“No hay que quejarse. Este es el único país que respeta la poesía: matan por ella. En ningún otro lugar ocurre eso…”
Mandelshtam
La tristeza inexpresiva
La tristeza inexpresiva
abrió sus dos ojos enormes,
el florero al despertar
del cristal arrojó las flores.
Todo el cuarto se invadió
de una lánguida -¡dulce medicina!
este reino tan pequeño
tanto sueño ha devorado.
Un poco de vino rojo,
-otro poco de sol de mayo-
y rompiendo un delgado bizcocho
la blancura de dedos finos.
¿Qué calle es ésta?
¿Qué calle es ésta?
La calle Mandelstam.
Qué apellido más espantoso:
si no lo aireas
suena curvo y no recto.
Poco en él es lineal
más bien de carácter sombrío
y es por eso que esta calle
o, mejor, este foso
lleva el nombre
de ese tal Mandelstam.
Donde voy a meterme en este invierno
¿Dónde voy a meterme en este invierno?
Abierta la ciudad, me agarra extraña.
¿Ebrio estaré de ese candado eterno?
Quiero mugir a tanta puerta huraña.
La media estrecha de calleja aullante,
su noche de alacena engarrotada,
y el chasco de escurrirse ese atorrante
por el mismo rincón donde no hay nada.
Y al foso, a la tiniebla de verrugas
me resbalo, hacia el pozo ya de hielo,
y a tumbos como el viento sus arrugas
y huyen grajos y fiebre en sólo un vuelo.
Y tras ellos me tiro dando un grito
de qué gélida caja de madera.
¡Un médico, un lector yo necesito!
¡Una conversación en la escalera
1 de febrero de 1937
Invierno es para algunos…
Invierno es para algunos ponche de azul mirada,
para un segundo el vino de aromático olor,
para otros el que lleva sobre la isbilla ahumada
de los astros crueles el salino rigor.
De gallinas un poco de su tibio excremento
y el calorcillo torpe del ganado lanar:
por vivir diera todo -de atenciones hambriento,
una sola cerilla me podría calentar.
Mira: en mi mano tengo sólo la olla de arcilla
y en mi débil oído zumba el astro burlón.
El calor de la tierra y la hierba amarilla
ni añorarlos se puede entre el hosco plumón.
Acariciar las bestias y remover el heno,
pasar hambre en la estera -un manzano invernal;
arrastrarse en absurda ternura hacia lo ajeno
y esperar con paciencia y hurgar en lo abisal.
Que los hombres oscuros vengan presto en la nieve
como bajo el rebaño cruje helado fulgor;
o es ajenjo el invierno o ahumado albergue leve,
o de solemne ofensa el salino sabor.
íOh, si pudiera irme, farol en alto, aprisa
con un perro delante, bajo estrellas de sal,
y el gallo en el puchero, hacia la profetisa,
la nieve blanca, blanca, mordiendo el lagrimal!
(version de Eliseo Diego)
Yo he regresado a mi ciudad que conozco
He vuelto a mi ciudad, hasta el llanto sabida,
hasta las venas ,
hasta las inflamadas glándulas de los niños
He vuelto traigan rápido aquel aceite frío
el aceite de los faros fluviales
de Leningrado.
El día de diciembre tan familiar me sea
como cuando la yema se mezcla a la brea funesta.
Petesburgo, todavia no quiero morir
tú tienes mis teléfonos, sus números, mi guía.
Petersburgo, yo aún tengo las direcciones
en las que podré hallar las voces de los muertos.
Vivo en una escalera oscura, y en la sien
me golpea profundo ese timbre agitado.
Y toda la noche, sin descanso, espero la visita anhelada
agitando los hierros de las puertas.
Tres poemas a Stalin
I
Tú debes mandarme
y yo estoy obligado a ser servicial,
al desdeñar el nombre y el honor
crecí enfermizo y me hice débil.
Prueba el método inventado,
sin rodeos, a la desesperada:
Soy un bolchevique sin partido,
como todos mis amigos, como ese que no es mi amigo.
Abril – Mayo 1935
II
Cuando cogí un carboncillo para una alabanza suprema,
para el gozo del dibujo inmutable,
con inquietud y cautela
marqué en el aire ángulos de malicia.
Para replicar a los trazos
crucé con audacia las fronteras del arte,
conté que el eje terrestre se movía,
y honré las costumbres de ciento cuarenta pueblos.
Levanté el carboncillo hasta las cejas,
y lo alcé de nuevo, de otro modo:
Es evidente que Prometeo avivó el fuego:
¡Contempla, Esquilo, cómo al dibujar lloro!
Tomé algunas líneas estridentes
de su juventud milenaria,
uní el coraje y la sonrisa,
y los diluí en una débil luz.
Para el hermano gemelo, no diré de quién,
hallé al acercarme esa expresión
en la amistad de los ojos sabios.
En ella, en él, se reconoce al padre
y se desea sentir la cercanía del mundo.
Quiero agradecer a las colinas
por dar impulso al hueso y al pincel:
Él nació en las montañas y conoció la amargura de la cárcel,
quiero llamarle no Stalin, sino Yugashvili.
