8 Poemas de Judith Santopietro

La poesía del origen
se canta a cielo abierto,
brota al golpe de las piedras
cuando la chispa incendia     enciende las voces.

J.Santopietro

La mujer curandera

Una mujer se sueña una y otra vez en una tupida selva

sus sueños son truenos de
cristales de la piedra lumbre que
derrite la maldad en el comal.

Los sueños de la curación donde las plantas sagradas le anuncian
que el cuerpo está plagado de
animales invisibles.

Xochicuicatl tlen piltlahuiltzitzin

Pilteoxihuitzitzin motlatlah
cequin tlayohua quemman echcapatzin tlahuilli patlanihtihuallohuih tlen tlalli

ixcanelin quitlachpanah malhuilli
ininohhui campa nehnemizceh

naman piltlahuiltzitzin nemih pan xihuitl

Neca nouhquiya nimomahchahcoa
ica huitzli huan nimahezquiza.

Poema de las luciérnagas

Los brotes sagrados se incendian
algunas noches cuando las diminutas luces vuelan desde la tierra

las hormigas barren tiernamente los senderos por donde caminarán

ahora las pequeñas luciérnagas viven en la yerba

Allí también mis manos se espinan con astillas y sangran.

Xopantlan

Nimocehuihtoc xochitlan
ni tzintlayohua campa tlahuilli patlanih tlahtlayohua
nicnehnehuilia tlaahuetziliztli quiixhualtia pilteoxihuitztitzin
nouhquiya nitemiqui huanya nonanan:
inahnahualiz axnechmaca
huan poctli quentzin totonic tlen nechtlahtlania ma nicpopochhui itlacayo.

Zan cequin tonatiuh tlen cueciuhtoc ohtli
pan nochipan tzopelic huan yeccaquiztiliztli xochitlahtolli
totohuicaliztli tlen zanoc quichichilihuiltia elhuicatl:
cahuitl quemman tlahuilli calaqui tlen ni tlaltepactli.

Nguixó

Bosque de silencio:

los clavos nocturnos de la remembranza
donde nace la yerba:
se escucha un grillo en el intervalo de los tiempos
y descubro la tristeza aún sonriente.

Por el surco del armadillo resbala su voz el hombre
con sus pómulos de muerte alegre,
miro la profundidad del ojo como una cañada de rocas,
de raíces duras,
de historia de brujos.
Me encuentro yerba,
nervadura de hoja,
mortero donde se tritura el llanto,
fermento que se bebe de alegría.

Kalasasaya o las piedras erguidas

Aún las piedras erguidas de la soledad en esta pampa

el profundo aire que habita los pasillos

caras pétreas en un templo de paredes ocre mineral

Aún así extiendo los brazos a distancias que no puedo narrar

caigo sin ir cayendo por esta áspera cumbre

sostengo la hostil navaja en mi mano

(con la otra escucho el corazón y sus rugidos):

es ésta una tierra donde no nací

su desfile polvoriento no me importa

sus imperios restaurados del racismo inverso

me son indiferentes

(también con esa mano detengo las injurias que erosionan
mi boca cual deshielo triste de los Andes)

Aún la Chakana da el Sur y sus misterios:

esa cruz vencida un poco hacia la noche un poco hacia la nada

que no es lamento de mujeres en su borde

sino infinito resplandor entre los mundos

Jach’a Qhana:

nido de los cóndores que sobrevuelan la estepa lunar

fulgor incandescente que es rosa de los vientos y es cráter

Es éste el Altiplano donde no he vivido

me deleitan

sus dolientes cabecitas sobre el muro rojo

poso junto a cada rictus ajado por el alfarero esclavo

en todos los retratos

 A distancias que no quiero mirar

las piedras verticales peregrinan con el más dócil cautivo

resplandece la estela en su simiente

vestida cual figura de andesita

(el águila la pluma el cóndor la vicuña)

Aún el fraile-monolito acicala sus cangrejos

(un poco gordo por los años dedos torcidos por artritis)

a veces llora en arenisca peces

y su agua colma cada gárgola

limpia las columnas abre la puerta al inicio temporal del Sol:

así de primavera el equinnocio.

Pero los dioses

que serenos observan las estrellas

espían el orbe con su oído colosal

(tímpano secreto entre las piedras)

y en tal estancia del subsuelo

mi voz resuena expandida y pesarosa:

es ésta una tierra donde no nací

su desfile polvoriento no me importa

sus imperios restaurados del racismo inverso

me son indiferentes.

Delivery

Un inmigrante corre en el techo de un vagón 

el tren cruza el puente de Metlac  a ciento
 treintaiún msnm
un inmigrante hace malabares con su cuerpo
como si la cima del mundo avanzara 
a la par de las montañas
todo sereno en el gran puente norteamericano 
Quizá     más tarde     vengan
                          los retenes el chirrido de
las vías
pero ahora filma con su celular el bosque
 nuboso
y las orquídeas negras que pasan en la
 sucesión de imágenes De algún andamio proviene un sonido 
lontananza los distingue semiatados a los fierros
los garífunas que bailan con sus hijos en el pecho
 luego habitarán los desiertos en Texas
o las praderas húmedas del Bronx en el verano

Al centro del vagón
alguien inclina un dólar
este hombre lengua y figura ajada
su canto de árbol casi muerto 
su voz eco en el vientre de este cántaro 
(iba a encender fuego, pero mejor lía un cigarro
 tabaco miel olor a trementina y orín)

Aunque ahora un inmigrante desafía la gravedad
en su euforia por llegar al Norte
después su cuerpo se hará recio para soportar
tormentas
              repartir comida y regalos navideños
 cuando los demás se refugien en la calefacción 
lo llamarán deliveryy
su nombre lucirá en letras rojas 
en cada entrada de los restaurantes
 lo llamarán delivery mientras se equilibra en su
 bicicleta 
y el tren avanza

un inmigrante desafía la gravedad
brinca el desierto y luego el mar desde lo alto
del puente
balbucea un territorio lejano
 que ni él mismo recuerda.


