13 Poemas y 2 cartas de Rosalia De Castro

A mi madre

                      – I –

       ¡Cuán tristes pasan los días!…
 ¡cuán breves… cuán largos son!…
 Cómo van unos despacio,
 y otros con paso veloz…
 Mas siempre cual vaga sombra
 atropellándose en pos,
 ninguno de cuantos fueron,
 un débil rastro dejó. 

        ¡Cuán negras las nubes pasan,
 cuán turbio se ha vuelto el sol!
 ¡Era un tiempo tan hermoso!…
 Mas ese tiempo pasó.
 Hoy, como pálida luna
 ni da vida ni calor,
 ni presta aliento a las flores,
 ni alegría al corazón.

      ¡Cuán triste se ha vuelto el mundo!
 ¡Ah!, por do quiera que voy
 sólo amarguras contemplo,
 que infunden negro pavor,
 sólo llantos y gemidos
 que no encuentran compasión…
 ¡Qué triste se ha vuelto el mundo!
 ¡Qué triste le encuentro yo!…

                      – II –

       ¡Ay, qué profunda tristeza!
 ¡Ay, qué terrible dolor!
 ¡Tendida en la negra caja
 sin movimiento y sin voz,
 pálida como la cera
 que sus restos alumbró,
 yo he visto a la pobrecita
 madre de mi corazón! 

        Ya desde entonces no tuve
 quien me prestase calor,
 que el fuego que ella encendía
 aterido se apagó.
 Ya no tuve desde entonces
 una cariñosa voz
 que me dijese: ¡hija mía,
 yo soy la que te parió!

        ¡Ay, qué profunda tristeza!
 ¡Ay, qué terrible dolor!…
 ¡Ella ha muerto y yo estoy viva!
 ¡Ella ha muerto y vivo yo!
 Mas, ¡ay!, pájaro sin nido,
 poco lo alumbrará el sol,
 ¡y era el pecho de mi madre
 nido de mi corazón!

De : A mi madre

 

— VI —

Donde el ciprés erguido se levanta,

allá en lejana habitación sombría,

que al más osado de la tierra espanta,

sola duerme la dulce madre mía.

Más helado es su lecho que la nieve,

más negro y hondo que caverna oscura,

y el curo altivo que sus antros mueve,

sacia su furia en él, con saña dura.

¡Ah!, de dolientes sauces rodeada,

de húmeda yerba y ásperas ortigas;

¡cuál serás, madre, en tu dormir turbada,

por vagarosas sombras enemigas!

De : A mi madre

Negra sombra

Cuando pienso que te huyes,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa.

Si imagino que te has ido,
en el mismo sol te asomas,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, tú eres quien cantas,
si lloran, tú eres quien llora,
y eres murmullo del río
y eres la noche y la aurora.

En todo estás y eres todo,
para mí en mí misma moras,
nunca me abandonarás,
sombra que siempre me asombras.

Dicen que no hablan las plantas

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

Del mar azul las trasparentes olas

Del mar azul las transparentes olas
mientras blandas murmuran
sobre la arena, hasta mis pies rodando,
tentadoras me besan y me buscan.

Inquietas lamen de mi planta el borde,
lánzanme airosas su nevada espuma,
y pienso que me llaman, que me atraen
hacia sus salas húmedas.

Mas cuando ansiosa quiero
seguirlas por la líquida llanura,
se hunde mi pie en la linfa transparente
y ellas de mí se burlan.

Y huyen abandonándome en la playa
a la terrena, inacabable lucha,
como en las tristes playas de la vida
me abandonó inconstante la fortuna.

Hora tras hora, día tras día

Hora tras hora, día tras día,
entre el cielo y la tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se despeña,
pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume
después de marchita;
de las ondas que besan la playa
y que una tras otra besándola expiran.
Recoged los rumores, las quejas,
y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,
negros tormentos, dulces mentiras,
¡ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
en dónde, alma mía?