Pintor, cuida y conserva al guerrero:
Rodea su figura de un bosque de coníferas húmedo y azul,
con sudoroso cuidado. No amargues al padre
con una mala imagen o una idea insuficiente.
Pintor, ayuda a quien está contigo
y piensa, siente y construye.
Ni a mí ni a otro, sino a él, quiere el pueblo,
el pueblo, cual Homero, triplica la alabanza.
Pintor, cuida y conserva al guerrero,
el bosque de la humanidad tras él camina y se espesa—
El porvenir es la hueste del sabio
y le escucha atento, sonriente.
Él se inclinó desde la tribuna como desde una montaña,
sobre un cerro de cabezas. Deudor de la demanda más fuerte,
sus ojos poderosos son decididamente buenos,
sus cejas espesas iluminan a alguien de cerca.
Y yo quisiera mostrar con una flecha
la dureza de la garganta del padre de habla obstinada—
sus modelados, difíciles y empinados párpados
trabajan desde millones de marcos.
Es abierto y tiene la voz de cobre
y el oído avizor, que no se pierde en la sordina.
Están dispuestas a vivir y a morir por todos,
y corren y juegan, las hoscas arrugas de su frente.
Con mano ávida, como un grito,
con mano voraz, como un eje,
aprieto el carboncillo en el que todo confluye
y lo desmenuzo en busca de su rostro.
Aprendo de él, sin aprender de mí
aprendo de él, sin conocer la gracia.
¿Acaso las desgracias recortan el gran Plan?
Lo descubro en la vida azarosa de sus vástagos.
Quizás aún no soy digno de tener amigos,
quizás no estoy lleno de cólera y de lágrimas.
Él me asombra con su capote, su gorra.
Y sus ojos felices en la maravillosa plaza.
La montaña se separó de los ojos de Stalin
y a lo lejos entornó los ojos la llanura.
Como un mar sin surcos, como el mañana del ayer,
desde el arado hasta los rayos del sol
se extiende el titán.
Él sonríe con la sonrisa de un segador
y conversa con un apretón de manos
que comienza y dura sin fin
en el campo abierto de las seis promesas.
Y cada era, y cada gavilla
es fuerte, prieta y sabia como la vida.
¡Asombro del pueblo! ¡Ojalá viva muchos años!
Da vueltas la rueda de la fortuna.
Guardo seis veces en mi conciencia
al lento testigo del trabajo, de la lucha y la siega.
Su gran marcha a través de la taiga
y el octubre de Lenin hasta la promesa cumplida.
Se aleja el cerro de las cabezas de la gente,
y yo, empequeñecido, me uno a ellos y ya no se me ve.
Pero en los tiernos libros y en los juegos de los niños
resucitaré para decir cómo brilla el sol.
La única verdad veraz es la sinceridad del guerrero.
Para el honor y el amor, para el aire y el acero
hay un nombre de gloria para los potentes labios del lector.
Lo hemos oído y encontrado.
Enero – Febrero de 1937
III
Si me apresan nuestros enemigos
y la gente deja de hablarme.
Si me despojan de todo:
Del derecho a respirar y a abrir las puertas,
a afirmar que la vida seguirá
y que el pueblo, como un juez, juzga;
si se atreven a tratarme como a un animal
y me echan de comer en el suelo,
no callaré, ni mitigaré el dolor,
sino que dibujaré lo que yo quiera,
tañeré la desnuda campana de los muros,
y tras despertar el ángulo de las tinieblas enemigas,
anudaré diez cabellos en mi voz
y pasaré la mano, como un arado, por las tinieblas,
y en la profunda noche de guardia
Se humedecerán los ojos de los trabajadores de la tierra,
y apretado en una legión de ojos fraternos,
caeré con el peso de toda la cosecha,
con la concisión de los juramentos lejanos,
y echará a volar la bandada de los años fogosos,
y susurrará Lenin en medio de la tormenta,
y en la tierra, que huye de la putrefacción,
Stalin despertará la razón y la vida.
Febrero de 1937
(De Cuadernos de Voronezh)
Epigrama contra Stalin
Vivimos insensibles, al suelo bajo nuestros pies,
nuestras voces a diez pasos no se oyen.
Pero cuando a medias a hablar nos atrevemos
al montañés del Kremlin siempre mencionamos.
Sus dedos gordos parecen grasientos gusanos,
como pesas certeras las palabras de su boca caen.
Aletea la risa bajo sus bigotes de cucaracha
y relucen brillantes las cañas de sus botas.
Una chusma de jefes de cuellos flacos le rodea,
infrahombres con los que él se divierte y juega.
Uno silba, otro maúlla, otro gime,
sólo él parlotea y dictamina.
Como herraduras forja un decreto tras otro
a uno en la ingle golpea, a otro en la frente, en el ojo, en la ceja,
toda ejecución es para él un festejo
que regocija el ancho pecho del Osseta.
Noviembre de 1933.
