10 Poemas de Luis Antonio de Villena

Balada de un joven canallita

Anoche, dando vueltas como siempre,
camino de la alta madrugada
(bares y discotecas, calle estrecha,
negros que venden hasta el alma blanca)
pensé que al encontrarte era mi suerte
recorriendo el burdel que nos ampara.
Y te miré la cara dulcemente
pensando que mi hora en ti empezaba.
Aunque sé que te echan del trabajo
pues te aburre la vida rutinaria,
y haces de camello cuando puedes
recorriendo el burdel que nos ampara.
En Marruecos saliste de un mal paso
y usaron y abusaste de la tranca.
Modelo, chulo, amante para cenas,
sabes el lujo de la gente cara
y camas cutres, feas y con chinches
recorriendo el burdel que nos ampara.
¡Que estupenda la noche los dos juntos!
Riendo, colocados, mente alzada…
Ojalá que el ritmo nos llevase unidos
tahúres del vivir y camaradas.
Pero la luz del alba rompe sueños
recorriendo el burdel que nos ampara.
Y aunque eres santo como el pan bendito
tu futuro es el orden o la nada.
Mal papel al zángano le espera:
no hay porvenir que a tu lucero valga.
Nos mira ya acechante una galerna
recorriendo el burdel que nos ampara.
Tampoco es convincente mi futuro:
Viejo verde en tugurios del mañana
o figurón de eventos literarios
ajeno a la Academia y a sus maulas.
Aunque bien puede el viento darme un viaje
recorriendo el burdel que nos ampara.
Juntos somos dos pájaros muy raros,
solo el presente nos pone su medalla.
Amigo de la noche, adiós, hermano.
Ya ves que casi todo nos separa.
Pero golfos y ninchis seguiremos
recorriendo el burdel que nos ampara.

Cipariso

Hemos venido a verte al sórdido escenario
donde hombres y mujeres agradecidos adulan tu
belleza. ..
Adolescente en el filo del reino,
tu cuerpo tiene la hermosura blanca de rosas tropicales
y el vigor del muchacho en el cuerpo de guardia.
Tu fruta, oscura y larga, llama a una sed prohibida.
Tus muslos son de seda, de agua femenina.
Tus ojos muy, muy dulces, desfallecientes, húmedos,
pero tus músculos sin pelo golpean cuando miran.
Tú te vas desnudando lentamente
entre una música arábiga de rai y rock folklórico.
y deslumbras de blanco como el niño secreto
que se viste de blanco las bragas de su hermana.
y también ruedas en el sucio suelo
como un joven guerrero montando a los leopardos.
Te miramos con envidia tranquila
y un furioso deseo de desdén y codicia…
Eres un lirio hermoso de viril temperanza
y la blanda violeta de una virgen enferma.
He soñado, de pronto, con tu carne en mi cama.
y he sentido las sábanas teñidas de colonia.
Pero cuando tu culo era la gloria de una hoguera
y tu fruta pendía bajo el pelo revuelto,
los aplausos de un público delicado y abyecto
me han recordado que el sueño terminaba.
El dueño ha dicho: Unas quince mil pelas…
Y el dios, sudando, pide ginebra y coca.
El mundo se ha tornado de peltre y de tornado,
y ya sabemos todos que no existe la vida.

Costura propia

He ido muchas veces ataviado de tristeza,
hundiéndoseme el mundo a cada rato,
fingiendo entre los amigos que me interesaba algo…
Me da miedo quien me mirase,
y angustia me producía no ser perfecto,
tener que competir, luchar por el oficio, por la vida, el nombre…
Y pensaba: la tragedia de todos consiste en no ser Dios.
Todos quisiéramos ser un pequeño Dios omnipotente..
Y hacíamos bromas sobre la muerte, chistes sobre la soledad,
Pequeños disparates sobre el amor comprado.
(Y yo soñaba en ti, mamá, como lo único seguro).
Me daba miedo la autoridad, la ley, el mundo, el futuro.
Pensaba: Incluso si alguna vez me creí libre.
Y la noche engañaba -como los amigos- con cierto parecido
a bondad o indiferencia.
Y yo iba ataviado de tristeza
y hubiera querido llorar -no podía-
o simplemente hundirme lentamente.
Y me veía en una barca negra (acaso en una gruta)
navegando hacia un negro horizonte…
la tristeza me llena la cabeza de plomo,
los bolsillos de piedras,
las manos de artrosis dura
y tira de mí tanto hacia abajo
que me vuelve imagen verticalizada, estirada, de un
                                                             espejo deformante.
Dame la tristeza, échamela -gira la soledad.
-Lánzame la pelota -repite el miedo.
Aquí, aquí, centra -reclama la angustia,
chútame a mí- y no sé qué agobio extraño lo sugiere.
Sólo sé que cuando voy ataviado de tristeza
quiero enraizarme en el sueño,
bogar en un río de calma
y susurrar junto al silencio: Dame la mano, mamá, ya he vuelto…