Sed de amores tenía

Sed de amores tenía, y dejaste
que la apagase en tu boca,
¡piadosa samaritana!
Y te encontraste sin honra,
ignorando que hay labios que secan
y que manchan cuanto tocan.
¡Lo ignorabas…, y ahora lo sabes!
Pero yo sé también, pecadora
compasiva, porque a veces
hay compasiones traidoras,
que si el sediento volviese
a implorar misericordia,
su sed de nuevo apagaras,
samaritana piadosa.
No volverá te lo juro;
desde que una fuente enlodan
con su pico esas aves de paso,
se van a beber a otra.

– 7 –

Fun un domingo,

fun pola tarde,

co sol que baixa

tras dos pinares,

cas nubes brancas

sombra dos ánxeles,

cas palomiñas

que as alas baten,

con un batido

manso e suave,

atravesando

vagos celaxes,

mundos extraños

que en raios parten

ricos tesouros

de ouro e diamante.

Pasín os montes,

montes e valles,

pasín llanuras

e soledades;

pasín os regos,

pasín os mares,

con pés enxoitos

e sin cansarme.

Colleume a noite,

noite brillante,

cunha luniña

feitas de xaspes,

e fun con ela

camiño adiante,

cas estreliñas

para guiarme,

que aquel camiño

solo elas saben.

Dempois a aurora

co seu sembrante

feito de rosas

veu a alumbrarme,

e vin estonces,

antre o ramaxe

de olmos e pinos,

acobexarse

branca casiña

con palomare,

donde as pombiñas

entran e saien.

Nela se escoitan

doces cantares,

nela garulan

mozos galantes

cas rapaciñas

de outros lugares.

Todo é contento,

todo é folgare,

mentras a pedra

bate que bate,

mole que mole,

dálle que dálle,

con lindo gusto

faille compases.

Non hai sitiño

que máis me agrade

que aquel muíño

dos castañares,

donde hai meniñas,

donde hai rapaces,

que ricamente

saben loitare;

donde rechinan

hasta cansarse

mozos e vellos,

nenos e grandes,

e anque non queren

que aló me baixe,

sin que o soupera

na casa naide,

fun ó muíño

do meu compadre;

fun polo vento,

vin polo aire.

De : Cantares gallegos

– 8 –

Un repoludo gaiteiro

de pano sedán vestido, como un príncipe cumprido, cariñoso e

falangueiro, antre os mozos o pirmeiro e nas siudades sin par, 

tiña costume en cantar aló pola mañanciña:

Con esta miña gaitiña

ás nenas hei de engañar 

Sempre pola vila entraba con aquel de señorío,

sempre con poxante brío co tambor se acompasaba; e si na gaita

sopraba, era tan doce soprar,

que ben fixera en cantar aló pola mañanciña:

Con esta miña gaitiña

ás nenas hei de engañar.

Todas por el reloucaban, todas por el se morrían, si o tiñan cerca,

sorrían, si o tiñan lonxe, choraban.

¡Mal pecado! Non coidaban que c’aquel seu frolear tiña costume

en cantar aló pola mañanciña:

Con esta miña gaitiña

ás nenas hei de engañar.

Camiño da romería,

debaixo dunha figueira, ¡canta meniña solteira «Quérote», lle

repetía!…

I el ca gaita respondía por a todas emboucar,

pois ben fixera en cantar aló pola mañanciña:

Con esta miña gaitiña

ás nenas hei de engañar 

Elas louquiñas bailaban e por xunta del corrían, cegas…, cegas, que

non vían as espiñas que as cercaban; probes palomas, buscaban a

luz que as iba queimar, pois que el soupera cantar aló pola

mañanciña:

Ó son da miña gaitiña

ás nenas hei de engañar.

¡Nas festas, canto contento!

¡Canta risa nas fiadas!

