5 Poemas de Dorothea Schlegel

Passionskantate

Mir zur Laſt fuͤhl ich mein Leben,

Einſam finden meine Tage mich,

Die mit Wolken ſind umgeben;

Keiner huͤllt aus ſeinem Nebel ſich.

Alles mein Vergnuͤgen

Muß im Staube liegen!

Ach wie ganz hat mich der Tod beraubt!

Wie der kalte Herbſt den Garten,

Den er ganz entlaubt.

Cantata para el tiempo de la pasión

Siento mi vida, como una carga

paso mis días con inmensa soledad

dias rodeados de nubes

 nadie, solo bruma fina

 todo esto cae sobre  mí

debo estar tumbada en el polvo

 ¡Ay la muerte me lo ha robado todo !

 Igual que el otoño frío quita

en el jardín todas las hojas

Fuera hace un sol tan claro,

¡anciano, déjame salir!

Ahora no puedo ser paciente,

quedarme en casa y estudiar.

Con son alegre de trompetas

pasa allí el grupo de jinetes

y estoy tan sin sosiego aquí en el cuarto

¡anciano, deja que me vaya!

Permanece impasible,

no me hace ningún caso:

“¡Se te permitirá lo que te corresponda,

haz tu deber, primero!

”Deber es el mandato riguroso del viejo;

¡Ay, pobre niño! Tú no lo conoces

y percibes tan sólo esta aflicción injusta;

las lágrimas salpican tu carita.

¡Cuándo hace mucho que ha pasado

aquello que anhelabas tú,

se te concede el tiempo con retraso excesivo,

después de haber pasado la impresión y el sonido!

Lo que te imaginabas,

aquello que añorabas,

es lo que tú no encuentras,

mas se queda con lágrimas

tu cara aún largo tiempo.

Traducción de Federico Bermúdez-Cañete y Esther Trancón y Widemann

¡Ella está lejos, como encontraré alegría!

¡Ella está lejos, como encontraré alegría!

Sólo a la pena puedo mi vida consagrar.

Como abrazan al árbol, frondosos, los sarmientos

y amenazan quitarle el sustento a su copa,

tan lejos de ti me atan las cuitas y la pena,

que no hay placer terreno que pueda contentarme.

No preguntéis por qué mi mente corre, inquieta;

para mí no hay descanso más que donde ella está.

¡Así se puso el sol en mi vida! Y bien pronto…

¡Así se puso el sol en mi vida! Y bien pronto

ha de yacer, envuelto en la negrura,

el mundo, que aún está inundado de luz, 

jubiloso, en un fuerte cántico de corales.

Ninguna estrella alumbra la insegura pisada,

y ninguna deidad se inclina hacia nosotros.

Hubo un tiempo que tuve en torno ángeles bellos;

y de amor y placer estuve rodeada

bajo el fulgor dorado de los soles;

mi corazón estuvo a ellos entregado.

¡Ahora el dulce sueño ha huido para siempre!

¿Ha sido todo un sueño, y he sufrido un engaño?

Bajo ramas de mirto

Bajo ramas de mirto,
junto al murmullo de la fuente,
y la canción del ruiseñor,
sobre césped suave
salpicado de flores,
en el soto oloroso,
con las ramas combadas
por el dorado fruto
y las flores de plata,
do el cielo siempre azul
y el aire siempre tibio
soplan en torno a ti…

Con un tenue vestido, la muchacha
baila danza policroma,
coge la fruta fresca,
saca agua de la fuente.
En la roca una choza
con pocas pertenencias;
reposa allí sus miembros
en un limpio camastro.

Tú expresas con miradas tu deseo
al corazón de ella, con hondura;
ella te ha comprendido
y la pasión comparte.
Nada impide los besos
en labios y mejillas;
azucenas y rosas,
capullitos y flores,
todo te pertenece.

Ligero como el viento del oeste
y, como él, juguetón,
toqueteas las flores
y pasas fugitivo
respetando a las tiernas.

¿Quién teme allí la envidia?
¿A quién tienta la gloria?
¿Se va a enfadar la madre?
Pero ella no es capaz
de ocultar la sonrisa;
pues la hija recuerda
su propia dulce culpa,
de nuevo, al corazón.

¡Mente mía, silencio! Otro país te acoge;
La montaña se eleva
entre tú y aquellos juegos…

Y te circundan, serios, estos muros,
serios preceptos y costumbres serias;
votos, testigos, clérigos,
y unión de los escudos de familia.

Innumerables cosas,
siempre extrañas al juego;
siempre extrañas a ti,
preceden al amor,
atan a la que es libre
con serias ataduras.