Infancias y suicidios

Sí, claro que pensé en el suicidio. Tenía dieciséis años
y habían logrado -tras un aparente primera felicidad-
mancharme de mí mismo hasta lo abyecto…
Ser como era me condenaba, me hundía.
La verdad es que antes, cuatro años atrás,
ya podría, consecuentemente, haber pensado en desaparecer.
¿Me salvaron los libros, la fantasía, los sueños?
¿La falsa maravilla acaso con que pensaba edificar mi vida?
Todo me condenaba. ¿Lo sabías?
Pese al silencio, pese a las ofensas, pese a la oscuridad
tan sola, llegué a pensar en el suicidio.
Es extraño que lograra sobrevivir.
Lo pienso ahora, lejos. Insólito haber llegado acá,
Si bien se mira.
Algunos también como yo, se ahogaron casi en sus islas.
Alguien me dio el nombre y la seña salvadora:
los proscritos tenemos también un reino.
La seña de Caín. Algo parecido.
Los deshauciados por el infame reino del Bien.
En los ojos un vago nublo de melancolía…
Acaso me lo dijo el decadente, sólida y rotunda efigie.
Somos tu mundo. No estás solo.
El reino de los réprobos. La raza de los acusados.
¿Te acuerdas?
Saberme en el mal
me devolvió entonces a la bondad de la vida.
Del suicidio no quedó, lógicamente,
más que una notoria disposición a la bruma
y la fraternal nostalgia hacia todas las caídas.

¿Qué sabes de la noche, centinela?

Tú que aspirabas a vivir continua diferencia,
hallaste que sus ojos hermosos no eran aventura.
Y oíste las mismas palabras, evocación de la ebriedad
con idénticos gestos, el culmen del mundo cifrado
en esa consecución de vasos y de droga barata…
¿Hablas de la caducidad? La alegría salvaje,
la gloria primitiva, son verdad sólo en su primer momento.
Recorriste solitario algunas calles desiertas,
recordando: en el lugar más alto estará lo que quiero.
Y a ti que te ha encendido la belleza del mundo,
te sumergiste entero entre lampos de fresa y titilar de oro.
Hablar del esplendor es vano intento. Mas cada cual
se anubla en el de al lado, y se pierde la hoguera
en anónimo fuego: la belleza aquí se repetía.
¿Qué busco yo, dijiste, con un vaso en la mano?
Participar de un cuerpo cuya entidad se esconde.
Sonaban las botellas entre las luces tibias.
El repetido alcohol de casi seis estaciones recorridas.
¿Adónde mirar? ¿Y hacia dónde mis ojos?
Tampoco anhelo añil amanecer junto a una carne
rubia, que dormirá en sus flores intocada y morbosa.
Sinuosas cintas de innumerables barras,
trasiego de palabras gastadas por la lija,
y el vidrio que me impide coger lo que o sé si quiero.
No es Nadie el nombre del que corre entre la sombra,
ni Odiseo el que repta entre siete cubículos.
Uno sólo es su nombre. Llamadme ya Mendigo.

El desterrado

El cuerpo envuelto en un gabán azul, muy ancho;
la corbata cuidada, y alborotado el pelo por el viento
de tarde, pasea el hombre solo, por una gris ciudad,
hurgando en sus bolsillos cigarrillos rubios y cerillas malas.
Se sienta en los cafés, y bebe mucho; acaso lee
un periódico sin ganas, mientras mira y le rondan ideas,
casi siempre extrañas. Habla, quizá, con alguien, un momento,
pero semeja ausente la sonrisa forzada. Se va deprisa,
y caminando, llega a tabernas o clubs de peor laya,
donde de nuevo bebe, y entre una torpe música, un instante
le embriaga una piel inmadura, que la vista descansa.
(Dulce cuerpo floral, incipiencia suave donde habita la gracia.)
Unas palabras luego. Y medio ocultas citas, ahora o mañana.
Entrada ya la noche, con demasiado alcohol y el humo del
                                                                                     tabaco
pegado entre las manos, abrirá la puerta de un piso frío,
vacilante, con libros y papeles en desorden y botellas gastadas.
y allí, tumbado en un sofá antes del sueño -escuchando las
                                                                                      violas
de Rameau en el aire -sentirá ese hombre solo brotar lágrimas.
Ha visto aproximarse al fin (hoy también) el Angel imposible
                                                                                   que le salva.

