El ignorante
Cuanto más envejezco, más crezco en ignorancia,
cuanto más he vivido, menos poseo y menos reino.
Todo lo que tengo es un espacio alternativamente
nevado o brillante, pero nunca habitado.
¿Dónde está el dador, el guía, el guardián?
Permanezco en mi cuarto y de momento me callo
(el silencio, como un sirviente, viene a poner un poco de orden),
y espero a que las mentiras se aparten una a una:
¿qué queda? ¿Qué le queda a quien muere
que le impide morir? ¿Qué fuerza
le hace hablar aún entre sus cuatro paredes?
La voz
¿Quién canta ahí cuando toda voz se calla? ¿Quién canta
con esta voz sorda y pura un canto tan bello?
¿Será fuera de la ciudad, en Robinson, en un
jardín cubierto de nieve? ¿O es ahí, muy cerca,
alguien que no sospechaba que se le escuchase?
No nos impacientemos por saberlo,
pues no de otro modo precede al día
el pájaro invisible. Tan sólo permanezcamos
en silencio. Una voz sube y, como un viento de marzo
restituye su fuerza a los bosques cansados, nos llega
sin lágrimas, más bien sonriendo ante la muerte.
¿Quién cantaba ahí cuando se apagó nuestra lámpara?
Nadie lo sabe. Pero sólo puede oír el corazón
que no busca posesión ni victoria.
Carta
Michele, hemos sido de esos pájaros
que se rozan, en rápido ascenso hacia la luz,
y se persiguen gritando cada vez más fuerte
hasta el éxtasis, muy parecido a lo efímero…
—Pero basta de imágenes entre nosotros: dije en sueños
las palabras que acortan la distancia
entre nuestros cuerpos, esos personajes infernales;
supiste formar anillos bastante estrechos
para que se alegren hasta olvidar sus fronteras
y la muerte que espera, curiosa, detrás;
yo, a menudo fui como un niño distraído,
viajaba, envejecía, te abandonaba,
y cuando somos remontados hacia el alba severa,
es un espectro que guiabas de calle en calle,
allí donde el canto del gallo no podría alcanzarlo.
Y sin embargo esta sombra te amaba… No se sabe
qué encontraremos allí para abrazarte…
—Habitante de esta noche, pensarás
sin demasiado odio hacia el que mora quién sabe dónde
y te rozó como un pájaro en los párpados
después subió, sin dejar de observar debajo
tu sonrisa centellear como un río…
El poeta tardío
El poeta tardío escribe:
“Mi espíritu se deshilacha poco a poco.
Incluso la malva rosa y el pinzón me parecen lejanos
y lejanos cada vez con menor seguridad.
Llegaré incluso a solicitar
que me descarguen de este saco de luz:
¡gloria extravagante!”
¿Quién entre estas bellezas responderá?
¿No habrá alguien entre ustedes,
incluso sin decir nada, para venir en pos de él?
Vaya, como se dispersa, la manada de fuentes
que creímos haber conducido alguna vez por estas praderas…
He aquí que a partir de entonces
cualquier música de antaño se le sube a los ojos
convertida en gruesas lágrimas:
“Vuelven los alhelíes y las peonías,
la hierba y el mirlo también,
pero la que esperamos ¿dónde? ¿dónde las esperadas?
¿Acaso nunca más volveremos a tener sed?
¿Ya no habrá más cascadas
para que aprieten en sus manos la fresca cintura?
Cualquier música te aflige desde entonces
con el peso de las lágrimas”.
El hombre sigue hablando,
y su rumor avanza como un arroyo de enero
con ese temblor de hojas cada vez que un pájaro
asustado huye gritando hacia allí donde la lluvia escampa.
Mientras te escucho…
Mientras te escucho,
el reflejo de una vela
tiembla en el espejo
como una llama trenzada
en agua.
Esta voz, también, ¿no es el eco
de otra, más real?
¿ Va él a escucharla, él que se debate
entre las manos siempre demasiado lentas
del verdugo?
¿La oiré yo?
Si alguna vez hablan por encima de nosotros
entre los árboles constelados de su abril.
Ahora sé
Ahora sé que no poseo nada, ni siquiera
Ese oro hermoso hecho de hojas marchitas,
Ni esos días que vuelan del ayer al mañana
Con grandes aletazos hacia una feliz patria.
La emigrante mustia , la belleza liviana, huyó
Con ellos, con sus falaces secretos,
Envuelta en brumas. Sin duda la conducirán
A otro lugar,; a través de estos bosques lluviosos.