Todas, todas, namoradas, déranlle o seu pensamento; i el que de

amores sedento 

quixo a todas engañar, cando as veu dimpois chorar cantaba nas

mañanciñas: Non sean elas toliñas

non veñan ó meu tocar

De: Cantares Gallegos

Fotografia : PoetryAlquimia

En los ecos

En los ecos del órgano, o en el rumor del viento,
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo, y en todo te buscaba,
sin encontrarte nunca.
Quizás después te ha hallado, te ha hallado y ha perdido
otra vez de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
sin encontrarte nunca.
Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única.
Por eso vive triste, porque te busca siempre,
sin encontrarte nunca.

Has de cantar (fragmento)

Lugar máis hermoso
 non houbo na terra
 que aquel que eu miraba,
 que aquel que me dera.

     Lugar máis hermoso
 no mundo n’hachara
 que aquel de Galicia,
 ¡Galicia encantada!

      Galicia frorida,
 cal ela ningunha,
 de froles cuberta,
 cuberta de espumas,

     de espumas que o mare
 con perlas gomita,
 de froles que nacen
 ó pé das fontiñas.

      De valles tan fondos,
 tan verdes, tan frescos,
 que as penas se calman
 nomáis que con velos;

    que os ánxeles neles
 dormidos se quedan,
 xa en forma de pombas,
 xa en forma de niebras.

[ XXIII ]

I

Unos con la calumnia le mancharon,

otros falsos amores le han mentido,

y aunque dudo si algunos le han querido,

de cierto sé que todos le olvidaron.

Solo sufrió, sin gloria ni esperanza, 

cuanto puede sufrir un ser viviente;

¿por qué le preguntáis qué amores siente

y no qué odios alientan su venganza?

II

Si para que se llene y se desborde

el inmenso caudal de los agravios, 

quieren que nunca hasta sus labios llegue

más que el duro y amargo

pan, que el mendigo con dolor recoge

y ablanda con su llanto,

sucumbirá por fin, como sucumben 

los buenos y los bravos

uando en batalla desigual les hiere

la mano del cobarde o del tirano.

Y ellos entonces vivirán dichosos

su victoria cantando, 

como el cárabo canta en su agujero

y la rana en su charco.

Mas en tanto ellos cantan… -¡muchedumbre

que nace y muere en los paternos campos

siempre desconocida y siempre estéril!- 

triste la patria seguirá llorando,

siempre oprimida y siempre

de la ruindad y la ignorancia pasto.

De : En las orillas del Sar

Yo no sé lo que busco eternamente…

Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco; pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
Felicidad, no he de volver a hallarte
en la tierra, en el aire, ni en el cielo,
¡aun cuando sé que existes
y no eres vano sueño!