El viaje a Bizancio 1972 – 1974

Un cuento en azul

Seguramente estaba sola.
Llevaba los ojos muy cercados de negro.
Era mayor, vieja, con ropas gastadas.
Por la noche -más aún en invierno-
se acercaba a los jardines del convento o del parque
con su bolsa de plástico
llena de despojos para gatos.
Junto a las verjas, entre las plantas, por las aceras 
                                                                       nocturnas,
la vieja dama de los ojos negros,
más sola que el más solo de la tierra,
buscaba a los gatos.
Bonito ven. Ven, mi rey. Para ti también, mimosa.
Toma, linda. Ay, qué bueno, tesoro…
y los gatos callejeros, los gatos atigrados del jardín,
la iban rodeando zalameros, altivos, dulces,
formando una Piedad extraña
de una madre y sus hijos, en el fin de los tiempos.
Mira a la gatera (oí decir otra noche
a unos que pasaban) vaya vieja loca…
Pero la vieja dama de los ojos negros,
con su bolsita de plástico y despojos,
ya no oía. Nunca oía. Porque el mundo
-desde hacía mucho tiempo-
no era afortunadamente real para ella.
Por ello nos sorprendió saber
que una noche de aquellas,
un hermoso muchacho con uniforme azul
se acercase a la dama y le dijese:
Soy el Rey de los Gatos, madame.
Y se cruzaron sus miradas.
Y el muchacho de los ojos gatunos la besó en la boca.
Los gatos se restregaban en sus piernas.
Y tomó de la mano a la dama.
Y se fueron hacia un mundo perfecto,
un maravilloso mundo de luz
que un benévolo dios creó para las viejas locas,
donde los gatos son chicos
y los chicos son gatos
que tienen siete almas, y no envejecen nunca,
como quiso aquel Rey
del Día Primero del Antiguo Mundo Bien Hecho.

Et omnia vanitas

Como quien todo ha perdido

y voluntario se desprende de lo que aún le quedaba…

Una casa apartada y pequeña,

con los solos ruidos del aire o de la vida,

cerca de la montaña… Y álamos y olmos

junto a un río pedregoso, que levísimo escapa.

Rústico casi todo, y rústica la mesa

sobre la que tantos tomos convierten el conocimiento

en la única aventura deseada…

(Schopenhauer, Teócrito, Medrano, memorialistas

de los siglos áureos…)

Un corral con gallinas: Y andar con sayal franciscano

y una vieja peluca Luis XVI,

para los días muy fríos o con el alma extraña…

¿Es este aquel de abrigos y bufandas sorprendentes?

¿Es escandaloso, buscador de extravagancia?

Como de tantas cosas, qué poco ha quedado…

Desengaño, cierzo, desinterés, acedía,

un gran apetito de ausencia y de fracaso.

Aquí, retirado de todo,

sin el consuelo del bucolismo arcádico,

en un campo benigno y triste,

sedante, polvoriento, silvestre, manso…

Enfrascado en los libros, desdeñoso del mundo,

rotos los hilos de las vanidades,

ajeno, solitario, altivo, arisco,

estrafalario amigo que ya no aguardas nada…

de Como a lugar extraño,1990

Epitafio

Amigo que pasas, detente un instante.

Yacen aquí las cenizas de alguien
que no pidió venir (al que nada
le hubiese importado no venir)

y que, sin dolor, nunca temió irse.
Como tú, pensaba que este mundo
es oscuro y sucio, y crueles y necios
la mayoría de los hombres, avaros y egoístas.

Hay momentos de lujo: la belleza

y el arte. Los chicos y los libros.
Él no buscó más. Y agradece
a los dioses que le impidieran llegar
a la vejez, tediosa y terrible.
Atrapa el presente, amigo.
Goza y no tengas miedo.
El mundo no tiene arreglo
y los hombres tampoco. Suciedad
y traición colman la vida.
Coge los momentos fugaces de luz
y calienta con ellos la tumba.
Aquí sólo hay silencio y olvido.
Claro que hubiera dado igual no venir.