Aprendí yo la ciencia de toda despedida
en las quejas nocturnas de los sueltos cabellos.
y me inclino ante el rito de esa noche de gallos
Osip Emilievich Mandelshtam,Осип Эмильевич Мандельштам, (15 de enero de 1891, Varsovia – 27 de diciembre de 1938, camping Second River en Vladivostok). Poeta, escritor, ensayista, traductor y crítico literario ruso. Uno de los más grandes poetas rusos del siglo XX .
Su familia era de origen judío, su padre, prestigioso comerciante, y su madre, profesora de piano. En 1897, la familia Mandelshtam se mudó a San Petersburgo.
Osip se educó en la Escuela Tenishevsky (de 1900 a 1907). Mientras estudia, comienza a escribir poesía. Este interés es apoyado por el director de la escuela, el poeta simbolista V. Gippius. En 1908-1910, estudió en la Sorbona y en la Universidad de Heidelberg. En la Sorbona, asiste a las conferencias de A. Bergson y J. Bedier en el College de France. Conoce a Nikolai Gumilyov, es un apasionado de la poesía francesa: la antigua epopeya francesa, Francois Villon, Baudelaire y Verlaine. Para 1911, la familia comenzó a quebrar y la educación en Europa se volvió imposible.
Para eludir la cuota de judíos al ingresar a la Universidad de San Petersburgo, Mandelshtam es bautizado por un pastor metodista. El 10 de septiembre del mismo 1911, se matriculó en el departamento romano-germánico de la Facultad de Historia y Filología de la Universidad de San Petersburgo, donde estudió de forma intermitente hasta 1917. En 1911 conoció a Anna Akhmatova en casa de los Gumilyov y en 1912 se une al movimiento Acmeista asistiendo regularmente a las reuniones del Taller del Poeta.
La primera publicación fue en la revista Apollo, 1910, No. 9. que publica una selección de cinco poemas del poeta. También se publicó en las revistas Hyperborea, New Satyricon y otras ; en 1913 se publica su primer libro “The Stone” y realiza la lectura de sus poemas en diversas asociaciones literarias .En 1915 conoce a Marina Tsvetaeva.
En 1919 en Kiev conoció a su futura esposa, Nadezhda Yakovlevna Khazina ,se casan en 1922.
Los poemas de la época de la Primera Guerra Mundial y la Revolución (1916-1920) compilaron el segundo libro, “Tristia” .
En 1923, se publicó el “Segundo libro” con la dedicación general “N. H. ” – A la esposa.
En 1925 publica una autobiografía “El ruido del tiempo” y dos libros para niños: Two Trams y Primus.
En 1928 – sale a la venta el último libro de poemas “Poemas” publicado durante su vida.
Entre los años 1930 y 1934 Osip y su esposa viven en Armenia, Leningrado y Moscú donde es arrestado el 13 de mayo de 1934 y condenado a tres años de exilio en Cherdyn (región de Perm). El motivo fue el poema contra Stalin “Vivimos sin que no sintamos el país …”. El destino del poeta es tratado por sus amigos Anna Akhmatova y Boris Pasternak , un tribunal estalinista le envia exiliado a Voronezh, cerca de Ucrania, donde vive con su esposa y escribe su poemario “Cuadernos de Voronezh” publicado en 1937. Temiendo que todas las notas de los poemas de su esposo pudieran ser destruidas, Nadezhda las escondió y las enseñó de memoria. Posteriormente, durante los años de debilitamiento del régimen comunista (1960 y 1970), promovió activamente la reimpresión clandestina de las obras de su esposo.
El 2 de mayo de 1938 es nuevamente arrestado y condenado a trabajos forzados. Murió en un campo de trabajo cercano a Vladivostok el 27 de diciembre de 1938. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común. El lugar es desconocido.
Su poesía se agrupa en los libros:“La piedra” 1913, “Tristia” 1922, “Los cuadernos de Moscú” 1935 y “Los cuadernos de Voronezh” 1937 .
La editorial Acantilado de España publicó en 2012 las memorias de Nadiezhda Mandelstam (Contra toda esperanza) que comenzó a circular en 1965 por la Unión Soviética en forma de samizdat (copia y distribución clandestina de literatura prohibida por el régimen soviético).
“Contra toda esperanza” se lee en un primer nivel como unas memorias heroicas, sembradas de ironía e inteligencia. Pero, utilizando el viaje del poeta desde Moscú, pasando por sus distintos lugares de exilio, hasta las orillas del Pacífico como nervio central, se convierte también en un auténtico canto épico digno de estar catalogado entre la mejor prosa rusa del siglo XX. (Marta Rebón, fragmento de reseña).
Nadiezhda Mandelstam no pudo regresar a Moscú hasta 1956, tres años después de la muerte de Stalin. En la capital rusa la conoció una de las más grandes viajeras del siglo XX, Martha Gellhorn, que la definió de maravilla en una carta a su hermana Sandy. La cita procede de una recopilación epistolar, Selected Letters of Martha Gellhorn (Henry Holt & Company), a cargo de Caroline Moorehead:
“Nadiezhda Mandelstam es un ejemplo de persona casi jodidamente perfecta a pesar de vivir en un infierno”.
Enlaces de interés :
https://poetryalquimia.org/2018/01/15/osip-mandelstam-visual/
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