Cartas

A Manuel Murguía
– 1 –
Santiago, 16 de diciembre de 1861.
Mi querido Manolo: Hemos llegado a ésta ayer domingo, a las ocho de la noche, sin novedad particular, aunque llenas de aburrimiento y de cansancio. Después de venir la mayor parte del camino como en una prensa, se ha roto el eje de una rueda, por lo cual hemos tenido que venir desde antes de Lugo a paso de galera. Llegamos a La Coruña a las doce de la noche, aburridas y disgustadas, porque desde cerca de Betanzos hasta llegar a La Coruña, la niña vino con un cólico, que le pasó porque Dios lo quiso, pues con nada pudimos acudirle: pero como es tan fuerte, sanó sin remedio alguno. Mamá, el primero y segundo día, se mareó espantosamente, y yo me indispuse del estómago, de comer la comida fría, en tal disposición, que en lo restante del camino no hemos comido otra cosa que un té en Sanchidrián, una taza de caldo más allá de Valladolid, un chocolate en León, otro en Astorga y un café en Lugo. Así llegamos a La Coruña, donde no quisimos cenar nada, tomamos al otro día otro café antes de almorzar, a pesar de lo cual nos llevaron en la dichosa Coruña, por dormir y el café, 24 reales…
Ahora vamos a otra cosa. En Santiago hace un frío espantoso y apareció a mis ojos tal cual lo he descrito en Mauro. Jamás he visto tanta soledad, tanta tristeza, un cielo más pálido. En cambio, La Coruña estaba hermosísima. Una temperatura de primavera y un sol brillante. Estaba por quedarme ya en ella. Si aquí me fuese mal, allá me iba, pues ya tenía un sitio muy bueno, y bien amueblado, donde por tres duros al mes me ponían servicio, habitación y planchado. Lo demás está tan caro en Santiago como en La Coruña.
Por ahora me encuentro aquí en extremo descontenta. Santiago no es ciudad; es un sepulcro. No vayas a creer, sin embargo, que ya tengo melancolía, que voy a enfermar. Nada de eso. Sólo tengo una pequeña indisposición al vientre efecto del viaje. Por lo demás, estoy bien. Mamá y la niña también están buenas, gracias a Dios.
He llegado aquí con cinco duros; pero ya no tengo más de tres, y no creas que he gastado un solo maravedí en nada, pues lo he pasado hoy con una economía que pienso no sea mañana tan excesiva, pues casi no he comido. El dinero se ha ido en pagar a los que trajeron el equipaje, en comprar varias cosas, porque no había nada en casa, y aún tengo para mañana, además de los tres duros, dos pesetas, y leña, y pan, y carne y algunas otras pequeñeces. Creo que no puedes…
– 2 –
…nos hallamos demasiado lejos. Paciencia. Ninguna contestación tuve de Joaquina, y no quiero mandarle más a la niña, a no ser que tú me mandes otra cosa. Que se lo coman y se lo guisen todo.
Nada sabía que Compañel estuviese enfermo. Cierto es que no tenía por quién. Apresúrate, sin embargo, a hacer cuentas; bueno será. Si yo fuese hombre, saldría en este momento y me dirigiría a un monte, pues el día está soberbio; tengo, sin embargo, que resignarme a permanecer encerrada en mi gran salón. Sea. Adiós; recibe todo mi corazón y perdóname cuanto te hago sufrir; tú eres el que tienes que perdonarme a mí y no yo a ti.
He leído ayer un cuento de Poe, precioso aunque sencillo. Allí comprenderás que era poeta. Otro que he leído de él, de un género opuesto, se parece al modo de escribir de Larra. Las damas verdes de Jorge Sand tienen muchísima semejanza en cierto estilo con mi joven azul. ¿Qué te parece? Van a decir que he querido imitarla.
Cien besos y adiós. Voy a pasearme un poco por tu cuarto, pues tengo los pies helados. Tuya,
Rosa.

Maria Rosalia Rita de Castro, (Santiago de Compostela, Galicia, España, 24 de febrero de 1837, Padrón, 15 de julio de 1885) Poeta y novelista considerada entre los grandes poetas de la literatura española del siglo XIX y una de las figuras precursoras de la poesía española moderna. Sus «Cantares Gallegos» es tenida como la primera gran obra de la literatura Gallega contemporánea.

Rosalia nació fruto de una relación prohibida, de su madre, doña María Teresa de la Cruz de Castro y Abadía, quien tenía treinta y tres años cuando nació Rosalía y pertenecía a una familia hidalga venida a menos, con José Martínez Viojo de treinta y nueve años cuando nació la niña y era sacerdote lo que le impedía reco­nocer a su hija.

Fué bautizada con el nombre de María Rosalía Rita e inscrita como hija de padres incógnitos, cosa que les convenía tanto al padre sacerdote, como a la madre soltera de la alta sociedad. Rechazada por la familia materna, la recién nacida fue llevada a Ordoño y allí amamantada por la esposa de un sastre llamado Lesteiro. Doña Teresa y doña María Josefa, tías paternas de Rosalía, tomaron bajo su tutela a la chiquilla mientras vivió en Ortoño, hasta que su madre se hizo cargo de ella, lo cual, según documentos de la época, sucedió cuando la niña tenia poco mas de 5 años.

En 1855 se traslada a Madrid donde publica su primera obra “La flor” (1857) libro de poemas en castellano. Este libro recibió muy buenas críticas de Manuel Murguía con quién se casa el 10 de octubre de 1858. La pareja tuvo siete hijos, de los cuales dos fallecieron Adriano (1875), murió en noviembre de 1876 a los 19 meses al precipitarse desde una mesa y Valentina(1877)  nacida muerta. Tuveron también gemelos Gala y Ovidio, nacidos en julio de 1871, Aura(diciembre de 1868) y Amara (1873). 