Pero ya que llegaste (sin pedirlo)
pásalo lo mejor que puedas…
Te lo dice quien, sin dolor,
no temió partir. Y lo hizo de golpe preciso.

Tranquilo, el Averno es benigno.
Y en verdad nada es peor
(salva los dorados momentos de oro)
que la vida misma. La inclemente
y dulce vida. Entrar, salir… No temas.

Nada hay, sólo el presente existe.
Sé feliz, caminante. Me llamo Nadie.
Como tú, como aquel, como todos…
Nadie descansando en Nada.

de Proyecto para excavar una villa en el páramo,2012

Cuesta abajo

Perder es el gesto más noble de la vida.
Pero no hay que engañarse. Sólo quien tuvo pierde.
Perder es por ello un doble triunfo. El desdén
de ahora y el cortejo relumbrante del principio.
Aceptar la miseria tras el oro. Complacerse
en ser nadie, siendo rico. Deshacerse de todo.
Gustar el fango con paladar de príncipe.
(Creadores estériles o reyes en el exilio.)
Pero el verdadero perdedor no es el que busca,
sino el que acepta —realmente— su destino.
Luce lo que no es suyo. Y tiene deudas, alcohólico
y avejentado, como las tenían los jóvenes lords
de hace un siglo. Para comprar diamantes y caballos…
El perdedor nada quiere saber de cuanto amara
(ha puesto con desgana su firma en aquel libro).
Perder es ser otro y ser el mismo. Y vivir
al fin el tirón desgarrado de la carne, que ennoblece
y ensucia. Perder es un último acto de dandysmo.

autógrafo

Luis Antonio de Villena (Madrid, 31 de octubre de 1951)? Poeta, narrador, ensayista, crítico literario y traductor. Es licenciado en filología románica y estudió además lenguas clásicas y orientales. Publicó su primer libro de poemas a los diecinueve años Huir del invierno. Mereció en 1981 el Premio de la Crítica y en 1998 publicó Celebración del libertino que obtuvo el Premio Ciudad de Melilla. Reunió en 1990 su hasta entonces obra poética completa en La belleza impura

Excelente antólogo y estudioso de la poesía española contemporánea, también ha traducido a poetas de la talla de Sandro Penna o Ted Hughes. 

Ensayista, biógrafo de personajes heterodoxos como Oscar Wilde y Luis de Baviera, o del mundo del arte como Caravaggio,Villena también es

Es autor de varios libros de poemas, entre los que destacan Sublime Solarium(1971), La belleza impura (poesía completa 1970-1989), Desequilibrios (2004), Los gatos príncipes (VII Premio Internacional Generación del 27) y La prosa del mundo (2009). 

Ha cultivado también la novela y relatos con títulos como Amor pasión (1983), Chicos (1989),Fuera del mundo (1992, recuperada en 2011 por Cabaret Voltaire), Divino (1994), El burdel de Lord Byron (Premio Azorín 1995), Fácil (1996), El mal mundo (Premio Sonrisa Vertical 1999), El charlatán crepuscular(2000), La nave de los muchachos griegos (2003), Malditos (2010) y Majestad caída (2012). 

En su faceta de excelente ensayista ha publicado El libro de las perversiones (1992), Biografía del fracaso(1997), Caravaggio, exquisito y violento (2000), Wilde total (2001), Diccionario de mitos clásicos para uso de modernos (2011) y Mártires de la belleza (Cabaret Voltaire, 2011) entre otros. 

También ha traducido a poetas y autores como Catulo, Miguel Ángel Buonarotti, Oscar Wilde, William Beckford, Sandro Penna.

Su obra creativa en verso o prosa ha sido traducida a varias lenguas —entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro.

Es doctor Honoris causa por la Universidad de Lille (Francia) desde noviembre de 2004

Premios:

Nacional de la Crítica en poesía (1981), el Azorín de novela (1995), el internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el premio de poesía «Generación del 27» (2004).En 2007 obtuvo el II Premio Internacional de Poesía El Viaje del Parnaso, por un libro titulado «La prosa del mundo.

Enlaces de interés:

https://www.ieturolenses.org/revista_turia/index.php/actualidad_turia/cat/conversaciones/post/luis-antonio-de-villena-la-cultura-y-la-belleza-han-dado-sentido-a-mi-vida/

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