12 Poemas de Astrid Fugellie Gezan

Primer testimonio

Todo era silencio y óxido cuando

la primera luz fue canto mudo:

Silencio

óxido

luz

canto muerto.

Nueve meses pasaron

hasta que llegó como bulto.

Así apareció en esta tierra.

de “La generación de las palomas

Retrato

La niña que se esconde

detrás de la lluvia,

la entregada a los misterios

del agua.

Así,

cuando el secreto se descubre

en algún océano

que nunca vuelve.

Sobre su techumbre cantaba el Dueño del Mundo

de “La generación de las palomas

La arrojada

la dejan            la abandonan
por otras manos que apenas cercan
la descuidan

cuando el llanto se hace piedra
la escupen

la ceden la seguirán lanzando
con otro gemido de arrojada
con entrega muerta
por unas manos que apenas ciñen

la tiran
hacia las frondas negras

No parece que camino, me hundo.

de “La generación de las palomas

La tierra

hay cúmulos de genes procreando bestias
padres   hijos dándose de cabezadas

hay enanos solitarios justo al borde
rincones secretos como abismos

hay pensionados taciturnos repletos
de bailarinas

hay tiranos perpetuos los malditos

hay sistemas automedidos disputándose
la otravida        la otramuerte

de “La generación de las palomas

Prisioneros

Las estrellas resbalaron y jamás en el encruce
el cielo estuvo despoblado.

-Te amo, dijiste con jazmín del cabo
entre los dientes.

Suelto, sobre la noche ardía
el Cantar de los Cantares.

-Dame tu mano, dije,
y en el despunte fuimos
la boca suelta de la luna,
el ojo limpio de la vida.

de “Llaves para una Maga”

La amante

He visto a una mujer negra y hermosa,
con su mirada vuelta hacia la playa
donde los pececillos semejan arpas verdes.

Recostados los ojos sobre esa lejanía,
su vientre late
y sus lágrimas atisban allá lejos,
donde el horizonte se corta en dos hombres:

El del bello negro que tocó sus húmedos pechos
y el del negrito que mamó de ellos veinte
soles errantes.

de “Llaves para una Maga”

Casa paterna

Andábamos andando el tiempo breve de la casa.

Nos supimos reconocer como ningún adulto.

Así fuera,
en medio del sótano oscuro donde
ruidaban los duendes,
o por las escaleras donde jugaban las brujas.

Antes que la vida cortara por otras callejas
anduvimos andando el tiempo escaso de la casa:
la primera        la única.

Los milagros de la abuela eran como los de La Señora
de los Cielos.

de “La generación de las palomas

Maximiliana Pirul

Y llegaron los días en que el dolor de la Patria
debía hablar.

Y llamé a Maximiliana Pirul, que era madre de José
el cantor parroquial y le dije:

-¿Por qué lloras?

-Aprehendieron a José mi primogénito.

-¿De qué lo acusan?

La mujer-abnegada repuso entre dientes:

-De tener la voz como caída del cielo.

de “Los círculos”(1988)

Lucrecia Millapi

Fresia Millapi tenía una hija llamada Lucrecia.
De la voz de Lucrecia Millapi se decía: Es dulce
como el canto que se aprende de la cayuca. Y de
su pecho emotivo: Se lo prodigaron las loicas.

Lucrecia Millapi ayudaba a su madre. Cuando ambas
salían cargando las sábanas, las pobladoras
secretaban: Se le parece a los ángeles.

Lucrecia Millapi murió siendo niña y Fredia, su
madre, lloró tres largos días y tres noches largas,
al cabo de los cuales le sobrevino el consuelo:
Bueno, pensó la mujer, Lucrecia no merecía
mi suerte.

de “Los círculos”(1988)

Circulo tríptico

gobierno

Podría ser mi primer y último acto:
Te llamaré Pedro o Rosaura.

Quizá tú quieras enorgullecerte
de ser mujer.

nativa

Los nombres son de frío, de música
de piedra.

Mi vecina se llama Nieves,
mi vecino Nicolás Danza de Roca.

Para rondar la tierra no pido
permiso.

Los magos son de luna y la luna
almuerza con Dios y su aquelarre.

de “Los círculos”(1988)

Angelina Quilleleo

-Se me han endurecido las palabras, rezongó Angelina

Quilleleo.

Luego agregó, con la frente clavada en el confesionario:

-Cuando era moza podía hablar de los ojos de los árboles,

de los troncos llorosos de la luna,

de las caras de las tortillas madurando sobre el fogón.

Entonces los campesinos y el runrún de los Temus me decían:

-¡Qué bien cantas con palabras, Angelina Quilleleo!

-Un día, cuando en abril era junio, un mercader me refirió

la capital: “Es un hechizo, dijo: los edificios son espejos

encantados. En ellos puedes verte de cuerpo entero o al

revés, (con la cabeza pegada al pavimento y

los pies como perdidos en el cielo).