Tras la muerte de su madre, Rosalía y Manuel se trasladan de nuevo Galicia. Es en esta época cuando empieza a gestar sus obras más importantes: ‘A mi madre’ y ‘Cantares gallegos’ en 1863. Este último fue su primer libro en lengua gallega, considerada por aquél entonces, como un dialecto. La familia se traslada a Simancas (Valladolid), cuando Manuel es nombrado director del archivo de la misma localidad. Allí escribe parte del famoso poemario ‘Follas novas’. A comienzos de 1880 publica un número considerable de poemas en castellano que serán recogidos en el libro ‘En las orillas del Sar’.

En 1883 se traslada a la localidad de Padrón, donde fallece a causa de un cáncer de útero. Tenía 48 años.

En Rosalía siempre estuvo presente la modestia con la que juzgaba el valor literario de sus escritos, tal como le dijo a Eduardo Pondal en una carta, fechada en 6/4/1864. Rosalía, después de animarlo a que se cuide, poniendo como ejemplo su propia recuperación, le dice:

Esta opinión sobre su creación literaria, incluso una tendencia a destruir su propia obra, culminó en la petición a sus hijas, poco antes de morir, de quemar sus manuscritos; petición que estas cumplieron en ausencia del padre y en contra de lo que hubiera sido el deseo de Murguía, quien, según la tradición, les dijo al enterarse: Habéis quemado su gloria y vuestra fortuna.

Obra publicada :

  • 1857: La flor, Madrid, Imprenta de M. González. (Poesía).
  • 1859: La hija del mar, Vigo, Impresión y encuadernación de J. Compañel. Editor: Librería Bailly, Baillière, Madrid. (Novela).
  • 1861: Flavio, Madrid, Imprenta del periódico Crónica de ambos mundos.
  • 1863: A mi madre, Vigo, Imprenta J. Compañel. (Es un folleto de 28 páginas del que se tiraron solo 50 ejemplares).
  • 1863: Cantares gallegos, Vigo, Imprenta de J. Compañel. Nueva edición corregida y aumentada, Madrid, Librería de Leocadio López, 1872. (Añade cuatro poemas a la primera edición).
  • 1866: Ruinas, Madrid, 1866. (Novela publicada por entregas en El museo Universal).
  • 1867: El caballero de las botas azules, Lugo, Imprenta de Soto Freire, Editor.
  • 1880: Follas novas, Madrid-La Habana, 1880. Editor La Propaganda Literaria, La Habana. Aurelio J. Allaría impresor, Madrid.
  • 1881: El primer loco, Madrid, Imprenta y Librería Moya y Plaza. (Contiene al final el artículo de costumbres «El Domingo de Ramos (Costumbres gallegas)»).
  • 1984: En las orillas del Sar, Madrid, Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe.

Tardíamente, muerta ya Rosalía, se publicó el único relato breve que se conserva de ella en gallego: 

  • «Conto gallego», en Almanaque Gallego, Buenos Aires, 1923.

Lo que otros autores han dicho de Rosalia De Castro :

Enlaces de interés :

Biografía: http://www.cervantesvirtual.com/portales/rosalia_de_castro/

http://bdh.bne.es/bnesearch/Search.do?text=&field1val=%22Castro%2c+Rosal%C3%ADa+de%22&field1Op=AND&numfields=1&exact=on&advanced=true&field1=autor&language=esEn

https://www.cervantesvirtual.com/portales/rosalia_de_castro/obra/la-poesa-de-rosala-de-castro-0

https://www.cervantesvirtual.com/portales/rosalia_de_castro/obra-visor/la-biblioteca-de-rosalia-de-castro/html/9c1f78eb-4c99-44a3-96e0-51b370286bb1_2.html#I_0_

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