Guennda náabani sicarú

A Macario Matus y su espíritu zapoteco que va a todos lados.

Veo tu larga cabellera enredada en los listones

los peces con su piel de plata

al sol

parecen un espejo

de tus pómulos salientes,

recorres las calles

con tu cuerpo de flores hiladas

una tarde de calor

tan intrépido

igual que si buscaras a tientas en la oscuridad

tu primer rostro.

Veo desde aquí la orilla última del agua

y nuestra esperanza de remar

una vez más

sobre las piedras:

porque la belleza y la vida,

guennda náabani sicarú,

en un año como éste,

serán de buscarlas bajo las enramadas

o en las confines de nuestros recuerdos

Izcaltitla

Los hombres de la loma taciturna                      
se desvisten ante una fogata de sabiduría 
sueltan en la oscuridad las formas 
de un ojo lleno de costumbre

cada uno en la danza pega el cuerpo al corazón de la tierra, 
pide al ave sus alas desplegadas, 
desea los negros ojos del mapache

alguna vez seremos la mirada del nahual 
que sobrevuela la barranca 
y pariremos maíz por la boca 
para arroparlo en el chisporroteo del brasero.

                     Izcaltitla

Tlakamej inon katej itech tleokoyal tepetl  
moxijxipetsouaj ixpan tlikuil tlamatilistli  
kikajkauaj ijtik tlapoyaual, tlachiualtij  
nekaj se ixtololotl tentok ika ajsikamachilistli.

Sejsenmej, itech ijtotilistli kiuiteki inakayo itech yolotlal, 
kitlajtlanilia tototl i ajasuan tlapotiuij, 
kineki i ixtololouan tlilikej mapachin

kemantis tietoskej itlachialistli nahual  
tlen majkoktinemi ik uarrankaj  
iuan tikpiluaskej tleoli ijtik tokamak 
pampa sektlakentis itech tliko tlikuisalotl.

De Se incendia la palabra, Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla, México, 2009

pan tlatlahco yoyomitl
 
Cualcan niihza
Pan ni temiquiliztli niNanahuatzin
huan nimotectoc pan tlatlahco yoyomitl
ininhhuatin nechtlatiah
tlatla notlacayo
tlitl momahcauhtoc.
 
Nimotlanehui  nimotiochihua
ce huehuetotiotzin neci: Xiuhtecuhtli Huehueteotl
tliquizaliztli ayoccanah nihueli nicpanextiz.
 
En el centro de un bordado
Despierto de madrugada
En el sueño soy Nanahuatzin
y acostada en el centro de un bordado
me encienden fuego
abrasa el cuerpo
encendido que libera.
 
Invoco imploro pido y rezo
un dios anciano está presente: Xiuhtecutli Huehueteotl
el ardor es algo que ya no puedo describir.


Judith Santopietro (Córdoba,Veracruz, México, 28 de octubre de 1983). Poeta y escritora. Judith es maestra por la Universidad de Texas en Austin y ha hecho residencias de investigación en la Sierra de Zongolica y Tecomate (Veracruz), el Instituto de Estudios Latinoamericanos Teresa Lozano Long (Texas), la Universidad de Leiden (Países Bajos), y en Nueva York y Bolivia. 

Se crió entre Ixhuatlán del Café y Boca del Monte, pueblos de las Altas Montañas a los que pertenece su familia y donde convivió con historias sobre nahuales, chaneques, mujeres voladoras y otros seres extraordinarios.

 Escritora nómada, mujer de las ensoñaciones, cree en los mitos y en las leyendas. Su idioma materno es el español; sin embargo, ha aprendido Náhuatl por decisión política y para honrar a sus ancestras que soñaban y vivían en esta lengua.

Ha publicado los libros Palabras de Agua (Instituto Veracruzano de Cultura-Praxis, 2010) y Tiawanaku. Poemas de la Madre Coqa (Hanan Harawi Editores,2017) —primera versión en español—, además del ensayo “Migrantes nahuas celebran a Santiago Apóstol: un ejercicio de comunalidad en Nueva York” (Universidad Autónoma de Chiapas, 2017/ Leiden University Press, 2016).   Ha publicado en el Anuario de Poesía Mexicana 2006 del Fondo de Cultura Económica, Rio Grande ReviewLa Jornada The Brooklyn Rail, y también ha participado en numerosos festivales, incluyendo el World Voices Festival del PEN America en Nueva York, 2018.

Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú 2014 y fue finalista en el Premio Literario Internacional “Aura Estrada” 2017.

Enlaces de interés :

https://judithsantopietro.wixsite.com/judithsantopietro/copy-of-about

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