Además, no escasea la harina, ni la azúcar, ni la plata”.

-Me vine, pues, señor cura, susurró Angelina Quilleleo,

porque el Norte era la tierra de los elegidos.

-Pero no había azúcar, ni harina, ni plata y los edificios

me daban el mismo miedo que alguna vez me inspiraron

los chuchúes que habitaban en los cuentos de mi abuela

Fresia, que además de vieja y pobre, era sabia.

-Y así, las palabras se me enduraron y he debido hurtar

menestras a la mala muerte.

-Confieso que he pecado, sollozó Angelina Quilleleo.

La ventanilla del confesionario se abrió. El cura y la mujer

se miraron.

El cura, con visibles hilillos de sangre en la frente, dijo:

-Anda mujer, no hay penitencia.

de “Los círculos”(1988)

Raulina Yagán Yagán

Raulina Yagán Yagán, la última yámana de Tekenica y de Ukika, poblados de nutrias y sembraderos vecinos a la crueldad de las redes y el mar, murió un diez y siete de abril de mil novecientos ochenta y siete.

Raulina Yagán Yagán no dejó más descendencia que

uno que otro tejido a telar, que la infeliz hubo de

aprender para sobrevivir, porque el mínimo empleo

repelió su oficio de entrelazadora de canastos y

canoas en miniatura.

Y así, Raulina Yagán Yagán, la última yámana de

Tekenica y de Ukika subió a los cielos donde Pedro,

en nombre del Dios Padre Todo Poderoso la recibió:

—¿Tu nombre?

—Raulina Yagán Yagán, repuso la indígena con la

cabeza gacha, y luego agregó, Annu lalayala…

—¿Qué dices?, interrogó el Blanco Santo.

—¡Los he dejado!, ¡Ya los he dejado!, ¿Dónde puedo

encontrar a mi padre dios yámana?

—¿Tu dios padre yámana?, ¿Te refieres al dios padre

de los yaganes?, insistió algo desconcertado el bueno

de Pedro.

—¡Sí!, sisí, se esperanzó Raulina Yagán Yagán.

—Murió, Raulina, tu padre dios murió el diez y siete

          de abril de mil novecientos ochenta y siete, en la tarde.

de “Los círculos”(1988)

Astrid Fugellie Gezan (Punta Arenas,Chile, 2 de enero de 1949). Poeta y profesora. Licenciada en Educación Parvularia por la Universidad de Chile.

Descendiente de una familia de comerciantes y artistas. Silvestre Fugellie, poeta, narrador y académico; Leonel Fugellie Mulcahy, pintor, caricaturista y concertista en violín. Por parte de su madre, escultores y pintores, fundamentalmente en Croacia.

Astrid fue una niña con problemas de lectoescritura, debido a complicaciones durante su nacimiento, lo que no impidió que su pasión por la lectura y la escritura se desarrollase desde muy pequeña. Incluso, reconoce que la sonoridad de su poética, un rasgo fundamental de su obra, y el abundante uso de neologismos, se debe en gran medida a la dificultad temprana para pronunciar las palabras.

A los 12 años obtuvo el primer lugar en un certamen nacional de poesía  con su poema “A esas Manos”, inspirada en las manos de un trabajador pampino. Astrid publicó su primer libro, “Poemas” (1966), a los 17 años, donde se recogen textos escritos entre los 12 y 16 años.

 En 1966 fue cofundadora de la Casa de la Cultura de su ciudad natal.

Astrid Fugellie es miembro de la Sociedad de Escritores de Magallanes y de la Sociedad de Escritores de Chile.Fundadora de la revista El Corchete, conductora de programas de radio. Ha impartido talleres de poesía y es redactora de la Revista Palabra de Mujer.

Es Miembro Correspondiente de la Académica Chilena de la Lengua por la Ciudad de Santiago y Premio Academia de la Lengua 1989. Entre sus reconocimientos más recientes está el Premio Municipal de Literatura de Punta Arenas, el 2017, y el Premio a la Trayectoria Poética Pablo Neruda, el 2018.

Publicaciones:

Poemas (1966)
Siete poemas (1969)
Una casa en la lluvia (1975)
¿Quién soy? (1983)
Las jornadas del silencio (1984)
Travesías (1986)
Chile enlutado (1987)
A manos del año (1987)
Los círculos (1988)
Dioses del sueño (1991)
Llaves para una maga( 1999)
De ánimas y mandas, animitas chilenas desde el subsuelo (2003)
La tierra de los arlequines, ese arco que se forma después de la lluvia (2005)
La generación de las palomas( 2005)
Antología 40 años (2008)

En Off (2010)

Libro del mal morir (2015)

El Faro, Quirófano al Noreste (2016)

Enlaces de interés :

https://urbesalvaje.wordpress.com/2013/07/15/3363/

http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/fugellie_gezan_astrid/bio.htm

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