Si supieras
Si supieras,
si sólo una milésima,
si sólo un pedacito,
un lado de mí misma conocieras
sabrías que estoy hecha de ciruelas,
de almendras y duraznos.
Sabrías que por dentro soy de azúcar,
que sólo un dedo tuyo
y un término rosado es suficiente
para que pierda mi alma el equilibrio.
Una mirada sola, clarísima y brillante,
un simple yo te quiero
podrían encender mi vieja lámpara
y hacer que tras la tarde
se moje de pasión alguna orquídea.
Si supieras
que sólo soy de vientos primitivos,
de aquellos que hacen fuego
y avivan las fogatas campesinas.
Si sólo una milésima,
un lado de mí misma conocieras
sabrías que estoy hecha de aceitunas,
de abejas y geranios,
sabrías que la noche es mi cuaderno
con un redondo verso que es la luna.
Sabrías que por dentro tengo cítaras,
que sólo una caricia
podría convertirme en oleaje,
en lluvia de amapolas y campanas.
Si supieras
que estoy de ti tan llena
que sólo bastaría que te acerques
para nacer de nuevo.
No sabes que soy frágil,
que sólo soy de piel ansiosa y húmeda
que sólo soy mujer,
así sencillamente,
sin rótulos ni farsas, tan sólo soy así:
aquella que te espera contra todo.

Cada uno
Cada uno construye su casa como quiere.
La pone sobre el aire,
la siembra en la cintura de la luna
o encima de las olas.
Cada uno
la pinta de manera diferente,
la baña con el cielo
y el oro verdidulce de la tarde.
La llena de jilgueros,
de música y hortensias.
Encima del verano la edifica.
Le pone una ventana al horizonte,
una terraza al mar
y un pájaro de bronce en el tejado.
Cada uno
la salva de la furia del invierno,
le pone verjas altas,
faroles importados de Neptuno,
estufas de Chicago
y espejos fabricados en Arabia.
Cada uno la mide y la corrige.
En forma vertical la va agrandando.
Le pone un tiembre eléctrico
y un número de plata.
La cuida del mendigo que la ensucia,
del niño que le roba una gardenia,
del pobre que la mira.
Cada uno acomoda su casa a su manera,
presume y aparenta,
construye su existencia tontamente
con trapos, pergaminos y billetes,
con vigas antisísmicas
coñac y pararrayos.
Qué lástima pero ninguno
construye a su medida su refugio
con sólo la verdad de cada día
y el sol bien compartido.
Qué lástima que nadie se haga casas
a prueba de mentiras, olvido y desamor.
Yo quiero hacer mi casa a mi manera
sin puertas ni cortinas.
La quiero dulce y tibia
en medio del camino de tus brazos.

Contradictoriamente
I
Si todo puede ser
todo es posible.
Posible que yo menstrue
la tarde en que me anheles con locura.
Posible que haga sol
el día en que mi alma llueve tanto.
Si todo puede ser
todo es posible.
Posible que de pronto
me caiga sobre el cuello el arco iris
o el filo de un machete.
Posible que en el aire
me llegue la fragancia de un durazno
o el acre desperdicio de un difunto.
Y así como es posible
que llore sonriendo
o ría de dolor con estridencia,
podría ser posible tanta náusea
o tanto malestar en la mirada.
Y yo puedo deciros
que todo me hace mal si está mal hecho,
que todo me produce
un vómito de estrellas amarillas.
Que cuanto más comprendo
más náusea me sube a la cabeza.
II
Si todo puede ser
todo es posible.
Posible que me alegre
con tantas aflicciones imprevistas,
posible que me aflija
con tantas alegrías inventadas.
Contradictoriamente
ya nada me resulta transparente.
Podríamos decir que me contagio
de un mal ya sin memoria.
Si todo puede ser
todo es posible.
Posible que hasta el aire hiera tanto.
Posible que haya heridas
que corran y se alarguen como el agua.
Posible que en la tierra
en vez de cereales y hortalizas
empiecen a crecer los niños muertos.
III
Hoy todo me hace mal y me desdigo,
reniego por la vida que se queda
pendiente de una rama en la quebrada.
Reniego por la muerte que pernocta
al centro de adverbio negativo.
Si todo puede ser
todo es posible.
Posible hasta yo mismo con mis letras,
mi náusea, mi herida, mi mentira.
Irremediablemente
por fin puedo deciros
que sólo la verdad es imposible.

Afuera de la trampa
Dejadme por favor vivir mi vida,
amándola,
mordiéndola,
quitándole el veneno,
limpiándola.
Dejadme que me salve o me condene,
dejadme que vomite,
que sangre,
que sonría,
que cante por el fin de tanta guerra,
que llore por la guerra de los fines.
Dejadme que en silencio
escriba en vuestra culpa una sentencia,
que borre la sentencia de la culpa.
Dejadme que me hunda,
que gima,
que flote en lo intermedio,
que sueñe,
que pueda en una esquina
pisar un alacrán inofensivo.
Dejadme cuantas veces
firmar cada recado sin mi nombre,
dejad que me equivoque,
Dejadme cuantas veces
firmar cada recado sin mi nombre,
dejad que me equivoque,
que llame con maldad al bueno malo.
dejadme simplemente
que cuente por decenas,
qué coma con la izquierda,
que te ame sin remedio.
Dejadme por favor vivir mi vida,
que escape,
que reniegue,
que grite por las lluvias que se enlodan,
que ría por el lodo que se enlluvia.
dejad, pero dejad
afuera de la trampa mi cabeza.