Así atada, ella pasa por delante de ti,
y te tiende la mano, consolándote,
y mira con nostalgia a lo lejano.
«Aquí nunca podré yo ser tu compañera»,
te dice ella a ti:
«Entre aquellas flores
jugaste conmigo,
arriba y abajo
anduve, jugando, contigo.
Mas debes encontrarme
de nuevo, seriamente,
serio y fiel;
y volver a ser mío:
¡pero déjame libre!»

«Antología de románticas alemanas» (Ediciones Cátedra, Madrid, 1995).Trad. de Federico Bermúdez-Cañete y Esther Trancón y Widemann

Dorothea Brendel Mendelssohn ,Dorothea Friederike Veit, conocida por el nombre de Dorothea Schlegel (Berlin, Alemania, 24 de octubre de 1764 -Leipzig, 3 de agosto de 1839 ). Poeta, novelista y traductora.

Nació en el seno de una familia judía. Hija de Fromet Gugenheim (1737-1812) y del filosofo Moses Mendelssohn (traductor de John Locke y Alexander Pope, así como de las escrituras hebreas al alemán), Dorothea estuvo rodeada durante su vida de poetas, críticos, músicos, novelistas y filósofos de Europa. 

D. Brendel Mendelssohn recibió sus primeras lecciones de su padre, junto con su hermano Joseph. A diferencia de sus hermanos, se sabe poco sobre el contenido de su educación. Su obra literaria sugiere un amplio estudio de la literatura y un buen conocimiento de la lengua francesa.

En 1778, según los ritos tradicionales, se comprometió con un hombre elegido por sus padres y «entregada en matrimonio» a él en 1783.

Se casó con el banquero Simon Veit, el hombre elegido, con quien tuvo cuatro hijos pero solo llegaron a la edad adulta los pintores Jonas Veit y Philipp Veit. Simon Veit es considerado un hombre capaz y generoso, pero intelectualmente no era rival para su esposa. La pareja se divorció en 1799.

Dorothea conoció al filósofo y poeta Friedrich Schlegel en el salón de su amiga de la infancia Henriette Herz en julio de 1797 e iniciaron una relación amorosa. En 1799, la publicación de la apasionante novela de Friedrich Schlegel «Lucinde», entendida como autobiográfica, provocó un escándalo social en Berlín. Sólo unos pocos amigos, entre ellos Henriette Herz y Friedrich Schleiermacher, defendieron el libro y a la pareja.

En 1802 Dorothea Veit y Friedrich Schlegel fueron a París. En 1804, «Madame Veit» se bautizó como protestante y luego se casó con Schlegel. Ese mismo año fueron a Colonia, donde se convirtieron juntos al catolicismo en 1808. Cuando Friedrich Schlegel se convirtió en secretario de la corte de Viena, ella le siguió e hizo de Austria su segundo hogar durante los siguientes veinte años, interrumpidos por una estancia en Roma de 1818 a 1820 con sus dos hijos, que también fueron bautizados como católicos en 1810.

Después de la muerte de su marido, Dorothea Schlegel se mudó a Frankfurt (Main) en 1829 y vivió en la casa de su hijo Philip hasta su muerte en 1839.

La producción literaria de Dorothea Schlegel se sitúa casi en su totalidad entre 1799 y 1808, el período que va desde la separación de su primer matrimonio hasta su conversión al catolicismo. Sus primeros trabajos literarios fueron reseñas para la revista “Athenaeum” publicada por Schlegel.

En 1801 se publicó su novela «Florentin», como todas las obras posteriores, de forma anónima y editada por Friedrich Schlegel. Durante su estancia en París, en parte para financiarse a sí misma y a su marido, comenzó a traducir el francés, que constituye la mayor parte de su trabajo. Tuvo su mayor éxito con la traducción de la novela «Corinne» de Madame de Staël en 1807.

Por sus obras y cartas, la hija del filósofo de la Ilustración Moisés Mendelssohn es considerada hoy una de las llamadas grandes mujeres literarias de la época romántica.

La mayoría de sus trabajos, poemas, cartas, biografías, etc. están disponibles solo en alemán. 

Obras

Florentin . Lübeck y Leipzig, 1801.
«Gespräch über die neueren Romane der Französinnen» [Conversación sobre novelas recientes de escritoras francesas] en: Europa: eine Zeitschrift (revista editada por Friedrich Schlegel), 1803, vol. 1, parte 2, pp. 88-106
Geschichte des Zauberers Merlin [Historia del mago Merlin]. Leipzig, 1804. Traducido y adaptado de fuentes francesas.

Enlaces de interés :

Fuente de la bio: http://www.panwitz.net/person/mendel/brendel.htm

https://archive.org/details/dorotheaschlegel00deibuoft/page/106/mode/2up?view=theater


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