Verdadero, pero tú no eres tú cuando tú eres. A Quien tanto querías conquistaste y así, pues conociste al que adorabas Ya sabes que no es Líala, ni tampoco es Lubna sino Aquel que tú bien sabes. Si vieras en Su amor, desde ti mismo podrías contemplarlo siendo tú. Pues sólo a sí mismo el amante ama, ya que todo eres Tú, todo eres Tú.

La Excelencia en el Conocimiento de Dios (Poema inscrito en la tumba de Ibn Arabi) Con ciencia tal se me ha favorecido -del Todo Compasivo procedente, sentado sobre Trono y Escabel-, que nunca ha sido nadie distinguido con otra semejante más que yo. He sido conducido a contemplar prodigios de la ciencia de lo oculto que al dominio sensible -pues no cabe referirlos en él- están velados. ¡Qué asombro transitar de noche y día, viajero solitario y extranjero en existencia ya sin clase o género! Las gentes han negado mi palabra y de un saber me acusan, difamando, por el que no censuro al alma mía. Ni están entre los vivos, a la luz de lo que veo, ni en tierra oscura de las tumbas están entre los muertos. Glorificado sea quien la vida otorga por Su luz al corazón y de la luz privándoles que guía a quienes niegan cubra con un velo. De lo creado, ciencias poseemos que de Occidente Extremo, difundiéndose, han viajado del Sol hasta el Levante. Con ellas se ha investido y se engalana quien es puro intelecto, liberado de conjeturas y especulación. En un desierto, semejante a mí, de blanca claridad inmaculada aparecí y halléme convertido en el imam que guía, más la gente con relación a él está velada.

El Don de la Develación La dádiva divina consiste en descubrir el mismo velo con cuyo encubrimiento la esencia de los dones se ha cifrado. Tan alta y exaltada atribución no implica en modo alguno innovaciones. No es cuanto refiero en mi discurso sino lo que en efecto me acontece; ni son mis atributos distintos de mis marcas y señales. Si Tú llevarme quieres sacándome de mí, tal ha de ser la fuente de mi trance. En mi propia morada reside la impotencia; se cifra en mi andadura mi regreso. La alabanza es de Dios que, sin cesar, mi propia persistencia así dilata, aun siendo Singular, el Único en Su Esencia y Sus palabras. A Él es mi retorno tras la separación y tras la ausencia. Quien mi ser atribuye sólo a Él, tal es mi confidente y aquel que más merece mi amistad; quien a nosotros atribuye el ser, tal es, por el contrario, quien merece mayor enemistad. Si quieres da la vuelta a lo que digo: La vida entera, toda está en mi muerte. Es éste mi deseo y mi palabra; en ello está mi afán y está mi vida. Quienes son mis amigos mi muerte quieren sólo. puesto que sólo en ella tendrá lugar la unión con mi Señor y aquello que deparan Sus promesas. ¡Sí! ¡Él es el Amante en secreto y en público, el Amigo sincero y la extinción! Abū ʿAbd Allāh Muḥammad ibn ʿAlī ibn Muḥammad ibnʿArabī al-Ḥātimī aṭ-Ṭāʾī, (en árabe: محمد بن علي بن محمد بن عربي الحاتمي الطائي الأندلسي (Murcia, 28 de julio de 1165 – Damasco, 16 de noviembre de 1240), más conocido como Ibn Arabi, Abenarabi y Ben Arabi, fue un místico sufí, filósofo, poeta, viajero y sabio musulmán andalusí. Aunque nacido en Murcia, a los 8 años se traslada con su familia a Sevilla cuna del explendor cultural de la época donde se convierte en un joven brillante que estudia retórica, leyes, poesía y aprende a recitar el Corán. Se dice que tambien fué una época de diversiones y fiestas hasta que tuvo una experiencia mística donde escuchó una voz que le dijo " No es esto para lo que te he creado" y a partir de ese momento se inicia su camino espiritual guiado por diversos maestros y maestras como Fátima de Cordoba,una anciana de 90 años. Su espíritu inquieto y su anhelo de conocimiento le llevó a recorrer diversos países del Occidente y del Oriente islámico en los que conoció a otros místicos y divulgó sus enseñanzas. La obra escrita de Ibn Arabi es impresionante. Escribió en torno a 300 obras incluyendo Fusûs al-hikam (Los engarces de las sabidurías), una exposición del significado interior de la sabiduría de los profetas de tradición abrahámica, y al-Futûhât al-makkiyya (Las iluminaciones de La Meca), una joya de 14.000 páginas, es una enorme suma de conocimiento espiritual que une y distingue tres dominios: tradición, razón y develación o percepción mística. En su Dîwân y en Taryumân al-ashwâq (El intérprete de los deseos) también escribió algunos de los versos más exquisitos y profundos de la poesía en lengua árabe. Estos extensos escritos proporcionan una comprensiva exposición de la doctrina de la Unicidad del Ser, la realidad única e indivisible que transciende toda manifestación al tiempo que se manifiesta en todas las imágenes de la existencia. Ibn Arabi muestra cómo el Ser Humano, en su perfección, es la imagen completa de esta realidad, y cómo los que conocen realmente su propia esencia conocen a Dios.
Tras su muerte en el año 1240, las obras de Ibn Arabi y sus enseñanzas se difundieron rápidamente por todo el mundo islámico y han sido muy influyentes, sobre todo entre las élites y las tarîqa-s o agrupaciones sufíes. Aunque su nombre era muy conocido, solo unas pocas personas pudieron leer sus libros de forma directa, pero muchas de sus ideas, en cambio, llegaron al resto de la gente a través de los sufíes y de la poesía popular.
No es fácil determinar el impacto de Ibn Arabi fuera de los países históricamente musulmanes. Miguel Asín Palacios, el pionero europeo en este campo, empezó a escribir sobre el maestro andalusí a fines del siglo XIX y causó un gran revuelo en los años 20 cuando propuso que Dante se había inspirado en las obras de Ibn Arabi y otras fuentes islámicas a la hora de concebir la Divina Comedia. Así pues, los orientalistas comenzaron a estudiar las obras de Ibn Arabi relativamente tarde y, en general, la primera reacción era frecuentemente de frustración ante la dificultad de desentrañar sus claves. La primera obra que se tradujo al inglés apareció en 1911. El reconocimiento de la profundidad y riqueza de sus escritos se ha extendido a un nuevo público durante el siglo pasado, lo cual ha sucedido más intensamente desde los años 70. Al mismo tiempo, ha habido un gran resurgimiento del interés hacia sus obras en el mundo islámico, como refleja el creciente número de publicaciones disponibles en árabe, turco o persa, entre otras.
Ibn Arabi es considerado uno de los mayores maestros espirituales de la historia. Es uno de los grandes maestros de la conciliación de los opuestos.
«El movimiento que da lugar a la existencia del universo es el movimiento del amor”
Ibn Arabi

Enlaces de interés :
https://ibnarabisociety.es/Scripts/Documentos/HORIZONTES-AUSTIN001.pdf
https://www.musulmanesandaluces.org/publicaciones/taryuman/taryuman-5.htm
https://ibnarabisociety.es/index.php?pagina=16&lang=es