Como antaño, me hallo en el umbral de un invierno
Irreal, donde canta el pardillo, obstinado, única llamada
Que no cesa, como yedra . Mas ¿quién puede decir
Cuál es su sentido? Veo mi salud disminuir,
Semejante a ese leve fuego de más allá de la niebla
Que un frío viento aviva, apaga… Ya es tarde.
Caminata al final del verano
Avanzamos sobre peñascos cubiertos de conchas,
placas hechas de libélulas y arena,
caminantes enamorados, sorprendidos de su propio viaje,
cuerpos provisorios, reencuentros sin fortuna.
Una hora de descanso en las terrazas bajas del litoral.
Palabras sin demasiado eco. Destellos de hiedra.
Caminamos rodeados por los últimos pájaros del otoño
y bordonea la flama invisible de los años en el madero
de nuestros cuerpos. Agradecimientos sin embargo
al viento que entre las encinas no sabe callar.
Abajo se amontona la bastedad de los muertos antiguos,
la precipitación del polvo que antaño fuera claro,
la petrificación de las mariposas y los enjambres,
y en la parte baja del cementerio semilla y piedra,
las bases de nuestro amor, de nuestras miradas y quejas,
lecho profundo del que se aleja de noche cualquier temor.
Arriba tiembla lo que aún se resiste a la derrota,
arriba brillan las hojas y los ecos de alguna fiesta;
antes de hundirse a su vez en los cimientos
los vencejos fulguran encima de nuestras casas.
Luego llega por fin lo que podría vencer nuestro infortunio,
el aire más ligero que el aire y en las cimas la luz,
tal vez las palabras de un hombre evocando su juventud,
oídos cuando la noche se acerca y que un vano ruido de guerra
por décima vez viene a molestar la exhalación de los campos.
Noticias de la noche
A la hora en que la luz oculta su rostro
en nuestros cuellos, se vocean las noticias de la tarde,
se nos confunde. El aire es dulce. Seres de paso
por esta ciudad, nos podremos sentar un rato
a orillas del río donde se mueve un árbol apenas verde,
después de haber comido de prisa; ¿tendré siquiera
tiempo de hacer este viaje antes del invierno,
de besarte antes de partir? Si me amas,
retenme, el tiempo de recuperar el aliento, al menos,
sólo esta primavera, que nos dejen tranquilos
bordear la temblorosa paz del río hasta muy lejos,
donde se encienden las fábricas inmóviles…
Pero no hay manera. El extranjero que camina
no debe volverse, o se convertiría
en estatua: sólo se puede avanzar. Y las ciudades
que aún se yerguen arderán. Suerte
que al menos visité Roma el año pasado,
que nos hayamos amado de prisa, antes de la ausencia,
mirado una vez más, besado de prisa,
antes de que voceen El Mundo a nuestro último mundo
o Esta tarde al último bello atardecer que nos confunde…
Partirás. Ya tu cuerpo es menos real
que la corriente que lo desgasta, y estos humos en el cielo
tienen más raíces que nosotros. Es inútil
forzarnos. Contempla el agua, cómo fluye
por la grieta entre nuestras sombras. Es el fin,
que nos quita el gusto de pasarnos de listos.
Philippe Jaccottet ( Moudon, Suiza, 30 de junio de 1925 -Grignan, Francia, 24 de febrero de 2021). Poeta, ensayista y traductor de varios idiomas, afincado en Francia desde 1953.
Estudió Literatura en la Universidad de Lausana. Empezó a publicar sus poemas a los veinte años, influenciado por Rilke. viajando luego a Italia donde conoció a Ungaretti, a quien traduciría posteriormente.
Vivió durante algunos años en París ( permaneció entre 1946 y 1952) donde trabajó como colaborador de la editorial Mermod. En 1941 conoció a Gustave Roud, guía de toda una generación de escritores helvéticos, quien lo inició en el romanticismo alemán.
En 1953 se casa con la pintora Anne-Marie Haesler y se instala en Grignan, en el valle francés del Drôme, donde reside desde entonces. En ese mismo año, Jaccottet publicó su primer libro de poesía.
Ha traducido a Goethe, Hölderlin, Leopardi, Musil, Rilke, Góngora,Homero,Thomas Mann y Ungaretti, entre otros. Es llamado «el poeta de lo inaprensible».
Ha recibido el premio Goncourt de poesía(2003), le Grand Prix national deTraduction (1987),le Gran Prix national de Poesíe(1995), Prix mondial Cino Del Duca 2018 , entre otros.
Hasta su fallecimiento se le consideró uno de los más grandes poetas vivos en lengua francesa.
Nota : Esta entrada ha sido actualizada el 25 de febrero de 2021 debido al fallecimiento de Philippe Jaccottett.
¡Vuela alto poeta!
Enlaces de interés :
http://www.maulpoix.net/Jaccottetpoetique.htm
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