La hierba
Cuántas cosas que pude haberlas dicho
y no las dije.
Cuántas horas que pude disfrutarlas
y no fueron.
Cuántas letras que se quedaron sueltas
sin remedio.
Cuánta vida que pudo ser raíz
y es hoy astilla.
Por conservar las normas de algún juego,
por no poder salirme de las reglas
no pude ser gaviota
ni marinera espuma.
Y apenas me quedé como la hierba:
tenaz y humedecida.

AMOR SIN ROSTRO
Las caras de los otros son iguales.
Mezquinas y acechantes.
Y aparte de la gente
también tienen cabellos los recuerdos,
la paz tiene una máscara,
la soledad un ojo.
Y en la alegría un diente.

El plumero
El tiempo del plumero ha sido corto.
Esos tinteros negros
con su papel secante no han durado.
Posiblemente vuelvan
al cabo de otro siglo y otra moda.
Nosotros sin embargo
con esta misma cara y estos sueños
jamás regresaremos.
Tal vez han de volver las viejas cosas:
la tinta verde obscura
.y el uso de las góticas mayúsculas.
Tal vez regrese el trompo,
la piedra de moler o el fresco pozo,
nosotros sin embargo
con nuestro amor de hierba
y nuestras iniciales de mortiño
ya no nos amaremos.
Tan sólo para el hombre
fracasa el reencuentro.
No hay doble itinerario
ni dos adolescencias transparentes.
No hay viajes de regreso
ni la ocasión segunda y oportuna
para decir al menos
perdón, adiós o gracias.

Los tiempos jubilosos
I
Aunque la piel se gaste
yo quiero despertar y hallarte cerca,
contigo amanecer día tras día.
Yo quiero detenerte,
quedarme en tu mirada para siempre.
II
Y cuando caminemos
y el aire nos divida
o se atraviese el miedo
serán tus ojos únicos
los que me den la mano.
III
Nos habla esta ciudad
con un idioma de alas y barcos,
esta ciudad de Seatlle
en donde resucitan los recuerdos.
Esta ciudad azul
tiene un costado ardiente
y tiene mil esquinas
en donde se han amado nuestros pasos.
IV
Hoy puedo agradecerte
por esta mariposa de placer,
por esta gota ardiente
que pones en mi piel alucinada,
por esta luz de fresas
que traes en la punta del silencio.
Te doy amor las gracias
por este nuevo vino que me ofreces.

Agujeros de la ausencia
Quizás lo más absurdo
es perderse en una mismo.
A veces me pregunto
que pudo haber pasado con mi vida
y cuando me perdí
en estos agujeros de la ausencia.

Violeta Luna ( Guayaquil,Ecuador, 24 de febrero de 1943) Poeta, narradora, crítica literaria, ensayista, periodista, activista por los derechos humanos de la mujer y catedrática.A los 2 años llegó a vivir a San Gabriel, provincia del Carchi. Ahí realizó sus estudios primarios y secundarios.Fue becada en la Universidad Central del Ecuador, donde obtuvo el título de Licenciada en Castellano y Literatura, y un Doctorado en Ciencias de la Educación. Después de haber terminado todos sus estudios fue miembro de importantes organizaciones e instituciones, como: Círculo de la Prensa del Ecuador, Sociedad de Escritores Ecuatorianos, Asociación de Artistas del País y en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Núcleo Carchi, donde tuvo su último trabajo por un lapso de 8 años, antes de jubilarse.
Entre otros reconocimientos ha obtenido:
Premio A los mejores cuentos, 1969; Premio Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño, Diario El Universo, Guayaquil, 1970; Premio Nacional Jorge Carrera Andrade, Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, 1994.
Libros publicados:
Poesía:
Poesía universitaria (Quito, 1964); El ventanal del agua (Quito, 1965); Y con el sol me cubro (Quito, 1967); Posiblemente el aire(Quito, 1970); Ayer me llamaba primavera (Quito, 1973); La sortija de la lluvia(Guayaquil, 1980); Corazón acróbata (Quito, 1983); Memorias de humo (Quito, 1987); Las puertas de la hierba (Quito, 1994); Solo una vez la vida (Quito, 2000); La oculta candela (Quito, 2005); Poesía Junta (Quito, 2005).
Cuento:
Los pasos amarillos (Quito, 1970).
Ensayo:
La lírica ecuatoriana (Guayaquil, 1973).
Consta en las antologías: Lírica ecuatoriana contemporánea (Bogotá, 1979); Diez escritoras ecuatorianas y sus cuentos (Guayaquil, 1982); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990); Antología de narradoras ecuatorianas (Quito, 1997); Poesía erótica de mujeres: Antología del Ecuador (Quito, 2001).
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